Reseña de la película "fahrenheit 451"
702 palabras
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El Corazón DelatorEdgar Allan Poe
¡ES VERDAD! nervioso, muy, muy terriblemente nervioso yo había sido y soy; ¿pero por qué dirán
ustedes que soy loco? La enfermedad había aguzado mis sentidos, no destruido, no entorpecido. Sobre
todo estaba la penetrante capacidad de oír. Yo oí todas las cosas en el cielo y en la tierra. Yo oí
muchas cosas en el infierno. ¿Cómo entonces soy yo loco? ¡Escuchen! y observen cuan
razonablemente, cuan serenamente, puedo contarles toda la historia.
Es imposible decir cómo primero la idea entró en mi cerebro, pero, una vez concebida, me acosó día y
noche. Objeto no había ninguno. Pasión no había ninguna. Yo amé al viejo. El nunca me había hecho
mal. Él no me había insultado. De su oro no tuve ningún …ver más…
Y
esto lo hice durante siete largas noches, cada noche sólo a la medianoche, pero encontraba el ojo
siempre cerrado, y así era imposible hacer el trabajo, porque no era el viejo quien me vejaba sino su
Ojo Perverso. Y todas las mañanas, cuando el día irrumpía, iba con audacia a su cuarto y le hablaba
valientemente, llamándolo por su nombre en un tono cordial, y averiguando cómo había pasado la
noche. Entonces pueden ver que tendría que haber sido un viejo muy profundo, en verdad, para
sospechar que cada noche, cerca de las doce, yo lo observaba mientras dormía.
Hacia la octava noche fui más precavido que lo común en abrir la puerta. El minutero de un reloj se
mueve con más rapidez que mi propia mano. Nunca antes de esa noche había yo sentido el alcance de
mis propias facultades, de mi sagacidad. Apenas podía contener mis sentimientos de triunfo. Pensar
que allí estaba yo, abriendo la puerta poco a poco, y él ni siquiera soñaba con mis actos o
pensamientos secretos. Yo casi reí con la idea, y quizás él me oyó, ya que de repente se movió en la
cama como alarmado. Ahora ustedes pueden pensar que di marcha atrás -- pero no. Su cuarto era tan
como negro como la brea con la pesada oscuridad (las persianas estaban bien cerradas por el miedo a
los ladrones), y por eso sabía que él no podía ver que la puerta se abría, y seguí