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HONGOS RADIOFILOS
Cuando en 2007 los científicos rusos enviaron un robot a la central nuclear de Chernóbil, lo último que se imaginaban encontrar era vida. En el interior de las zonas más radioactivas del núcleo principal había un grupo de hongos comunes colectivamente denominados “moho negro”, creciendo en las paredes del reactor.
Estos mohos estaban creciendo en uno de los ambientes más hostiles del planeta, con elevados niveles de radiación suficiente como para administrar una dosis letal en cuestión de minutos. Pero estos hongos no sólo estaban creciendo, sino que también estaban prosperando. Arturo Casadevall, investigador en la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York, estudió estos mohos resistentes y ayudó a identificar a diferentes especies.
Todos compartían una característica muy interesante: contenían melanina, un pigmento de la piel. Quizás la más interesante fue una de las especies comunes del moho negro, Crytococcus neoformans. Este hongo normalmente no contiene melanina, pero cuando era expuesto a niveles de radiación 500 veces más elevadas que la radiación de fondo, empezaba a producir melanina en 20-40 minutos.
El hongo utiliza la melanina para capturar la energía esparcida por la radiación iónica
Dentro del género Crytococcus hay especies que crecen más rápido en