Religión y el sentido de la vida
“El secreto de la existencia no consiste solamente en vivir, sino en saber para qué se vive.” (Dostoievski)
“A excepción del hombre, ningún ser se maravilla de su propia existencia.”
(Arthur Schopenhauer)
“No os espante la muerte; o extermina o transforma vuestra existencia.” (Séneca)
“Estoy satisfecho con el misterio de la eternidad de la vida y con el conocimiento, el sentido, de la maravillosa estructura de la existencia. Con el humilde intento de comprender aunque más no sea una porción diminuta de la Razón que se manifiesta en la naturaleza.”
(Albert Einstein)
Es evidente que la pregunta acerca de cuál es el sentido de la vida es una constante a lo largo de toda la historia del …ver más…
Como he dicho antes, en la cuestión del sentido de la vida son fundamentales la temporalidad y la muerte. Si nos remontamos en el tiempo, si nos ponemos a pensar en cómo se creó el mundo, siempre tendemos a establecer (por nuestra propia naturaleza) un principio. Pero lo cierto es que no podemos.
Si miramos hacia delante ocurre lo mismo. Cuando pensamos en qué hay después de la muerte, nos damos cuenta de que la vida, en sí misma, no acabará nunca, se perpetuará eternamente.
Por tanto nos hallamos ante algo que no tiene principio ni fin. Y debido a nuestra naturaleza perecedera, no podemos ni siquiera imaginar la idea de infinitud, de eternidad. Nos evoca una sensación terrible de incertidumbre. Es como un laberinto del pensamiento donde nunca alcanzas el final, es un abismo al que caes y nunca más podrás salir.
Es por esta impotencia aprehender lo infinito por lo que establecemos un principio y, especialmente, un final, algo después de la muerte que fundamente nuestra vida, que nos permita redimir el abismo de la eternidad, a la vez que nos exonera del carácter inextricable e intrincado de la existencia.
Con esto, establecemos un Ser en sí, una causa incausada, el fundamento de lo real: Dios.
Por lo tanto la religión tiene el objeto de determinar la relación entre el hombre y el universo. Los nombres con que el ser humano ha tratado de aprehender esta realidad inasible son innumerables, desde Maná hasta el Brahmán o el