Una mirada al poder y a las emanaciones –
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Una mirada al poder y a las
emanaciones
"Paseaba Agustín por la playa
pensando sobre el Misterio de la Santísima Trinidad;
¿cómo era eso que: El Padre es El Hijo, El Hijo es
El Padre, EL Padre y El Hijo son El Espíritu Santo, y que
El Espíritu Santo es el Padre y El Hijo, etc.
Por supuesto que su cerebro mortal no
concebía la idea, más bien, se enredaba cada vez
más. En eso vio a un niño que estaba, con una
pequeña conchita, sacando el agua del mar y
echándola en un pocito en la arena.¿Qué
haces niño? – preguntó
Agustín.¿No lo ves?, estoy sacando toda el agua del
mar para vaciarla en este pocito – dijo el
niño.Pero… ¿no te das cuenta que eso es
imposible? – replicó Agustín.Agustín
– le dijo el niño – es mucho más
fácil que yo logre hacer esto, que tú comprendas el
Misterio de la Santísima Trinidad."
Esta historia, extraída de elementos
anecdóticos de la iglesia católica y su
conclusión mistérica es dogma en ella. Empero, su
explicación es elucidada con un lenguaje muy comprensible
para la gente occidental y con inigualable sabiduría por
las enseñanzas de la Filosofía Rosacruz de Max
Heindel, Fraternidad que se conoce como una Asociación de
Cristianos Místicos, no sectaria, cuya sede central se
encuentra en Oceanside, California e imparte su obra silente y
simpar desde allí y otros países del mundo desde
hace cien años (1). Y este dogma se convierte en
exégesis prístina llena de una luz tan concluyente
gracias a la hermenéutica heindeliana que, según mi
modesto criterio, supera cualquier otra explicación y
arroja una luz más esclarecida que ninguna otra conocida y
a la que se puede acceder siempre que se anhele estudiar a
profundidad y entender sus razones con la mente abierta y el
corazón ardiente y fresco los secretos del Universo, por
ejemplo, en este caso la tan manida insolubilidad del misterio de
la Santísima Trinidad, declaración cuyo
esclarecimiento fue dado como imposible.
La musa de la inspiración creativa se hace
presente en cualquier momento y según sea necesario, y
ciertas disquisiciones recientes sobre el concepto del Poder y su
capacidad corruptora entre las personas que lo ostentan
perentoriamente, entendido aquel como la facultad para realizar
un acto o para dominar, me han llevado a compilar estos escritos
que pretenden iluminar algunos puntos que seguramente siguen
oscuros para algunas mentes de los queridos lectores,
basándome en las enseñanzas profundas de los
rosacruces y de otras fuentes calificadas. Y lo hacemos con el
único y supremo objeto de tratar de buscar la verdad por
encima de todas las cosas, sin ánimos de pretender
figuración de ninguna naturaleza. Se dice que los
escritores navegan en las falsedades y en los engaños para
resaltar la verdad, mientras que ciertos profesionales de la
política, muchos gobernantes inescrupulosos y otros
adalides de artes non sanctas, lo hacen para encubrirla. Este es
el primer caso.
Podemos decir que cuando miramos el firmamento estamos
viendo el pasado; eso lo sabemos todos hoy gracias a la ciencia
astronómica moderna. Sin embargo, si esto alguien afirmaba
hace apenas un par de siglos, de que se podía ver el
pasado a simple vista, a esa persona le hubieran tildado de
demente. Afirmáse en el libro Humano_Omega que
análogamente ahora se clasifica como adefesiosos a un
colectivo de personas, entre los que bullen verdaderos farsantes,
en efecto, pero que también acoge a seres que poseen las
capacidades conjeturadas, es decir, clarividentes, personas con
una sensibilidad adquirida por mérito propio que les hace
capaces de conectar con arquetipos de la estructura de su
cerebro, formado por capas neuronales de creciente
antigüedad cuanto más profundas, que la
evolución ha ido modelando y transmitiendo
genéticamente y que solemos llamar instinto, pero que en
realidad son moldes neuronales, redes tejidas por muchos millones
de años, y que tienen mucho que hacer y que imponer al
cuerpo en que se desarrollan. Estos clarividentes preclaros son
capaces de captar radiaciones del Universo de una
dimensión muy sutil, y cuyos impulsos se traducen en su
cerebro como información que reside en el seno del Cosmos,
al igual que la denominada radiación de fondo, de la que
hablaremos someramente al final de este ensayo. Así como
un haz luminoso es capaz de calentar o iluminar, también
puede generar un fuego, en función de que el testigo sea
un ciego o sea una lupa, respectivamente, también el
cerebro de algunas personas puede ser como una especie de lente,
por medio de la mente, preparada para convertir lo que resulta
inadvertido en algo extraordinario. Creo que aunque nos merezcan
desconfianza, vale la pena escuchar a aquellos que cuando hablan,
se acercan a lo razonable y rozan con lo que hoy la Ciencia ya
está empezando a teorizar. No creemos que debamos hacer
oídos sordos a nada de esto desperdiciando posibles
oportunidades de progreso, sólo porque no comprendemos que
sean personas más sensibles que nosotros.
Escuchémosles, con ponderación, y hagamos nuestro
lo que de ellos nos resulte indeliberadamente posible.
Se dice que el Poder corrompe y que el poder absoluto
corrompe absolutamente. Si el Poder corrompe o no, es un asunto
de semántica y de apreciación de lo que nuestra
limitada mente concibe como tal. La disolución o
putrefacción, para el hombre, aparece a primera vista
muchas veces como dañina. Pero sabemos que es necesaria,
sin embargo, pues en lo corrupto, en la lixiviación
orgánica, bulle la Vida y es caldo anticipado de mejores
organizaciones, todo ello, en base al concurso de fuerzas
espirituales encargadas de las precipitaciones y que el hombre
llama leyes de la naturaleza. Y paralelamente, el error y lo
negativo, lo dañino, pueden fortalecer el objeto final,
que es la evolución del Espíritu. Veamos
cómo, por ejemplo, el Poder como tal, es impersonal, como
lo es la Luz, como es el Sonido, como es el Movimiento. Es el
hombre, el todopoderoso hombre, el que lo malquista y mal usa, a
sabiendas de que no estamos solos en la Creación. Ni
siquiera somos importantes, opinan muchos, desde el punto de
vista de los Multiversos. Más bien somos
periféricos (tal como lo es nuestro sistema solar en la
galaxia) y debemos olvidar aquello de que somos los protagonistas
del Cosmos. Para la Creación somos un eslabón
necesario, pero no imprescindible, y de nuestra actitud y aptitud
depende que sigamos dentro de la cadena evolutiva o pasemos a ser
desechos y regresemos para siempre, como especie, al polvo solar
del que surgimos. La Providencia abre los senderos, pero nosotros
debemos recorrerlos en la dirección adecuada. Los famosos
y desprestigiados portales que se encuentran ahora de moda por
los agoreros del facilismo y la cercanía inminente a uno
de ellos, el tan manido y muy mal comprendido 21,12,12, nos hacen
creer que los milagros ocurren, pero también las
catástrofes.
Para permitirnos continuar en el sistema evolutivo,
cuando éramos espíritus inmersos absolutamente en
la involución e inconscientes de nuestra conciencia y
realeza espiritual, se nos otorgó un "órgano", el
cual nos puede hacer ser más conscientes y servir de
brújula en este océano, sin límites ni
señales que nos orienten. Es nuestra mente, que nos
permite experimentar el mundo; pero ella se autoexcluye de esa
percepción y nos hace sentirnos con los pies en el mundo
pero "enganchados" fuera de él. Probablemente esto sea
así porque la mente une el mundo exterior material con el
mundo interior o inmaterial, formado este último por la
misma base de que se forma la consciencia: la interacción
de unas partículas, exteriores y desconocidas, con
nuestros átomos, partículas que pueden ser fotones,
radiaciones beta o incluso antimateria. Y estas partículas
y sus interacciones no pertenecen a nuestro mundo tridimensional,
sino que proceden de un multiverso que nos vapulea y que traslada
nuestra consciencia, sin que nos demos cuenta realmente de ello,
de una dimensión a otros billones de veces por segundo.
ES LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU.
De aquel caos de la interacción de las
partículas con nuestros átomos, y por la
teoría estadística de los grandes números,
se establece en nosotros una consciencia secuencial que nos hace
ser lo que somos, realidad que a pesar de ser un torbellino
caótico, nos parece aburrida a veces y por lo que
buscamos, paradójica y azarosamente, continuados
escenarios menos "estáticos", que nos sumerjan en mundo
del hedonismo. Pero evidentemente no somos los controladores de
la situación, sino que nos mueven a su antojo los
infinitos golpeteos de las olas de este mar de partículas
energéticas que llamamos Cosmos, la expresión del
Altísimo Universal. De hecho, ese océano de
partículas ha sido desde eones el encargado de dar forma
primero a nuestras consciencias y luego a nuestros cuerpos
físicos, modelando en las células su capacidad de
formar grupos en función de necesidades de supervivencia.
En el ámbito físico, somos la estela que dejan las
partículas a su paso por el campo gravitatorio de nuestro
planeta, y resultamos cuerpos físicos bajo el empuje de la
presión de las mismas, como las yemas o brotes nuevos
surgen de una rama empujadas por la savia y la acción
solar.
Pero no somos conscientes objetivamente de la realidad,
como decía Max Heindel y vivimos dormidos, a pesar de
nuestra supuesta actividad febril y lucidez cotidiana…;
deambulamos en un estado de vigilia limitado sensorialmente,
creado por nuestra imaginación "a la carta", de modo que
nos procura un estado de consciencia que nos resulte
cómodo y placentero, evitándonos en lo posible los
sufrimientos que la realidad cotidiana nos depara, para lo cual
la mente crea artificios llamados "personalidad", la ortodoxa,
formados por múltiples auto engaños para
sobrellevar la existencia social. Para ser totalmente conscientes
debemos vernos como si fuéramos el observador de otra
persona, transpuestamente, como piden los Hermanos Rosacruces y
otros educadores verdaderos del alma y observar a los
demás como si fuéramos ellos mismos. De este modo
cambia la perspectiva que tenemos de nosotros mismos, manteniendo
el "recuerdo de sí", pero sin perder el detalle de lo que
nos rodea. Pero esto puede resultar poco placentero en la
mayoría de los casos, y la voluntad cede ante la necesidad
de sentirse seguro y con autoconfianza. Es necesario un gran
equilibrio mental para sobrellevar esta dura tarea de la
voluntad; pero por otro lado, cuanto más conscientes nos
hacemos, más nos damos cuenta de que es necesario aceptar
la realidad tal cual se presenta, pues es la única manera
de salir del engaño, a pesar del duro golpe que representa
para el ego.
Científicamente hablando, la consciencia
individual está basada en alguna función de las
neuronas del cerebro… El cerebro es un órgano que
entrega a la consciencia información promediada, y por
tanto, falsa y mediatizada, aunque sirva para atender
sobradamente a las necesidades cotidianas.
…También la educación colabora en
el engaño. El cerebro se auto educa cuando se
habitúa a las impresiones repetitivas (como reconocer las
letras del alfabeto, hablar un idioma, comer, etc.) De modo que
si no se producen variaciones en las impresiones, dejan de
hacerse conscientemente. De este modo somos máquinas
mecánicas muy sofisticadas. Y al decir máquinas nos
referimos a herramientas, vehículos del verdadero
dominador: el espíritu. Es el espíritu el encargado
de que seamos lo que somos, pero para él somos más
que un sueño, un escape para sus propias tensiones
evolutivas; somos como una marioneta en la que se sumerge el alma
para liberar sus oníricos deseos.
Tendemos, como personas, a una vida muy individual
(aún a costa de perder la opción de la vida en
familia e incluso la descendencia), pero basada en un concepto
mundial de la individualidad, aumentando el respeto por la
humanidad y el planeta (desarrollo sostenible), visionando a este
como un ente cada vez más vivo. Pero como individuos no
somos capaces de poner en práctica estas ideas tan
ecológicas, así que dependemos de los
gobiernos y la sociedad para luchar por el nicho
ecológico. No podemos evolucionar individualmente sin un
gran esfuerzo personal.
.. Sri Aurobindo y Madre, (Mirra Alfassa), anuncian que
su experiencia personal les ha mostrado que hay una nueva
humanidad en desarrollo, y que se está desarrollando a
escala celular dentro de cada uno de nosotros. Y que es una
capacidad de todos y cada uno de nosotros… si perdemos el miedo
al dolor y la muerte, a la disgregación corporal, el miedo
a dejar que cada una de nuestras células sea individual
dentro de la globalización corpórea. Tal vez la
humanidad evoluciona tan despacio porque nuestro Adam Kadmon
también siente miedo de que nos individualicemos y seamos
células libres en su cuerpo cósmico. La Mente
universal no quiere perder el control, o en realidad es nuestra
mente la que se aferra a la vida física, porque nuestra
conexión con la Mente universal no nos permite entender;
es una conexión velada y estrecha como el filo de una
navaja, y sólo vemos distorsiones y aberraciones de la
realidad. Una realidad multiversal, no universal, ya que
está compuesta de múltiples dimensiones y nosotros
sólo conocemos las cuatro más superficiales,
permaneciendo fuera de nuestro alcance aquellas que más
nos definen como entidades y que más información
nos proporcionarían de nuestra verdadera posición
entre lo creado.
¿Cómo acceder a esas desconocidas
dimensiones del multiverso? Para los científicos no hay un
objetivo claro, ya que entre ellos no hay hipótesis
predominantemente aceptadas y se han convertido en
políticos que se establecen en sus dogmas
defendiéndolos de la competencia de las nuevas
teorías. Por tanto, no contemos con una alianza
científica. Ya vemos que la solución vendrá
por la ciencia privatizada: Proyecto Genoma (mirando hacia el
interior), Conquista de Marte (mirando hacia el exterior), etc…
Tal vez Aurobindo tenía razón cuando nos
proponía ser simples, y Madre nos hacía dirigir la
atención a lo que acontece en nuestro interior. Porque si
las tres dimensiones espaciales afectan a escala cósmica,
y el tiempo sólo nos afecta a los seres vivos conscientes,
es probable que el resto de dimensiones pertenezcan a niveles
moleculares, celulares o incluso atómicos. Si así
resulta está claro qué tan lejos de nuestro
conocimiento está la infinitud de las tres dimensiones
espaciales como la infinitud de las dimensiones atómicas.
Necesitamos, en cualquier caso, nuevos medios para ampliar
nuestro conocimiento.
¿Cómo deben ser estos medios? Si
escuchamos a la sociedad científica, el avance de la
tecnología nos acercará a mundos inexplorados
dentro y fuera del ser humano, y por la tendencia de los
últimos cien años parece que podemos esperar que
así sea. Pero si escuchamos a la sabiduría
ancestral, los nuevos medios surgirán cuando el humano
esté preparado para usarlos benéficamente, y no
consistirán en nuevas máquinas, sino en primigenias
posibilidades, POTENCIALES ocultos y dormidos en el interior de
cada ser, que se harán realidad desde nuestro interior SI
SOMOS MERECEDORES DE SU DESPERTAR.
¿Qué podemos hacer, pues, ante estas dos
alternativas? Lo primero para pasar a la acción es creer
en lo que se va a hacer. La sociedad actual no cree en ninguna de
las dos propuestas. La primera, inaccesible por lo complejo de la
cultura y los mecanismos científicos, accionados por las
manos de unos pocos cuya preparación intelectual les
permite estar a la altura de tal complejidad ¿Podrá
alguna vez toda la humanidad estar a la misma altura en ciencia o
en intelecto? La segunda opción… increíble por lo
fantasioso y lo distorsionado del mensaje. Una guerra entre
buenos y malos, en la que ser bueno es renunciar a uno mismo, y
en una sociedad donde ser malo está premiado con placeres
y PODER. ¿Podrá alguna vez la humanidad entera
mirarse con amor, misericordia y desapego personal? Sea cual sea
la opción que elijamos, nos aguarda un gran sacrificio y
hasta cabe la posibilidad del fracaso. ¿Vale la pena
ocupar nuestra existencia en ello siendo que lo cotidiano nos
brinda oportunidades de satisfacer nuestros deseos
egoístas y de alcanzar triunfos de placer a corto plazo?
He allí la lucha que puede marcar la diferencia, en base a
las dos potencias confrontadas: la del desapego que hace que el
Poder se dé para el bien común y la externa que
incita al egoísmo y utilitarismo a ultranza.
Miremos en nuestro interior con detenimiento y
parémonos a pensar por un momento cual es el motivo de
nuestro paso por la existencia: nacer, alimentarse, crecer,
desear, experimentar, reproducirse, sufrir y morir. ¿Se
acabó…? Si esa es nuestra misión, somos un
utensilio que la Naturaleza ha generado para producir y ser
producto, como monedas de cambio para algún tipo de juego
cósmico: sólo tenemos el valor que representamos y
nada más. Pero seguro que somos capaces de intuir que no
somos sólo eso, que tenemos algo profundo dentro de
nosotros que incluso rodeado de todos los placeres imaginables
nos hace sentir insatisfechos. Tenemos marcada profundamente la
tendencia a luchar y a sacrificarnos, y cuando no escogemos ese
camino no alcanzamos el sosiego de la total satisfacción.
Como diría Gurdjieff, es en los súper esfuerzos
donde de verdad se produce la mejora, la evolución. Pero
al igual que la vaca se contenta con rumiar rodeada de pastos,
así el humano rumia sus propias circunstancias para
sentirse feliz entre ellas y se contenta con salir indemne cada
día. Nos ofrece la existencia premios y castigos en lo
cotidiano… AFORTUNADO AQUÉL QUE SABE APRENDER DE LOS
CASTIGOS Y QUE NO SE AFERRA A LOS PREMIOS.
Para la Ciencia Oculta existe una substancia-raíz
cósmica de la cual procede todo cuanto existe en el
Universo visible e invisible. Esta substancia-raíz se la
conoce con multitud de nombres y se la considera como un Gran
Ser, al cual se suele llamar Dios. Este compenetra con su propia
aura a cada partícula de la substancia material. Esta
ciencia llama Espíritu Universal Absoluto a la
energía que irradia por todo el Universo, y la cualifica
con dos polaridades: positiva y negativa. De ambos polos de esta
energía, el espíritu del Padre es la
expresión del polo positivo (del cual formamos parte
espiritualmente), y la substancia-raíz cósmica, es
la expresión del polo negativo (del cual formamos parte
materialmente), de modo que el Universo completo es el resultado
de la interacción de ambos polos de la energía o
Espíritu Universal Absoluto. Todas las formas son
cristalizaciones en torno al polo negativo del Espíritu:
desde la partículas sin masa hasta la Vía
Láctea, pasando por cada ser vivo del Cosmos. Es de
análogo modo que la concha del caracol, dura y
silícea, es causada por los jugos solidificados de su
cuerpo blando. Igualmente, de la sutilidad espiritual surge la
dura materia. Debido a dicha interacción entre ambos polos
surgen los mundos, la vida y la conciencia. Cada parte del Cosmos
queda así compenetrada de conciencia y materia, con un
grado diferente en cada parte, influenciado por el grado de
vibración de la substancia-raíz. En armonía
con el axioma hermético "como es arriba es abajo" y
viceversa, los sistemas solares nacen, mueren y vuelven a nacer
nuevamente, al igual que las diminutas células, siguiendo
ciclos de actividad y reposo, y cada mundo está ajustado a
un propósito de acuerdo con la intensidad de la
vibración que sobre tal mundo actúa desde la
substancia-raíz. Es como un flujo creciente y decreciente,
como lo es el día y la noche, o las estaciones del
año. Son los diferentes periodos de manifestación
del Cosmos. En cada periodo de manifestación, el Cosmos
nace, crece, se reproduce y muere. Según los Rosacruces,
Dios incluye en su propio Ser huestes de gloriosas
Jerarquías de inconmensurable poder y esplendor
espiritual, fruto de las pasadas manifestaciones de ese mismo
Ser, en ese flujo oscilante y periódico. También
incluye dentro de su propio Ser otras Inteligencias, de
decreciente grado de desarrollo hasta descender, en grado, hasta
las que aún no han adquirido un estado de conciencia tan
elevado como el de nuestra humanidad actual, es decir, desde la
omnisciencia hasta la inconsciencia. Los seres que poblamos el
Cosmos no procedemos de Dios, sino que somos Dios, somos parte de
Él, como cada chispa del fuego sigue siendo fuego, como si
de células de una macro entidad se tratara. Células
con consciencia, con capacidad de experimentar y evolucionar. Y
existen grupos de estas "células" de la macro entidad que
son capaces de ayudar a evolucionar a las otras menos
desarrolladas, al igual que la mitocondria ayuda a vivir y morir
a nuestras células. En el periodo de manifestación
en el que se desarrolla nuestra evolución actual, esos
seres de varios grados están trabajando para adquirir
más conciencia de la que poseían al principio de
este periodo de existencia. Aquellos que, en manifestaciones
anteriores, habían alcanzado el grado más alto de
desarrollo, obran sobre los que aún no han desarrollado
conciencia alguna. Por ello, no es difícil que alguien
piense que somos para esos seres lo que los minerales son para
nosotros: materia prima para cubrir sus necesidades y
experiencias Para influir sobre los seres inferiores, los seres
superiores inducen en aquellos un estado de conciencia propia,
con la cual pueden seguir trabajando en lo sucesivo. Aquellos que
ya habían comenzado su evolución en un Día
de Manifestación anterior, pero que no han progresado
hasta un grado superior determinado cuando aquél periodo
terminó, prosiguen ahora su tarea nuevamente, en un
desarrollo extraordinariamente lento pero absolutamente seguro
que alcanzará una perfección suprema. 0995632074
09839947277
En el principio, los seres más elevados obran
sobre los que tienen mayor grado de inconsciencia. Más
tarde los ponen bajo tutela de algunas entidades superiores que
pueden llevar el trabajo de ayudar a los inconscientes. Mediante
este progreso llega un momento que se despierta la conciencia del
YO. La vida evolucionante se convierte entonces en humana. Desde
el punto en que la propia conciencia individual del Ego se
manifiesta, debe seguir adelante en su trabajo de expansionar su
propia conciencia sin ayuda exterior alguna. La experiencia y el
pensamiento tienen que tomar entonces el lugar de los
instructores externos. El periodo de tiempo dedicado a la
adquisición de la conciencia de sí, y a la
construcción de los vehículos por cuyo intermedio
se manifiesta el espíritu del ser humano, se denomina
INVOLUCIÓN. El periodo siguiente de existencia, durante el
cual el ser humano desarrolla su conciencia propia hasta
convertirla en divina omnisciencia, se llama EVOLUCIÓN.
Dentro de cada ser existe una fuente de energía que hace
que la evolución no sea un simple desenvolvimiento de
posibilidades latentes, haciendo también que la
evolución de cada ser sea diferente de la de los
demás. La manifestación de esa fuerza, tan
marcadamente personal, se conoce como EPIGÉNESIS. Esta
fuerza manifiesta es fruto de la percepción particular de
cada individuo frente al universo, y su fruto imprime en el
humano desde la más oscura ignorancia a la más
sensible locura. En esencia, La involución significa la
cristalización del espíritu en distintos cuerpos,
pero la evolución depende de la disolución de los
cuerpos, la extracción de la sustancia del alma de ellos,
y la amalgama alquímica de este alma con el
espíritu, como enseña el místico Max
Heindel.
Para la antigua sabiduría existen siete mundos o
dimensiones que se interpenetran, igual que el agua interpenetra
a una esponja, entre sí compartiendo el espacio, debido a
que están compuestos de materia de distinta densidad e
intensidad vibratoria. Son mundos o dimensiones que no
están separados por el espacio o la distancia.
Están compuestos por energía-materia de distinta
densidad y vibración. Las vibraciones son superiores en
cada dimensión a medida que ese mundo es más sutil,
de modo que las vibraciones en el Mundo Físico tienen una
intensidad ínfima (incluidas las ondas luminosas, con
frecuencias de centenares de millones de hertzios) comparadas con
las vibraciones del Mundo del Deseo, de la emociones y
sentimientos, que es el más próximo al
Físico. Los siete mundos o dimensiones no han aparecido
simultáneamente, ni desaparecerán a la vez, sino
que se han ido diferenciando según las necesidades de la
involución y la evolución, por lo que cabe pensar
que pueden generarse nuevas dimensiones.
Las dimensiones más sutiles (se considera que son
los Mundos superiores) son las primeras en ser creadas, y a
partir de ellas se produce la creciente materialización,
condensándose y diferenciándose otros mundos nuevos
desde Dios, de modo que Él pueda infundir la vida en
aquellos mundos donde las condiciones lo permitan. Durante el
proceso de involución llega un tiempo en que se alcanza el
nadir de la materialidad, comenzando el proceso de
evolución en que la vida asciende a dimensiones superiores
dejando despoblados los mundos más densos, hasta alcanzar
por último el Mundo Espiritual, el más sutil de
todos. CUANDO UN MUNDO HA REALIZADO EL OBJETIVO POR EL QUE FUE
CREADO, SU EXISTENCIA SE HACE INÚTIL Y TAL MUNDO QUEDA
DESTRUIDO, EN UNA MUERTE APROPIADA A SU ESTADO FINAL. Actualmente
nuestra fase de evolución se encuentra en las tres
dimensiones más densas de las siete existentes, ocupando
una existencia fugaz en comparación con la existencia
espiritual.
¿Quiénes se ocupan de la
destrucción o disolución de lo que ya ha cumplido
con el objetivo par lo que fue creado?: Los Señores de
la Mente, que es la humanidad del Periodo de Saturno.
Especialistas en la construcción de cuerpos de materia
mental, análogamente a como nosotros nos estamos
especializando en construir cuerpos de materia química y
estamos adiestrándonos y enseñoreándonos
poco a poco en las otras manifestaciones más complejas de
la materia como las de los reinos vegetal, animal y finalmente el
humano. Ellos usan materia mental porque cuando ellos eran
humanidad, la Región del Pensamiento Concreto, donde
operan las fuerzas arquetípicas de la forma, la vitalidad
y del deseo y la emoción, era el estado de materia
más denso de que disponían, mientras que para
nosotros el estado más denso disponible para crear cuerpos
actualmente es la Región Química. En el Periodo
Terrestre, los Señores de la Mente alcanzaron la capacidad
de ser Creadores, y nos suministraron el núcleo de materia
mental del cual estamos tratando de construir una mente
organizada. No han hecho tal cosa con los tres reinos naturales
inferiores. San Pablo los denominó "PODERES DE LAS
TINIEBLAS" por haber surgido del oscuro Periodo de Saturno y por
su influencia separatista, en contraste con las fuerzas
unificadoras del Mundo del Espíritu de Vida: el Reino del
Amor. El Liberador Planetario, el Espíritu Solar y ahora a
cargo de la evolución de nuestra Tierra, es el adalid de
ese Mundo, como el Padre es el más alto Iniciado de entre
los Seres de ese tenebroso Periodo.
No podemos dejar esta parte de lo mencionado sin
trasladar aquí una rápida descripción de los
grandes seres más cercanos presentes de este periodo
evolutivo en que tenemos conciencia:
Arcángeles, es la humanidad avanzada del
Periodo Solar. Especialistas en construir el cuerpo de deseos,
por ser la materia más densa de su Periodo como humanidad.
Se dedican a construir, y suministrar el núcleo de materia
para un cuerpo de deseos a los humanos y animales, además
de conocimiento para modelar y usar tal cuerpo. Su más
alto Iniciado es el Cristo Solar.
Ángeles, humanidad avanzada del Periodo
Lunar. Como era el éter el material más denso para
ellos, se especializaron en construir el cuerpo vital,
instruyendo a los humanos, animales y vegetales en lo referente a
sus funciones vitales. La Luna tiene el control de todos los
líquidos de la Tierra, y fue la anterior
encarnación del espíritu de la Tierra. Los
Ángeles son los antepasados de la humanidad y tienen ahora
el control de los poderes generativos del hombre y del animal. En
el Periodo Lunar, las dos razas de Ángeles se enfrentaron
entre sí. El regente de la Luna (Jehová),
responsable de la evolución de los seres de la Tierra,
decidió que el espíritu de vida entrara dentro de
cuerpos con forma (humanos, animales, vegetales y minerales).
Estas formas se construirían basadas mayormente en el
agua, por su plasticidad para acoger al espíritu de vida,
por lo que los Ángeles afines al agua se volcaron en esta
tarea, pero la raza de Ángeles afines con el fuego no
pudieron formar parte de esta labor, quedando por ello rezagados
en su propia evolución, de donde surge el mito de Lucifer
y su desobediencia al plan divino. Lucifer es una palabra que
significa PORTADOR DE LUZ. Los Ángeles del tipo de Lucifer
quedaron evolucionando en un término medio entre la
humanidad y los Ángeles, por lo que se vieron en la
necesidad de utilizar al ser humano como soporte para su propia
evolución. Para ello infundieron en la humanidad la
capacidad de expresar a través de su organismo
(concretamente el cerebro humano) el conocimiento y
expresión de los Ángeles Lucifer, cosa que era
imposible para los Ángeles afines con el agua, por estar
mucho más evolucionados. De este modo, los Lucifer
modelaron el cerebro humano para que les sirviera como foco de
expresión propia, incorporando un desarrollo libre de la
conciencia que incluiría el bien y el mal, el acierto y el
error, las pasiones y deseos y la capacidad de atisbar senderos
que de otro modo nos estarían prohibidos. La fuerza
generadora fue utilizada para tal efecto. Esta
intervención hizo que el ser humano perdiera la
oportunidad de vivir en un mundo de inocencia y felicidad a
cambio de su libertad e independencia, de su individualidad. Pero
adquirió PODER autónomo. Cuando nos preguntamos si
Dios está ciego ante los problemas de la humanidad, la
respuesta es que la propia humanidad es la que impide a Dios que
intervenga, pues no basta con desear ser feliz… hay que
entregar a Dios nuestra individualidad a cambio de la felicidad.
Y NINGÚN SER HUMANO ESTÁ DISPUESTO A LLEGAR A ESTE
EXTREMO. En boca de Jesús el Cristo quedó la
parábola: "Mirar las aves del cielo, ellas no siembran, ni
siegan, ni recogen en graneros; no obstante el Padre Celestial
les alimenta ¿Acaso no sois vosotros más valiosos
que las aves? … no debéis inquietaros por el qué
comer o el qué beber… Buscad el Reino y su Justicia y
todas estas cosas vendrán por añadidura…" POR
ESTE MOTIVO, A TRAVÉS DE LA FUNCIÓN MENTAL SOMOS EL
ALIMENTO DE ÁNGELES LUCIFER. En nuestra capacidad de libre
albedrío reside la elección de seguir así o
entregarnos con fe ciega a los designios del Padre Celestial …
opción esta última que daría un vuelco a la
humanidad, un cambio tan grande como el que producen los grandes
cataclismos que hunden civilizaciones completas. Tal vez, cada
cataclismo que acontece es una oportunidad que se nos da de
elegir empezar desde cero con la confianza puesta en Dios… pero
todo son conjeturas. Evidentemente hay muchas más
criaturas evolucionando junto a la humanidad, y si la humanidad
hace una elección incorrecta, sus efectos y el paso del
tiempo nos haría desaparecer para dar opción a
otras especies.
Espíritus Virginales, Los Espíritus
Virginales fueron enviados al desierto del mundo como chispas de
la Llama Divina, la cual es nuestro Padre Celestial y primero
sufrieron un proceso de involución en la materia, cada
chispa cristalizándose en un triple cuerpo. Luego les fue
dada la mente, y llegó a ser el punto de apoyo sobre el
cual la involución se vuelve evolución, y la
Epigénesis o habilidad creadora divina inherente al
Espíritu interno, es la palanca por medio de la cual el
triple cuerpo se espiritualiza en forma de la triple alma y se
amalgama al triple Espíritu, siendo el alma el extracto de
la experiencia mediante la cual el Espíritu evoluciona de
la ignorancia a la omnisciencia, de la impotencia a la
omnipotencia, y así, finalmente, se hace semejante a su
Padre Celestial, mediante la forja del carácter que
cincelará su espíritu, gracias a la Voluntad, Su
Primer Aspecto.
Francisco Nieto nos dice sobre este asunto tan
fundamental del carácter que: "Aunque hoy estamos
influenciados por los rayos de casi todos los planetas en sentido
moral, intelectual, y emocional, el desarrollo espiritual se
obtiene como resultado de nuestro libre albedrío, de
nuestra voluntad, del razonamiento que hagamos y, como es
lógico, de las experiencias de la vida. Lo mismo que Marte
y Saturno fueron imprescindibles para la obtención y
desarrollo de la mente, hoy siguen teniendo un papel importante
en nuestro estado evolutivo puesto que el hombre sigue
dejándose dominar por el cuerpo de deseos (Marte). Aunque
tengamos un horóscopo individual y un reparto equilibrado
de los planetas, de donde podemos intuir cuál es nuestro
desarrollo actual, Marte sigue haciendo que el hombre sea
impulsivo, guerrero, apasionado, violento… Así es
que, mientras no sepamos utilizar la razón de una forma
sostenida y concentrada, nos veremos dominados por los
sentimientos y los deseos y evolucionaremos más
lentamente. Es aquí donde también debemos utilizar
la ayuda de los otros planetas para purificar los sentimientos y
deseos inferiores de Marte, pero esto, sin un motivo, no se puede
conseguir porque el motivo está detrás de la
voluntad y de la acción. Esto es Saturno, un sentido de
justicia dentro de lo bueno y lo moral que se mueve de acuerdo a
la conciencia y no dependiendo de los deseos y los
sentimientos.
Esto no significa que el temperamento de Marte sea menos
importante que el de Saturno, las personas de carácter
marciano conseguirán más objetivos por la
devoción o el coraje que por el carácter calmado o
la justicia fría de Saturno, sin embargo, en otra persona,
Saturno le hará alcanzar otras metas más
importantes. Saturno lleva a hacer más buenas acciones que
Marte, un marciano puede ser un héroe por su
valentía y audacia pero un saturnino puede hacerse un
mártir por su falta de audacia y su razonamiento
frío y calculador. El héroe lo es por dar la vida
por un impulso irrazonado o por una emoción procedente de
un propósito pero el mártir se hace por medio de
una causa elevada y justa o por un principio. Marte se
exterioriza en la personalidad y Saturno se interioriza, el
héroe se hace casi sin pensarlo y con rapidez pero el
mártir se hace lentamente y actuando en conciencia desde
el interior. El marciano es valiente y fuerte en su
expresión pero dejándose llevar por los deseos y
los sentimientos; el saturnino se interioriza y es tímido
pero cuando el destino le golpea saca fuerzas de la flaqueza y se
muestra audaz en sus determinaciones razonadas."
Esta simbiosis entre el micro y el macro cosmos se
explica mediante la doctrina de los rayos o influencias astrales
que ejercen su influjo sobre los seres humanos, la humanidad del
actual Periodo Terrestre. Las siete jerarquías que se
mencionan en los Rishis Vedas, como los Siete Constructores o
Fuentes de Vida, son tratadas como radiaciones energéticas
cualificadas con aspectos divinos, que al infundirse sobre la
humanidad provoca cambios y tendencias en la evolución de
esta, a modo de influjo modelador de las formas y sus
características fundamentales, ejerciendo poderosas
influencias, pero no inapelables, sobre el carácter. Nos
han dicho que estos denominados Siete Espíritus ante el
Trono o sus representantes, en merito a su enorme
evolución obtenida en pasados Días de
Manifestación, rigen la totalidad de nuestros siete mundos
mediante una miríada de formas en incesante
evolución que tienen como meta la formación de
dioses creadores. Esta concepción henoteista es el pilar
de las filosofías esotéricas como la Rosacruz, la
que reconoce muchos seres deíficos en el Universo, como
nuestro Dios del Sistema Planetario al que la tierra pertenece,
pero un solo Ser o Espíritu Universal Triuno, el que
procede del Absoluto. Su inmanencia se muestra mediante rayos,
fulminaciones vibrantes que son septenarios, las cuales
brevemente los describiremos respecto a su influencia o poder en
los seres humanos y la vida en el Sistema Solar:
RAYO DE PODER O VOLUNTAD, vitalidad que se
manifiesta a través del Sol y no lo hace directamente en
nuestra Tierra aún. Es tan poderoso que también es
denominado RAYO DESTRUCTOR Y ANTICRISTO, porque causa fin a los
ciclos, provoca el envejecimiento y la muerte en todos los
reinos, poniendo fin a las formas creadas por los otros seis
rayos, tras cumplir su propósito, liberando así su
poder. Este trabajo lo lleva a cabo interpenetrando los cuerpos
con SU PODER, lo cual los hace retornar al centro del cual
procede el impulso inicial. Su principal poder se acumula en los
minerales y la clave del misterio de este rayo se halla en la
radioactividad. ES BENÉFICO COMO CUALQUIER OTRO RAYO,
SÓLO NUESTRO TERROR FRENTE A LA MUERTE HACE QUE LO VEAMOS
COMO CONTRARIO AL PROPÓSITO DIVINO. No existen tipos puros
de este rayo en el planeta, pues sería un desastre hoy en
día. No hay suficiente amor e inteligencia en el mundo
como para equilibrar la voluntad dinámica de un ego que
pertenezca al rayo destructor.
RAYO DE AMOR Y SABIDURÍA, amor puro en
contacto con el núcleo de la deidad, infunde la Ley de la
Atracción y todas aquellas cualidades derivadas del amor
divino, hasta las deformadas, como el deseo animal. Es el
principio de atracción que activa todo trabajo creador de
formas para satisfacer el deseo. Por ello trabaja en la
creación y desarrollo de todas las formas del universo.
Fundamentalmente se entrega a la formación de sistemas
capaces de desarrollar la percepción, la sensibilidad al
entorno, y que tengan capacidad de respuesta, en un proceso de
satisfacer el deseo con progresiva satisfacción. Se
encuentra especialmente activo en el reino vegetal, en el que
destaca su producción en la atracción de las flores
por medio del color y el perfume. El efecto de la Vida (que desea
satisfacción) y de la Forma (proporciona el campo de la
experimentación) hace que LA HUMANIDAD SEA COMO UN GRAN
ÓRGANO SENSITIVO DEL PLANETA EN EL SISTEMA SOLAR,
PRODUCIENDO UNA CONCIENCIA CON TENDENCIA A AMAR AQUELLO QUE NO
TIENE FORMA, Y A APLICAR INTELIGENTEMENTE LA EXPERIENCIA AL
PROCESO DE TRANSMUTAR EL DESEO EN AMOR. Se expresa a
través del planeta Júpiter. Como órgano
sensitivo del planeta que somos, tenemos la obligación de
guiarlo hacia su destino verdadero, y sentir en nosotros sus
enfermedades y sus bondades.
RAYO DE LA INTELIGENCIA ACTIVA, es el impulso
motivador en el trabajo inicial de la Creación. Se
relaciona principalmente con el reino animal y produce en
él la tendencia a incorporar actividad inteligente, y como
ejemplo tenemos a los animales domésticos. Se incorpora a
las cualidades de las formas que surgen, predisponiendo a toda la
creación para valorar con inteligencia el verdadero
objetivo del deseo y la técnica de construir la forma.
Emplea sus energías en la manifestación de la
civilización moderna, con su materialismo, su Ciencia, y
el desarrollo mental, gloria y destino de nuestra raza. Estos
tres primeros rayos garantizan la continuidad del progreso,
utilizando inteligentemente las experiencias para producir formas
más sensibles y hermosas capaces de expresar plenamente la
cualidad de la vida. Se manifiesta a través del planeta
Saturno en nuestro sistema solar. Valiéndose de la materia
ofrece a la humanidad un campo para la
experimentación.
RAYO DE ARMONÍA, tiene como misión
la expresión de la Verdad, creando perfección y
belleza al interactuar con la vida y la forma, siendo inspirador
de las ideas más elevadas, destacando el campo
artístico entre la humanidad. Se manifiesta escasamente en
la Tierra y confiemos que empiece a hacerlo con asiduidad muy
entrados en el siglo XXI, ya que no puede emerger hasta que la
conciencia haya alcanzado tal grado que permita al alma mayor
actividad sobre la personalidad.
RAYO DE CONOCIMIENTO CONCRETO Y CIENCIA, en
contacto profundo con la Mente Creadora, está en plena
influencia actualmente, e incluso aumentará todavía
más en el futuro, sobre todo en el desenvolvimiento
psicológico del humano. Produce la
individualización, y su efecto más conocido es la
Ciencia, que fuerza a los científicos a trabajar en
niveles mentales, lo cual los sitúa muy cerca del alma, en
contra del hombre religioso, que trabaja con niveles astrales o
emocionales. La función de la personalidad es ser una
vía del plan divino y un medio de la expresión del
alma, y este rayo es un canal puro para la divina voluntad,
revelando el camino tanto de ascenso como el descenso, el camino
a la muerte o a la encarnación, el camino de la oscuridad
a la luz pura de Dios.
RAYO DE DEVOCIÓN E IDEALISMO, presenta la
expresión de la cualidad del Logos Solar, como la defensa
de un ideal elevado, devoción al impulso de vida y a la
sinceridad divina. Es responsable de la aparición de las
ideas que han hecho avanzar al hombre, y de aplicar adecuadamente
el deseo y la inteligencia con el fin de expresar tales ideas.
Tiene la tarea de diferenciar la apariencia de la cualidad,
trabajando desde el plano astral. Pero los ideales presentidos no
son correctamente interpretados por la mente todavía, ni
aplicados en la forma correcta en general. Es necesario que la
humanidad comience a desarrollar el orden en los planos
subjetivos de la vida. Al espíritu no le preocupan los
problemas subjetivos de la personalidad, lo cual la hace
despiadada con este.
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