Ensayo De Fabulas
Harto ya de tiernos faisanes y pescados raros, un día llamó a su cocinero jefe y le dijo:
-Ahmed, voy a pedirte que me busques algún manjar que no haya probado nunca, porque mi apetito va decayendo. Si quieres seguir a mi servicio, tendrás que ingeniarte cómo hacerlo.
-Si me ingenio y logro sorprenderos, ¿qué me daréis?
Aquel gran glotón, repuso:
-La mano de mi bellísima hija.
Al día siguiente, el propio Ahmed sirvió al Emir en una bandeja de oro, el nuevo manjar. Parecían muslos de ave adornados con una …ver más…
Es como de la familia y no podría separarme de él, aunque siento disgustaros...
Tan buena maña se dio el chicuelo, que consiguió el alto precio que se había propuesto. Soltó el borrico, tomó el dinero y puso tierra por medio.
La gente del pueblo se fue arremolinando en torno al elegante asnito.
¡Que elegancia! ¡Qué lujo! -decían las mujeres.
-El caso es... -opuso tímidamente el panadero-, que lo importante no es el traje, sino lo que va dentro.
-lnsinúas que el borrico no es bueno? -preguntó molesto el alfarero.
Y para demostrar su buen ojo en materia de adquisiciones, arrancó de golpe la albarda del animal. Los vecinos estallaron en carcajadas. Al carnicero, que era muy gordo, la barriga se le bamboleaba de tanto reír. Porque debajo de tanto adorno, cascabel y lazo no aparecieron más que cicatrices y la agrietada piel de un jumento que se caía de viejo. El alfarero, avergonzado, reconoció:
-Para borrico, yo!
EL Leon y El Raton Unos ratoncitos, jugando sin cuidado en un prado, despertaron a un león que dormía plácidamente al pie de un árbol. La fiera, levantándose de pronto, atrapó entre sus garras al más atrevido de la pandilla.
El ratoncillo, preso de terror, prometió al león que si le perdonaba la vida la emplearía en servirlo; y aunque esta promesa lo hizo reír, el león terminó por soltarlo.
Tiempo después, la fiera cayó en las redes que un cazador le había tendido y como, a pesar de su fuerza, no podía librarse, atronó la selva con sus