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Las guerrillas Veracruzanas: su resistencia y represión




Enviado por vonramstein




    1.
    Introducción

    2. Las guerrillas Veracruzanas. Su
    resistencia y represión

    3. Conclusiones
    4. Bibliografía

    1.
    Introducción

    ¡Victis honor!
    Estas palabras indican que el enemigo, aunque vencido, tiene
    derecho al respeto de los
    vencedores. Es evocada principalmente por los vencidos de las
    contiendas bélicas. Encierra el concepto del
    honor que los vencedores tendrán que respetar. Pero no
    siempre ocurre esto en las guerras que la
    civilización ha experimentado a lo largo de la historia.
    El concepto de la guerra en la
    humanidad es siempre dramático. Sus motivos siempre son
    diversos pero alcanzan para atizar sentimientos a favor de cada
    uno de los involucrados. Para que se llegue a una mejor
    comprensión, siempre es necesario contar con un tipo de
    agresión física o
    ideológica para que el ofendido responda conforme a su
    derecho. La guerra tiene numerosas causas. Estas han argumentado
    la entrada en conflicto de
    uno y de otro bando. Sin embargo en algunos casos, los hechos han
    demostrado que las agresiones siempre son provocadas para
    encontrar el casus belli que rompiera las hostilidades. Este es
    el caso de la guerra entre México y
    los Estados
    Unidos.

    El paradigma
    histórico de México en el siglo XIX es, sin duda,
    la guerra contra Estados Unidos (1846-1848). En palabras de
    Gastón García Cantú :

    "La guerra que los Estados Unidos hicieran a la
    República Mexicana con propósitos de conquista fue,
    y es aun por sus consecuencias, el mayor de nuestros problemas
    nacionales."(1)

    Nada más que la verdad. Pero la guerra del 47
    encierra más que una dolorosa derrota. Fue el ocaso de la
    hegemonía de un país y el comienzo del magno
    desarrollo del
    otro. Ésta fue la gesta que decidió la
    supremacía en el área de América
    del Norte.
    La campaña de invasión de los estadounidenses
    contaba con un objetivo
    claro: adueñarse de territorios y extender sus fronteras y
    su influencia en su área geopolítica. Sin embargo no se tomaron en
    cuenta los factores sociales y culturales que atraería
    este tipo de conducta. Este
    trabajo es una muestra de ello.
    La invasión y la ocupación por parte del
    ejército norteamericano, mostró un lado terrible de
    atropellos cometidos por parte de las fuerzas regulares e
    irregulares. Esto, junto con la angustia de ver al país
    que se sumía en una serie de derrotas, motivó la
    resistencia del pueblo mexicano contra sus enemigos.

    Este trabajo pretende explicar los motivos y las
    acciones de
    una parte de la sociedad mexicana
    que se levantó contra los invasores del norte. Ya sea en
    guerrillas o de forma espontánea, el pueblo hizo su propia
    lucha, dejando constancia de su valentía y de su
    sacrificio.
    ¡Victis honor! Esta frase adquirió un sentido
    patriótico en esta guerra. Mezcla los sentimientos de
    impotencia, de una suerte insegura pero también de una
    resistencia contra aquellos que descendieron como un torrente a
    destruir el orgullo del mexicano y a ser blanco de su natural
    odio justificado.

    2. Las guerrillas
    Veracruzanas. Su resistencia y represión

    • Antecedentes

    Desde que comenzó la guerra entre México y
    los Estados Unidos, los habitantes de los territorios invadidos
    siempre buscaron aglutinarse en una autodefensa de sus vidas y
    propiedades. Esta modalidad fue derivando paulatinamente en un
    hostigamiento directo al ejército
    norteamericano.

    Primero fue en el norte del país donde los
    habitantes sintieron en carne propia las arbitrariedades de los
    extranjeros. Es por ello que se crearon pequeños
    núcleos hostiles que combatieron al invasor en el campo y
    en las sierras, eso sin contar las principales ciudades como
    Monterrey, Saltillo y Matamoros en el este y San Francisco, Los
    Ángeles y Santa Fe en el oeste, donde también los
    habitantes participaron en sus respectivas defensas. El modus
    operandi de estos grupos fue, en un
    principio, la destrucción de las cosechas y la
    negación de provisiones y ayuda a los norteamericanos.
    Esto trajo muchos problemas a las tropas del Gral. Zachary
    Taylor,
    comandante del Ejército invasor que tuvo que tomar medidas
    de represión en los territorios ocupados.

    Sin embargo, en la fase inicial de la guerra, los
    habitantes de las ciudades y de las rancherías afectadas
    no tuvieron una organización seria ni tácticas de
    hostilidad, aunque esto no signifique que no tuvieran el
    afán de hacerlo. Una explicación directa, seria la
    opinión de los mexicanos y su postura ante la guerra,
    antes de que esta iniciara. Veamos esto más a
    fondo.

    La opinión
    pública mexicana estaba convencida de la potencia y
    alcance del ejército nacional. Es lógico. El
    ejército del México independiente siempre fue de
    los protagonistas en los acontecimientos anteriores a la
    invasión. Primero, su condición de fuerza siempre
    fue aprovechada por sus comandantes, que al parecer,
    habían replegado la vida política nacional a
    los cuarteles. Para eso servia el ejército. Pero
    había episodios que mostraban una faceta diferente del
    ejército que lo encumbraba a los ojos del pueblo; por
    ejemplo la defensa contra la expedición española de
    Isidro Barradas en 1829 o la campaña en Texas en 1836.
    Este ultimo caso, donde el ejército tuvo un dominio parcial
    de la guerra y que a final de cuentas fue
    humillantemente derrotado, fue tomado por la opinión
    pública como un simple tropiezo y que los texanos
    habían tranzado su victoria.

    La confianza en el ejército era grande.
    Así lo refleja una editorial del periódico
    La voz del Pueblo, publicada en las fechas de la
    declaración de guerra a México y dice
    así:

    "Nuestros soldados han nacido bajo las cureñas de
    nuestros cañones, se han mecido al estallido de la
    artillería; su educación, su
    alimento, su vivir ha sido la guerra. ¿Cómo
    podrán resistirlos los que no han oído
    silbar una bala, los que han pasado su vida en el ocio de la
    paz?" (2)

    Esta es solo una muestra de lo que se pensaba del
    ejército antes del rompimiento de las hostilidades. Las
    primeras batallas libradas vinieron a demostrar lo contrario y
    rápidamente desengañaron a los
    mexicanos.

    • La apertura del segundo frente

    El plan
    norteamericano para la invasión del país por el
    norte estaba encontrando obstáculos financieros y
    logísticos. Es por eso que el Departamento de Guerra
    estadounidense adoptó el plan del Gral. Winfield Scott
    para abrir un segundo frente de invasión. Este
    consistía en un ataque al puerto de Veracruz y posterior
    desembarco; ya en tierra, el
    ejército invasor se abriría paso hacia la capital,
    siguiendo la ruta de Cortés.

    Así que el 9 de marzo de 1847 marco el inicio de
    la invasión a Veracruz. Esta invasión empezó
    de una manera muy indigna por parte de las fuerzas
    norteamericanas con un sitio de 6 días a la ciudad de
    Veracruz, que prácticamente la dejaron en ruinas, al ver
    el empeño de su defensa. Este bombardeo fue de los
    más terribles en su época. De Veracruz, Scott
    pasó a librar escaramuzas en Puente Nacional y a presentar
    batalla en Cerro Gordo. Victorioso entro en Jalapa el 10 de mayo
    y en enseguida cundió la fama de sus soldados. Aunque,
    como buen militar de carrera, despreciaba a las tropas de
    voluntarios y milicias, sabía que le eran necesarias en un
    territorio como este. Scott sabía que eran indisciplinadas
    pero con una gran valía en combate.

    Pero, para sorpresa de el y de los habitantes de la
    ciudad, fueron las tropas regulares del ejercito quienes
    cometieron la mayoría de los desmanes contra la población civil. Así que se aplico
    la ley marcial para
    los soldados y también para la población que fue
    castigada por la dureza de las autoridades militares. Lo dice
    así Scott en una proclama fechada en los primeros
    días de la ocupación de Jalapa, dirigida a los
    habitantes:

    "Mis ordenes, sabidas de todos, son terminantes y
    rigurosas. En virtud de ellas han sido castigados algunos
    americanos con multa impuesta a beneficio de los mexicanos y con
    prisión; y ha sido ahorcado uno por rapto. ¿No es
    esta una prueba de buena fe y severa disciplina?
    Pues se darán otras siempre que se descubra que ha sido
    perjudicado algún mexicano. Por otra parte, los perjuicios
    que hicieren los individuos o partidarios de México que no
    pertenezcan a las fuerzas publicas, a los individuos, partidas
    sueltas, trenes de carros, tiros de caballos o mulas de carga, o
    cualquiera persona (sic) o
    propiedad de
    este ejercito, en contravención a las leyes de la
    guerra, serán castigados con rigor, y si los culpables
    mismos no fueren entregados por las autoridades mexicanas,
    recaerá el escarmiento en ciudades, villas y vecindarios
    enteros"(3)

    En las acciones que se ejecutaron hacia la
    población civil, figuran la orden de entregar todos los
    fusiles que se encontraran en las moradas y la responsabilidad directa de los alcaldes
    municipales por los robos cometidos a los invasores.
    La ruta de Veracruz hacia el Valle de México era de vital
    importancia para los invasores. Sobre esta tendieron su
    línea de abastecimiento y logística. Cuando atracaban en el puerto
    municiones, ganado, provisiones y efectos para los soldados
    americanos, se formaba un convoy que tenía que contactar
    al grueso del ejército en su avanzada.
    Pero estos convoyes no estaban desprotegidos. Se formaba una
    escolta que, inicialmente, no llegaba a más de 300
    efectivos. Más tarde se vera que este numero se incremento
    a un mínimo de 500 por las actividades de los grupos
    armados

    • Se organizan las guerrillas

    Haciendo una revisión de los estados que
    organizaron fuerzas civiles, Veracruz fue el que verdaderamente
    organizó pequeños grupos de guerrillas. Su
    gobernador, Juan Soto, pudo controlar, hasta cierto punto, estos
    grupos; ya que los principales como los de Clímaco
    Rebolledo, Domeco de Jarauta, Carreón, Mata y Aburto, (que
    más adelante se analizaran), acataron las órdenes
    del citado gobernador.

    A diferencia de algunos alcaldes de las ciudades y
    villas ocupadas, el gobernador Soto, con el consejo se gobierno, se
    trasladó de Jalapa a Huatusco, yendo después a
    Misantla. Reunió allí una corta fuerza con la cual,
    y con ayuda de un pequeño grupo de
    patriotas, hostilizó a algunos convoyes procedentes de
    Veracruz y se dirigió después a la costa de
    Sotavento, vagando por los pueblos no ocupados del enemigo.
    (4)

    La legislatura se reunió en Huatusco de Julio a
    Septiembre de 1847 y dictó algunas medidas para la
    organización de la guardia nacional, la
    requisición de armas por medio
    de juntas de armamento y defensa que debían instalarse en
    todas las cabeceras de departamento. Además se giró
    un oficio a los estados vecinos para que enviaran efectivos al
    estado de
    Veracruz, ya que ahí se podía contar con mayor
    éxito,
    según las autoridades locales. Pero estas medidas, al
    parecer no dieron el resultado esperado por la falta de recursos y el
    cansancio y apatía que la guerra estaba sembrando en los
    pobladores.
    Leopoldo Martines Caraza, en su libro,
    "Historia de la invasión norteamericana", cita al Dr.
    Manuel Trens en su obra "Historia de Veracruz", que las
    guerrillas consistían en:
    "…una agrupación de hombres resueltos, conjunto de
    abigarrado de aventureros valientes, civiles y rancheros
    (zambos), en su mayor parte, aunque también cantaban con
    hombres pertenecientes a todas las clases
    sociales, humanitarios unos, crueles otros,
    eclesiásticos en algunos casos, seglares los más,
    intrépidos casi todos, arrojados en su mayoría que
    obraban en partidas sueltas, sin dependencia del gobierno, las
    más de las veces y sin obligaciones
    entre sí."(5)

    • Los principales grupos de resistencia
      armada

    La primera guerrilla organizada, según los
    registros del
    estado, fue la del Tte. Cor. Juan Clímaco Rebolledo. Este
    personaje era originario de Coatepec. Oficial del ejercito
    mexicano en la defensa de Veracruz y al ver el avance del
    enemigo, empezó a formar un grupo de gente dispuesta a
    participar en la lucha, tal vez con más ambición
    por el botín capturado que por patriotismo. Sin embargo la
    formula fue efectiva.

    Su principal línea de acción era la ruta
    de Perote a Veracruz. Su fuerza inicial mediaba entre 60 hombres
    de infantería y 30 de caballería. A principios de
    mayo capturo al enemigo dos atajos de mulas. Sus acciones
    rápidas y bien ejecutadas le valieron el nombramiento, a
    cargo del gobernador Soto, de jefe de guerrilla para el centro
    del estado, teniendo bajo su mando a la mayoría de los
    grupos guerrilleros.

    Sin embrago, en un principio, los demás jefes de
    las partidas guerrilleras, se negaron a acatar las ordenes de
    Rebolledo, lo que significó que los ataques no se llevaran
    de manera correcta y había veces que los mismos pobladores
    sufrieron estas consecuencias.

    Los principales jefes de guerrillas eran Cor. Mariano
    Cenobio, que operaba en la costa; Pbro. Celedonio Domeco de
    Jarauta y Pbro. José Antonio Martines, en la región
    de Sotavento; Juan Aburto, Leonardo Licona, Jacinto Robleda,
    José María Rodríguez, Vicente Quirasco entre
    otros, en el camino de Veracruz a Puebla.
    Cabe señalar que el comandante militar de la zona,
    Tomás Marín, se limitó a observar el
    movimiento de
    las guerrillas por falta de efectivos regulares para auxiliar en
    las acciones. Después se vio en la necesidad de hacer
    también guerra de guerrillas.
    Pero no todos los grupos armados tenían fines
    patrióticos. Hubo también partidas de bandoleros
    que, bajo la bandera de guerrilleros, ataban por igual a
    mexicanos como a norteamericanos. Casos citados son los de la
    banda de Guillermo Gavilán y Francisco Casas, este ultimo,
    muerto por su propia banda cansada de sus arbitrariedades.
    El gobierno del estado dictaminó que hubiera dos zonas de
    mando de las guerrillas: el centro, mandado por Rebolledo y
    Francisco de Garay en el norte, quien además montó
    una línea de observación y defensa en Huejutla, Ozuluama
    y el lindero sur del Pánuco.

    • Modo de operaciones

    Al contrario de lo que se piensa, las guerrillas solo
    actuaron coordinadamente en ocasiones muy esporádicas. La
    mayoría de los enfrentamientos se dieron de forma muy
    particular. No es extraño pensar que entre los mismos
    grupos hubiera roces muy graves.
    La mayoría de los guerrilleros eran fuerzas de
    caballería. Como era gente acostumbrada a las faenas de la
    región, algunos eran diestros con la reata y con la
    lanza.
    Roa Barcenas cita a Wally Thompson en su obra "Recollections of
    México"
    "Creo que los hombres mexicanos no tienen mucha mas fuerza que
    nuestras mujeres. Son, por lo común, de diminuta estatura,
    y enteramente carecen del hábito del trabajo ó de
    un ejercicio físico cualquiera. ¡Que terrible
    desigualdad debe haber entre un cuerpo de caballería
    americana é igual numero de mexicanos!"(6)
    Esta es una declaración demasiado presuntuosa, viniendo de
    un yanqui. Sin embargo, un oficial extranjero, observador del
    conflicto, el barón de Grone, de origen alemán,
    dicta una carta en
    noviembre 1847 que entre otras cosas dice:
    "Los ejercicios americanos son, en su mayor parte, los de los
    franceses…La caballería tiene buenos caballos, pero
    monta mal, y tampoco es diestra en el arma blanca."(7)
    Las guerrillas estaban ubicadas a la hora de atacar. Como en los
    casos de esta misma actividad rebelde en todo el mundo,
    aprovechaban la configuración del terreno para atacar. Por
    ejemplo, la ruta de Veracruz hacia Puebla, tiene que pasar sobre
    elevaciones y sierras, pero también tiene planicies. Las
    más rudimentarias reglas de guerra, dictan que es
    imposible batir a un enemigo superior en número en terreno
    abierto. Las guerrillas hostilizaban a los convoyes con
    infantería en su paso por la sierra y con
    caballería volante en terreno plano.

    Cuando las guerrillas atacaban en forma coordinada, los
    convoyes sufrían terribles bajas y pérdidas de
    material.
    Cito un ejemplo que Martines Caraza pone en su obra.
    Un convoy sale de Veracruz. A partir de Santa Fe en trayecto
    hasta Loma Alta, fue hostilizado por la guerrilla de Manuel
    García. Luego, entre Tolomé y Paso de Ovejas fue
    atacado por el grupo de Juan Aburto, por si fuera poco,
    García se dio el lujo de enviarle refuerzos en esta
    acción. En su paso por la cuesta de la Calera, fue atacado
    por José Juan Martines.
    Posteriormente, desde lo alto de Plan del Río, fue atacado
    por el Cap. José María Rodríguez y entre
    Cerro Gordo y Las Ánimas por el Cap. José Llorca.
    Esta serie de ataques, que no dejaron a los americanos ni un
    respiro, fue coordinada por el Cor. Rebolledo desde la sierra de
    Perote.(8)
    Las acciones rebeldes fueron, en algunos casos, obedientes de las
    llamadas reglas de guerrillas. Tal es el caso de Celedonio Domeco
    de Jarauta.
    Este personaje nació en Zaragoza, España,
    combatió en las guerras carlistas. Se ordenó
    sacerdote y embarcó para México. En 1844 se
    seculariza y obtiene una parroquia en Puebla. Ahí se
    identifica plenamente con las clases pobres mexicanas y sufre
    como todos por la invasión. A principios de 1847, es
    nombrado capellán del 2° regimiento de
    Infantería, estacionado en el límite de Puebla y
    Veracruz. Tiempo
    después, durante el bombardeo de la ciudad y del puerto de
    Veracruz, sirvió en el hospital de sangre local.
    Cuando los norteamericanos empezaron a avanzar hacia el interior
    del país, organizo su guerrilla, con la que
    combatió entre Perote y Puente Nacional, en aquellas
    fechas llamado Puente del Rey. Después se dirigió a
    la zona sotaventito, donde entró en conflicto con los
    hacendados y rancheros de esta prospera zona. A ellos les
    interesaban los tratos con los americanos para venderles
    mercancías y ganado, además de no ser molestados en
    sus propiedades.

    Más tarde liberó a los presos del penal de
    Cosamaloapan, a quienes obligo, a punta de fusil, a unirse a la
    guerrilla. Fue un celoso guardián de la disciplina de sus
    tropas, incluso llegando a fusilar a los desertores y a los que
    comerciaban con los invasores. Sin embargo también
    tenía una faceta cruel, ya que llegó a usar el
    secuestro, el
    chantaje y las amenazas para obtener víveres para su
    grupo.
    Rebolledo nunca se quejo de Jarauta, al contrario, lo recomendaba
    por cumplir con el gobierno del estado, ya que repartía el
    botín entre su gente y los pobladores y el resto lo
    remitía al gobierno.
    En resumen las guerrillas utilizaban el factor sorpresa,
    así como las informaciones capturadas a los correos
    enemigos para diezmar los convoyes norteamericanos.

    • Contraguerrilla y represión

    Los norteamericanos no se iban a quedar estáticos
    ante estas actividades. Ya habían aplacado a las
    guerrillas del norte del país, así que
    mostrarían la misma efectividad. O al menos eso pensaba el
    Alto Mando Norteamericano.

    Lo primero que hicieron fue traer al 2° regimiento
    de Dragones del Cor. Winkoop, quien había acabado
    prácticamente con las guerrillas tamaulipecas. Bajo su
    mando se encontraba el Cap. Samuel Hamilton Walker. Este oficial
    era el jefe de acción del regimiento, pero para organizar
    la contraguerrilla su principal fuerza fueron los voluntarios de
    Texas, Carolina del Sur, Tennessee y Kentucky. Walter
    empezó por rastrear a los rebeldes y entabló
    escaramuzas en la protección de los convoyes. Pero se dio
    cuenta de que esto era desgastante, así que
    recurrió a métodos
    menos ortodoxos. Con las proclamas de Scott como bandera,
    cometió verdaderos actos de rapiña y
    depredación contra las poblaciones que eran sospechosas de
    albergar o prestar ayuda a los guerrilleros. Su fama fue mal
    recordada pero efectiva. Con su fuerza de jinetes, Walker
    limpió por un tiempo el tramo del camino de Veracruz a
    México en los momentos en que Scott más lo necesito
    para reabastecer a sus tropas que estaban conquistando ya la
    Ciudad de México. Pero su fin estaba próximo. En
    otra sincronizada acción, las guerrillas emboscaron a
    Walker y su contraguerrilla en Huamantla el 9 de octubre de 1847.
    Fue acribillado por descargas de fusileria y rematado por
    lanceros.

    Los americanos habían traído de Estados
    Unidos un cuerpo ex profeso de rangers texanos y voluntarios para
    acabar con las guerrillas. Estaban a las órdenes de John
    Coffee Hays, otro voluntario texano que gano fama por la
    destrucción sistematica de pueblos y villas en busca de
    información acerca de la guerrilla.
    Las tropas regulares también combatieron a los rebeldes.
    El Gral. Cadwallader protegió a los convoyes con tropas de
    infantería en los asaltos de los guerrilleros. A pesar de
    combatir a los jinetes mexicanos con tropas de a pie, al parecer
    su metodo fue efectivo y le valió comandar las columnas de
    asalto en Chapultepec más adelante.
    La represión a la población civil por su
    resistencia fue terrible. A parte de las disposiciones de las
    tropas de ocupación, sucedieron incidentes punitivos
    contra la población.
    El importe de lo destruido o robado era cargado a la
    municipalidad en cuya jurisdicción se había
    cometido el ataque. Se encarcelo al alcalde de Jalapa en la casa
    del gobernador militar norteamericano por no garantizar la vida
    de soldados norteamericanos en la ciudad. Roa Barcena cita el
    caso de un cadáver de un soldado norteamericano aparecido
    en un barrio de la ciudad. La patrulla encargada de encontrar al
    culpable asesinó a un zapatero a la vista de su mujer y sus
    hijos, solo por que su accesoria se encontraba en la misma calle
    donde apareció el cuerpo.(9)

    Sin embargo, el caso más sonado, fue la
    ejecución de los oficiales García y Alcalde, por
    sus actividades guerrilleras. Los dos militaban en el
    ejército mexicano pero se unieron a la guerrilla de
    Rebolledo. En una acción de la contraguerrilla, fueron
    capturados. Cuando se le ubicó como firmantes de la
    capitulación de Veracruz y al ver que habían vuelto
    a empuñar sus armas contra los invasores (cosa que
    prometieron no hacer bajo palabra de honor), fueron juzgados por
    tribunal militar sin darles ocasión de defenderse. La
    sociedad civil
    de Jalapa, protesto la medida pero sus voces no fueron
    escuchadas. Fueron pasados por las armas y sepultados bajo una
    congregación de dolientes que no dejaban de llorar de
    rabia y de impotencia.

    Como se puede ver, los norteamericanos no vacilaban en
    castigar a los mexicanos involucrados o no en actividades
    guerrilleras. Pero su costo fue grande.
    Ya que los voluntarios ganaron mala fama y lo aprendido, en su
    regreso a casa, fue puesto en práctica por las guerrillas
    confederadas en la Guerra de Secesión.

    3.
    Conclusiones

    Es innegable el sentimiento de impotencia y de
    supervivencia de la población civil en una guerra de
    invasión a su territorio. El caso de Veracruz salta a la
    vista por ser un núcleo de resistencia tan efectiva, que
    llegó a comprometer una parte considerable de las tropas
    norteamericanas para combatirlas. Esto permitió distraer
    un poco la presión
    sobre el Valle de México, aunque a la larga sus resultados
    fueron prácticamente imperceptibles. Pero
    ¿Qué dio a los guerrilleros la efectividad
    necesaria en combate y por qué el triunfo sonrió
    casi siempre a los mandos? Por una razón sencilla: Los
    lideres no estaban contagiados del virus de la
    política entreguista y fraccionaria del gobierno federal;
    además los guerrilleros sabían lo que
    hacían. No era necesaria la práctica castrense del
    que hacia gala el Alto Mando del ejército mexicano. Solo
    hacían lo que sabían mejor. Jinetear, robar y
    huir.

    El comportamiento
    de los norteamericanos no esta bien registrada por los
    historiadores americanos. Se recuerda con tristeza las bajezas
    cometidas por los alemanes en Europa durante
    la Segunda Guerra
    Mundial. Sin embargo la conducta de los invasores de 1847 no
    distaba de ser tan distinta. La población registró
    esos pesares pero la fuerza de las armas puede más que la
    fuerza de la razón. Este análisis de la resistencia de la
    población de una zona que siempre se ha visto castigada en
    las intervenciones extranjeras, trae consigo puntos importantes
    de discusión:

    • Las tropas irregulares mexicanas combatieron con alto
      porcentaje de efectividad. Incluso algunos autores les otorgan
      más bajas al enemigo en conjunto que las ocasionadas por
      el ejército en batalla formal.
    • La resistencia mexicana no encontró eco en las
      autoridades federales. Solo las locales pudieron, en cierta
      medida, encabezar las hostilidades del enemigo.
    • La solidaridad de
      los pueblos de las zonas conflictivas fue altamente leal en su
      servicio a
      la nación. Pero al precio
      elevado de la represión brutal de los
      invasores.
    • Por ultimo una gran conjetura. Es posible que la
      guerra hubiera tenido un giro de acontecimientos distintos si
      se hubieran propagado las guerrillas por todo el territorio
      ocupado. Pero la apatía de la sociedad, el factor
      anímico y el miedo al castigo yanqui lo
      impidieron.

    México aprendió una gran lección de
    sus guerrilleros veracruzanos en esta guerra. Y su recuerdo fue
    tan marcado que utilizó sus mismas tácticas a un
    nivel mas numeroso contra el invasor francés años
    después. Y tuvo éxito en ello.

    • Notas

    1.- García Cantu, Gastón. "Introducción" en Roa Bárcena,
    José María. Recuerdos de la invasión
    norteamericana. Colección Rescate. Universidad
    Veracruzana. 1986. p. 7
    2.- Velasco Márquez, Jesús. La Guerra del 47 y la
    opinión pública (1845-1848). Colección
    Sepsetentas. Primera edición. México 1975. p.30
    3.- Roa Bárcena, José María. op cit. pag.
    249
    4,- op. cit. pp. 251-252
    5.- Martínez Caraza, Leopoldo. La intervención
    norteamericana en México (1846-1848). Historia
    político-militar de la pérdida de gran parte del
    territorio mexicano. Panorama Editorial. México 1991. pp.
    219-220
    6.- Roa Bárcena, José María, op. cit. p.
    669
    7.- op. cit. p. 669}
    8.- Martinez Caraza, Leopoldo, op. cit. p. 224
    9.- Roa Barcena, José María. op. cit. pp.
    249-250

    4. Bibliografía

    • ROA BÁRCENA, José María.
      Recuerdos de la invasión norteamericana.
      Colección Rescate. Universidad Veracruzana.
      1986
    • VELASCO MARQUEZ, Jesús. La Guerra del 47 y la
      opinión pública (1845-1848). Colección
      Sepsetentas. SEP.México 1975.
    • MARTINEZ CARAZA, Leopoldo. La intervención
      norteamericana en México (1846-1848). Historia
      político-militar de la pérdida de gran parte del
      territorio mexicano. Panorama Editorial. México
      1991.
    • LOPEZ Y RIVAS, Gilberto. La guerra del 47 y la
      resistencia popular a la ocupación. Ed. Nuestro tiempo.
      México 1976
    • FUENTES NARES, José. Historia Ilustrada de
      México. Tomo II. Ed. Océano.
      México
    • 1987

     

     

    Autor:

    José Daniel Ramírez
    Reyes

    (Ensayo
    presentado en el XXVI encuentro nacional de estudiantes de
    historia, UNAM, Mexico, noviembre 2003)

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