Doña barbara-
Cuando el sol arreboló el camino, la silueta se alargó entre piedras y severos matorrales. Y el jinete fue enlenteciendo la marcha hasta que se detuvo muy cerca de un fuego joven. Y un hombre viejo, que con sus manos acariciaba las llamas, saludó al jinete. Este desmontó y ambos hablaron. Luego el jinete continuó su camino.
Cuando la sombra cayó bajo los cascos del caballo, el jinete se detuvo un instante e intercambió palabras con un hombre que lo detuvo a la vera del camino.
Cuando la sombra se alargó a espaldas del jinete, éste ya no aminoró el paso. Y un joven que quiso detenerlo alcanzó a gritar: «¡Vas en dirección opuesta!».
Pero la noche desmontó al jinete y éste sólo vio la sombra en su alma. Entonces,