Una Luz En La Oscurana
Muchachos; pues como les venía diciendo, fue la negra Francis quien me llegó a avisar que me llamaba Florinda Tapia. Estaba yo engañando al calor en la tijereta , rebuscándole la hebra a un sueñecito, y me la cortó en lo mejor con sus aspavientos :
-Mundo , que ahí llegó esa lindura guapa más pálida que una muerta. Corra a ver qué hace por ella. La pobre está en apreturas otra vez con su catracho.
Flor Linda le decía yo a la mujer de Tiburcio Andrade . Como si una docena de indias hermosas, media de españolas y un par de negras zandungueras se hubieran juntado a hervir en un perol para entre todas pegar el mayor de la hermosura y la gracia dando a luz a aquella segoviana que más parecía de cuento que de verdad, ni …ver más…
-Me vuelvo otro. don Mundo-. y Tiburcio se rascaba la cabeza-: algo me entra en el ser por algún lado. Será pesadumbre de algo: y me desquito con ella.
-Hombre . si ni trabajar podés. Y con lo aseada que se te pone la Florinda. Que te la envidian m uchos, te la evvidian: pero yo, de vos . me entiría orgulloso.
Y e iba Tiburcio Andrade vuelto en sí y arrepentido, no sin ante haberse zampado el café que Pascuala, entre trapeada y rezongadera mezcladas con carcajadas, le daba para que se le acabara de espantar el guaro.
Sí señores; asina sucedía de temporada en temporada. La Florinda volvía a ser la de antes. y Andrade, el indiazo bueno y ocurrente que todos conocíamos, estrenaba cara nueva, aplanchadla y sin nubarrones.
¿Pero creen ustedes que le duraba mucho? El pobre volvía a trompicar. Todos lo acatábamos al no más verle el mirar desencajado con que amanecía, y notar cómo su segoviana en cosa de un par de días se marchitaba de triste y acongojada, cuando no aparecía lloriqueando y con un gran lamparón en el ojo, que por ser de ella, vieran ustedes que Hasta le lucía.
-Si el indio Andrade no entra en razón, a mal parte va a ir a parar. Está matando a poquitos a la Florinda, y él mesmo se está acorralando. Palabra que de aquí lo vamos a tener que sacar hecho un petate para el asi lo.
-Baboso más grande; le alumbra todo el sol en la cara, y no quiere ver claro.
-Ahora parece que está seguro de que es con Fidelino la cornumenta.
Y el