ciaula descubre la luna
2714 palabras
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“Ciáula descubre la luna”, de Luigi Pirandello. En Cuentos para un año. Los picapedreros, aquella noche, querían dejar de trabajar sin haber terminado de extraer las muchas cajas de azufre que se necesitarían el día siguiente para cargar el horno. Cazagallinas, el supervisor, se enfureció contra ellos, con el revólver en la mano, delante de la entrada de la mina llamada Caces, para impedir que saliesen de ella.
«Cuerpo de… sangre de… todos atrás, todos ya de nuevo a las minas, a echar sangre hasta el amanecer, o ¡les disparo!»
« ¡Bum!» dijo alguien desde el fondo del hueco. « ¡Bum!» repitieron muchos más; y con risas y blasfemias y gritos de escarnio empujaron para salir, y unos dando un codazo, otros empujando con el hombro, todos …ver más…
Trabajaba más y mejor que un joven; pero cada sábado a la tarde, se le daba el salario como si fuese una caridad que se le hacía, y para decir verdad él mismo así se lo tomaba: es tan así que, al ponerlo en el bolsillo, decía en voz baja, casi con vergüenza, “Dios les pague”». Porque, normalmente, era de presumir que alguien con su edad no podía más trabajar bien.
Cuando Cazagallinas por fin lo dejó para correr detrás de los otros e inducir con buenos modales a algunos a que trabajasen la noche, tío Scarda le rogó que mandase a su casa a uno de lo que volvían al pueblo, para avisar que él se quedaba en la mina y por lo tanto no lo esperasen y no se preocuparan por él; después miro a su alrededor llamando a su aprendiz, que tenía más que treinta años (y podría tener siete o setenta, de tan tonto que era); y lo llamó con el silbido con el que se llaman las cornejas amaestradas: «Te’, pa’! te’, pa’!»
Ciàula estaba a punto de vestirse para volver al pueblo.
Vestirse para Ciàula significaba quitarse primero la camisa, o aquella que en una época había sido tal vez una camisa: la única vestidura que, por así decir, lo cubría mientras trabajaba. Después de quitarse la camisa, se ponía sobre el pecho desnudo, en el que se podían contar de a una todas las costillas, un chaleco lindo, ancho y largo, recibido como limosna,