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La Ley de la Entropía: Es la segunda Ley de la
Termodinámica. La Entropía puede concebirse como la
medida del equilibrio de un sistema; como también puede
entenderse como la medida de la desorganización existente
en el mismo sistema. La Ley afirma que la Entropía — el
desorden de un sistema aislado —- nunca puede decrecer. Por
consecuencia, cuando un sistema aislado logra llegar a un estado
de configuración de la máxima Entropía, no
puede efectuar más cambios: Ha llegado a su estado de
mayor equilibrio. Basado en estos principios de la física,
se puede concluir que la Naturaleza parece "preferir" el desorden
o el caos.
El comer, el dormir, el beber, el ganar y el perder de
peso, la reducción del estrés y la homeostasis
emocional, entre otras funciones; son actividades de nuestras
existencias que nosotros creemos que solamente, pueden
explicarse, con la asistencia del entendimiento de las leyes
universales y de las físicas, que rigen nuestro
Universo.
Podemos afirmar aquí, que nuestro Mundo, nuestra
galaxia y el Cosmos en el cual están situados, existen en
un área enigmática del Espacio. Área cuyos
orígenes y formación han resistido toda
clarificación, incluyendo las avanzadas por tantos
intelectos notables, quienes han tratado, inútilmente, el
uso de las hipótesis más complejas para explicar
nuestra presencia en este planeta, y la posibilidad plausible de
que haya vida inteligente (similar a la nuestra) en algún
otro rincón del espacio sideral — De la misma manera,
nadie ha podido ofrecernos una descripción meritoria de lo
que llamamos nuestra Creación u
Orígenes.
Los esfuerzos que se han hecho en la dirección de
establecer contacto y comunicación con otros seres
vivientes en cualquier lugar del Universo han resultado en
retornos tan fútiles como infructuosos.
Parece ser, que estamos solos…
Existimos, vivimos, pensamos, sentimos y esperamos; todo
esto lo hacemos, sin saber ni el porqué ni el
propósito cierto de nuestras vidas.
A pesar de todos sus logros fabulosos y espectaculares,
nuestras ciencias más exactas están dominadas por
las presencias intrínsecas y constantes de elementos
conocidos como la Incertidumbre. Nuestras economías,
nuestros negocios, nuestras vidas, nuestros destinos y,
aún, nuestros conocimientos científicos carecen de
sistemas propios que les permitan pronosticar con certidumbre los
resultados de sus esfuerzos o la visualización clara de
eventos actuales o de tendencias futuras.
Somos seres inteligentes quienes oponen lo inevitable de
la muerte, y que tratamos (de cualquier manera) la
prolongación de nuestras vidas, tan enigmáticas
como misteriosamente triviales.
Cuando, a veces, resistimos nuestra progresión
natural hacia la vejez sin achaques, a veces lo hacemos de modo
extravagante. Hemos hecho progresos indiscutibles en los campos
frívolos de la cosmetología y de las modas. Pero,
sin embargo, aún no podemos predecir el clima con certeza,
o adoptar un plan de control del sobrepeso que funcione
universalmente para todos. No ha sido hasta muy recientemente
cuando hemos comenzado a entender los mecanismos
fisiológicos que, desencadenados, conllevan a nuestra
muerte — para muchos, el más temido, aunque sea el
más inexorable, de nuestros destinos.
Hay mucha validez en la aserción que nos
aconseja, que mientras más creemos saber y conocer, menos
comprendemos. Porque nuestras existencias, como parte del
universo, están íntimamente asociadas con la
presencia constante de los principios físicos conocidos
como los Principios del Caos, de la Complejidad y de la
Incertidumbre.
Debido a la intensidad de nuestras dudas y de nuestros
miedos, tan ciertos como universales, el status quo que hasta
hace muy poco tiempo había existido entre la
Religión y la Ciencia se ha quebrado. Tradicionalmente, se
mantenía que la Religión se ocuparía de los
asuntos de la fe y del espíritu, mientras que la Ciencia
se ocuparía de la investigación pura, con fines a
la demostración validada de los asuntos bajo su dominio.
La misma tregua (o status quo) que fuera lograda, luego de siglos
de disputas amargas, dejó de existir, porque en este
momento de nuestras historias la Religión y la Ciencia
están envueltas en una dialéctica acalorada acerca
de la esencia de nuestras existencias, tanto individuales como
cósmicas, y de sus propias congruencias
intrínsecas, como sistemas ideológicos.
Hace unos años que, algunos científicos,
decidieron reanudar en el Santa Fe Institute en New
Mexico, la trayectoria de la senda que, hace mucho les
trazarían algunos de los investigadores más
notables en la historia del conocimiento:
Galileo, quien con sus observaciones telescópicas
nos removió del foco religioso del prejuicio que nos
impedía visualizar nuestro sistema solar.
Darwin, quien con sus teorías revolucionarias,
nos negara el trono terrestre y nos asignara a ser, nada mejor
que, otra especie más, de las tantas que
evolucionan.
Newton, quien, asistido con los descubrimientos de
otros, nos proveyera el entendimiento y las aplicaciones de
algunas de las leyes fundamentales y básicas las cuales
mantienen el orden del universo.
Los miembros de los Grupo de Santa Fe y Los
Álamos, han propuesto que los principios de la
Entropía, y los de las teorías del Quantum, del
Caos, de la Complejidad y de la Incertidumbre, pueden ser
utilizados como herramientas precisas en nuestros esfuerzos hacia
la explicación científica de los misterios
asociados con nuestra creación.
¡Ambiciosa tarea la de los Grupos de Santa Fe y
Los Álamos!
Intermezzo:
Es conveniente y apropiado, aquí destacar, que en
este momento preciso de nuestras vidas colectivas, nuestro mundo
civilizado está ensimismado con el advenimiento de un
resurgimiento generalizado de sentimientos religiosos y
espirituales. Este movimiento tal vez, en parte, deba sus
ímpetus al hecho que todos parecemos reconocer (como a
menudo ocurre), simultánea y misteriosamente, el hecho de
que la Ciencia, y en cierto modo, las religiones tradicionales,
nos han fallado en cumplir la promesa de ofrecernos la
organización esperada y las respuestas que buscamos, para
dotarnos con la paz anhelada, las direcciones futuras y las
armonías ansiadas.
No es ésta la primera vez, que en el transcurso
de la progresión de nuestras vidas, nos hemos tornado en
direcciones internas en un esfuerzo de tratar de resolver los
misterios de nuestras existencias, de explicar la aparente
futilidad de la vida para así poder entender y confrontar
mejor nuestras muertes inexorables. Estos derroteros internos y
espirituales, se apartan de las derivas tomadas por la Ciencia,
la cual tradicionalmente se oculta en las torres de marfil de sus
laboratorios, dando preferencia a seguir la ruta abierta por el
Camino Real del experimento controlado.
Puede ser que estos fenómenos y transformaciones
que ahora nos preocupan, coincidan con los enigmas y con las
expectaciones místicas que tradicionalmente precipitan el
rito de pasaje que fuera la llegada de un nuevo milenio, y que la
trascendencia de ello nos conduzca a sentirnos inclinados hacia
ese impulso de elevación espiritual. O puede que sean
otros factores los que confluyan para que nos encontremos
orientados en la dirección de la espiritualidad nueva que
nos rodea. Lo que sí es indisputable, es el hecho de que,
definitivamente, hemos experimentado un retorno a las devociones
religiosas, aunque estas no sean necesariamente las
tradicionales, o las mismas que de antaño
estuviésemos acostumbrados.
En este empeño, gozamos ahora con el auxilio (a
veces oportunista) del retorno de filosofías caducas,
muchas de las cuales se habían abandonado; de la
reaparición de doctrinas religiosas cuyas existencias se
habían desechado y de un inesperado interés formal
por parte de algunos científicos, de utilizar sus
métodos y sus herramientas, tanto de laboratorio como
empíricas, para intentar resolver los misterios que nos
ocupan, para elucidar respuestas a las preguntas que nosotros
mismos nos hacemos y para reconciliar aquellas cosas que, hoy
día parecen permanecer permanentemente tan irresolubles
como irresueltas.
Los científicos a quienes aquí me refiero,
comenzaron hace unos años una serie de jornadas de
investigación en las aulas y en los salones de
conferencias del Santa Fe Institute, de la School of
American Research, también en Santa Fe, y de Los
Álamos National Laboratory; este último
situado en las lomas del norte del estado de New Mexico,
lugar donde se desarrollara, con mucho disimulo, la primera arma
termonuclear, la cual, todos sabemos que, cuando fuera detonada
en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, resultó en la
rendición del Japón, poniendo trágico y
apocalíptico fin a la Segunda Guerra Mundial.
Nuestra primera visita de seis meses, en diciembre del
año 1996 a esta región de New Mexico,
obedeció a un deseo de explorar y de visitar personalmente
los lugares en los cuales la épica de los anhelos del
Grupo de Santa Fe se originara. Los mismos sitios donde las
investigaciones, los debates y los diálogos a los que
aludiera antes, se han, y se continúan tramitando. He
aquí también, donde se hallan los mismos pueblos
indios, donde los habitantes, usando las herramientas de la
Religión y de la Fe, ponderan (como lo hicieran sus
antepasados, antes de la llegada de los conquistadores) los
mismos enigmas que hoy ocupan a las lumbreras del Instituto de
Santa Fe y de Los Álamos. Sin embargo, en el caso de los
indios y de los creyentes y Penitentes nativos, ellos lo hacen
practicando los principios místicos y observando los ritos
de las tradiciones religiosas que heredaran de sus antepasados
las tribus Anazasis y Tewas y, eventualmente de los conversos
reacios, que Coronado y sus tropas hicieran de entre sus
poblaciones, cuando realizaran su entrada victoriosa, en el
nombre de España y del catolicismo, en esta región,
allá por los años de los 1540.
Los Alamos National Laboratory
El laboratorio de Los Álamos, lugar que no hace
mucho tiempo fuese recubierto con el mayor de los secretos y
protegido por los sistemas de seguridad más sofisticados,
se encuentra hoy rodeado por una ciudad limpia y progresiva,
donde se alojan sus nuevos ocupantes. Estos son
científicos que ya no se especializan solamente en el
estudio de la fisión nuclear y en la creación de
explosivos cada vez más destructivos, si no que entre los
profesionales de esta nueva generación se cuentan
teóricos en el campo de la física,
cosmólogos, matemáticos a-lineares,
biólogos, psiquiatras, antropólogos, economistas e
inmunólogos entre otros.
Por razones de geografía y de historia, la
región del norte de New Mexico fue
lógicamente la llamada a convertirse en este centro
fundamental donde investigadores destacados, provenientes de
todas partes, combinaran sus talentos con el propósito de
descubrir la esencia de nuestra creación, amén del
bono incidental de poner en duda con sus interrogaciones (o
quizás en la propia perspectiva) los principios más
básicos (¿sacrosantos?) del campo, que hasta no
hace mucho fuese considerado, casi infalible, de la
Ciencia.
Esta es la historia:
Todo comenzó en la ciudad de Santa Fe en mayo del
año 1989. Unos cuarenta científicos, procedentes la
mayoría de los Estados Unidos y los demás de
Alemania, Inglaterra, Francia, Israel y el Japón,
aceptaron una invitación para una reunión en el
St. John"s College, el cual está localizado cerca
del centro de la ciudad de Santa Fe.
La invitación para este evento, de naturaleza
extraordinaria, fue enviada por Wojciech H. Zurek, un
físico nacido en Polonia quien trabaja en el Laboratorio
Nacional de Los Álamos (Los Alamos National
Laboratory) en la sección de la Astrofísica
Teórica. El tema para este simposio fue dado como el
siguiente: "Complexity, Entropy, and the Physics of
Information" (Complejidad, Entropía y la
Física de la Información.
Zurek, ofreció como razones para promover el
simposio, la idea de que el campo de la Ciencia está
perturbado por los espectros de las teorías de la
Disciplina y de la Información. Él propuso, que hay
un territorio fronterizo y colindante donde las ciencias de la
Información, la Física, la Complejidad, la
Teoría del Quantum y de la Computación convergen,
confluyen y se amalgaman.
Para simplificar estos conceptos, básicos a la
tesis de este ensayo, la creencia fue que parece ser que
existe una conexión misteriosa entre los Sistemas de la
Información, de la Energía, de la Complejidad, de
la Incertidumbre y de la Entropía (la medida del desorden
o de la desorganización en un sistema).
Acerca del concepto importante de la Entropía, se
ha postulado que, si se deja tranquilo, solo y sin perturbarse,
todo sistema físico, eventualmente progresa más y
más hacia la inestabilidad de la desorganización
— en otras palabras, entra en un estado en el cual el desorden
predomina — un estado de caos.
Siguiendo los principios obtenidos como resultado de sus
especulaciones, los científicos que continuaran y que
continúan asistiendo a las reuniones regulares del
Instituto de Santa Fe, aún persisten en sus esfuerzos de
tratar de hallar pruebas para darle validez y soporte a sus ideas
hipotéticas de que nuestro universo, en su creación
no fue más que "una onda de probabilidad de la
Teoría del Quantum."
Para demostrar en parte esta hipótesis, se
especula lo siguiente: Dos de las Leyes Físicas de la
Termodinámica mantienen que: (La primera) toda
energía siempre se conserva, que no puede ser ni creada ni
ser destruida, si no que puede, simplemente, ser convertida de
una, a otra forma. La segunda, mantiene, que cuando la
energía se aplica, que ésta se degrada.
Fue el físico Rudolph Clausius, en Berlín,
quien impresionado profundamente por este cambio inevitable de
toda la energía, progresando de energía útil
a energía inútil, que acuñó el
término Entropía como la medida de este desorden
inherente a todo sistema.
Ahora bien, en nuestros mundos privados, en nuestros
universos propios e internos, en nuestros microcosmos, lo mismo
que sucede en el Universo, cada célula viviente en
cualquier organismo, consiste de una combinación de las
mismas cincuenta moléculas orgánicas
conocidas. Esas mismas moléculas orgánicas y
vivientes, que organizadas proveen la vida, por razones
aparentemente extrañas, se derivan de minerales y de
substancias no vivas… de substancias inertes… de
substancias yertas.
Aquí se presentan algunos de los argumentos
difíciles que han ocupado las mentes de nuestros
investigadores en Santa Fe:
• ¿Cómo pudo haberse originado el
Universo de la pura Nada?
• ¿Cómo se pudo derivar nuestro
Mundo de la neblina del quantum?
• ¿Cómo se origina la Vida de un
agrupamiento fortuito de moléculas inanimadas?
• ¿Cómo se origina la Mente de la
función del cerebro?
• ¿Cómo podemos predecir el
comportamiento de los mercados y de los fenómenos
meteorológicos?
• ¿Son ciertos los principios
"científicos" que gobiernan la ciencia de la
Economía?
Usando los métodos disponibles y accesibles a la
ciencia moderna, estos hombres del saber, movidos por el
"espíritu de Santa Fe", han avanzado algunas
hipótesis de elegancia indisputable y de
sofisticación impresionantes.
¿Pero son ciertas sus conclusiones?
Nuestro propósito aquí, es tratar (como lo
hacen en Santa Fe los representantes de disciplinas,
aparentemente tan distantes, como lo son las de la Ciencia
Económica y la Meteorología) de adaptar las
aplicaciones básicas de los raciocinios de los
conferencistas del Santa Fe Institute, para intentar
imponer orden y desarrollar principios coherentes para nuestros
esfuerzos en el tratamiento de pacientes sufriendo de las
disorexias (especialmente la obesidad y la dieta) y de
depresiones; y para procurar darle alivio a las crisis de
incertidumbres que, a menudo los acongojan a ellos como
pacientes, a sus familias, a nuestras naciones y sociedades y
aún a nuestras industrias y economías.
Un concepto de un valor metafórico indispensable
para lograr un mejor entendimiento en lo que elaboramos en
nuestra Tesis, es la aplicación del concepto de la
existencia de de un sistema metabólico
universal:
Harold Morowitz propone, en el esquema de los principios
de la complejidad de la formación y de la evolución
de la vida orgánica en nuestro planeta, la existencia de
un Cuadro Metabólico Universal.
Este Cuadro Metabólico Universal postula los
siguientes principios básicos y constantes:
• Que cada célula (parte de cualquier
organismo) en nuestro planeta consiste de una combinación
de las mismas cincuenta moléculas
orgánicas, en existencia conocidas.
• Que todos los animales derivan su energía
de la ruptura de los azúcares, las tiobacterias y de los
sulfuros; mientras que las plantas derivan la misma
energía de la actividad de la luz del sol… y que
asimismo, sorprendentemente, todas las reacciones químicas
fundamentales para lograr esos fines, permanecen universalmente
uniformes a través del espectro.
• Que toda célula (sea ésta vegetal
o animal), utiliza solamente cuatro tipos de nucleótidos,
veinte clases de aminoácidos y que su código
genético, invariablemente está contenido en los
sistemas ADN o ARN.
• Que toda energía celular se conserva en
vínculos de fosfatos, por medio de los cuales, la
adenosina difosfato se convierte en la adenosina
trifosfato.
Es obvio, si uno sigue los principios que hasta ahora
aquí se han presentado, que como seres vivientes nosotros
somos parte íntima e integral de las organizaciones
cósmicas que nos engolfan y, que como tales somos miembros
de la orquesta que ejecuta sus melodías bajo la batuta
incógnita de un Orden Universal.
De esta manera, nuestros comportamientos, y las
direcciones que toman nuestras vidas debiendo, por fuerza, de
estar regidos y organizados por los mismos principios
fundamentales.
No podemos explorar, no podemos inventar, no podemos
observar, no podemos razonar, no podemos existir, fuera de ese
orden primordial. Lo mismo, que tampoco podemos hacer es
librarnos de nuestra tendencia, innata a nuestro género,
de catalogar y ordenar aquellos asuntos que nos parecen
inexplicables. Tenemos que iniciar nuestros esfuerzos en la
dirección tramada, procediendo desde la premisa de que,
como observadores de nuestras existencias, somos parte
de aquello mismo que queremos comprender y observar.
Poniéndolo de un modo diferente: no podemos pretender que
nuestras explicaciones científicas o nuestras creencias
religiosas existan en un horizonte extra cósmico y
etéreo en el cual no participamos, situándonos
convenientemente, como tantos lo hacen, en un nivel removido y
superior, sea éste extra cósmico, científico
o espiritual.
Deben de existir leyes, muchas de las cuales permanecen
aún indefinidas, responsables por gobernar y determinar
nuestras adaptaciones, nuestras exploraciones, nuestras
ansiedades, nuestras tendencias básicas, nuestras
organizaciones estructurales, nuestros comportamientos heroicos,
nuestras cruzadas religiosas, nuestras teorías
científicas, nuestros comportamientos de pioneros,
exploradores, astronautas o cosmonautas o, aún como
víctimas de sacrificios expiatorios por la causa o por el
beneficio común.
Ni la Religión, ni la Ciencia nos han ofrecido
aún, ni la Razón Última ni la
Solución Final a estos asuntos.
Es preciso que aquí aclaremos, que los miembros
del Grupo interdisciplinario de Santa Fe y de Los Álamos
han demostrado un coraje y una integridad extraordinarias para
debatir (poniendo en duda) sus propias doctrinas
científicas y creencias fundamentales.
Como es necesario asimismo que reconozcamos
también que la admisión aplazada de la validez de
la Teoría de la Evolución por el Papa
consistió en un paso ineludible aunque tardío en
una dirección acertada y lógica.
Prosiguiendo y resumiendo, puede repetirse que el ser
humano posee una tendencia (una "obsesión", dicen algunos)
de ordenar, organizar y de explicarlo todo, y aún, de
explicarse a sí mismo.
Sabemos, aquí repetimos, que, de acuerdo con el
esquema universal, todo ser viviente está compuesto por
una recombinación de las mismas estructuras
químicas.
La uniformidad de nuestra nutrición, y la de
todos los organismos están contenidas (como antes hemos
dicho) en el Cuadro Metabólico Universal.
El ser humano es más complejo por ser
único en una variedad de aspectos: por estar dotado de la
locomoción bípeda, por hacer uso del dedo pulgar
yuxtapuesto al índice, de los símbolos del lenguaje
hablado y escrito, por poseer el cerebro más desarrollado
que existe en la Naturaleza, siendo este el único
órgano en existencia que especula acerca de sus
propias funciones. El ser humano posee también la
función del estado de la conciencia mental, en otras
palabras, de su self consciousness.
Nuestra inteligencia es tan desarrollada que nos permite
diseñar y construir máquinas tan sofisticadas y
computadoras tan poderosas que han logrado desafiar la
gravitación de la Tierra llegando a altitudes siderales
mucho más ambiciosas de las que el mitológico
Ícaro lograra en su vuelo ficticio.
El ser humano, sin embargo, en sus esfuerzos arduos
tratando de catalogar sus propios enigmas, hasta ahora
aparentemente insolubles, ha creado un tesoro de conocimientos
científicos, los cuales, como el Aprendiz de Mago de la
fábula, a veces no ha logrado enjaezar.
De Los Álamos y de Santa Fe a la Mesa
Todo estudiante serio de la naturaleza de los miembros
de nuestra especie, a veces (muy a menudo) observa con asombro,
la inhabilidad aparente que poseemos de abandonar actividades y
comportamientos los cuales reconocemos como positivamente
destructivos y mal adaptables.
Fumamos, bebemos, comemos en exceso, engordamos y no
seguimos los regímenes que nuestros médicos nos
asignan. Algunos de entre nosotros arriesgan sus vidas en la
experimentación con las drogas, las substancias
alucinadoras, los ascensos de montañas inaccesibles y
otras actividades espeluznantes las cuales ponen nuestras vidas
en peligro.
Las razones por las que hacemos estas cosas son muchas y
variadas. Pero un tema que, a menudo está presente en
ellas, es el que ofrecen los seguidores del Psicoanálisis
Freudiano: Cuando se conquistan peligros y se desafían
fuerzas amenazantes, apostando, como si fuera con la muerte,
alcanzamos una medida cierta (aunque efímera) de
autoafirmación y de autodefinición. Creemos
(furtivamente) que estamos dotados con los dones de la
omnipotencia, de la omnisciencia y de la inmortalidad.
De este modo nos clasificamos, afirmándonos a
nosotros mismos: ¡Somos especiales, privilegiados,
únicos e invulnerables!… La compulsión precisa
que motiva en sus tareas religiosas a los indios de las lomas del
norte de New Mexico y a los científicos de Santa
Fe. La obsesión de catalogarnos, de definirnos y de
explicarnos a nosotros mismos.
Cuando se aborda el misterio que rodea a las razones por
las cuales mujeres anoréxicas se autodestruyen en aras de
una belleza improbable (ya que lucen cadavéricas). Una de
las teorías dominantes y de la mayor aceptación, ha
propuesto que la anoréxica utiliza sus capacidades
extremas de tolerar el tormento ascético que deriva del
hambre ignorada, para de ese modo lograr una medida de control en
su universo (o microcosmos) el cual careciera de otro orden
propio. En otras palabras, mientras está reducida a la
sombra de un esqueleto desagradable, la anoréxica puede
jactarse de ser la envidia de otras mujeres quienes aspiran a ser
delgadas, ya que ella ha logrado, aunque al extremo, la meta
imposible a la que todas anhelan y no pueden lograr.
Todos sabemos del efecto desconcertante y aún
trágico que resulta cuando una anoréxica es forzada
a ganar de peso. Pánico resulta. La anoréxica
defiende sus logros dudosos por medio de la mentira, de la
decepción, y de la manipulación furtiva, para
permanecer definida de un modo tan obviamente aberrante y poco
natural. La anoréxica, con su Resistencia al tratamiento y
al cambio, ha logrado encontrar en su mundo secreto lo que los
investigadores de Santa Fe y los Álamos buscan y quieren
encontrar con sus cálculos matemáticos y con sus
teorías de la física de partículas
subatómicas y de la Energía: Ha encontrado orden y
coherencia.
La Resistencia, que se acepta, y que se considera parte
intrínseca de todo tratamiento existencial y
psiquiátrico, parece obedecer a esquemas y principios
arcaicos cuyas fuentes son tan rígidas en sus fundaciones,
que no son fáciles de disipar con la simple llamada al uso
de la Razón, por parte de los pacientes.
Los Penitentes de las aldeas cercanas a la villa de San
Ildefonso, en las colinas del norte del estado de New
Mexico, y las personas que han reportado visiones y
apariciones en las villas de las Truchas, y Chimayó;
afectando los moradores de los pueblos de Córdova, El
Valle, Ojo Sarco, Peñasco y Holman. Son habitantes de
villas pequeñas situadas, como en el paisaje toscano,
colgadas precariamente en los lados de las lomas, en la ruta
empinada que conduce hacia Taos, perdidas dentro del marco
provisto por la belleza espectacular de las Montañas de
Sangre de Cristo, que así son llamadas por el color
carmesí con que las pinta el sol poniente, o en las lomas
cercanas de Jémez. Estos indígenas píos que
aquí viven, hacen sus contactos espirituales con sus
deidades preferidas logrando la medida de organización
cósmica que también ellos anhelan.
¿Pero son los residentes de estas regiones
diferentes de los científicos de Santa Fe más abajo
y de los Álamos hacia más arriba?
¿O que las anoréxicas en Sídney,
Santo Domingo, Londres, Milán, La Romana,
Jerusalén, Santiago o Punta Cana?
Nosotros creemos que no.
El historiador Rudolph Bell, alude a fuerzas
espirituales y profundas cuando analiza el estoicismo
ascético de las anoréxicas de siglos pasados en su
libro Holy Anorexia. La renuncia a los "apetitos" de la
carne, exaltaba el alma, proveía control y aproximaba la
penitente a la deidad.
Podemos aseverar, que el hambre auto-impuesta y el
ascetismo forman parte de nuestro esquema universal. Podemos
también asumir, que debido a sus orígenes remotos y
fundamentalmente básicos, que éste es un factor que
hace de la Anorexia Nervosa una condición tan
difícil de comprender y tan resistente a todo
tratamiento.
La Anorexia Nervosa y su hermanastra infeliz, la Bulimia
Nervosa existen (parafraseando los sabios de Santa Fe) en la
frontera del caos.
Tan difícil es tratar estas condiciones, porque
es tan difícil captar la esencia de sus complejidades…
pero, a pesar de ello, tantos "terapeutas", sin la experiencia y
sin los conocimientos debidos se lanzan audazmente en cruzadas
curativas de justificaciones dudosas… los aprendices de mago…
los profetas de las calles…
Acerca de la Gordura y de la Dieta.
El Cuadro Metabólico Universal, existe
aparentemente, para proveer todos los organismos vivientes con un
esquema colectivo, útil y simplificado de las estrategias
esenciales para la supervivencia.
Cuando observamos la Naturaleza en su forma más
pura y tranquila, derivamos conocimientos útiles en el
modo como han distribuido, entre ellos, animales y plantas los
nichos ecológicos que les permitirían sobrevivir
sin competencia innecesaria por los recursos existentes, logrando
capitalizar de un modo eficiente en los alimentos
disponibles.
Estos sistemas estratégicos se observan muy
claramente en el jardín zoológico natural que
impresionara a Darwin: el de las Islas
Galápagos.
Entremos al mar abierto y observemos las aves que giran
en el aire, utilizando las corrientes atmosféricas para
reducir el uso innecesario de energía física,
mientras examinan las actividades que se perciben en las regiones
sumergidas para lograr capturar a su presa.
Imaginemos por un instante, que de un modo inexplicable
esa gaviota, picadero o tijereta, repentinamente, y, por virtud
de una sobrealimentación mal-adaptadora, triplicase su
peso, incrementando su volumen corpóreo… esa ave
desafortunada, no podría levantar el vuelo, despegando con
su carga agobiadora de grasa y, si lograra despegar, no
podría utilizar las corrientes atmosféricas para
mantenerse en las alturas. Tan simple…
Es que existe un balance exquisito y preciso entre los
alimentos disponibles y la capacidad de utilizarlos por los seres
vivientes a quienes están destinados sustentar.
Para lograr, regular y mantener el balance natural que
controla el Cuadro Metabólico Universal, los seres
vivientes están dotados por la Naturaleza con sistemas
arcaicos y de equilibrio los cuales obedecen leyes tan reales
como lo son las leyes físicas que hoy se aceptan para
explicar el orden cósmico y la homeostasis
universal.
Los seres humanos, no derivan beneficios asociados con
los extremos de la gordura o de la flacura.
Los seres humanos no perciben beneficios tangibles con
el logro permanente del sobrepeso excesivo.
Los seres humanos sufren consecuencias horrendas cuando
pagan el precio de una hartura.
Pero al ser humano moderno, le deleita poder definirse a
sí mismo en las indulgencias llamadas "Jornadas
Gastronómicas".
Al ser humano le produce placer poder reventarse
comiendo en desproporción substancias, ingratamente
incomestibles, extrañas y "sabrosas" mientras, pasivamente
espera el descubrimiento de nuevas comidas dietéticas, las
cuales permitirían los excesos extremos, sin pagar el peso
de la gordura.
Placer… placer aún en las cosas naturales,
necesarias y esenciales… placer… Placer en el
comer…
Placer anticipado, cuando al levantarse, se empieza el
día con pensamientos epicúreos, con el deleite
anticipatorio de manjares suculentos y de refacciones
opíparas; cuando desde la distancia de nuestras oficinas o
lugares de trabajo, nos encantamos y salivamos en adelanto de
probar aquel u otro bocado que está en la nevera
esperándonos para saborearse.
Algo básico y extraordinario ha pasado que puede
ser la razón para explicar este desvío
increíble de la ruta de comer trazada para nosotros por la
Naturaleza misma.
Lo que nos pasó:
Aunque los físicos de Santa Fe y Los
Álamos no lo han logrado confirmar; la trayectoria
ambiciosa de la Ciencia ha sido siempre la de descubrir y aplicar
las leyes fundamentales que rigen el Orden de nuestros destinos.
En esa búsqueda han gozado de un alcance y de hallazgos
todavía modestos… pero mucho se ha logrado.
Nosotros comemos y engordamos, porque hemos subvertido
el Plan Natural, transformándolo en un ejercicio de
placeres indómitos y sensoriales. De la misma manera,
hemos subvertido nuestra sexualidad mientras renunciamos nuestros
valores éticos.
El hombre moderno ha abdicado la noción de la
existencia de un Principio de la Realidad y se inmola en aras del
Principio del Placer —- adelantando de esta manera su cita con
una muerte, a la que pretende escapar…
Referencias:
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Johnson, G: (1995) Fire in the Mind: Science, Faith and
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Bell, R. M: Holy Anorexia (1985) University of Chicago
Press
Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca
felix_larocca[arroba]yahoo.com