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Alcoholismo. Una revisión integral sobre el tratamiento farmacológico y de urgencias




Enviado por Jorge Humberto Elbaum



    1. Alcoholismo y
      nutrición
    2. Elementos
      bioquímicos
    3. Tratamiento
      farmacológico
    4. Las
      benzodiazepinas
    5. Antipsicóticos
    6. Interdictores
    7. Fármacos que
      disimulen el deseo y la compulsión por la
      bebida
    8. Inhibidoras selectivas de
      la recaptación de la serotonina
      (ISRS)
    9. Fármacos
      asociados
    10. Fármacos
      gabaérgicos y de acción sobre el glutamato
      -nmda
    11. Antidepresivos
      tricíclicos y tetracíclicos
    12. Antipsicóticos de
      alta potencia
    13. Vitaminas y
      cofactores
    14. Procesos terapéuticos
      de urgencia
    15. Demencia
      alcohólica
    16. Alucinación
      alcohólica
    17. Intoxicación
      alcohólica individual (intoxicación
      patológica)
    18. Abstinencia
      alcohólica
    19. Delirium por abstinencia
      alcohólica (DTS)
    20. Conclusiones
    21. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    El uso de fármacos en
    pacientes dependientes a drogas siempre
    es necesario, ya sea para tratar el deseo de consumir durante la
    abstinencia y el impulso y necesidad de consumo
    (craving), como para el tratamiento de los otros
    trastornos mentales y del comportamiento
    coexistentes en estos pacientes.

    Existen diferentes áreas de tratamiento para el
    problema del consumo abusivo del alcohol y de
    las dependencias a las drogas. Se
    deben dividir tres áreas de investigación del paciente enfermo, que
    corresponden a tres categorías de padecimientos
    relacionados con las drogas.

    Primariamente se deben mencionarse los daños
    causados por el alcohol y las drogas en los diferentes sistemas del
    cuerpo humano,
    que resultan en diferentes patologías, algunas agudas,
    otras crónicos, algunas reversibles, otras no. Esto es
    tratado por las diferentes especialidades médicas y la
    misma incluye el tratamiento de desintoxicación a las
    drogas.

    Seguidamente en segundo lugar, deben considerarse los
    problemas
    mentales primarios, esto es, aquellos existentes previamente a
    las intoxicaciones.

    Unidos a estos, se presentan como enfermedad
    secundarias, aquellos derivados del abuso de alcohol o drogas
    (por ejemplo: cuadros depresivos, psicosis
    crónicas y trastornos de la
    personalidad, etc.). Por supuesto que en estos la
    intervención corresponderá al médico y a la
    especialidad de la psiquiatría y la psicología.

    La dependencia al alcohol o a las drogas constituye el
    padecimiento primario que hay que tratar y corresponderá a
    los equipos interdisciplinarios especializados en alcoholismo y
    adicciones
    quienes deberán determinar las características de
    la personalidad
    del alcohólico y adicto, así como las de su entorno
    familiar y social, para elaborar un adecuado diagnóstico y una estrategia de
    intervención.

    El tratamiento farmacológico del alcoholismo debe
    ser un programa
    beneficioso interdisciplinario social que incluya desde la
    desintoxicación (supresión total y programada del
    consumo de alcohol mediante el empleo de
    estrategias y
    fármacos para hacerlo de la forma más
    cómoda posible y
    evitar las complicaciones, potencialmente graves, inherentes a la
    abstinencia), hasta la deshabituación, pasando por la
    prevención de recaídas y la reducción de
    riesgos y la
    participación de ayuda psicosocial y familiar.

    Tiene que ser un encuentro tipo integral y contemplar
    las características individuales y de vulnerabilidad de
    cada paciente. El
    conocimiento y comprensión de los mecanismos
    neurofisiológicos que tienen en los procesos de
    dependencia ha permitido durante la última década
    el desarrollo de
    nuevos fármacos eficaces para algunos fenómenos de
    la dependencia alcohólica, como el ansia por el consumo
    (craving), o la pérdida de control ante la
    bebida (priming), y han permitido reforzar cada vez
    más el abordaje médico del alcoholismo, como
    complemento inseparable de los abordajes psicosociales de la
    conducta
    alcohólica y de las aportaciones que otros
    fármacos, principalmente los aversivos, realizaban
    previamente.

    La utilización de nuevos fármacos ha
    incrementado de forma significativa los éxitos
    terapéuticos, y han proporcionado un profundo conocimiento
    de los procesos adictivos y un enfoque terapéutico
    más causal.

    Se deben priorizar algunos aspectos sobre la
    terapéutica y tratamiento farmacológico del
    alcohólico las cuales deben ser primeramente, provocar
    aversión al consumo de alcohol, utilizando fármacos
    interdictores, que actúan inhibiendo la
    metabolización del acetaldehído (disulfiram,
    cianamida cálcica.). Luego disminuir el refuerzo asociado
    al consumo alcohólico, bloqueando las acciones tipo
    opioides del etanol (naltrexona) y los receptores
    dopaminérgicos (tiapride). Siguiendo con una
    reducción de la intensidad de los síntomas de
    abstinencia condicionados a las situaciones de consumo y que
    incrementan el deseo de beber (acamprosato.). Continuando con una
    terapia para elevar la capacidad de control (naltrexona,
    serotonérgicos, antipsicóticos.). Por último
    ir disminuyendo la sintomatología depresiva, que puede
    preceder a la recaída con
    antidepresivos.

    En la actualidad se sabe que el etanol interactúa
    con determinadas proteínas
    situadas en la membrana neuronal y que son responsables de la
    transmisión de señales. No todas las proteínas de
    la membrana neuronal son sensibles al etanol, pero algunas
    cascadas de transducción de señales son altamente
    sensibles. Entre los puntos en los que el etanol actúa se
    encuentran canales iónicos, transportadores, receptores,
    proteínas G y proteína quinazas. La interacción del etanol con sus
    proteínas diana da lugar a cambios en la actividad de
    numerosos enzimas y
    reguladores de la expresión génica. La
    determinación de las proteínas responsables de los
    efectos del etanol abre la posibilidad de diseñar
    fármacos que compitan con el etanol en lugares
    lipofílicos específicos, pudiendo así
    bloquear o revertir determinados efectos sin alterar la función de
    otras proteínas de la membrana neuronal.

    La mayor parte de las acciones del etanol se deben a su
    interacción con dos receptores concretos: el receptor
    GABAA (también denominado complejo receptor
    GABAA-ionóforo Cl-) y el receptor NMDA
    (N-metil-D-aspartato) del glutamato. Aunque hay otros
    neurotransmisores inhibidores (glicina, adenosina), el GABA es el
    neurotransmisor inhibidor por excelencia del SNC: las neuronas
    que lo utilizan como neurotransmisor disminuyen de manera
    transitoria las respuestas de otras neuronas a estímulos
    posteriores. Por el contrario, el glutamato, junto con el
    aspartato es el neurotransmisor excitador por excelencia del SNC.
    La respuesta de las neuronas inervadas por neuronas
    glutamatérgicas se ve aumentada. El etanol potencia la
    acción
    del GABA y antagoniza la acción del glutamato;
    consecuentemente, en el ámbito cerebral, el etanol
    potencia al inhibidor e inhibe al excitador: sus acciones son
    propiamente las de un depresor del SNC.

    La dependencia del alcohol es un grave problema
    sanitario. La mayoría de los estudios estima que el
    riesgo a lo
    largo de la vida de padecer dependencia del alcohol oscila entre
    el 10% para los varones y el 3-5% para las mujeres, y el riesgo
    de alcanzar un consumo perjudicial prácticamente el doble.
    La dependencia del alcohol conlleva una elevada comorbilidad
    médica y psiquiátrica, oscilando la prevalencia de
    los alcohólicos visitados en la asistencia primaria entre
    el 15% y el 50% según las estadísticas.

    Los profesionales de todas las áreas de la
    medicina se
    encuentran con cierta frecuencia con el problema del manejo del
    síndrome de abstinencia del alcohol, ya que la
    hospitalización o el embarazo por
    ejemplo, son a menudo los precipitantes de una supresión
    brusca del alcohol.

    El conocimiento y el número de investigaciones
    científicas y clínicas sobre el alcoholismo se ha
    incrementado espectacularmente en la última década,
    mientras que el tratamiento del alcoholismo está tan solo
    ahora, empezando a cambiar. En la actualidad, se conocen mejor
    los trastornos neurológicos químicos subyacentes a
    los procesos de adicción y a las anomalías
    psiquiátricas (depresión,
    ansiedad, deterioro neurocognitivo, etc.) que frecuentemente se
    asocian al alcoholismo. Todo ello, ha favorecido la
    aparición de nuevos fármacos eficaces en la fase de
    deshabituación alcohólica que se complementan con
    los clásicos fármacos aversivos como el disulfiram
    o la cianamida cálcica y ha empezado ha mejorar el
    pronóstico a largo plazo de esta compleja enfermedad.
    Así mismo, es interesante remarcar cómo, de forma
    muy significativa, el concepto de
    enfermedad alcohólica y las distintas hipótesis sobre la etiopatogenia de la
    dependencia alcohólica han ido justificando y
    condicionando de forma directa o indirecta el tratamiento del
    alcoholismo.

    Cuando se considera la dependencia alcohólica
    únicamente como una consecuencia directa de las
    capacidades euforizantes y altamente reforzantes del alcohol
    (teorías
    del refuerzo positivo), el tratamiento se centra en evitar este
    refuerzo placentero. Cuando la hipótesis que
    prevalece apunta que el consumo de alcohol se mantiene en el
    tiempo debido
    a la aparición de tolerancia y
    síndrome de abstinencia (teorías del refuerzo
    negativo), el tratamiento se dirige a paliar o evitar el
    síndrome de abstinencia y se centra en la
    desintoxicación del paciente alcohólico. Así
    mismo, de forma más reciente aparecen las nuevas
    teorías de la sensibilización neuronal, que
    postulan que una vez instaurada la adicción esta sé
    vehiculiza a través de una vía neuronal especifica
    responsable del deseo patológico e irrefrenable de consumo
    o craving. Las estrategias terapéuticas se
    basarán entonces consecuentemente en modificar o revertir
    estas lesiones o disfunciones neurológicas utilizando los
    nuevos fármacos anticraving.

    ALCOHOLISMO Y NUTRICION

    Generalmente se atribuyen a las secuelas
    metabólicas del alcoholismo un origen nutricional puro.
    Cada gramo de etanol aporta 7,1 Kcal. Doce onzas (una onza
    equivale a 30 gramos o se que son 360 gr. de alcohol) de una
    bebida con 86º de alcohol contienen aproximadamente 1200
    Kcal., que representan aproximadamente la mitad de la ingesta
    diaria recomendada de energía alimentaria. El alcohol es
    capaz de cubrir parcialmente las necesidades de energía
    del organismo desplazando a los restantes nutrientes de la dieta.
    Las bebidas alcohólicas no contienen generalmente
    proteínas, vitaminas,
    minerales y
    otros nutrientes, por lo tanto, la ingestión de estos
    puede convertirse en francamente deficitaria en el caso del
    consumo regular de alcohol. Hasta la década del 60 las
    secuelas metabólicas del alcoholismo se atribuían
    únicamente a deficiencias nutricionales. Sin embargo, la
    mejoría del suministro de nutrientes no se acompaña
    en una disminución de las complicaciones hepáticas
    y neurológicas. Deficiencias nutricionales particulares
    pueden desempeñar una función contribuyente
    adicional. Desde hace mucho tiempo se reconoce que las
    deficiencias nutricionales de metionina puede potenciar, y su
    suplementación nutricionales puede aliviar la
    transformación grasa del hígado inducida por el
    alcohol. Inicialmente se pensaba que la causa radicaba en el
    efecto preservador de la metionina sobre la colina, pero un
    mecanismo más apropiado parece ser el agotamiento de los
    niveles de glutation. De forma similar la corrección de
    las deficiencias nutricionales de vitamina A puede incrementar la
    potenciación del daño
    hepático alcohólico que favorece la deficiencia
    simultánea de esa vitamina.

    La fibrosis y la cirrosis hepática son frecuentes
    complicaciones del alcoholismo que aparecen aunque las dietas
    sean hiperproteicas, elevadas en grasas y
    suplementadas con vitaminas y minerales, por lo tanto, desde el
    punto de vista terapéutico no es totalmente exitoso este
    procedimiento
    para la prevención de la cirrosis de los
    alcohólicos. El consumo crónico de alcohol genera
    una malnutrición secundaria por la afectación de la
    digestión y la absorción de nutrientes.

    Los niveles hepáticos de vitamina A se reducen
    con el consumo de alcohol. Esta reducción no puede ser
    explicada solamente por una alteración de la
    ingestión, la absorción o por cambios en los
    niveles séricos del retinol o de su proteína
    sérica transportadora. Se han sugerido como mecanismos
    posibles una movilización o un catabolismo aumentado de la
    vitamina A hepática. La eliminación del
    ácido retinoico del organismo se inicia por el sistema de
    oxidación microsomal del etanol (SOME), dependiente del
    citocromo P450 (ubicados en la cadena oxidativa en las cresta de
    la mitocondria). En el alcoholismo este sistema se encuentra
    inducido, por lo que aumenta el catabolismo del ácido
    retinoico, disminuye la concentración hepática de
    vitamina A y se incrementa la susceptibilidad a las alteraciones
    morfológicas de la célula
    hepática y a la cancerogénesis.

    El consumo de alcohol afecta además los niveles
    de ingestión o el metabolismo de
    riboflavina, piridoxina, ácido ascórbico, vitamina
    D, vitamina K, tiamina, ácido fólico y
    niacina.

    ELEMENTOS BIOQUÍMICOS

    A escala bioquímica
    el alcohol tiene efectos anestésicos, ansiolíticos
    y gratificantes. Se trata de un depresor central que produce una
    disminución de la actividad de la monoaminoxidasa (MAO) y
    una disfunción de la serotonina (5-HT) por aumento de la
    recaptación de la misma (Guardia, 1994). Tiene un claro
    efecto en el sistema dopaminérgico (núcleo
    accumbens y estructuras
    ventrales). El etanol facilita la transmisión de dopamina
    (D) y afecta a estructuras mesoencefálicas estriadas,
    límbicas y mesocorticales, lo cual va en relación
    con sus propiedades gratificantes. A dosis bajas el alcohol tiene
    un efecto desinhibidor por aumento de la liberación y
    síntesis de dopamina. Al aumentar las dosis
    y prolongar la ingesta el efecto es al contrario, y la
    transmisión del neurotransmisor se reduce
    considerablemente y aumenta la sensibilidad de los receptores. A
    pesar de ello, el etanol no tiene receptores específicos;
    posee propiedades fluidificadoras de la membrana neuronal (Casas
    et al). La enfermedad alcohólica se establece por el
    efecto ansiolítico y antiestrés del etanol que
    actúa como refuerzo por condicionamiento operante. Es
    necesario que además haya déficit nutricional. Este
    efecto reforzante es previo y tiene mayor peso que las
    críticas sociales al comportamiento alcohólico, que
    actuarían como refuerzo negativo (Grau, 1991 y Guardia,
    1994).

    Hipótesis del
    Acetaldehído

    Antes de entrar al estudio del Tratamiento
    Farmacológico es importante vislumbrar el mecanismo de
    acción del acetaldehído cuando consigue atravesar
    la BHE y tenga acceso al SNC, podrán tener lugar una serie
    de reacciones bioquímicas entre el acetaldehído y
    determinados neurotransmisores cerebrales como la dopamina (DA),
    la norepinefrina (NE) o la serotonina (5-HT), dando lugar a
    sustancias denominadas tetrahidroisoquinolinas en los dos
    primeros y betacarbolinas en el tercero, sustancias que tienen
    una cierta naturaleza
    opiáceo y, en consecuencia, a partir de dicho punto, los
    mecanismos neurobiológicos de la dependencia al alcohol
    pueden explicarse de manera análoga a los de la
    dependencia a las sustancias opiáceos. De entre las
    sustancias de naturaleza opiácea que se forman en el SNC
    de los alcohólicos, merece especial mención la
    tetrahidropapaverolina que se forma por condensación entre
    la dopamina y su aldehído biógeno.

    Hipótesis de la
    Alteración de la Membrana Neuronal

    Esta hipótesis plantea que la intoxicación
    etílica aguda ocasionaría un aumento de la fluidez
    de las membranas neuronales, que comportaría una
    alteración del funcionalismo del
    sistema
    nervioso. Así, la tolerancia que se generaría
    en los alcohólicos crónicos sería
    consecuencia de un cambio
    adaptativo de sus membranas que les conferiría una mayor
    resistencia a la
    acción fluidificante del alcohol.

    La dependencia física del alcohol
    que presentan estos pacientes se justificaría porque sus
    membranas celulares son más rígidas y requieren el
    consumo de fluidificante, en este caso el alcohol, para llegar a
    un nivel de fluidez óptimo.

    Cuando los alcohólicos dejan de beber, sus
    membranas se vuelven más rígidas con el
    consiguiente desequilibrio de todas sus funciones, dando
    lugar al síndrome de abstinencia.

    Según parece, los cambios en la fluidez de las
    membranas a las que nos hemos referido, podrían alterar
    determinados receptores de membrana y de manera especial al
    complejo macromolecular comprendido alrededor del canal del cloro
    y en el que existen receptores para el GABA, para las
    benzodiazepinas y para los barbitúricos.

    De esta manera, a pesar de que el alcohol no posee un
    receptor específico para su acción, como ocurre por
    ejemplo con las benzodiazepinas, el GABA y los
    barbitúricos, comparte con estas sustancias el mecanismo
    de acción último en el sentido de que todas ellas
    acaban modificando el diámetro de los canales
    iónicos y más concretamente ensanchando los canales
    del cloro (facilitando con ello la entrada de ión cloro al
    interior de la célula) y
    reduciendo los canales del calcio (reduciéndose con ello
    la entrada de ión calcio hacia el interior de la
    membrana), lo cual comportará una disminución de la
    actividad funcional del tejido nervioso y, en este sentido, el
    alcohol compartiría los efectos hipnóticos y
    ansiolíticos de los barbitúricos y de las
    benzodiazepinas, sustancias con las que sabemos que establece
    fenómenos de tolerancia y dependencia cruzados y que en
    consecuencia podrían ser de utilidad en la
    desintoxicación alcohólica.

    El mecanismo de neuroadaptación que se pone en
    marcha para contrarrestar los mecanismos moleculares mencionados
    consiste en la multiplicación de los canales del calcio,
    con lo que la mayor entrada de este ión hacia el interior
    de la célula disminuirá la hiperpolarización
    de la membrana que el alcohol había generado y se
    normalizará la actividad funcional, todo lo cual
    justificaría el fenómeno de la dependencia
    alcohólica.

    Estas modificaciones neuronales justificarían
    también el síndrome de abstinencia, ya que al
    suspender la ingesta del alcohol y normalizarse los
    diámetros de los canales del cloro y del calcio, el mayor
    número de los canales del calcio ahora existentes
    facilitarían la despolarización de la membrana con
    el consiguiente incremento de la actividad funcional del sistema
    nervioso, que justificaría la sintomatología
    existente en el síndrome de abstinencia.(l Sánchez
    Tueret et al ).

    Desde la vertiente neurobiológica, el alcohol
    ejerce su acción sobre los receptores GABA, sobre los
    receptores NMDA (N-metil-d-aspartato) del glutamato y sobre los
    receptores de la serotonina 5-HT3, con la consiguiente
    alteración de las vías nerviosas que utilizan los
    mencionados neurotransmisores.

    En cuanto al receptor NMDA para el glutamato, el alcohol
    en situación aguda reduce la activación del
    mencionado receptor (de hecho el alcohol actúa como un
    antagonista no competitivo), de suerte que la
    neuroadaptación a la presencia crónica de alcohol
    se llevará a cabo a través de la
    multiplicación de los receptores NMDA.

    En relación con los efectos del alcohol en los
    sistemas de 5-HT, parece que tienen lugar tanto a nivel agudo
    como crónico, si bien los mecanismos implicados son
    aún poco conocidos. En este sentido, existen aportaciones
    que demuestran que sustancias inhibidoras de la
    recaptación de serotonina, tales como la zimelidina y la
    fluoxetina, reducen el consumo de alcohol tanto en animales como en
    humanos.

    TRATAMIENTO
    FARMACOLÓGICO

    El consumo de alcohol, regularmente y durante
    períodos prolongados, desencadena mecanismos
    neuroadaptativos de reversión lenta y difícil que
    contribuyen a reforzar el consumo y cuyas bases
    bioquímicas, intensamente estudiadas en los últimos
    años, están alumbrando nuevos enfoques en la
    fisiopatológia y terapéutica del
    problema.

    Los efectos agudos y crónicos del etanol se
    relacionan con diversos sistemas centrales de
    neurotransmisión: serotoninérgico, opiode,
    dopaminérgico y, muy especialmente, gabaérgico y
    glutamatérgico. La compleja constelación de
    mecanismos moleculares y celulares involucrados ha ampliado la
    panorámica desde la que abordar el estudio de la
    dependencia alcohólica y señalar nuevas dianas para
    su tratamiento.

    Durante años, el tratamiento farmacológico
    de la dependencia alcohólica se ha orientado a prevenir el
    refuerzo positivo, (recompensa), mediante agentes aversivos como
    el disulfiram o la cianamida cálcica.

    Las benzodiazepinas y otros sedantes se han utilizado
    para mitigar los síntomas de la supresión y
    posibilitar la desintoxicación alcohólica, pero sus
    efectos secundarios limitan la
    administración prolongada que exige el tratamiento de
    la dependencia.

    Dada la influencia del alcohol sobre la
    liberación de dopamina en el nucleus accumbens, y
    el papel que se atribuye a este transmisor en el refuerzo
    positivo de las sustancias de abuso, se investigan los efectos de
    agonistas y antagonistas que ya se venían utilizando con
    otras indicaciones neurológicas. Así, el tiapride,
    antagonista D2, ansiolítico y neuroléptico
    atípico que reduce los síntomas de supresión
    alcohólica, ha sido autorizado para el tratamiento del
    alcoholismo tanto crónico como agudo; mientras la
    bromocriptina sigue siendo objeto de estudio.

    En conjunto, los diferentes tratamientos de la
    dependencia alcohólica se vienen sustentando en la
    combinación de pautas farmacológicas, con programas de
    rehabilitación psicosocial.

    Se puede separar el Tratamiento farmacológico del
    alcoholismo en los siguientes procedimientos
    terapéuticos:

    – Desintoxicación: valoración de la
    sintomatología física, estudio de las posibles
    complicaciones y control del posible Síndrome de
    Abstinencia desde el punto de vista
    médico-farmacológico.

    – Deshabituación: si los trastornos de
    salud
    físicos no lo impiden, es casi simultáneo con la
    desintoxicación; se debe realizar un detallado estudio de
    los hábitos, costumbres y tipo de bebida del paciente, que
    permiten diseñar estrategias de distintas índole
    para evitar las recaídas.

    – Rehabilitación: Es el proceso
    elemental de un programa sistemático, que intenta ser un
    tratamiento integral. Tiene que estar coordinada por un equipo de
    atención sanitario-social y se rehabilitan
    todos aquellos factores personales, familiares y laborales, en
    los que las habilidades sociales habían quedado
    profundamente deterioradas por la evolución de la EAP/SDA.

    – Reinserción: cuando la pérdida de
    la actividad laboral/profesional, la desestructuración
    familiar, etc. condicionan los diversos grados de
    marginación social, son imprescindibles los procesos de
    reinserción y la coordinación con servicios
    sociales.

    La disponibilidad de tratamientos
    farmacológicos ha venido incrementándose
    considerablemente en las últimas décadas, y de
    manera especial por lo que respecta a las fases de
    desintoxicación y rehabilitación.

    Los tratamientos farmacológicos no son
    todavía eficaces por sí mismos, pero sin embargo,
    pueden mejorar considerablemente la eficacia de los
    tratamientos psicosociales cuando se administran a la
    vez.

    En el proceso de tratamiento, es básico que se
    formulen con claridad los objetivos
    inmediatos y a corto plazo, que van a constituir la
    iniciación del tratamiento (desintoxicación),
    adaptados a las posibilidades de cada caso, evaluando con
    especial atención su entorno y eligiendo con el
    máximo cuidado los fármacos a emplear para la
    desintoxicación.

    El empleo de fármacos resulta imprescindible en
    la fase de desintoxicación, debiendo evaluarse los riesgos
    del síndrome de abstinencia menor (SAMenor) y mayor
    (SAMayor), y también el conjunto de condiciones
    psicopatológicas alcohólicas, bioquímicas de
    la neuroadaptación, de la inducción enzimática y
    simultáneamente de posibles enfermedades
    alcohólicas secundarias (EAS), en especial en el caso de
    los alcohólicos clínicos.

    La administración de fármacos en la
    desintoxicación y deshabituación es aconsejable
    durante períodos de tiempo cortos, no más de 8, 10
    o 15 días, cuando el paciente realiza una
    desintoxicación domiciliaria u hospitalaria -si no
    están contraindicados por una EAS (hepatopatía
    alcohólica, pancreopatía alcohólica,
    polineuritis alcohólica, gastritis, etc.).

    La afectación hepática, detectada por los
    indicadores
    biológicos, justifica que los fármacos
    tranquilizantes, en especial los benzodiacepínicos (BZD),
    mejoren la vivencia de malestar del alcohólico, puesto que
    normaliza la anormalidad: la biometabólica
    hepática/SNC y con seguridad, dadas
    las características de las BZD (recordemos que existe ya
    el antagonista como fármaco disponible: flumazenil), la
    del SNC. Una vez desaparecidos los signos y
    síntomas de la abstinencia, la no inmediata
    supresión de las BZD tardará más o menos,
    pero hay que recordar que existe el riesgo potencial de
    transformar al paciente en un bebedor seco, es decir, en
    un no bebedor que continuará con conflictos y
    problemas que tendrán el indeleble sello de la
    psicopatología y sociopatología alcohólica
    aunque sea un adicto a las BDZ.

    Fármacos de
    Elección Para la Desintoxicación

    El
    clometiazol

    En Europa se
    considera que el riesgo de dependencia-adicción sucede con
    menor frecuencia con el clometiazol dadas las
    características del fármaco, pero, como con las
    BZD, en algunos pacientes su efecto sedante evita que se
    enfrenten con su triste o pseudodepresiva realidad
    alcohólica y buscan desesperadamente su efecto sobre el
    SNC. La desviación, sin embargo, es mucho menos frecuente
    que en el caso de las BZD.

    Acción terapéutica.

    Hipnótico. Sedante.

    Propiedades.

    Es un hipnosedante sintético que, además,
    desarrolla efectos anticonvulsivantes que se aprovechan en la
    práctica para el tratamiento de numerosas
    patologías neuropsiquiátricas (agitación,
    trastornos de conducta, estados epilépticos, alcoholismo,
    delirium tremens) y obstétricas (preeclampsia y
    eclampsia). Este agente clorado neurodepresor se puede emplear
    por vía oral o parenteral intravenosa (IV), según
    la severidad de la sintomatología clínica. Luego de
    su administración por vía oral el
    clometiazol es rápidamente absorbido por la mucosa
    digestiva, alcanzando su pico plasmático máximo
    (Cmáx) entre los 15 y 90 minutos luego de su
    ingestión. Es ampliamente distribuido por los diferentes
    tejidos del
    organismo, para luego ser biotransformado a nivel hepático
    en forma extensa (fenómeno de primer paso
    hepático); sólo una mínima proporción
    aparece inalterada por la orina. Se ha señalado que el
    fármaco tiene una amplia difusión tisular, pasando
    además a la placenta y a la secreción
    láctea.

    Indicaciones.

    Hipnosedante – anticonvulsivante en sujetos
    alcohólicos.

    Dosificación.

    Las cápsulas de 500mg de edisilato de clometiazol
    contienen 192mg de principio activo; la suspensión oral,
    250mg/5ml; y la infusión intravenosa, 0,8%, debido a las
    diferencias en la biodisponibilidad de estas formas
    farmacéuticas. Como hipnótico: 250mg-500mg
    (192mg-384mg de droga base)
    por día antes de acostarse. Como sedante diurno: 250mg
    (192mg de droga base) una vez al día. Retiro de la
    adicción alcohólica: 4.500mg a 6.000mg por
    día divididos en 3 o 4 tomas el primer día de
    tratamiento como dosis de ataque, y luego ir reduciendo
    gradualmente hasta alcanzar la dosis óptima. Este
    tratamiento se realizará en centros especializados por
    personal
    entrenado, y la duración total de la cura no deberá
    superar los 9 días por el riesgo de generar
    adicción o dependencia. En delirium tremens y
    síndromes de abstinencia alcohólica aguda se puede
    emplear la infusión IV de clometiazol al 0,8% con una
    posología minutada de 3ml a 7,5ml hasta lograr la narcosis
    hipnótica, para luego continuar con 0,5ml-1ml/minuto por
    goteo intravenoso. En casos de emergencia se pueden emplear
    40ml-100ml administrados por fleboclisis durante un
    período de 3 a 5 minutos. En estados epilépticos se
    aplicarán 5ml-15ml/minuto de la misma solución
    intravenosa al 0,8% hasta un total de 40ml a 100ml, con lo que
    habitualmente se aborta la crisis
    convulsivante. En el status epilepticus en niños
    se sugiere una infusión inicial de 0,01ml/kg/minuto, y
    luego se continuará durante 2 días con dosis de
    mantenimiento.El tratamiento es de alternativa
    para sujetos refractarios a las benzodiazepinas (diazepam) o
    fenitoínas. En la toxemia preeclámpsica se indican
    0,5ml-7,5ml/minuto de la solución al 0,8% durante el
    parto,
    continuando con una dosis de mantenimiento de 0,5ml/minuto las 12
    horas siguientes. En estos pacientes se suelen asociar drogas
    antihipertensivas orales o inyectables para prevenir las
    recurrencias. Durante las convulsiones se aplicarán
    5ml-10ml/minuto hasta que hayan desaparecido, continuando con un
    mantenimiento de 0,5ml-1ml/minuto. En la sedación de la
    anestesia regional se emplean 25ml/minuto durante 1 a 2 minutos
    hasta lograr la pérdida de la conciencia.En
    estos casos se debe atropinizar en la premedicación para
    evitar la rinitis y la congestión mucosa de la vía
    aérea.

    Reacciones adversas.

    Se han señalado, con el empleo de este agente
    neurodepresor: cefaleas, congestión de la mucosa nasal y
    ocular, hipersecreción mucosa a nivel traqueobronquial,
    reacciones cutáneas (urticaria, dermatitis),
    náuseas, vómitos,
    somnolencia, astenia, embotamiento, mareos, confusión y
    paradójicamente insomnio, irritabilidad y
    excitación psíquica. Si la perfusión
    intravenosa no se hace con suma precaución, pueden
    presentarse colapso vascular, hipotensión arterial y
    apnea. En el sitio de la fleboclisis se han presentado
    fenómenos inflamatorios locales, flebitis y
    tromboflebitis.

    Precauciones y advertencias.

    No se deberán manejar vehículos ni
    maquinarias, ya que el fármaco provoca somnolencia y
    pérdida de la reflectividad. Durante la infusión
    intravenosa se deberá vigilar la permeabilidad de la
    vía aérea.

    Interacciones.

    Sinergismo de potenciación con drogas depresoras
    del SNC, hipnóticos, antipsicóticos, sedantes,
    alcohol, antidepresivos, antihistamínicos,
    anticonvulsivantes, barbitúricos y
    betabloqueantes.

    Contraindicaciones.

    Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
    Insuficiencia respiratoria, cardíaca, renal o
    hepática.

    Sobredosificación.

    Provoca hipotensión arterial, colapso vascular,
    depresión respiratoria, hipotermia y coma. Se debe indicar
    reanimación cardiorrespiratoria, hidratación
    parenteral y tratamiento sintomático.

    El
    tetrabamato

    Es un polímero del carbamato-meprobamato,
    ampliamente empleado en Europa, muy eficaz en el SAMenor y
    SAMayor (Soler-Insa, 1988) incipiente o inicial, con efectos
    antitremóricos, miorrelajantes y anticonvulsivos. Con una
    utilización limitada a la desintoxicación,
    clínicamente y a dosis convencionales no ha presentado
    fenómenos de actividad substitutiva del
    alcohol.

    Acción terapéutica.

    Ansiolítico.

    Propiedades.

    No se conoce bien su mecanismo de acción, al
    parecer actúa en múltiples lugares del SNC, incluso
    el tálamo y el sistema límbico. Se absorbe bien en
    el tracto gastrointestinal y se metaboliza en el hígado.
    La vida media plasmática es de unas 10 horas y se excreta
    por vía renal (8% a 19% se excreta en forma
    inalterada).

    Indicaciones.

    Trastornos de ansiedad que requieren tratamiento a corto
    plazo. No suele indicarse para la ansiedad o tensión
    asociada con la vida diaria.

    Dosificación.

    Adultos: 400mg tres veces al día. Dosis
    máxima: hasta 2,4g/día. En pacientes
    geriátricos o debilitados la dosis puede reducirse porque
    son más sensibles a sus efectos.

    Reacciones adversas.

    Torpeza, inestabilidad, somnolencia, cefaleas,
    confusión, taquicardia, excitación no habitual,
    náuseas o vómitos. Signos de toxicidad aguda:
    confusión severa, somnolencia severa, bradicardia,
    debilidad. Signos de toxicidad crónica: mareos continuos,
    marcha inestable, balbuceos.

    Precauciones y advertencias.

    Como el meprobamato atraviesa la placenta existe el
    riesgo de malformaciones congénitas cuando se administra
    durante el primer trimestre del embarazo. Se excreta en la
    leche materna
    y puede dar lugar a sedación en el lactante. Puede
    disminuir o inhibir el flujo salival y contribuir al desarrollo
    de caries, candidiasis oral y malestar.

    Interacciones.

    Otros medicamentos depresores del SNC utilizados en
    forma simultánea pueden aumentar este efecto, como
    también incrementar el riesgo de hábito.

    Contraindicaciones.

    Deberá evaluarse la relación
    riesgo-beneficio en presencia de antecedentes de abuso de
    fármacos, epilepsia, disfunción hepática o
    renal y porfiria aguda intermitente.

    La
    tiaprida

    Es una molécula de síntesis del grupo de las
    benzamidas sustituidas, con similitudes con el sulpiride y la
    metoclopramida. Tiene un buen efecto antitremórico,
    antialucinatorio y evita la agitación; tiene un efecto
    ansiolítico discreto. No tiene efectos extrapiramidales;
    carece de poder
    anticonvulsivo.

    Su empleo en la desintoxicación es eficaz y sin
    riesgo. Si existen antecedentes o sospechas de crisis convulsivas
    es aconsejable balancear las dosis con clometiazol (Soler-Insa,
    1988).

    Su utilización en períodos de más
    de 6 meses ha generado una cierta vinculación no deseable.
    Como todo fármaco capaz de reducir la ingesta de bebidas
    alcohólicas durante determinados períodos de
    tiempo, podría desarrollar esta reducción de la
    dosis de etanol –dosificación de inducción
    farmacológica – preferentemente en un grupo de
    bebedores sintomáticos.

    Acción terapéutica.

    Antipsicótico. Neuroléptico
    atípico.

    Propiedades.

    Es un bloqueante dopaminérgico similar a la
    sulpirida que actúa sobre los receptores D2 de la
    vía mesolímbica y mesocortical sin afectar a los
    otros tipos de receptores dopaminérgicos
    (D1-D3-D4). Se administra por
    vía oral absorbiéndose en forma rápida y
    completa; sufre biotransformación metabólica y se
    elimina por vía renal (94,5%). Su vida media es de 3 horas
    cuando se administra por vía parenteral y de 4 horas
    cuando es por vía oral.

    Indicaciones.

    Estados de agitación psicomotriz y agresividad,
    especialmente en pacientes alcohólicos. Hipercinesia y
    movimientos anormales, coreicos, etc.

    Dosificación.

    Como terapia de ataque: 300-400mg diarios. Tratamiento
    de mantenimiento: 100-200mg diarios. El esquema posológico
    deberá adaptarse para cada paciente hasta lograr la dosis
    adecuada.

    Reacciones adversas.

    Se han señalado, como con otros fármacos
    similares, hipotensión ortostática, sequedad de
    boca, sedación o somnolencia, síndrome
    extrapiramidal, astenia, discinesias precoces o tardías,
    aumento de peso, síntomas hormonales por
    hiperprolactinemia, amenorrea, galactorrea,
    ginecomastia.

    Precauciones y advertencias.

    No se aconseja asociar con otros agentes
    neurodepresores, antidepresivos IMAO, alcohol, hipnóticos,
    tranquilizantes. Emplear con precaución en pacientes
    epilépticos, parkinsonianos, o aquellos que conduzcan
    maquinarias riesgosas o vehículos.

    Interacciones.

    Potencia los efectos depresores del SNC cuando se asocia
    a hipnóticos, sedantes, así como la respuesta
    antihipertensiva de drogas hipotensoras centrales.

    Contraindicaciones.

    Embarazo y lactancia.
    Hipersensibilidad al fármaco. Insuficiencia
    hepática severa.

    LAS BENZODIAZEPINAS

    No hay que olvidar que el control electrolítico y
    la hidratación es siempre imprescindible en cualquier
    proceso de tratamiento de desintoxicación hospitalaria o
    tratamiento del SA mayor y sus complicaciones.

    En todos los casos entre las primeras 24 y 48 horas de
    iniciación del tratamiento en la desintoxicación
    domiciliaria, en un programa de tratamiento ambulatorio o en el
    caso de desintoxicación hospitalaria o ingreso por un SA
    Mayor grave y agudo, la mejoría y remisión de las
    manifestaciones neuropsiquiátricas y somáticas
    hacen aconsejable la administración de
    interdictores.

    Los parámetros famacocinéticos de las
    benzodiazepinas son de semivida corta, media y larga

    Los de semivida
    corta:

    Midazolam

    Acción terapéutica.

    Hipnosedante.

    Propiedades.

    Derivado de la 1,4 benzodiazepina, de acción
    relativamente corta, depresora del SNC. Sus efectos dependen de
    la dosis administrada, de la vía de administración
    y de que se use simultáneamente con otros fármacos.
    Su acción está mediada por el neurotransmisor
    inhibitorio ácido gammaaminobutírico (GABA), con
    aumento de su actividad. El efecto hipnótico del midazolam
    parece estar relacionado con la acumulación del GABA y la
    ocupación del receptor de las benzodiazepinas. El
    midazolam tiene una afinidad relativamente alta (dos veces la del
    diazepam) por el receptor de benzodiazepinas. Se piensa que hay
    receptores diferentes para las benzodiazepinas y para el GABA
    acoplados a un canal ionóforo común; la
    ocupación de ambos receptores produce
    hiperpolarización de la membrana e inhibición
    neuronal. El midazolam interfiere la recaptación de GABA,
    por lo que produce acumulación de éste. La
    biodisponibilidad absoluta media después de la
    administración IM es mayor de 90%. Se distribuye en el
    organismo, incluso el LCR y el cerebro.Su
    unión a las proteínas es muy elevada (97%). Se
    metaboliza con rapidez a 1-hidroximetil midazolam y
    4'-hidroximidazolam, metabolitos que pueden tener cierta
    actividad farmacológica. La corta duración de
    acción se debe a su rápido metabolismo y velocidad de
    eliminación. Se excreta por vía renal.

    Indicaciones.

    Sedación prequirúrgica o previa a
    procedimientos diagnósticos cortos (broncoscopia,
    gastroscopia, cistoscopia, cateterismo cardíaco),
    coadyuvante de la anestesia general.

    Dosificación.

    Dosis adultos: sedación preoperatoria y amnesia:
    IM 70μg a 80μg/Kg 30 a 60 minutos
    antes de la cirugía; sedación
    consciente: 2mg a 2,5mg/Kg administrada en forma lenta en un
    período de 2 a 3 minutos, inmediatamente antes del
    estudio; pacientes de edad avanzada sin premedicación,
    enfermos crónicos o debilitados: IV 1mg a 1,5mg;
    coadyuvante de la anestesia: pacientes menores de 60 años
    y sin premedicación: IV 200μg a
    400μg/kg durante 5 a 30 segundos y dejar pasar 2 minutos para
    que haga efecto; pacientes con premedicaciσn: IV 150μg a
    250μg/kg durante 20 a 30 segundos. En pacientes mayores
    de 60 años reducir la
    dosificación.

    Reacciones adversas.

    Las nociones más frecuentes incluyen una
    disminución del volumen corriente
    o de la frecuencia respiratoria y apnea. Además, se pueden
    producir variaciones de la presión
    arterial y bradicardia. Pueden producirse alteraciones
    psicomotoras después de la sedación o anestesia con
    midazolam, las que pueden persistir durante períodos
    variables.
    Requieren atención médica: temblor muscular,
    movimientos incontrolados del cuerpo, excitación,
    irritabilidad, hipotensión, somnolencia prolongada,
    vómitos, alucinaciones, confusión.

    Precauciones y advertencias.

    No se recomienda para inducir anestesia previo a una
    cesárea, porque puede producir efectos secundarios
    depresores sobre el SNC del neonato. En pacientes
    geriátricos no premedicados la dosificación IV debe
    ser reducida 25% a 30%. Tener precaución al conducir o
    realizar tareas que requieran coordinación y
    atención. Evitar la ingestión de alcohol o el uso
    de otros depresores del SNC en el plazo de 24h después de
    recibir el midazolam.

    Interacciones.

    Los anestésicos de acción local por
    vía parenteral pueden dar lugar a efectos depresores
    aditivos. El uso simultáneo de medicamentos que producen
    depresión del SNC pueden incrementar la depresión
    respiratoria y los efectos hipotensores de éstos y del
    midazolam. Los inhibidores de la MAO, disulfiram e isoniazida,
    pueden disminuir el metabolismo y la eliminación del
    midazolam en el hígado. Se potencian los efectos
    hipotensores de los fármacos que producen
    hipotensión.

    Contraindicaciones.

    La relación riesgo-beneficio debe evaluarse en
    presencia de intoxicación etílica aguda, coma,
    shock, glaucoma de
    ángulo cerrado y agudo; insuficiencia
    cardíaca congestiva, insuficiencia
    renal crónica, disfunción hepática,
    miastenia gravis y en embarazo.

    Semivida
    media:

    Alprazolam

    Acción terapéutica.

    Ansiolítico.

    Propiedades.

    El alprazolam, al igual que otras benzodiazepinas, es un
    potenciador de las acciones del ácido
    gammaaminobutírico (GABA). La absorción oral es
    casi completa, el pico plasmático se ha observado entre la
    1ra. y la 2da. hora; la vida media plasmática de
    eliminación es de 12 a 15h. Las dosis repetidas pueden
    acumularse. El alprazolam se biotransforma en el hígado a
    metabolitos inactivos que se excretan en la orina.

    Indicaciones.

    Ansiedad moderada a grave. Ansiedad asociada con
    depresión.

    Dosificación.

    La dosis óptima debe individualizarse para cada
    paciente, usándose la menor dosis que controle los
    síntomas. Dosis en adultos: 0,25 a 0,5mg en 3 tomas
    diarias hasta un máximo de 3mg/día; en ancianos o
    pacientes desnutridos: 0,25mg en 2 o 3 tomas diarias. No debe ser
    usado en tratamientos prolongados de más de 4 semanas de
    duración, a no ser que exista una indicación
    médica precisa. Las dosis deben aumentarse y disminuirse
    en forma gradual. Para minimizar los riesgos de dependencia deben
    considerarse tratamientos intermitentes.

    Reacciones adversas.

    Somnolencia. Sedación. Visión borrosa.
    Inestabilidad. Ataxia. Disminución del estado de
    alerta y la performance. Confusión. Amnesia (en particular
    en gerontes). Reacciones paradójicas con agresividad y
    excitación. Hipotensión, trastornos
    gastrointestinales, rash cutáneo, retención
    urinaria, cefalea, vértigo, cambios en la libido,
    discrasias sanguíneas e ictericia. El síndrome de
    abstinencia y la dependencia se describen con dosis elevadas y
    durante tratamientos prolongados; la suspensión brusca
    luego de dosis elevadas puede producir confusión, psicosis
    tóxica y convulsiones. La suspensión brusca luego
    de un tratamiento con dosis terapéuticas y durante
    períodos cortos puede traer aparejados síntomas
    como insomnio, irritabilidad, diarrea y
    sudoración.

    Precauciones y advertencias.

    Insuficiencia pulmonar crónica e insuficiencia
    hepática y renal. Debe controlarse el tratamiento con
    alprazolam en pacientes psicóticos no indicándose
    como primera elección. Debe cuidarse el uso en pacientes
    con depresión severa o tendencia al suicidio.
    Embarazo, no debe usarse en el 1er. y 3er. trimestre.
    Lactancia.

    Interacciones.

    Potencia su efecto cuando es usado con otros depresores
    del SNC y alcohol.

    Contraindicaciones.

    Hipersensibilidad reconocida a las benzodiazepinas,
    insuficiencia pulmonar aguda, miastenia gravis.

    Clonazepam

    Acción terapéutica.

    Ansiolítico.

    Propiedades.

    Las benzodiazepinas actúan como depresores del
    SNC, produciendo todos sus niveles de depresión, desde una
    leve sedación hasta hipnosis, con dependencia de la dosis.
    Se piensa que estimula los receptores de GABA (ácido
    gammaaminobutírico) en el sistema reticular activador
    ascendente. Dado que el GABA es inhibidor, la estimulación
    de los receptores aumenta la inhibición y bloquea la
    excitación cortical y límbica después de
    estimular la formación reticular del tallo cerebral. Se
    absorbe en el tracto gastrointestinal. La eliminación del
    fármaco es lenta ya que los metabolitos activos pueden
    permanecer en la sangre varios
    días e incluso semanas, con efectos persistentes. El
    clonazepam es de vida media intermedia. Su unión a las
    proteínas es alta, se metaboliza en el hígado y se
    excreta por vía renal.

    Indicaciones.

    Tratamiento de crisis mioclónicas. Ausencias de
    tipo epiléptico refractarias a succinimidas o ácido
    valproico. Crisis convulsivas tonicoclónicas (generalmente
    asociado con otro anticonvulsivo). Tratamiento del pánico.

    Dosificación.

    Adultos: al inicio 0,5mg tres veces por día, y
    aumentar 0,5mg a 1mg cada 3 días hasta lograr el control
    de las crisis convulsivas; dosis máxima: 20mg al
    día. Dosis pediátricas: lactantes y niños
    menores de 10 años: 0,01mg a 0,03mg/kg/día
    fraccionados en 2 o 3 dosis.

    Reacciones adversas.

    Los pacientes geriátricos y debilitados,
    niños y pacientes con trastornos hepáticos son
    más sensibles a las benzodiazepinas en el SNC. Pueden
    aparecer mareos o sensación de mareos, somnolencia y
    raramente alteraciones del comportamiento, alucinaciones, rash
    cutáneo o prurito, cansancio y debilidad no habituales,
    trastornos de la micción.

    Precauciones y advertencias.

    Evitar el consumo de alcohol o de otros depresores del
    SNC durante el tratamiento. Tener precaución en los
    ancianos si se produce somnolencia, mareos, torpeza e
    inestabilidad. El clonazepam atraviesa la placenta, por lo que
    debe evitarse su uso durante el embarazo, sobre todo durante el
    primer trimestre. Por excretarse en la leche materna se debe
    evaluar la relación riesgo-beneficio antes de prescribirlo
    durante el período de lactancia, ya que puede provocar
    sedación en el recién nacido y posiblemente
    dificultades en la alimentación y
    pérdida de peso. En el tratamiento a largo plazo en
    niños debe evaluarse la relación riesgo-beneficio
    por los posibles efectos adversos sobre el desarrollo
    físico o mental, que pueden no evidenciarse hasta
    después de muchos años.

    Interacciones.

    De utilizarse junto con un analgésico
    opiáceo, reducir la dosificación de éste. El
    uso de antidepresivos tricíclicos puede disminuir el
    umbral convulsivo, por lo tanto deberán modificarse las
    dosis del clonazepam. La carbamazepina puede aumentar su
    metabolismo y disminuir por tanto su concentración
    sérica. La prescripción simultánea de
    haloperidol puede producir un cambio en el patrón o
    frecuencia de las convulsiones epileptiformes. Puede disminuir
    los efectos terapéuticos de la levodopa.

    Contraindicaciones.

    La relación riesgo-beneficio debe evaluarse en
    presencia de intoxicación alcohólica aguda,
    antecedentes de dependencia de drogas, glaucoma de ángulo
    cerrado, disfunción hepática o renal,
    depresión mental severa, hipoalbuminemia, miastenia
    gravis, psicosis, porfiria, enfermedad pulmonar obstructiva
    crónica severa.

    Flunitrazepam

    Acción terapéutica.

    Hipnótico.

    Propiedades.

    Es una benzodiazepina fluorada que desarrolla una
    rápida y efectiva acción hipnótica. Por
    vía oral su efecto comienza entre los 15 y los 30 minutos
    y la duración del sueño es de 6 a 8 horas. Su
    mecanismo de acción se debe a la facilitación y
    potenciación del efecto inhibitorio mediado por el
    ácido gammaaminobutírico (GABA), al fijarse en
    sitios específicos del SNC (receptor
    GABA-benzodiazepínico) con una afinidad que guarda
    estrecha relación con su potencia neurodepresora.
    Administrado por vía intravenosa se aprovechan sus
    cualidades como inductor de la anestesia. Posee una
    biodisponibilidad oral del 85% y su vida media es de 15 
    5 horas. Su metabolito activo es el
    desmetilflunitrazepam.

    Indicaciones.

    Hipnótico. Inducción de la
    anestesia.

    Dosificación.

    Como hipnótico: adultos, 1 a 2mg al acostarse,
    dosis máxima 6mg; ancianos 0,5 a 1mg, dosis máxima
    3mg. Como premedicación anestésica: 1 a 2mg
    vía IM. Como inductor de la anestesia: 1 a 2mg en
    inyección IV lenta (1mg cada 30 segundos). Para
    mantenimiento de la anestesia: inyección lenta de dosis
    adecuadas para mantener el efecto deseado. En niños la
    dosis recomendada para inducción y premedicación
    anestésica es de 0,015 a 0,030mg/kg.

    Reacciones adversas.

    Fatiga, hipotonía muscular y embotamiento
    (hangover) que pueden aparecer con dosis mayores de 4mg.
    Amnesia temporaria, amnesia anterógrada luego de la
    inyección. Reacciones paradójicas (raras):
    excitación aguda, alteración del sueño,
    ansiedad, alucinaciones. Por vía parenteral produce un
    leve descenso de la presión arterial.

    Precauciones y advertencias.

    Ingerir el fármaco al acostarse. Durante el
    tratamiento el paciente debe abstenerse de operar maquinaria
    pesada o conducir vehículos. Los pacientes
    geriátricos pueden responder de manera exacerbada o
    paradójica al flunitrazepam. Administrar con
    precaución a pacientes con insuficiencia hepática o
    renal y glaucoma. No consumir alcohol. El flunitrazepam puede
    intensificar la depresión respiratoria. Al no existir
    pruebas
    concluyentes se recomienda no usar en mujeres embarazadas a menos
    que el beneficio para la madre supere el riesgo potencial para el
    feto. El
    amamantamiento debe suspenderse.

    Interacciones.

    Con IMAO, fenotiazinas y otros psicotrópicos.
    Alcohol: sinergismo. Potencia el efecto de hipnoinductores,
    neurolépticos, tranquilizantes, antidepresivos,
    anestésicos y analgésicos. La cimetidina puede
    inhibir su metabolismo hepático y provocar un retraso en
    su eliminación. Las benzodiazepinas pueden disminuir los
    efectos terapéuticos de la levodopa y la rifampicina
    potenciar la eliminación de flunitrazepam.

    Contraindicaciones.

    Hipersensibilidad a las benzodiazepinas. Miastenia
    gravis, embarazo, glaucoma, insuficiencia respiratoria
    grave.

    Sobredosificación.

    No hay antídoto específico. Aparece
    somnolencia, obnubilación mental, coma, depresión
    respiratoria y de la actividad refleja. Tratamiento: asistencia
    respiratoria, tratamiento sintomático y
    rehidratación.

    Lorazepam

    Acción terapéutica.

    Benzodiazepina de acción sistémica.
    Ansiolítico. Sedante/hipnótico. Relajante del
    músculo esquelético.

    Propiedades.

    Actúa en general como depresor del SNC en todos
    sus niveles, con dependencia de la dosis. Si bien el mecanismo de
    acción exacto no se conoce, al parecer, después de
    interactuar con un receptor específico de la membrana
    neuronal potencia o facilita la acción inhibitoria del
    neurotransmisor ácido gamma-aminobutírico (GABA),
    mediador de la inhibición en el nivel presináptico
    y postsináptico en todas las regiones del SNC. Se absorbe
    bien en el tracto gastrointestinal y después de la
    administración por vía IM la absorción es
    rápida y completa. El lorazepam es de vida media corta a
    intermedia y el comienzo de la acción, luego de la
    administración oral, se evidencia entre 15 y 45 minutos Su
    unión a las proteínas es alta, se metaboliza en el
    hígado y se elimina por vía renal.

    Indicaciones.

    Trastornos por ansiedad. Ansiedad asociada con
    depresión mental. Síntomas de supresión
    alcohólica aguda. Insomnio por ansiedad o situaciones
    pasajeras de estrés.

    Dosificación.

    Adultos: ansiolítico: 1mg a 3mg dos o tres veces
    al día. Sedante hipnótico: 2mg a 4mg como dosis
    única al acostarse. En pacientes de edad avanzada: 1mg a
    2mg al día en dosis fraccionadas, con aumento de la
    dosificación según tolerancia y necesidades.
    Ampollas: vía IM: 0,05mg/kg hasta un máximo de 4mg.
    Vía IV: inicial: 0,044mg/kg o una dosis total de
    2mg.

    Reacciones adversas.

    Los pacientes geriátricos y debilitados; los
    niños y los pacientes con enfermedades hepáticas
    son más sensibles a los efectos de las benzodiazepinas en
    el SNC. La administración parenteral puede ocasionar
    apnea, hipotensión, bradicardia o paro
    cardíaco. Son de incidencia más frecuente: torpeza
    o inestabilidad, somnolencia, cansancio o debilidad no
    habituales. Rara vez se observa: confusión (por
    intolerancia), debilidad muscular, visión borrosa u otros
    trastornos de la visión, constipación,
    náuseas o vómitos. Son signos de sobredosis que
    requieren atención médica: confusión
    continua, somnolencia severa, agitación, bradicardia,
    tambaleos y debilidad severa.

    Precauciones y advertencias.

    Evitar el consumo de alcohol o de otros depresores del
    SNC durante el tratamiento. Tener precaución en los
    ancianos, sobre todo si se produce somnolencia, mareos, torpeza o
    inestabilidad. La administración IV muy rápida
    puede producir apnea, hipotensión, bradicardia o paro
    cardíaco. Debe evaluarse la relación
    riesgo-beneficio para su administración durante el
    embarazo, ya que atraviesa la placenta y puede originar
    depresión del SNC en el neonato. Debido a que se excreta
    en la leche materna, durante el período de lactancia puede
    producir sedación en el recién nacido, dificultades
    en la alimentación y pérdida de peso.

    Interacciones.

    El uso de antiácidos puede retrasar pero no
    disminuir la absorción; la administración previa de
    lorazepam puede disminuir la dosis necesaria de un derivado del
    fentanilo para inducir anestesia. El uso simultáneo con
    levodopa puede disminuir los efectos terapéuticos de esta
    droga. La escopolamina junto con lorazepam parenteral puede
    aumentar la incidencia de sedación, alucinación y
    comportamiento irracional.

    Contraindicaciones.

    Debe evaluarse la relación riesgo-beneficio en
    presencia de intoxicación alcohólica aguda, coma o
    shock, antecedentes de abuso o dependencia de drogas, glaucoma de
    ángulo cerrado, disfunción hepática o renal,
    hipoalbuminemia, depresión mental severa, miastenia
    gravis, porfiria, psicosis y enfermedad pulmonar obstructiva
    crónica severa.

    Oxazepam

    Acción terapéutica.

    Ansiolítico. Miorrelajante. Hipnótico.
    Anticonvulsivo.

    Propiedades.

    Es un derivado benzodiazepínico que actúa
    como un neurodepresor del SNC, con diferentes efectos
    terapéuticos según la dosis (sedación,
    letargia, hipnosis y coma). Actúa por un mecanismo de
    activación gabaérgica y facilita la acción
    inhibitoria del neurotransmisor ácido gamma
    aminobutírico (GABA), que es el mediador de la
    inhibición, tanto en el nivel presináptico como
    postsináptico, en todo el neuroeje. En el nivel molecular
    interactúa con un sitio específico localizado en el
    complejo molecular (receptor gabaérgico) y aumenta la
    frecuencia de apertura del canal del cloro en respuesta al GABA,
    a diferencia de los barbitúricos que prolongan el tiempo
    de apertura. Como otros benzodiazepínicos, tiene una
    acción relajante del músculo esquelético
    (miorrelajante) en pacientes hipertónicos,
    espásticos, discinésicos, que se desarrolla en
    varios niveles del SNC sin afectar la placa neuromuscular, como
    los curares. La acción miotonolítica tiene lugar al
    facilitar los fenómenos de inhibición
    presináptica, en la formación reticular activadora
    des-cendente y en los ganglios de la base.Se sabe que el
    área neuroanatómica más sensible al efecto
    de las benzodiazepinas es el sistema límbico y, dentro de
    él, el hipocampo y la amígdala, con
    depresión tanto de la actividad neuronal basal como de su
    capacidad de respuesta frente a la estimulación
    eléctrica. La actividad farmacológica se debe al
    incremento de la acción inhibitoria del GABA, directamente
    sobre el sistema límbico o bien en forma indirecta por
    inhibición de la acción de la vía
    serotoninérgica de los núcleos del rafe que se
    proyectan hacia la amígdala y el hipocampo. Se la
    considera una benzodiazepina clorada de acción intermedia
    junto al tenazepam, lorazepam, bromazepam y alprazolam. Luego de
    su administración por vía oral el oxazepam es
    rápida y completamente absorbido por la mucosa
    gastrointestinal, lo que le otorga una elevada biodisponibilidad
    plasmática (90-95%) y una concentración
    sérica máxima (Tmáx) a las 2h. Su
    ligadura con las proteínas plasmáticas es alta
    (85%) y su volumen de distribución 1 a 15 L/kg.Sufre
    biotransformación hepática
    (glucuronoconjugación) para finalmente eliminarse en gran
    proporción (90%) por vía renal. Su vida media
    plasmática es de 8 horas y su clearance plasmático
    de 113ml/minuto.

    Indicaciones.

    Trastornos por ansiedad. Ansiedad asociada con
    depresión mental. Síntomas de supresión
    alcohólica aguda. Insomnio por ansiedad o situaciones
    pasajeras de estrés.

    Dosificación.

    La dosis media aconsejada varía de 20 a 60mg
    diarios repartidos en 2 o 3 tomas. En pacientes de edad avanzada
    o debilitados la posología máxima es de
    30mg/día.

    Precauciones y advertencias.

    Evitar el consumo de alcohol o de otros depresores del
    SNC durante el tratamiento. Tener precaución en los
    ancianos, sobre todo si se produce somnolencia, mareos, torpeza o
    inestabilidad. La administración IV muy rápida
    puede producir apnea, hipotensión, bradicardia o paro
    cardíaco. Debe evaluarse la relación
    riesgo-beneficio para su administración durante el
    embarazo, ya que atraviesa la placenta y puede originar
    depresión del SNC en el neonato. Debido a que se excreta
    en la leche materna, durante el período de lactancia puede
    producir sedación en el recién nacido, dificultades
    en la alimentación y pérdida de peso.

    Interacciones.

    El uso de antiácidos puede retrasar pero no
    disminuir la absorción; la administración previa de
    oxazepam puede disminuir la dosis necesaria de un derivado del
    fentanilo para inducir anestesia. El uso simultáneo con
    levodopa puede disminuir los efectos terapéuticos de esta
    droga. La escopolamina junto con oxazepam parenteral puede
    aumentar la incidencia de sedación, alucinación y
    comportamiento irracional.

    Contraindicaciones.

    Debe evaluarse la relación riesgo-beneficio en
    presencia de intoxicación alcohólica aguda, coma o
    shock, antecedentes de abuso o dependencia de drogas, glaucoma de
    ángulo cerrado, disfunción hepática o renal,
    hipoalbuminemia, depresión mental severa, miastenia
    gravis, porfiria, psicosis y enfermedad pulmonar obstructiva
    crónica severa.

    Semivida
    larga:

    Clobazam

    Acción terapéutica.

    Tranquilizante. Ansiolítico.

    Propiedades.

    Es un nuevo derivado benzodiazepínico
    —benzodiazepinoxazol— con efecto ansiolítico,
    sedante, tranquilizante y neurodepresor central. Su mecanismo de
    acción es similar al resto de los derivados
    benzodiazepínicos, sobre el receptor específico de
    las membranas neuronales para potenciar la inhibición
    gabaérgica [facilita la actividad neurodepresora del
    neurotransmisor ácido gamma aminobutírico (GABA)].
    También disminuye la actividad de las vías
    noradrenérgicas, serotoninérgicas y
    colinérgicas, que se activan en situaciones de miedo,
    temor y ansiedad. Se administra por vía oral, tiene una
    lenta absorción digestiva y amplia biodisponibilidad.
    Sufre biotransformación hepática con
    hidroxilación y posterior desmetilación, sin
    generar fenómenos de inducción enzimática en
    el nivel microsómico sobre otras drogas. Este
    fenómeno se observa en su propio metabolismo, como lo
    demuestran sus menores niveles en terapias
    prolongadas.

    Indicaciones.

    Trastornos por ansiedad. Ansiedad asociada con
    depresión mental. Síntomas de supresión
    alcohólica aguda. Insomnio por ansiedad o situaciones
    pasajeras de estrés.

    Dosificación.

    Un total de 30mg por día, repartidos cada 8 horas
    (10mg, tres veces por día).

    Precauciones y advertencias.

    Evitar el consumo de alcohol o de otros depresores del
    SNC durante el tratamiento. Tener precaución en los
    ancianos, sobre todo si se produce somnolencia, mareos, torpeza o
    inestabilidad. La administración IV muy rápida
    puede producir apnea, hipotensión, bradicardia o paro
    cardíaco. Debe evaluarse la relación
    riesgo-beneficio para su administración durante el
    embarazo, ya que atraviesa la placenta y puede originar
    depresión del SNC en el neonato. Debido a que se excreta
    en la leche materna, durante el período de lactancia puede
    producir sedación en el recién nacido, dificultades
    en la alimentación y pérdida de peso.

    Interacciones.

    El uso de antiácidos puede retrasar pero no
    disminuir la absorción; la administración previa de
    clobazam puede disminuir la dosis necesaria de un derivado del
    fentanilo para inducir anestesia. El uso simultáneo con
    levodopa puede disminuir los efectos terapéuticos de esta
    droga. La escopolamina junto con lorazepam parenteral puede
    aumentar la incidencia de sedación, alucinación y
    comportamiento irracional.

    Contraindicaciones.

    Debe evaluarse la relación riesgo-beneficio en
    presencia de intoxicación alcohólica aguda, coma o
    shock, antecedentes de abuso o dependencia de drogas, glaucoma de
    ángulo cerrado, disfunción hepática o renal,
    hipoalbuminemia, depresión mental severa, miastenia
    gravis, porfiria, psicosis y enfermedad pulmonar obstructiva
    crónica severa.

    Clorazepato
    dipotásico

    Acción terapéutica.

    Ansiolítico, miorrelajante,
    anticonvulsivo.

    Propiedades.

    El clorazepato dipotásico pertenece a la familia de
    las benzodiazepinas. Actúa como depresor del SNC y puede
    producir desde una leve sedación hasta hipnosis o coma,
    según la dosis. Su mecanismo de acción, como el de
    las demás benzodiazepinas, es potenciar o facilitar la
    acción inhibidora del neurotransmisor ácido
    gammaaminobutírico (GABA), mediador de la
    inhibición tanto en el nivel presináptico como
    postsináptico en todas las regiones del SNC. Se absorbe
    bien en el tracto gastrointestinal. Su principal metabolito
    (activo), el nordiazepam, aparece rápidamente en
    circulación. Su vida media es extremadamente corta, de
    modo tal que la droga madre se vuelve difícilmente
    detectable, en tanto que la vida media del nordiazepam es de
    alrededor de 50 horas. Este metabolito se une a proteínas
    en un alto grado 97%-98%. Se ha demostrado que la
    administración por tiempo prolongado de dosis diarias de
    hasta 120mg carece de toxicidad.El nordiazepam sufre metabolismo
    ulterior y se elimina por vía renal, principalmente como
    oxazepam conjugado, aunque también se encuentran
    cantidades pequeñas de nordiazepam conjugado.

    Indicaciones.

    Ansiedad, disturbios emocionales, disturbios del
    comportamiento y de adaptación, trastornos
    psicosomáticos, insomnio y tensión provocados por
    la actividad diaria. Tratamiento de largo plazo de la ansiedad.
    Tratamiento coadyuvante de las convulsiones parciales. Alivio de
    los síntomas agudos del retiro del alcohol.

    Dosificación.

    Ansiedad: dosis inicial entre 15mg/día,
    vía oral, que pueden aumentarse a 60mg/día de ser
    necesario. Se administra en 2 o 3 tomas, pero también en
    una única dosis a la hora de acostarse. Coadyuvante del
    tratamiento antiepiléptico: 7,5mg dos veces al día
    (niños entre 9 y 12 años) o tres veces al
    día (mayores de 12 años); estas dosis pueden ser
    incrementadas en 7,5mg cada semana, sin exceder el límite
    de 60mg/día (9 a 12 años) o 90mg/día
    (mayores de 12 años). El retiro de la droga debe ser
    gradual.

    Reacciones adversas.

    Adormecimiento, somnolencia, ataxia, vértigo,
    hipotensión, trastornos gastrointestinales,
    retención urinaria, cambios en la libido, ictericia,
    discrasias sanguíneas. Reacciones paradójicas:
    excitación y agresividad (niños y ancianos). En
    pacientes geriátricos o debilitados así como en
    niños o individuos con enfermedades hepáticas,
    aumenta la sensibilidad a los efectos de las benzodiazepinas en
    el SNC.

    Precauciones y advertencias.

    El clorazepato dipotásico puede modificar la
    capacidad de reacción cuando se maneja maquinaria pesada
    vehículos y máquinas
    de precisión. Luego de la suspensión brusca pueden
    aparecer depresión, insomnio por efecto rebote,
    nerviosismo, salivación y diarrea. La dependencia
    psíquica y física puede presentarse cuando se usan
    dosis elevadas durante períodos prolongados. Se ha
    descripto síndrome de abstinencia (estados confusionales,
    manifestaciones psicóticas y convulsiones) luego de la
    suspensión de dosis elevadas y administradas por largo
    tiempo. No se recomienda su uso en el primer trimestre del
    embarazo y durante la lactancia. La seguridad y efectividad en
    niños menores de 9 años no ha sido
    establecida.

    Interacciones.

    Efecto aditivo con alcohol, neurolépticos,
    antidepresivos, hipnóticos, hipnoanalgésicos,
    anticonvulsivos y anestésicos. No debe consumirse alcohol
    durante el tratamiento con benzodiazepinas. El uso
    simultáneo de antiácidos puede retrasar pero no
    disminuir su absorción. Las benzodiazepinas pueden
    disminuir la eficacia de la levodopa.

    Contraindicaciones.

    Hipersensibilidad al clorazepato dipotásico;
    glaucoma de ángulo agudo.

    Clordiazepóxido

    Formula química: (7-cloro-2-metilamino-5
    fenil-3H-1,4-benzodiazepina-4-óxido )

    Acción terapéutica.

    Ansiolítico. Sedante hipnótico.

    Propiedades.

    Las benzodiazepinas actúan en general como
    depresores del SNC. Producen todos los niveles de
    depresión, desde una leve sedación hasta hipnosis,
    según la dosis. Se han propuesto varios mecanismos de
    acción para las benzodiazepinas; se piensa que
    después de interactuar con un receptor neuronal
    específico de membrana, potencian o facilitan la
    acción inhibitoria del neurotransmisor ácido
    gammaaminobutírico (GABA), mediador de la
    inhibición tanto en el nivel presináptico como
    postsináptico en todas las regiones del SNC. Se piensa que
    estimulan los receptores de GABA en el sistema reticular
    activador ascendente, con aumento de la inhibición y
    bloqueo de la excitación cortical y límbica
    después de estimular la formación reticular del
    tallo cerebral. Se absorbe bien en el tracto gastrointestinal.
    Después de la administración IM la absorción
    es lenta y errática, y su unión a las
    proteínas es muy alta. Se metaboliza en el hígado;
    su vida media es de 5 a 30 horas y sus metabolitos activos son
    demoxepam, desmetildiazepam, oxazepam y
    desmetilclordiazepóxido. Se excreta por vía renal.
    Es una benzodiazepina de vida media larga.

    Indicaciones.

    Tratamiento de la ansiedad en el corto plazo,
    síntomas de supresión alcohólica aguda
    (agitación, temblor, delirium tremens y alucinaciones) y
    como coadyuvante de la anestesia.

    Dosificación.

    Adultos: 5mg a 25mg 3 o 4 veces al día. Sedante
    hipnótico: deprivación alcohólica: 50mg a
    100mg repetidos según necesidades, hasta 300mg/día,
    reducir luego la dosis hasta niveles de mantenimiento. Pacientes
    debilitados: 5mg 2 a 4 veces por día; aumentar la dosis
    según necesidades y tolerancia. Dosis geriátricas:
    5mg 2 a 4 veces por día. Ampollas: IM o IV, 50mg a 100mg
    y, de ser necesario, 25mg a 50mg 3 o 4 veces al día.
    Preoperatorio: IM, 50mg a 100mg una hora antes de la
    cirugía. En pacientes debilitados la dosis debe reducirse
    a 25mg a 50mg/toma.

    Reacciones adversas.

    Signos de sobredosis que requieren atención
    médica: confusión continua, somnolencia severa,
    agitación, bradicardia, balbuceos, tambaleos y debilidad
    severa. Son de incidencia rara y menos frecuente:
    confusión, convulsiones, náuseas o vómitos,
    sudoración y temblores. Los síntomas de
    deprivación son más comunes en pacientes que han
    recibido dosis excesivas durante un período prolongado.
    Puede darse somnolencia, torpeza e inestabilidad.

    Precauciones y advertencias.

    Los pacientes de edad avanzada, debilitados o
    niños con disfunción renal o hepática deben
    recibir una dosis inicial reducida, ya que puede verse disminuida
    la eliminación de las benzodiazepinas. Después de
    la administración parenteral, debe mantenerse al paciente
    en observación durante un período de
    hasta 3 horas. Evitar el consumo de alcohol y de otros depresores
    del SNC. El clordiazepóxido atraviesa la placenta, por lo
    que debe evaluarse la relación riesgo-beneficio durante el
    embarazo y la lactancia, ya que puede provocar sedación en
    el recién nacido, dificultades en la alimentación y
    pérdida de peso. Los niños, sobre todo los
    más pequeños son más sensibles a los efectos
    sobre el SNC. En neonatos puede producirse depresión
    prolongada del SNC debido a la incapacidad para biotransformar
    las benzodiazepinas en metabolitos.

    Interacciones.

    Los medicamentos que producen depresión del SNC
    pueden aumentar ese efecto del clordiazepóxido. El uso de
    antiácidos puede retrasar, pero no disminuir, la
    absorción del clordiazepóxido. La cimetidina puede
    inhibir el metabolismo hepático y provocar un aumento en
    las concentraciones plasmáticas. La ketamina,
    especialmente en altas dosis o cuando se administra en forma
    rápida, puede aumentar el riesgo de hipotensión o
    depresión respiratoria. Puede disminuir el efecto
    terapéutico de la levodopa.

    Contraindicaciones.

    La relación riesgo-beneficio debe evaluarse en
    presencia de intoxicación alcohólica, coma o shock,
    antecedentes de abuso o dependencia de drogas, glaucoma de
    ángulo cerrado, disfunción hepática,
    hipercinesia, hipoalbuminemia, depresión mental severa,
    miastenia gravis, porfiria, psicosis disfunción
    renal.

    Diazepam

    Acción terapéutica.

    Ansiolítico, miorrelajante,
    anticonvulsivo.

    Propiedades.

    Las benzodiazepinas actúan en general como
    depresores del SNC, desde una leve sedación hasta hipnosis
    o coma lo que depende de la dosis. Se piensa que su mecanismo de
    acción es potenciar o facilitar la acción
    inhibitoria del neurotransmisor ácido gamma
    aminobutírico (GABA), mediador de la inhibición
    tanto en el nivel presináptico como postsináptico
    en todas las regiones del SNC. Se absorbe bien en el tracto
    gastrointestinal y cuando se inyecta en el músculo
    deltoides, en general la absorción es rápida y
    completa. El estado de
    equilibrio de
    la concentración plasmática se produce entre los 5
    días y 2 semanas después del comienzo del
    tratamiento. La eliminación es lenta ya que los
    metabolitos activos pueden permanecer en la sangre varios
    días o semanas produciendo posiblemente efectos
    persistentes. El comienzo de la acción se evidencia entre
    los 15 y 45 minutos después de su administración
    oral, por vía IM antes de los 20 minutos y por vía
    IV entre 1 y 3 minutos. Se elimina por vía
    renal.

    Indicaciones.

    Comprimidos: ansiedad, trastornos psicosomáticos,
    tortícolis, espasmos musculares. Ampollas: sedación
    previa a intervenciones (endoscopias, biopsias, fracturas);
    estados de agitación motora, delirium tremens,
    convulsiones.

    Dosificación.

    Las dosis óptimas deben ser evaluadas para cada
    paciente. Ansiedad: 5 a 30mg/día. Espasmos musculares: 5 a
    15mg/día. Convulsiones: 10 a 20mg. Niños:
    0,2mg/kg/día. Es conveniente que los tratamientos de la
    ansiedad o trastornos psicomotores no sobrepasen las 4 semanas.
    Si fuere necesario continuarlos más allá de estos
    plazos, la suspensión deberá ser gradual. Ancianos
    y pacientes desnutridos requieren dosis menores debido a
    variaciones en la sensibilidad y
    farmacocinética.

    Reacciones adversas.

    Sedación, somnolencia, ataxia, vértigo,
    hipotensión, trastornos gastrointestinales,
    retención urinaria, cambios en la libido, ictericia,
    discrasias sanguíneas. Reacciones paradójicas:
    excitación y agresividad (niños y ancianos). La
    administración parenteral puede producir
    hipotensión o debilidad muscular. En pacientes
    geriátricos o debilitados así como en niños
    o individuos con enfermedades hepáticas, aumenta la
    sensibilidad a los efectos de las benzodiazepinas en el
    SNC.

    Precauciones y advertencias.

    Las benzodiazepinas pueden modificar la capacidad de
    reacción cuando se manejan vehículos o
    máquinas de precisión. La dependencia es importante
    cuando se usan dosis elevadas durante períodos
    prolongados. Luego de la suspensión brusca pueden aparecer
    depresión, insomnio por efecto rebote, nerviosismo,
    salivación y diarrea. Se han descripto síndrome de
    abstinencia (estados confusionales, manifestaciones
    psicóticas y convulsiones) luego de la suspensión
    de dosis elevadas y administradas por largo tiempo. En embarazo,
    no se recomienda su uso en el primer y tercer trimestre. Durante
    la lactancia debe ser evitada, ya que el diazepam se excreta en
    la leche materna.

    Interacciones.

    Los efectos sedantes se intensifican cuando se asocian
    benzodiazepinas con alcohol, neurolépticos,
    antidepresivos, hipnóticos, hipnoanalgésicos,
    anticonvulsivos y anestésicos. No debe consumirse alcohol
    durante el tratamiento con benzodiazepinas. El uso
    simultáneo de antiácidos puede retrasar pero no
    disminuir su absorción. La cimetidina puede inhibir el
    metabolismo hepático del diazepam y provocar un retraso en
    su eliminación. Las benzodiazepinas pueden disminuir los
    efectos terapéuticos de la levodopa, y la rifampicina
    puede potenciar la eliminación de diazepam.

    Contraindicaciones.

    Miastenia gravis, glaucoma, insuficiencia pulmonar
    aguda, depresión respiratoria, insuficiencia
    hepática y renal. Deberá evaluarse la
    relación riesgo-beneficio en pacientes con antecedentes de
    crisis convulsivas, hipoalbuminemia, psicosis.

    ANTIPSICÓTICOS

    El uso de estos fármacos estaría indicado
    en pacientes con signos y síntomas psicóticos
    (alucinaciones, delirios, agitación psicomotora, etc.) por
    el uso y abuso de sustancias, pero su utilidad va mucho
    más allá, pues nos brindan un medio de
    contención y de control de los impulsos de consumo en
    algunos pacientes con tendencia compulsiva, sobre todo de los
    alcoholicos y de la cocaína y
    sus derivados (crack, bazooko, etc.). Además, podemos
    utilizar las propiedades sedativas de algunas fenotiacinas como
    la Tioridazina y la Levomepromazina en pacientes con trastornos
    del sueño en los que el uso de benzodiazepinas está
    contraindicado. En los alcohólicos y los dependientes a
    las benzodiazepinas, los antipsicóticos de segunda
    generación como la Risperidona y la Olanzapina se han
    convertido en una herramienta muy útil en el tratamiento
    de la dependencia; son bastante seguros, tienen
    menos efectos colaterales, no se ha demostrado que produzcan
    dependencia. El costo de estos
    medicamentos es su principal desventaja.

    Tioridazina

    Acción terapéutica.

    Ansiolítico, neuroléptico.

    Propiedades.

    En dosis elevadas posee una acción
    farmacológica básica similar a la de otras
    fenotiazinas, pero en el espectro clínico se observan
    diferencias significativas, con efectos extrapiramidales
    mínimos y acción antiemética débil.
    Se absorbe en forma rápida y completa. Su concentracion
    plasmática máxima se alcanza luego de 2 a 4 horas
    de su ingestión. Su fijación a las proteínas
    es de 95%. Se metaboliza en el hígado y algunos de sus
    metabolitos poseen propiedades farmacodinámicas similares
    a las de la droga base (fenotiazina). La vida media de
    eliminación plasmática es de alrededor de 10 horas.
    Atraviesa la placenta y pasa a la leche materna. En su forma de
    liberación lenta la absorción es
    prolongada.

    Indicaciones.

    Ansiedad, estados de tensión, agitación,
    trastornos emocionales y del sueño. Geriatría:
    estados confusionales, ansiosos, depresivos e insomnio.
    Pediatría: dificultades de concentración,
    trastornos de conducta como hiperactividad o agresividad.
    Pacientes psicóticos internados o ambulatorios.

    Dosificación.

    La dosis se deberá adecuar en forma individual a
    cada paciente de acuerdo con la naturaleza y severidad de los
    síntomas. Se recomienda que la dosis inicial sea inferior
    a la sugerida más abajo y aumentar en forma gradual hasta
    alcanzar el nivel eficaz. Las dosis diarias se dividirán
    en 2 a 4 tomas. Las gotas y suspensión se recomiendan para
    el tratamiento de niños y pacientes geriátricos.
    Terapéutica ansiolítica: adultos: 10 a
    75mg/día. Niños: 0,5 a 2mg/kg/día.
    Terapéutica neuroléptica: adultos: pacientes
    psicóticos internados 100 a 600mg/día, pacientes
    psicóticos ambulatorios 50 a 300mg/día;
    depresión y pacientes geriátricos: 25 a
    200mg/día. Trastornos mentales graves no psicóticos
    25 a 150mg/día. Dosis máxima diaria: 800mg.
    Niños: 1 a 4mg/kg/día.

    Reacciones adversas.

    Sedación, vértigo, hipotensión
    ortostática, sequedad de boca, trastornos de la
    acomodación visual. Galactorrea, irregularidades del
    ciclo
    menstrual, erupciones cutáneas, fotosensibilidad.
    Náuseas, constipación, ictericia. En casos
    aislados, con dosis elevadas de tioridazina se observó
    rigidez muscular y síntomas extrapiramidales, arritmias o
    paro cardíaco. En tratamientos a largo plazo, con dosis
    superiores a 800mg/día se describieron retinopatías
    pigmentarias.

    Precauciones y advertencias.

    En pacientes con glaucoma de ángulo cerrado,
    hipertrofia prostática o enfermedad cardiovascular severa.
    Se deben realizar recuentos leucocitarios en forma regular,
    durante el tratamiento por posible leucopenia o agranulocitosis,
    y control de la función hepática en enfermos con
    antecedentes. Durante el embarazo se prescribirá
    sólo en casos estrictamente indicados.

    Interacciones.

    Aumenta los efectos depresivos del alcohol sobre el SNC,
    de los depresores del SNC y antihistamínicos, los efectos
    antimuscarínicos de los anticolinérgicos y los
    inhibitorios de la quinidina sobre la contractilidad
    miocárdica. Disminuye los efectos antiparkinsonianos de la
    L-dopa y baja el umbral del ataque convulsivo en pacientes
    epilépticos. Reduce el efecto presor de los
    vasoconstrictores adrenérgicos. El uso junto con IMAO
    prolonga y aumenta el efecto sedante y antimuscarínico de
    las fenotiazinas. Las drogas antiácidas y antidiarreicas
    inhiben la absorción de las fenotiazinas. El uso junto con
    litio agrava síntomas extrapiramidales y la neurotoxicidad
    de los agentes neurolépticos.

    Contraindicaciones.

    Estados comatosos o depresión del SNC grave,
    hipersensibilidad a otras fenotiazinas y antecedentes de
    discrasias sanguíneas. Enfermedad cardiovascular severa.
    Lactancia.

    Levomepromazina

    Acción terapéutica.

    Neuroléptico. Antipsicótico.

    Propiedades.

    Es un antipsicótico que pertenece a las
    fenotiazinas alifáticas como la clorpromazina.
    Químicamente es la metotrimeprazina que se emplea
    solamente como isómero levógiro llamado
    levomepromazina. Como los otros neurolépticos su mecanismo
    de acción se realiza bloqueando los receptores
    postsinápticos dopaminérgicos mesolímbicos
    cerebrales. Posee una potencia farmacológica menor (1/3)
    que la clorpromazina, y como ella desarrolla efectos sedantes,
    potenciador de analgésicos (neuroleptoanalgesia). En
    cuadros psicóticos y en la esquizofrenia la
    levopromazina es activa en los casos agudos con excitación
    y agitación. Su administración por vía oral
    asegura una buena absorción y biodisponibilidad del
    fármaco. Sufre biotransformación metabólica
    hepática y se elimina especialmente por la orina y
    bilis.

    Indicaciones.

    Psicopatías agudas o crónicas.
    Esquizofrenias crónicas. Síndromes de
    excitación psicomotora. Psicosis,
    alucinaciones.

    Dosificación.

    En psicopatías leves o moderadas la dosis media
    aconsejada es de 6-12mg/día; en tanto que en pacientes
    graves con psicopatías rebeldes, refractarias,
    recidivantes que cursan con gran agitación y
    excitación se emplearán 50-150mg/día o
    más según el criterio del médico. En
    neuroleptoanalgesia asociado a otros fármacos
    (opiáceos, butirofenonas), se emplea por vía
    parenteral (IM) en dosis de 100 a 500mg/día.

    Efectos secundarios.

    Se han señalado sequedad de boca, astenia,
    somnolencia, agitación, insomnios, cefaleas, disquinesias
    precoces y tardías, fotosensibilidad, depresión del
    SNC, hiperprolactinemia, extrapiramidalismo, visión
    borrosa, mareos, congestión nasal, hipotensión
    arterial, ictericia obstructiva, disuria, amenorrea, galactorea.
    Existe intolerancia cruzada con los otros neurolépticos
    fenotiazínicos (clorpromazina).

    Precauciones y advertencias.

    En tratamientos prolongados deberán realizarse
    controles periódicos de la función medular,
    hepática, renal y oftálmica. En sujetos
    parkinsonianos, epilépticos, cardíacos, se
    deberá monitorear cuidadosamente el tratamiento. No se
    debe exponer a los pacientes a la radiación
    solar o ultravioleta. En casos de hipertemia es imperativo
    suspender el tratamiento para evaluar la posibilidad de que se
    trate del síndrome neuroléptico maligno. Su
    administración durante el embarazo y la lactancia
    deberá ser evaluado de acuerdo al cociente
    beneficio/riesgo.

    Interacciones.

    Anticolinérgicos y antihistamínicos
    H1 potencian sus efectos. Drogas mielodepresoras:
    provocan potenciación de la leucopenia y trombocitopenia.
    Anestésicos generales: los pacientes que recibieron el
    neuroléptico por períodos prolongados habitualmente
    requieren menores dosis del anestésico general. Aminas
    disputadoras: pueden reducir la eficacia del neuroléptico
    y éste a su vez el efecto estimulante de las anfetaminas.
    Pueden afectarse los efectos de los fármacos
    anticonvulsivantes (fenitoínas) al reducir el umbral para
    las crisis convulsivas. Las respuestas antiparkinsonianas de la
    levodopa pueden ser afectadas al bloquear los receptores
    cerebrales dopaminérgicos. También el empleo
    concomitante de antidepresivos tricíclicos, antitiroideos,
    betabloqueantes adrenérgicos, anticolinérgicos,
    alcohol, antiparkinsonianos, antihipertensivos, pueden generar
    interacciones medicamentosas.

    Contraindicaciones.

    Pacientes debilitados, caquecticos, añosos.
    Pacientes comatosos especialmente aquellos que reciban
    fármacos neurodepresores. Sujetos con antecedentes de
    medulodepresión, glaucoma, hipertrofia prostática,
    taquicardia. Enfermedad de Parkinson.
    Insuficiencia hepática, cardiopatía
    isquémica, patologías convulsivantes
    (epilepsia).

    Risperidona

    Acción terapéutica.

    Antipsicótico.

    Propiedades.

    Pertenece al grupo de los
    antipsicóticos-neurolépticos "atípicos" que
    tienen una eficacia clínica similar a los clásicos
    pero con un perfil de efectos adversos diferente a éstos,
    en especial en los síntomas extrapiramidales que se
    presentan con mucho menor frecuencia. El mecanismo de
    acción de la risperidona se desconoce, aunque se piensa
    que su actividad se debe a un bloqueo combinado de los receptores
    dopaminérgicos D2 y de los receptores
    serotoninérgicos S2 (antagonista
    dopaminérgico-serotoninérgico). Otros efectos de la
    risperidona se explicarían por el bloqueo de receptores
    alfa 2-adrenérgicos e histaminérgicos
    H1. La risperidona es bien absorbida por la mucosa
    gastrointestinal y extensamente metabolizada por el
    hígado.

    Indicaciones.

    Control de las manifestaciones de las afecciones
    psicóticas. Como coadyuvante en el tratamiento de cambios
    del comportamiento o trastornos afectivos en pacientes con
    deficiencia mental. Esquizofrenia aguda o
    crónica.

    Dosificación.

    El tratamiento se inicia en forma gradual con dosis
    moderadas que se aumentan progresivamente. El primer día
    se recomienda 1mg dos veces por día; 2mg dos veces por
    día el segundo día, y 3mg dos veces por día
    el tercer día. La actividad antipsicótica
    máxima se ha observado en un rango entre 4mg y
    6mg/día. Con dosis mayores de 6mg no hay beneficios
    clínicos adicionales pero sí aumenta el riesgo de
    reacciones adversas. Para pacientes con enfermedad
    hepática o renal, sujetos debilitados o ancianos se
    recomienda una dosis inicial de 0,5mg dos veces al día,
    con incrementos de 0,5mg dos veces al día en los
    días siguientes, hasta alcanzar la dosis óptima. En
    caso de cambiar de otro antipsicótico a risperidona, se
    recomienda la suspensión de la administración del
    anterior y el inicio inmediato del tratamiento con risperidona;
    los dos antipsicóticos no deben administrarse
    simultáneamente.

    Reacciones adversas.

    Asociadas con suspensión del tratamiento:
    síntomas extrapiramidales (2,1%), mareos, hiperquinesia,
    somnolencia, náuseas. Durante el tratamiento: insomnio
    (26%), agitación (22%), ansiedad (12%), somnolencia,
    agresión, síntomas extrapiramidales (17%), dolor de
    cabeza (14%), mareos, constipación, náuseas,
    dispepsia, vómitos, dolor abdominal, sialorrea, dolor
    dental, rinitis (10%), tos, sinusitis, dolor de espalda o pecho,
    fiebre, seborrea,
    visión anormal, artralgia, taquicardia, disminución
    del deseo sexual. La aparición de los efectos
    extrapiramidales se relaciona con la dosis de risperidona
    administrada.

    Precauciones y advertencias.

    El tratamiento con risperidona expone al paciente a
    riesgos serios. Como con otros neurolépticos, el paciente
    puede desarrollar un cuadro de discinecia tardía,
    potencialmente irreversible (mayor riesgo en los ancianos);
    síndrome neuroléptico maligno, potencialmente
    mortal, que se manifiesta con hiperpirexia, rigidez muscular,
    inestabilidad autonómica y estado mental alterado. En
    animales se ha observado un incremento del riesgo de
    aparición de tumores de la pituitaria, endocrinos y
    mamarios. La risperidona puede producir hipotensión
    ortostática. El paciente que recibe risperidona debiera
    abstenerse de operar maquinaria pesada y conducir
    automóviles. No consumir alcohol durante el tratamiento.
    No amamantar. No usar en mujeres embarazadas a menos que el
    beneficio para la madre supere el riesgo potencial para el
    feto.

    Interacciones.

    Alcohol y otras drogas que actúen sobre el SNC.
    La risperidona podría potenciar el efecto de los agentes
    hipotensores y antagonizar la levodopa y los agonistas
    dopaminérgicos. La carbamazepina puede incrementar el
    clearance de la risperidona. La clozapina puede disminuir el
    clearance de la risperidona. Las drogas que inhiban el citocromo
    P450IID6 y otras isoenzimas pueden interferir la
    biotransformación de la risperidona.

    Contraindicaciones.

    Hipersensibilidad a la droga.

    Sobredosificación.

    Se observa: anomalías
    electrocardiográficas, reacciones extrapiramidales
    severas, hipotensión, somnolencia y sedación.
    Tratamiento: lavado gástrico, asistencia respiratoria,
    administración de líquidos por vía
    parenteral, vasopresores, tratamiento anticolinérgico. No
    administrar adrenalina ni dopamina. El paciente debiera ser
    controlado hasta su recuperación.

    Olanzapina

    Acción terapéutica.

    Antipsicótico.

    Propiedades.

    Está indicada para el tratamiento de la
    esquizofrenia y el alivio de los síntomas afectivos,
    comúnmente asociados a esta patología, y trastornos
    relacionados. También se demostró que es efectiva
    para el mantenimiento de la mejoría clínica durante
    el tratamiento continuo en pacientes que han respondido al
    tratamiento inicial. La olanzapina posee un amplio perfil
    farmacológico, ya que actúa sobre varios tipos de
    receptores, dopaminérgicos, serotoninérgicos,
    adrenérgicos e histamínicos. Estudios realizados
    in vitro e in vivo han demostrado que posee mayor
    capacidad de unión a los receptores de la serotonina y
    además reduce selectivamente la descarga de las neuronas
    dopaminérgicas mesolímbicas, con menor efecto sobre
    las vías estriatales involucradas en la función
    motora. En dosis inferiores a las que producen catalepsia la
    olanzapina reduce la respuesta evasiva condicionada, lo que
    indica que su acción antipsicótica se
    acompaña con un mínimo de efectos colaterales
    motores.Luego de
    su administración oral la olanzapina es bien absorbida y
    alcanza su máxima concentración plasmática
    entre las 5 y las 8 horas. La absorción no es afectada por
    las comidas. La unión a proteínas
    plasmáticas es de casi 93%. Se metaboliza principalmente
    en el hígado, por conjugación y oxidación, y
    los metabolitos se eliminan por vía renal. Su
    farmacocinética no es afectada por la insuficiencia renal,
    pero sí se modifica en presencia de trastornos
    hepáticos.

    Indicaciones.

    Esquizofrenia y otras psicosis en las que los
    síntomas positivos (delirios, alucinaciones, pensamientos
    desordenados, hostilidad y recelo) o los negativos (afecto
    aplanado, refracción emocional y social, pobreza del
    lenguaje) son
    predominantes.

    Dosificación.

    Adultos mayores de 18 años: dosis inicial oral,
    10mg una vez al día. El rango posológico oscila
    entre 5 a 20mg por día.

    Reacciones adversas.

    Los efectos adversos observados son somnolencia, aumento
    de peso e hiperprolactinemia, con algunas manifestaciones
    clínicas como ginecomastia, galactorrea y agrandamiento
    mamario. Con menos frecuencia se registraron mareos, aumento del
    apetito, edema periférico, hipotensión
    ortostática, sequedad bucal, constipación, aumento
    transitorio de las transaminasas hepáticas y eosinofilia
    asintomática.

    Precauciones y advertencias.

    Durante el tratamiento con olanzapina se recomiendan
    controles periódicos de los niveles de transaminasas
    hepáticas, principalmente en aquellos pacientes con signos
    y síntomas de deterioro hepático, enfermedades
    preexistentes asociadas con reserva funcional hepática
    limitada y aquellos que reciban drogas potencialmente
    hepatotóxicas. En caso de un aumento de las enzimas,
    deberá considerarse una reducción de la dosis de
    olanzapina. Utilizar con precaución en pacientes con
    antecedentes de convulsiones o con enfermedades
    linfoproliferativas, recuento bajo de leucocitos o
    neutrófilos, antecedentes de depresión o toxicidad
    de la médula ósea inducida por la droga o por
    enfermedad concurrente. Administrar con precaución a
    pacientes con hipertrofia de próstata, íleo
    paralítico, glaucoma de ángulo estrecho o
    afecciones relacionadas, debido a la actividad
    anticolinérgica potencial de esta droga.Estudios en
    animales han indicado que la olanzapina no posee efectos
    carcinogénicos, teratogénicos ni
    mutagénicos. Sin embargo, debido a la limitada experiencia
    en seres humanos, se recomienda utilizarla durante el embarazo
    sólo cuando el beneficio para la madre justifique el
    riesgo potencial para el feto. Se aconseja evitar su uso durante
    la lactancia. Como puede aparecer somnolencia durante el
    tratamiento, se recomienda advertir a los pacientes sobre el
    manejo de maquinarias peligrosas o automóviles.

    Interacciones.

    La administración simultánea de alcohol o
    fármacos de acción central puede ocasionar un
    aumento de efectos farmacológicos como sedación.
    Debido a que la olanzapina actúa sobre los receptores
    dopaminérgicos, antagoniza los efectos de la levodopa u
    otros agonistas dopaminérgicos. La carbamazepina aumenta
    el metabolismo de olanzapina y por consiguiente disminuye su
    concentración en sangre.

    Contraindicaciones.

    Hipersensibilidad conocida a esta droga. La
    relación riesgo beneficio debe ser evaluada en las
    siguientes patologías: insuficiencia hepática,
    antecedentes de carcinoma mamario, epilepsia o antecedentes de
    convulsiones, glaucoma, principalmente de ángulo estrecho,
    retención urinaria, insuficiencia respiratoria y
    enfermedad de Parkinson.

    Sobredosificación.

    En función de que la experiencia en seres humanos
    es limitada, los síntomas de sobredosis pronosticados
    incluyen somnolencia, depresión respiratoria,
    visión borrosa, hipotensión y posibles trastornos
    extrapiramidales. El tratamiento a seguir consiste en mantener
    una adecuada ventilación y oxigenación, utilizar
    carbón activado o lavado gástrico. En caso de
    hipotensión y colapso circulatorio, utilizar
    líquidos intravenosos o agentes simpaticomiméticos
    como la noradrenalina. No administrar adrenalina, dopamina u
    otros simpaticomiméticos con actividad betabloqueante ya
    que puede empeorar la hipotensión producida por la
    olanzapina.

    INTERDICTORES (1)

    Disulfiram
    Cianamida

    FÁRMACOS QUE DISIMULEN EL DESEO Y LA
    COMPULSIÓN POR LA BEBIDA
    (1)

    Antagonistas
    opiáceos –Naltrexona
    Nalmefene

    INHIBIDORAS SELECTIVAS
    DE LA RECAPTACIÓN DE LA SEROTONINA (ISRS
    )

    (1)

    Fluoxetina
    SertralinaBuspirona

    LA
    BENZODIAZEPINAS
    (1)

    FÁRMACOS ASOCIADOS (1)

    Litio
    carbonato

    FÁRMACOS GABAÉRGICOS Y DE
    ACCIÓN SOBRE EL GLUTAMATO -NMDA

    (1)

    Acamprosato

    ANTIDEPRESIVOS TRICÍCLICOS Y
    TETRACÍCLICOS
    (1)

    Imipramina
    Desipramina

    ANTIPSICÓTICOS
    DE ALTA POTENCIA
    (1)

    Haloperidol
    Flufenazina

    VITAMINAS Y COFACTORES
    (1)

    Intestino delgado
    (Deficiencia de Vitaminas) –Shoshin-Beriberi
    Tiamina (Vitamina B1)Ácido FólicoVitamina B12

    Piridoxina (Vitamina
    B6)

    PROCESOS TERAPÉUTICOS DE
    URGENCIA
    (1)

    DEMENCIA ALCOHÓLICA (1)

    ALUCINACIÓN ALCOHÓLICA
    (1)

    INTOXICACIÓN ALCOHÓLICA
    INDIVIDUAL (INTOXICACIÓN PATOLÓGICA)
    (1)

    ABSTINENCIA ALCOHÓLICA
    (1)

    DELIRIUM POR ABSTINENCIA ALCOHÓLICA
    (DTS) (1)

    (1) Para ver el texto completo
    seleccione la opción "Descargar" del menú
    superior

    CONCLUSIONES

    La utilización de fármacos en el
    tratamiento de la enfermedad alcohólica, no sólo ya
    en el síndrome de abstinencia sino también a lo
    largo de toda la fase de deshabituación, tiene que ser
    extraordinariamente cuidadosa.

    El abordaje terapéutico deberá de
    efectuarse siempre desde una perspectiva biopsicosocial, y por
    tanto, integrando las intervenciones farmacológicas con
    las de tipo psicosocial.

    La dependencia alcohólica es una condición
    multifactorial en la que pueden concurrir elementos de diversa
    naturaleza, factores genéticos, psicológicos,
    sociales y ambientales que inclinan progresivamente al paciente
    al consumo del alcohol hasta instalarlo en el abuso, con su
    correspondiente traba de comorbilidades médicas y
    psiquiátricas. Paralelamente, los abordajes para su
    tratamiento pueden responder a objetivos tan distintos como:
    prevenir la aparición o progresión de las
    morbilidades asociadas, prevenir la marginalidad o
    propiciar la integración familiar, laboral y social del
    paciente.

    Se trata de un grave problema de salud
    pública que ejerce impactos notables, aunque
    difíciles de cuantificar, en los ámbitos familiar,
    laboral y social, así como en el consumo de recursos
    sanitarios.

    El consumo de alcohol, regularmente y durante
    períodos prolongados, desencadena mecanismos
    neuroadaptativos de reversión lenta y difícil que
    contribuyen a reforzar el consumo y cuyas bases
    bioquímicas, intensamente estudiadas en los últimos
    años, están alumbrando nuevos enfoques
    fisiopatológicos y terapéuticos del
    problema.

    En conjunto, los diferentes tratamientos de la
    dependencia alcohólica se vienen sustentando en la
    combinación de pautas farmacológicas, con programas
    de rehabilitación psicosocial.

    Los planteamientos farmacoterapéuticos se ajustan
    a alguno de los enfoques apuntados más arriba, en
    ocasiones combinando varios entre sí, y frecuentemente
    asociados a otros fármacos coadyuvantes para el
    tratamiento de síntomas o morbilidades
    concurrentes.

    Como conclusión tenemos que decir que el
    alcoholismo es una enfermedad tratable y que cuando mas temprano
    logremos incidir mejores resultados vamos a tener.

    Hay múltiples modelos de
    abordaje, no podemos concentrarnos en uno solo, tenemos que tener
    una unión de esfuerzos entre centros de salud,
    profesionales, gobiernos, conjuntamente con las ONGs y por
    supuesto el entorno familiar. Es necesario la evaluación
    de los resultados sobre todo el impacto en el tratamiento,
    debemos contar con estandares mínimos de funcionamiento en
    las organizaciones
    que tratan alcohólicos y se ha comprobado que el
    tratamiento disminuye los costos en los
    servicios de salud significativamente. Toda persona que tiene
    un problema de alcoholismo debe ser tratada, por mas costoso que
    pensemos que sea el tratamiento porque así se evitaran en
    el futuro graves costos sociales y económicos.

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    TESINA FINAL DEL MASTER EN DROGODEPENDENCIA

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    DICIEMBRE DE 2003

    ESQUEL – CHUBUT – ARGENTINA

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