Indice
1.
Introducción.
2. El PSOE y el proceso de
adhesión.
3. El PSOE en el
gobierno.
5. Opiniones sobre el
referéndum.
6.
Epílogo.
7.
Bibliografía.
Los gobiernos de UCD y el proceso de
adhesión.
El tema de la adhesión de España a
la OTAN no se planteó por primera vez hasta el final de la
dictadura.
Podemos decir que los primeros pasos para el ingreso de
España en la Alianza se dieron durante el primer gobierno de la
Monarquía, encabezado por Arias Navarro,
quien durante la exposición
al Pleno de las Cortes de su programa de
gobierno el 28 de
enero de 1976, planteó esta posibilidad al declarar que
"se están considerando las alternativas posibles con la
OTAN".
Ya durante el primer gobierno de Adolfo Suárez se
produjo un segundo impulso con la firma del Tratado Bilateral
hispano-norteamericano en septiembre de 1976, que
establecía la creación de una comisión ad
hoc para la coordinación de la cooperación entre
España y los Estados Unidos
con los arreglos de seguridad en el
área del Atlántico Norte. A raíz de este
acuerdo, comienza a manifestarse el interés de
los Estados Unidos y
otros países de la OTAN por el ingreso de España en
esta organización. Entre las muestras de
interés
de los aliados por la incorporación de España
podemos citar las manifestaciones de apoyo del secretario general
de la OTAN Joseph Luns a diversas autoridades españolas;
las reuniones celebradas entre el presidente del Comité
Militar, el almirante Hill-Norton, con el Jefe del Alto Estado Mayor,
general Vallespín; o la publicación de varios
artículos sobre el tema en la prensa
especializada norteamericana.
Sin embargo, no todos los países de la OTAN eran
partidarios de la adhesión española, entre ellos
Noruega, Dinamarca, Holanda y el Reino Unido, por considerar que
España no gozaba aún de las suficientes
garantías democráticas.
A partir de entonces España puso en juego una
discreta presión
diplomática para conseguir el apoyo de todos los
países miembros de la OTAN a su eventual solicitud de
ingreso, presión
que fue acompañada por una cierta estrategia de
acercamiento a la
organización. Así, el 9 de noviembre de 1976,
una delegación española de miembros del CESEDEM
visitó varias instalaciones de la OTAN en Europa y fue
recibida por el Comandante en Jefe, Alexander Haig. Fruto de este
acercamiento es también la inauguración en la
Escuela Superior
del Ejército de un curso sobre la OTAN y la puesta en
marcha de un Comité para el estudio de la
cooperación con la OTAN.
Esta estrategia
pareció dar sus frutos, de manera que el 10 de diciembre
la OTAN manifestaba su disposición a admitir a nuevos
miembros, y en enero de 1977 el secretario general Luns declaraba
ante periodistas españoles la conveniencia de que
España se integrase en la OTAN, declaración apoyada
poco después por el vicepresidente de los Estados Unidos
Mondale.
Sin embargo, esta tendencia "adhesionista" comenzó a
chocar con una cierta postura ambigua del Presidente del Gobierno
Adolfo Suárez, más interesado en los temas de
política
interior que en los de política exterior,
algo totalmente lógico y comprensible dada la fragilidad
de la nueva democracia
española. A este respecto, aunque el programa de
primer gobierno de Suárez se revisaron varias cuestiones
pendientes de política exterior, no se había hecho
referencia al tema de la adhesión en la OTAN.
La ambigüedad de Suárez le llevó por
un lado a realizar manifestaciones desfavorables, o cuando menos
neutras ante la integración; y por otro a allanar el camino
de cara a un posible ingreso. En cuanto al primer hecho, en una
entrevista en
Washington, el Presidente norteamericano James Carter le
había mostrado su apoyo a la adhesión
española, adhesión que Suárez rechazó
por considerarla contraproducente dada la situación
interna española y la necesidad de un debate
nacional. En cuanto a lo segundo, continuaba la política
de acercamiento a la
organización, política que se reflejaba a
nuestro juicio en varios aspectos:
- Contactos entre representantes españoles y de
la Alianza. - La concreción por parte del Ministerio de
Asuntos Exteriores de las líneas de actuación a
seguir con respecto al debate sobre
la OTAN, con énfasis en el carácter
europeo de la relación España-OTAN para evitar un
excesivo protagonismo de los Estados Unidos en el tema, y en la
necesidad de integrar el problema de Gibraltar dentro de la
negociación. - La unificación, mediante el Real Decreto 1558
de 4 de julio de 1977, de los tres ministerios militares en el
Ministerio de Defensa, unificación que equiparaba este
Ministerio con los de los países de la OTAN. - Las recomendaciones de la Dirección General de América del Norte y Pacífico en
base a la elaboración de una serie de informes que
subrayaban la implicación de España en la defensa
de occidente a través del tratado con los Estados Unidos
y desaconsejaban las fórmulas neutralistas por
desestabilizadoras del status quo existente en Europa,
status que según dichas recomendaciones, se vería
mínimamente afectado por la entrada de España en
la OTAN.
El 15 de Junio 1977 se celebraron las primeras
elecciones democráticas en España y, conforme con
la línea de ambigüedad que hemos señalado
anteriormente, en el programa electoral de UCD no se hacía
mención al tema de la OTAN, aunque sí lo hizo
Suárez en el programa de gobierno surgido de estas
elecciones al declarar que el Gobierno era partidario de "la
apertura de un debate por los representantes del pueblo
legítimamente elegidos con vistas a examinar la posible
inserción de España en el Tratado del
Atlántico Norte".
En marzo de 1978 se produjo un punto de inflexión
en el camino de España hacia la adhesión a la OTAN,
cuando en un discurso sobre
política exterior pronunciado en el Senado, el ministro de
Asuntos Exteriores Marcelino Oreja declaró el rechazo del
Gobierno a cualquier tipo de neutralidad política,
exponiendo los pros y contras de la adhesión a la Alianza
y planteando la conveniencia de un debate nacional como
fórmula adecuada para la adhesión.
Llegados a este punto vamos a hacer unas breves referencias a la
figura del ministro Oreja, por la importancia que tuvo en todo
este proceso. Para
Oreja, la integración en la OTAN era una pieza clave
e imprescindible en el proceso de la inserción
española en el bloque occidental. A diferencia de otros
políticos de su época, pensaba que este proceso no
se terminaba con el ingreso en la Comunidad
Económica Europea, sino que requería sustituir la
relación bilateral que España mantenía con
Estados Unidos por otra multilateral con las grandes democracias
occidentales. Y el único modo de acceder a ello era a
través del ingreso en la Alianza, ingreso que por otro
lado y en opinión del ministro, podía contribuir a
acelerar las negociaciones para el ingreso en la Comunidad
Económica Europea (CEE) así como facilitar un
acuerdo con el Reino Unido sobre Gibraltar.
Sin embargo, las ideas del ministro Oreja se encontraron
con un doble obstáculo: por un lado, el afán del
presidente Suárez por dirigir personalmente todos los
aspectos relacionados con la política exterior; por otro,
la falta de consenso en el seno de su partido y del Gobierno
sobre estos aspectos. Todo ello condicionó la postura
diplomática española ante el tema de la OTAN y
provocó discrepancias entre el presidente y el ministro,
discrepancias que, como veremos más adelante, llevaron a
su destitución en septiembre de 1980.
En estas discrepancias podemos observar una vez más la
indefinición y ambigüedad del Presidente
Suárez sobre el tema de la OTAN. Así, mientras
Oreja se esforzaba por perfilar una política exterior que
fuese "europea, democrática y occidental" y hacía
lo posible por aproximarse a la OTAN, Suárez visitaba a
Fidel Castro y alentaba la participación de España,
como potencia
observadora, en la VI Cumbre de Países No Alineados. Pero
¿cuál era la causa de esta ambigüedad o
indefinición del Presidente del Gobierno?
A este respecto, Val Cid menciona ciertas
críticas hechas por algunos autores a Suárez en
base a su antinorteamericanismo o a su sentimiento nacionalista,
herencia de su
pasado franquista. Para Nicholas Bray la política exterior
española de esta época estuvo marcada por la "falta
de seriedad y la aparente falta de consideración por las
cuestiones estratégicas internacionales" del presidente
del gobierno Suárez. Desde otro punto de vista,
según Aldecoa, para Suárez la adhesión a la
OTAN no era un objetivo a
conseguir sino más bien un tema a debatir o discutir. En
este sentido, la indefinición de UCD sobre el tema no
sería consecuencia de una indefinición en
política exterior, sino más bien de un intento de
retomar el protagonismo de España como actor regional de
primer orden, en base a su valor
geoestratégico.
Sin embargo, una explicación más coherente se basa
en la importancia extrema que Suárez concedió a la
política interior de cara a la implantación de un
sistema
político democrático y en su temor a que un
desacuerdo profundo en política exterior pusiese en
peligro el frágil consenso constituyente. Como afirma
Fernando Rodrigo, Suárez no quería asumir el
riesgo de
romper una política de acuerdos entre todos los grupos
Parlamentarios, riesgo que
hubiera corrido de llevar a cabo la adhesión a la OTAN. En
este sentido, el Gobierno de UCD consideró prioritario
como objetivo en
política exterior la adhesión a la Comunidad
Económica Europea, un objetivo sobre el que sí
había consenso entre todos los partidos
políticos.
Volviendo a la narración cronológica del
proceso de adhesión de España a la Alianza
Atlántica, en otoño de 1978 se celebró el
primer Congreso de UCD, en el que se confirmó que el
partido era partidario de la adhesión a la OTAN, aunque
con ciertas peculiaridades y necesidades de seguridad, y se
proponía que paralelamente a la integración se
llegara a un acuerdo sobre el tema de Gibraltar. En cuanto al
procedimiento
se era partidario de un amplio respaldo popular a través
del Parlamento y un debate en el momento oportuno. Pero una vez
más, estos temas quedaron en segundo plano como
consecuencia de asuntos relacionados con la política
interior, en este caso la necesidad de lograr un consenso entre
los diversos partidos para sacar adelante el texto de la
Constitución y la transición
democrática.
Sin embargo las conclusiones de este primer Congreso no cayeron
en saco roto. Así, tras la aprobación en
referéndum de la Constitución Española y la
convocatoria de elecciones generales para el 1 de marzo de 1979,
UCD en su programa electoral se mostró partidaria de la
adhesión tras un adecuado debate parlamentario, aunque
prudentemente no se comprometía a llevarla a cabo en dicha
legislatura. Esta postura fue ratificada por Suárez en su
debate de investidura del 30 de marzo cuando insistió en
que la UCD era partidaria de la adhesión a la OTAN por
coherencia con su vocación europea y occidental, aunque
supeditaba la adhesión a la consideración de los
condicionamientos de las particularidades y exigencias de defensa
del país y a la obtención de un amplio respaldo
parlamentario.
En esta misma línea de prudencia se manifestaba
el Ministro Oreja el 18 de septiembre en una comparecencia ante
la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los
Diputados para responder a una interpelación hecha por el
PSOE sobre la OTAN, al declarar que "no es todavía
oportuno hablar del calendario de una eventual integración
de España en la OTAN. (…) No es hoy el momento de fijar
el calendario. (…)"
A pesar de la declaración de intenciones
realizadas por el presidente Suárez en su discurso de
investidura, aparece una vez más durante esta legislatura
la política de ambigüedad, con alternancia de
declaraciones en contra de la adhesión -como las
realizadas en Cuba a Fidel
Castro- y acciones
encaminadas a ese fin, como la firma de la directiva de defensa
nacional 01/80 en la que se propugnaba una integración en
la Alianza en condiciones ventajosas por la positiva influencia
que ello tendría en la política de defensa.
En la primavera de 1980 se produjo un acontecimiento de gran
importancia de cara a la adhesión de España a la
OTAN, y en el que ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino
Oreja, volvió de nuevo a desempeñar un papel
trascendental. Francia veta
el proceso de ampliación de la CEE, paralizando la
adhesión de España a las Comunidades. El Gobierno
español
comienza a utilizar el ingreso en la OTAN como moneda de cambio para
presionar a la Alianza y obtener la adhesión a la CEE. En
este contexto el ministro Oreja realizó el 17 de junio
unas declaraciones al periódico
El País en las que manifestaba que el gobierno era
totalmente favorable a la pronta incorporación de
España a la Alianza Atlántica bajo dos condiciones:
a) garantía de solución al contencioso de
Gibraltar, y b) continuación del proceso de
integración en la CEE. En estas declaraciones el ministro
fijó por primera vez una fecha para el debate del tema, en
concreto
1981.
A los problemas que
en política exterior había supuesto para el
Gobierno el veto del Presidente de la República Francesa
Valery Giscard a la ampliación de la CEE, había que
sumarle las importantes dificultades por las que se atravesaba en
política interna a raíz de la moción de
censura presentada por los socialistas en mayo de ese año.
Además UCD había recibido un fuerte varapalo en las
primeras elecciones autonómicas celebradas en
Cataluña y el País Vasco, Andalucía
reclamaba cada vez con más ímpetu mayores cotas de
autogobierno y exigía un referéndum. A consecuencia
de todo lo anterior, la unidad interna de UCD se resentía
y las tensiones internas eran cada vez mayores.
Por otra parte las divergencias existentes entre el presidente
Suárez y el ministro Oreja sobre al tema de la
adhesión se agudizaron a consecuencia de las
declaraciones, anteriormente mencionadas, de este último
al diario El País. El 3 de septiembre de 1980 fue
destituido por José Pedro Pérez Llorca, quien
paradójicamente se había mostrado como un firme
defensor de la vocación atlantista.
Todo parecía preparado para la celebración
de un debate parlamentario sobre el tema de la adhesión a
la Alianza, pero una vez más el presidente Suárez
retrasó el proceso, argumentando las consecuencias
desestabilizadoras que dicho debate tendría en
política interna dada la fuerte oposición del PSOE.
La actitud del
presidente español
comenzó a causar preocupación en los gobiernos
europeos y de los Estados Unidos, así como tensiones y
distensiones en el seno de su partido. Estas tensiones acentuaron
el clima de crisis que
vivía UCD durante ese año, y que tuvo su cenit en
el denominado "movimiento
crítico" encabezado por Miguel Herrero de
Miñón y que jugó un papel crucial
en el II Congreso del partido.
Acosado tanto dentro como fuera de su partido, Suárez
tomó dos decisiones de gran importancia para la
política española. En primer lugar, y envuelto en
un cierto halo de secretismo, decide integrar a España en
la OTAN, tal y como lo comunica el 23 de enero de 1981 al
diputado Javier Rupérez y al ministro de Asuntos
Exteriores belga Leo Tindemans, tras haber informado al Rey, al
Vicepresidente Gutiérrez Mellado y al Ministro de
Exteriores. Días más tarde – el 27 de enero-
Suárez presentó su dimisión al Rey D. Juan
Carlos.
El nuevo Gobierno de UCD, presidido por Calvo Sotelo
adoptó una postura claramente a favor de la
adhesión a la OTAN. Así, en su discurso de
investidura del 18 de febrero de 1981 aparece por primera vez
formulado formalmente como objetivo del Gobierno la
adhesión de España a la Alianza, y se propone
iniciar las consultas con los grupos
parlamentarios a fin de articular una mayoría, escoger el
momento oportuno para ello y definir las condiciones de la
adhesión. Se produce por tanto un giro en la
política exterior con respecto al gobierno anterior. La
política exterior de los gobiernos de Suárez se
había centrado en la defensa de nuestros propios
intereses, en tanto que la nueva concepción de
política exterior se puede sintetizar en renuncia al
protagonismo exterior y énfasis en la política de
seguridad o defensa. Desde esta perspectiva, la
vinculación a la Alianza Atlántica se
inscribía perfectamente en esta nueva concepción de
política exterior.
Rodrigo (1996) ha señalado varios factores que influyeron
en ese cambio radical
en cuanto a la política exterior en general, y en la
decisión de Calvo-Sotelo de ingresar a España en la
OTAN:
- La mayor experiencia en política exterior de
Calvo-Sotelo, que le habían hecho desarrollar una
línea de pensamiento
que incluía una política exterior definida,
clara, democrática y occidental. En este contexto, el
nuevo Presidente había sido consciente desde un
principio de la estrecha relación existente entre la
integración en la OTAN y la adhesión a la
CEE. - La necesidad de reformular las relaciones bilaterales
con los EEUU, unas relaciones desequilibradas a favor de estos
últimos, en las que España desempeñaba el
papel de comparsa y que eran prolongación de los
acuerdos firmados por Franco con Eisenhower en 1953. En mayo de
1981 se iniciaron las negociaciones, constatándose en
seguida la escasa disposición de los Estados Unidos para
alterar el Tratado Bilateral en el sentido que exigía
España sin que antes se produjera el ingreso en la
OTAN. - El 23 de febrero de 1981 se produjo el intento de
golpe de estado
del Teniente Coronel Tejero, intento que aunque fallido
provocó cierta desestabilización en la
situación política interna española. Este
suceso tuvo una consecuencia importante a corto plazo, en tanto
que la atención política se centró
en política interna y provocó un parón en
el proceso de adhesión. Sin embargo, a medio plazo se
hizo patente la necesidad de reciclar y "occidentalizar" a las
Fuerzas Armadas para evitar futuras actuaciones
antidemocráticas. Los ejércitos de los
países de la OTAN podían servir en ese sentido
como modelo e
imagen para
las españolas.
Con todo, en mayo de 1981 la decisión de
incorporar España a la OTAN ya había sido tomada.
El 4 y 5 de ese mes el Consejo de Ministros de la Alianza
había examinado de manera favorable el ingreso de
España. Poco después, en una visita a la
República Federal Alemana, el Presidente Calvo-Sotelo
confirmaba el inmediato ingreso de España en la OTAN y su
intención al respecto de no convocar un
referéndum.
A partir de entonces los acontecimientos se desarrollan con
celeridad. El 20 de agosto de 1981 el Consejo de Ministros
solicitó al Consejo de Estado el
dictamen preceptivo sobre la entrada de España en la OTAN.
El día 27 de agosto el Consejo de Estado emitió
dictamen favorable, recomendando la vía del
artículo 94 de la Constitución para la
tramitación parlamentaria de la adhesión.
Días más tarde, el gobierno de UCD presentó
ante la Mesa del Congreso de los Diputados la petición de
adhesión a la OTAN, petición admitida a
trámite el 3 de septiembre, aunque con los votos en contra
de socialistas y comunistas.
El 15 de septiembre el Pleno del Congreso de los Diputados
decidió, por 180 votos a favor, 126 en contra y 2
abstenciones, que la Comisión de Asuntos Exteriores era
competente para tratar el proyecto de
adhesión, por lo que se remitió a dicha
Comisión la tramitación de la adhesión de
España a la OTAN.
El 8 de octubre la Comisión autorizó al Gobierno a
concluir la adhesión y el 27 de octubre se iniciaba el
Debate parlamentario sobre la OTAN, en un clima de
movilización popular en contra. El 29 quedaba aprobado el
dictamen emitido por la Comisión de Asuntos Exteriores con
los 186 votos a favor de UCD, Centro Democrático, Partido
Nacionalista Vasco, Convergencia i Unió y Unión del
Pueblo Navarro; por los 146 en contra del Partido Socialista
Obrero Español, Partido Socialista Andaluz, Partido
Comunista de España, Euskadiko Ezkerra, Ezquerra
Republicana de Catalunya, Partido Aragonés Regionalista y
Unión del Pueblo Canario quedaba autorizada la
adhesión con las siguientes condiciones:
- No aceptar compromisos que implicasen el almacenamiento o instalación de armas nucleares
de la Alianza en nuestro país. - Obtener garantías para la defensa de todo el
territorio peninsular y extrapeninsular, la recuperación
de la soberanía sobre Gibraltar, el
fortalecimiento de la soberanía y defensa sobre toda
España y la aceleración, de forma paralela, de la
negociación política y
económica con la CEE.
Un mes después, el 26 de Noviembre, el Pleno del
Senado ratificó la decisión de la Cámara
Baja por 106 votos a favor, 60 en contra y una abstención,
dejando libre el camino para la presentación en Bruselas
de la petición de adhesión. Consecuentemente, el
día 28 de noviembre, el ministro de Asuntos Exteriores
dirigió una carta al
secretario general de la OTAN, comunicándole que, en base
a la autorización parlamentaria, España estaba en
disposición de recibir favorablemente la invitación
para la adhesión al Tratado del Atlántico Norte y
se encontraba constitucionalmente autorizado para depositar,
llegado el momento, el correspondiente instrumento de
adhesión.
El 2 de diciembre el embajador español en Bruselas,
Nuño Aguirre de Cárcer, entregó oficialmente
al secretario general Joseph Luns la solicitud de
adhesión; el día 10 de diciembre se firmaba en
Bruselas, en reunión ministerial del Consejo
Atlántico, el Protocolo de
Adhesión, iniciándose a partir de entonces el
trámite de ratificación por los parlamentos de los
quince países miembros de la Alianza. España
dedicó un esfuerzo considerable para convertirse en el
miembro número 16 de la OTAN con la máxima rapidez
posible, consiguiéndolo en apenas seis meses.
El 29 de mayo el secretario general de la OTAN dirigía una
carta al
Gobierno español invitándole a adherirse a la
Alianza. Ese mismo día, la Oficina de
Información Diplomática del
Ministerio de Asuntos Exteriores emitió el famoso
comunicado por el que se anunciaba la entrega del instrumento de
adhesión del Reino de España a la OTAN. El
día 30, en una maniobra de adelantamiento a los
obstáculos que el PSOE quería poner a la
adhesión, el encargado de negocios en
Washington Álvarez de Toledo, entregó el documento
de adhesión al vicesecretario norteamericano de Estado
Walter Stressel y España se convertía en el 16°
miembro de la OTAN. Poco después la bandera
española era izada en el Cuartel General de la OTAN en
Bruselas y los ministros españoles de Defensa y Asuntos
Exteriores participaron por primera vez en una reunión del
Consejo Atlántico.
El 7 de julio Javier Rupérez fue nombrado nuevo embajador
en la OTAN, y comenzó a preparar las conversaciones
preliminares para la integración de España en la
OTAN. En dichas conversaciones se trataron temas como: a) el
espacio de amenazas y su percepción, b) estado de preparación
de las Fuerzas Armadas Españolas, c) asignación de
fuerzas, y d) participación española en la estructura de
mandos.
Como hemos visto, el proceso hacia el ingreso de España en
la OTAN fue un camino repleto de obstáculos y trabas,
quizá premonitorio de lo que acontecería en el
futuro con el acceso al gobierno del PSOE. Vamos a analizar a
continuación con respecto a este tema la postura del PSOE,
y de Felipe González en particular, hasta este momento
como introducción a una posterior descripción del proceso por el que,
según autores como Letrilliart, se produjo un cambio
radical en los planteamientos socialistas ante la
integración en la OTAN en apenas diez años, desde
un rechazo categórico a una aceptación
razonada.
2. El PSOE y el proceso de
adhesión.
Los primeros posicionamientos del PSOE en
política de defensa tuvieron un fuerte carácter
neutralista y antiamericanista, como quedó reflejado en el
XXVII Congreso del PSOE celebrado en diciembre de 1976 y en el
que se propugnó un modelo de
neutralidad activa, cuyos objetivos
prioritarios eran el desmantelamiento de todas las bases
extranjeras en territorio español y el desmarque de la
política de bloques militares. Esta línea
neutralista y de no alineación está igualmente
presente en el XXVIII Congreso, celebrado en el año 1979 y
en el que Felipe González asumió la
secretaría general del partido.
Durante el año 1980, y a consecuencia de los acercamientos
del gobierno de UCD a la Alianza, la política del PSOE se
transformó claramente en antiOTAN. En marzo de 1980
González hizo pública a nivel internacional su
postura al defender en el Congreso de la Unión de Partidos
Socialistas de la Comunidad Europea la neutralización y
desnuclearización del Mediterráneo, algo
completamente contradictorio con la existencia del Tratado del
Atlántico Norte.
En 1981, la posición del PSOE se fue radicalizando
conforme avanzaban los contactos y los acercamientos a la
Alianza. En febrero, durante el discurso de investidura del
presidente Calvo Sotelo, González como jefe de la
oposición rechazó de lleno sus argumentos a favor
del ingreso en la Alianza, aduciendo que se trataba de una
organización que no se encontraba al
servicio de
los intereses occidentales sino de los de Estados Unidos. En
aquel discurso, González llegó a manifestar que "Si
algún día llegásemos al poder,
propondríamos la salida de la Alianza Atlántica si
el procedimiento de
entrada no es un referéndum mayoritario al pueblo
español". En julio la decisión de ingresar en la
OTAN parece estar ya tomada y arrecia la oposición
socialista, buscando apoyo no sólo en la sociedad
española sino entre los partidos socialistas europeos. Con
dicho fin se sucedieron los actos públicos y las
declaraciones en la prensa, como las
que realizó Felipe González al diario El
País calificando el ingreso como "barbaridad
histórica" y "tremendo error", o las de Alfonso Guerra
manifestando a Diario 16 que "el eventual ingreso en la OTAN
convertiría a España en una Colonia de los Estados
Unidos".
De esta manera, la decisión de Calvo Sotelo de
solicitar el ingreso en la Alianza supuso el inicio de un
violento debate nacional con indudables connotaciones electorales
y que se reflejó en la aparición de importantes
movimientos y campañas antiOTAN. En este sentido,
según Portero, el Partido Socialista hizo del rechazo a la
integración una estrategia política para debilitar
a la UCD y obtener la victoria en las siguientes elecciones.
Esta estrategia, que se desarrolló bajo el lema "OTAN, de
entrada no", se cristalizó en movilizaciones populares,
como la celebrada a comienzos de julio en la Casa de Campo de
Madrid y que concentró a decenas de miles de personas en
contra de la OTAN, o la manifestación "Por la paz y el
desarme" de 15 de noviembre en la que participaron más de
250.000 personas. Se pusieron en marcha igualmente
campañas de recogida de firmas promovida por PSOE y PCE
(con más de un millón de firmantes). Y como
estrategia de desgaste del Gobierno dio pronto sus frutos,
produciéndose una disminución paulatina del
número de partidarios de la adhesión, que
pasó del 20 % en julio de 1981 al 13 % en
septiembre.
El 3 de septiembre, un día después de que
la Mesa del Congreso acordó la admisión a
trámite parlamentario de la petición del Gobierno
para la autorización de la adhesión, el PSOE
presentó en el Congreso de los Diputados una moción
solicitando la convocatoria de un referéndum. El 7 de
octubre González iba un paso más lejos y se
comprometía a que, en caso de que el gobierno lograra el
ingreso en la OTAN y de que el PSOE ganara las siguientes
elecciones, convocaría un referéndum aconsejando a
la ciudadanía el voto favorable a la salida. Encontramos
por fin la primera mención oficial al compromiso de
celebrar un referéndum.
Durante la celebración en octubre de 1981 del Debate
Parlamentario sobre la OTAN, los socialistas introdujeron dos
propuestas cuyo objeto era sin duda paralizar el ya irremediable
proceso de adhesión y que, sin embargo, no fructificaron:
a) someter a consulta del Tribunal Constitucional una posible
contradicción entre el texto del
Tratado y la Constitución, y b) realización de un
referéndum sobre el tema. Ante el rechazo de estas
propuestas, González manifestó al Congreso que el
PSOE no se responsabilizaría de la decisión que
estaba a punto de tomarse, y que esta responsabilidad sería sólo
atribuible a los grupos que la apoyaban. Consecuentemente con
esta actitud, el
Partido Socialista votó en contra de la adhesión
tanto en el Congreso como en el Senado.
El rechazo radical del Partido Socialista a la
adhesión a la OTAN se basaba en una serie de argumentos
recogidos posteriormente en las resoluciones de su XXIX Congreso
en octubre de 1981. En primer lugar un sentimiento
antiamericanista, consecuencia de la imagen negativa
que se tenía sobre la política exterior
norteamericana (imperialismo)
y fomentada por el apoyo incondicional americano a la dictadura del
general Franco. Como señala Luis Yánez, la
visión que se tenía de los americanos no era la de
paladines de la libertad y de
la democracia. A
esto había que añadirle un cambio de opinión
acerca de la guerra
fría y el peligro que la amenaza soviética
suponía para España, cambio de opinión
basado en un análisis más crítico y real
de los objetivos de
la política soviética en Europa.
En segundo lugar, se argumentaba que la Alianza no
tenía en cuenta los intereses españoles en
Gibraltar ni asumía la defensa de Ceuta y Melilla, en las
que España tenía amenazas reales. Se aducía
con razón que el Norte de África, posible
área de amenaza para España, no se encontraba
dentro del área de aplicación del Tratado de
Washintong.
Se temía también que el ingreso de
España en la OTAN provocara un desequilibrio en el balance
estratégico entre los bloques militares, aumentando la
tensión internacional. No hay que olvidar a este respecto
el aviso que la Unión Soviética había hecho
al Gobierno español el 7 de septiembre de 1981 al
entregarle un memorando en que advertía que la entrada de
España en la OTAN provocaría un aumento de la
tensión internacional, reforzaría la
política de bloques y animaría la carrera de
armamento.
En último lugar, y relacionado con el anterior, el ingreso
en la OTAN convertiría a España en un objetivo
potencial para el Pacto de Varsovia, con el consiguiente aumento
del riesgo de sufrir un ataque nuclear.
Durante este Congreso se defendió igualmente que la
única forma aceptable para el ingreso en la OTAN
sería la decisión popular expresada a través
de un referéndum consultivo, medida ésta prevista
en la Constitución para temas de especial trascendencia.
González volvía a comprometerse a la
realización de un referéndum, en caso de que
aún no se hubiera celebrado, cuando el PSOE accediera al
gobierno. Todas estas medidas sobre la adhesión a la OTAN
se complementaron con la elaboración de un documento
titulado "50 preguntas sobre la OTAN", que rebatía los
postulados adhesionistas del Gobierno de UCD, basándose en
los inconvenientes que supondría la incorporación a
la Alianza:
- La OTAN no es garantía de la supervivencia de
la democracia española, tal y como lo demostraba la
presencia en la Organización de regímenes
totalitarios como Grecia y
Turquía. - No garantizaba el ingreso en el Mercado
Común. - Incremento notable de los gastos
militares. - Imposibilidad de que España constituyera una
excepción en el proceso de nuclearización
europea. - Inexistencia de conexión entre la entrada en
la OTAN y la devolución de la soberanía sobre
Gibraltar.
Como podemos comprobar, el Partido Socialista se iba
complicando poco a poco la vida en el tema de la OTAN,
comprometiéndose a una no integración de la que
luego tendría que dar marcha atrás a expensas de
importantes costes políticos. Pero la historia no termina
aquí: aún nos queda por analizar la campaña
para las elecciones de 1982.
El PSOE y la campaña electoral de 1982.
Tras el ingreso en la OTAN, y durante la campaña electoral
de 1982 el PSOE contrajo dos compromisos: detener el proceso de
integración y convocar un referéndum. Esta postura,
usada como arma propagandística de gran efecto durante la
campaña, era consecuente con las directrices adoptadas por
el partido en el XXIX Congreso y se materializó en la
presentación de numerosas propuestas y mociones cuyo
objetivo era paralizar la adhesión. Sin embargo, un
análisis detallado del programa electoral
del Partido Socialista permite aventurar la hipótesis de que realmente se trató
de dejar en un segundo plano el tema de la Alianza. En efecto, el
tema es presentado dentro de un paquete de medidas en
política exterior junto con objetivos como la
adhesión a la Comunidad Europea, el desarrollo de
las relaciones
internacionales con los países de Iberoamérica
y Mediterráneo, las relaciones bilaterales con Estados
Unidos, etc. La referencia al tema de la OTAN aparecía en
sexto lugar.
Este "olvido" por parte del Partido Socialista tiene una
explicación lógica
a juicio de algunos autores: según el entonces
subsecretario del Ministerio de Educación
Joaquín Arango el PSOE había asumido ya que no
sacaría a España de la OTAN, pues abandonar la
Alianza hubiera sido interpretado por el resto de Europa
Occidental como un falta de solidaridad, que
hubiera afectado la credibilidad de la política exterior
española y perjudicado el ingreso de España en la
CEE. Desde una postura muy similar, Viñas argumenta que el
PSOE había experimentado una transformación en sus
planteamientos en política de defensa a consecuencia de
las modificaciones producidas en el entorno geoestratégico
en que había de desarrollar su política
internacional.
Desde este punto de vista, si la permanencia en la
Alianza era necesaria para la política exterior
socialista, podemos extraer dos conclusiones de gran importancia.
En primer lugar, UCD y el hasta entonces presidente Calvo-Sotelo
le había hecho un gran favor al PSOE al incorporar
España a la OTAN. En segundo lugar, introducir la
propuesta del referéndum en el programa electoral supuso
un grave error, opinión esta compartida por los
ex-ministros socialistas de Defensa Narcís Serra y de
Exteriores Fernando Morán y por Joaquín Arango. En
este sentido, Morán ya había expresado durante la
campaña electoral sus dudas sobre la inclusión del
tema del referéndum como promesa electoral; mientras que
Serra se mostraba menos moderado y opinaba que hubiera sido mejor
no prometer el referéndum. Desde otra perspectiva, Arango,
en base a las recomendaciones y conclusiones del grupo de
trabajo que había presidido sobre el golpe de estado
de 23 de febrero de 1981, desaconsejaba plantear la salida de la
OTAN.
En cuanto a la actitud de otros partidos
políticos ante el tema de la OTAN en la campaña
electoral de 1982, la Unión de Centro Democrático,
Alianza Popular y Centro Democrático y Social (el nuevo
partido de Suárez) mostraron una postura favorable a la
integración en la Alianza; por el contrario el Partido
Comunista era partidario de la salida e incluso fijó la
fecha para la celebración de un referéndum
consultivo.
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