La vida de simon bolivar
Tanto los “Bolívar” como los “Palacios”, constituían la flor y nata de la oligarquía venezolana: el apellido “Palacios” provenía de la localidad de Miranda del Ebro en Castilla la Vieja; y los “Bolívar” de la región vasca de Bilbao en Vizcaya; pero sin embrago, ambos apellidos tenían varias descendencias en Venezuela, y por lo tanto, tanto María como Juan nacieron en Venezuela…
sus hermanos:
María Antonia: N= 01/11/1777 M= 07/10/1842
Juana Nepomuceno: N= 16/05/1779 M= 07/03/1847
Juan Vicente: N= 30/05/1781 M= ¿?/06/1811
Sus Padres:
Juan Vicente Bolívar y Ponte: N=1726 M=19/01/1786
María Concepción Palacios y Blanco: N= 09/12/1758 M= 06/06/1792
Se casan 30/11/1773
Abuelos Maternos:
Feliciano Palacios y Gil Aratia - …ver más…
Ese acercamiento con la esclavitud, sembró en él ese sentimiento de afinidad, justicia, solidaridad e igualdad entre los hombres, por el cual vivió y lucho hasta la muerte... Desde tempranas horas de la mañana, Bolívar Niño atormentaba a todos los presentes, recorriendo los largos pasillos coloniales con su caballo improvisado en una escoba de espiga de trigo, y una corta espada de madera que le fabricó un fiel esclavo… Desde niño, Simón Bolívar ya se perfilaba como el intrépido guerrero, que con su inseparable espada, le quitará a España los cinco reinos más importantes en el Nuevo Mundo.
El niño Simoncito, como lo llamaba Hipólita, era festejado por todos los vecinos, amigos de la familia, y en especial, por su familia los Bolívar y Ponte por el lado paterno, y los Palacios y Blanco por su madre; de todos los regalos que recibía, siempre recordaba lo original de su tío Esteban, hermano de su madre, quien le regaló animales como ardilla, tortuga, venadito, loro, y hasta en una oportunidad le dio un burro.
Le gustaba participar en la conversación de los mayores, y no se quedaba callado como sus hermanos, por lo demás fue un niño común y corriente, que jugaba con los de su edad los juegos infantiles: el palito mantequillero, la gallinita ciega, el escondite; y disfrutaba los cuentos de Tío Tigre y Tío Conejo, entre otros, de labios de su mamá o de la negra Matea.
Cuando cumplió los siete años, el obispo de Caracas, según la costumbre católica, le administró