La mayor parte de las proteínas alimenticias vienen escindidas en aminoácidos y como tales son absorbidas principalmente en el primer tramo del intestino delgado; una pequeña parte puede ser absorbida como oligopéptidos, fenómeno que constituye casi la regla en el recién nacido. Todos los aminoácidos monoamínicos y monocarboxílico se absorben por mecanismo activo, por lo cual en una primera etapa el aminoácido supera la membrana limitante y penetra en el citoplasma celular. Como ya ha sido recordado, la absorción activa se lleva a cabo por mecanismos específico, el transporte de los aminoácidos desde el exterior hasta el interior de las células intestinales esta en función de: la especificidad óptica, en el sentido de que se prefiera la forma levógira (se aplica al cuerpo o sustancia que, interpuesto en el trayecto de la luz, la desvía a la izquierda); de la posición del grupo alfa-amínico; de la cadena lateral; en cuanto que la existencia en ella de una carga positiva o negativa anula la afinidad por el sistema de transporte. Los aminoácidos dicarboxílicos y diamínicos se absorbe por mecanismos pasivos o, en parte, por los facilitados.
La absorción de las grasas es particularmente rápida en la última porción del duodeno y en el tramo proximal del yeyuno. No todas las grasas son absorbidas en la misma medida y con la misma velocidad. Los triglicéridos se absorben en cantidad máxima por obra de la lipasa y de la bilis, siendo escindidas en diglicéridos y luego en monoglicéridos hasta la liberación de glicerina y de ácidos grasos, para luego penetrar en la circulación linfática del conducto torácico; pero hay que tener presente que los triglicéridosde cadena corta pueden ser absorbidos como tales sin ser hidrolizados, y la escisión en ácidos grasos y glicerina puede tener lugar en las células epiteliales de la mucosa intestinal y, por tanto; en este caso los ácidos grasos y la glicerina hidrosolubles ambos, desembocan en la circulación portal. Además, los ácidos grasos de mas de diez átomos de carbono, ya sean saturados insaturados, son transformados en triglicéridos en el epitelio intestinal, para pasar luego a la linfa como quilomicrones. Todavía no están del todo precisadas las modalidades de absorción y sólo una pequeña parte de las partículas lipídicas atraviesan la membrana celular por pinocitósis. Es este un fenómeno de englobamiento de las partículas lipídicas por introflexión de la membrana celular y del sucesivo transporte y liberación de ellas dentro de la célula. Los fosfolípidos se escinden en colina y ácido glicero-fofórico, el cual es hidrolizado en glicerol y ácido fosfórico por la fosfatasa intestinal. No se excluye que algunos fosfolípidos puedan ser absorbidos sin ser modificados. El colesterol se absorbe solamente en presencia de bilis, penetra en las células y en ellas se esterifica con los ácidos grasos insaturados. Después de una comida con abundantes grasas, los vasos linfáticos del intestino están repletos de quilo, sustancia latescente (lechosa), cuyo aspecto se debe a la presencia de los quilomicrones (pequeños gránulos de grasa neutra de diámetro de 0,05-0,1 micra); estos linfáticos desembocan en el conducto torácico. Por lo que respecta a la absorción de los azúcares, las amidas, la sacarosa y la lactosa son fragmentadas en glucosa, fructosa y galactosa por obra de la amilasa pancreática y de la galactosa por obra de la amilasa pancreática y de la invertasa y maltasa del jugo entérico. La galactosa y la glucosa se absorben más rapidamente que los otros azúcares; la fructosa y la manosa, el sorbitol, la ribosa y la xilosa se absorben por mecanismos pasivos.
La Absorción del Hierro
Todas las sales minerales son absorbidas por mecanismo activo; son especialmente interesantes las distintas modalidades de absorción del hierro, el cual puede presentarse en forma de hierro hemoglobínico, hierro alimenticio y hierro inorgánico.
El hierro hemoglobínico está representado por aquella cantidad de metal unida a la hemoglobina y a la mioglobina, siendo absorbido por la mucosa intestinal en forma de complejo férrico muy estable; probablemente como complejo ferroporfirínico, que, penetrando en la célula intestinal en forma de complejo férrico muy estable, probablemente como complejo ferroporfirínico, que, penetrando en la célula intestinal, se escinde, por obra de la xantino-oxidasa, en hierro en forma de iones ferrosos y porfirina.
El hierro alimenticio es inorgánico y viene a absorberse de la misma manera, principalmente en el duodeno y en la primera parte del yeyuno, en función de los potenciales de óxido-reducción. Mientras que para pequeñas cantidades de hierro la absorción tiene lugar en la misma medida, ya se trate de sales ferrosas como férricas, cuando existen grandes cantidades se produce un almacenamiento a costa de las primeras, que son absorbidas siete veces más que las segundas. Se ha demostrado, además, que la absorción del hierro inorgánico y alimenticio está condicionada por tres factores: la cantidad de hierro presente en la luz intestinal por parte de las células epiteliales; la cesión del hierro desde las células al plasma, y el almacenamiento del hierro en las células de la mucosa. El hierro, atravesada la célula de la mucosa, puede unirse a un aceptor proteíco intracelular, la apoferritina, formando la reserva de hierro trivalente ferritínico que representa el depósito celular y que, en determinadas circunstancias, puede ser cedido al plasma después de una reducción a hierro bivalente por medio de la xantino-oxidasa. El otro de hierro a nivel de las vellosidades se encuentra en el estado bivalente no ferritínico y se transporta rapidamente desde la luz intestinal al plasma por medio de la transferina. Está es una proteína capaz de unir dos átomos de hierro trivalente por cada molécula; por tanto, posee dos zonas capaces de unirse asl metal, cada una de las cuales está disponible para un átomo de hierro.
El Quimo en el Intestino Grueso
El quimo, superada la válvula íleo-cecal, llega al intestino grueso; aquí el contenido intestinal se hace más consistente y presenta restos de sustancias alimenticias todavía no digeridas y que, en cierto modo, pueden continuar su digestión en este tramo mediante los fermentos del intestino delgado que han sido transportados al ciego; sin embargo, se producen con preferencia escisiones fermentativas del almidón y de las células y escisiones putrefactivas de las proteinas y de sus derivados por parte de la flora bacteriana, adquiriendo así el quimo los caracteres de las heces en su forma fluida.
En el intestino grueso, por tanto, el quimo modifica sus características quimico-fisicas y sufre una sustracción de agua. La absorción del agua que se inicia en el intestino delgado se completa en el ciego y en el colon ascendente, donde normalmente se absorben unos 300-400 cc. En esta zona pueden absorberse otros elementos como el sodio, vitaminas y pequeñas cantidades de azúcar. El intestino grueso, gracias a sus glándulas segregantes de moco, el cual protege el epitelio, lubrifica las heces y neutraliza los productos ácidos del metabolismo bacteriano. A través de la mucosa de este último tramo intestinal pueden ser eliminadas distintas sustancias: compuestos nitrogenados que provienen del metabolismo intermedio, sales de calcio, de magnesio, de hierro, de potasio y bicarbonatos.
En la porción derecha del colon se desarrolla la fermentación de los residuos glucídicos carbónico; en la parte izquierda tiene lugar la descomposición y putrefacción de los residuos proteicos con la producción de sustancias aromáticas (indol y escatol), que derivan de la degradación del triptófano y que confieren el típico olor desagradable a las heces; del amoniáco y de hidrógeno sulfurado.
Los procesos fermentativos y putrefactivos se llevan a cabo por la flora bacteriana, que está compuesta principalmente por: escherichia coli, aerobacter, clostrium, enterocochi, lactobacilli y lieviti.
La composición de la flora está muy influenciada por la alimentación; así que si la dieta es rica en proteínas, prevalecen los gérmenes gram negativos, mientras que si es rica en hidratos de carbono, mientras que si es rica en hidratos de carbono, prevalecen los gérmenes gram positivos. Los productos de la putrefacción, que tienen la propiedad de ser tóxicos, son neutralizados, en parte, en el intestino y, en parte, en el hígado, donde se conjugan con el ácido glucorónico, la cisteína y la glicocola, siendo eliminados posteriormente por la orina.
La flora bacteriana tiene una importancia especial para la síntesis de algunas vitaminas (vitamina K y complejo B), y también para la reducción de la bilirrubina en urobilinógeno y en estercobilinógeno, los cuales, después de una serie de oxidaciones, después de una serie de oxidaciones, se eliminan parcialmente por la orina y por las heces en forma de urobilina y estercolina.
Las heces tienen la siguiente composición en general en condiciones normales el agua llega a constituir el 65%; el resto está formado por sustancias sólidas representadas por bacterias muertas, epitelios descamados, moco, pigmentos biliares, urea, restos y alimentos no digeridos, productos terminales de las escisiones fermentativas y putrefactivas, sales de calcio, de sodio, de potasio, de magnesio y pequeñas cantidades de hierro.
Excreción
Los movimientos del colon pueden ser segmentarios y propulsivos, los primeros impiden el tránsito rápido del quimo y al mismo tiempo provocan una mezcla continua; los segundos, que afectan a todo el colon, hacen progresar las heces hacia el recto. Estos aparecen generalmente después de las comidas, especialmente de la primera comida del día, y parece ser que están desencadenadas por un reflejo gastrocólico. El contenido intestinal, para pasar desde el ciego hasta el sigma, emplea unas diez a doce horas y aquí puede permanecer durante otras seis a ocho horas antes de ser expulsado por la defecación. Este trayecto será más lento si la dieta es seca, y se acelerará si la dieta es líquida o rica en celulosa, que estimula mecanicamente las paredes intestinales intensificando los movimientos propulsivos. Es necesario recordar que todos los productos de la actividad intestinal; el gas, lo hace forma mecánica por distensión de las paredes del mismo, lo que lleva consigo la estimulación de determinados receptores que transmiten los impulsos al centro de la defecación situado en la médula sacra. De este centro parten los estímulos que inducen a la contracción de la musculatura longitudinal del recto, los movimientos peristálticos del colon descendente y del sigma y la relajación del esfínter anal, con lo cual se inicia la defecación. La inhibición cortical se desarrolla esencialmente a nivel de los centro se desarrolla esencialmente a nivel de los centros del sacro, de donde parten impulsos que bloquean la motilidad del sigma y favorecen la contracción de los esfínteres anales. Las repetidas inhibiciones corticales parecen ser la causa más frecuente de extreñimiento crónico, en cuanto que determina una hipotonia de la musculatura del sigma, la dilatación recto-sigmoidea y la abolición del reflejo condicionado. Los estímulos mecánicos a nivel de la mucosa rectal, independientemente de su naturaleza, provocan la defecación, de manera contraria, los procesos irritativos de la mucosa ano-rectal (fisuras, hemorroides) la obstaculizan, ya que provocan una contracción del esfínter externo del ano, en parte por vía refleja, y en parte de origen cortical.
Digestión
Proceso o, mejor aún, conjunto de los procesos por los cuales los alimentos ingeridos pueden ser asimilados. La digestión se lleva a cabo en el aparato digestivo en el recto. En la boca se llevan a cabo los primeros estadios preparativos de la digestión; la trituración de los alimentos; a la que sigue la insalivación, debida a la secreción de las glándulas salivares:
a) Parótida
b) Submaxilar
c) Sublingual: Esta actúa bien en sentido mecánico, empastando y lubrificando el bolo, bien en sentido químico, por medio de algunas enzimas (ptialina maltasa, etc.), que atacan al almidón cocido y la maltosa; provocando la primera escisión.
La saliva, además de tener el fin de unir en un único cuerpo (bolo) los fragmentos de los alimentos masticados, sirve también para transformar el almidón en dextrina y azúcar. Está formada, en un 994, por agua; el resto lo constituye sales, que se encuentran en el suero de la sangre, y algunas sustancias proteícas, entre las cuales un mucígeno, que genera el moco, y un zimógeno, que genera la ptialina (un fermento que actúa sobre el almidón cocido).
El bolo alimenticio es lanzado desde la lengua hasta el borde de la garganta
y luego, por los músculos faríngeos, al esófago, a través
del cual, gracias a una serie de movimientos peristálticos, desemboca
en el estómago. Aquí por la acción de las capas musculares
mucosas, el bolo viene transformado en químo, que luego pasa al intestino.
Esta transformación (digestión gástrica) tiene
lugar por la acción jugo gástrico. Líquido transparente,
con sabor ácido, compuesto, en un 994,40, por agua y el resto formado
por varias sustancias, entre las cuales las principales son el ácido
clorhídrico y dos fermentos; la pepsina y el coágulo.
La pepsina, junto con el ácido clorhídrico, transforma la sustancia
albuminosa en sustancia absorbible. En el estomago se efectúan las fases
fundamentales de la digestión sobre las proteínas y los azúcares,
que se transforman en compuestos más simples del tipo peptonas y oligosacáridos.
Los elementos pasan luego al primer tramo del intestino delgado, donde se inicia
su transformación final en productos absorbibles que se escinden en ácidos
grasos y glicerol; las proteínas y peptonas, que se transforman en aminoácidos,
y los oligosacáridos, que se transforman en monosacáridos. Ha
sido demostrado que en ambientes ácidos la pepsina tiene el poder de
transformar su peptona una cantidad de fibrina mil veces superior a su peso.
El coágulo o cuajo tiene el fin de coagular la leche. En el
estómago, las sustancias albuminoides, a través de una serie de
modificaciones, se transforman en peptonas que no coagulan con el calor. Lo
mismo sucede para las sustancias colágenas. Las gras, sobre las cuales
el jugo gástrico no ejerce su acción, suelen hacerse líquidas.
En el estómago, el almidón y las sustancias amiláceas,
en general, prosiguen las transformaciones iniciales en un principio por la
acción de la saliva y que el jugo gástrico por la acción
de la saliva y que el jugo gástrico completará en el intestino.
No todos están de acuerdo en admitir que la mucosa gástrica tiene
también una función de absorción. Que al menos
la absorción de las sustancias alcohólicas tenga lugar a través
de la mucosa gástrica parece estar demostrado por la dilatación
de los capilares periféricos, que se observa especialmente en los bebedores
moderados, justo después de la ingestión de estas sustancias.
El quimo sufre sucesivas transformaciones, una vez pasado el píloro,
y a lo largo del intestino. La primera de ellas por efecto del jugo pancreático
(segregado por el páncreas) que, con uno de sus componentes,
la tripsina, actúa sobre las sustancias protéicas. El
quimo se pone también en contacto con la bilis, segregada por el hígado,
que, además de una acción sobre las sustancias proteicas, ejerce
una importante acción emulsionante sobre las grasas alimenticias, así
como una acción antiputrefacción sobre las sustancias alimenticias,
así como una acción antiputrefacción sobre las sustancias
alimenticias nitrogenadas; ésta tiene el poder de reforzar los procesos
digestivos intestinales.
El jugo entérico, por último, que no actúa
sobre las sustancias proteicas, contiene la quimosina, que en ambiente
alcalino, como es el intestinal, tiene el poder de coagular la leche, y la invertina,
que actúa sobre el almidón. Todas las sustancias no utilizables
on expulsadas a través de la desembocadura del tubo digestivo. La digestión
de las grasas tiene lugar a nivel intestinal por medio de la lipasa, que transforma
a estas sustancias en ácidos grasos y glicerol, facilmente absorbibles.
A este nivel continúa y termina la digestión de las proteinas
y de los azúcares, iniciada en el estómago, estos compuestos se
transforman definitivamente en aminoácidos y azúcares simples.
A la digestión sigue la absorción del material no elaborado, llamado
quilo. El fin del proceso digestivo es el de transformar los alimentos
digeridos en sustancias solubles fácilmente difusibles y absorbibles.
La absorción del quilo tiene lugar a través de los numerosos villis
(vellosidades intestinales), que posee la mucosa intestinal; cada uno de
ellos contiene un capilar rodeado por pequeños vasos quilíferos
en los cuales penetra la grasa. Una vez dentro de la circulación, el
quilo llega a la corriente sanguínea, poniéndose en contacto con
las distintas células. Los villis intestinales se encuentran en el intestino
delgado y están durante la digestión en continuo movimiento, alargándose
y acortandose por obra de las fibras musculares, de las cuales están
provistos. En el intestino delgado tiene lugar también tiene lugar también
la absorción de agua y de sales, de hidratos de carbono en forma de glucosa,
es decir, de azúcar simple; de las proteinas en forma de aminoácidos
y de las grasas. A continuación se encuentra el intestino ciego (primera
porción del intestino grueso), teniendo aquí lugar la absorción
casi total de las sustancias alimenticias que han pasado del intestino delgado;
los principios alimenticios residuales se reducen al 5% de su contenido inicial.
En el intestino grueso el material intestinal se hace más consistente
y se ve expuesto a escisiones fermentativas de las amidas y a escisiones putrefactas
de las proteínas. El contenido intestinal, a nivel de la primera porcióndel
intestino grueso, tiene ya caracteres de heces, aunque en forma líquido.
Las escisiones fermentativas se desarrollan a cargo de la celulosay
del almidón y llevan a la formación final de los ácidos
grasos y gases. Las escisiones putrefactas se desarrollan a cargo de las proteínas,
que son reducidas a aminoácidos, ácidos grasos y gases, entre
los cuales se encuentra el escatol. Los productos de la putrefacción,
que son notablemente tóxicos, son inocuos para la actividad del hígado,
que los transforma en productos que, a su vez, son eliminados por la orina.
Las escisiones fermentativas y putrefactas son obra de la flora bacteriana intestinal.
De hecho, en el colon existe una amplia gama de bacterias, variable en su composición
según la alimentación. Estas bacterias no están presentes
en las secciones anteriores del aparato digestivo, ya que su vida es imposible
debido a la acidez del jugo gástrico y del jugo intestinal. Entre los
gérmenes más frecuentes en el intestino se encuentra el bacterium
colli (o escherichia coli), el estreptococo graciden, las bacterias aerógenas
de la leche y los gérmenes anaerobios. Las bacterias intestinales fransforman
incluso la bilirrubina, contenida en la bilis y proveniente del hígado,
en urobilinógeno, oxidándose, se transforma en urobilina, que
es eliminada por la orina; el estercobilinógeno, al oxidarse, se transforma
en estercobilina, que es eliminada con las heces.
En el colon, además de la compleja actividad bacteriana, tiene
lugar la absorción del agua contenida en el material líquido,
de modo que se forma así una masa más consistente; además,
las glándulas de la mucosa segregan un moco que sirve para lubrificar
la masa fecal ya formada y que debe pasar a travé del colon a el recto.
La progresión de esta masa tiene lugar a través de movimientos
peristálticos distanciados en largos intervalos. Una vez las heces en
el recto, cuando su acúmulo ejerce una acción de presión,
surge el estímulo de la defecación, en el cual el esfínter
exterior se relaja y el recto se contrae, con movimientos coordinados a las
contracciones subsidiarias de las paredes abdominales. La defecación
es un acto reflejo, pero puede dominar a voluntad ya que esta puede controlar
el cierre del esfínter externo, al menos hasta un cierto límite
de presión. Las heces, en el momento de su expulsión, están
formadas por un 65% de agua. La masa sólida está formada por bacterias
en gran cantidad, pero en su mayor parte ya muertas antes de su eliminación
por sustancias derivadas de la escisión fermentativa y putrefacta por
productos de la secreción intestinal, por pigmentos biliare y sales minerales.
La composición de las heces varía en dependencia de la dieta adoptada.
La reacción de las heces es ácida si predominan las fermentaciones
intestinales (dependientes de una gran cantidad de carbohidratos introducidos
con la dieta), o alcalina si los fenómenos de la putrefacción
determinan la abundancia de sustancias proteícas. Los procesos de la
putrefacción se acompañan de la producción de sustancias
volátiles de olor particularmente desagradable.
Autor:
Lucia Mabel del Giudice
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