La imagen. Una construcción epistemológica para la didáctica

En el siglo XXI se han afianzado aun más las
nuevas
tecnologías de la información y la
comunicación en todo el tejido social y por
consiguiente en la educación. La
preparación del profesorado de hoy requiere, entonces, de
una escuela donde se
forme un personal
alfabetizado tecnológico y mediáticamente. La
educación
de nuestro tiempo debe
ser, también, una educación en ciencia y en
tecnología; de forma tal que prepare a los
maestros en formación para enfrentar los cambios y
fenómenos que estas últimas generan.
Entonces, se hace necesario el abordaje de estos
fenómenos desde posiciones teóricas más
allá de los límites
del contexto pedagógico propiamente; lo cual
posibilitaría un enfoque interdisciplinar para su análisis y la revelación de nuevas
aristas y cualidades en dichos fenómenos.
La aplicación de las nuevas tecnologías,
al decir de Sancho Gill (2005), se ha convertido en un reto para
la educación. A criterio de esta autora, las nuevas
realidades educativas exigen de un nuevo tipo de pensamiento.
Por consiguiente, la imagen,
componente omnipresente de los lenguajes utilizados por los
artefactos tecnológicos reclama de un sustento
teórico que fundamente una utilización consecuente
del mismo en nuestras aulas. No se concibe una
aproximación científica a los nuevos
fenómenos que hoy tienen lugar desde los moldes
teóricos ya existentes, por el contrario, ello
entraña la elaboración de nuevas concepciones
teóricas.
Este análisis sobre la imagen para la didáctica tiene como pilar de su base
epistemológica a la Dialéctica- materialista, la
cual es fundamental para el discernimiento, la comprensión
y la interpretación de manera científica
de los fenómenos de la naturaleza, la
sociedad y el
pensamiento humano. Solo la Dialéctica
Materialista permite revelar el camino por el que discurre
el
conocimiento, que en el caso particular de un proceso donde
la imagen se instituye como una de las principales mediaciones,
que transcurre desde la percepción
directa de los objetos y fenómenos representados en ella,
hasta la abstracción y la generalización cuyo
instrumento es el pensamiento teórico.
Este análisis también toma en
consideración presupuestos
de la Filosofía, de la Semiótica de la imagen, de la Estética, de la Psicología, de la
Lingüística textual, de la Pedagogía. También se sustenta en el
Modelo de la
Orientación Educativa (Clara Suárez, 1998), en el
Holístico- Configuracional (Fuentes,
Matos, 2004) y en la teoría
general de los sistemas
(Bertalanffy, 1954; Kagan, 1984). Todos estos supuestos
teóricos, articulados de manera sinérgica, forman
la base epistemológica que permitirá revelar el
núcleo teórico de esta
concepción.
La teoría general de los sistemas cobra
una fuerza
argumentativa de enorme relevancia para esta concepción;
ya que desde esta óptica
se concibe la imagen como un fenómeno complejo de
naturaleza sistémica que tiene diversos elementos
relacionados entre sí, de tal manera que constituyen un
todo indestructible cuyas propiedades no se reducen a las
propiedades de sus componentes (Kagan, 1984:51). La
complejidad de la imagen solo puede analizarse desde una forma de
pensamiento sustentada en la totalidad de la misma y en la fuerte
interconexión entre sus componentes, los cuales al ser
necesarios y suficientes le imprimen cierta especificidad en el
orden cualitativo a la imagen como unidad global y la hacen que
adquiera cierta estabilidad.
Se parte de reconocer la imagen como un fenómeno
complejo porque entraña una multiplicidad inagotable que
toma en consideración los elementos que la componen y las
relaciones que ellos generan. Ella está íntimamente
ligada a una gran cantidad de facetas del hombre que
tienen su expresión en el contexto social. Su esencia
multifacética enuncia una antítesis
dialéctica que la hace desdoblarse en parte del mundo
material, en reflejo y en un modo sui generis de expresión
estética del pensamiento.
Su naturaleza se hace mucho más complicada
cuando, en el caso de las imágenes
visuales, el hombre es
su creador y, a la vez, su perceptor – co-creador. Ella
constituye un sistema abierto
que depende del medio exterior e interior para existir, todo lo
que en ella se representa y se vehicula tiene su génesis
en la realidad y en la manera en que el sujeto lo refleja en su
conciencia.
Además, como categoría cardinal de la comunicación visual, precisa de la interacción, intercambio y retroalimentación de los sujetos con el
contexto en el cual estos se desarrollan.
La imagen icástico-generadora, tipo peculiar de
imagen que se introduce en el proceso de enseñanza– aprendizaje como
resultado de los avances científico- tecnológicos,
constituye un sistema ya que es una entidad estable y organizada
de partes interactuantes e interdependientes que se relacionan
conformando un todo unitario y complejo cuyas propiedades no son
reducibles a las propiedades de sus elementos. En la estructura del
sistema imagen icástico-generadora se eslabonan las
configuraciones histórico-contextual, iconográfica,
lingüística, estética, ideo-política y ética,
cuyo movimiento
genera configuraciones de un orden mayor de esencialidad que son
sus dimensiones (cognitivo-comunicacional y
formativa).
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