El sistema de
encomienda como aparato de control de la
mano de obra indígena y de aculturación en el
espacio Hispanoamericano (Siglos XVI y XVII)
Indice
1. El
problema
2. La Encomienda
3. Encomienda y mano de
obra
4. Encomienda y tierras
5. Encomienda y
aculturación
6. Bibliografía
Cuando el sistema de
encomienda entró en funcionamiento, como la mejor manera
de relación dominadores-dominados con la sociedad
indígena, se impuso un sistema de dominio colonial
adecuado para la obtención de tributos y
servicios
personales por parte del encomendero.
La encomienda, como aparato organizador de la mano de obra
indígena, produjo cambios en la distribución de la población y además el requerimiento
de productos(en
casos desconocidos por los indígenas) para el
abastecimiento de la población.
Este sistema de encomienda trajo consigo la doble finalidad de
obtener riquezas e integrar al indígena a la cultura
española por medio de la evangelización y la
prédica de costumbres cristianas.
Los objetivos del
trabajo podrían, de manera general, resumirse en tres: en
primer lugar, analizar como influyeron las organizaciones
socioeconómicas españolas en la sociedad
indígena; en segundo lugar, analizar de qué manera
la cotidianeidad se vio alterada ante la inclusión y
producción de productos
europeos; y por último, ver las maneras en que la cultura
española efectivizó su dominio en el
aspecto religioso.
La encomienda consistía en la entrega de un grupo de
indígenas a un español
para su "protección, educación y
evangelización" a cambio de
cobrar(el encomendero) un tributo. El deber de los encomenderos
era entonces instruir al indígena en la fe católica
y hacerles hábitos de buenas costumbres:
[…]para que os sirváis dellos conforme a las ordenanzas
reales e con que dejéis, a los caciques, sus mujeres e
hijos e indios de su servicio, e
con que los dotrinéis e hagáis dotrinar en las
cosas de nuestra santa fe católica, como Su Majestad lo
tiene mandado[…]
En la segunda mitad del siglo XVI, las encomiendas fueron
limitadas legalmente a un tributo calculado mediante la
multiplicación del número de tributarios por la
cantidad que cada uno tenía que pagar. Hacia mediados del
siglo XVI, la emigración española hacia el nuevo
Mundo alcanzó niveles elevados y de manera acelerada
aparecieron pueblos de españoles, generando una demanda de
alimentos, en
particular aquellos productos que todavía los agricultores
indígenas no podían suministrar, como carne, trigo,
azúcar
y vino.
El hecho de que los indios tuvieran que pagar tributos fue
una de las primeras y más fundamentales convicciones
españolas en el mundo colonial. "En teoría,
los indios pagaban el tributo como obligación de
"vasallos" de la corona(este término fue usado en el
período colonial) a cambio de
beneficios, o supuestos beneficios, de la civilización
española. En la época anterior a la conquista,
muchos indios tenían que pagar tributo, hecho que
facilitó en teoría
y en la práctica la exacción tributaria"(GIBSON,
1990, pp. 171):
"Y porque es cosa justa y razonable que los dichos indios
naturales de la dicha tierra nos
sirvan y den tributo, en reconocimiento del señorío
y servicio que
como nuestros súbditos y vasallos nos deben, e somos
informados que ellos entre sí tenían costumbre de
dar a sus teúles y señores principales cierto
tributo ordinario, yo vos mando que luego que los dichos nuestros
oficiales llegaren, todos juntos, vos informéis del
tributo o servicio ordinario que daban a los dichos sus
teúles, e si halláredes que ansí que
pagaban el dicho tributo, habéis de tener forma y manera
juntamente con los dichos nuestros oficiales y asentar con los
dichos indios, que nos den y paguen en cada un año otro
tanto derecho u tributo, como daban y pagaban hasta agora a los
dichos teúles y señores, y si halláredes que no tenían
costumbre de pagar el dicho quinto y tributos, asentaréis
con ellos que nos den y paguen reconocimiento del vasallaje que
nos deben, como a sus soberanos y señores ordinariamente,
lo que vos pareciere que buenamente podrán cumplir y
pagar, y ansí mismo vos informéis, demás de
lo susodicho, en qué otras cosas podemos ser servidos y
tener renta en la dicha tierra,
así como salinas, mineros, pastos y otras cosas que
hobiere en la
tierra".
"De 1521 a 1542, los encomenderos dispusieron libremente de la
energía de los indios de encomienda. No se modificó
el sistema aborigen preexistente de reciprocidad para la producción de bienes y la
prestación de servicios.
Bajo el sistema de encomienda, el indígena conservó
sus vínculos con el pueblo y grupo al que
pertenecía, estableciendo con el encomendero una
relación temporal, que consistía en un trabajo
estacional y sin especialización, que debido a su carácter
político de súbditos no implicó
remuneración salarial alguna"(Florescano, 1990,
pp.101).
Si bien los españoles aceptaban que los
indígenas eran seres humanos, pensaban que, como los
niños,
no eran responsables de sus actos y, por tanto, debían ser
"encomendados" al cuidado de otros, lo que también
sirvió como justificación de este sometimiento. Por
lo tanto, la encomienda fue una institución que permite
consolidar el espacio que se conquistaba, puesto
que organizaba la mano de obra de las sociedades
existentes de manera tal que beneficiaran a la corona
española.
"Desde el principio, la corona consideró la parte laboral de la
encomienda como un expediente temporal e insatisfactoria,
pendiente del establecimiento de una mano de obra asalariada
libre; fue esta posición real la que tuvo como resultado
la supresión del control de los
encomenderos sobre la mano de obra indígena. Esto tuvo
lugar a mediados del siglo XVI en la parte central del virreinato
de Nueva España y
una generación después en los Andes
Centrales"(GIBSON, 1990, pp.174). Cabe destacar que como
institución legal, la encomienda no implicó
derechos sobre
las tierras de los indios. Durante la conquista, la
adquisición de tierra no fue el principal objetivo de
los españoles. Ante todo, los españoles quisieron
establecer en el Nuevo Mundo una sociedad organizada entorno a
núcleos urbanos, a semejanza de las existentes en España.
Estos pueblos disponían en sus alrededores de una
población indígena campesina, sujeta a un sistema
de dominio colonial indirecto, que proporcionaría el
abastecimiento de alimentos.
El trabajo en
la encomienda raramente difería de la esclavitud, y los
indios continuaban sobrecargados de trabajo e igualmente
maltratados que durante los primeros años de la conquista.
En contra de la ley, a veces, los
indios de encomienda eran vendidos o alquilados por sus
encomenderos; poco se hizo para asegurar la
cristianización de los trabajadores o para proporcionarles
el bienestar que requería la ley. En las
Indias Occidentales las encomiendas concluyeron al cabo de dos
generaciones, debido a la extinción de la población
aborigen.
Los tributos indígenas(que podían ser metales, o bien
alimentos como el maíz,
trigo, pescado o gallinas) eran recogidos por el cacique de la
comunidad
indígena, quien era el encargado de llevarlo al
encomendero. El encomendero estaba en contacto con la encomienda,
pero su lugar de residencia era la ciudad, bastión
neurálgico del sistema colonial español, y
era un vecino de ella que incluso podía ser que integrara
el Cabildo, institución que tenía control sobre el
ámbito urbano y rural. Citando la fuente vemos lo
señalado anteriormente:
"Gaspar de Solís, en nombre de Pedro Pizarro, vecino de la
ciudad de Arequipa, digo que mi parte tiene necesidad de un
traslado del título de encomienda, que el licenciado de la
Gasca hizo en el dicho Pedro Pizarro, que está en los
apeles del secretario pedro de Aveñedo, difunto"
"[…]pareció presente Pedro Pizarro, vecino desta ciudad,
y presentó la cédula de encomienda desta otra parte
escrita, e pedió e requirió, a Su Merced, la cumpla
y, en cumplimiento della, le dé la posesión de los
caciques a principales e indios en la dicha cédula
contenidos, e los pidió por testimonio"
"Pedro Pizarro, vecino desta ciudad de Arequipa, digo que, entre
los papeles de Gaspar Hernández, escribano público
del cabildo, que fue desta ciudad, están unos
títulos de una merced que el muy ilustre Cabildo, Justicia y
regimiento desta dicha ciudad me hizo, de veinte banegadas de
sembradura en Tacana, y conviene a mi derecho sacar un traslado,
dos o más, de la dicha merced[…]"
Más allá de ser el ámbito de control, la
encomienda no era el ámbito cotidiano del encomendero,
sino que por el contrario, este estaba ligado al seno de la
ciudad, e incluso era parte funcional de ella.
Desaparecida la idea de los tesoros escondidos, los
españoles pensaron en la posibilidad de organizar en el
Nuevo Mundo una sociedad como la europea, construida en América
sobre el trabajo
indígena. Es decir, que si bien los blancos vivían
separados de los aborígenes, a la vez los necesitaban como
mano de obra.
Al principio los colonizadores fueron atraídos hacia
las zonas densamente pobladas del México
Central y de los Andes Centrales, donde dieron más
importancia al botín, mano de obra y tributos que a
la tierra. Por
consecuencia fueron estas zonas las que sufrieron las conquistas
mayores y las que más pronto se vieron afectadas por las
encomiendas más prolongadas del continente.
La encomienda fue la institución inicial adecuada y, de
modo significativo, no comportaba la concesión de tierra,
sino la concesión de indios para tributos y trabajos, por
cascada se entregaba el usufructo de la tierra que esta mano de
obra encomendada habita:
"[…]encomiendo nuevamente en vos […] todos los indios
caciques prencipales, e indios a ellos subjetos, chácras y
estancias a ellos pertenecientes[…]
Según el sistema hereditario de la península
ibérica la propiedad de
la tierra suponía tradicionalmente beneficio
económico y posición social. Pero el traslado de
esta tradición al Nuevo Mundo fue retrasado por la
existencia de una amplia y densa población indígena
que ocupaba las tierras. Sólo con el descenso de este
sector de la población en el siglo XVI, habría una
gran cantidad de tierras disponibles. "A partir de la segunda
mitad del siglo XVI, el desinterés de los españoles
por la tierra y las actividades agrícolas cambió
repentinamente, y empezaron, cada vez más, a solicitar
nuevas mercedes de tierras"(Florescano, 1990, pp.97).
Comenzó a darse entonces una idea de tratar de tomar todas
las tierras aledañas a la encomienda y pedir título
de propiedad.
Vale recordar que la encomienda le era otorgada al encomendero
por la corona, pero las tierras aledañas a la encomienda
eran entregadas por el Cabildo de la ciudad. Esta
situación no sería otra cosa, con el correr del
tiempo, que el
puntapié inicial para lo que se denominaría en el
futuro la "hacienda":
"Pedro Pizarro, vecino desta ciudad, besa las manos a
Vuestras Mercedes y suplica a Vuestras Mercedes, le hagan merced
de le señalar y dar veinte banegas e sembradura abajo del
alijal de Tacana, que son tierras baldías y montuosas, que
se llaman Rolonia e Vitoria, para hacer, en las dichas tierras,
heredades, en lo cual rescibirá merced"
"[…]dicen que Vuestras Señorías pueden hacer
merced a Pedro Pizarro de una Chácra llamada Coyluna, que
es por encima
del ajial de Tacana, y, a lo que a mí me paresce, se le
sigue a los indios provecho, porque Pedro Pizarro sacará,
a su coste, las acequias, después se aprovecharán
ellos de las acequias, y a mi parescer, ha más de doce
años que no se siembran, y Vuestras Mercedes se las pueden
dar, las veinte banegadas de tierra[…]"
"[…]pareciendo parte del dicho Pedro Pizarro y con este
mandamiento fuerádes requerido, midáis la dicha
chácra al dicho
Pedro Pizarro, que tenga veinte banegas de a cuatro solares cada
banega, de los solares desta ciudad, y medida, le pornéis
mojones y límites, y
le daréis la posesión della, firme y bastantemente,
conforme a derecho, y, así, dada la posesión por
ante escribano que nombréis para
ello[…]dé[…]título de la merced[…]"
Esta idea de propiedad privada es también no sólo
dada por el establecimiento de los límites y
la mensura de la tierras entregadas en merced, sino que eran
mensuradas por un Juez del Cabildo especialmente asignado para
ello, y que además atestiguaba el título de
propiedad que se le estaba entregando , en este caso a Pedro
Pizarro:
"[…]por el dicho señor Juez visto mandamiento, estando
delante de la dicha chácra, comenzó a medir las
veinte banegas de tierra, de a cuatro solares, cada una banega,
de tierra, las cuales, el señor Juez empezó a medir
por orilla de una barranca y por cerca de una acequia grande que,
al presente, está cerrada[…] y sobre la barranca, puso
mojones[…]
Un creciente número de españoles
encomenderos, como también otros menos privilegiados, se
aprovecharon del mecanismo de la distribución de la tierra,
generándose a lo largo del tiempo una
diferenciación entre las tierras destinadas para pastar,
denominadas "estancias" y las dedicadas a los viñedos,
cultivo de granos y vegetales, denominadas "chacras".
Los indios producían artículos europeos para
poder vender a
cambio del metálico que necesitaban para pagar el tributo.
Indudablemente el cultivo o fabricación de productos
europeos constituía un paso en dirección a la hispanización de
dichos individuos. Los bienes eran
producidos o hechos exclusivamente por indios como
artículos tributarios, no había ninguna
intención de integrarlos en la vida
indígena.
El tributo se convirtió en uno de los principales
mecanismos de control ejercido por los encomenderos sobre los
indígenas, y sus recaudadores tributarios, que normalmente
eran indios, se hallaban entre los agentes de los encomenderos
más temidos. Al igual que en otros aspectos de la
encomienda, los excesos que se cometían en la
recaudación del tributo fueron posibles debido a la
dependencia de los encomenderos respecto de los jefes indios
locales. Durante el primer período, el tributo era
entregado al cacique, y bajo su dirección se extraía una parte del
mismo, para luego transferirla al encomendero. En la ausencia de
dicha cooperación de los caciques, los españoles no
tenían los medios
adecuados para exigir de los indios los pagos del tributo. por
otra parte, esta cooperación también
permitía a los caciques absorber gran parte de los
tributos indígenas para su propio enriquecimiento. La
cantidad tributada se componía normalmente de un pago en
dinero y de un
pago en especias, y los valores de
estas variaban considerablemente de un lugar a otro. El gobierno
español, con la siempre necesidad de encontrar fondos, a
fines del siglo XVI y durante el siglo XVII, impuso nuevos
impuestos a
los indios bajo títulos tan especiales como servicio y
ministros.
En pocas líneas podríamos decir que la
encomienda, vía de acceso a la propiedad de la tierra, es
una institución que permite controlar el espacio que se
conquista, ya que permite organizar las sociedades
existentes en beneficio de la corona española. El logro de
los españoles fue poder acomodar
las instituciones
peninsulares como la encomienda a un modelo de
poblamiento y a un sistema de extracción de tributos y de
trabajo preexistente.
El discurso de
dominación
La encomienda fue una institución de control, pero
además fue una institución de transición
entre un período de guerra y de
paz, entre el tiempo de tomar conciencia de
vencedores y vencidos. En el Traslado(30-10-1567)…Cabildo de
Arequipa), se reconoce que estas tierras pertenecieron al antiguo
Imperio de los Incas, pero que
pasaban a ser propiedad privada de Pedro Pizarro, marcando otra
manifestación por parte de los conquistadores de expresar
su dominación sobre los pueblos indígenas:
"[…]le hicimos merced[…] de veinte banegas de tierra[…]
que pareció ser y haber sido de los ingas, señores
deste reino, y se le mandó dar título y mandamiento
de posesión[…]
Con la interpelación entre el español y el
indígena se da un proceso de
aculturación continuo que modificó tanto las
organizaciones
indígenas locales como a los españoles. Esto se
advierte en la intención de la cultura peninsular de
lograr un traslado de costumbres y organizaciones de Europa hacia
Hispanoamérica, para establecer la Nueva Europa. El
sistema de "encomienda" parecía ser la fórmula
ideal para las relaciones hispanoamericanas; ahí los
encomenderos percibían tributos o servicios personales y a
cambio de ello, el encomendero debía ocuparse de la
instrucción y evangelización del indio
encomendado:
"[…]yo vos encargo y mando cuanto puedo que tengáis
especial y principal cuidado de la conversión y doctrina
de los teúles e indios de esas partes e provincias que son
debajo de vuestra gobernación, y que con todas vuestras
fuerzas, supuestos todos otros intereses y provechos,
trabajéis por vuestra parte cuanto en el mundo os fuere
posible, como los indios naturales de esa Nueva España
sean convertidos a nuestra Santa Fe Católica e
industriados en ella, para que vivan como cristianos y se
salven[…]"
El proceso de
aculturación se puso de manifiesto desde la figura del
español como dominador(pasando por los discursos
religiosos) hasta en el desarrollo de
la vida cotidiana de los grupos
indígenas. La aculturación no sólo se
dió por la presencia del español, sino que
también en los aspectos cotidianos nuevos a los que se
enfrentó el indígena, como la producción de
determinados cereales, como es el trigo, como el pago tributario,
etc…
Con referencia a la aculturación, este concepto pone el
acento en las transformaciones de las culturas receptoras cuando
hay un proceso de dominación, como en el caso de la
colonización. Se refiere a la deculturación o
pérdida de contenido de éstas culturas, que es un
aspecto de la aculturación. En el caso de América, encontramos una asimetría
total, con un claro desarrollo de
dominación, que es violenta, acelerada, e impuesta.
En relación al proceso de "evangelización"
llevado a cabo por los europeos, hay una clara
demostración de imposición, y no cabe dudas de que
el conquistador define al indígena con ciertos elementos
que son funcionales en su cultura y que, en última
instancia, benefician el logro de su objetivo: si
el dominado cree y tiene fe, es un "potencial creyente
católico", al cual se deberá guiar y encaminar en
la santa fe y las buenas costumbres. Dentro de cada
institución española instalada en América
había ciertos requisitos en cuanto a lo que a religión se
refiere:
"Que en las estancias o en otras partes donde los
españoles se sirvieren de los dichos indios, tengan una
parte señalada donde tengan una imagen de Nuestra
Señora, y cada día por la mañana antes que
salgan a hacer hacienda los lleven allí, y les digan las
cosas de nuestra santa fe, y les muestren la oración del
Pater Noster, e Ave maría, Credo, e Salve Regina, en
manera que se conozcan que reciben doctrina de nuestra fe, so
pena que por cada vez que no lo hiciere pague seis pesos de oro,
aplicados como dicho es".
Mas allá de la supuesta situación de
comprensión ideológica, hay un ataque al accionar
cotidiano del indígena y sus creencias. La no
aceptación de los hábitos indígenas en el
espectro espiritual dan cuenta del fuerte accionar
ideológico de las premisas del catolicismo.
El proceso de aculturación y la religión
católica
Es verdad que los misioneros actuaron a menudo como un freno para
la explotación abrumadora, constituyendo una alternativa a
los enfrentamientos armados y una posibilidad para el
indígena de compartir un dios que lo protegiese de los
estigmas de su origen y le brindaran un teórico derecho a
la igualdad, pero
como siempre, todas estas ventajas ofrecidas al indígena
fundamentaron un paternalismo que se aprovechó al
máximo por el misionero para generar dependencia, puesto
que en sus manos estaba convertir a aquél en un "ser
humano" y defenderlo de los excesos de la encomienda, las
"rancheadas"(saqueos militares) y el exterminio. O’Gorman
afirma: "España no conoció más discriminación racial que la consagrada en
un cuerpo de disposiciones paternales y protectoras del indio
contra la rapacidad y el mal ejemplo de los españoles, y
si esas medidas no dieron el fruto esperado, debe reconocerse el
propósito del intento que, a pesar de todo, no dejó
de cumplirse de cierta manera en el mestizaje"(1992, pp.154). Los
esfuerzos que se hicieron por "evangelizar" a los habitantes del
suelo
americano no alcanzaron, hubo mucha resistencia, por
parte de estos, en aceptar "verdaderamente"(si se permite la
expresión) esta nueva creencia. Amadeo Frezier
considera:
"La religión cristiana, que se les hizo abrazar,
todavía no ha arraigado bien en el corazón de
la mayoría de ellos, donde conservan una marcada
inclinación por su antigua idolatría; con
frecuencia se descubre que aún adoran a la divinidad de
sus mayores, es decir, el sol; sin
embargo, son naturalmente dóciles y capaces de aprender lo
bueno en cuanto a costumbres y religión, si tuviesen
buenos ejemplos ante sus ojos; pero como se los instruye mal y
como, por otra parte, ven generalmente que quienes les
enseñan desmienten con sus actos lo que dicen por la boca,
no saben qué deben creer. En efecto, cuando se les
prohíben las mujeres y ven que el cura tiene dos o tres,
deben sacar como consecuencia natural, o bien que éste no
cree lo que dice, o bien que transgredir la ley es un
pequeñísimo pecado".
Digamos entonces que, mas allá de los objetivos
redentores declarados, la consecuencia del desmantelamiento de
las culturas propias es la resignada sumisión del
indígena y su integración, siempre degradada, al modelo de
civilización occidental. Podríamos decir que
España bajó toda una cultura, una
cosmovisión que entró en guerra con las
culturas locales. No se detuvo, siguió su camino y no le
interesó integrar todas las culturas de ese Nuevo Mundo,
desconocido y profundo.
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Trabajo enviado por:
Lisandro D. Hormaeche
Profesor en Historia. Investigador del Instituto de Historia
Americana, Facultad de Ciencias
Humanas, Universidad
Nacional de La Pampa