Resumen ciencia de los materiales
Alice Sebold
Dentro de la bola de nieve del escritorio de mi padre había un pingüino con una bufanda a rayas rojas y blancas. Cuando yo era pequeña, mi padre me sentaba en sus rodillas y cogía la bola de nieve. La ponía al revés, dejaba que la nieve se amontonara en la parte superior y le daba rápidamente la vuelta. Los dos contemplábamos cómo caía la nieve poco a poco alrededor del pingüino. El pingüino estaba solo allí dentro, pensaba yo, y eso me preocupaba. Cuando se lo comenté a mi padre, dijo: «No te preocupes, Susie; tiene una vida agradable. Está atrapado en un mundo perfecto».
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Me llamo Salmón, como el pez; de nombre, Susie. Tenía catorce años cuando me asesinaron, el 6 de diciembre de 1973. Si veis …ver más…
¿Te gustaría verlo?
—Tengo frío, señor Harvey —respondí—, y mi madre quiere que esté en casa antes de que se haga de noche.
—Ya es de noche, Susie —replicó él.
Ojalá hubiera sabido que eso era raro. Yo nunca le había dicho cómo me llamaba. Supongo que mi padre le había contado una de las vergonzosas anécdotas que él veía sólo como amorosos testamentos para sus hijos. Era la clase de padre que llevaba encima una foto tuya a los tres años desnuda en el cuarto de baño de abajo, el de los huéspedes. Eso se lo hizo a mi hermana pequeña, Lindsey, gracias a Dios. Yo al menos me ahorré esa humillación. Pero le gustaba contar que cuando nació Lindsey yo tenía tantos celos que un día, mientras él hablaba por teléfono en la otra habitación, me bajé del sofá —él me veía desde donde estaba— y traté de hacer pis encima de la canasta. Esa historia me avergonzaba cada vez que él la contaba al pastor de nuestra iglesia, a nuestra vecina la señora Stead, que era terapeuta y cuyo parecer le interesaba, y a todo aquel que alguna vez exclamaba: «¡Susie tiene muchas agallas!».
«¡Agallas! —decía mi padre—. Deja que te hable de agallas», e inmediatamente se lanzaba a contar la anécdota de Susie-orinándose-sobre-Lindsey.
Cuando, más tarde, el señor Harvey se encontró a mi madre por la calle, dijo:
—Ya me he enterado de la terrible tragedia. ¿Cómo dice que se llamaba su hija?
—Susie —respondió mi madre, fortaleciendo su ánimo bajo el peso de lo ocurrido, peso que