Las amazonas
Y en el fondo de las aguas se movía de un lado a otro contoneándose orgullosamente. Los peces niños y jóvenes le miraban y escuchaban con admiración. «¡Ese viejo conoce el mar!».
Tanto oírlo, un bagrecito se le acercó una noche de luna y le dijo: «Abuelo, yo también quiero conocer el mar».
- Si, abuelo.
- Bien, muchacho. Yo tenía tu edad cuando realicé la gran proeza.
Vivían en ese remanso de un riachuelito de la Selva Alta del Perú, un riíto con lecho de piedras menudas y delgado rumor. Palmeras y otros árboles, desde las márgenes del remanso, oscurecía las …ver más…
Dentro del follaje. de un árbol añoso, que cubría la mitad del riachuelo, cantaban un montón de pájaros. El bagrecito, con las antenas de sus barbas, percibió las melodías de esos músicos y poetas de los bosques, y se detuvo a escucharlos.
Después de una tormenta, que perturbó la selva y el riachuelo, oscureciéndolos, el viajero ingresó en un inmenso claro lleno de sol; a través de las aguas ligeramente turbias distinguió un puente de madera, por donde pasaban hombres y mujeres con paraguas. Pensó: «Estoy en la ciudad que el riachuelo de las mil vueltas divide en dos partes, como me indicó el abuelo». «¡Ah, mucho cuidado!», se dijo luego ante numerosos muchachos que, desde las orillas, se afanaban en coger con anzuelos y fisgas los peces,que, en apretadas manchas, se deslizaban por sobre la arena o lamían las piedras, agitando las colas.
El bagrecito salvó el peligroso sector de la ciudad con bastante sigilo. En la ancha desembocadura del riachuelo de las mil vueltas, tuvo miedo; las aguas del riachuelo desaparecían, encrespadas, en un río quizá cien, doscientas veces más grande que su humilde riachuelito natal. Permaneció indeciso un rato, luego se metió con coraje en las fauces del río.
Las aguas eran turbias y corrían impetuosas, peces gigantes, con los ojos encendidos, pasaban junto al bagrecito, asustándolo. «No tengo otro camino que seguir adelante», se dijo resueltamente.
El río turbio, después de un curso por