Platero y yo
PLATERO Y YO
A la memoria de AGUEDILLA, la pobre loca de la calle del Sol que me mandaba moras y claveles.
No me imprimas, salva un árbol. ¿ Para qué malgastar papel ? Gracias, Carlos Valencia.
Prologuillo
Suele creerse que yo escribí Platero y yo para los niños, que es un libro para niños. No. En 1913, "La Lectura", que sabía que yo estaba con ese libro, me pidió que adelantase un conjunto de sus páginas más idilicas para su "Biblioteca Juventud" Entonces, alterando la idea momentáneamente, escribí este prólogo: ADVERTENCIA A LOS HOMBRES QUE LEAN ESTE LIBRO PARA NIÑOS Este breve libro, en donde la legría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba escrito para... ¡ qué …ver más…
... ¡ Sí, sí ! ¡ Cantad, soñad, niños pobres ! Pronto, al amanecer vuestra adolescencia, la primavera os asustará, como un mendigo, enmascarada de invierno. - Vamos Platero...
IV - EL ECLIPSE
Nos metimos las manos en los bolsillos, sin querer, y la frente sintió el fino aleteo de la sombra fresca, igual que cuando se entra en un pinar espeso. Las gallinas se fueron recogiendo en su escalera amparada, una a una. Alrededor, el campo enlutó su verde, cual si el velo morado del altar mayor lo cobijase. Se vio, blanco, el mar lejano, y algunas estrellas lucieron, pálidas. ¡ Cómo iban trocando blancura las azoteas ! Los que estábamos en ellas nos gritábamos cosas de ingenio mejor o peor, pequeños y oscuros en aquel silencio reducido del eclipse. Mirábamos el sol con todo: con los gemelos de teatro, con el anteojo de larga vista, con una botella, con un cristal ahumado; y desde todas partes: desde el mirador, desde la escalera del corral, desde la ventana del granero, desde la cancela del patio, por sus cristales granas y azules... Al ocultarse el sol que, un momento antes, todo lo hacía dos, tres, cien veces más grande y mejor con sus complicaciones de luz y oro, todo, sin la transición larga del crepúsculo, lo dejaba solo y pobre, como si hubiera cambiado onzas primero y luego plata por cobre. Era el pueblo como un perro chico, mohoso y ya sin cambio. ¡ Qué tristes y qué pequeñas las calles, las plazas, las torre, los caminos de los montes