Canciones ´costumbristas de honduras
(Ensayo) Luis Rafael Sánchez, puertorriqueño
Todavía aquí, en esta antilla mulatona donde ocurren nuestras vidas, hay algunos racistas que hablan de pelo malo y de pelo bueno. Todavía aquí se utiliza un eufemismo malicioso para aludir al pelo en que remata la cabellera de media población nuestra. -No tiene el pelo muy católico que digamos. Todavía aquí se le cierra el paso a muchos puertorriqueños de respetable formación profesional y constatada honradez porque tienen la tez prieta y el pelo malo. Varias metáforas diversifican el prejuicio racial que pone en circulación el supuesto del pelo malo. Para referirse al cabello del hombre negro se acude, preferiblemente, a los términos pelo de coco y pelo de pasa. Para referirse …ver más…
Como se puede apreciar, los prejuicios disparatan de una forma o de la otra.
Pero, convengamos en que sí hay un pelo malo. El pelo malo es el que se cae. El pelo malo, por tanto, solo lo tienen los calvos. Me desdigo. Lo tuvieron antes que se le cayera. También convengamos en que quien tiene pelo suficiente, sea este rizo o lacio, tiene el pelo bueno. Más, ¿cómo se sabe si tiene el pelo suficiente? Se sabe que se tiene pelo suficiente cuando la peinilla resulta un utensilio imprescindible Por ejemplo, el ex presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, hoy reducido a paria, tiene el pelo tan malo y tan escaso que apenas si le alcanza para dejarse la patilla. En cambio, el empresario boxístico Don King tiene el pelo tan bueno y tan abundante, que lo peina todo vuelto hacia arriba, en abierto reto a la ley de gravedad. Y el día que la vanidad lo ataque, puede llevar el pelo hasta la cintura con las secuencias propias de una melena, o recogerlo en trenza o moño, como ahora lo recogen los varones desacomplejados. Quede claro, entonces, que el único a tachar de pelo malo es aquel que hizo obsoleto la peinilla. Aunque si el prejuicio racial se redujera a hablar de pelo malo y de bueno, se le podría despachar como un chisme pasajero. Sí, como otro de los chismes que alimentan el desempleo espiritual y superficializan la vida. Pero, el asunto que se peina detrás del