Prólogo
Tengo el particular placer de prologar a un autor de
sorprendente vuelo creativo, que amalgama de manera magistral, lo
visceral con lo metafísico, y lo coloquial con los
más profundos interrogantes filosóficos.
Si resulta sugestivo que un escritor español se
ocupe de un icono sagrado como Evita, sorprende aún
más, descubrir que López Gómez se expresa en
nuestra lengua, con la
probidad y solvencia de nuestros mejores escritores ( y esto, sin
desmedro de su raigambre hispana). El capítulo "Najai y
Nam" ( a mi criterio, parábola excepcional sobre la
Conquista
española) es una muestra cabal de
ambas corrientes literarias.
En suma, un escritor que revive el paisaje
existencialista, dueño de un lenguaje
moderno y despojado, a modo de simbiosis perfecta entre la
América
hispana y sus raíces españolas.
La extrapolación de una serie de brillantes
cuentos cuyas
temáticas participan del eje de la historia:-
fantásticos, realistas, metafísicos y
eróticos ? hacen de "Evita…", un suceso literario sin
precedentes.
Relato que marca la impronta
de un pasado particularmente doloroso, esta novela, describe
el costado siempre traumático de la decepción; pero
a su vez, palpita en sus páginas la esperanza humana,
renovada constantemente.
Como espejo de las contradicciones, se entrecruzan
protagonistas que han perdido los ideales bajo el peso de un
poder
corrupto, sintiéndose frágiles e impotentes frente
a un enemigo que lo controla todo, incluso el pensamiento…
Sin embargo, en oposición a aquellos que tienen
sus almas sin alforjas, persiste un grupo de
idealistas que no se resignan a bajar los brazos, aún a
despecho de sus incontables frustraciones; seres que superando
sus reiterados fracasos personales y el desdén de una
sociedad
hostil, tampoco renuncian al idealismo,
como sino de sus vidas.
Heterogénea mezcla humana: desde veteranos
militantes políticos que no arrían sus banderas,
hasta una multitud de los nuevos desarraigados del sistema – los
autodenominados "piqueteros" – que irrumpen en el escenario
social movilizados por la fuerza
contestataria y arrolladora de la marginalidad ( a
propósito, en "La vieja me mandaba verdura", se advierte,
en un alegato metafórico extraordinario, el drama de la
Argentina empobrecida; pero a su vez, este capítulo
excluyente, se erige en una especie de épica de la
Literatura
Nacional, en la cual la marginalidad, asume el velado papel de
héroe protagónico).
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