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Adultez Temprana – Orientacion de la conducta (página 2)




Enviado por Maritza Rodriguez



Partes: 1, 2, 3

El trastorno bipolar ,
también conocido como trastorno afectivo
bipolar (TAB) y antiguamente como psicosis
maníaco-depresiva (PMD), es
el diagnóstico psiquiátrico que describe
un trastorno del estado de ánimo caracterizado
por la presencia de uno o más episodios con niveles
anormalmente elevados de energía,cognición y
del estado de ánimo. Clínicamente se refleja
en estados de manía o, en casos más
leves, hipomanía junto con episodios
concomitantes o alternantes dedepresión, de tal manera que
el afectado suele oscilar entre la alegría y
la tristeza de una manera mucho más marcada que
las personas que no padecen
esta patología.

Por lo general tiene expresión por
un desequilibrio electroquímico en los
neurotransmisores cerebrales. Adicionalmente, debido a las
características del trastorno bipolar, los individuos
tienen más riesgo de mortalidad por accidentes y por
causas naturales como las enfermedades
cardiovasculares. A pesar de ser considerado un trastorno
crónico y con una
alta morbilidad y mortalidad, una atención
integral que aborde todos los aspectos implicados:
biológicos, psicológicos y sociales, puede
conseguir la remisión total de las crisis, de ahí
la gran importancia de que el diagnóstico del afectado sea
correcto.

El elemento básico para el tratamiento del
trastorno bipolar es la toma de conciencia del problema, su
conocimiento por parte del afectado y sus allegados mediante una
psicoeducación adecuada que les permita hacer frente a las
crisis sin temores infundados y con las herramientas más
válidas; así como prevenir las recaídas. La
terapia farmacológica personalizada,
especialmente durante las fases de desequilibrio, es otra de las
claves. Benzodiazepinas, antipsicóticos y
estabilizadores del ánimo son los fármacos
más utilizados.

Los patrones de cambios del estado de ánimo
pueden ser cíclicos, comenzando a menudo con una
manía que termina en una depresión profunda. En
ocasiones pueden predominar los episodios maníacos o los
depresivos. Algunos de estos trastornos se denominan 'de ciclado
rápido' porque el estado de ánimo puede cambiar
varias veces en un período muy breve de tiempo. Otras
veces se presenta el llamado "estado mixto", en el que los
pensamientos depresivos pueden aparecer en un episodio de
manía o viceversa. Cuando el trastorno afectivo bipolar se
presenta en niños menores de 5 años, generalmente
aparece en su forma mixta.

Síntomas

La fase maníaca puede durar de días a
meses y puede abarcar los siguientes síntomas:

  • Distraerse fácilmente

  • Poca necesidad de sueño

  • Deficiente capacidad de discernimiento

  • Control deficiente del temperamento

  • Comportamientos imprudentes y falta de
    autocontrol:

  • excesos de comida, bebida y/o consumo de
    drogas

  • deficiente capacidad de discernimiento

  • sexo con muchas parejas (promiscuidad)

  • hacer gastos exagerados

  • Estado de ánimo muy elevado

  • exceso de actividad (hiperactividad)

  • incremento de la energía

  • pensamientos apresurados

  • hablar mucho

  • autoestima muy elevada (creencias falsas acerca de
    sí mismo o de las habilidades)

  • Compromiso exagerado en actividades

  • Muy alterado (agitado o irritado)

Estos síntomas de manía ocurren con el
trastorno bipolar I. En las personas con trastorno bipolar II,
los síntomas de manía son similares pero menos
intensos.

La fase depresiva de ambos tipos de trastorno bipolar
incluye los siguientes síntomas:

  • Tristeza o estado de ánimo bajo
    diariamente

  • Dificultad para concentrarse, recordar o tomar
    decisiones

  • Problemas en la alimentación

  • pérdida del apetito y pérdida de
    peso

  • consumo exagerado de alimentos y aumento de
    peso

  • Fatiga o desgano

  • Sentimiento de minusvalía, desesperanza o
    culpa

  • Pérdida de interés en actividades que
    alguna vez disfrutaba

  • Pérdida de la autoestima

  • Pensamientos de muerte y suicidio

  • Dificultad para conciliar el sueño o dormir
    demasiado

  • Alejarse de los amigos o las actividades que
    disfrutaba

Existe un alto riesgo de suicidio con el
trastorno bipolar. Los pacientes pueden abusar del alcohol u
otras sustancias, lo cual puede empeorar los síntomas y el
riesgo de suicidio. Algunas veces, hay una superposición
entre las dos fases. Los síntomas maníacos y
depresivos se pueden presentar juntos o rápidamente uno
detrás de otro en lo que se denomina un estado
mixto.

Pruebas y exámenes

Muchos factores están involucrados en el
diagnóstico del trastorno bipolar. El médico puede
tomar todas o algunas de las siguientes medidas:

  • Preguntar acerca de los antecedentes familiares
    como, por ejemplo, si alguien tiene o ha tenido trastorno
    bipolar.

  • Preguntar acerca de las fluctuaciones del estado de
    ánimo recientes y por cuánto tiempo las ha
    experimentado.

  • Llevar a cabo un examen completo para buscar
    enfermedades que puedan estar causando los
    síntomas.

  • Solicitar pruebas de laboratorio para
    verificar problemas de tiroides o niveles de
    drogas.

  • Hablar con los miembros de la familia respecto al
    comportamiento.

  • Elaborar la historia clínica, incluyendo
    cualquier problema médico que usted tenga y cualquier
    medicamento que esté tomando.

  • Vigilar el comportamiento y el estado de
    ánimo.

Tratamiento

Los períodos de depresión o manía
retornan en la mayoría de los pacientes, incluso con
tratamiento. Los mayores objetivos del tratamiento
son:

  • Evitar moverse de una fase a otra.

  • Evitar la necesidad de una
    hospitalización.

  • Ayudar a que el paciente se desempeñe lo
    mejor posible entre episodios.

  • Prevenir la autoagresión y el
    suicidio.

  • Hacer que los episodios sean menos frecuentes e
    intensos.

El médico primero intentará averiguar lo
que puede haber desencadenado el episodio del estado
anímico. Igualmente, puede buscar cualquier problema
físico o emocional que podría afectar el
tratamiento.

Los siguientes fármacos, llamados estabilizadores
del estado anímico, se se usan primero:

  • Carbamazepina

  • Lamotrigina

  • Litio

  • Valproato (ácido valproico)

También se puede ensayar con otros
fármacos anticonvulsivos.

Otros fármacos empleados para tratar el trastorno
bipolar abarcan:

  • Antipsicóticos y ansiolíticos
    (benzodiazepinas) para problemas del estado de
    ánimo.

  • Se pueden agregar antidepresivos para tratar la
    depresión. Las personas con trastorno bipolar son
    más propensas a tener episodios maníacos e
    hipomaníacos si se les administran antidepresivos.
    Debido a esto, los antidepresivos sólo se usan en
    personas que también estén tomando un
    estabilizador del estado de ánimo.

Se puede usar terapia electroconvulsiva (TEC) para
tratar la fase depresiva o maníaca del trastorno bipolar
si no responde a los medicamentos. La terapia electroconvulsiva
utiliza una corriente eléctrica para causar una breve
convulsión mientras el paciente se encuentra bajo el
efecto de la anestesia. Esta terapia es el tratamiento más
efectivo para la depresión que no se alivia con
medicamentos.

La estimulación magnética transcraneal
(EMT) usa pulsos magnéticos de alta frecuencia que
están dirigidos a las áreas afectadas del cerebro.
Casi siempre se utiliza después de la terapia
electroconvulsiva. Los pacientes que están en la mitad de
episodios maníacos o depresivos posiblemente necesiten
permanecer en un hospital hasta que su estado anímico se
estabilice y su comportamiento esté bajo control. Los
médicos todavía están tratando de decidir la
mejor manera de tratar el trastorno bipolar en niños y
adolescentes. Los padres deben considerar los posibles riesgos y
beneficios del tratamiento para sus hijos.

Programas y terapias de apoyo

Los tratamientos familiares que combinan apoyo y
educación acerca del trastorno bipolar
(psicoeducación) pueden ayudar a las familias a hacerle
frente y reducir las probabilidades de retorno de los
síntomas. Los programas que ofrecen servicios de
integración y apoyo de la comunidad pueden ayudar a las
personas que carecen de apoyo social y familiar. Las habilidades
importantes abarcan:

  • Hacerle frente a los síntomas que
    están presentes, incluso mientras se estén
    tomando medicamentos.

  • Aprender un estilo de vida saludable, que incluya
    dormir bien y mantenerse alejado de las drogas
    psicoactivas.

  • Aprender a tomar los medicamentos correctamente y
    cómo manejar los efectos secundarios.

  • Aprender a estar atento al retorno de los
    síntomas y saber qué hacer cuando éstos
    reaparezcan.

Los miembros de la familia y los cuidadores son muy
importantes en el tratamiento del trastorno bipolar. Ellos le
pueden ayudar a los pacientes a buscar los servicios de apoyo
apropiados y a constatar que el paciente tome el medicamento
correctamente.

Dormir lo suficiente es muy importante en el trastorno
bipolar, debido a que la falta de sueño puede desencadenar
un episodio maníaco. La terapia puede ser útil
durante la fase depresiva. El hecho de vincularse a un grupo de
apoyo puede ayudar a los pacientes con trastorno bipolar y a sus
seres queridos.

  • Un paciente con trastorno bipolar no siempre puede
    comentarle al médico acerca del estado de la
    enfermedad. Los pacientes con frecuencia tienen dificultad
    para reconocer sus propios síntomas
    maníacos.

  • Los cambios en el estado anímico con el
    trastorno bipolar no son predecibles, de manera que algunas
    veces es difícil decir si un paciente está
    reaccionando favorablemente al tratamiento o está
    saliendo de manera natural de una fase bipolar.

  • Los tratamientos para los niños y los
    ancianos no se han estudiado bien.

Trastorno antisocial de la
personalidad

Las personas con personalidad antisocial (en otro tiempo
llamada psicopática o personalidad sociopática), la
mayor parte de las cuales son hombres, muestran desprecio
insensible por los derechos y los sentimientos de los
demás. Explotan a otros para obtener beneficio material o
gratificación personal (a diferencia de los narcisistas,
que creen que son mejores que los otros).

Característicamente, tales personas expresan sus
conflictos impulsiva e irresponsablemente. Toleran mal la
frustración y, en ocasiones, son hostiles o violentas. A
pesar de los problemas o el daño que causan a otros por su
comportamiento antisocial, típicamente no sienten
remordimientos o culpabilidad. Al contrario, racionalizan
cínicamente su comportamiento o culpan a otros. Sus
relaciones están llenas de deshonestidades y de
engaños. La frustración y el castigo raramente les
ocasionan la modificación de sus conductas.

Las personas con personalidad antisocial son
frecuentemente proclives al alcoholismo, a la toxicomanía,
a las desviaciones sexuales, a la promiscuidad y a ser
encarceladas. Son propensas a fracasar en sus trabajos y a
trasladarse de un sitio a otro. Frecuentemente tienen una
historia familiar de comportamiento antisocial, abuso de
sustancias, divorcio y abusos físicos. En su niñez,
generalmente, fueron descuidados emocionalmente y con frecuencia
sufrieron abusos físicos en sus años de
formación. Tienen una esperanza de vida inferior a la
media, pero entre los que sobreviven, esta situación
tiende a disminuir o a estabilizarse con la edad.

Diagnóstico. Corresponde a personas que
hacen caso omiso a y violan los derechos ajenos, como lo indica
la presencia de tres o más de las siguientes siete
características:

  • Incapacidad para ajustarse a las normas sociales
    relacionadas con la ley, por lo que hay repetición de
    actos que justifican reclusiones

  • Engaño constante, expresado en mentiras
    repetidas, uso de nombres falsos o explotación de
    otros por placer o beneficio personal

  • Impulsividad o incapacidad para realizar proyectos
    futuros

  • Irritabilidad y agresividad, como se evidencia por
    repetidas reyertas y asaltos

  • Desconsideración temeraria por la seguridad
    propia y ajena

  • Irresponsabilidad consistente, demostrada por
    repetidos fracasos para mantener un trabajo permanente y
    honrar las obligaciones económicas

  • Carencia de remordimiento, según lo indica la
    racionalización o indiferencia por los actos cometidos
    de robos y lesiones.

El diagnóstico es apropiado sólo para los
individuos que al menos tienen 18 años de edad, y cuya
historia revela que desde antes de los 15 presentaron
síntomas de conducta disocial bajo la forma de
trasgresión de las normas sociales fundamentales y de los
derechos de otros (agresión a personas y animales,
destrucción de la propiedad, engaño o robo,
quebrantamiento de la ley). El diagnóstico es correcto
cuando no ocurre exclusivamente durante un episodio de
esquizofrenia o maníaco.

Aspectos clínicos. El comportamiento
antisocial continuo y claro desde la niñez hasta la
adultez, cursa prácticamente sin interrupciones
tipificándose, además de lo descrito, por una
historia de varios años de inactividad laboral
responsable. Tal comportamiento crónico no es consecuencia
de retraso mental, esquizofrenia o trastorno afectivo, aunque en
algunos raros casos puede coexistir con discreto grado de
deficiencia mental. Hay que puntualizar que la violación
de los derechos de los demás no siempre implica
criminalidad.

Los niños y adolescentes no pueden recibir
diagnóstico de personalidad antisocial hasta verificar que
la conducta agresiva y la delincuencia continúan en la
adultez, y siempre que otros criterios diagnósticos se
encuentren presentes. El calificativo de psicópata no debe
aplicarse con ligereza, puesto que muchos adolescentes tienen un
comportamiento inducido por estresores personales, familiares o
de grupo, que pueden expresarse de muchas maneras sin que el
sujeto desarrolle completamente el síndrome antisocial en
la adultez. A veces debe esperarse varios años de
observación continua para establecer el
diagnóstico.

El trastorno es de curso crónico con
características cambiantes en el tiempo, no remite
espontáneamente antes de que el individuo llegue a la edad
media de la vida. Algunos pacientes se "queman" o "apagan"
conforme se marchita la fuerza física y el vigor emocional
que son indispensables para continuar la estimulación y
para soportar los estresores de la vida. El psicópata
añoso sigue antisocial, pero tiene poco éxito,
comete menos delitos o permanece encarcelado como sujeto
bochinchero, camorrero o como alguien cuyos esfuerzos de
estimulación y defensa lo han llevado de una actividad
antisocial notoria a prácticas más pasivas como
alcoholismo o abuso de drogas. Otros enfermos se deterioran por
injurias o enfermedades severas o se deprimen, en cuyo caso deben
ser tratados por la depresión y no por la
psicopatía.

Tratamiento. La psicoterapia requiere de mucha
dedicación del paciente y del médico. Generalmente,
los médicos muestran poca disposición para tratar
este tipo de enfermo y éste tampoco tiene
disposición para emprender la tarea. En pocos hospitales
especializados se tratan personalidades antisociales y
delincuentes con el objetivo de cambiar las
características de la personalidad. En los casos que se
les administra tratamiento, generalmente, se debe a la presencia
de otros trastornos psiquiátricos agregados. En casos
específicos se han empleado tratamientos comunitarios y
modelos farmacológicos como, por ejemplo, las inyecciones
de depósito de medrox y progesterona o acetato de
cyproterona para suprimir con seguridad los niveles de
testosterona en psicópatas varones sexualmente agresivos o
rapaces.

Trastorno de personalidad
dependiente 

Las personas con una personalidad dependiente
transfieren las decisiones importantes y las responsabilidades a
otros y permiten que las necesidades de aquellos de quienes
dependen se antepongan a las propias. No tienen confianza en
sí mismas y manifiestan una intensa inseguridad. A menudo
se quejan de que no pueden tomar decisiones y de que no saben
qué hacer o cómo hacerlo.

Son reacias a expresar opiniones, aunque las tengan,
porque temen ofender a la gente que necesitan. Las personas con
otros trastornos de personalidad frecuentemente presentan
aspectos de la personalidad dependiente, pero estos signos quedan
generalmente encubiertos por la predominancia del otro trastorno.
Algunos adultos con enfermedades prolongadas desarrollan
personalidades dependientes.

 Diagnóstico. El comportamiento en
este trastorno se caracteriza por la excesiva necesidad de apoyo
y cuidado que da lugar a una conducta sumisa y adhesiva plagada
de temores de abandono. Cinco o más de las siguientes ocho
características son significativas;

  • Dificultad para tomar decisiones cotidianas sin
    contar con consejo y reafirmación reiterada de
    otros

  • Necesidad de que otros asuman la responsabilidad
    ante los actos más importantes (elección de
    vivienda o trabajo, por ejemplo)

  • Dificultad para expresar desacuerdos con otros por
    temor de perder apoyo o aprobación (no incluye temores
    reales de revancha)

  • Desasosiego para hacer cosas o iniciar proyectos por
    sí solo (hay motivación y energía, pero
    falta confianza en el propio juicio y las
    habilidades)

  • Necesidad de lograr aprecio. Pueden, así,
    establecer una actitud de sumisión
    desmedida;

  • Angustia y sentimientos de desvalimiento cuando
    está solo; pues hay conocimiento de una incapacidad
    para actuar y valerse por sí mismo;

  • Búsqueda urgente de otras relaciones (cuando
    termina una) para tener una fuente de apoyo y
    protección;

  • Preocupaciones y temores infundados de sufrir
    abandono.

Aspectos clínicos. El sujeto permite
pasivamente que los demás asuman responsabilidad en sus
asuntos más importantes, subordinando sus propias
necesidades a las de las personas de quienes depende para evitar
cualquier posibilidad de tener que confiar en sí mismo,
por estar convencido de carecer de capacidad para funcionar
independientemente.

El enfermo tiene mucha necesidad de afecto, vive
pidiendo un agente externo, como si fuera un ayudante
mágico que satisfaga todas sus necesidades, tome todas sus
decisiones, lo rescate de la infelicidad y le otorgue amor y
cuidados, pues sin estas formas de protección cree que no
puede vivir. Tolera severos abusos y humillaciones con tal de
retener, aunque sólo sea en la fantasía, el
contacto con el objeto idealizado y del que depende. El abandono
es el peligro máximo, y para evitar esta posibilidad lucha
a cualquier costo.

La ansiedad es rasgo común cuando se vislumbra la
amenaza de separación o desilusión; cuando esta
eventualidad se concreta, sobrevienen cuadros depresivos con
profundos sentimientos de desamparo e impotencia. Las molestias
hipocondríacas acentúan las necesidades o la
infelicidad, pero no tanto por los síntomas en sí,
sino porque la figura protectora no presta la atención
deseada. Ejemplo: una esposa muy dependiente tiene quejas
físicas como medio de comunicación con el
cónyuge; su depresión expresa los sentimientos de
desamparo porque considera que él responde inadecuadamente
hacia ella, desde el punto de vista afectivo y de atención
real.

Tratamiento. Es difícil. Con
frecuencia existen importantes ganancias secundarias para lograr
atención, cuidados y evadir responsabilidades. Debe
controlarse los síntomas ansiosos, depresivos o
fóbicos. Los ansiolíticos y antidepresivos son
útiles transitoriamente para el control de los
síntomas agudos. Con psicoterapia prolongada se estimula y
apoya el esfuerzo del paciente, para obtener autonomía y
recuperación de la autoestima.

Trastorno esquizoide de la
personalidad:

Las personas con una personalidad esquizoide son
introvertidas, ensimismadas y solitarias. Son emocionalmente
frías y socialmente distantes. A menudo están
absortas en sus propios pensamientos y sentimientos y son
temerosas de la aproximación e intimidad con otros. Hablan
poco, son dadas a soñar despiertas y prefieren la
especulación teórica a la acción
práctica. La fantasía es un modo frecuente de
enfrentarse a la realidad.

Diagnóstico. En este modelo prevalece
el distanciamiento de las relaciones sociales y el impedimento
para expresar las emociones en situaciones interpersonales.
Cuatro o más de las siguientes siete
características orientan el diagnóstico:

  • Falta de deseo y de disfrute para las relaciones
    íntimas, incluyendo el relativo a ser parte de una
    familia;

  • Elección frecuente de actividades
    solitarias;

  • Escaso o ningún interés para tener
    experiencias sexuales con otras personas;

  • Dificultad para derivar placer en las escasas
    actividades que realiza;

  • Carencia de amigos íntimos, aparte de sus
    familiares;

  • Indiferencia ante los halagos o críticas de
    los demás;

  • Frialdad emocional o aplanamiento de la
    afectividad.

Trastorno histriónico de la
personalidad
.

Las personas con una personalidad histriónica
(histérica) buscan de un modo notable llamar la
atención y se comportan teatralmente. Sus maneras
vivamente expresivas tienen como resultado el establecer
relaciones con facilidad pero de un modo superficial. Las
emociones a menudo aparecen exageradas, infantilizadas e ideadas
para provocar la simpatía o la atención (con
frecuencia erótica o sexual) de los otros.

La persona con personalidad histriónica es
proclive a los comportamientos sexualmente provocativos o a
sexualizar las relaciones no sexuales. Pueden no querer en
realidad una relación sexual; más bien, sus
comportamientos seductores a menudo encubren su deseo de
dependencia y de protección. Algunas personas con
personalidad histriónica también son
hipocondríacas y exageran sus problemas físicos
para conseguir la atención que necesitan.

Diagnostico: El Trastorno que suele aparecer al
inicio de la adultez se presenta con emotividad excesiva y
demanda de atención, según lo indica la presencia
de cinco o más de las ocho características
siguientes:

  • Incomodidad si el paciente no logra ser el centro de
    atención;

  • Sexualidad seductora inapropiada o provocativa en la
    interacción con otros;

  • Expresión emocional superficial y con cambios
    rápidos;

  • Permanente uso de la apariencia física para
    atraer la atención;

  • Lenguaje de estilo impresionista pero carente de
    razones;

  • Los afectos son exagerados y denotan
    teatralidad;

  • Facilidad para sugestionarse por otros o por las
    circunstancias;

  • relaciones superficiales aunque el paciente las
    conceptúe íntimas.

 Aspectos clínicos. Los
síntomas pueden agruparse en dos conjuntos: (a) conducta
abiertamente melodramática, reactiva y expresada de modo
diverso; y, (b) alteraciones características de las
relaciones interpersonales. Ambos conforman un severo desorden
regresivo de la personalidad por falta de integración del
concepto de sí mismo y del concepto significativo de los
otros. Se une a ello la consiguiente incapacidad para diferenciar
las relaciones con las demás personas y para evaluar a
éstas en hondura. Todo ello da lugar a la inapropiada
elección del compañero sexual y marital.

El trastorno histriónico se descompensa en la
adultez tardía y la vejez. Los efectos acumulados de la
incapacidad para ejercitar valores personales, profesionales,
culturales y sociales, así como la frecuente
desorganización y fracaso en las relaciones íntimas
y la falta de integración de la identidad, son
ingredientes que interfieren con el aprendizaje social
común y generan una reacción circular que empeora
el funcionamiento individual con el progreso de los
años.

En las mujeres el comportamiento es egoísta
y autocomplaciente, pero con capacidad para combinarlo con la
intensa necesidad de dependencia de otros; dependencia adherente
que no muestra reciprocidad en las relaciones. Con respecto a las
narcisistas, las histriónicas tienen mayor capacidad para
compromisos emocionales y poseen muchas adherencias y estabilidad
en sus relaciones aunque, por otro lado, notoriamente
inmaduras.

Las mujeres histriónicas presentan labilidad
emocional difusa, relaciones indiferenciadas con personas
significativas y compromisos emocionales inmaduros y
egocéntricos. Se identifican excesivamente con otros y
proyectan intenciones irreales y fantásticas sobre ellos,
por lo que la dramatización de afectos, la conducta
emocionalmente lábil y volátil, la excitabilidad
generalizada y la inconsistencia de sus reacciones trasmiten la
superficialidad emocional subyacente y la falta de capacidad para
establecer relaciones diferenciadas.

Las histriónicas tienen conducta sexualizada en
forma cruda e inapropiada para manifestar exhibicionismo y
necesidades de dependencia; presentan muy pocos rasgos represivos
en la vida sexual y más manifestaciones disociativas, como
la alternancia de compromisos y fantasías sexuales
contradictorias (expresados en comportamiento sexual infantil
polimorfo).

Las mujeres histriónicas tienen tendencias
impulsivas, difusas e impredecibles, que refuerzan las inestables
e intensas relaciones con los otros. Además, muestran
angustia intensa e inapropiada o falta de control de la angustia
y notorios cambios del estado del ánimo. Son mujeres
propensas a los gestos e intentos suicidas para atraer la
atención de los demás. Las amenazas de suicidio con
estos propósitos conforman sólo un aspecto que, con
los mismos fines manipulatorios, gobiernan las relaciones
interpersonales, por lo que frecuentemente mienten, se involucran
en acciones antisociales y manifiestan pseudología
fantástica.

En estos últimos casos debe establecerse la
diferenciación con los trastornos antisocial y narcisista
de la personalidad. Como son propensas a desarrollar sentimientos
de despersonalización, cuando se encuentran bajo severo
estrés pueden presentar síntomas psicóticos
transitorios de insuficiente severidad y duración que
puede garantizar un diagnóstico adicional.

Los varones histriónicos también presentan
las caracteristicas de falta de integración de la
identidad, severas perturbaciones en las relaciones
interpersonales y falta de control de impulsos. Usualmente
denotan notoria promiscuidad sexual, muchas veces bisexualidad,
desviaciones sexuales diversas, tendencias antisociales y,
frecuentemente, utilización consciente o inconsciente de
síntomas físicos determinados por causas
orgánicas o psíquicas. En todos los pacientes
varones con este trastorno es importante hacer el
diagnóstico diferencial con los trastornos de personalidad
antisocial y narcisista, a fin de establecer la adecuada
terapéutica y el correcto pronóstico.

 Tratamiento. La psicoterapia
psicoanálitica aplicada precozmente es la indicada. La
psicoterapia de apoyo se recomienda cuando el paciente presenta
contraindicaciones para psicoterapia profunda, tales como
presencia de rasgos antisociales prominentes, patología
inusualmente severa en las relaciones objetales o acting out
severo que proporcionen ganancia secundaria.

Si hay síntomas depresivos secundarios o
depresiones caracterológicas, debe usarse inhibidores de
la monoamino oxidasa, antidepresivos tricíclicos o
tetracíclicos, aunque esta medicación debe
reservarse sólo para pacientes con depresión
severa, y descontinuarla si en pocos meses no se observa
mejoría clara y definitiva de la
depresión.

Trastorno narcisista de la
personalidad
.

Las personas con una personalidad narcisista tienen un
sentido de superioridad y una creencia exagerada en su propio
valor o importancia, lo que los psiquiatras llaman
"grandiosidad". La persona con este tipo de personalidad puede
ser extremadamente sensible al fracaso, a la derrota o a la
crítica y, cuando se le enfrenta a un fracaso para
comprobar la alta opinión de sí mismos, pueden
ponerse fácilmente rabiosos o gravemente
deprimidos.

Como creen que son superiores en las relaciones con los
otros, esperan ser admirados y, con frecuencia, sospechan que
otros los envidian. Sienten que merecen que sus necesidades sean
satisfechas sin demora y por ello explotan a otros, cuyas
necesidades o creencias son consideradas menos importantes. Su
comportamiento es a menudo ofensivo para otros, que les
encuentran egocentristas, arrogantes o mezquinos.

Diagnóstico. En esta
categoría, destacan las manifestaciones de grandiosidad,
necesidad de admiración y carencia de empatía,
según lo indica la presencia de cinco o más de las
nueve características siguientes:

  • Sentimientos de grandiosidad y de importancia
    personal;

  • Preocupación con fantasías de
    éxito ilimitado (belleza, poder, brillantez, amor
    ideal);

  • Creer que son personajes especiales y
    únicos;

  • Conceptuar que sólo son comprendidos por
    personas o instituciones de alto nivel y que con ellas pueden
    establecer relaciones;

  • Necesidad de admiración excesiva;

  • Especial aprecio de su derecho (las expectativas,
    aunque sean infundadas, deben ser atendidas sin
    demora);

  • Explotación de las personas, de quienes toman
    ventaja para el logro de los propios fines;

  • Carencia de empatía y de reconocimiento de
    las necesidades y afectos ajenos;

  • Envidia de otros y creencia de ser
    envidiado;

  • Arrogancia y petulancia del comportamiento y de las
    actitudes.

 Aspectos clínicos. Son importantes
las siguientes características: (a) sentimientos marcados
de importancia personal; (b) exhibicionismo y fantasías de
éxito ilimitado, poder, brillo, belleza y amor ideal; (c)
la indiferencia y frialdad o sentimientos marcados de rabia,
inferioridad, vergüenza, humillación o vacuidad como
respuesta a fracasos, críticas o indiferencia de los
demás; (d) la alteración de las relaciones
interpersonales (obtención de ventajas sin reciprocidad,
utilización, explotación y desprecio de los
demás, falta de empatía con incapacidad para
reconocer los pensamientos y valores ajenos).

Los narcisistas carecen de valores éticos y
estéticos auténticos e integrados, aunque los
tienen a niveles infantiles para proteger su autoestima y vanidad
con desmesurada dependencia de la admiración externa, lo
que refleja su funcionamiento severamente inmaduro.

El narcisismo adulto normal se caracteriza por la
regulación normal del amor propio (autoestima) que depende
de varios factores: estructura normal de la personalidad con
integración normal de las representaciones de los
demás; conciencia moral integrada e individualizada; y,
satisfacción de las necesidades instintivas dentro del
contexto de sistemas de valores y relaciones interpersonales
estables.

El narcisismo adulto patológico se revela por
síntomas cuya combinación e intensidad
varían para dar distintos niveles de funcionamiento. En
general, en lo que respecta al amor a sí mismo, revela
patología grave, pues el narcisista es autosuficiente,
exhibicionista, imprudente y muy ambicioso, y todo contrasta con
sus capacidades limitadas o con las demarcaciones impuestas por
la realidad social. El narcisista luce grandiosidad bajo la forma
de valores infantiles (atractivo físico, mando, poder,
dinero, vestimenta, ademanes), y si es inteligente usa la
capacidad con fines de pretensión.

Depende extremadamente de la admiración ajena, es
ingrato, cree merecer todo, no se interesa por los valores de los
demás y tiene pánico de ser mediocre. En lo que
atañe a las relaciones interpersonales carece de
empatía y no puede establecer compromisos sustantivos. Es
excesivamente envidioso en sus relaciones con los demás,
menosprecia las producciones y trabajos de otros, pero la
desvalorización de estas obras se acompañan de
despojo, pues incorpora de ellas lo que le conviene, al mismo
tiempo que desdeña a los autores. La envidia se manifiesta
también porque no puede depender de otros, pues luego de
idealizarlos transitoriamente los desvaloriza muy rápido y
los considera enemigos y tontos útiles.

Otras características del narcisista corresponden
a perturbaciones afectivas: incapacidad para experimentar formas
diferenciadas de depresión con remordimiento, tristeza y
autorreflexión, y bruscos cambios del estado de
ánimo consecutivos a la falta de éxito con las
actitudes de grandiosidad y exhibicionismo para obtener la
admiración de otros y evitar la crítica que hace
pedazos el esplendor. Por último, la condición
básica de la personalidad del narcisista cursa con un
sentimiento crónico de vacío, de estar solo. Es
incapaz de aprender de otros, todo lo sabe y puede, tiene hambre
de estímulos intensos, no encuentra sentido a su vida y se
siente terriblemente aburrido cuando sus necesidades de
admiración y de éxito no son
recompensados.

 Tratamiento. El psicoanálisis es el
procedimiento de elección. Aunque no hay estudios
empíricos de validación, el pronóstico puede
ser favorable, siempre que los pacientes no presenten rasgos
antisociales significativos y que puedan tolerar la ansiedad y
controlar los impulsos, así como mostrar real
motivación de cambio.

 Trastorno paranoide de la
personalidad
:

Las personas con una personalidad paranoide proyectan
sus propios conflictos y hostilidades hacia otros. Son
generalmente frías y distantes en sus relaciones. Tienden
a encontrar intenciones hostiles y malévolas detrás
de los actos triviales, inocentes o incluso positivos de otras
personas y reaccionan con suspicacia a los cambios en las
situaciones. A menudo, las suspicacias conducen a conductas
agresivas o al rechazo por parte de los demás (resultados
que parecen justificar sus sentimientos originales).

Los que tienen una personalidad paranoide frecuentemente
intentan acciones legales contra otros, especialmente si se
sienten indignados con razón. Son incapaces de ver su
propio papel dentro de un conflicto. Aunque suelen trabajar en
relativo aislamiento, pueden ser altamente eficientes y
concienzudos. A veces las personas que ya se sienten alienadas a
causa de un defecto o una minusvalía (como la sordera) son
más vulnerables a desarrollar ideas paranoides.

Diagnóstico. La exagerada e injustificada
suspicacia, la desconfianza de la gente -cuyos motivos se
conceptúan malévolos-, la sensibilidad exagerada y
la afectividad restringida son los síntomas distintivos.
Cuatro o más de las siguientes características son
pertinentes para el diagnóstico:

  • Sospechas, sin suficiente base, de ser explotado o
    engañado por otros

  • Preocupación con dudas injustificadas sobre
    la lealtad y veracidad de amigos o asociados

  • Resistencia a confiar en otros, con temor infundado
    de dar información que pudiera ser usada en su
    contra

  • Percibir amenazas u ofensas ocultas en comentarios o
    sucesos triviales (por ejemplo, el vecino ha colocado
    temprano la basura con alguna intención)

  • Rencor persistente ante insultos, injurias o
    bagatelas que no se olvidan; percepción de ataques a
    la reputación (no notados por otros), con
    rápidas reacciones de cólera o de
    contraataque

  • Cuestionamiento injustificado sobre la fidelidad del
    cónyuge o compañero(a) sexual.

El cuadro no ocurre como manifestación exclusiva
durante el curso de una esquizofrenia, de un trastorno del estado
de ánimo con síntomas psicóticos o de otro
trastorno psicótico, ni se debe a los efectos
fisiológicos directos de una condición
médica general.

Aspectos clínicos. El rasgo central
arraigado e inflexible es la persistente e inapropiada
desconfianza de los otros. Como ingredientes asociados se pueden
apreciar aislamiento social y un estilo de vida con
hipervigilancia combativa. Unos pacientes son emocionalmente
distantes y cohibidos, algunos son lábiles y propensos a
iniciar argumentaciones y peleas físicas, otros son muy
litigantes. Rara vez funcionan adecuadamente en situaciones
sociales, pero trabajan bien si su actividad no requiere mucha
cooperación de otros. Los síntomas evolucionan con
intensidad variable, según se relacionen con la presencia
o ausencia de estresores ambientales. Algunos pacientes tienen
alto riesgo de esquizofrenia.

Tratamiento. Las personalidades paranoides tienen
dificultad para someterse a psicoterapia individual, aunque
algunos se benefician de la relación
psicoterapéutica cargada de una intimidad distinta a la
que ellos temen y evitan; sin embargo, rara vez adquieren insight
psicológico y no son buenos candidatos para psicoterapia
de grupo. Los neurolépticos, a dosis bajas, son
recomendables, siempre que se haga una cuidadosa
apreciación de los resultados benéficos y de los
riesgos a largo plazo, especialmente de la disquinesia
tardía.

Trastorno de la personalidad por
evitación

La gente con una personalidad evitadora es hipersensible
al rechazo y teme comenzar relaciones o alguna otra cosa nueva
por la posibilidad de rechazo o de decepción. Estas
personas tienen un fuerte deseo de recibir afecto y de ser
aceptadas. Sufren abiertamente por su aislamiento y falta de
habilidad para relacionarse cómodamente con los otros. A
diferencia de aquellas con una personalidad límite, las
personas con una personalidad evitadora no responden con
cólera al rechazo; en vez de eso, se presentan
tímidas y retraídas. El trastorno de personalidad
evitadora es similar a la fobia social.

Diagnóstico. Lo fundamental de este
modelo de inhibición social se patentiza en los
sentimientos de inadecuación y en el desmesurado temor de
ser apreciado negativamente. De los siete criterios que siguen,
cuatro o más permiten el diagnóstico:

  • evitar actividades ocupacionales que impliquen
    contacto interpersonal significativo por temor a la
    crítica;

  • el rechazo o la desaprobación (por ejemplo,
    rechazar la promoción a un cargo mejor por miedo a no
    poder afrontar las demandas sociales);

  • incapacidad para relacionarse con la gente, salvo
    que exista la certeza de ser aceptado;

  • inhibición en las relaciones íntimas
    por temor de sufrir vergüenza o hacer el ridículo
    en situaciones sociales, sobre todo en las interpersonales
    nuevas, con excesivos sentimientos de
    inadecuación.

El concepto de sí mismo, con respecto a otros, es
de ineptitud, de fatalidad o de inferioridad; exagerada renuencia
para asumir riesgos personales o emprender nuevas actividades,
por temor a la propia incompetencia.

Aspectos clínicos. Son
características distintivas la hipersensibilidad a
potenciales rechazos, humillaciones y la vergüenza, y
renuencia a entrar en relaciones sociales si el enfermo no tiene
seguridad de ser aceptado sin críticas. El retraimiento
social, no obstante los intensos deseos de afecto y
aceptación, se debe a que el paciente se distancia de los
demás por temor de ser rechazado y denigrado; se siente
fuera de lugar, tiene deseos de participación social, pero
por recelo y desconfianza se distancia, evitando la
frustración y el fracaso que anticipa.

Como las ansias afectivas no pueden expresarse
abiertamente dan paso a un mundo interno fantástico o
imaginativo, por lo que las necesidades de contacto y
relación pueden manifestarse de otras maneras:
poesía, ejercicio intelectual, actividades
artísticas, gusto exquisito por los alimentos o el
vestido. El aislamiento protector tiene consecuencias
secundarias, pues el comportamiento aparentemente tenso y
temeroso del enfermo lo expone a críticas reales o a
mofas. Superficialmente parece tímido y retraído o,
quizás, frío y distante, no muy diferente de la
imagen que se tiene del esquizoide, pero cuando se le conoce
más cercanamente es ansioso, sensitivo, evasivo y
desconfiado.

Además, permanece alerta a las sutilezas de
sentimientos e intenciones de los otros, protegiéndose
así contra daños potenciales, pero, al mismo
tiempo, llenándose de muchos estímulos que impiden
atender adecuadamente los asuntos corrientes del medio ambiente.
Los pacientes se describen a sí mismos como inseguros,
ansiosos, melancólicos y llenos de sentimientos de
soledad, temor y desconfianza de los demás. Sienten que la
gente es crítica, traidora y humillante, lo que explica el
comportamiento social caracterizado por aversión a la
relación interpersonal.

Tratamiento. La psicoterapia es recomendable.
Gradualmente la atención se dirigirá a los
atributos positivos, que se toman como medios para construir
confianza y para abonar el merecimiento. La terapéutica
psicofarmacológica se emplea para controlar o disminuir
las manifestaciones secundarias. Las técnicas de
modificación de la conducta son útiles como medios
de aprender a reaccionar con menos temor ante situaciones
realmente amenazantes, y para disminuir la hipersensibilidad
fóbica.

Si el paciente progresa en su confianza y seguridad con
el terapeuta, puede ser sometido a métodos de
reorientación cognoscitiva destinados a cambiar actitudes
erróneas y expectativas sociales distorsionadas. Las
técnicas de familia pueden emplearse apropiadamente para
moderar los modelos destructivos de comunicación que
contribuyen a intensificar los problemas de evitamiento. La
terapia de grupo es útil porque los pacientes aprenden
nuevas actitudes y habilidades que les permiten tolerar
situaciones sociales que gradualmente encuentran más
benignas y aceptables.

Variables
integradoras de la expresividad sensual y sexual

Variable biológica

  En lo biológico, las funciones
están en su máximo funcionamiento, están
estables, lo que se traduce en seguridad, poder y dominio, hay
fortaleza, energía y resistencia física. Un
funcionamiento intelectual consolidado. En la edad adulta
temprana se tiene un alto grado de conciencia, sobre los
beneficios y repercusiones que pasarán al tomar ciertas
decisiones de la vida, el aspecto que no se puede manipular es el
aspecto genético, pero no obstante muchas de las carencias
son cubiertas por otros medios, y conociendo el desarrollo humano
es una forma próxima para cubrir estas.

Los adultos emergentes en esta etapa de su vida son
resistentes físicamente y son más libres de hacer
diferentes actividades así, como de consumir cualquier
droga, pues no están igualmente protegidos como cuando
eran adolescentes, pero el mismo factor beneficioso de la
resistencia es el que alienta al consumo de drogas, pues
también es fácil resistir a estas sustancias, y por
esta razón es difícil encontrar una solución
para enfocarse en una vida saludable.

Las influencias genéticas, son una gran ventaja o
desventaja para la salud física y en especial el gen que
ayuda a combatir el VIH, pero lo más importante   es
que por medio de otros factores se pueden contrarrestar los
efectos negativos de los genes que perjudican la salud
física y mental.

Dependiendo del lugar en el que se desarrollan los
individuos es como nos alimentamos y las dietas altas en grasas
saturadas es obvio que sean un factor de riesgo, el problema con
este factor es que las personas a pesar de que conocemos los
riesgos seguimos aún consumiendo estos alimentos. La
actividad física es de las curas más
económicas que tenemos y la que está a nuestro
alcance pues solo es necesario la organización, pero claro
para eso es necesario una capacidad mental para disfrutar de este
aspecto, pues no podemos realizarla si nos sentimos
frustrados.

Variables cognitivas

Es importante mencionar que el pensamiento del adulto es
mucho mas diferente al de un niño o un joven, ya que la
madurez del adulto debido a sus experiencias e intereses provoca
un cambio de pensamiento. En la adultez ya el
pensamiento no solo se rige por el formal donde se visualiza
tanto la realidad y lo abstracto, en esta etapa se utiliza el
Pensamiento Pos-formal.

En ese orden de ideas, el Pensamiento Pos-formal
suele presentarse en una forma mas flexible, no es
rígido al contrario es abierto y esta dispuesto a
escuchar otras
opiniones, además es adaptativo e
individualista, esto significa que el adulto esta en la capacidad
de cambiar su pensamiento según sus vivencias o por
otras opiniones y por lo tanto es individualista por que
pertenece a cada uno de los adultos, no todos los adultos en esta
etapa piensan igual cada uno posee un pensamiento propio. Este
pensamiento se basa en la intuición, la emoción y
la lógica para ayudar a otros. Existen varios criterios
utilizados en el pensamiento pos-formal como lo
son:

  • Herramientas de cambio: en este el adulto utiliza el
    razonamiento abstracto junto a la experiencia
    práctica.

  • Casualidad múltiple o
    soluciones múltiples: es cuando se es consciente
    de que un problema puede poseer varias causas y al igual este
    problema puede tener varias soluciones.

  • Pragmatismo: en este al tener en cuenta las posibles
    soluciones ya obtenidas anteriormente por el adulto, se basa
    en la mejor elección de la posible
    solución para el problema.

  • Conciencia de la paradoja: en este caso se basa en
    reconocer que ante un problema o
    una solución siempre va a implicar un
    conflicto, es decir siempre se va a presentar una dificultad
    ya sea en la búsqueda de soluciones o en
    realizar la posible solución. 

En ese sentido, Schaie (1977) propuso un modelo de
desarrollo cognoscitivo durante todo el ciclo vital, cuyas
etapas son:

  • 1. Etapa de
    adquisición: 
    (niñez y adolescencia).
    Los niños y adolescentes adquieren información
    y habilidades por sí mismos o como preparación
    para participar en la sociedad.

  • 2. Etapa de logros: (19 ó 20
    años a principios de los 30). Los adultos
    jóvenes usan lo que saben para obtener competencia e
    independencia.

  • 3. Etapa de
    responsabilidad: 
    (finales de los 30, inicios de los
    60). Las personas de mediana edad están preocupadas
    por metas de largo alcance y problemas prácticos
    asociados con la responsabilidad para con otros.

  • 4. Etapa ejecutiva: (30 ó 40
    hasta final de la mediana edad). El adulto joven es
    responsable de sistemas sociales trata con relaciones
    complejas en varios niveles.

  • 5. Etapa reorganizadora: (fin de la
    adultez media y principios de la adultez mayor). Personas
    jubiladas reorganizan sus vidas alrededor de actividades no
    relacionadas con el trabajo.

  • 6. Etapa reintegradora: (edad
    adulta mayor). Los adultos mayores deciden concentrar su
    limitada energía en tareas que tienen significado para
    ellos.

  • 7. Etapa de creación del
    legado: 
    (vejez avanzada). La gente mayor se prepara
    para morir documentando las historias de su vida,
    distribuyendo posesiones, etc.

Por su parte Sternberg (1997) propuso
una teoría triárquica de la inteligencia,
basada principalmente en darse cuenta y saber cómo. Entre
los elementos que la componen están:

– Elemento experiencial: Aspecto de darse
cuenta o creativo de la inteligencia.

– Elemento contextual: Aspecto
práctico de la inteligencia.

– Elemento componencial: Aspecto
analítico de la inteligencia.

Un aspecto importante de la inteligencia práctica
es el conocimiento tácito, adquirido principalmente por
uno mismo, es el conocimiento de "sentido común de
cómo salir adelante". Incluye la autodirección, la
administración de tareas y la administración de
otros. La Inteligencia Emocional se refiere a la
habilidad para reconocer y tratar con los sentimientos propios y
los sentimientos de otros. Es vital para las habilidades de
trabajar de manera efectiva, en equipo, reconocer y responder de
manera apropiada a los sentimientos propios y ajenos, y para
motivarse uno mismo y motivar a otros.

Otra área muy importante para el adulto temprano
es la educación y el trabajo. Además de promover el
desarrollo cognoscitivo, la educación expande las
oportunidades de empleo y el poder adquisitivo. La
alfabetización es un requisito fundamental para la
participación no sólo en el lugar de trabajo sino
en todas las facetas de una sociedad d moderna que es dirigida
por la información.

Variables emocionales

En este aspecto el adulto busca una estabilidad
emocional tanto con su pareja, su familia como en su trabajo,
buscan obtener la satisfacción con lo que han
realizado en su vida. Los adultos temprano sienten
satisfacción con un buen desarrollo físico, al
sentir autonomía en sus decisiones y controlar
sus emociones.

Variables conductuales

Existen 4 enfoque importantes sobre cómo cambia
la personalidad adulta y la forma en que lo hace, los cuales
están presentados en los siguientes modelos:

Modelo de etapas normativa: El desarrollo se
da en términos de una secuencia definida de cambios
relacionados con la edad, que en ocasiones son mercados por una
crisis, en la adultez temprana es cuando el individuo se
enfrentan a la sexta etapa de desarrollo psicosocial de Erickson,
en la cual los jóvenes adultos hacen compromisos con otros
y enfrentan un posible sentido de aislamiento y
ensimismamiento.

Modelo del momento de los eventosDice que
el cambio no se relaciona con la edad sino con las experiencias
vitales esperadas o inesperadas que ocurren en momentos
habituales.

Modelos de rasgos: También conocido
como modelo de lo cinco factores de costa y McCrae. Se concentran
en los rasgos mentales, emocionales, temperamentales y
conductuales como la alegría y la irritabilidad, los cinco
grandes grupos son: neurotismo, extroversión, apertura a
la experiencia, escrupulosidad y agradabilidad.

Modelos tipológicos: Se refiere a los
tipos o estilo amplios de la personalidad.

Relaciones íntimas y
familiares 

La edad adulta temprana es una época de cambios
drásticos en las relaciones personales. Los jóvenes
adultos buscan intimidad emocional y física en las
relaciones con los pares y las parejas románticas. La
mayoría de los jóvenes adultos tienen amigos,
pero cuentan con un tiempo cada vez limitado para estar con
ellos.

De acuerdo con la teoría triangular del
amor de Sternberg (1989), el amor tiene tres elementos que
son: la intimidad, la pasión y el compromiso. Actualmente
son más normales y comunes las relaciones
prematrimoniales, ha disminuido la desaprobación de la
homosexualidad y se desaprueba el sexo extramatrimonial. Las
personas tienen más libertad para decidir si casarse,
vivir en cohabitación o tener una vida de soltería,
si tener hijos o no.

Hay variaciones en la forma en que las parejas dividen
el sostén de la familia y el trabajo de la casa así
como en los efectos psicológicos de esas decisiones, ya
que cada vez es más frecuente que mamá y
papá trabajen fuera del hogar y los hijos permanezcan al
cuidado de alguien más. Debido al incremento en
los divorcios, se ha reestructurado la familia,
principalmente cuando se contraen segundas nupcias en donde se
crea un sistema de "los míos, los tuyos y los
nuestros".

Procreación

En la etapa de la adultez temprana uno de los pasos
fundamentales para el desarrollo social, emocional y moral de la
persona es la procreación, que no es más que el
proceso de reproducción; es decir de tener hijos. Es una
de las decisiones más importantes de la pareja, y es uno
de los fines del Matrimonio. Es el fin esencial de la sexualidad
y de la complementariedad de los sexos, y va más
allá del placer. Excluir la fecundidad de la unión,
equivale a contradecir el fin mismo del acto sexual.

Durante la etapa de la adultez temprana, precisamente
por su madurez y por se búsqueda de estabilidad emocional
tanto con su pareja como su familia, desea y planifica la
procreación responsable, que es la toma de conciencia
social e individual en relación con el control de
la procreación de los hijos, su cuidado y
educación. La procreación consciente
implicaría tanto el control de la natalidad, mediante el
uso de métodos anticonceptivos, como el ejercicio de
una maternidad y paternidad responsable por parte de los
progenitores dirigida a la alimentación,
la higiene y la educación.

El concepto de procreación
consciente que acuño el neomalthusianismo supone una
de las primeras reflexiones demográficas sobre
las consecuencias de la procreación
natural o procreación ilimitada y sin
control en un contexto de escasos recursosescasez de trabajo,
bajos salarios, encarecimiento de los alimentos-, apostando por
la restricción de la natalidad de
las clases pobres y obreras de manera
consciente como necesidad para la mejora social.

La procreación consciente, alentada desde el
neomalthusianismo, pretendía reducir la
reproducción ilimitada y el consiguiente exceso de
familias numerosas que condenaba a la miseria a las numerosos
clases pobres que habían surgido con
la revolución industrial. La procreación
consciente implicaba una separación entre
la sexualidad y reproducción -o entre
la sexualidad erótica y la sexualidad reproductiva-,
así como la defensa de la maternidad libre,
la liberación femenina, la libertad sexual, la
promoción de la planificación familiar, el
cuidado de los niños así como el uso y
difusión de métodos
anticonceptivos artificiales

La procreación responsable: un problema
en evolución

El problema de la procreación responsable es
relativamente reciente. En el pasado no se planteaban
interrogantes ni sobre la procreación, ni sobre la
responsabilidad, ni mucho menos sobre el sentido de procrear.
Procrear era considerado como el resultado natural de la
decisión de casarse, porque casarse no era tanto formar
pareja cuanto más bien crear familia. Hoy procrear se ha
convertido en problema social y conyugal. Se inició con el
principio malthusiano del crecimiento exponencial, para el cual
la procreación no podía considerarse ya un valor
que se ha de buscar y perseguir incondicionalmente, sino un hecho
ambivalente, con una carga negativa potencial respecto a la
humanidad.

Esta concepción se ha difundido y ha arraigado
sobre todo debido a las nuevas condiciones de vida creadas por
una sociedad industrializada y urbanizada, marcada por un
amplio bienestar, que ha elevado enormemente el costo del hijo
(fenómeno del trabajo de la mujer, vivienda reducida,
aislamiento de la pareja, insuficiencia de los servicios
asistenciales, prolongación del tiempo de formación
del hijo, multiplicación de los bienes de consumo y
estímulo de nuevas necesidades, elevado nivel de vida,
insuficiencia del esfuerzo de los padres en la educación
del hijo en una sociedad pluralista, etc.).

En estas condiciones procrear ha tenido que enfrentarse
cada vez más con las nuevas condiciones de vida, con el
crecimiento demográfico, con las posibilidades concretas
de la pareja, que debe afrontar cada vez con mayor frecuencia
ella sola todos los problemas que hoy plantea el nacimiento de un
hijo. La complejidad de estos problemas ha llevado precisamente a
evitar la procreación y ha terminado casi identificando el
problema de la procreación responsable con el de la
contracepción.

La valoración positiva de la
procreación en el pasado.
La valoración
positiva que en el reciente pasado se daba de la
procreación estaba favorecida por varios
elementos.

a) Sacralidad de la vida. Ante todo por
una concepción sacral de la vida, y en particular del
acontecimiento procreativo. El nacimiento de un hijo no
tenía necesidad de justificaciones; era un acto de
obediencia al "creced y multiplicaos", ligado inseparablemente al
estado conyugal. En vano se buscaría en los manuales
clásicos de teología moral los cuidadosos
análisis sobre las condiciones y circunstancias del
procrear que hoy, en cambio, encontramos cada vez que se aborda
este tema. Antes se tomaban en consideración problemas de
otra índole, relativos más bien a la ausencia
de procreación (por rechazo egoísta o por
esterilidad), la procreación fuera del matrimonio, el
aborto, el infanticidio, el abandono del hijo, la
educación, y -en tiempos relativamente recientes- la
difusión generalizada de la
contracepción.

b) Situación socio-cultural. En
segundo lugar, la valoración positiva de la
procreación se veía favorecida por una
situación social y cultural que casi naturalmente
inducía a considerar al hijo como un valor y una riqueza
humana, y confirmaba la idea de que la vida era una
bendición y un don del Señor.

En la sociedad agrícola (y la teología
reflejaba también la imagen y la mentalidad de esta
sociedad), donde era grande la necesidad de trabajo y de
seguridad, los hijos representaban una inversión segura en
el presente y para el futuro, y el alto número de
embarazos era exigido por la elevada mortalidad
infantil.

c) Predominio de la concepción
familiar. 
Esta concepción tampoco se veía
seriamente comprometida por la constante presencia de aquel
filón romántico-erótico que desplazaba la
atención de la familia a la pareja, e incluso a la pareja
"amorosa". Era un filón de pensamiento y de tendencia
elitista, que no llegaba más que superficial y
marginalmente a la gente y no conseguía amenazar
seriamente la concepción familiar de la relación
hombremujer, aunque se podía seguir viviendo en
sueños y con la nostalgia de muchos (los cantos, las
historias) y podía expresarse con motivaciones muy
diversas en los escritos y en la praxis de pocos.

Transición a
la maternidad y la paternidad

La transición a la paternidad produce un cambio
significativo en distintos niveles en la vida de los seres
humanos. Los momentos de transición, enfrentan a las
personas a un cambio de roles. No es raro encontrar cambios en
las relaciones que se establecen y cambios en el interior de la
persona. Momentos en los que la persona se le pide adaptarse a
nuevos papeles y nuevas exigencias, cambio potencial,
desequilibrio y de conflicto interno. No se trata de situaciones
ante las que se pueda predecir un cambio positivo o
negativo. 

El nacimiento de un hijo es uno de los acontecimientos
más significativos en la vida adulta de una persona. Da
pie a un análisis de los procesos de continuidad y cambio
en la vida adulta. Tiene muchos aspectos que son comunes a la
mayor parte de parejas que lo viven, a pesar de los muchos
elementos comunes, no es un fenómeno uniforme para todas
las familias; existe un conjunto de variables relacionadas que
condicionan la dirección del proceso y la
resolución de la transición. 

Los cambios asociados a la transición a la
paternidad tienen que ver con cambios en cada una de las personas
que lo protagonizan, estructurales del hogar, en las relaciones
que la familia mantiene con otras personas y en las actividades
que realiza fuera de casa y en la relación de
pareja.  Los cambios individuales son de distinto tipo.
Algunos son pasajeros como en los hábitos de comida de las
mujeres durante el embarazo, otros presentan persistencia en el
tiempo.

Se puede distinguir entre los que suponen costos y los
que pueden significar ganancias. Ciertos costes físicos
(embarazo, lactancia, hábitos de sueño…) y
costes psicológicos (restricción de libertad,
aumento de la preocupación y ansiedad…). Los
cambios psicológicos tienen que ver con los sentimientos
de apego, la identidad de género y la autoestima. Uno
de los aspectos de la paternidad más destacados es la
fuerte vinculación afectiva que les une a sus hijos,
sentimiento de responsabilidad en relación con su cuidado
y educación y la satisfacción que les aporta ver
cómo el esfuerzo encuentra correspondencia en un progreso
evolutivo.

La relación de apego con los hijos es
asimétrica, en la que esta vez son ellos los que
están en la parte superior de la relación, Se
desprenden otra serie de ventajas, como el nuevo estatus de
identidad (ya no son pareja, sino familia). Muchos nuevos
padres informan de un aumento de sentimientos "femeninos" tras el
nacimiento de bebe. La transición a la paternidad
incrementa la masculinidad, feminidad y autoestima en los padres,
y en las madres la feminidad y la autoestima. En la identidad de
los adultos se incluye un nuevo componente, el de padre y madre;
otros como el de trabajador, se alteran solo en el caso de las
mujeres. 

  • 1. En los primeros momentos del ejercicio de la
    paternidad, la autoestima de los padres que muestran un alto
    nivel de implicación en el cuidado de sus hijos
    desciende. Las razones pueden estar en la dedicación,
    su dificultad y el coste que supone adoptar un rol expresivo,
    típicamente masculino. Hay tres razones que deben
    animar a la implicación de los hombres: desde una
    perspectiva más amplia esos cambios en la autoestima
    son transitorios a mediad   que la práctica se
    vaya asentando y se desarrollen nuevas habilidades los
    beneficios de la relación serán muchos y la
    autoestima tenderá a subir. 

  • 2. Muchas mujeres desea esta mayor
    implicación, revierte en una mejor relación de
    pareja. 

  • 3. Una mayor implicación del padre
    conlleva beneficios psicológicos para el
    niño. 

En cuanto a los cambios en el hogar, lo que
suele ser más evidente son los costes económicos
directos. El aumento de gastos se ve acompañado de una
disminución de ingresos, a menudo la mujer opta por
reducir su jornada laboral o abandonar el empleo. Los
cambios en la tipificación de los roles de género
entre el hombre y la mujer se acentúan. En relación
con la actividad profesional, la paternidad afecta a las mujeres
y hombres de forma diferente, las mujeres la reducen o abandonan,
y los hombres la incrementan. Pero tiene otra
expresión. Lo que se observa en el periodo de
transición a la paternidad es que el nacimiento del primer
hijo marca un punto de inflexión, de no retorno, en el que
las mujeres pasan a realizar más actividades consideradas
como femeninas, se sienten más "femeninas", mientras que
los padres se sienten más intensamente apegados a su papel
instrumental. 

Es la causa que con mayor frecuencia
está en el origen de la insatisfacción con la
pareja. Esta insatisfacción es consecuencia de la
violación de expectativas que el reparto real de las
tareas supone respecto a lo que ellas habían
imaginado. La transición a la paternidad conlleva
también cambios en las relaciones entre la pareja. Algunas
personas sienten que su pareja les dedica menos tiempo, que el
tono de la relación cambia, las expresiones de afecto
positivo decrecen y los desacuerdos y conflictos
aumentan. 

Esto conduce a pensar que la
relación de pareja se resiente y es vivida con
insatisfacción por ambas partes. Pero hombres y mujeres
tienen tiempos diferentes. Durante el primer mes no se observan
cambios significativos, las mujeres poco después, en los
primeros 6 meses experimentan un cambio significativo y negativo
en su satisfacción con la pareja, no les ocurre a los
varones. Un año después, los hombres manifiestan
este mismo sentimiento. 

Ciertos controles metodológicos ponen de
manifiesto que las diferencias entre las parejas con niños
y las que no los tienen son de grado. Es decir, la
transición es un acontecimiento que acelera y
acentúa los cambios que tarde o temprano se producen por
la propia dinámica de la relación de pareja, lo que
hace la transición es acentuar muchos de los cambios a los
que la pareja hubiera llegado más adelante.

Difícilmente una pareja que viviera una pobre
relación antes del nacimiento del hijo la va a mejorar
después. Los niños no salvan a las parejas. A
pesar del deterioro de la relación que se produce entre
las parejas con niños, el nacimiento de un hijo funciona
como una variable protectora del mantenimiento de la
relación, al menos durante los primeros
años. 

La transición a la paternidad también
origina cambios en las relaciones de la familia. Hay tres tipos
fundamentales de cambios: 

  • 1. Los padres experimentan un
    importante aumento en el apoyo por parte de su red social
    más próxima: familia, vecinos, amigos, entyre
    otros.

  • 2. La llegada de un nuevo hijo
    sirve para que conecten con una nueva red
    social. 

  • 3. Decrece la cantidad de tiempo
    que la pareja se implica en actividades de ocio juntos, y
    altera la manera en que invierten su tiempo juntos. El
    último cambio es consecuencia de diversos factores:
    que el bebe exige mucha dedicación, que las parejas
    jóvenes suelen vivir lejos de sus padres, que no
    siempre es fácil encontrar un cuidador sustituto y que
    la menor disponibilidad de dinero no les permite ir muy lejos
    de casa. 

Los estudios longitudinales muestran que
estas afirmaciones encuentran una variación entre
distintas parejas. Los cambios no son dramáticos, son
pequeños, aunque significativos. Son cambios que no
afectan a todas las parejas por igual. Lo que hace distintas
a unas familias de otras no es solo la intensidad de ciertos
cambios, sino cómo hacen frente a muchos de ellos. Algunos
estudios muestran que la mayoría de las parejas sufren un
declive en la satisfacción conyugal a partir del primer
mes tras el nacimiento del bebe. Las dificultades impactan
más sobre la madre, dicho proceso está condicionado
por la felicidad y el apoyo que la mujer sienta. 

Existen cuatro formas distintas de afrontar
y vivir la nueva paternidad: 

  • Tradicional con poca implicación:
    patrón más tradicional en todo lo relativo a la
    paternidad, hombres con poca implicación con el nuevo
    rol de padres. 

  • Transición en solitario: mujeres que
    no cuentan con un gran apoyo por parte de sus
    cónyuges 

  • Transición moderadamente
    satisfactoria:
    representa un punto intermedio entre los
    polos más opuestos. 

  • Transición satisfactoria: representa
    la forma más exitosa de afrontar la paternidad,
    transición compartida con el cónyuge y con alto
    grado de implicación y
    satisfacción 

No se puede de una única transición a la
paternidad, si no de varias formas de vivir este proceso. La
situación previa y los recursos de los que dispone cada
persona para afrontar la transición a la paternidad se
muestran como factores determinantes del resultado de este
proceso.  No es extraño que las parejas cambien y que
los cambios afecten a la calidad de su relación. Las
personas y parejas que puntuaban alto en satisfacción
conyugal antes del parto, son los que seguirán teniendo
mejor relación con sus parejas una vez nacido el
bebe. 

Las personas o las familias no son irreconocibles tras
un periodo de transición. Es posible hallar un cierto
grado de continuidad e incluso predictibilidad de
adaptación personal y de pareja. Los bebes tienen un
impacto importante en las vidas de sus padres, pero el estado
"prebebé" es más importante de cara a sus niveles
de adaptación "postbebé". 

No se trata de demostrar que el pasado determine de
forma irreversible el presente, si no que el pasado tiende a
prolongarse y encontrar continuidad en el futuro. Pasado y
presente están unidos a través del hilo conductor
de las experiencias. Las personas y sus interacciones van
cambiando, reciben nuevas influencias y se van readaptando a
nuevas realidades continuamente. Casi siempre estas
readaptaciones se efectúan con los recursos sociales y
personales que ya se tenían. 

Para el matrimonio la relación con sus hijos es
fundamental. El primer hijo cambia la vida de las personas. Esta
experiencia modifica la organización de la vida en  
pareja, ya sea en la casa como en   las relaciones sociales.
Interiormente el cambio es una consecuencia de la responsabilidad
de traer a un hijo al mundo, de criarlo, educarlo…hechos que
según como se mire son fuentes de gran
satisfacción; o causas de renuncias, gastos
económicos, reducción de actividad
social.

A pesar de todo esto, las parejas quieren tener hijos. Y
las que no pueden tener hijos, buscan alternativas para lograr
ser padres como la adopción, la inseminación
artificial o las madres de alquiler. En parejas que no han
formalizado su situación, personas que no viven en pareja,
incluso los homosexuales, tienen el deseo de ser padres, y no
renuncian al estatus de paternidad-maternidad. 

Actualmente se habla de paternidad responsable, que
implica una mayor concienciación de las responsabilidades
que se derivan del hecho de ser padres; esto, y otras cosas,
puede influenciar en el importante descenso del nivel de la
natalidad en los países occidentales. Ser padres sigue
siendo un trabajo centrado de la edad adulta, se va descubriendo
muy compleja, y para lo cual, los padres tendrán que
prepararse.

En la actualidad, las parejas
jóvenes esperan un cierto tiempo a tener su primer hijo.
Las mujeres esperan hasta alrededor de los 30 años para
tener su primer hijo. La motivación para tener un
hijo es diversa. La mayor parte de parejas tienen hijos
después de haberlo considerado mucho. Se tienen en
consideración el hecho de si tener hijos es positivo o
negativo para el matrimonio, por lo tanto se trata de una
decisión personal, más que de otros tipos de
intereses. 

El hecho de ser padres empieza cuando la
mujer se queda embarazada, ya que ésta es una época
de transición, vivida de forma positiva. Los cambios que
produce el embarazo en la pareja son los
siguientes: 

  • Responsabilidad de cuidar de una criatura totalmente
    dependiente. 

  • Pensamientos sobre la estabilidad de la
    pareja. 

  • Gran impacto sobre la vida sexual de la
    pareja. 

  • Se desarrollan nuevos vínculos de la pareja
    con el bebe que tiene que nacer. 

  • Genera acuerdos con los propios padres, con los
    futuros abuelos. 

  • Hace que todo sea evaluado más
    cuidadosamente. 

  • Los miembros de la pareja se reevalúan a
    sí mismos como personas y como
    padres. 

Con dicho nacimiento, las relaciones de pareja pueden
cambiar. Ésta época es un momento importante en la
vida de pareja, se ha constatado que si una pareja tiene
problemas, el nacimiento de un hijo los intensifica, por lo que
el hijo no es la solución. Según la forma en que se
vive la transición del nuevo hijo, encontramos cuatro
tipologías: tradicional, con poca implicación
paterna, transición satisfactoria o transición
moderadamente satisfactoria. 

Los padres deben adaptar su nueva situación, y
tienen que renunciar a salidas nocturnas, adaptarse a los nuevos
horarios del bebe… hace que la pareja tenga que hacer ajustes
  en sus nuevas vidas como padres. La calidad de la
relación afecta a la manera como los padres tratan a su
hijo. El nacimiento de un nuevo miembro en la familia implica
decidir sobre una serie de aspectos relativos a la crianza  
y educación como puede ser la atención primeriza
(guardería, o alguna persona contratada), tipo de
escuela…Representa un núcleo de situaciones que
irán poniendo a prueba a la pareja. 

Conflicto
trabajo-familia

El trabajo está fuertemente ligado con todos los
aspectos del desarrollo intelectual, físico social y
emocional. En general, las diferencias de edad en el
desempeño parecen depender mucho de cómo se mide el
desempeño y de las demandas de una clase de trabajos
específico. Un empleo que requiere reflejos
rápidos, por ejemplo, tiene más probabilidad de que
sea desempeñado mejor por una persona joven, uno que
depende de la madurez de juicio puede ser mejor ejecutado por una
persona mayor.

A la larga, los trabajadores jóvenes (de menos de
35 años), quienes están en el proceso de labrar su
carrera, están menos satisfechos con sus trabajos, en
general, de lo que estarán más tarde. Son menos
comprometidos con sus empleos, menos comprometidos con sus
empleadores y tienen más probabilidad de cambiar empleo de
la que tendrán más tarde en la vida. Con respecto a
la satisfacción y permanencia en el trabajo, no hay
diferencias claras de edad en aspectos específicos de la
relación de trabajo, estos se encuentran asociados con la
promoción, supervisión, compañeros de
trabajo y el salario.

Es posible que la relación entre la edad y la
satisfacción en general con el empleo puedan reflejar la
naturaleza del empleo en sí mismo. Cuanto más
tiempo trabaja la gente en una ocupación
específica, más gratificante puede ser el trabajo y
mientras más se conozcan las características
positivas de la institución empleadora, sus principios,
políticas, estructura y alcances, más probablemente
se infiltra un compromiso del trabajador con ella. Para llegar a
estos alcances el joven adulto requiere de tiempo.

Las características propias del joven adulto
puede llevarlo a mirar su empleo con ojo más
crítico de lo que lo hará cuando haga un compromiso
más serio. Los trabajadores más jóvenes, por
ejemplo, están más preocupados por el nivel de
interés de su trabajo, por las oportunidades de
desarrollar sus habilidades y por las oportunidades de progreso.
Los trabajadores de más edad se preocupan más por
supervisores y compañeros de trabajo amistosos y por
recibir ayuda en su trabajo.

Por otro lado, la mayoría de las personas,
independientemente de si son hombres o mujeres, manifiestan que
lo más importante para sus vidas es su familia. Sin
embargo, la realidad es bien diferente ya que, en términos
generales, se le dedica mayor tiempo y energía al
ámbito laboral. Esta situación de discrepancia
entre los distintos intereses y energías dedicadas al
trabajo o a la familia hace que resulte fundamental entender
cómo viven las personas la relación familia-trabajo
y en qué medida les afecta esta situación (lo que
se ha venido a llamar el conflicto trabajo-familia).

En ese sentido, Greenhaus y Beutell (1985) establecieron
el marco conceptual con el que trabaja la mayoría de los
investigadores de este área. Para ellos, el conflicto
trabajo-familia es una fricción que se produce entre las
presiones ejercidas por el trabajo y por la familia, llegando a
ser, en algunos aspectos, incompatibles. Así,
señalaron que cuanto más tiempo y energía se
dedica a un rol, menos dedicación se dirige al otro. De
tal forma que esta relación genérica entre el
trabajo y la familia pasa a ser un conflicto que se convierte en
fuente de estrés para los individuos. Por ejemplo, en un
estudio descriptivo realizado en España, se ha demostrado
que el 40% de las personas que trabajan sufren conflicto como
padres, esposos y trabajadores (Chinchilla, Gallo, León y
Poelmans, 2003), lo que les lleva a experimentar
estrés.

La bibliografía especializada ha señalado
diferentes tipos de conflicto. Así, no se dan los mismos
problemas si el conflicto surge en el trabajo influyendo en la
familia (conflicto trabajo-familia, CTF) o, por el contrario, si
es la familia la que está influyendo en el trabajo
(conflicto familia-trabajo, CFT).

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