Autoritarismo democracia y tolitarismo

1614 palabras 7 páginas
resumen:La Odisea empieza en Grecia años después de la Guerra Troyana. Odiseo (o Ulises, la versión latinizada de su nombre), el rey de Ítaca, no ha logrado volver a casa y muchos creen que está muerto. Sabemos desde el principio del cuento que eso no es verdad. Se lo llevaron preso a la isla de la diosa Calipso. De hecho, es prisionero del amor. Además, Poseidón, el dios del mar, no está contento con Ulises (Odiseo) y no está dispuesto a dejarle volver a casa.

En Ítaca, la esposa de Ulises, Penélope, esta llena de pretendientes que quieren casarse con ella ahora que su esposo no está junto a ella. La diosa Atenea, quien ha sido siempre una amiga de Ulises, guía a Telémaco el hijo de Odiseo a que vaya en busca de información sobre su
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Por un año. Uno de sus compañeros le pregunta, "¿Ya podemos irnos?" y Ulises dice "OK". Con tristeza, Circe le dice que ahora tiene que bajar al infierno para recibir los consejos del profeta Tiresias. Lo hace y Tiresias le profetiza que llegará a casa pero con mucha dificultad. Ulises habla con otras personas famosas que han muerto, como sus amigos de la guerra Aquiles y Agamenón. Encuentra también al espíritu de su madre, que se murió por de la pena que le causó la larga ausencia de su hijo.

Los itacenses regresan a la tierra de Circe para pedir consejos sobre cómo deberían navegar las aguas peligrosas. Después de desembarcar, se encuentran con las Sirenas, mujeres monstruosas con voces hermosas que pretenden atraer a los marineros hasta su muerte. Ulises será el primer hombre que las oye cantar y que vivirá para contarlo. Ordena que sus compañeros se tapen los oídos y que lo aten al mástil para que pueda oír la canción de las Sirenas. Luego hay dos monstruos aterradores que son, por coincidencia, femeninos: Escila y Caribdis. Como predijo Circe, seis itacenses pierden la vida a causa de Escila, que tiene seis cabezas. Los marineros apenas se escapan de Caribdis, una vorágine enorme que traga el mar y luego lo vomita.

Los itacenses aterrizan en la isla de Helios, el dios del sol. Allí están sus vacas muy especiales. A pesar de haber recibido varios avisos de no comer las vacas – uno de

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