El Medico De Los Muertos De Julio Garmendia
(JULIO GARMENDIA) Durante muchísimos años, el pequeño cementerio había sido un verdadero lugar de reposo, dentro de sus amarillentos paredones, detrás de la herrumbrosa y alta puerta cerrada. Algunos árboles, entretanto, habían crecido; se habían vuelto coposos y corpulentos; al mismo tiempo, la ciudad fue creciendo también, poco a poco fue acercándose al cementerio; y acabó, finalmente, por rodearlo y dejarlo atrás, enclavado en el interior de un barrio nuevo. Los muertos, dormidos en sus fosas, no se dieron cuenta de estos cambios, y siguieron tranquilos algunos años más. Pero, después, hubo sorpresas. La ciudad seguía ensanchándose, años tras año, y por todas partes se buscaba ahora, como el más …ver más…
Yo mismo me vi casi tapiado y comprimido por este horrible monstruo del subsuelo… –Me acuerdo ahora –murmuró alguien, de repente, interrumpiendo este discurso–, me acuerdo ahora que por aquí mismo fue enterrado, cierta vez, Pompilio Udano, quien fuera nuestro Celador Principal por largo tiempo… Se pusieron a mirar entre las cruces todas caídas, torcidas o medio hundidas en la tierra. De pronto, descubriendo bajo un oscuro ciprés lo que buscaban, y acercándose bastante, pudieron leer, a la luz de sus propias cuencas vacías –aunque dificultosamente, a la verdad–, el borroso epitafio del antiguo Celador del camposanto. Tocaron, discretamente, en la losa. Dieron luego fuertes golpes en el suelo, con los puños cerrados. Como nadie respondía tampoco, dobló el espinazo uno de los presentes y acercando el hueco de la boca al hueco de una de las grietas del terreno, lanzó por allí insistentes llamadas en voz alta. –¡Pompilio! ¡Pompilio Udano! ¡Señor Pompiliooo! Se deslizó él mismo, todo entero, por la grieta, y desapareció completamente de la vista. A poco pudo oírse el rumor de una animada conversación entablada en el fondo de la cueva, y no tardó en surgir de nuevo el visitante, a la vez que por una segunda grieta aparecía, un poco más lejos, el propio señor Pompilio Udano. Discutióse el asunto un buen rato, y Pompilio opuso una fría negativa a reasumir la responsabilidad del orden y la paz del camposanto, pues no se consideraba ya