El tema para esta monografía se me ocurrió
después de darme cuenta cómo la sociedad
tiende a intentar manejar cada uno de los aspectos que nos
conciernen a diario, en todos los ámbitos de la vida, y
dejamos lo simple y propio de cada uno, lo que nos hace sentirnos
bien con nosotros mismos, de lado.
Es decir, se creó una paradoja pero que resultaba
previsible, y es el hecho de haber mostrado abiertamente el mundo
y vida al hombre
mediocre, se logró que a éste se le cierre el
alma. Es de
esta manera como los hombres van perdiendo su lado sentimental,
para lentamente ir transformándose en
hombres-máquina, que no hacen otra cosa más que
copiar patrones ajenos, y sentirse bien, porque encajan con lo
que la imagen que los
demás imponen sobre normal. Su personalidad
es una recopilación de otras, es un surtido variado,
imponiendo la vulgaridad como la meta que todos
quieren alcanzar.
Y con esta base es como comencé a analizar los cuento de
Córtazar, llegando a las conclusiones más adelante
explicadas.
En este trabajo me
propongo analizar en forma detallada el accionar de diferentes
personajes que aparecen en diversos cuentos del
libro
"Bestiario" de Julio Cortázar. Pero el análisis será más
precisamente sobre aquellos momentos tensionantes que requieren
una toma de decisiones determinante.
Considero que el hombre es
un ser social cuya meta principal es el satisfacer su propia
expectativa, como así también la de la sociedad que
lo rodea. Hay que indagar cuáles son los factores
psicológicos y sociales a los que se entrega este ser, que
son los que lo llevarán a tomar una decisión frente
a otras posibles. Por esto, es imperante saber cuál es el
patrón que rige las acciones de
cada individuo
desde su más temprana formación, para decidir si es
que es necesariamente libre o si es manipulado por aquella
sociedad en masa que lo rodea.
Con base en estudios llevados a cabo por Freud
según los cuales aseguraba una creencia en una
dicotomía entre hombre y sociedad, llega a la
conclusión de que el hombre debe ser domesticado por la
sociedad. En este proceso, la
sociedad debe concederle unas cuantas satisfacciones para moderar
sus impulsos básicos. Como respuesta a dicha
represión de impulsos naturales por parte de la sociedad,
los impulsos reprimidos se transforman en tendencias que se
consideran con valor
cultural. Esta transformación recibirá el nombre de
sublimación, ya que conduce de la represión
a la conducta
civilizada. La relación del individuo con la sociedad, es
la que medirá los cambios en relación a la presión
que la sociedad le realice. Es decir, está en la naturaleza del
hombre, que sean sus pasiones y angustias un producto
cultural; es decir, el hombre mismo es la creación
más importante y la mayor hazaña de ese esfuerzo
humano del cual no existe registro.
Los factores psicológicos son muy importantes en el
proceso social, ya que la acción
de las fuerzas ejercidas inconscientemente en el carácter del hombre, marcan su dependencia
hacia los influjos externos. Todo este proceso comienza desde muy
temprana edad en el hombre, y por esta razón hay que darle
al niño en crecimiento las herramientas,
para que pueda manejarse libremente, o lo más cercano a
esto, en una sociedad dominante. Pero hay un aspecto que es
necesario aclarar, y se debe a que algunos confunden a la
libertad con
la anarquía que niega toda dirección y conduce al desorden; otros con
la independencia
de quien no está sometido a ninguna autoridad.
Tanto unos como otros piensan que ser libres es tener derecho a
hacer lo que se quiera, es decir, estar abandonado a los
instintos, a los impulsos y a los deseos de cada momento: de
hecho, esto es lo contrario a la libertad. Ésta es el
mayor atributo de la persona humana y
el mejor don hecho al hombre; consiste en la posibilidad de
actuar o no, y de reconocer y elegir el bien propio, y de los que
lo rodean.
Hacer al niño un adulto libre significa darle los
medios de
elegir el bien, por tanto ayudarlo a desligarse de todas las
redes que
podrían frenar su marcha hacia él mismo y de todos
los obstáculos que podrían ocultárselo. Se
trata de liberarlo de sí mismo, de sus impulsos y de sus
instintos permitiéndole integrarlos positivamente en lugar
de rechazarlos o estar sujeto a ellos; de sus deseos
momentáneos dándole los medios de situarlos en su
contexto y fundamentalmente en su adhesión a una
línea de conducta; en fin, de la sociedad
ayudándolo a deshacer los lazos de dependencia afectiva
que lo vinculan íntimamente a ciertos grupos.
Sólo entonces será libre de volverse hacia los
demás, enriquecido por todo lo que le han ofrecido, sin
estar entorpecido por dichos lazos y las exigencias de su
angustia.
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