Sonata (del italiano
suonare, 'sonar'), composición musical para uno o
más instrumentos. Por una parte, el término forma
sonata se refiere a la estructura
musical de los primeros movimientos de las sonatas y de los
géneros relacionados con ella en los siglos XVIII y XIX.
Pero también desde mediados del siglo XVIII, el
término sonata ha sido utilizado generalmente para las
obras de tres o cuatro movimientos para uno o dos instrumentos,
como sucede en las sonatas para piano (solista) o con la sonata
para violín (para violín con un instrumento de
teclado). Se
suelen usar términos distintos al de sonata en obras que
presentan la misma disposición pero que están
compuestas para otras combinaciones instrumentales; por ejemplo,
la sonata para orquesta se llama sinfonía, la sonata para
un instrumento solista se llama concierto, y la sonata para
cuarteto de cuerdas se llama cuarteto de cuerdas
Sinfonía (del griego, syn,
'juntos'; phone, 'sonido'), en
música,
composición orquestal que suele constar de cuatro
secciones contrastantes llamadas movimientos y, en algunas
ocasiones, tiempos. La denominación se aplicó por
primera vez en el siglo XVI a los interludios instrumentales de
formas como la cantata, la ópera y el oratorio. Un ejemplo
notable es la 'Sinfonía pastoral' del oratorio El
Mesías (1742) de Georg Friedrich Händel. La
sinfonía en su sentido moderno surge a comienzos del siglo
XVIII.
Cantata, en música,
composición vocal con acompañamiento instrumental.
La cantata tiene su origen a principios del
siglo XVII, de forma simultánea a la ópera y al
oratorio. El tipo más antiguo de cantata, conocido como
cantata da camera, fue compuesto para voz solista sobre un
texto profano.
Contenía varias secciones en formas vocales contrapuestas,
como son los recitativos y las arias. Entre los compositores
italianos que escribieron estas obras se incluyen Giulio Caccini,
Claudio Monteverdi y Jacopo Peri. Hacia finales del siglo XVII,
la cantata da camera se convirtió en una
composición para dos o tres voces. Compuesta especialmente
para las iglesias, esta forma se conocía como cantata
da chiesa (cantata de Iglesia). Sus
máximos exponentes italianos fueron Giacomo Carissimi
verdadero creador del oratorio, y Alessandro Scarlatti. En
Alemania,
durante este periodo, la cantata da chiesa, en manos de
Heinrich Schütz, Georg Philipp Telemann, Dietrich Buxtehude,
Johann Sebastian Bach y otros compositores, evolucionó
hacia una forma mucho más elaborada que su modelo
italiano. Bach hizo de la cantata de Iglesia el
centro de su producción vocal, si bien también
compuso cantatas profanas como la célebre Cantata del
café.
Ópera, drama en el cual se canta
todo o parte del diálogo y que contiene oberturas,
interludios y acompañamientos instrumentales. Existen
varios géneros teatrales estrechamente relacionados con la
ópera, como el musical y la opereta.
Periodos preclásico y clasicismo de la
opera
Varios compositores intentaron, a mediados del
siglo XVIII, cambiar las prácticas operísticas.
Introdujeron formas distintas del da capo en las arias y
fomentaron la música coral e
instrumental. El compositor más importante de esta
época fue el alemán Christoph Willibald Gluck. Uno
de los factores que contribuyeron a la reforma de las
prácticas operísticas durante el siglo XVIII fue el
crecimiento de la ópera cómica, que recibía
varios nombres. En Inglaterra se
llamaba ballad opera, en Francia
opéra comique, en Alemania
Singspiel y en Italia opera
buffa. Todas estas variaciones tenían un estilo
más ligero que la opera seria italiana. Algunos
diálogos se recitaban en lugar de cantarse y los
argumentos solían tratar de gentes y lugares comunes, en
lugar de personajes mitológicos. Estas características pueden verse claramente en
la obra del primer maestro italiano de la ópera
cómica, Giovanni Battista Pergolesi. Dado que las
óperas cómicas ponían más
énfasis en la naturalidad que en el talento
escénico, ofrecieron la oportunidad a los compositores de
óperas serias de dar más realismo a sus
composiciones.
El músico que transformó la opera
buffa italiana en un arte serio fue
Wolfgang Amadeus Mozart, quien escribió su primera
ópera, La finta semplice (1768), a los 12
años. Sus tres obras maestras en lengua
italiana, Las bodas de Fígaro (1786), Don
Giovanni (1787) y Così fan tutte (1790),
muestran la genialidad de su caracterización musical. En
Don Giovanni creó uno de los primeros grandes
papeles románticos. Los singspiels de Mozart en
alemán van desde el cómico El rapto del
serrallo (1782), a la simbología ética de
inspiración masónica de La flauta
mágica (1791).
Concierto (género musical),
composición musical, generalmente en tres movimientos,
para uno o más instrumentos solistas acompañados
por una orquesta. El nombre de concerto unido a la
música se
utilizó por vez primera en Italia en el
siglo XVI, pero no se hizo habitual hasta alrededor de 1600 al
comienzo del barroco. Al
principio, el concierto y su adjetivo relacionado,
concertato, hacían referencia a una mezcla de
colores tonales
instrumentales, vocales, o mixtos. Se aplicaban a una amplia
variedad de piezas sagradas o profanas que utilizaban un grupo mixto de
instrumentos, cantantes o de ambos. Este grupo
podía ser tratado bien como un conjunto mixto unificado,
bien como un conjunto de sonidos opuestos unos a otros. Este
estilo concertante fue desarrollado especialmente por el
compositor italiano Claudio Monteverdi, especialmente en sus
libros de
madrigales quinto a octavo (1605-1638). Influido parcialmente por
Monteverdi, el compositor alemán Heinrich Schütz
aplicó el nuevo estilo a sus trabajos sacros en
alemán. Este concepto
siguió vigente hasta el siglo XVIII, como puede apreciarse
en las muchas cantatas sacras de Johann Sebastian Bach que llevan
el título de concertos.
El concierto
clásico
A mediados del siglo XVIII el cambio musical
decisivo que significó el paso desde el barroco al
clasicismo no podía dejar de afectar al concierto. Aparte
del breve florecimiento de un derivado francés llamado
sinfonía concertante, el concerto grosso
murió y dio paso a la sinfonía, que mantuvo gran
parte de sus rasgos. No obstante, el concierto para solista
persistió como vehículo del virtuosismo,
indispensable para los compositores que a la vez eran
intérpretes de su propia obra. El piano suplantó
gradualmente al violín como instrumento solista preferido.
Fue el instrumento favorito tanto de Wolfgang Amadeus Mozart,
quien escribió los conciertos más importantes a
finales del siglo XVIII, como de Ludwig van Beethoven, cuyos
cinco conciertos para piano y su único concierto para
violín (1801-1811) dieron la consagración
definitiva a su desarrollo.
Durante el clasicismo, el concierto creció
aún más. Su estructura era
el reflejo de un compromiso con la forma tradicional del
ritornello, en un alarde de virtuosismo, así como
de las nuevas formas y estilos desarrollados con la
sinfonía. Los primeros movimientos se construían
como una variante del ritornello. Tanto éste como
la primera sección solista se parecían a la
sección de la exposición del primer movimiento de
una sinfonía. El resto del movimiento
también seguía un desarrollo
similar al primer movimiento de
una sinfonía, pero con el solista y la orquesta tocando
juntos o de forma alternada. El movimiento
final era generalmente un rondó con una especie de
estribillo recurrente. Los movimientos lentos quedaban menos
determinados en su forma. Al igual que las sinfonías, los
conciertos se convirtieron en obras grandes, con una personalidad
propia y distintiva, que se interpretaban en salas de concierto
públicas, delante de una gran audiencia.
.
Historia de la sonata
En los siglos XVI y XVII el término sonata,
que aparecía con creciente frecuencia en los
títulos de las obras instrumentales, significaba meramente
pieza sonora instrumental distinguiéndose así de
las composiciones vocales. El término no implicaba
entonces una forma o estilo de composición
específico. La forma y el estilo se desarrollaron en
Italia a finales
del siglo XVI y principios del
XVII, al cultivarse por vez primera la música instrumental a
gran escala. La forma
tenía varias secciones claramente delineadas en tiempos y
texturas contrastantes, como una sección tipo danza seguida
de una melodía lenta con acompañamiento, a la que
seguía una sección rápida en forma de fuga.
Dichas composiciones no necesariamente se llamaron sonatas;
más a menudo se utilizaban los términos
ricercare o canzona. Durante la década de
1630 el número de secciones en dichas piezas tendía
a disminuir a tres o cuatro, mientras que aumentaba la longitud
de las secciones restantes y la estructura
formal se volvía más compleja, incorporando
relaciones a largo plazo en las que intervenían el ritmo,
la armonía, la melodía y otros rasgos musicales.
Finalmente, las secciones se convirtieron en movimientos
separados.
Hacia el siglo XVII emergieron dos
categorías: la sonata da chiesa, o sonata de
iglesia, una
obra seria con cuatro movimientos con la estructura
lento-rápido-lento-rápido y que reflejaba la
complejidad del contrapunto de los más antiguos
ricercare y canzona; y la sonata da camera,
o sonata de cámara, una serie de movimientos cortos con
origen en la danza,
precursora de la suite. La combinación instrumental
más típica para la sonata durante el barroco medio
y tardío fue la sonata a trío: dos instrumentos
melódicos acompañados por el bajo continuo (un
instrumento bajo melódico apoyado por un instrumento
armónico). El maestro por excelencia de la sonata a
trío del siglo XVII fue el violinista italiano Arcangelo
Corelli. También se escribieron sonatas para
pequeños conjuntos
instrumentales (incluidas muchas de Corelli) y para instrumentos
solistas, como las sonatas de Johann Sebastian Bach para
violín y para violonchelo solistas, y las sonatas para
teclados solistas del alemán Johann Kuhnau. También
se escribieron obras para un único instrumento
melódico y bajo continuo, entre ellas las sonatas para
violín del austriaco Heinrich von Biber, autor de las
admirables sonatas del Santo Rosario para
violín.
Durante la época preclásica y del
clasicismo temprano, la sonata da chiesa, influida por la
sonata da camera, evolucionó hacia una forma
definida de tres o cuatro movimientos, el primero de los cuales
generalmente estaba en forma sonata y poseía un tempo
moderadamente rápido, el segundo tempo lento, y el
movimiento
final, en tempo rápido. Cuando se componía un
cuarto movimiento, había un minué que se
insertaba antes del movimiento final. A mediados del siglo XVIII
el término sonata comenzó a utilizarse
únicamente cuando el medio interpretativo era un
instrumento de teclado
solista o algún otro instrumento solo acompañado
por un teclado. La
forma sonata junto con sus principios,
influyeron en la música de la época, no sólo
en las sonatas instrumentales, sino también en las
sinfonías, los conciertos y los cuartetos de cuerda,
así como en otro tipo de música de cámara.
La sonata clásica queda ilustrada con las obras de
Wolfgang Amadeus Mozart, Joseph Haydn y Ludwig van Beethoven, los
grandes maestros del clasicismo vienés. Al igual que la
mayoría de los compositores del siglo XIX, Beethoven
escribió sonatas en cuatro movimientos, pero en sus
últimos años a veces abandonó la
disposición propia de la sonata en favor de una cantidad
de movimientos menor o mayor.
Durante el siglo XIX, la tradición de la
sonata clásica se mantuvo en manos de compositores
austriacos y alemanes del romanticismo como
Franz Schubert, Robert Schumann y Johannes Brahms. Sin embargo,
muchos compositores, entre ellos el pianista polaco
Frédéric Chopin, tenían más facilidad
para las piezas cortas que para las obras de mayores dimensiones;
cuando escribían sonatas, tendían a no tomar en
cuenta las relaciones musicales a gran escala y
escribían movimientos sorprendentemente diferenciados,
cuya estructura
interna realzaban haciéndoles corresponder unos episodios
diferenciados. Otros, como el pianista húngaro Franz
Liszt, no tomaron en consideración gran parte del esquema
tradicional. Su Sonata en si menor es una obra larga en un
movimiento, que se parece al planteamiento del poema
sinfónico.
Los compositores del siglo XX han seguido esquemas
muy diferentes para escribir sus sonatas. Algunas, como las de
Samuel Barber, son largas piezas escritas en la tradición
del siglo XIX. Otras, como las del ruso Ígor Stravinski,
han vuelto a los principios
clásicos de la contención y la claridad formal. Un
tercer grupo, como
las del estadounidense Charles Ives, utilizan el término
sonata de forma indefinida para sugerir en la mente del oyente
las grandes tradiciones del pasado, pero con una estructura y
carácter que tienden al individualismo. El significado del
término sonata, por todo ello, está volviendo a su
definición original, algo ambigua, como pieza instrumental
sin que implique de modo necesario unas características
predeterminadas