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invitados de la princesa
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Para ti, princesa. Y como ingenuo homenaje a Boccaccio, Chaucer... y Jean Ray.
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«La vida en la tierra sale bastante barata. Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo. Por las ilusiones, sólo cuando se pierden. Por poseer un cuerpo se paga con el cuerpo». W. SZYMBORSKA, Aquí
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LUNES
l ala del avión se alzó suavemente, como el aspa de un molino gigantesco a la espera de un caballero iluso que derribar. Comenzaba el descenso. Xabi Mendia volvió a preguntarse por qué milagro él, que sufría vértigo …ver más…
le he leído desde hace tantos años. Javier Mendia, para servirle. —Encantado, muy amable. —Su voz era suave y oscura, pero no cascada—. Supongo que viene usted también a este aquelarre que nos han preparado aquí. ¿Es novelista o poeta? —No, ya quisiera... Soy periodista, vengo a cubrir el congreso para la revista Mundo Vasco. Pero encontrarle a usted así, nada más llegar... me ha emocionado cantidad. —Ya lo veo. Supongo que me daba usted por muerto a estas alturas —rio con discreción, agitando entonces su melena blanca—. A muchos les pasa. Incluso a mí mismo a veces, no crea... Por suerte para el ofuscado Xabi, que negaba la hipótesis macabra lo mejor que podía pese a que era cierta, en ese momento comenzaron a salir las maletas. Recogió la suya y luego ayudó a Nirbano con la suya, dispuesto a cumplir como un buen chicarrón del norte. De lo cual francamente tenía poco, para su pesar, porque era de estatura algo menos que mediana y con más grasa en la cintura que pelo en la cabeza, ya tan joven. Pero andaba siempre bien tieso y no se arrugaba ante nadie, ni apenas ante el sexo femenino. Los trámites de la aduana les entretuvieron un poco porque un funcionario escrupuloso revisó su equipaje con morosidad. Mendia tuvo ocasión de recordar entonces que en Santa Clara actuaba un grupo terrorista, aunque últimamente hubiese dado pocos motivos de alarma. Tras la puerta de salida, al principio, no vieron a nadie que pareciese esperarlos a ellos, entre la diversidad de novias,