Educar en valores es como tallar un diamante. Para
que se despliegue la plenitud de su esplendor debe ser tallada
íntegra ya armónicamente. Dejar una de sus facetas
sin tallar le impedirá cualificarse en todos sus visos
belleza y perfección como diamante. Una persona a
quién no se le proporcione una intencionada, adecuada y
oportuna educación en valores no podrá realizarse a
plenitud como humano.
Ramos.
Resumen
Es el conocimiento ético sobre la actividad
práctica el camino acertado hacia la desenajenación
humana. Esta pequeña reflexión filosófica
nos induce a pensar que la educación como base del
desarrollo social es un tema que fue previsto desde los tiempos
de los clásicos y, y que hoy se transforma, toma nuevos
matices, mayores alcances y otras perspectivas en respuesta a las
necesidades de las sociedades actuales, teniendo como diana el
desarrollo científico-técnico, el mejoramiento
humano, así como diagnosticar problemas de salud y aplicar
novedosas terapéuticas. Pero la construcción de una
nueva sociedad en Cuba ha exigido la formación de
profesionales y técnicos en todas las esferas con un
elevado nivel científico y un alto nivel ético
– mora y que sea capaz de evidenciarlo en la
práctica cotidiana. En la carrera de Medicina la
dificultad se centra en que, por lo general, los
currículos de las diferentes especialidades cuentan con
muy escasas materias que aporten una formación
ética a los estudiantes y los doten de los valores
auténticamente humanos que necesitarán en su
entorno profesional. Llevar a cabo una formación
médica integral que abarque las dimensiones
psicológicas, pedagógicas y sociales del hombre
desde una formación axiológica que tribute al
perfil del egresado que se pretende formar. El objetivo general
del trabajo se centra en fundamentar la necesidad de
formación en valores éticos profesionales en el
futuro profesional de las Ciencias Médicas mediante la
enseñanza de la Ética Médica como uno de los
problemas más apremiantes de esta ciencia en la
actualidad.
Introducción
Es el conocimiento ético sobre la actividad
práctica el camino acertado hacia la desenajenación
humana. Esta pequeña reflexión filosófica
nos induce a pensar que la educación como base del
desarrollo social es un tema que fue previsto desde los tiempos
de los clásicos, y que hoy se transforma, toma nuevos
matices, mayores alcances y otras perspectivas en respuesta a las
necesidades de las sociedades actuales, teniendo como diana el
desarrollo científico-técnico, el mejoramiento
humano como ser social y la necesidad de pensamientos comunes que
trasciendan fronteras como parte de un proceso de
globalización que no es mas que una muestra del principio
de concatenación universal. Atendiendo a lo anterior, para
un nuevo siglo los retos de la educación superior en la
formación profesional plantean la necesidad de un nuevo
proceso educativo fundamentado en los principios de excelencia,
calidad, pertenencia y expansión (1).
La construcción de una nueva sociedad en Cuba
exigirá la formación de profesionales y
técnicos en todas las esferas con un elevado nivel
científico y un alto desarrollo de rasgos morales y
sociales de la personalidad, en concordancia con la Ley
fundamental y los nuevos lineamientos de la política
económica y social del Partido y La Revolución
referente a la educación (2,3), lo cual cobra especial
significación en la práctica médica por
cuanto es el ser humano el objeto de su trabajo, lo que le otorga
a la profesión una carga de sensibilidad mayor. Las
profesiones médicas en nuestros días se han ocupado
de incorporar a sus diseños curriculares los conocimientos
científico-técnicos más avanzados, que
permiten analizar la estructura y el funcionamiento del ser
humano, así como diagnosticar problemas de salud y aplicar
determinadas terapéuticas. Sin embargo, esta tendencia
está acompañada desde hace varias décadas,
de la comprensión de la necesidad de llevar a cabo una
formación médica integral que abarque las
dimensiones psicológicas y sociales del hombre desde una
formación axiológica que tribute al perfil del
egresado que se pretende formar.
En tal sentido, el profesor es el transmisor fundamental
del modelo de pensamiento y actuación en el colectivo
estudiantil. El puede ser capaz de prescindir de todo aspecto
histórico-social o axiológico y enseñar una
lógica especial propia de las ciencias biomédicas
que exprese los conocimientos necesarios para dominar los
elementos, estructuras o funcionamientos de la biología
humana (4); pero este actuar simplista implicaría
desestimar la oportunidad de educar al futuro profesional de la
medicina en una visión mucho más integral, que
incluya un verdadero enfoque humanista. Ambas dimensiones, lejos
de ser contrarias, se complementan, ya que el acelerado avance
científico y tecnológico genera nuevas
complejidades en las organizaciones y sistemas de salud, las
cuales producen transformaciones en todos los ámbitos y
sectores de la sociedad, originando un cambio social y cultural
irreversible.
Pero si tenemos en cuenta el enfoque
histórico-cultural asumido por diversos autores,
psicólogos y pedagogos de orientación marxista, en
su comprensión de los valores y su educación, no
debe esperarse que la educación moral se produzca de forma
espontánea, sino como una labor especialmente concebida
sobre bases científicas, en particular sobre las
regularidades de la psicología del desarrollo y social
(5). En el proceso de enseñanza-aprendizaje, que comprende
lo educativo, esta faceta se logra con la formación en
valores, sentimientos que identifican al hombre como ser social,
además, lo educativo comprende desarrollo de convicciones,
y otros elementos de la esfera volitiva y afectiva que junto con
la cognitiva permiten hablar de un proceso de
enseñanza-aprendizaje que tiene por fin la
formación multilateral de la personalidad del hombre
(6).
En nuestra rama la dificultad se centra en que, por lo
general, los currículos de las especialidades
biomédicas cuentan con muy escasas materias que aporten
una formación axiológica que ayude a los
estudiantes a concienciar una comprensión global adecuada
acerca de cuales son los valores auténticamente humanos y
de cómo realizar una valoración correcta de la
realidad con la que el hombre se vincula, unido a la capacidad de
aplicar todo ello en su actividad social.
El objetivo de esta ponencia se satisface si se logra
fundamentar la necesidad de formación en valores
éticos profesionales en el futuro profesional de las
Ciencias Médicas mediante la enseñanza de la
Ética médica como uno de los problemas más
apremiantes de la ciencia actual.
Desarrollo
Los autores consideran prudente enunciar las
definiciones asumidas para algunos términos empleados en
este trabajo que en sí, llevan implícito la
importancia de la implementación del tema en la escuela
médica superior. Es la Medicina legal la especialidad a la
cual se le ha atribuido habitualmente la enseñanza de la
Ética Médica en los modelos tradicionales de la
educación, tal vez por ser una de las disciplinas que, por
su contenido, responde a los intereses superiores de la sociedad.
La misma se define como la aplicación de los conocimientos
médicos y demás ciencias auxiliares a la
investigación, interpretación y desenvolvimiento de
la justicia social. (7).
En concordancia con el título, cabe definir los
términos, Ética y excelencia. El vocablo
Ética, se deriva del griego ethos, la palabra moral, del
latín Moris Ambos significan lo mismo, hábitos,
costumbres. En tanto, la Ética Médica es la
manifestación particular de la ética que trata de
los principios y normas que rigen entre los trabajadores de la
salud (8). Incluso existen conocimientos necesarios y que constan
en otras ciencias que en su surgimiento dan continuidad a la
Ética como es el caso de la Bioética. Desde que
Potter emitiera por primera vez el término Bioética
en 1971, una diversidad de estudiosos de esta nueva disciplina
han ofrecido variadas definiciones. Los autores consideran dos de
las que entiende más abarcadoras; Pérez
Cárdenas y col, 2000 la consideran como un nuevo paradigma
cultural en proceso de conformación, de carácter
humanista y proyección global, orientado hacia el
redimensionamiento ético de la actividad y
correspondientes relaciones sociales que afectan la vida en el
planeta y, consecuentemente la vida y el bienestar de
hombre.
El doctor José R. Acosta Sariego,en su obra
Bioética para la sustentabilidad, la define como la
disciplina que se ocupa del estudio y la reflexión en
torno a la dimensión e implicaciones humanísticas y
éticas de los avances en las ciencias, las profesiones de
la salud y de las políticas relativas a la atención
de la salud y la ecología. Plantea que es además
una metodología de solución racional de los
problemas que surgen de acciones y toma de decisiones que
conforman problemas y dilemas éticos en los escenarios
científicos y clínicos, tanto al nivel personal
como colectivo. (9)
Eugenio Selman entiende a la excelencia en la
atención médica como hacer desde nuestro puesto de
trabajo lo que queremos que otro haga si tuviera que realizar ese
trabajo para nosotros. Obtener lo óptimo del trabajo con
el mínimo de gasto posible. El fin de la excelencia es dar
satisfacción, satisfacción para quienes trabajamos
y satisfacción personal al realizar excelentemente la
tarea que nos corresponde. (10)
Realizar un análisis crítico sustentable
al diseño curricular de la carrera requiere tomar partido
en las diferentes definiciones. De ellas eexisten
múltiples, según el enfoque de la educación.
Los autores asumen como tal el resultado de la previsión
colectiva para la formación integral de un estudiante, en
un determinado contexto histórico social, que se expresa
en documentos normativos y orientadores (planes de estudio,
programas, asignaturas, etc.) y su realización a
través de una determinada organización de proceso
docente educativo, que responde a necesidades y exigencias de la
sociedad y que se somete a estudios de seguimiento y
evaluación. Es el conjunto de actividades de aprendizaje
para un tipo de formación deseada por sectores
interesados, que se genera de una propuesta político
educativa que viene determinada por exigencias y demandas
socioculturales, del desarrollo científico,
tecnológico y profesional, así como de la
naturaleza de los estudiantes y del proceso de enseñanza
en las áreas del conocimiento o disciplinas que sustentan
su diseño y realización. (11)
La enseñanza de la Ética en las Ciencias
Médicas se ha ido desarrollando a través de la
historia con amplias perspectivas de aplicación en
aquellos tipos de sociedades que promueven el desarrollo y
satisfacción igualitarios de las necesidades de todos sus
miembros, a través de su inserción social como
sujeto de la historia. Alguna de las estas ideas, posteriormente
concretadas en el enfoque originado a partir de la escuela
histórico cultural de L. S. Vigotsky y seguidores (12) ya
se habían venido desarrollando en nuestro país
desde los tiempos del llamado ciclo de oro (1811-1824) en que se
impartieron sucesivamente en la Facultad de Filosofía el
grupo de asignaturas de Lógica, Física,
Metafísica y Moral por tres de las más grandes
figuras del pensamiento y la cultura cubanos, el
presbítero Félix Varela Morales y los licenciados
José Antonio Saco López y José de la Luz y
Caballero, precedido únicamente por la enseñanza de
Moral por frailes y obispos en seminarios de algunos lugares del
país.
A partir de 1840 y sobre todo después de la
reforma universitaria de 1842 se pone de texto tanto en la
Universidad como en los Seminarios el libro Ética, del
sacerdote y filósofo catalán Jaime Luciano Balmes.
En muchos colegios particulares también se impartió
Ética. Por estos años la ética sólo
se enseñaba en Cuba en los Institutos de Segunda
Enseñanza y los Seminarios Conciliares y esta
situación va a continuar hasta 1900 destacándose
por entonces la figura del doctor Enrique José
Varona.
Hasta el arribo a la cátedra de Medicina Legal y
Toxicología, como profesor titular, del doctor Raimundo de
Castro y Bachiller en 1923, no se enseñaron, en el ese
siglo, contenidos de ética médica en ninguna de las
asignaturas de la Facultad de Medicina de la Universidad de La
Habana. La enseñanza de la ética médica se
circunscribirá, en los próximos decenios, a lo
referido en el período anterior en la esta cátedra,
bajo la regencia hasta 1954 del doctor Raimundo de Castro
Bachiller y después por sus seguidores los doctores Juan
Blanco Herrera, Esteban Valdés-Castillo Moreiras y
Francisco Lancís Sánchez. (13)
Con la reforma general de la enseñanza puesta en
vigor en las universidades cubanas el 10 de enero de 1962,
comienza un período de silencio en la docencia de la
ética en el país, pues no se incluye como materia
de estudio ninguno de sus sistemas, ni aún la ética
marxista-leninista, en las diferentes carreras de
humanidades.(14)
En la Facultad de Medicina de la Universidad de La
Habana en la segunda mitad de 1960 asciende a profesor titular
jefe de la cátedra de Medicina Legal y Toxicología
el doctor Francisco Lancís Sánchez,
discípulo predilecto del profesor Castro Bachiller y su
colaborador más asiduo no sólo en la cátedra
sino también en su libro Lecciones de Medicina Legal y
Toxicología, en cinco tomos, quien se va a convertir a
partir de entonces en un verdadero propulsor de la
enseñanza de la ética médica en
Cuba.
Al ponerse en vigor en 1978 un nuevo plan de estudios
para la Carrera de Medicina en todas las Facultades
Médicas del país, se creó la asignatura de
Ética y Deontología Médicas en el primer
semestre del segundo curso y con ello se hacía realidad el
viejo anhelo, forjado siglo y medio antes por las figuras
más relevantes de la cultura y el pensar
cubano.
Desde hace algunos años el Estado cubano ha dado
a las profesiones de las ciencias médicas una
óptica diferente para estar en consonancia con los retos
que impone el mundo actual cada vez más globalizado, con
situaciones políticas, sociales y naturales cada vez
más difíciles de resolver por su complejidad, la
tendencia izquierdista creciente de muchas naciones del tercer
mundo y el incremento de las misiones hacia estos países
del personal médico.
En el perfil de estos debe encontrarse bien precisado el
objeto de la profesión. Todo lo anterior deja claro la
relación estrecha entre los problemas profesionales que
debe resolver el estudiante al egresar y el contenido de lo que
se debe estudiar (15). Por ello la formación ética
de excelencia es una meta que debe asumir la escuela
médica superior desde una visión integradora y como
proceso de permanente profundización, actualización
y perfeccionamiento, si aspira a brindar servicios integrales de
salud en el cumplimiento de sus propósitos.
(16)
Cabe preguntar: ¿A qué se debe tal
complejidad en el entorno profesional que requiera nuevos matices
y mayor profundidad en la formación en valores del futuro
profesional de la salud en los tiempos actuales?
-Enorme progreso de la tecnología de la salud
en los últimos años: a punto de partida de una
visión distinta y renovadora de la dirección del
país en relación con nuestro sistema de salud,
nunca antes se habían dedicado tantos recursos para que
los avances científico técnicos alcancen a toda la
población. En tal sentido podemos afirmar en concordancia
con Borgman que la ciencia y la tecnología también
tienen impacto sobre nuestro mundo particular al imponer nuevas
relaciones interpersonales, nuevas jerarquías sociales,
nuevas expectativas y necesidades personales, nuevos problemas a
solucionar y nuevos desafíos
éticos(17).
-Modificación de la relación
medico-paciente con la introducción del derecho en la
medicina (Derecho médico):la jurisprudencia, como en
todas las esferas sociales, también ha incursionado en el
desempeño profesional del médico, velando por el
cumplimiento de preceptos que de ser violados, pueden constituir
figuras delictivas.
Se recogen, por ejemplo, en diferentes cuerpos legales
como el Código Penal vigente y la Ley de procedimiento
penal, lo que conocemos como deberes médicos establecidos
por la Ley. Entre estos se incluyen el cumplimiento del deber de
denunciar, la obligación a la prestación de
auxilio, brindar asistencia médica y la norma
jurídica del secreto profesional (18).
–Acceso igualitario a todos los servicios y la
distribución igualitaria de recursos económicos
limitados: nuestro país, a pesar de todas las
presiones de que es objeto y las dificultades que atraviesa en su
proceso de desarrollo, ha logrado niveles de crecimiento
superiores a América Latina en su conjunto (19) e
indicadores sociales comparables con los del primer mundo,
gracias a la aplicación de políticas caracterizadas
por la planificación y el control riguroso de la
explotación de sus recursos, aún limitados,
así como por la equidad en su distribución con
especiales medidas de protección a los grupos sociales
más vulnerables.
–Gran apertura hacia el terreno internacional:
cuando miramos alrededor nuestro vemos que profesionales de todas
las ramas y categorías de la medicina han marchado a
colaborar con países de la mayoría de los
continentes, y no solo a brindar asistencia, sino también
a contribuir con la formación de recursos humanos en esos
países, lo cual ha exigido una mayor preparación y
calificación profesional. Por otra parte, son cada vez
más conocidas y aceptadas en el mundo las producciones de
equipamientos médicos, medicamentos, vacunas entre
otras.
–Necesidad de recuperar, mantener y mejorar el
cumplimiento de los principios de la Ética y
Deontología Médicas: es innegable que durante
los años de periodo especial hubo una pérdida
generalizada de valores éticos y nuestro sector no
escapó a ello. Hoy que la realidad es otra, es necesario
retomar el principio de que nuestro sistema de salud es, en
esencia, humanista en sus propósitos, políticas y
acciones y que promueve valores éticos imprescindibles
para el desempeño profesional (20).
Los autores han venido refiriéndonos a la
enseñanza de la Ética Médica como
ciencia de la moral y no ha sido casual. De hecho, no existe una
asignatura específica e independiente que se refiera a
ella. Abogamos por un profesional de excelencia y no tenemos un
programa que trate sobre tan importante materia. En la carrera de
medicina se incluyen algunas conferencias como parte de la
asignatura Medicina Legal y otras carreras ni las mencionan en su
programa de formación. No puede ser menester de la
Medicina Legal la enseñanza de esta ciencia, aún
cuando ha sido, por vocación histórica su
ocupación.
Los programas actuales adolecen de disciplinas que
acercan al profesional sanitario a la realidad de un entorno
social rápidamente mutante, aún cuando
científicamente adquieren la preparación adecuada.
En tal sentido se propone que la Ética médica, se
introduzcan de algún modo en los programas de
formación del Médico General Básico, ya sea
desde el pregrado o el postgrado, en concordancia con la
visión cognoscitiva de que la actividad educativa debe
contribuir a la formación axiológica paralelamente
a la formación científica con el objetivo de
desarrollar cualidades en los estudiantes como la
autonomía, la responsabilidad ante sus decisiones, la
crítica, el desinterés, el sacrificio, el
patriotismo, el humanismo y otros tantos valores que no deben
faltar en la personalidad de un profesional de la medicina
(21,22).
En tanto, asumimos que existen otros retos que pueden
ser alcanzados atendiendo a las mismas variables descritas pero
que responden a intereses muy superiores de nuestra sociedad,
como pueden ser lograr la excelencia en todos los servicios de
salud a todas las instancias, para lo cual es necesario alcanzar
los objetivos trazados para la educación superior, que
incluye formar ciudadanos responsables y competentes, desarrollar
la investigación científica y transmitir la
cultura, en fin, lograr lo que nuestro comandante en Jefe ha
propuesto en muchos de sus discursos, que no es más que
hacer de nuestro país, un país de hombres de
ciencia.
Conclusiones
El principio del desarrollo, reconocido como una de las
direcciones del movimiento en general, que se expresa como la
tendencia del paso de un nivel inferior a uno superior,
cualitativamente más complejo, aplicado a los objetivos de
lograr la excelencia en los servicios de salud, presupone un reto
que debe asumir la escuela médica superior. La
formación de un profesional de la salud mucho más
integral exigirá romper esquemas tradicionales y formar
nuevos esquemas que respondan a los fundamentos
filosóficos de la educación. Por ello consideramos
que los programas actuales adolecen de disciplinas que acercan al
profesional sanitario a la realidad de un entorno social
rápidamente mutante, aún cuando
científicamente adquieren la preparación adecuada.
En tal sentido proponemos que la Bioética y la
Ética profesional médica se introduzcan de
algún modo en los programas de formación del
Médico General Básico, como tributo indispensable
en la formación profesional de excelencia en las
vertientes de las Ciencias Médicas.
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Autor:
Osdermi León
Marrero*
Pedro Cabrera Castillo**
Delfina E. Mesa Zamora***
Dayamí Rodríguez
Esmorís****
*Especialista de primer grado en
Medicina Legal.
Profesor asistente.
** Licenciado en
Filosofía.
Profesor asistente.
***Licenciada en Marxismo
Leninismo.
MSc. En Ciencias de la
Educación
Profesora asistente.
****Licenciada en marxismo-leninismo e
Historia
Profesora asistente
MSc. En Ciencias de la
Educación.
V Taller Científico Pensamiento y
Sociedad."
FCM Matanzas, filial,
Colón.
-20012-