Fundamentos que sustentan la formación de gestores ambientales desde el autodesarrollo comunitario
- Introducción
- Conocimientos como
subsistema de la Formación de Gestores
Ambientales - Los valores en la
formación de gestores ambientales desde el
autodesarrollo comunitario para la conservación del
medio ambiente - Las actitudes como
construcción y cognición social del mundo y su
importancia para la formación de gestores
ambientales - Los principios
metodológicos para el estudio de la motivación
superior en relación con la Formación de
Gestores Ambientales - Bibliografía
Introducción
Antes del triunfo de la revolución se ha abordado
la problemática ambiental, desarrollándose un
trabajo minucioso con relación a la protección y
educación del medio ambiente; siendo así que se
aprueba en la Constitución de la República de Cuba
el artículo 27 que postula lo siguiente:
"El estado protege el medio ambiente y los recursos
naturales del país. Reconoce su estrecha
vinculación con el desarrollo económico y social
sostenible para hacer más racional la vida humana y
asegura la supervivencia, el bienestar y la seguridad de las
generaciones actuales y futuras. Corresponde a los órganos
competentes aplicar esta política.
Es deber de los ciudadanos contribuir a la
protección del agua, la atmósfera, la
conservación de los suelos, la flora, la fauna y todo el
rico potencial de la naturaleza".
A partir de este sustento se acuerda en la Asamblea
Nacional de la República de Cuba la Ley No. 81 del Medio
Ambiente que tiene como objeto, establecer los principios que
rigen la política ambiental y las normas básicas
para regulas la gestión ambiental del Estado y las
acciones de los ciudadanos y la sociedad en general, a fin de
proteger el medio ambiente y a contribuir a alcanzar los
objetivos del desarrollo sostenible del país.
Además de brindar atención a la conservación
y uso racional de los recursos ambientales, donde ha jugado un
papel fundamental la educación ambiental desde las
diferentes instituciones, dígase escuela, comunidad,
familia y otros.
La educación, según refiere Jacques Delors
"constituye un instrumento indispensable para que la humanidad
pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia
social".
Sin duda, es la educación la clave para renovar
los valores y la percepción del problema desarrollando una
conciencia y un compromiso que posibilite el cambio, desde las
pequeñas actitudes individuales y la participación
ciudadana en la resolución de los problemas, ante la
adopción de estilos de vida más sanos.
Para ello, se debe potenciar la valoración
crítica, modificar actitudes, valores y desarrollar
comportamientos responsables hacia el medio ambiente y su entorno
en especial, pues esto permite mejorar las relaciones humanas, la
cultura y comprender las relaciones entre el hombre, la
naturaleza y la sociedad.
La formación de gestores ambientales debe partir
y tener en cuenta los principios en que se sustentan la
gestión y la política ambiental cubana porque son
las premisas para la transformación, desarrollo y
educación ambiental. Entre ello se encuentra:
1. Coadyuvar al desarrollo económico y
social sobre bases sostenibles.2. Reconocimiento del derecho ciudadano a un
medio ambiente sano, donde la elevación constante de
la calidad de vida de la población constituye el
centro del quehacer ambiental nacional.3. Constatación del deber social para
con la protección del medio ambiente.4. Aprovechamiento al máximo de los
mecanismos económico-financieros que apoyen el
enfrentamiento de los principales problemas
ambientales.5. Participación activa de todos los
actores sociales, tanto a nivel central como local, sobre la
base de una acción coordinada, fundada en la
cooperación y la corresponsabilidad.6. Proyección de la ciencia y la
tecnología cubana en función de contribuir a la
solución de los principales problemas
ambientales.7. Incremento de la conciencia ambiental, con
énfasis en las acciones de educación,
capacitación y comunicación
ambiental.8. Sustentación del trabajo ambiental
sobre la base de la concertación, la
cooperación y coordinación
intersectorial.9. Consideración de la territorialidad y
la descentralización, como ejes de la gestión
ambiental nacional.10. Aplicación del enfoque
ecosistémico como elemento clave de la gestión
ambiental cubana.11. Desarrollo de una adecuada política
ambiental internacional, procurando niveles efectivos de
cooperación y concertación de las acciones en
esta esfera.
El gestor ambiental debe enfocar su labor en
función de educar sobre una cultura ambiental y lograr
conductas correctas hacia el entorno, es decir, se trata de
educación sobre el medio, educación en el medio y
para el medio.
El gestor tiene que ser una persona con un alto nivel de
integridad, que garantice además de los conocimientos
necesarios, el desarrollo de habilidades y la formación de
valores que hoy exige nuestra sociedad para el cuidado y
conservación de nuestro entorno.
Tal como hemos mencionado, para la formación de
gestores ambientales resulta imprescindible formar conocimientos,
actitudes y valores, de forma tal que se propicie el desarrollo
de habilidades en relación a la conservación del
entorno. En este sentido, concibiendo la formación de
gestores como sistema, abordaremos los conocimientos, actitudes y
valores como subsistemas de la misma, necesarios todos para la
calidad de la formación.
Conocimientos
como subsistema de la Formación de Gestores
Ambientales
En la actualidad existe consenso en reconocer la
máxima complejidad del término medio ambiente como
categoría especial que abarca la realidad física o
inerte, biológica y social, introduciéndose en
todos los ámbitos de la ciencia y disciplinas y por lo
tanto, del conocimiento, los valores y el comportamiento humano.
Por lo que podemos compartir el criterio de que estamos frente a
una unidad de estudio muy compleja, quizás una de las
más complejas que el hombre se ha planteado jamás.
Por esto resulta necesario buscar al menos un enfoque lo
más abarcador posible y a la vez racional y
sintético, que permita su análisis estructural,
funcional y ante todo sistémico.
Consideramos fundamental en la formación de todo
profesional de las ciencias sociales, que pretenda accionar en
las comunidades no perder el sentido holístico de los
factores externos e internos de la propia comunidad que inciden y
afectan el desarrollo de la misma. Un elemento el cual es motivo
de interés, es la formación de gestores
ambientales, lo que aprecio dicha labor, por el alto grado de
relevancia que tiene hoy incidir sobre una problemática
que se hace cada vez mas amplia y abarcadora de procesos
desestabilizadores del desarrollo humano, y no solo esto; sino
cobra mayor importancia pues puede provocar la destrucción
de la humanidad.
Muchos son los factores que se necesitan integrar para
alcanzar un nivel de conciencia crítica que nos permita
revertir la situación. Para esto es imprescindible
apropiarse de un conocimiento determinado, pues sobre esa base
actuamos y dejamos de actuar, se forman los valores y principios
durante todo el desarrollo de la personalidad humana; que
traerá al traste la manera de actuar en incidir sobre el
medio ambiente.
Edgar Morín, psicólogo francés, al
respecto ha planteado que el conocimiento debe utilizar la
abstracción, pero también debe procurar
constituirse en relación con el contexto y por
consiguiente, movilizar todo lo que el individuo sabe sobre el
mundo. La comprensión de datos particulares solo puede ser
pertinente para aquellos que ejercitan y cultivan su inteligencia
general y cita a Marcel Mauss "Hay que recomponer el todo". Es
imposible, desde luego conocer todo acerca del mundo, y de sus
múltiples transformaciones. Pero por difícil que
resulte, hay que intentar conocer los problemas claves del
mundo.
El gestor ambiental debe nutrirse de una cultura general
que les permita por difícil que parezca articular la
esencia de las problemáticas del territorio donde se
interactúa con la comunidad; y debe aglutinar un
conocimiento que le permita identificar causas y consecuencias,
además de identificarse con su entorno y su
infraestructura cultural que lo caracteriza, Este conocimiento
cobra un valor incalculable para el gestor ambiental en su labor
de facilitador de procesos de autodesarrollo comunitario, pues
contempla una labor formativa muy amplia, donde debe revertir el
desconocimiento global que encierra hoy las comunidades sobre el
deterioro ambiental, a una aprensión tal que tribute a una
educación ambiental capaz de internarse en la conciencia
de los sujetos miembros de una comunidad.
Existe una tendencia a encerrar la mayor parte de las
actividades educativas a contextos académicos, a
diferentes niveles, tienden a simplificar la realidad, a
parcelarla y reducirla a explicaciones aisladas, a veces
compartimentadas por los libros de texto, las asignaturas, etc.
Todo ello entorpece el conocimiento integrado que permita
comprender los problemas ambientales en toda su complejidad.
Demasiadas veces dejamos a la intuición y posibilidades de
los estudiantes la más difícil de las operaciones
del aprendizaje, la de articular los conocimientos que reciben
por separado. Ello exige un esfuerzo que debía ser cuidado
y apoyado desde la tarea docente.
Es un error encerrar la educación ambiental a
escenarios meramente académicos, pues a pesar que en ellos
se forman valores y se tributa a ampliar un sistema de
conocimientos fundamentales para combatir desde los espacios
individuales el desorden ambiental, no es suficiente para
alcanzar la transformación necesaria. Considero que cada
profesional debe ser un gestor ambiental, capaz de tributar
independientemente de la rama científica de
formación a una educación ambiental
saludable.
Me apoyo en el concepto de Carlos Álvarez cuando
en términos de educación me refiero;
enfocándolo como proceso integral de formación de
todos los rasgos de la personalidad, entonces considero que no
existen métodos cerrados capaces de lograr este
cambio.
El gestor ambiental debe ser un profesional
comprometido, con un conocimiento de causa tal que pueda
adentrarse en el corazón de las comunidades por
difícil que sea, debe ser capaz de educar, de formar a un
individuo que logre transformar su realidad, en una actividad
colectiva de concientización y producción de
proyectos. Las pretensiones de educar son difíciles, pero
alcanzables, y a esto me refiero, a un autodesarrollo
auténtico de transformación ambiental.
Los valores en la
formación de gestores ambientales desde el autodesarrollo
comunitario para la conservación del medio
ambiente
Un factor importante en la formación de la
personalidad son las actitudes y valores que se forman y
desarrollan hasta llegar a constituir su núcleo regulador
y orientador, nivel superior de desarrollo de la personalidad que
tiene en su base las tendencias orientadoras que le dan al sujeto
el sentido de su vida y crean con estabilidad su actividad
conciente.
Hoy emerge la necesidad de un saber ambiental, donde la
concientización de la complejidad del medio se convierta
en un punto de partida para asumir su dimensión vuelve
impostergable el replantear las coordenadas de la ciencia, con la
intención de que la vida y el propio lenguaje puedan
ajustarse a las nuevas problemáticas que la
degradación ambiental presenta, vinculando el mundo
científico y académico a una practica cotidiana que
urge ser transformada.
Se hace obligatorio el reconocimiento del
fenómeno de la subjetividad en la relación entre la
formación de gestores ambientales y el proceso de la
educación en valores que trae ello consigo, como aspecto
que nos permite comprender los intereses y necesidades de los
individuos en la relación de lo personal y lo social en el
proceso de socialización si se quiere su abordaje desde la
concepción del autodesarrollo comunitario.
Se trataría entonces de educar para desarrollar
la capacidad de valorar, asumir la necesidad de elegir entre
opciones abiertas en diversos ámbitos de la vida humana y
su relación con el medio ambiente, y para desarrollar la
autonomía en el juicio sobre los aspectos valorativos,
sustentada por la justificación racional de cada
elección. Desde la psicología, el énfasis
radica en la formación de la personalidad y sí es
importante un criterio objetivo de valoración, en este
caso vinculado con los efectos de la acción del hombre
sobre el medio ambiente.
La educación ambiental es el espacio propicio
para crear valores que orienten la necesidad de estilos de
desarrollo dirigidos a la protección y conservación
del medio ambiente, la vía para guiar al individuo hacia
un intercambio razonable con la naturaleza. El saber transmitir
mediante la educación ambiental se articula desde una base
ética ambiental. Una ética que se define como
urgencia, como coordenada de reflexión a los
desequilibrios provocados en los diferentes ecosistemas. Su
actividad se construye desde las relaciones
individuo-sociedad-ecosistema, vinculando las estructuras
internas de sus componentes, fundamentando la acción moral
del individuo con valores renovadores que apuntan hacia la
consolidación de esta relación ética
ambiental esta llamada a realizar un análisis de todos
aquellos valores que median la actividad de intercambio
individuo-naturaleza, a internacionalizar, en toda su amplitud,
la sostenibilidad.
En el marco de la Educación Ambiental, la
educación de los valores debe en primer lugar permitir a
la persona que pueda revelarse a si misma, en los elementos de su
propio sistema de valores y en segundo lugar clasificar sus
principales componentes. Seguidamente deberá poder
justificar mejor su apego a ciertos valores, que ya son
más fáciles de expresar. Como consecuencia de este
proceso se va dibujando un sistema de valores, actitudes,
comportamientos, del que cada cual es responsable.
Para esto, la educación ambiental mediante la
formación de gestores ambientales deviene clave toda vez
que se precisan renovaciones desde los valores y la propia
percepción del problema, desarrollando una conciencia y un
compromiso que posibilite el cambio desde las pequeñas
actitudes individuales y desde la participación e
implicación ciudadana en la resolución de los
problemas, ante la adopción de estilos de vida más
sanos.
La metodología del autodesarrollo comunitario,
por supuesto que no discrepa con estas necesidades, sino que
aporta herramientas que permiten el análisis que nos
comprende, en la comprensión de las subjetividades en
virtud de sus expresiones objetivas respecto a la
conservación medioambiental desde la emancipación
como eje rector en la diversidad vincular que ello trae
consigo.
Hablamos así, de elementos que inciden en el
abordaje de la formación de gestores ambientales mediante
el desarrollo de una conciencia crítica desde el
análisis de las formas de pensar e interpretar las
realidades que nos rodean; cuestión esta que considera el
reactuar y la distinción entre saber, pensar y actuar y
suponiendo ello tener una actitud positiva e integradora de
aquellos valores que requieren ser reforzados de acuerdo a las
necesidades actuales.
Los gestores ambientales no pueden perder de vista que
debido a la relación hombre–naturaleza, heredada en
ocasiones, los valores ambientales dejan de operar en el sistema
de necesidades del grupo social sobre el que incide el programa
educativo. Esta respuesta está fundamentada sobre la
respuesta de un nuevo saber que necesita de tiempo de
asimilación, apropiación y concientización
por parte de la comunidad a la cual se le propone la necesidad
del cambio, de la incorporación de un nuevo saber con
relación al medio.
El propósito de formación de conciencia
ambiental estaría ambientado en la formación de una
educación ambiental, entendida esta como un proceso de
aprendizaje y comunicación en las cuestiones relacionadas
con la interacción de los seres humanos con su medio
ambiente, tanto global como natural, y del creado por el hombre
del cual les permite participar responsable y eficazmente en la
prevención y solución de los problemas ambientales.
De esta forma estarían implicados no solos los actores
sociales de la comunidad sino que se verían, en igual
compromiso de formación los organismos e instituciones
gubernamentales, los medios de comunicación, las
organizaciones sociales, sus interrelaciones y el papel
integrador que las fusiona en la sociedad.
Se debe recordar siempre que la educación es
preparar para el mundo de la vida, ello implica tener presente
dos dimensiones de acción o de comportamiento: el mundo de
la vida individual y el mundo de la vida social. La subjetividad
se abre a las dos dimensiones, la individual o el
autoconocimiento y la autoestima personal y la subjetividad
colectiva o el autoconocimiento y la autoestima como, parte de un
todo, desde los diferentes niveles de interacción
social.
La educación es un ejercicio socializador en el
que nos incorporamos a un torrente de un mundo ya existente
cargado de contenidos y jerarquías y esto hace volver al
conocimiento psicológico y retomar el concepto Proyecto de
Vida [1]como un sistema principal de la persona en
su dimensionalidad esencial de la vida, es un modelo ideal sobre
lo que el individuo espera o quiere hacer y ser, que toma forma
concreta en la disposición real y sus posibilidades
internas y externas de lograrlo, definiendo su relación
hacia el mundo y hacia si mismo, su razón de ser como
individuo en un contexto y tipo de sociedad
determinada.
Las actitudes
como construcción y cognición social del mundo y su
importancia para la formación de gestores
ambientales
A principios del siglo XX comienza a definirse el
concepto de actitud social por Thomas y Znamiecki.
Posteriormente, Lapiere investiga el concepto y se gesta el
dilema sobre actitud, en torno a una gran polémica que se
extiende hasta la actualidad sobre la funcionalidad o no del
concepto. El cuestionamiento fundamental es si realmente la
actitud regula la conducta. Esto resulta un tema esencial para la
formación de gestores ambientales, en tanto es
imprescindible desarrollar actitudes que favorezcan la
protección medioambiental y de este modo se propicia que,
al asumir estas actitudes, las personas se formen como gestores
ambientales.
G. N. Allport (1954) considera la actitud como una
posición, una relación consciente hacia un objeto;
como relación valorativa de aceptación o rechazo.
Concibe la actitud como movilizadota de la conducta de manera
efectiva, por lo que atribuye a la actitud una función
reguladora del comportamiento.
Para Eagly y Chaikan (1993), en tanto, la actitud es una
tendencia psicológica que se expresa mediante la
evaluación de una entidad u objeto concreto con cierto
grado de favorabilidad o desfavorabilidad.
En relación con la Educación Ambiental,
consideramos que la actitud se forma, tiene que haber una
organización y preparación anterior, de forma que
resulte una actitud tan elaborada que la persona necesite
sólo ejecutarla. En relación con su sistema de
valores, si la conciencia ambiental, entendida como proceso de
aprendizaje y comunicación en las cuestiones relacionadas
con la interacción de los seres humanos con su medio
ambiente, tal como hemos referido al abordar el tema de valores,
se revela y expresa en la persona, será más
favorable la formación de actitudes coherentes que
propicien el desarrollo personológico como gestores
ambientales.
Los principios
metodológicos para el estudio de la motivación
superior en relación con la Formación de Gestores
Ambientales
Si bien resulta necesario comprender la importancia del
conocimiento, valores y actitudes en el proceso de
educación ambiental desde el paradigma del autodesarrollo
comunitario, es imposible, desde el postulado psicológico,
no abordar la temática de la motivación.
El estudio de la motivación humana no puede ir
orientado a la simple determinación de la existencia o
ausencia de determinados motivos en la personalidad, pues la
existencia de un motivo no permite explicar una serie de
importantes fenómenos en el campo de la motivación,
como son los siguientes:
1. La efectividad del motivo en su
expresión conductual.2. El lugar que el motivo ocupa en la
jerarquía de motivos de la personalidad.3. El potencial consciente del motivo para
responder a objetivos situados en una perspectiva temporal
distinta.
P.M. Yakobson refiere que la motivación se
incluye en las formaciones psicológicas que pueden influir
sobre la conducta y los actos del hombre, pero el hecho de
enumerar estas formaciones no descubre en qué forma
psicológica actúan todas estas en el hombre cuando
motivan su conducta.
Precisamente comprender de la forma psicológica
en que actúan las formaciones motivacionales de la
personalidad debe constituir un punto esencial para comprender la
importancia de la motivación en la formación de
gestores ambientales, teniendo en cuenta que llegar a conocer las
regularidades psicológicas del proceso motivacional
facilitaría influir en la conducta.
Si definimos los sistemas motivacionales por la
participación mediata de la conciencia en la
regulación motivacional, un principio metodológico
debe ser la determinación de las necesidades y motivos que
integran estos sistemas motivacionales mediante las
manifestaciones conscientes de la personalidad.
Esta identificación de motivos constituye un
complemento esencial para la comprensión del proceso de
educación para la formación de gestores ambientales
desde el postulado psicológico.
En resumen, tal como hemos comprendido los
conocimientos, actitudes, valores y motivación como
subsistemas del proceso de Educación Ambiental, en la
interrelación de todos ellos radica, desde nuestro
postulado psicológico, la esencia de la calidad del
proceso de formación de gestores ambientales. El reto,
desde nuestra posición, radica en integrarlo de manera
coherente con los principios de participación y
cooperación, pilares del autodesarrollo
comunitario.
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Autor:
Lic. Roswel Borges Castellanos
Lic. Miguel Ángel Ortiz
Rodríguez
[1] D’ Ángelo, O. Proyecto de
Vida como categoría básica de la
interpretación de la identidad individual y social. En:
Revista Cubana de Psicología Vol.17, No.3 U. H. La
Habana, 2000. pp. 36.