Primer informe sala 2 años
RIMAS Y LEYENDAS
Rimas y Leyendas
Gustavo Adolfo Becquer
© Pehuén Editores, 2001
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GUSTAVO ADOLFO BECQUER
RIMAS Y LEYENDAS
I
INTRODUCCIÓN SINFÓNICA
P
OR LOS TEMEROSOS RINCONES DE MI CEREBRO acurrucados y
desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi fantasía, esperando en silencio que el Arte los vista de la palabra, para poderse presentar decentes en la escena del mundo.
Fecunda, como el lecho de amor de la Miseria, y parecida a esos padres que engendran más hijos de los que pueden alimentar, mí Musa concibe y pare en el misterioso santuario de la cabeza, poblándola de creaciones sin número, a las cuales ni mi actividad ni todos los años que me restan de vida serían …ver más…
No quiero que al romperse esta arpa vieja y cascada ya se pierdan, a la vez que el instrumento, las ignoradas notas que contenía. Deseo ocuparme un poco del mundo que me rodea, pudiendo, una vez vacío, apartar los ojos de este otro mundo que llevo dentro de la cabeza. El sentido común, que es la barrera de los sueños, comienza a flaquear, y las gentes de diversos campos se mezclan y se confunden. Me cuesta trabajo saber qué cosas he soñado y cuáles me han sucedido: mis afectos se reparten entre fantasmas de la imaginación y personajes reales; mi memoria clasifica revueltos nombres y fechas de mujeres y días que han muerto o han pasado con los de días y mujeres que no han existido sino en mi mente. Preciso es acabar arrojándolos de la cabeza de una vez para siempre.
Si morir es dormir, quiero dormir en paz en la noche de la
Muerte, sin que vengáis a ser mi pesadilla, maldiciéndome por haberos condenado a la nada antes de haber nacido. Id, pues, al mundo, a cuyo contacto fuisteis engendrados, y quedad en él como el eco que encontraron en un alma que por la tierra sus alegrías y sus dolores, sus esperanzas y sus luchas.
Tal vez muy pronto tendré que hacer la maleta para el gran
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GUSTAVO ADOLFO BECQUER
RIMAS Y LEYENDAS
viaje: de una hora a otra puede desligarse el espíritu de la materia para remontarse a regiones más puras. No quiero, cuando esto suceda, llevar conmigo, como el abigarrado equipaje de un saltimbanqui, el tesoro de