Aura
“Sabes, al cerrar de nuevo el folio, que por eso vive Aura en esta casa: para perpetuar la ilusión de juventud y belleza de la pobre anciana enloquecida.” Nunca supo que al declararle su amor a la joven, lo hacía también a la anciana, que amar a una era amarlas a las dos:
*
¿Me querrás siempre? *
Siempre, Aura, te amaré para siempre. *
¿Aunque envejezca, aunque pierda mi belleza, aunque tenga el pelo blanco? *
Siempre, mi amor, siempre.
“Abres los ojos... las dos te sonríen, te agradecen. Recostado, sin voluntad piensas que la vieja ha estado todo el tiempo en la recámara; recuerdas sus movimientos, su voz, su danza, por más que te digas que no ha estado allí.” Se había acostado con una doble identidad y debía comprobar la autenticidad de su amor, de su pasado juramento, debía amarlas a las dos, quererla “aunque envejezca, aunque pierda mi belleza, aunque tenga el pelo blanco.”
El tercer folio de las memorias no le fue entregado a Felipe, sino que él lo sustrajo de la habitación de la anciana después de que, sugerentemente vestida de novia, ésta le comunicó que permanecería todo el día fuera de casa. Esa noche la pasaría con Aura en la recámara de Consuelo habiendo revelado ya el gran secreto de la