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El “factor” Bernanke: otro “Maestro” que se cae del tabernáculo




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9

  1. Introducción
  2. De
    "Burbujita" Greenspan, pasamos a "Helicopter" Bernanke,
    ¿un "clon" del "Maestro"?
  3. Las
    primeras reacciones políticas e institucionales a la
    Crisis de las hipotecas "subprime"
  4. Tomemos posiciones… (el síndrome
    del ojo vago)
  5. Introducción
  6. Argumentos
  7. Una
    crisis camaleónica
  8. La
    raya de abajo (a modo de final)
  9. ¿Cuál es el siguiente paso? (los
    "nuevos" estímulos están a la vuelta de la
    esquina)
  10. Cinco
    años tarde Bernie alerta sobre la banca en la sombra:
    otro falso "Maestro"

Hagiografía -no autorizada- del
heterodoxo "socializador" de las pérdidas del sistema
financiero

Una larga "cadena de favores" en la que
los intereses comerciales han ido por delante de las cuestiones
legales, económicas y sociales.

Introducción

(Anticipo de Ensayo de próxima
publicación: Apartados 1, 4 y 5)

– El corazón podrido del sistema
bancario apesta más de lo que se pensaba

Por esas raras "muecas siniestras de la
suerte", comienzo a redactar el Ensayo (luego de varios meses de
investigación y reunión de antecedentes) el
día 29 de octubre de 2012.

El mismo día en que el
huracán Sandy (la tormenta perfecta) golpea la costa este
de los Estados Unidos.

Toda una metáfora ("quise abrigarla
y más pudo la muerte"), para entender (y admitir) los
"limites" del ser humano y el poder (tal vez el único real
y efectivo) de la naturaleza.

La primera vez que se cerraba Wall Street
desde los atentados del 11 S. Así lo contaban los
periódicos (algunos titulares):

– Wall Street cerrado, vuelos cancelados…
Nueva York se paraliza por el huracán Sandy (El
Confidencial – 29/10/12)

Cierres de colegios, bancos, tiendas y todo
tipo de servicio público. Nueva York se paraliza ante la
llegada esta misma noche del huracán
Sandy…

El huracán "Sandy" llega esta noche
a las proximidades de Nueva York para encontrar una
metrópoli prácticamente paralizada, con
evacuaciones y cierres de servicios públicos,
instituciones, empresas y hasta la bolsa en toda la
región. Los estados de Nueva York, Nueva Jersey y,
Connecticut y la alcaldía de la Gran Manzana han decretado
medidas de emergencia y acelerado todo tipo de preparativos, como
la movilización de unidades militares, para minimizar las
consecuencias de la tormenta…

– La tormenta tropical "Sandy" obliga a
evacuar a 375.000 ciudadanos de Nueva York (Vozpópuli –
29/10/12)

El alcalde de Nueva York, Michael
Bloomberg, ordenó este domingo el inicio de la
evacuación de buena parte de los residentes de la ciudad
ante la inminente llegada del huracán. La orden afecta a
la llamada "Zona A" que comprende todos los barrios a menor
altura respecto al nivel del mar que podrían quedar
inundados por la subida de las aguas…

Hasta que llegó "Sandy" y
paralizó 48 hs. Wall Street (¡al fin!), tenía
previsto comenzar esta Introducción con una cita de las
"Historias de Almanaque", de Bertolt Brecht:

"He observado", dijo el señor
K., "que mucha gente se aleja, intimidada, de nuestra doctrina
por la sencilla razón de que tenemos respuesta para
todo.
¿No sería conveniente que, en
interés de la propaganda, elaborásemos una lista de
los problemas para los que aún no hemos encontrado
solución?"

Pocas frases como esta reflejan la miseria
de una clase dirigente que tiene respuestas para todo pero que no
ofrece soluciones para resolver ninguno de los
problemas.

Es insoportable ver cada día la
contradicción que supone ayudar a un sistema financiero en
parte quebrado y, al mismo tiempo, recortar las prestaciones
sociales. Las mismas entidades que reciben fondos públicos
para tapar sus vergüenzas, son las que expulsan a muchos
propietarios de sus viviendas por falta de pago. Y los gobiernos,
como se sabe, poniéndose de perfil sobre un asunto que
mide la capacidad de los poderes públicos para atajar los
problemas. Mala política y peor economía se
retroalimentan. Y en la recámara no hay más que
humo. Estamos ante un gigantesco fiasco.

La economía no es una ciencia hasta
el punto en que nos gustaría que fuera. Pero cuando hay
pruebas abrumadoras para una premisa económica -como las
hay para la premisa de que las recesiones causadas por crisis
financieras son diferentes- tenemos el derecho a esperar que los
políticos y sus asesores respeten esas pruebas. De otro
modo, terminarán haciendo políticas basadas en
fantasías en vez de enfrentarse a la realidad.

Y una vez que los políticos empiezan
a negarse a reconocer hechos incómodos,
¿dónde pararán?

¿Pueden los mismos dirigentes que
causaron la crisis, gestionarla, resolverla?
¿Podrán entender la crisis a pesar de no querer
entenderla? ¿Existen los hombres grandes para tiempos tan
duros?

Pero ya que estamos de "metáforas",
hay otra muy sugerente sobre la diferente vara de medir que
utilizan los políticos (y la justicia cómplice)
cuando se trata de juzgar a "uno de los nuestros" (ricos y
poderosos) o al "resto de los mortales" (científicos,
contribuyentes, pensionistas, desahuciados, parados, o gente que
pasaba por allí…).

La semana pasada (mientras estaba,
justamente, de viaje por Roma) seis científicos y un
funcionario del gobierno italiano fueron sentenciados a seis
años de prisión por "homicidio involuntario por
hacer comentarios "falsamente tranquilizadores" previos al
terremoto que sacudió la región de L'Aquila en
2009". Pero, ¿fue algo justo? – ¿Deben los
científicos dejar de opinar? (BBCMundo –
29/10/12)

Primero, tenemos que entender los
límites de la ciencia en lo que se refiere a
terremotos.

Ian Main, profesor de sismología de
la Universidad de Edimburgo, integrante de la comisión
internacional sobre predicciones sismológicas establecida
después de L'Aquila, asegura que hasta cierto punto es
posible anticipar dónde ocurrirá un terremoto.
"Podemos predecir que con casi total seguridad ocurrirá en
una zona dada con una muy baja probabilidad, quizá una vez
en 100 años, una vez en 1.000 años, dependiendo del
tamaño del sismo. Ese es un riesgo que está
allí todo el tiempo", asegura Main.

En L'Aquila una serie de movimientos
menores, el llamado "enjambre sísmico", ocurrió
antes de que golpeara el terremoto principal. Main asegura que
luego de un "enjambre" las probabilidades de que se produzca un
sismo mayor se incrementan pero siguen siendo bajas.

"Hay una oportunidad de uno en cien de que
un "enjambre" termine en un terremoto mayor, o que un terremoto
menor dispare uno más grande. Es algo muy raro pero ha
ocurrido". En otras palabras, 99 de cada 100 veces los
movimientos telúricos de este tipo no desembocan en un
gran sismo. Pero en L'Aquila, por supuesto, sí
ocurrió.

En el pasado en L'Aquila, después de
un enjambre, algunos residentes dejaban sus casas y
dormían en sus automóviles para evitar el peligro
del colapso de edificios. Pero en esta ocasión, los
comentarios de las autoridades hicieron que muchas de esas
personas cambiaran su tradicional respuesta y se quedaran dentro
de casa.

Este caso no es sobre la habilidad de los
científicos para predecir terremotos, es sobre las
declaraciones comunicando los riesgos de un terremoto. Los
sismólogos italianos entendían que un terremoto era
improbable pero no imposible. En una conferencia de prensa, sin
embargo, el mensaje pareció ser que eso significaba que no
había nada de qué preocuparse. Esa falsamente
tranquilizante declaración formó parte del caso en
su contra.

Bernardo De Bernardinis, entonces jefe
encargado del departamento de protección civil italiano,
habría aconsejado a preocupados residentes que regresaran
a casa y tomaran una copa de vino e incluso les habría
especificado de qué clase: "Absolutamente un
Montepulciano". "La comunicación está en la base de
todo este caso", dijo David Spiegelhalter, profesor de
Comprensión Pública de Riesgos de la Universidad de
Cambridge.

"Los científicos se reunieron,
hicieron una evaluación de riesgos y concluyeron que
había un incremento del riesgo pero que el riesgo absoluto
era muy bajo. Concluyeron que no podían confiar en que
habría un terremoto". "Sin embargo, esto fue comunicado
luego al público y se entendió como un mensaje de
que podían confiar en que no habría un terremoto.
Eso fue lo que la gente entendió y eso es lo que condujo a
este caso legal"…

Si cambiamos L'Aquila por Washington, y a
De Bernardinis por Greenspan o Bernanke ¿no creen ustedes
que el "enjambre sísmico" (estallido de la burbuja
financiera) podría haber sido anticipado y que los
segundos, deberían haber sido acusados (y condenados, como
ha sido en Italia) por "homicidio involuntario" por hacer
comentarios "falsamente tranquilizadores" previos al terremoto
financiero que sacudió a los Estados Unidos y cuyo tsunami
se propagó por gran parte del mundo (y aún
prosigue)? ¿Qué diferencia hay entre haber dicho
que los valores inmobiliarios no encerraban ninguna burbuja (y
que el que invierte en propiedades nunca pierde) y haber
aconsejado a preocupados residentes que regresaran a casa y
tomaran una copa de vino? Es una historia que aún no ha
terminado y que lamentablemente se está transformando en
una tragedia.

De "Burbujita"
Greenspan, pasamos a "Helicopter" Bernanke, ¿un "clon" del
"Maestro"?

"Se dice de mí"…: "La
cara del optimismo" (Cinco Días –
20/3/09)

¿Cuántos políticos
estadounidenses llevan barba? Prácticamente ninguno. En
Estados Unidos no está bien vista, no se estila; es un
rasgo poco común entre las autoridades o figuras
públicas. Un ejemplo: sólo la han lucido cinco de
los 44 presidentes del país norteamericano, todos ellos en
la segunda mitad del siglo XIX. La cosa cambia en los pasillos de
las universidades, ambiente mucho más proclive a la
relajación de las normas estéticas. Este detalle
dice mucho del carácter y procedencia del doctor Benjamin
Shalom Bernanke (Augusta, Georgia, 1953), profesor de
Economía en Princeton durante 20 años y actual
presidente de la Reserva Federal.

El máximo responsable de la
política monetaria estadounidense en marzo de 2009 en una
entrevista televisiva, la primera de alguien en su cargo en 20
años, que la depresión en EEUU había quedado
descartada y que "el final de la recesión se
producirá probablemente este año" y la
recuperación en 2010. A los tres días
anunció la inyección de un billón de
dólares a la economía a través de deuda a
largo plazo. En 2008 inyectó la misma cantidad tras la
caída de Bear Stearns mediante descuentos al
crédito para la banca de inversión, reinventando
así el repertorio de herramientas de la Fed -hasta
entonces tocaba poco más que los tipos de
interés-.

Estas intervenciones, junto con los
importantes recortes de tipos practicados en 2007 y el
polémico rescate de AIG, convierten a Bernanke en uno de
los presidentes de la Fed más intervencionistas -y
controvertidos- desde la fundación de la
institución en 1913. Algo a tener en cuenta, ya que las
simples palabras de quien ostenta tal cargo hacen ganar o perder
fortunas. El anuncio de la inyección de liquidez, por
ejemplo, provocó inmediatamente una fuerte subida de la
Bolsa y un rápido reajuste del dólar y de la
rentabilidad de los bonos.

Pero antes de manejar los resortes del
banco central de EEUU, este descendiente de emigrantes
judíos de Europa del Este sólo se había
enfrentado a la inflación y a la deflación en sus
numerosos artículos científicos. "Yo nunca he
estado en Wall Street", comenta en la entrevista televisiva
concedida a 60 Minutes. "La razón por la que me importa es
que lo que allí pasa afecta a Main Street", en referencia
al entorno de los trabajadores.

Se podría decir que Bernanke cumple
con los estereotipos del profesor universitario estadounidense.
Más allá de la ya mencionada barba, durante su
etapa en Princeton el lugar que más frecuentaba era su
despacho. Allí, rodeado de montones de libros y papeles y
vestido con pantalones tejanos y camisa de cuadros,
atendía pacientemente a sus alumnos. Joan Comajuncosa,
profesor de Esade, fue uno de ellos. "Bernanke es una persona muy
abierta, trabajadora y atenta con los estudiantes", apunta. "Ya
de vuelta en España, me contestaba los e-mails muy
rápidamente. Eso denota cierta empatía hacia los
sufrimientos de los doctorandos". En la facultad tenía
fama de ser un profesor claro y conciso, muy cercano a la gente
-dentro de los estándares anglosajones-.

Sólo le faltaría una chaqueta
de pana con coderas para redondear el cuadro. Él mismo no
ha escondido nunca su predilección por la comodidad. En
2005, cuando sonaba su nombre como posible sustituto de Alan
Greenspan, Bernanke declaró al Wall Street Journal que lo
más duro de trasladarse a Washington era tener que llevar
traje. "Mi propuesta de que los gobernadores de la Fed mostrasen
su completa dedicación al servicio público
vistiendo camisas hawaianas y bermudas no se tomó en
serio".

Y es que para entonces ya era gobernador de
la Fed. Asumió ese cargo en 2002, tras colaborar varios
años como asesor de la institución. Eso sí:
no abandonó la docencia hasta 2005, cuando el ex
presidente George W. Bush le puso al frente de su equipo de
consejeros económicos.

Bernanke es conocido por sus posturas
cercanas al keynesianismo. En su etapa de director del
departamento de Economía de Princeton invitó en
alguna ocasión al también académico Paul
Krugman, premio Nobel de Economía y gran crítico de
George W. Bush. Todo eso contribuyó a que el nombramiento
en 2006 de Bernanke como presidente de la Fed desconcertase a
más de uno. En Princeton, en cambio, se comentaba que se
le eligió por su condición de experto en la Gran
Depresión. "Se rumoreaba que en Washington querían
a alguien preparado contra un posible escenario de
deflación, algo inédito en EEUU en los
últimos 70 años", recuerda Comajuncosa.

Aunque ya no vista camisas y pantalones
vaqueros, Bernanke conserva su deje académico. No
sólo en sus característicos ojos entornados y en su
mirada relajada, propia de quien vive en el mundo de las ideas.
También resulta palpable en su capacidad de hacer
inteligible lo que a duras penas lo es. Según
declaró a 60 Minutes, de todas las medidas que ha llevado
a cabo como responsable de la Fed, la que más le angustia,
y una de las que más se le han criticado, es el rescate de
AIG, que le ha costado 165.000 millones de dólares a las
arcas públicas. ¿Por qué lo hizo, entonces?
Por la misma razón, dice, que si tu vecino incendia su
casa al quedarse dormido con un cigarro encendido le
ayudarás a apagar el fuego aunque sea su problema, sobre
todo si el pueblo entero es de madera.

Esperemos, pues, que su optimismo sea
justificado y no haya que llamar más a los
bomberos…

Las primeras
reacciones políticas e institucionales a la Crisis de las
hipotecas "subprime"

Bush (POTUS): el gobierno federal "tiene
un papel en la ayuda a las familias, pero no para salvar a los
especuladores"…

Bernanke (Fed) "La Reserva Federal
está lista para tomar acciones adicionales como sea
necesario para ofrecer liquidez y promover un ordenado
funcionamiento de los mercados". Las pérdidas excedieron
"las proyecciones más pesimistas"…

El FMI recuerda que las pérdidas
por la crisis deben ser para los inversores y no para los
contribuyentes. "Las autoridades deben resistir las presiones por
parte de los acreedores en apuros para evitar el refuerzo de
comportamientos especulativos y
fraudulentos"…

Greenspan (ex Fed) admite que
sólo entendió el problema de las hipotecas hacia el
"fin de 2005"…

– El presidente de la Reserva Federal,
Ben Bernanke, explicaba en el Washington Post
(14/11/10):

"Los mercados subieron y los tipos de
interés a largo plazo bajaron cuando los inversores
empezaron a anticipar la actuación más reciente de
la Fed. Una situación financiera más favorable
promoverá el crecimiento económico. Por ejemplo,
unas hipotecas a tipos más bajos harán las
viviendas más asequibles y permitirán que un mayor
número de propietarios puedan refinanciarse. Unos tipos
más bajos para las empresas incentivarán la
inversión. Los precios más altos de los activos
impulsarán el patrimonio de los consumidores,
devolviéndoles la confianza, lo que podrá
también reactivar el gasto. El aumento del gasto
producirá mayores rentas y beneficios que, en un
círculo virtual, darán un mayor soporte a la
expansión económica".

Sólo le faltó decir: Y si
el "círculo virtual" no se cierra, que Dios (o Yahveh, en
su caso) y la Patria, me lo demanden.

Para unos (que creen en Dios), u otros
(que creen en la Patria) o los pocos (que creemos en Dios y la
Patria), algunas reflexiones de "Manias, panics and
crashes":

"La labor del prestamista de
último recurso ante una debacle está plagada de
ambigüedades y dilemas. (…) En estas circunstancias,
más que una ciencia la intervención se convierte en
un arte".

"La evolución del "Arte del
banquero central" durante los últimos doscientos
años tiene como seña de identidad la
evolución del concepto de prestamista de último
recurso".

"El prestamista de último recurso
está listo para frenar una estampida (…)
proporcionando tanto dinero como sea necesario".

"¿Con cuánto dinero?
¿Para quién? ¿En qué condiciones?
¿Cuándo? Estas preguntas acechan al prestamista de
último recurso, que afronta el dilema de que los
inversores piensen que los bancos y otros privilegiados
acreedores recibirán apoyo en caso de dificultades, lo que
reducirá su prudencia en el siguiente
boom".

"Sin embargo, si en medio del
pánico la estampida no se frena (…) la venta de
activos para minimizar pérdidas puede llevar a la
bancarrota a un gran número de empresas, que hasta
entonces eran solventes y estaban bien
capitalizadas".

"Los argumentos en contra del
prestamista de último recurso han sido continuos.
(…) El más tajante fue de Herbert Spencer.
"Proteger al hombre de los efectos de su locura lo único
que consigue es llenar el mundo de locos". Un punto de vista
comprensible en una era Darwiniana".

"Los bancos centrales suelen tener
normas. Cuando no se pueden romper con facilidad, a menudo surgen
problemas. También hay problemas cuando las normas se
rompen con demasiada facilidad".

"'Demasiado poco, demasiado tarde" es
una de las frases más tristes en la jerga de los bancos
centrales y de cualquier actividad. Pero ¿cuánto es
bastante? Y ¿cuándo es el momento
adecuado?".

"La gestión del tiempo es un
arte. Eso no dice nada y lo dice todo"…

– Anteriores escritos en "cuerpo
presente" (denunciábamos ayer…)

La codicia de los mercados (el virus
mutante) – De la crisis de crédito a la crisis del
descrédito – Enero 2009

Entre la codicia y la miopía (la
parálisis del pensamiento)

(Con la decisión de no alejarme de
la franqueza y la honestidad en un momento en que esas cualidades
son de lo más necesarias)

Cantando las verdades del barquero, sin la
más mínima compasión

Si alguien le dice: Tú bebe, que yo
conduzco. ¿Usted qué hace? Pues
bebe…

Si alguien le dice: Tú bebe, que yo
pago. ¿Usted qué hace? Pues bebe…

Y si alguien le dice: Tú bebe, que
yo pago y conduzco. ¿Usted qué hace? Muy
probablemente beba el "doble o más". Hasta que el cuerpo
aguante, digamos…

Pues eso es lo que han hecho las entidades
financieras. Disparar con pólvora del Rey y sin
ningún control cinegético. Entonces, lo que
tenía que pasar pasó. No hay sorpresas. La sorpresa
es sorprenderse. ¿Se podría haber esperado otro
resultado de una economía de manos libres y sin espejo
retrovisor?

Ahora tratan de escapar. O sea:
¿Cómo servirse de la globalización sin ser
globalizado?

¿Cómo continuar practicando
el funambulismo entre la titulización y el apalancamiento
del sistema? ¿Cómo mantener el "Private Profits and
Socialized Risk"?

Otra cosa es resolver quién paga la
fiesta. Ellos, seguro que no. La "tranquilidad" de los mercados
los transforma en "testigos protegidos". Se cambiarán la
identidad, la figura y el domicilio, aunque seguirán
siendo los mismos. Los "paganos" serán los descolgados de
la riqueza que generan esos monstruos financieros sin cara y sin
ideas que no sean las de obtener más beneficios. Los
miembros de la "manada" (como dicen despectivamente los "brokers"
de Wall Street) no sólo pagarán (pagaremos) la
pólvora, sino que, además, serán (seremos)
las piezas a abatir. "Imbéciles por 2". Cornudos y
apaleados.

El problema no es que nos vayamos a la
mierda, sino que no sabemos si habrá mierda para todos.
Algunos han confundido libertad de mercado con licencia para
estafar. La libertad de mercado no debe ser ilimitada.

Una economía "a dos velas": los
bancos centrales y los fondos soberanos. ¿Y si alguno las
sopla? ¿Y si una corriente de aire…? ¿Y si
el batir de las alas de una mariposa…?

¿De la burbuja financiera al fin del
"súper-boom"? Debilitamiento y agonía de la
economía en Estados Unidos. Debilitamiento y agonía
del modelo del libre mercado. Debilitamiento y agonía del
modelo neoliberal (privatización,
desregularización, financierización).

El problema de los bancos es de excesivo
apalancamiento ya que cuentan con unos activos tangibles que, en
muchos casos, superan en más de 30 veces sus bases de
capital. De ser unas compañías de
intermediación han pasado a convertirse, en los
últimos años, en unos grandes almacenes que
acumulan todo tipo de mercancías, mejores y peores (el
hecho de que Citigroup haya decidido descargar 400.000 millones
de dólares de su balance, da buena prueba de la verdad de
la afirmación y de la dimensión del
problema).

¿Cómo se ha podido llegar a
esta situación? Por un esquema viciado de
remuneración al que se destinan, en la banca de
inversión, hasta el 50% de los ingresos. A más
endeudamiento, más ingresos, mayores bonus. Como resultado
de ello los bancos resultan ser unas grandes agencias de
comunicación ya que, mientras el conjunto del mercado
discute la legitimidad de los gestores de hedges o de capital
riesgo para hacerse con un 20% de lo obtenido con su trabajo, el
sistema retributivo bancario mantiene esa frontera de
recompensación en todos los entornos bajo la excusa de
retener el talento.

¿Cómo han podido justificar
los bancos niveles tan nimios de capitalización? Por la
falsa sensación de seguridad que dan los modelos de riesgo
basados en el Value at Risk o VaR que no tienen en cuenta los
sucesos extremos (o colas en una distribución normal) que
son los que, en definitiva, causan las crisis. El análisis
VaR es como un airbag que funciona siempre… menos cuando
sufres el accidente. La infra estimación del riesgo real
conduce a una acumulación de activos "seguros" cuyo
consumo de capital es mínimo, lo que finalmente provoca
que el retorno sobre recursos propios o ROE de los bancos se
dispare. Todo ello, construido, eso sí, sobre un punto de
partida inválido.

¿Qué estaban haciendo,
mientras, los reguladores? Repasemos tanto a las agencias de
rating, como a la SEC o CNMV norteamericana. De las primeras, se
puede censurar la ausencia de medios pese a su condición
de garantes de la calidad de las emisiones del mercado (3-4
profesionales para… toda la banca de inversión
estadounidense), su falta de perspectiva sobre el negocio
bancario (que había pasado de empaquetador a tenedor de
activos, como ya he señalado), la falta de continuidad en
su análisis y la prioridad que en el mismo dan a la
información pública frente a los propios modelos de
valoración.

El segundo objeto del reclamo es la SEC.
Aquí la crítica se centra en la normativa aprobada
por el regulador bursátil norteamericano en 2004 que, por
una parte, ampliaba el concepto de capital que pasaba a incluir
instrumentos híbridos y deuda subordinada, (ojo, "por
participar de las características del mismo"), legitimaba
el VaR como mecanismo para que los brokers pudieran calcular su
capital regulatorio, en segundo lugar y, por último, daba
un tratamiento paritario a los activos líquidos e
ilíquidos del balance a efectos de consumo de recursos
propios. A cambio de lo que parecía ser un mayor control
por parte del órgano supervisor, las entidades afectadas
lograban reducir en más de un 40% sus necesidades de
capital. Si las agencias ayudaron a engordar la vaca, fue el
propio regulador el que ayudó a que la misma naciera ya
con el cuerno retorcido.

"Los bancos convencionales han perdido
mucho, y ahora están en el proceso de depreciarse en
cientos de miles de millones de dólares, que es mucho
dinero. Y mientras discutimos sobre esto, y hablamos de la
ralentización de la economía a causa de los
problemas del sector bancario, nadie se ha hecho la pregunta de
¿quién es el responsable de esto? No se ha hecho
ninguna investigación, no se ha escrito ningún
editorial. Si un empleado mediano comete un error y pierde
dinero, se hacen muchas investigaciones, pero por cientos de
miles de millones nadie hace nada. La gente responsable de esto
está probablemente jugando al golf, y no les importa. Sus
salarios no se han visto afectados. Pero, eso sí, nadie le
deja dinero a una mujer pobre por si no lo puede
devolver"…

(Muhammad Yunus, Presidente del Banco
Grameen y Nobel de la Paz)

Tomemos
posiciones… (el síndrome del ojo vago)

¿Por qué los
académicos y los encargados de diseñar la
política económica sólo utilizan un ojo
solamente? ¿Están ciegos, acaso, del otro ojo?
¿Padecen el síndrome del ojo vago, que les lleva a
utilizar uno solo, con lo que el ojo poco usado acaba por
volverse apático e inactivo?

El síndrome del ojo vago está
diagnosticado no sólo como enfermedad que aqueja al
diseño y ejecución de las medidas
macroeconómicas, sino también en el ámbito
de la microeconomía. No sólo los gobiernos, sino
también las empresas olvidan que tenemos dos ojos. La
particularidad que ofrece el síndrome en las empresas, a
diferencia de lo que ocurre en los gobiernos, es que, en este
caso, el ojo más desarrollado es el de la oferta y el que
languidece o campa por sus respetos es el de la
demanda.

Hace unos cuantos años, un humorista
argentino (Enrique Pinti), tenía un espectáculo, de
singular éxito, en un teatro de Buenos Aires ("Salsa
Criolla"), en uno de cuyos "monólogos", relataba una
conversación que había mantenido con un
"académico" norteamericano que visitaba la Argentina para
investigar los orígenes y razones de su "inexplicable"
fracaso económico. Después de un tiempo de estudio,
el visitante, sorprendido, intrigado, aturdido, confundido, le
preguntaba, finalmente, a Pinti: – ¿Cómo llegaron
hasta aquí? , a lo que Pinti respondía: –
Y…, de a poquito…

Este relato (de cercanías), puede
servirme de introducción para, con toda humildad, procurar
interpretar la crisis de la subprime:

La "olla" podrida. Antes, en Estados
Unidos, teníamos los déficits gemelos (el fiscal y
el comercial); ahora, tenemos las burbujas gemelas (el mercado
inmobiliario y el mercado de crédito). De las "subprime"
al "credit crunch". Del boom de la burbuja al colapso de la
burbuja.

Inútiles circunspectos, pagados de
sí mismos, se creyeron su propia ficción, e
hicieron de claque en la ficción de Wall Street. Un
espiral de avaricia y enriquecimiento rápido.

Un "Katrina" financiero.
Imprevisión, frivolidad, indiferencia, incapacidad de los
gestores, corrupción, distinta actitud con los ricos y con
los pobres, falta de información (transparencia),
incorrecta evaluación de los daños… Una
derrota sin culpables.

Varios años después…
casi todo, sigue igual, y otro "Katrina" se avecina… los
diques estallarán, todo se inundará y los pobres
"volverán" a joderse… Como varios años
"antes", habrá otra "derrota" sin culpables.

Liberalismo asimétrico. La
economía especulativa versus la economía real. El
fracaso de la economía apalancada. Privatización de
las ganancias y socialización de las pérdidas. Si
yo gano, gano yo; si yo pierdo, pierdes tú. Cómo
lograr que el que se joda sea el vecino.

Una lección de marketing:
cómo vender mierda empaquetada. La "titulización"
dispersa el riesgo (la mierda). La "deslocalización" de la
deuda. Pasar el muerto a otros (y volver a empezar, tan
fresquitos).

¿Burbu-giles? El Señor de las
burbujas. De "Put" Greenspan, pasamos a "Helicopter" Bernanke (un
"clon" del Maestro). Otra vez, los "vigilantes de la playa"
abrieron los grifos -olvidándose de la inflación
proclamada- para "calmar" al mercado. Los bancos centrales y su
"amabilidad" con el mercado ¿Por qué
llamarán "mercado", a sus "amiguetes" de Wall Street? Que
fluya el dinero… la inflación, puede
esperar… la justicia, también… Ahora,
Bernanke tira los dados. El "riesgo moral"…
¿qué es el "riesgo moral"?

Los caprichos del mercado. Se sabe que hay
un agujero, pero ni cuánto, ni dónde. ¿Las
agencias de calificación? Otras de las "manos que mecen la
cuna". ¿Los reguladores? Jugando a los dados con Dios. La
"titulización" de las hipotecas crecía un 94% antes
de estallar la crisis. ¿Alguien lo vio?
¿Quién ejerce el control de los mercados? Ben
Bernanke y las "recetas" de Greenspan.

Delitos de iniciados. Información
privilegiada. Truquitos contables. La banca y el "lifting". La
hipoteca "subprime" que no paga un granjero de Oregón,
afecta a una familia española o a un banco inglés.
Estados Unidos ha "exportado" la crisis hipotecaria, gracias a la
"globalización". ¿Capitalismo popular o
socialización de las pérdidas?

¿Qué es lo que ha pasado?
¿Por qué lo que hace menos de un año
parecía infalible y glamoroso, ha mostrado ahora la peor
de sus caras? Será, como recientemente señalaba a
The Wall Street Journal, Matthew Rothman, responsable de
estrategias cuantitativas de Lehman Brothers, "situaciones que,
según los modelos que manejamos, podrían darse
únicamente una vez cada diez mil años, han ocurrido
durante tres días consecutivos". Y con ello, la peor de
las consecuencias: mucho dinero evaporado y varios mitos del
mercado por los suelos. Veamos algunos de ellos:

Diversificación y
correlación. Si hay algo que ha demostrado la crisis
actual es que los distintos mercados están mucho
más interrelacionados de lo que en teoría parecen.
Aunque la mayoría de los analistas y gestores
circunscriben la situación corriente al mercado de
crédito, el impacto sobre el resto de los activos se ha
hecho notar debido a dos causas principales: por una parte,
demasiadas ganas de salir a la vez de toda clase de valores de
riesgo por una puerta demasiado estrecha y, por otra,
liquidación simultánea de los títulos de
mayor calidad para hacer frente a las deudas y reembolsos con el
consecuente mantenimiento de los más dudosos en las
carteras.

El "value at risk" o la pérdida
máxima esperada ha pasado a convertirse en el "risk of
value" para muchos gestores cuantitativos. El hecho de que muchos
fondos estadísticos estuvieran invertidos en posiciones
similares ha provocado que, a la hora de realizar las ventas a
las que obligaban las barreras de volatilidad, ellos mismos
arrastraran los precios a la baja incrementando sus
pérdidas.

Los stress test o simulaciones de
comportamiento de los fondos ante eventos extremos del mercado
han resultado incapaces ante una crisis endógena del
mismo. Los modelos podían imaginar situaciones en las que
el impacto de un shock externo provocara una caída en los
activos en los que se encontraban invertidos los fondos. Sin
embargo, no estaban preparados para prever que la misma
financiación que justificaba gran parte de su existencia,
y de sus rendimientos, se secara prácticamente por
completo. Ante esta situación los sistemas
informáticos que sustentan los modelos se han visto
incapaces de reaccionar.

Los "triple A" no lo soportan todo. Uno de
los abusos más recientes cometidos por los hedge funds y
los bancos de inversión, ha sido el uso de los tramos
más seguros de las cestas o pools de activos titulizados,
a través del apalancamiento, como soporte para invertir en
los tramos más arriesgados de los mismos como forma de
incrementar la rentabilidad agregada. Así mismo se ha
generalizado el uso de conduits o vehículos que invierten
en titulizaciones y que se financian en el corto plazo vía
pagarés.

Hace apenas unos meses el mundo
parecía en orden: le economía mundial y los
mercados financieros estaban en apogeo. Ahora, tenemos un crack
bursátil a plazos que desemboca en una crisis del mercado
monetario: los bancos centrales no dejan de inyectar capital a
los mercados financieros.

La clase política se ejercita en
conjuros de buena salud, pero todos los concernidos saben que lo
peor está por llegar. Como muy tarde, cuando estallen
otras burbujas especulativas. Por ahora, el bello nuevo orden de
los mercados financieros internacionales "liberalizados" se ve
sometido a una dura prueba. El popular dogma, conforme al cual
los mercados financieros -y la economía mundial- son tanto
más "eficientes" y "estables", cuanto más
desregulados y liberalizados están, esa fe del carbonero,
quedó en suspenso. Por doquier se escucha el clamor de
imponer reglas y bridas a los agentes de los mercados
financieros.

¿Cómo ha pasado? En EEUU ha
estallado una gigantesca burbuja inmobiliaria. Bajos intereses,
precios inmobiliarios en constante incremento (hasta un 20% anual
en los mejores emplazamientos), un mercado hipotecario en
hiperbólica expansión han mantenido al galope la
economía de EEUU. El boom alimentaba el consumo privado,
el endeudamiento de los hogares estadounidenses subía
desaforadamente hasta llegar, de media, al 120% del ingreso
anual, constituido en sus tres cuartas partes por deudas
hipotecarias. Los bancos hipotecarios y los fondos inmobiliarios
ofrecían crédito abundante a la gente, incluso a
quienes nunca habrían podido permitirse poseer casa
propia. La previsible ruina de un sinnúmero de
pequeños propietarios de viviendas no representaba el
menor problema, siempre, claro es, que se mantuviera el boom. Los
bancos y las sociedades financieras ganaron fabulosamente con
ello, lo mismo que la muchedumbre de gestores
inmobiliarios.

Desde hace meses crece la morosidad, y las
ventas forzadas suben astronómicamente; más de 5
millones de viviendas están a la venta en EEUU (datos de
finales de agosto de 2007). Por vez primera en diez años
comienzan a bajar los precios, y se disparan los intereses. La
crisis ha estallado -como no podía ser de otro modo- en el
segmento subprime del mercado, entre las familias más
pobres con pocos (y en términos reales, descendentes)
ingresos. Según datos de agosto de 2007, más de dos
millones de norteamericanos han perdido sus casas, hay más
de 500 mil millones de dólares acumulados en morosidad,
los embargos hipotecarios alcanzaron los 223.538 procedimientos
en septiembre, el doble que en el mismo período de 2006:
un tsunami de hipotecas fallidas arrasa el
país.

Con la espectacular quiebra en junio pasado
de dos hedge funds multimillonarios pertenecientes al quinto
mayor banco estadounidense de inversiones -Bear Stearns- se
perdieron por lo pronto, 1.600 millones de dólares.
Además, las acciones de Bear Stearns se desplomaron, lo
mismo que las de muchos otros fondos de inversiones, bancos y
aseguradoras: más de 200 mil millones de dólares se
perdieron de la noche a la mañana. Wall Street se
estremeció, y el resto de los mercados de valores del
mundo reaccionaron de inmediato. El colapso de los dos hedge
funds era una señal de alarma para todos los
iniciados.

Los bolsistas reaccionaron con
pánico, lógicamente: los créditos morosos se
hallan por doquier, y son bombas de tiempo colocadas, no
sólo en el sistema financiero estadounidense, sino
distribuidas por el mundo entero. Porque la burbuja inmobiliaria
sólo podía crecer en la medida en que los
financieros siguieran creyendo en la posibilidad de poner a la
venta en cualquier momento hasta los peores y más
arriesgados créditos hipotecarios. Esos créditos,
lo mismo que todos los demás tipos de deuda, así
como los pagos futuros de intereses y las amortizaciones a
futuro, se han transformado en mercancías
comerciables.

De manera que, hasta los créditos
flojos y aún tambaleantes servían de base a una
vertiginosamente expandida sobre estructura de derivados
crediticios en manos de especuladores profesionales.
Créditos hipotecarios y de otros tipos fueron empaquetados
en masa y usados como garantía para nuevos títulos:
los bancos hipotecarios vendían esos títulos
respaldados por hipotecas (mortgage backed securities)
traspasando así su riesgo crediticio a otros bancos,
fondos de inversiones y aseguradoras. Éstos no se
preocupaban de la calidad de la deuda hipotecaria originaria,
porque también ellos pretendían vender a su vez
esos títulos.

Mientras se mantiene un boom inmobiliario,
esos títulos resultan lucrativas inversiones monetarias,
los hedge funds se los disputan, la securitization de todo tipo
de deudas y la emisión de esos títulos respaldados
por hipotecas se convierte en una rama en auge, a la que se
abalanzan fondos especiales. El comercio a escala planetaria con
esos derivados se da al margen de las bolsas, la concurrencia
entre los grandes hedge funds dispara sus precios, de manera que,
sobre la burbuja inmobiliaria, se forma una nube de ulteriores
burbujas de derivados.

¿Qué ocurre, empero, cuando
todos los créditos que se hallan en la base fallan en
masa? Entonces se hace dramáticamente claro para los
especuladores que están cabalgando sobre una ola de
valores ficticios generada por ellos mismos. Puesto que las
garantías no son nada, se desvanece el valor de los
títulos garantizados, los bancos quieren la
devolución de los dineros prestados a corto plazo, los
hedge funds no pueden seguir vendiendo sus títulos y
entran en bancarrota. Con lo que también aquellos bancos,
aseguradoras y fondos de inversiones que financiaron la
especulación con esos derivados se ven en muy serios
aprietos.

Puesto que esos derivados fueron
comercializados a escala planetaria, se ven también
súbitamente en dificultades bancos que jamás
financiaron una hipoteca en EEUU. Pero participaron -como la IKB,
como la Westdeutsche y el Banco Regional de Sajonia y muchos
otros- en hedge funds, cuando no crearon los propios, que
especulaban con tales derivados crediticios. Sus pérdidas
repercutieron a través de las cotizaciones de los mercados
de valores; en todo el mundo, los valores financieros se
desplomaron, y, esperando una ola de quiebras, los inversores
huyeron en masa. También los bancos que juegan en primera
división, y que nada tienen que ver con la
especulación inmobiliaria, se ven ahora en
aprietos.

Caídos los primeros bancos (EEUU), o
penosamente rescatados (Alemania), comienza el siguiente acto del
drama: la crisis del mercado monetario. Puesto que los bancos
saben que todos los demás están empantanados pero
no con qué profundidad, ponen límites severos al
préstamo interbancario, exigiendo muy elevados intereses
para créditos a corto plazo. En otras palabras: el sector
más estable de los mercados financieros, el tráfico
crediticio interbancario, se contrae súbitamente.
Sólo los bancos centrales pueden entonces intervenir como
"lender of last resort" -como prestamistas últimos-, lo
que han hecho masivamente durante días.

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