El iva en chile
Mario Vargas Llosa
Del millón trescientos mil palestinos que habitan en los 365 kilómetros cuadrados de Gaza -el lugar de mayor densidad demográfica del Medio Oriente-, más de dos tercios se apiñan en las ratoneras humanas que son los campos de refugiados, productos de la llamada "guerra de independencia" de Israel, en 1948, cuando unos ochocientos mil palestinos fueron desarraigados de sus aldeas y aventados al exilio. Sólo unos ciento cincuenta mil permanecieron en Palestina. Medio siglo después todavía existen campos de refugiados en Gaza, Cisjordania, y en Siria, Líbano y Jordania, donde viven aún varios millones de los siete en que se calcula la población palestina (un millón de ellos son ciudadanos israelíes). …ver más…
Es dueña de cinco perritos y vive inquieta por lo que les pudiera pasar. La saliva del can se asocia en el Corán con lo impuro y lo ruin, y, según la leyenda, al Profeta no le gustaban. Por eso son escasos los musulmanes de Gaza que los crían. Y algunos fanáticos los matan.
Casi todos los refugiados con los que hablé, cuando les pregunté cuál era el problema más grave que enfrentaban, me respondieron: "La falta de trabajo". (Una de las excepciones fue una señora que, en un centro de ayuda para las mujeres víctimas de maltratos, me dijo, en al-Shatti: "La falta de libertad en la familia"). Gaza vivía, o malvivía, gracias a que sus habitantes cruzaban la frontera e iban a trabajar como agricultores, obreros, artesanos o domésticos a Israel. Cuando, a partir 1991, el Gobierno israelí, alegando razones de seguridad -muchos terroristas procedían de Gaza-, comenzó a restringir los permisos de trabajo, en la Franja cundió el paro y cayeron los niveles de vida en picado. Para suplir a esos trabajadores, Israel importa rumanos, filipinos, tailandeses y hasta sudamericanos. En las buenas épocas, más de cien mil árabes cruzaban cada día las barreras militares de la frontera. Hoy, apenas puñaditos privilegiados de cien a ciento cincuenta personas. Por eso, el paro en Gaza alcanza al 70% de la población y sus ciudades y campos de refugiados ofrecen ese espectáculo dramático, de abandono, ocio forzado y decrepitud.
Las cifras que