- Introducción
- Conceptualización preliminar a la
"voluntad de sentido" en el hombre actual - Génesis de la "voluntad de
sentido" - La
frustración existencial - Conclusión
- Bibliografía
Introducción
En el curso de este largo peregrinar, el hombre de
nuestra era contemporánea, se encuentra involucrado en la
búsqueda de la realización plena del sentido de su
vida, el cual se une como uno más a esta gran multitud que
buscan encontrarle sentido pleno y concreto a la propia
existencia.
Ya en el culmen de mis estudios filosóficos,
sintiendo la gran necesidad de los seres humanos de la actualidad
que se sienten frustrados y preocupados por el sin sentido de la
vida a causa de múltiples problemas que afloran en los
diferentes grupos sociales; me ha impulsado investigar, desde un
punto de vista antropológico-psicológico, todo lo
que está en mis posibilidades, sobre esta
problemática existencial como un gran desafío al
que la humanidad entera está involucrada; al mismo tiempo
descubrir las consecuencias que esta origina, en el individuo y
los múltiples métodos que se emplean para tratar de
encontrar un sentido y un por que de la supervivencia en esta
patria terrenal.
Sabemos por resientes investigaciones que el hombre
actual no sufre tanto bajo el sentido de que tiene menos valor
que otros, sino más bien por el sentimiento de que su
existencia no tiene sentido. Muchos científicos entre
ellos los psicólogos, buscan el porqué de este sin
sentido que el hombre afronta diariamente, en el trabajo, en la
familia, en los campos de lucha (la guerra, la
subversión), la pobreza material, la enfermedad, el
sufrimiento. Frustración existencial que si se llega a
generalizar en el Logos del individuo, puede llegar a tener
consecuencias catastróficas e incluso a optar por su
propia extinción (la muerte).
Este sin sentido ocasionado por la frustración
existencial, se experimenta a simple vista en toda circunstancia
de la vida, propagándose de manera silenciosa en
países no solamente sub desarrollados, si no que repercute
con más intensidad en países industrializados en
donde la tecnología esta reemplazando en gran medida, el
trabajo que ha sido desde siempre tarea del hombre,
dejándolo al mismo tiempo en la desocupación que
poco a poco y en gran medida repercute negativamente en el
individuo como en las grandes masas de personas que no encuentran
una meta , un objetivo que cumplir en su existir.
Pero propiamente los jóvenes de nuestra era
contemporánea son los más afectados por este
complejo de vacuidad, sintiéndose sumidos en el más
profundo sentimiento de frustración, o absurdo como lo
llama "Albert Camus", que es la causa de la falta del
cumplimiento de un deber o una misión que haga sentar los
pies sobre la tierra y den un vistazo así mismos en un
profundo análisis existencial.
De esta manera como joven que soy y no ajeno a los
problemas que constantemente afloran a nuestra experiencia
personal, me siento como uno más en la gran multitud que
buscamos encontrar un objetivo pleno que cumplir o mejor dicho
buscamos el sentido pleno, concreto e integral de nuestra
existencia, o como Víktor E Frankl la llama "LA
VOLUNTAD DE SENTIDO". De esta manera me he dedicado a
investigar este tema que es de actualidad y al mismo tiempo lo
considero de vital importancia para una sólida
formación integral.
CAPITULO I
Conceptualización preliminar a la
"voluntad de sentido" en el hombre actual
Antes de abordar con precisión y detalle el tema
de la "voluntad de sentido" boy a hacer una breve
investigación gnoseológica sobre los conceptos
fundamentales que considero importantes para desarrollar el tema
al cual me estoy refiriendo en esta
investigación.
VOLUNTAD
Se define como, potencia del alma que nos mueve ha hacer
o no hacer algo (elección de una cosa, sin precepto o
impulso externo que obligue a ello. Acto con que la potencia
volitiva, admite o rehuye una
cosa).[1]
El concepto de voluntad es desde siempre el exponente de
la libertad humana. Un ataque contra este concepto parece minar
los fundamentos de la capacidad de decisión humana y de la
propia inteligencia moral, patrocinando en su lugar un
determinismo incompatible con la mencionada dimensión
antropológica.
El estudio científico de la voluntad humana con
sus actos y manifestaciones interesa a diversas ciencias, de modo
especial a la Psicología, la moral, el derecho, la
pedagogía y la teología. Aquí se va ha
tratar sólo desde el punto de vista de la
Psicología
1.1.1 Voluntad en Psicología
La Psicología estudia la voluntad como potencia o
facultad del alma, con sus actos y propiedades tal como son y se
manifiestan sin más. Se presentan pues, en esta voz sobre
la voluntad, dos artículos de Psicología, uno desde
un punto de vista más filosófico y el otro desde un
punto de vista más experimental que como se verá,
se complementan ("Psicología filosófica" y
"Psicología experimental"); evidentemente, con estos dos
artículos no se agota el estudio de la
voluntad.
Psicología
filosófica
a) El nombre y sus sentidos. La palabra voluntad,
que proviene del latín voluntas, puede significar
tres cosas, como señala Tomás de Aquino: unas veces
la potencia de querer, otras el acto de querer y otras lo querido
mismo. Este último sentido es el más forzado y
traslaticio. En castellano, a la facultad de querer se le llama
propiamente voluntad y al acto de querer,
volición.
b) Lo voluntario. Es lo que procede de un
principio intrínseco, con conocimiento del fin. La
procedencia de un principio intrínseco es como el elemento
genérico de esa definición, mientras que el
conocimiento de fin es como el elemento específico de la
misma. Por esta razón, lo voluntario se opone, tanto a lo
violento y lo artificial, como a lo natural no viviente y a lo
viviente no cognoscitivo. De aquí que lo voluntario se
divida en perfecto o propiamente dicho, que tiene un conocimiento
intelectual del fin imperfecto o impropiamente dicho, que se
apoya en un conocimiento sensitivo de aquello que es fin, pero
que no alcanza al fin como tal.
Por último, lo voluntario puede ser directo e
indirecto: Se llama voluntario directo a lo que procede
positivamente de la voluntad, y voluntario indirecto, a lo que no
procede positivamente de la voluntad, pero le es
imputable.
Por su parte, lo involuntario, que es lo contrario de lo
voluntario, puede deberse a una de estas cuatro causas:
violencia, miedo, concupiscencia e ignorancia.
La violencia procede de un principio
extrínseco sin cooperación alguna de lo
violentado, sino con resistencia y oposición por parte
de este. La violencia no puede afectar a los actos
elícitos de la voluntad, sino sólo por actos
imperados.[2]El miedo, no quita enteramente la voluntariedad, si
no que produce un acto mixto de voluntario y de involuntario;
S. Tomás lo considera como una violencia
condicionada.La concupiscencia, es decir, la pasión del
apetito sensitivo respecto del bien sensible, no causa de
suyo lo involuntario, sino que más bien aumenta la
voluntariedad. Sin embargo, a veces, una opción
vehemente puede impedir el uso de la razón y por
consiguiente privar del conocimiento del fin y entonces la
concupiscencia causa lo involuntario.La ignorancia, cuando es antecedente al acto de la
voluntad e invencible, causa lo involuntario precisamente por
falta de conocimiento del fin; cuando es concomitante al acto
de la voluntad, causa asimismo lo involuntario por la misma
razón; pero cuando es consiguiente a dicho acto, como
es una ignorancia querida, no causa lo involuntario, si no
que es un signo de voluntariedad.
1.1.3 Voluntad como facultad
Se trata de una facultad operativa activa, a diferencia
del entendimiento llamado "posible"que es una facultad operativa
pasiva. En efecto, el entendimiento posible no puede pasar al
acto de conocer sino es previamente inmutado por la especie
inteligible impresa, y además depende en su ejercicio del
impulso de la voluntad.
El objeto de la voluntad es el bien en toda su amplitud
y por eso se entiende al fin y a los medios, que son divisiones
del bien particular, pero el ámbito de su apetencia no se
agota sino con el bien absoluto o sin restricción alguna;
por eso la voluntad es libre frente a todos los bienes
particulares, y no lo es frente al bien sin más. De esta
amplitud del bien de la voluntad se sigue que esta es una
facultad inorgánica o espiritual, pues únicamente
el ser espiritual tiene la apertura trascendental que la voluntad
tiene. Comparado con el entendimiento, la voluntad tiene la
primacía en el orden del ejercicio, ya que el mismo
entendimiento está sometido al influjo de la
voluntad;[3] pero en el orden de la
especificación la primacía la tiene el
entendimiento, pues la voluntad no apetece sino el bien que el
entendimiento le presenta, y nada es querido si antes no es
conocido. Conceder a la voluntad una primacía absoluta
sobre el entendimiento es el error del
voluntarismo.[4]
1.1.4 Psicología experimental
Desde el punto de vista experimental la voluntad
interesa, sobre todo, como acto de querer, como
volición.[5] El que ciertas observaciones
experimentales de la actividad voluntaria se sitúen lejos
de realidades esenciales como la mente o entendimiento y la
voluntad, no legitima que tales realidades o sus conceptos sean
marginales. Ciertos sectores de la Psicología experimental
moderna delimitan su objeto teórico-práctico, al
triple aspecto del comportamiento o conducta, la vivencia y el
rendimiento, y tienden a excluir la actividad voluntaria,
pensando que la explicación de la misma procede, de
ordinario, de posiciones pre psicológicas, (o pre
experimentales).[6]
La participación de factores cognitivos en los
movimientos voluntarios justifica la inclusión de la
voluntad entre las funciones noéticas o facultades
psíquicas superiores, junto a la memoria y el
entendimiento. Se ha considerado incluso como uno de los factores
de la inteligencia; pero el acto voluntario ni es excluyente ni
deja de alcanzar, de algún modo, al todo del ser
personal.
1.1.5 Génesis de los procesos
cognitivos
Stern[7]ha señalado el
carácter prospectivo de la voluntad, su referencia activa
y consciente al futuro. Esta temporalidad del acto voluntario
acredita el paralelismo entre el desarrollo personal y el de la
voluntad, entre su aparición y la de la vivencia del
yo.
La voluntad se va manifestando y se desarrolla
así como un proceso, que integra sucesivamente los
contenidos de la censo-percepción, las representaciones,
imágenes e ideas y el fondo Hendotímico con la
afectividad y las propias vivencias tendenciales. Ciertamente no
corresponde a los efectos de la voluntad el que se vivencien
determinadas tendencias sentimientos, pero sí su fase
final; así arrancada del subjetivismo de la adolescencia,
la voluntad acaba por configurarse como acción simple,
exquisitamente personal y como espontaneidad del yo que se
inclina y tiende hacia un fin, que, por original y deliberado, se
considera propio.
Motivación y motivos
El punto central del acto volitivo está dado por
la influencia de los motivos que solicitan la voluntad a
autodeterminarse para la realización de un fin. Algo se
convierte en motivo en tanto se presenta al sujeto con un valor
alcanzable, precisamente, por medio del acto voluntario. Lo que
nos empuja, lo que causa inevitablemente, lo que determina sin
otra posibilidad, no puede considerarse como motivo. El motivo es
la representación de un valor entre valores, y algo se
estima valioso cuando aparece como un bien.
Estar motivado es el correlato de toda elección
entre bienes posibles. La eficacia de los motivos reside, por
eso, en ser o poder hacerse conscientes; pero, sobre todo, en que
el sujeto descubra su valor o se lo atribuya, por verdadero o
falso que sea.
La cualidad psicológica de la llamada
motivación estriba en el dinamismo propio de ciertos
procesos extraconscientes. El psicoanálisis postula que la
personalidad se encuentra sometida continuamente al conflicto
entre tendencias o impulsos alternativos o contrarios. La
estructura de ciertas neurosis parecía demostrarlo, pero
semejante interpretación ni agota la naturaleza de tales
trastornos ni es aplicable al sujeto normal. En rigor no se puede
hablar de "tendencias dominantes"más que cuando el objeto
o valor específico de las mismas es aceptado y, por
consiguiente, elegido. Hay, en efecto, situaciones caracterizadas
por una concurrencia de pulsiones tendenciales o instintivas;
puede llegarse a la duda capaz de bloquear la actividad
voluntaria, pero en tales casos, como en los no infrecuentes de
retardo o inhibición (las llamadas abulias), lo bloqueado,
retardado, o inhibido es la actividad misma, el acto en sí
y no su calidad.
Más importancia que el "conflicto tendencial"
tienen los estados de ánimo. Por debajo de la voluntad
superior y finalista-teleobulia-existe, con dinamismo propio y
superior al de la instintividad, la esfera de los apetitos de la
"gana". La gana no es un instinto, es un sentimiento vital
inseparable de las vivencias tendenciales. La gana se refiere a
los modos de relación del sujeto con todo lo que implica a
la vida misma en cualquier nivel operacional. La gana, supuesto
afecto de la actividad, aparece de suerte como una especie de
voluntad primordial paralela y subyacente al acto voluntario. Su
disminución o apagamiento[8]condiciona la
actitud pero no destruye la posibilidad voluntaria de oponerse o
de consentir al hecho tal como es dado a la
conciencia.
Fenomenológicamente no tiene importancia la
ejecución externa del acto volitivo. La ejecución
en sólo un movimiento; pueden darse actos voluntarios sin
realización externa y no pocos movimientos exteriores se
verifican al margen de una real decisión voluntaria. La
habitual falta de acuerdo en este punto escapa a la
Psicología; solo puede ser resuelto unas veces por la
ética y otras por la Psicopatología. Resumiendo, se
puede afirmar que si la decisión-eje de la actividad
voluntaria-es un hecho autónomo o irreductible, al propio
tiempo la voluntad, no sólo es la manifestación
más clara de la actividad del yo[9]sino una
expresión sustantiva del ser personal.
En este aspecto, la voluntad-vista desde el
ángulo Psico-antropológico-filosófico-se
contextualiza como la médula invisible en la que
están subordinadas las estructuras del espíritu, la
inteligencia, la memoria, el carácter, la decisión
y la energía como la esencia medular del alma.
De no existir la voluntad, oculta en el ropaje de
nuestra psiquis, todo lo demás saldrá sobrando; la
voluntad es la más trascendental de todas estas fuerzas
rectoras.
La voluntad es una facultad del alma, que comparte su
importancia con la memoria y el entendimiento, pero es
indiscutible que su dominio supera, más que completa, el
de las otras dos. La voluntad tiene dos filos: uno positivo y
otro negativo; pues lo mismo nos obedecerá si la ponemos
al servicio del bien que al del mal. La voluntad es un
instrumento precioso pero nunca debe ser un tirano.
Es indispensable no confundir los conceptos de voluntad,
de volición, con los de terquedad, obstinación o
empecinamiento, que son deformaciones de la voluntad, pero no son
la voluntad misma.
Yo creo que esta es como un rifle, que de igual manera
nos sirve par dar muerte al lobo que nos acomete, que
podría servirnos par efectuar una venganza criminosa sobre
cualquier semejante nuestro. En ambos casos el valor
intrínseco del arma es el mismo, pero el empleo a que se
la somete es enteramente distinto.
Esta voluntad, salvo casos excepcionales, en cierto modo
patológicos, vive en todos y cada uno de nosotros, en
mayor o menor grado, pero siempre en potencia; cuando decimos que
un individuo "no tiene voluntad", en realidad estamos
significando que no hace uso de ella.
La voluntad necesita ser estimulada y ejercitada, es
decir, disciplinada, como la voz de los cantantes. Por ello, es
conveniente no perder de vista que la voluntad, una vez
adiestrada a obedecer los mandatos del alma, lo mismo puede
servirnos para hacer una cosa determinada, como para dejar de
hacer otra.
SENTIDO
Siguiendo con la explicación semántica de
la conceptualización preliminar a esta
investigación, desarrollo el significado de este
sustantivo que es de difícil delimitación
significativa, pero al mismo tiempo, de vital importancia dentro
de la Psicología y la antropología
filosófica.
El sentido con el significado de razón de ser,
finalidad, ordenación a un fin, tiene gran importancia en
todas las ciencias. En Psicología se relaciona
principalmente con la condición de ser lo conducente al
cumplimiento de lo requerido (pregnancia-requerimiento), un
ejemplo es el modo de reunión de las partes para formar el
todo o la efectividad de un sistema de referencia. El
concepto de sentido, con este significado, tiene
aplicación en todos los ámbitos de la
Psicología, como el pensamiento, la expresión, los
comportamientos, etc.[10]
Dentro del significado de la palabra sentido, hay dos
acepciones que aquí nos interesan: son la de "significado"
y la de "dirección", tal como aparecen, por ejemplo, en
estas dos preguntas: ¿qué sentido (=significado)
tiene este texto, escrito en un lenguaje que no conocemos?;
¿cuál es el sentido (=dirección) de la
marcha de este tren? Ambas acepciones tienen algo en
común: se refieren a una realidad que no puede ser
totalmente comprendida sin el conocimiento de otra realidad a la
que la primera remite. Esta segunda realidad, necesaria para
comprender la primera, es, en la acepción de
"significado", la idea indicada por el signo, y, en la de
"dirección", la meta a que el móvil se
encamina.[11]
Como ya se dijo anteriormente existen importantes
diferencias entre los dos tipos de relación designadas por
la palabra "sentido". La que aquí más nos interesa,
es el carácter arbitrario y estático de la
relación signo-significado que no se modifica por el hecho
de que el signo tenga una naturaleza dinámica: un faro
giratorio es en sí mismo dinámico, y, sin embargo,
la relación de su luz con la existencia de la costa que
señala es arbitraria y estática. La relación
de un móvil con una dirección es intrínseca
a la esencia misma del movimiento; en este punto vemos, pues, que
para que algo opere como signo se requieren dos condiciones
básicas: Que sus características peculiares no
permitan considerar su existencia como mero producto de un
proceso natural, si no que manifiesten una
intencionalidad.
Y que la riqueza de su ser no justifique por sí
misma la intención creadora, sino que, por el contrario,
su pobreza ontológica obligue a buscar la finalidad de su
existencia en algo distinto de sí mismo. Un ejemplo claro
de ambas exigencias lo encontramos en la caligrafía; para
que un signo gráfico opere como tal se requiere,
primeramente que su intencionalidad resulte indudable, y no sea
posible confundirlo con una mancha casual.
Si intentamos ahora aplicar este concepto de signo a la
vida humana, nos encontraremos con grandes dificultades. Pues, en
primer lugar no resulta evidente que el hombre se destaque sobre
el resto del cosmos como algo mas intencional y arbitrario y
menos "natural". Es toda realidad la que aparece, a una mirada
metafísica, como arbitraria. Es la existencia total del
cosmos la que actúa (secundariamente) como símbolo
que remite a la existencia de un creador y nos dice algo de su
naturaleza. La existencia del hombre, en efecto, es permanente
cambio, tanto en el plano físico como en el plano
psíquico. Lo primero no necesita ser subrayado, pues la
condición de que la vida perdure es que se modifique
constantemente, ya que en otro caso, sobreviene la anti-vida, la
muerte.
En cuanto al plano psíquico cada instante vivido
conscientemente nos aporta, al menos, una doble
modificación: la del presente en el pasado, en el
recuerdo, y la del futuro en el presente. La continua
transformación psico-física del hombre determina la
aparición de las grandes etapas de la vida.: infancia,
adolescencia, juventud, madurez y vejez. Es preciso, sin embargo,
señalar la paradójica contradicción que
parece darse entre la meta del cambio físico y la meta del
cambio psíquico; la evolución física, a
partir de cierta edad, va poniendo curiosamente, las condiciones
fisiológicas intrínsecas de las que resulta su
propio cese, la muerte.
La evolución psíquica, en cambio no sigue
un proceso paralelo. La vida consciente implica siempre un
proyecto, un porvenir; negar ese porvenir es negar la conciencia.
Pero la constante mutación psico-física no es el
único aspecto dinámico de la realidad humana que
plantea el problema de la dirección. Pertenece igualmente
a su esencia la mutación potencial del deseo. No es
sólo que el hombre esté proyectado hacia el futuro
por su condición de ser en el tiempo, si no que
está también con no menor radicalidad por su
condición de ser ansioso.
En este aspecto resalta la cuestión de cuales son
los objetivos primordiales de nuestros deseos, o lo que es lo
mismo, cuales sean nuestros deseos
primordiales;[12] estos interrogantes han
preocupado siempre al hombre y son insoslayables para la
antropología[13]
A la antropología, la Psicología y a la
filosofía no le interesan primordialmente las diferentes
cualidades de significación que se dan al termino
"sentido"; si no más que todo les interesa lo que se
refiere al "sentido vital de conjunto, al sentido de la
existencia". Es por esto que me estoy remitiendo a lo que compete
literalmente a la investigación sobre la "voluntad de
sentido", desde el punto de vista de lo que la Psicología
antropológica nos dice.
1.3 LA LIBERTAD
La primera observación que se impone es que la
libertad no es un ser, ni una substancia, ni una facultad, ni
tampoco un acto. Es solamente un carácter de ciertos actos
de la voluntad, es un accidente de tercer grado, pues la
substancia es el hombre, la voluntad es una de las facultades del
hombre, el acto voluntario emana de la voluntad y en algunos
casos ese acto es libre.
La libertad es el carácter natural que tiene el
hombre de obrar libremente; implica entre otras cosas, el dominio
señorío del ánimo sobre las
pasiones.
El acto de la voluntad puede ser influido por varios
factores: por presentación del objeto valioso, por los
sentimientos ya existentes en el sujeto, por las tendencias
sensitivas y por el automatismo creado en la evolución de
los actos, en forma tal que frecuentemente la posición del
querer depende de dichas circunstancias.
Sin embargo, en otras ocasiones, a pesar de existir
sentimientos, tendencias sensitivas o impulsos
automáticos, y a pesar de la presencia de objetos
valiosos, la voluntad permanece indecisa, examinando precisamente
la valiosidad de los objetos que se presentan para elegir uno de
entre ellos. El querer se experimenta entonces no como
determinado por las circunstancias, si no como una actividad del
yo en que éste se determina a sí mismo a elegir de
entre los objetos valiosos. A esta facultad yóica se la
determina poder de autodeterminación y en el ejercicio de
esta facultad se presenta siempre una pluralidad de valores y una
elección; entre ambos momentos cabe intervenir un mayor o
menor examen de valiosidad de los objetos, que se llama
deliberación. La noción de libertad se funda en el
hecho de la autodeterminación del querer.
Libertad o libre albedrío es la facultad de que
goza la voluntad, dadas ciertas circunstancias, de determinarse
así misma a la realización de un acto.
La libertad se opone a la coacción, necesidad o
determinismo. La autodeterminación quiere decir que el yo
no pone el acto con forzosidad interna ni extensa, si no que la
autodeterminación es un hacer que nace del propio yo
espontáneamente, con una espontaneidad
característica, en forma tal que por este motivo deducimos
que la misma acción podía ponerse en otro
sentido.
La autodeterminación es un hecho primario de
intuición inmediata, que no permite una reducción a
otros conceptos.
Este poder de autodeterminación es llamado
libertad psíquica, para distinguirlo de la libertad moral.
La libertad psíquica entraña una doble modalidad:
si se trata de determinarse a la posición o no
posición de un acto, se llama libertad de ejercicio. Si se
trata de escoger entre los actos diversos, se le llama libertad
de especificación.
En la libertad de ejercicio existe también una
doble valiosidad a escoger: la posición u omisión
del acto se puede presentar como una realidad valiosa,
según si la persona o individuo que ejerce un acto sin
ninguna coacción, significa que la facultad
psicofísica carece de imperfecciones.
El libre albedrío
El libre albedrío es la capacidad y posibilidad
de optar libremente por una decisión, es decir de elegir
entre dos o más posibilidades. La cuestión del
libre albedrío es una de las más importantes en
filosofía y tiene especial significación para la
ética y la filosofía del derecho.
Son puntos de vista contrapuestos, en el indeterminismo
(que afirma la libertad de la voluntad) y el determinismo,
según el cual la acción está enteramente
determinada causalmente por causas físicas,
psíquicas, y por motivaciones; como resultado de esto la
voluntad no es libre.
Existen opiniones intermedias, que aceptan una libertad
parcial de la voluntad. Entre los defensores del indeterminismo
figura por ejemplo: Kant, y entre los del determinismo:
Shopenhauer y algunos otros autores. Estos últimos creen
que la cuestión del libre albedrío sólo en
apariencia es un problema.
Lo que tiene interés para la
Psicología sería la conciencia de voluntad, es
decir, el hecho de que la observación de la vivencia
dé la impresión de que habría podido
procederse de un modo distinto del que se ha adoptado, pero esto
no es un argumento decisivo en favor de la tesis del libre
albedrío.[14]
1.3.2 Libertad gradual y absoluta
Al hablar de libertad a veces hablamos como si pudieran
existir grados de libertad y, otras veces, como si fuera
así.[15] En principio parece que la
libertad gradual no tiene lugar aquí: la prueba de
libertad en una decisión es; "¿puedo haber decidido
de otro modo?"; y sea lo que fuera el significado de esta
pregunta, parece que solamente admite una respuesta afirmativa o
negativa.
Sin embargo, por otra parte, cualquiera podría
alegar muy naturalmente que, si bien uno "podía"haber
decidido de nodo distinto a como lo hizo, cualquier otra
decisión distinta de la que tomó podía haber
sido tan molesta y difícil de llevar a la práctica
que, en realidad, no debería pensarse que había
sido totalmente libre al decidir como lo hizo.
¿Cómo pueden conciliarse estas dos
intuiciones, por una parte que la libertad de decisión es
absoluta y, por otra, que es gradual? Para conseguirlo, ofrezco
una teoría muy drástica: la compensación que
tal característica nos brinda es clara organización
de estos temas.
La teoría es que, aunque con frecuencia hablamos
como si la tensión, la dureza, la dificultad, las
tentaciones extremas, la tortura y las influencias generales
atenuarán la libertad, esto es sólo un modo de
expresarse. La libertad de decisión debe considerarse, en
realidad, como una cuestión absoluta.
Este modo de expresarse se desprende de que, a veces,
consideramos la responsabilidad como gradual y dado que la
libertad y responsabilidad son conceptos muy entrelazados, nos
sentimos inclinados a suponer que un caso de responsabilidad
disminuida es un caso de libertad disminuida, pero debería
razonarse, además, que también hay algo muy
extraño en la idea de responsabilidad gradual, pues la
responsabilidad es estrictamente absoluta, al igual que la
libertad (aunque una sea responsable y la otra no lo
sea).
De modo que hablar de "responsabilidad disminuida" es
realmente sólo un modo de expresarse. ¿Cómo
se presenta este particular modo de expresarse? Cuando decimos
que la responsabilidad humana por un crimen abominable
está disminuida, debe entenderse que un hombre es
responsable de tal delito de un modo disminuido.
De modo que según esta teoría, la
diferencia entre el caso en que un hombre, deliberada,
fría y tranquilamente, comete un asesinato y otro caso es
que lo ejecuta en un frenético arrebato de celos o de ira,
no está en que la responsabilidad del segundo hombre por
su crimen haya disminuido, si no a que el crimen del segundo es
menos abominable. El crimen no se describe adecuadamente como tal
en ambos casos: el primero, es "frío y deliberado" y , el
segundo, está adecuadamente descrito como "cometido en un
arrebato". El segundo, por lo tanto, es menos abominable que el
primero.
Basándose en esta teoría, un supuesto caso
de responsabilidad disminuida es realmente un caso de
responsabilidad por un crimen de magnitud moral disminuida. Ahora
bien la presencia de factores como tensión, dureza,
dificultad, tentación extrema o tortura, reducirán
la magnitud moral de un crimen. Por lo que resulta que llegamos a
considerar la presencia de tales factores como tendentes a
disminuir primero la responsabilidad y en segundo lugar la
libertad. En este aspecto la libertad indiferente se concibe
como una cuestión
absoluta.[16]
1.4 RESPONSABILIDAD
La responsabilidad es la capacidad (y obligación)
de responder de las consecuencias de los actos realizados; tienen
especial interés la responsabilidad civil y la
responsabilidad criminal. Por lo general, en los diversos
países no tienen responsabilidad penal los menores de doce
años; los niños y adolescentes comprendidos entre
doce y dieciocho años la tienen condicional. Los
enfermos y los que se encuentran en estados que impiden la clara
comprensión del alcance de sus propios actos tienen una
responsabilidad limitada o francamente
nula.[17]
Jurídicamente esta voz (responsabilidad),
tiene dos acepciones: por una parte significa la capacidad de
responder de ciertos actos en abstracto (así se dice que
el mayor de edad es responsable para que se le atribuyan
legalmente los actos jurídicos que realice) y, por otra
parte, la necesidad de responder de actos concretos e imputables
a determinado sujeto capaz.[18]
La responsabilidad es una propiedad de los actos de una
ser libre, en virtud de la cual éste debe dar cuenta de
ellos. La idea de responsabilidad implica la de libertad y la de
ley. Se dice de alguien que es responsable cuando es dueño
de su juicio y de sus decisiones libres y cuando su acto debe
ajustarse a una norma por la que debe ser juzgado. La
responsabilidad es fruto de la libertad, que se da sólo en
el hombre, dotado de razón y de voluntad libre.
La libertad es esencial para configurar la plenitud
moral de las acciones; la sola correspondencia con la ley no es
suficiente. Es necesario que las acciones sean libres, fruto de
un proceso, que comenzando con el reconocimiento del valor moral
del fin y de los medios propuestos, se resuelva con la
decisión práctica de buscar ese fin o de aplicar
esos medios. Entonces se asume la responsabilidad de todas las
acciones que se derivan de la propia elección.
La responsabilidad no se equipara totalmente a la
imputabilidad: Esta es la simple atribución de un acto a
un determinado sujeto. La responsabilidad es el rendir cuenta del
acto realizado a otro. Así la imputabilidad física
hace que un acto o un efecto pueda atribuirse a alguien, como a
su causa física, pero esto no lleva consigo
necesariamente, el que éste sea responsable de dicho
acto.
Dentro de los diferentes órganos a que se aplica
este término mencionamos también una importante
distinción que se da entre responsabilidad moral y
responsabilidad jurídica. La primera nace cuando se puede
atribuir moralmente tal acción a tal sujeto, esto es,
cuando la acción es fruto de una voluntad deliberada, y
dice relación a Dios, autor de la ley moral. La
responsabilidad jurídica, sin embargo, tiene su fundamento
en la ley civil o humana; presupone también la realidad
psicológica del sujeto y la responsabilidad moral, aunque
no se ciñe estrictamente a ellos, puesto que hay que tener
en cuenta el principio del orden social y el bien común,
viéndose obligado a veces a no poder considerar con toda
exactitud los aspectos
psicológico-morales.[19]
En último término la responsabilidad es
siempre individual y, a través de la conciencia, ante
Dios, fuente última de la responsabilidad, por la
dependencia total y absoluta que el hombre tiene ante él.
Pero el carácter social del hombre configura
también una responsabilidad social en diferentes
ámbitos: familiar, profesional, etc.
Está claro también que la responsabilidad
es universal; es decir el hombre es responsable del mundo en el
que vive, sea el mundo de la familia, de la empresa, de la
comunidad, de la política o cualquier otro. Este mundo
abarca todas las relaciones de la vida humana, desde las cuales
se determina esencialmente la responsabilidad del hombre. El
fenómeno es conocido de manera general, bien se trate del
"suicidio" de un discípulo, de la depauperación de
los indios en Sudamérica, de la muerte masiva por una
catástrofe de hambre o una epidemia en la India, bien del
asesinato masivo en cámaras de gas, con ocasión de
una rebelión en el país vecino o de una guerra
lejana, o bien de la criminalidad juvenil en las grandes
ciudades; todos estos sucesos alcanzan a un círculo de
hombres mayor que el de los afectados directamente, pues todos,
de una manera o de otra nos sentimos juntamente responsables.
Aquí se anuncia por todas partes una responsabilidad de
tipo universal.
El aspecto más profundo de la responsabilidad por
el mundo es, pues, la responsabilidad por una convivencia
libre.
Para la experiencia de la responsabilidad es
característico su trascendencia. La responsabilidad
concreta por una cosa se remite a la responsabilidad por la
existencia en un mundo común, y esta última refiere
en definitiva a un personal "para el otro". Por eso todo
"cuidado" de otros debe conducir a un responsable "con los
demás" y "para los demás", si no ha de terminar en
un egoísmo oculto y en una especie de tutela, con la
consecuencia de la dependencia y falta de libertad.
También toda responsabilidad ante una instancia se realiza
siempre como responsabilidad ante una persona y conduce a la
responsabilidad frente a alguien.
Pero aquí-precisamente en el rechazo de toda
heteronomía[20]puede surgir un autonomismo
problemático, sea en el sentido de un idealismo absoluto,
que intenta comprender al hombre como conciencia absoluta, sea en
el sentido de una de las muchas formas de juego del
antropologismo, según el cual el hombre se convierte en
creador de sí mismo. Pero si sostenemos que la
responsabilidad corresponde al hombre como la vinculatoriedad
incondicional que le obliga, entonces aquella está tan
lejos de una autonomía soberana del hombre como de una
heteronomía esclava.[21]
El hombre se hace consciente de su libertad peculiar
mediante el "deber" o mediante el "respeto a la ley", y su
autonomía significa que el hombre no se halla solamente
bajo la ley (es heterónomo), pero nunca puede entenderse
tampoco como legislador absolutamente soberano. Si para Kant la
libertad representada por el deber se realiza esencialmente
mediante la "generalización" de un querer primero
subjetivo; asimismo la libertad representada por la
responsabilidad se realiza mediante las vinculaciones normativas
y dialogísticas de las exigencias cohumanas que se
anuncian en los sucesos y relaciones concretas.
Por esto la "responsabilidad ante," está referida
a una "autoridad" concreta o a la "conciencia". Se disuelve
aquí en el "yo mismo" y "tú mismo", que deben
realizarse simultánea y recíprocamente.
Conciencia significa ahora la "disposición moral" o el
"sentimiento de
responsabilidad".[22]
CAPITULO II
Génesis de
la "voluntad de sentido"
La voluntad de sentido tiene su fundamento y su culmen
en la totalidad del ser del hombre, que por el carácter de
su libertad es el único ser capaz de trascender hacia
otras esferas que no es él mismo, en busca de su propia
realización; o al contrario puede optar por su propia
inautenticidad, perdiéndose en proyectos perecederos sin
un autentico fundamento ontológico. En seguida boy a
tratar de resolver el interrogante que emerge a la esfera
espiritual del hombre en busca de un fundamento a su propia
existencia.
2.1 ¿QUÉ ES LA "VOLUNTAD
DE SENTIDO"
El Psicoanálisis nos ha dado a conocer la
voluntad de placer, a partir de la cual podemos concebir el
principio de placer (que ya más adelante
especificaré con detalle). La Psicología Individual
nos ha familiarizado con la voluntad de poder, bajo la forma de
tendencia al prestigio. Pero en el ser humano tiene raíces
mucho más profundas. Lo que V. Frankl a designado con el
nombre de "Voluntad de Sentido", el esfuerzo por el mejor
cumplimiento posible del sentido de la propia
existencia.
¿Cómo podemos explicarlo? En razón
de su "voluntad de sentido", el hombre está referido a la
búsqueda de un sentido y a su cumplimiento, pero
también está referido al encuentro con otro ser
humano, al que amar bajo la forma de un tú. Estas dos
cosas, el cumplimiento y el encuentro, son las que proporcionan
al hombre el fundamento de la felicidad y del
placer23.
La persona tiene una fuerza primaria para buscarle
sentido a su vida y cuando no lo encuentra cae en la "crisis
existencial".
Para la Logoterapia24, es más importante "la
voluntad de sentido" que la "voluntad de placer" y la "voluntad
de poder". El hombre puede tener casa, carro y beca y sin
embargo, ser infeliz, pues necesita una razón, un motivo,
más allá de lo estrictamente material, para ser
feliz.
Esta búsqueda de sentido y significado ayuda a la
salud mental. Frankl retoma las palabras de Nietzch cuando dice
"Quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi
cualquier como".
Cuando una persona se enfrenta a situaciones
difíciles y en extremo dolorosas, tiene más
posibilidades de sobrevivir si encuentra objetivos, tareas y
sentidos por realizar.
Frankl nos cuenta: "cuando fue internado en el campo de
concentración en Auschwitz, me confiscaron un manuscrito
listo para su publicación. No cabe duda de que mi profundo
interés por volver a escribir el libro me ayudó a
superar los rigores de aquel campo; por ejemplo, cuando
caí enfermo de tifus, anoté en míseras tiras
de papel, muchos apuntes con la idea de que me sirvieran para
redactar de nuevo el manuscrito si sobrevivía hasta el
día de la liberación.
Vemos pues que los significados o sentidos se
descubren, es decir, ya existen objetivamente, son algo que se
imponen en alguna forma al hombre25; análogamente se
puede explicar el sentido con lo que sucede con los problemas
humanos, ya que estos no son buscados o pretendidos por el
hombre, si no que se imponen para luego aflorar a la propia
existencia. Como dice San Agustín "Yo mismo vine ha ser un
gran problema para mí".
En este aspecto la búsqueda por parte del hombre
del sentido de la vida constituye una fuerza primaria y no una
"racionalización secundaria" de sus impulsos instintivos.
Este sentido es único y específico en cuanto es uno
mismo y uno sólo quien tiene que buscarlo y encontrarlo;
únicamente así logra alcanzar el hombre un
significado que satisfaga su propia "voluntad de
sentido".
Muchos estudios clínicos han confirmado que para
un 98% de las personas la "Voluntad de Sentido" es
cuestión de hecho no de fe, es decir los sentidos de
nuestra existencia se descubren no se inventan.
Por experiencia vemos que el hombre identificado con una
misión, es impulsado por el cumplimiento total de la
misma, se lanza al encuentro de los medios que le serán
vitales, obviando desde luego lo que considera innecesario para
la realización de los objetivos.
2.2 EL SENTIDO DE LA VIDA
Vamos a hacer una breve reseña de lo que es en
sí el sentido de la vida, entendido como tema central de
los cuestionamientos de los seres que se sienten frustrados, sin
un objetivo que cumplir en la vida.
La realidad primaria del sentido
Es fácilmente observable que amplios sectores de
la sociedad moderna, de manera más o menos intensa,
están afectados por diversos trastornos psíquicos
que se traducen en diversas anomalías mentales como pueden
ser diversos tipos de ansiedades, complejos, depresiones,
angustias, desesperanzas, aburrimiento, tedio,…etc, y que
les lleva a recorrer largos y costosos peregrinajes por el
intrincado mundo de psiquiatras y psicólogos, como
señala Víktor Frankl: "los pacientes acuden al
Psiquiatra porque dudan del sentido de su vida, o desesperan de
poder encontrarlo". 26
En dos de los libros de V. Frankl, los cuales han
tratado en profundidad los problemas psíquicos: "La
Voluntad de Sentido" y "La idea Psicológica del Hombre",
se considera que lo primero y fundamental para vivir de acuerdo
con nuestra dignidad humana es el encontrar un destino a la vida.
El preocuparse por hallar un sentido a la existencia es una
realidad primaria, es la característica mas original del
ser humano; por ello se sostiene, que un importante porcentaje de
estos trastornos mentales proceden del "Sin Sentido" de la vida
en el que se desenvuelve el itinerario existencial de numerosos
individuos, producto de su vaciedad interior.
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