La drogadiccion y sus tipos
Por los campos azules caminaba mi madre transparente y diáfana como tarde de abril.
Al rasgarse una nube la vi cual una diosa, mas bella que la aurora mas bella que la flor.
Sus ojos al mirarme irradiaban dulzura, y me tendió sus brazos con infinita ternura.
No pude contenerme, la llame suplicante:
Madre, madre, -le dije-
! Mi madrecita amante...!
Los sollozos me ahogaban, de mis ojos las lágrimas por mi cara corrían y la tierra reseca, humedecían.
"No llores, hija mía
- oí que me decía-
No llores, hija mía, turbas mi corazón"
Vi por un instante nublarse su semblante y tuve mucho miedo verla desaparecer.
! Oh, madre, madre santa ! no quiero verte triste, …ver más…
Nadie sabe qué peso la agobió, ni cuántas luchas soportó en la vida,
¡hasta que al fin cayó!
¿Quién no ha visto mujeres sin aliento asirse con afán a la virtud, y resistir del vicio el duro viento con serena actitud?
Gota de agua pendiente de una rama que el viento agita y hace estremecer;
¡perla que el cáliz de la flor derrama, y que es lodo al caer!
Pero aún puede la gota peregrina su perdida pureza recobrar, y resurgir del polvo, cristalina, y ante la luz brillar.
Dejad amar a la mujer caída, dejad al polvo su vital calor, porque todo recobra nueva vida con la luz y el amor. LA MUJER CAÍDA
¡Nunca insultéis a la mujer caída!
Nadie sabe qué peso la agobió, ni cuántas luchas soportó en la vida,
¡hasta que al fin cayó!
¿Quién no ha visto mujeres sin aliento asirse con afán a la virtud, y resistir del vicio el duro viento con serena actitud?
Gota de agua pendiente de una rama que el viento agita y hace estremecer;
¡perla que el cáliz de la flor derrama, y que es lodo al caer!
Pero aún puede la gota peregrina su perdida pureza recobrar, y resurgir del polvo, cristalina, y ante la luz brillar.
Dejad amar a la mujer caída, dejad al polvo su vital calor, porque todo recobra nueva vida con la luz y el