La Señorita Fabiola
Yo aprendí el abecedario en casa, con mamá, en una cartilla a cuadrados rojos y verdes, pero quien realmente me enseñó a leer y a escribir fue la señorita Fabiola, la primera maestra que tuve cuando entré al colegio.
Es por ello que la tengo presente y que me animo a contar algo de su vida, su triste, oscura y abnegada vida de mujercita fea y pobre, tan parecida a tantas otras vidas, de las que nada sabemos.
Cuando digo que era fea o exagero. No tenía un Dios te guarde, Fabiola. Era pequeñita, casi una enana, pero con una cara enorme, un poco caballuna, cutis marcado por el acné y un bozo muy pronunciado. La cara estaba plantada en un cuerpo informe, tetón pero sin poto ni cintura, que sostenían dos piernas …ver más…
Mi padre era un hombre colérico y de decisiones intempestivas. Lo vimos entonces hacer algo memorable, que nos dejó pasmados. Se alejó hasta la puerta de la sala y tomando impulso corrió hasta el radio y le aplicó un puntapié […]. El ronquido desapareció, naturalmente, pero el radio también.
No sé cómo la señorita Fabiola se enteró de este percance y sugirió que para componer radios no había nadie mejor que su hermano Héctor. No tenía taller ni era un profesional, pero sus precios eran módicos […].
Héctor se presentó al día siguiente. Era la versión de Fabiola, pero en masculino. La misma cabezota y cutis agrietado, casi la misma estatura. Cuando vio el radio dijo que un juego de niños, abrió su maletín de cuero y se puso a desarmarlo. Mi hermano y yo observamos durante largo rato sus manejos. Con un destornillador iba retirando una a una las piezas, que distribuyó sobre la alfombra, con una aplicación artística en la que entraban en juego colores, formas y tamaños. A mediodía había desmontado íntegramente el aparato y haciendo una pausa dijo que iba a almorzar para continuar su trabajo en la tarde. Lo esperamos en vano. Nunca en la vida regresó. […]
La chambonada de su hermano Héctor no nos alejó de Fabiola. […] Se quejaba siempre de su trabajo de maestra de primaria, no ganaba nada, se gastaba todo en trapos y en