La fuerza y extención del pecado
LA FUERZA Y EXTENCIÓN DEL PECADO
CATEDRÁTICO: LIC. CARLOS CASTILLO
ALUMNO:
AMILCAR ANTONIO AMA CRUZ
SAN SALVADOR, 26 DE AGOSTO DE 2013
INDICE
INTRODUCCIÓN
CONCEPTOS BÁSICOS
LA CAIDA
PECADO
PECADO ORIGINAL
LA FUERZA Y EXTENSIÓN DEL PECADO
CARNE
ALMA
LA LUCHA CONTRA EL ESPÍRITU
CONLCUSIÓN
INTRODUCCIÓN
En la narración del Génesis, la creación del hombre se destaca como única y especial, ya que fue precedida por un consejo divino, con el anuncio de que el hombre había de poseer una personalidad que reflejara, en ciertos aspectos, la del Creador: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y señoree… en toda la tierra, y en todo animal …» (Gn. …ver más…
El fallo, sin embargo, no está en la Ley de Dios, que es espiritual (v. 14), sino en la ley del pecado (v. 23, véanse vv. 14, 17, 18, 20, 21), la depravación inherente a la naturaleza humana, que se revela contra las leyes de Dios. De acuerdo a esta opinión, Pablo declara que él es carnal, una criatura de la carne, vendido al pecado, en la cautividad del pecado (v. 14). A través de su vida se ha desarrollado un conflicto entre la nueva y la vieja naturaleza, pero existe un camino hacia la victoria: Cristo nos libera para que vivamos bajo el poder del Espíritu Santo (v. 25-8.11).
Romanos 7:19- 21
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
ALMA
En el AT se utilizaba la palabra nefesh (aliento) para señalar a individuos y animales vivientes. Así, “dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes” (Gn. 1:20). También en el Sal. 74:19 leemos: “No entregues a las fieras el a. –nefesh– de tu tórtola”. Cuando Dios crea al hombre, se dice: “... y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gn. 2:7). Al mencionar el soplo divino, el autor