Trabajo practico sobre el romanticismo
Carlos Medinaceli
OBRA CUSTODIADA POR EL
ARCHIVO Y BIBLIOTECA NACIONALES DE BOLIVIA
LA CHASKAÑAWI
PRIMERA PARTE I Tarde de sol, paz de aldea. Se le vino en mientes este verso, leído no recordaba dónde, no sabía cuándo... Tarde de sol... Desde el abra se puso a contemplar la villa natal. Media legua quebrada abajo se asentaba el pueblo. Era humilde: casas de una sola planta, con techumbre de barro, lo que le daba un aspecto terroso. Sólo el arbolado, molles en su mayoría, algunos álamos y eucaliptos, resaltaban la verde jugosidad de su fronda sobre la pardura del caserío. A la orilla del villorrio, la ancha playa grísea por donde el río arrastra sus aguas azulosas con tedio, por el arenal sediento. Adolfo se …ver más…
En cuanto pasaba en el espíritu de los suyos. Había sido tan fuerte siempre, tan trabajador. Tan hombre. Sin decirse palabra, madre e hijo, añoraban la sombra tutelar de aquel hombre fuerte y bueno que ahora sólo vivía en el recuerdo. - Señoray… - ¿Jaaá...? ¿Quién...? - Yo, señoray… Era la sirviente de los Manrique:
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LA CHASKAÑAWI
- Me ha mandado mi señora doña Ángela a preguntar que cómo se habrá llegado el niño Adolfito y a saludarlo en nombre de mi patrona y de mis niñitas... - Diles que les agradecemos mucho. Ha llegado bien. Pronto ha de ir a visitarlas. Lo de siempre. Salutaciones de bienvenida. Es difícil encontrar otro pueblo más ceremonioso cuanto a cumplimientos sociales: la cuestión de la acera es un asunto de honor y las salutaciones de bienvenida, un rito. Saudoso del calor familiar, Adolfo quería recuperarse en estos quince días que debía permanecer en Chirca y en el seno de los suyos, de sus cuatro años de nostalgia hogarena que sufrió desde la gélida "casa de pensión" donde Reyes trituraba su murria de "estudiante forastero", allá, en la capital de la República. Adolfo, que al decir de sí mismo, "era huraño como un indio", en la jacarandosa Chuquisaca representó siempre el tipo del "estudiante de provincia" que tiene algo de inasimilable para la ciudad. Por su seriedad, su mutismo y hasta su misoginia, los compañieros de la Facultad de Derecho, cuyos cursos seguía, le pusieron el apodo de "El Viejo". Arisco, reconcentrado, de