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Tiempos modernos (“realidades cercanas” de un capitalismo sin control) – Parte II (página 5)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

Los volúmenes de déficit y, sobre todo, de
deuda pública en el Atlántico Norte están en
niveles nunca alcanzados en tiempo de paz. Niveles que no eran
problema mientras los flujos internacionales de capital estaban
también en máximos y el sistema financiero
aparentaba poder intermediar con seguridad y solvencia todos esos
dineros. Pero la crisis financiera ha mermado seriamente la
credibilidad de los bancos en Europa y Estados Unidos, y el bucle
crisis bancaria-crisis soberana ha lastrado las calificaciones de
los emisores públicos. Ya no quedan activos seguros; desde
luego no lo es el bono americano, que ha perdido su triple A por
el impasse político; ni el francés que en enero de
2011 perdía su tercera A. Esa pérdida de
interés, ese castigo a la credibilidad, ha obligado a
reducir los niveles de déficit públicos en los
países industrializados, simplemente porque su
financiación ya no es tan atractiva para el
inversor.

Recordemos la paradoja de Greenspan. Contrariamente a lo
que predice la economía clásica, el ahorro de los
países emergentes financia la inversión y el
consumo en los países ricos. Fue su sucesor en la Reserva
Federal el que ofreció la explicación a esa
anomalía, la solución Bernanke resalta que es la
calidad institucional de los mercados de capitales en los
países desarrollados la que explica ese movimiento de
capitales aparentemente contra natura. La crisis de las subprime
y del euro, han roto esa anomalía, y la han roto
definitivamente.

La excepcionalidad occidental se ha acabado. La
posibilidad de la que han disfrutado durante casi un siglo los
países del Atlántico Norte de evadirse de la
restricción externa, se ha esfumado. La particularidad de
que siempre había gente en el mundo dispuesta a invertir
en los países industrializados, a prestarles dinero en
cuantía ilimitada, se ha terminado.

Esa es la situación a la que se enfrenta el
gobierno de los Estados Unidos y los gobiernos de los
países periféricos de la Unión Europea.
Administraciones afectadas de obesidad mórbida. Cuantas
calorías aportó la dieta bancaria
(estatización de las pérdidas) y cuantas la dieta
imperial americana (gastos de defensa) o socialdemócrata
europea (estado de bienestar), es algo aún por determinar.
Seguramente "entre todos la mataron y ella sola se
murió".

El siguiente cuadro permite observar que no sólo
los bancos han sido culpables del incremento (descomunal) del
gasto público. Los políticos también se
subieron a la euforia de la burbuja, hasta la extenuación.
En ello les iban los votos (clientelismo, demagogia), les iba la
connivencia (con los amos de universo) y les iba la
corrupción (justificada por lo primero y facilitada por lo
segundo). Tanto monta, monta tanto.

De burbujas (bancos)… burbujiles
(gobiernos)… y burbu-giles (particulares).

¿La expansión del gasto público ha
sido consecuencia de una proyección demasiado optimista de
los ingresos (primero), del necesario funcionamiento de los
estabilizadores automáticos (después) o de un
exagerado derroche irresponsable de recursos
(siempre)?

El mapa del despilfarro (los "primos" del
riesgo)

Monografias.com

¿Crisis de la deuda, crisis del euro o crisis de
los… "deudos"? Ustedes mismos…

Mientras, los bancos "zombis" siguen prendidos a la teta
del estado (hasta la extenuación), los políticos
intentan (desesperadamente) mantener el nivel de gasto
público que les permita continuar con su derroche y
ostentación, alimentado a los estómagos agradecidos
del funcionariado cautivo, y conservar una vida de "gratis
total".

Esta obra maestra del saqueo ya no puede continuar. No
hay dinero para todos. Se jodió el invento. El rey
está desnudo. Y los "cortesanos" también.
¿Entonces, quién paga la cuenta? Por ahora, no se
sabe… Ninguno de los causantes quiere pagar la cuenta
(gran dilema). Por eso hay tanto debate, tanto desconcierto,
tanta alarma. Los acreedores reclaman. Oye, ¿y qué
hay de lo mío? Los deudores, callan; dicen que
están reunidos… estudiando. Que los acreedores,
vuelvan mañana. Así un día, y otro, y
otro…

Estados Unidos no sabe si subir el techo del gasto o
bajar el piso… mientras, se asfixia.

La Unión Europea quiere "colgar" la dieta en las
Constituciones Nacionales. No pecaré.

En medio, el contribuyente (dalit, pagano, paganini)
extraviado, expoliado y exhausto.

El "cuento" de la "austeridad expansiva" cada vez
resulta menos creíble (99 a 1, no va)

"Paul Farell, analista de "The Wall Street Journal",
se hace eco de una corriente de opinión que pone en
entredicho la recuperación en EEUU"…
"Si los
ricos no pagan impuestos se enfrentarán a una
revolución" (El País – 4/4/11)

Predice un cataclismo económico y una
revolución social en EEUU. Pero no es el polémico y
a veces abiertamente demagogo director de cine Michael Moore. Ni
el predicador televisivo Glenn Beck, insignia mediática
del movimiento conservador estadounidense del Tea Party. Ni,
más cercanamente, Niño Becerra, el
catedrático que vaticina el cataclismo de la
economía española cada año y cada año
lo aplaza. Se trata de Paul B. Farrell, un prestigioso columnista
de The Wall Street Journal, el diario financiero por excelencia
nada sospechoso de sensacionalismo. Y a principios de abril
(2011) ha lanzado un aviso ciertamente preocupante aunque con
argumentos y cifras mucho más contundentes que la de los
otros teóricos apocalípticos citados.

"O los ricos comienzan a pagar impuestos o se
enfrentarán a una revolución". Con ese provocativo
arranque, Farell, que trabajó para Morgan Stanley,
advierte en su columna que la brecha entre el 1% de los
"súper ricos" y el 99% restante de la población en
EE UU no había sido tan grande desde la Gran
Depresión de 1929, y que solo el "engaño" o el
"espejismo" que lanza esta clase privilegiada desde sus diversas
tribunas, ya sean políticas o mediáticas, impiden a
la gente darse cuenta de que estamos a punto de vivir otro
colapso como el de hace casi un siglo. Y concluye que o los ricos
vuelven a pagar los impuestos que les corresponden por su nivel
de riqueza u Occidente se enfrentará a una revuelta social
como las que se están viviendo en el norte de
África

Farrell señala que, tras el estallido de la
crisis financiera en 2008 y la intervención del Estado
para salvar el sistema, Estados Unidos vive ahora de la falsa
esperanza que le transmiten los súper ricos, las
"estadísticas del Gobierno que tratan de exagerar la
recuperación" o los mensajes sobre un nuevo mercado
alcista de Wall Street.

"Sigan soñando", apunta Farrell, que avisa de que
el 93% de lo que se oye acerca de los mercados, las finanzas y la
economía "son conjeturas, ilusiones y mentiras con el
único fin de manipular en la toma de decisiones para sacar
el dinero de los bolsillos" de la gente. "Ellos se enriquecen
diciendo mentiras sobre los valores. Odian a las normas de la SEC
(regulador de la Bolsa de EEUU) que les obligan a decir la
verdad". Y pone un dato como ejemplo: en los últimos 10
años, el 20% de los fondos de pensiones de los
trabajadores -10 billones de dólares- se ha esfumado en
Wall Street.

Apoyado en otros testimonios, el columnista establece un
paralelismo entre las revoluciones como las que han ocurrido en
Egipto, y las que están por venir en los países
desarrollados. Ambas serán impulsadas por los
jóvenes, las mayores víctimas de la crisis,
condenados a un desempleo crónico. "Los jóvenes van
a ser los más doloridos cuando los gobiernos traten de
reequilibrar sus presupuestos. Se elevarán los impuestos
de los trabajadores y caerá el gasto de educación
(…) mientras que los recortes fiscales para ricos siguen
intocables". "¿Cuánto tiempo resta para que el
resto de los países ricos estalle como Egipto?", se
pregunta.

El análisis de Farrell no es aislado. En Estados
Unidos se está formando una creciente corriente de
opinión que denuncia que la crisis se ha cerrado en falso,
que la recuperación económica que vende la
Administración Obama no es sino un maquillaje
estadístico y que cuando toque pagar la factura del
rescate del sistema financiero mediante más impuestos para
la clase media y recortes sociales, se desvelará la
verdadera gravedad de la situación.

Una de las abanderadas de esta teoría es Arianna
Huffington, la editora que acaba de hacerse multimillonaria tras
la venta de su portal de noticias online a AOL. Pese a que su
actitud personal no sea muy ejemplarizante (se vanagloria
públicamente de no pagar a la mayoría de sus
periodistas), su opinión es muy crítica hacia el
sistema. "Se está madurando la América del Tercer
Mundo. Washington se apresuró al rescate de Wall Street,
pero se olvidó de Main Street (la calle principal,
metáfora para expresar a la gente común en EEUU).
Uno de cada cinco estadounidenses es desempleado o subempleado.
Una de cada nueve familias no tiene un saldo mínimo en sus
tarjetas de crédito. Una de cada ocho hipotecas
está en mora o ejecución hipotecaria. Uno de cada
ocho estadounidenses vive con cupones de alimentos. La movilidad
social hacia arriba siempre ha estado en el centro del
sueño americano. Y esa promesa se ha roto. El sueño
americano se está convirtiendo en una pesadilla. Y pronto
va a implosionar", asegura.

El magnífico documental Inside Job, ganador del
último Oscar, también ha desperezado muchas
conciencias, sobre todo las de aquellos que confiaron en que con
la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca se cambiarían
las reglas del juego, se restablecerían los controles y la
regulación sobre el sistema financiero y se pondría
coto a la "avaricia de Wall Street" como prometió el ahora
presidente durante la campaña electoral. Pero como
denuncia la cinta, las tímidas reformas que inició
están varadas en las comisiones del Congreso o han sido
bloqueadas por el poderoso lobby financiero que controla no solo
la esfera política sino la académica para hacer
valer su falso mensaje.

Inside Job deja en evidencia también que Obama no
solo no ha perseguido a los "avaros" que provocaron el desastre
con productos financieros tóxicos como las subprimes o los
CDO, sino que ha puesto al mando de su equipo económico a
algunos de sus más señeros representantes, que
participaron o, al menos no quisieron ver el inmenso fraude que
se estaba fraguando, y fueron reclutados por el anterior
presidente, George W. Bush, para diseñar el rescate a
costa del contribuyente y sin pedir responsabilidad alguna a sus
causantes. Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal,
Timothy Geithner, secretario del Tesoro, o Lawrence Summers
director del Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca,
están entre ellos.

El capitalismo refundado de rostro social con el que se
presentaba Obama en las primeras reuniones del G-20 tras al
estallido la crisis sigue teniendo el mismo perfil injusto e
inmisericorde en EEUU: récord de desahucios en 2010 y
récord de bonus para los ejecutivos de las agencias de
calificación como Moody's o Standard & Poor's, que
avalaron los productos financieros basados en las hipotecas
basuras precipitando el desastre financiero. También fuera
de las fronteras de la primera potencia mundial hay una creciente
corriente en la misma dirección y que tiene en
¡Indignaos! (Destino), del francés de origen
alemán Stèphane Hessel, uno de sus puntos de
ignición. En España, el testigo lo ha cogido, entre
otros, el escritor y pensador José Luis
Sampedro.

Desde la sección de mercados del periódico
de referencia de Wall Street, a Farrell no le tiembla el pulso al
hacer un llamamiento a que la gente despierte ante "el espejismo
de los súper ricos que está destruyendo el
sueño americano para el resto de nosotros". "Los
súper ricos no se preocupan por usted" exhorta a sus
lectores, porque viven al margen de la crisis, a lo sumo se
preocupan "en abstracto" por el bienestar del país,
envueltos en una burbuja en la que "disfrutan de vacaciones en
los mejores resorts, de los mejores profesores de pilates, el
mejor masajista, los mejores cirujanos y las mejores escuelas
privadas para sus hijos". "Y nada de lo que se escriba va
afectarles". Y acaba: "No digan que no fueron advertido. Tienen
tiempo para preparar la revolución que se avecina, la
depresión".

Mucho sufrimiento por delante ("en línea con el
mercado")

"¿Cómo va a terminar la crisis de la
Eurozona? El portal financiero Business Insider cita el
último informe del famoso Willem Buiter, economista jefe
de Citigroup y que antes pasó por el Banco de Inglaterra,
que asegura que "resolver" la crisis será cuestión
de años de austeridad o bien de una
reestructuración de la deuda"…
Citigroup: Resolver
la crisis es pasar años de austeridad, bajo crecimiento y
alto paro (El Economista – 6/2/11)

Buiter acaba de publicar su último informe, y es
bastante negativo con el futuro del mundo Occidental y de
países como Italia, España y Bélgica en
particular, por no mencionar los problemas que ya tienen otros
como los rescatados Portugal, Irlanda o Grecia.

El economista asegura que el Banco Central Europeo
tendrá éxito a la hora de asegurar a los mercados
que respaldará a España e Italia. Sin embargo, no
espera una solución mágica para este viernes 9 de
diciembre (2011), cuando se celebra la esperada cumbre que
debería reformar de arriba a abajo la Unión
Europea.

"El apoyo del BCE no será ni indefinido ni
incondicional. Su voluntad para actuar como prestamista de
último recurso se revelará en cada
intervención durante un periodo de meses, quizás de
años", explica Buiter.

"El acuerdo de la cumbre no resolverá por
sí mismo los problemas fiscales actuales de la Eurozona,
ni eliminará el riesgo de futuras crisis. Tampoco
restablecerá el crecimiento", apunta el economista, que
sin embargo apuntó a que sí se tendrá
éxito en una cosa: "aliviará las preocupaciones
sobre un impago desordenado de Italia o España y sobre la
ruptura del euro".

Para ello, el BCE actuará para asegurar que
Italia, España, Francia y Bélgica sean capaces de
financiarse, pero el banco no irá tan lejos como para
hacer compromisos incondicionales. Buiter cree que los problemas
de la banca continuarán, y que es posible que suavicen los
requerimientos de capital para la banca.

El conjunto de su informe presenta un panorama bastante
siniestro para Europa en la Eurozona, pero al fin y al cabo,
"resolver la crisis" es lo que va a significar.

"O bien los países, después de muchos
años de austeridad, recuperan la solvencia o bien
habrá reestructuraciones de deuda en Italia, España
y otros, además de las de Grecia, Portugal e Irlanda. Yo
lo llamo a esto resolver la crisis", apunta.

"Crecimiento bajo o negativo con alto (y/o creciente)
desempleo es la nueva normalidad para la Eurozona, el Reino
Unido, Japón y Estados Unidos", defiende el economista
jefe de Citigroup, que dice que la única manera de evitar
esto sería encontrar formas fuera del mercado para
reestructurar el exceso de deuda soberana, financiera y
particular, que hay en estas regiones.

Incluso con ello, el crecimiento potencial probablemente
sería modesto, muy por debajo de los niveles considerados
posibles antes de la crisis, especialmente en EEUU y el Reino
Unido.

¿Las razones? "La demografía, el
empeoramiento del capital humano, las infraestructuras
inadecuadas y una tendencia hacia la sobreregulación
financiera". Unas perspectivas pésimas, reconoce Buiter,
pero no una crisis.

"El economista Santiago Niño Becerra dice que
las comparaciones son odiosas, pero traza un paralelismo entre la
Europa del año 2011 y la América Latina de 1985. Y
es que el famoso profesor de Estructura Económica piensa
que el nuevo Consenso de Fráncfort es estructuralmente
parecido al de Washington"…
Vienen reformas caiga quien
caiga: del Consenso de Washington al de Fráncfort (El
Economista – 6/12/11)

"Tanto uno como otro van en la misma dirección",
apunta Becerra. La cuestión es sanear y estabilizar sin
que importe quien se queda por el camino, aunque el profesor
señala con sorna que "si se queda por el camino un belga
le darán un mendrugo de pan bastante más grande que
el que le dieron a un hondureño cuando se
quedó".

Pero el paralelismo económico, que
comenzaría por una situación deflacionaria agravada
por una caída de la actividad económica que merma
los ingresos fiscales de los Estados, también tiene mucho
que ver con Japón aunque el País del Sol Naciente
esté en extremos opuestos.

Si echamos la vista atrás, puede decirse que la
crisis latinoamericana de los años 80 fue provocada por
gobiernos populistas e irresponsables que dilapidaron la herencia
acumulada desde la Segunda Guerra Mundial. Después, ya en
los años 70, estos países latinoamericanos fueron
cebados con crédito por los banqueros del primer mundo,
que encontraron a quien prestarle cuando la recesión hizo
que su negocio cayera en picado tanto en EEUU como en
Europa.

Pero, como explica Niño Becerra en La Carta de La
Bolsa, "la situación se dio la vuelta en los 80, los tipos
de interés volvieron a aumentar y en aquellos
países se instalaron las "dictaduras amigas" (Ronald
Reagan dixit). Y para solucionarlo fueron llegando los chicos del
Consenso de Washington".

Llegó la hora: toca
sufrir

Hasta aquí parece evidente que el esquema se
repite: muchos países europeos han sido enterrados, o se
han dejado enterrar, bajo montañas de crédito
fácil que ahora no pueden devolver. Había que
seguir creciendo a toda costa y tanto los gobiernos como los
ciudadanos fueron cebados con dinero fácil y barato. Pero
la fiesta se ha terminado y ahora es el turno de los muchachos
del Consenso de Fráncfort.

¿Y Japón? "Lo de Japón fue
diferente. Fue un expolio perpetrado en el Plaza y en el Louvre.
EEUU obligó a Japón a revaluar el yen so pena de
que volviese el espectro de MacArthur, y Japón
comenzó a externalizar producciones como un poseso para
compensar la caída de competitividad que
experimentó. Y en el interior -y aquí la
cagó- se lanzó a la hiperespeculación con
créditos baratos concedidos en despachos sin ventanas",
escribe Niño Becerra, que asegura que como el ahorro
interno del país era espectacular no hizo falta que los
chicos del Consenso de Washington intervinieran. Fue como ganar
la batalla sin disparar un solo tiro porque Japón
dejó de ser lo que era.

Así las cosas, ahora sería el momento de
la austeridad a ultranza del Consenso Fráncfort, de que la
economía se ajuste y de que en ese periodo no se altere el
orden establecido. Y eso en los países más
castigados significa que hay que purgar el exceso del
crédito y que todo debe hacerse más pequeño
y guardar relación con los escasos recursos de los que se
dispone.

¿Y quiénes harán algo así?
"Pues los Gobiernos de técnicos que vienen", sentencia
Becerra, que cree que los futuros gobiernos gestionarán la
economía a imagen y semejanza de las megacorporaciones
empresariales. La productividad y el ahorro serán el santo
y seña, caiga quien caiga.

(Santiago Niño-Becerra. Catedrático de
Estructura Económica. IQS School of Management.
Universidad Ramon Llull)

La teoría de los "huecos" (enero 2012)

Más de un billón y medio de euros
inyectados a la economía en Europa desde 2007 para generar
un crecimiento de PIB… "negativo".

En Estados Unidos se ha pasado de una deuda
pública de 65% a un 100% del PIB en seis
años.

En Europa, la aceleración del gasto, dos veces
superior, ha sido aún más rápida desde 2004,
pero los planes de estímulo han ido casi enteramente a
sostener el sector financiero.

Los activos bancarios suponen un 85% del PIB de Estados
Unidos y 320% del PIB de Europa.

Más de tres billones de dólares inyectados
en el sistema financiero para generar una revalorización
bursátil negativa o inferior a la
inflación.

Pues bien, uno de los debates más escuchados en
Estados Unidos al 20 de enero de 2012 era si habría una
tercera ronda de ajuste cuantitativo, "Quantitative Easing" o
QE3. Imprimir papelitos, recomprar bonos, intervenir.

Estados Unidos sabe que puede imprimir moneda porque el
dólar se utiliza en el 75% de las transacciones mundiales,
algo que no le ocurre al euro, que es menos del 15%.

La guerra de deuda entre Estados Unidos y Europa la
tenemos perdida de antemano. Porque en Estados Unidos cuentan con
una moneda de uso mundial, el 75% del comercio global, y el hecho
de que las medidas de competitividad se implementan a favor del
sector privado, no para sostener al público. El gasto
público por unidad de PIB es un 25% en Estados Unidos. En
Europa alcanza el 50%.

Está claro que la disponibilidad ilimitada de
liquidez por parte del BCE al sistema bancario europeo ha evitado
que se produzca una quiebra en cadena de entidades financieras.
El mercado interbancario estaba, y sigue (enero 2012), totalmente
muerto, ya que las entidades solventes no se fían de las
que lo parecen y el BCE está actuando de garantía
para este movimiento de liquidez. Ahora bien, está por ver
cómo va a ser capaz de financiar toda esta liquidez.
Imprimir euros generaría inflación que no puede
trasladar a países fuera de la UE (como hace EEUU con el
resto del mundo) por lo que hemos comentado, sólo se usa
para transacciones muy limitadas, menos del 15% global, y la
financiación vía impuestos está hundiendo
aún más la frágil economía de Europa,
disparando la fuga de capitales en vez de atraerlos. El BCE ha
duplicado el tamaño de su balance en apenas un par de
años. Y no olvidemos que el BCE es una entidad participada
por los bancos centrales de cada país miembro y
cuál es la situación en que están esos
países.

Lo que queda por ver es cuándo y cuánto de
todo este rally de liquidez, que en el fondo no deja de ser una
carga para los contribuyentes, se va a trasladar a la
economía real, porque, por el momento, lo único que
se ha visto es reducción en la concesión de
préstamos por parte de las entidades bancarias. Por ahora,
todo hace parecer que hemos elegido la catástrofe. La
única evidencia es el deseo de perpetuar el modelo
económico.

A pesar de los menores riesgos de falta de liquidez tras
las acciones del BCE, las necesidades de capital que sufren los
bancos de la zona euro son masivas, y el desapalancamiento y la
contracción del crédito siguen siendo tan graves
como siempre.

Asimismo, la principal respuesta de política de
la zona euro ante las presiones de la deuda estatal ha sido un
conjunto de medidas fiscales que conlleva una austeridad fiscal
todavía más férrea al principio, tanto en
los países de la periferia como del núcleo. La
austeridad fiscal exigida es incondicional, imponiendo normas
fiscales que en efecto fomentan claramente los ciclos en el peor
momento posible.

Aunque puede que la disciplina fiscal sea necesaria con
el tiempo para evitar un descarrilamiento fiscal, a corto plazo
elevar los impuestos, recortar la transferencia de pagos y
rebajar el gasto público hará que la
recesión continua empeore, reduciendo la demanda agregada
y los ingresos disponibles.

"El proceso de reequilibrio de los balances se
está llevando a cabo en un contexto en el que los
márgenes para el uso de los tradicionales instrumentos de
demanda de gestión política, tales como las
políticas fiscales o las monetarias, para apoyar la
demanda y contrarrestar las sacudidas más negativas es
mucho más limitada que antes de la crisis de 2008-2009",
subraya el G-20 en el documento etiquetado como nota de asuntos
(de cara a la cumbre que se celebrará en Ciudad de
México en la tercera semana de enero de 2012) y que ha
sido obtenido por Reuters (21/1/12).

Bailando con la "prima"

¿Cuánta libertad tienen los gobiernos
modernos en el actual imperio global de los negocios y las
grandes empresas?

Ellos deciden que la prioridad del mundo sea cubrir las
pérdidas de los bancos, rescatarlos y actúan en
clara connivencia con los políticos.

Hace más de 4 años la ingeniería
financiera falló, las operaciones de valores basadas en
métodos de análisis cuantitativo (high frecuency)
equivocaron las predicciones, el mundo económico
entró en "modo pánico" y los gobiernos de los
países avanzados debieron acudir, en masa, al rescate
(ilimitado) de los bancos "demasiado grandes para quebrar". Una
"crisis sistémica", así dijeron… Hay que
"lanzar el dinero desde un helicóptero" si fuera
necesario, así hicieron… Unos momentos, en que
nadie se preocupaba del déficit público,
"había que restablecer la confianza", era la
consigna… Que fluya el dinero, después veremos
cómo se recoge, ordenaron los "sumos sacerdotes" de la
Fed, del BoE, del BCE…

Cuando los recursos presupuestarios regulares no fueron
suficientes los gobiernos recurrieron al endeudamiento. Eran
épocas de triple A. El "mercado" en su "aversión al
riesgo" ("huida hacia la calidad", decían los
"exégetas"), se "tragaba" todo el "papel" que se pusiera a
la venta. Nadie miraba la TAE, sólo interesaba la deuda
pública de los países avanzados (por su riesgo
"cero" de impago). A los inversores ya no les interesaban los
cantos de sirena de las "titulizaciones", ni los derivados, ni
CDS, ni ETF, ni ninguna otra "sopa de letras"…
Había que buscar refugio en la deuda
pública.

Lo demás fue coser (endeudarse) y cantar (volver
a endeudarse). Muy pocos, por no decir ninguno, de los "grandes
bonetes" de la economía (gurús mediáticos),
objetó el procedimiento utilizado (socialización de
las perdidas bancarias), tampoco observaron el déficit
público originado y el incremento de la deuda
pública devenido. Eran males menores, necesarios para
restaurar la estabilidad de los mercados (sic, sic,
sic).

Cuando los mercados se estabilizaron (que tampoco) y los
inversores volvieron a revisar sus portafolios, comenzó la
"criba". Grecia fue el justificativo, pero podría haber
sido cualquier otro país. Comenzó la batalla de la
triple A. Las agencias de calificación de riesgo que
estaban condenadas al "averno" luego de su fracaso a la hora de
anticipar la quiebra de Lehman Brothers, renacieron de sus
cenizas y volvieron a dictar cátedra.

Los gobiernos altamente endeudados (por culpas propias y
ajenas), quedaron "cautivos" de las agencias de
calificación, necesitados de una colocación de
deuda astronómica a ritmo semanal, y sometidos al
escrutinio y estigma diario de los mercados.

Algo que era tema cotidiano en los asuntos
económicos de los países subdesarrollados: "el
riesgo país", pasó "abrir los telediarios" de los
países avanzados (perdón por la falacia).
Más discretamente (cínicamente) la llaman: "prima
de riesgo".

¿Qué es la prima de riesgo?: Es el
sobreprecio que exigen los inversores por comprar la deuda de un
país (europeo) frente a la alemana, cuyo precio es el que
se utiliza como base o referencia ya que está considerada
como la más segura y es menos propensa a sufrir bandazos
en función de factores coyunturales o puntuales
-crecimiento, déficit… En términos generales se
puede traducir por cuánto dinero es necesario para que los
compradores dejen de lado sus temores y olviden el riesgo que
conlleva entrar en la deuda de los países señalados
por los problemas de déficit o escaso crecimiento. La
razón de este rechazo es que si el inversor sospecha que
no entra dinero en las arcas del Estado o no el suficiente,
tampoco habrá fondos para pagar a quienes adquirieron su
deuda. Un "riesgo país" en toda regla, aunque lo
"edulcoren" como "prima de riesgo".

¿Ustedes se imaginan una prima de riesgo del
orden de 3.223 puntos? Pues esa es la prima de riesgo de Grecia
(20/1/12), lo que quiere decir que si ese país toma un
crédito de 100 euros debe abonar 3.223 puntos por encima
de la tasa que paga Alemania para que le presten 100 euros.
Surrealismo puro. Creo que el director del telediario en Grecia
debería ser Berlanga o Fellini. Y la Unión Europea,
prescribe "abdominoplastia"…

Pero si Berlanga o Fellini aceptaran transmitir ese
absurdo, Kafka debería ser el "presentador", de la
noticia, a la hora de explicar a la audiencia (la manada) que los
bancos, los quebrados bancos, los rescatados bancos, los
causantes de la crisis, los artífices de la estafa
piramidal, sean los que "exigen" a los gobiernos que resuelvan el
problema del déficit público y mejoren su prima de
riesgo. Ellos que "violaron" a la prima, ahora le encargan al
gobierno que asuma la paternidad. Y los políticos
tragan…

Cómo no van a tragar si son presuntos implicados,
cómplices, cooperadores necesarios, socios del silencio,
miembros de la trama, confabuladores para alterar el precio de
las cosas; si en definitiva, son lacayos, serviles y genuflexos,
ante el poder económico.

Por ahora la única política aplicada ha
sido la de empobrecer al contribuyente. Los auténticos
dalits, los únicos paganos (y paganinis) de la crisis,
sobre cuyos ingresos, trabajo, familia y futuro recae todo el
esfuerzo del ajuste fiscal. Son los que deben tolerar que el
estado de bienestar migre a un estado de malestar. Son los que
deben aceptar que la "crónica de la codicia" (de los
bancos), y la "crónica del despilfarro" (de los
políticos), concluyan en un estado de "involución
permanente". El "baile" del "contribuyente" con la "prima" tiene
música de triste realidad y letra de incierto
futuro.

No Comment (II): La "verdad" de la milanesa (un
artículo "imperdible")

– Por qué duran tanto las crisis: nadie quiere
pagar la cuenta (The Wall Street Journal –
10/11/11)

(Por David Wessel)

Ya han pasado dos años desde que
las llamas aparecieron por primera vez en Grecia, y sin embargo
el fuego aún no ha sido apagado. Ahora se ha propagado a
Italia.

Han pasado cinco años desde que
reventó la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos. El
sector de la vivienda sigue siendo una de las principales razones
por las que la economía del país tiene un
desempeño tan débil.

En ambos continentes, ya no quedan dudas
sobre la severidad de la amenaza o la urgencia con la que se
necesitan mejores políticas. Aun así, los jugadores
parecen completamente incapaces de actuar.

¿Qué les está
llevando tanto tiempo? Decidir quién tendrá que
pagar la cuenta.

"En todas las crisis, se deben
repartir las pérdidas entre deudores, acreedores y
contribuyentes", explica Anna Gelpern, profesora de derecho de la
Universidad Americana y ex funcionaria del Tesoro de EEUU "Es un
concepto sorprendentemente simple, y completamente
irreconciliable".

"Por definición, es un
problema político", agrega. "Incluso si surgiera la idea
de una distribución óptima, si no es vendible
políticamente, no puede concretarse".

Esta vez, la escala es intimidatoria. El Fondo
Monetario Internacional estima que los tenedores de hipotecas en
EEUU y otras deudas perdieron US$ 2,7 billones (millones de
millones) en la fase estadounidense de la crisis global, parte de
cuya suma ya fue trasladada a los contribuyentes. Las viviendas
del país valen casi US$ 7 billones menos que hace cinco
años, una caída de 25%.

Se han hecho toda clase de intentos por reducir los
pagos mensuales de hipotecas para algunos, por refinanciar
créditos con intereses altos, por asegurarse de que los
embargos se llevan a cabo correctamente, por recapitalizar bancos
para que puedan absorber pérdidas, y demás. El
gran paso que no se dio: reducir el principal sobre las
hipotecas. El gran obstáculo: ¿quién paga
los platos rotos? ¿Los bancos? ¿Los inversionistas
hipotecarios? ¿Los contribuyentes?

En Europa, los retrasos para admitir que Grecia
pidió prestado demasiado convirtieron lo que hubiera sido
un problema difícil pero manejable en una calamidad. Un
gran motivo para el retraso: decidir quién pagaría
la cuenta. ¿Los contribuyentes alemanes? ¿Los
accionistas de bancos franceses? ¿Los tenedores de bonos
extranjeros?

Cuando un prestatario -un banco, una empresa, un
país- tiene problemas, la reacción inicial es
decir, bueno, tienen el dinero, sólo que están
cortos de efectivo. A menudo eso es verdad. Así que el
prestamista le da un respiro al prestatario, la empresa
empeña sus cuentas por cobrar, o el "acreedor de
último recurso", el banco central, otorga préstamos
de emergencia porque está seguro de que le
devolverán el dinero. El problema, se dice, es de
"liquidez" (lo que significa que nadie perderá dinero al
final) en lugar de decir "solvencia" (lo que significa que
alguien perderá dinero).

La tentación de extender esa lógica
más allá de la razón es grande. Admitir que,
por ejemplo, algunos gobiernos europeos no pagarán 100
centavos por cada dólar, o que algunos préstamos
hipotecarios no valen lo que dicen los libros contables,
obligaría a los prestamistas a asumir pérdidas. Si
éstas son grandes, la solvencia de los bancos está
en duda. En Francia, los mercados no están tan
escépticos ante la capacidad del gobierno de pagar sus
cuentas y cumplir con las obligaciones de intereses, sino que se
preocupan más por un potencialmente costoso rescate
gubernamental de los bancos que tienen mucha deuda de gobiernos
extranjeros.

Entonces, los bancos y los inversionistas igualmente
prestan, a menudo a tasas de interés que reflejan el
riesgo de que no cobren. Si todo sale bien, ganan mucho dinero.
De lo contrario, y hay mucho dinero en juego, los contribuyentes
pagan las cuentas.

"Las partes que tienen
pérdidas contractuales intentan pasar esas pérdidas
a otros, especialmente a los contribuyentes", afirma Edward Kane,
economista de Boston College. "Estas crisis tienden a prolongarse
mientras haya una posibilidad de trasladar las pérdidas a
los contribuyentes".

Entonces primero está la
negación, luego los retrasos y por último, el
disimulo. Esto tiene costos.
Los préstamos bancarios
son uno. "Los bancos no están ansiosos de otorgar
crédito, porque no saben cuánto capital tienen, y
les resulta difícil levantar dinero, porque los
inversionistas no están seguros de su condición
financiera", sostiene John Makin, del American Enterprise
Institute.

Los contribuyentes van a pagar
algunos platos rotos. ¿Cuántos? Hasta que no se
decida eso, la crisis continuará.

Los daños colaterales de la crisis (¿no
intencionales? ¿accidentales?)

De la "macro"…

(Marzo 2011) Entre 1950 y 1990, la época de la
antigua forma de luchar contra la inflación en las
contracciones por parte de la Reserva Federal de los Estados
Unidos, la tasa de desempleo en los Estados Unidos posterior a la
recesión se reducía en un 32,4 por ciento por
término medio durante un año respecto de su valor
inicial hacia su tasa natural. Si la tasa de desempleo de los
EEUU hubiera comenzado a seguir esa vía después de
llegar a su punto máximo en la segunda mitad de 2009,
ahora ascendería a 8,3 por ciento, en lugar de a 8,9 por
ciento.

(Abril 2011) Estados Unidos reabre el debate sobre si el
fenómeno de la globalización -en términos de
deslocalización- beneficia o no a la economía del
país, concretamente por la debacle que conlleva en materia
de empleo. Los datos del Departamento de Comercio pertenecientes
a la primera década del siglo XXI muestran que las
multinacionales estadounidenses -que dan trabajo al 50% de la
población ocupada del país- redujeron en 2,9
millones los puestos laborales en territorio nacional,
 mientras emplearon a 2,4 millones de personas
más en el extranjero.

(Junio 2011) Hace más de tres décadas, el
comercio y la tecnología empezaron a abrir una brecha
entre las ganancias del nivel más alto y las demás.
La paga de los titulados por prestigiosas universidades ha
remontado el vuelo. Pero la paga y prestaciones de la
mayoría de los trabajadores se han mantenido o bajado. Y
la consiguiente división también ha hecho que las
familias estadounidenses de clase media se sientan menos
seguras.

(Junio 2011) Los datos de los EEUU, el Reino Unido, la
periferia de la eurozona, Japón e incluso las
economías de los mercados emergentes están dando
señales de que parte de la economía mundial -en
especial las economías avanzadas- puede estar
estancándose, si es que no entrando en una recesión
de doble caída. También ha aumentado la
aversión global al riesgo, así como la
opción de seguir "extendiendo y fingiendo" o "demorando y
rezando" sobre Grecia se está volviendo cada vez menos
deseable, y es cada vez más probable el fantasma de una
salida desordenada.

(Junio 2011) Japón podría enfrentarse a
una tercera "década perdida" de débil crecimiento
económico que lo obligará a luchar por reducir la
peor carga de deuda entre los países desarrollados,
según advirtió el lunes la agencia de
calificación Moody's.

(Julio 2011) La economía global se encuentra en
medio de su segundo "pánico" del crecimiento en menos de
dos años. Tendremos que acostumbrarnos a ellos. En un
mundo post-crisis, son claras señales de una
recuperación fallida.

(Julio 2011) Según una amplia gama de indicadores
-el crecimiento del empleo, los niveles de desempleo, el
crédito bancario, la producción económica,
el crecimiento del ingreso, los precios de las viviendas y las
expectativas de los hogares de bienestar financiero- la
recuperación de la economía estadounidense desde el
final de la recesión, en junio de 2009, ha sido la peor, o
una de las peores, desde que el gobierno comenzó a seguir
estas tendencias tras el final de la Segunda Guerra
Mundial.

(Julio 2011) En la recesión más reciente y
en las dos anteriores -1990-91 y 2001- en los EEUU, los
empleadores han sido más rápidos a la hora de
despedir empleados y recortar sus horas de trabajo que en las
recesiones que las habían precedido. Muchos de ellos
también fueron más lentos para volver a contratar.
Como resultado, la "recuperación sin empleo" se ha
convertido en la norma.

(Agosto 2011) Nos enfrentamos a dos problemas que
interactúan: una economía global que está
perdiendo la batalla para restaurar el crecimiento y la ausencia
de respuestas creíbles de política. Demasiados
países parecen centrarse más en los resultados
políticos que en el desempeño económico. Los
mercados simplemente reflejan estas fallas y riesgos.

(Diciembre 2011) Las perspectivas para la
economía mundial en 2012 están claras, pero no son
auspiciosas: recesión en Europa, crecimiento
anémico en el mejor de los casos en Estados Unidos, y una
abrupta desaceleración en China y en la mayoría de
las economías emergentes.

(Diciembre 2011) El aumento de la desigualdad -debido en
parte a la reestructuración corporativa que ha eliminado
empleos- está reduciendo más aún la demanda
agregada, porque los hogares, los más pobres y quienes
perciben ingresos laborales tienen una mayor propensión
marginal a gastar que las empresas, los hogares más ricos
y quienes perciben rentas de capital. Por otra parte, a medida
que la desigualdad impulsa protestas en todo el mundo, la
inestabilidad social y política podría representar
un riesgo adicional para el desempeño
económico.

… a la "micro"

(Octubre 2009) Un estudio de la Cruz Roja muestra que un
número cada vez mayor de personas en Europa está
buscando ayuda debido a la crisis económica
global.

(Enero 2011) El gobernador del Banco de Inglaterra,
Mervyn King, se dirigió a las familias británicas y
no escondió la dura situación a la que éstas
enfrentan, sino todo lo contrario. Advirtió que en 2011
las familias continuarán viendo recortada su renta
disponible, "un precio inevitable que hay que pagar" por la
crisis financiera. Con la inflación en tasas
preocupantemente altas, el poder adquisitivo de los
británicos acabará en 2011 en niveles de 2005, un
estancamiento tal que hay que irse 80 años atrás en
el país anglosajón para ver algo similar,
añadió.

(Febrero de 2011) El director gerente del Fondo
Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss Kahn, ha
alertado el 1 de febrero que el mundo se enfrenta a "la
perspectiva de una generación perdida de gente joven,
destinada a sufrir durante toda su vida lo peor del desempleo y
sus condiciones sociales".

(Febrero 2011) Estados Unidos en los años 70,
tenían 20 millones de empleos manufactureros, con una
población total de unos 220 millones. A principios del
año 2011, sólo se mantienen 12 millones de empleos
en las fábricas norteamericanas, pero con una
población total de 320 millones de habitantes. En los
años 70, Estados Unidos controlaba el 28% de la
fabricación mundial de bienes y China sólo el 4%.
En enero de 2011 Estados Unidos produce el 20% mundial y China el
19%.

(Febrero 2011) Desde que asumió el cargo el
presidente Obama, en enero de 2.009, el número de
estadounidenses que necesitan cupones de comidas se ha disparado
desde los 32 millones hasta los 43 millones. La tasa de desempleo
ha pasado desde el 7% hasta el 9%. Esa es la realidad de la
situación.

(Febrero 2011) A lo largo de la crisis, algunos
analistas han preferido utilizar en lugar de la tasa oficial de
paro en EEUU, una tasa alternativa más amplia que
también proporciona el Bureau of Labor Statistics
(conocida como U-6). Se trata del indicador que, además de
los desempleados, tiene en cuenta a todas aquellas personas que
están disponibles para trabajar pero no buscan activamente
empleo, y a quienes trabajan a tiempo parcial por razones
económicas (como el recorte de horas por la
reducción en la producción debida a la crisis).
Aplicando esa metodología, el desempleo alcanzó el
máximo en octubre de 2009, llegando al 17,4%, y tras bajar
y volver a subir, en enero (2011) se sitúa en el 16,1%, el
nivel más bajo desde abril 2009. En este caso,
también ha caído respecto a diciembre 2010, en el
que se situó en el 16,7%.

(Febrero 2011) Para el 90% de los estadounidenses, los
ingresos se han mantenido prácticamente invariables
durante los últimos diez años. Sin embargo, el 10%
restante ha visto crecer su patrimonio a un ritmo creciente. De
acuerdo con los datos recogidos por CNNMoney.com, desde la
década de los 70 el incremento ha sido constante y las
diferencias, cada vez más evidentes. Si en 1950 el 90% de
la población controlaba el 68% de la economía, en
2009 un exiguo 10% de los estadounidenses tenían en sus
manos casi la mitad de la riqueza del país.

(Mayo 2011) La destrucción de empleo, el repunte
del precio de los productos básicos, el encarecimiento de
la gasolina y, por su fuera poco, los ajustes impulsados por el
gobierno para reconducir sus cuentas públicas que, en
última instancia, inciden sobre todos los ciudadanos. Toda
una suma de factores que reducen cada vez más la riqueza
de los hogares y, como muchos coinciden, hacen plantearse si la
clase media estadounidense está en peligro de
extinción.

(Mayo 2011) Sólo el 24,9% de los norteamericanos
podrían conseguir 2.000 dólares en 30 días,
según un estudio publicado por el National Bureau of
Economic Research. Annamaria Lusardi de la George Washington
School of Business, Daniel J. Schneider de Princeton University y
Peter Tufano de la Harvard Business School preguntaron:
"¿Cuánto confía usted en que podría
conseguir 2.000 dólares si surgiese una necesidad
inesperada durante el mes que viene?" Un 24,9% afirmó
estar seguro de que podría, un 25,1% dijo que
probablemente podría, un 22,2% dijo que probablemente no y
un 27,9% que seguro que no.

(Mayo 2011) ¿Estamos condenados a una
recuperación sin empleo? ¿Es el futuro uno en el
que los trabajos son tan escasos que muchos trabajadores
tendrán que aceptar una miseria para encontrar un empleo,
y volverse cada vez más dependientes de las transferencias
sociales a medida que los salarios del mercado caen por debajo
del nivel de subsistencia? ¿O deberían las
sociedades occidentales esperar una nueva ronda de magia
tecnológica, como la revolución de Internet, que
produzca una nueva ola de creación de empleo y
prosperidad?

(Junio 2011) España cuenta con una tasa de
población en riesgo de pobreza del 19,5%, por encima de la
media de la UE-27, que se sitúa en el 16,3%
(población en riesgo de pobreza se define a aquellas
personas que, incluyendo las transferencias sociales, se
sitúan por debajo del umbral de pobreza). Entre los
países de la UE la mayor proporción de
población en riesgo de pobreza corresponde a Letonia, con
un 25,7%, figurando a escasa distancia Rumanía (22,4%) y
Bulgaria (21,8%). Lituania supera levemente el 20%, mientras que
Estonia y Grecia comparten un 19,7%. España figura en el
séptimo lugar de la UE-27 con una tasa de población
en riesgo de pobreza del 19,5%, si bien alcanza un 25,2% en la
población mayor de 65 años. Mientras, Italia
(18,4%), Portugal, el Reino Unido y Polonia (los tres con cifras
por encima del 17%) también superan la media europea. La
mayoría de países de la UE (16 en total) logran
situar el porcentaje de población en riesgo de pobreza por
debajo del promedio. Alemania, Malta, Irlanda y Luxemburgo
cuentan con cifras en torno al 15%, mientras que Suecia,
Dinamarca y Francia ya bajan al entorno del 13%. Austria (12%),
Eslovenia (11,3%), Países Bajos (11,1%), Eslovaquia (11%)
y sobre todo la República Checa, con tan sólo un
8,6%, figuran entre los países con menor riesgo de pobreza
entre su población.

(Septiembre 2011) La tasa de pobreza en Estados Unidos
aumentó en 2010 por cuarto año consecutivo hasta el
15,1%, lo que representa 46,2 millones de personas que viven con
menos de 1.000 dólares al mes, según los datos
divulgados hoy por la Oficina del Censo.

(Septiembre 2011) La desaceleración
económica mundial podría generar un fuerte
incremento del desempleo en el año 2012 en el conjunto de
los países del G20, según un informe conjunto de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la
OCDE.

(Octubre 2011) Según un estudio realizado por el
Instituto de Estudios Fiscales (IFS, siglas en inglés),
una organización de investigación financiera
independiente, los ingresos medios de la población
británica bajarán un 7% hacia finales de la
presente década. Como consecuencia, 3,1 millones de
niños, un 23,1%, vivirán en la pobreza absoluta en
2020, frente a los 2,8 millones, un 21,1%, contabilizados en la
actualidad.

(Noviembre 2011) La crisis financiera mundial ha hecho
mucha mella en el empleo. La factura en puestos de trabajo ha
sido alta en casi todo el mundo. Cicatrizar esta herida
costará mucho tiempo. La Organización Internacional
del Trabajo (OIT) calcula que harán falta cinco
años, hasta 2016. Según los cálculos de la
agencia dependiente de la ONU, recuperar los niveles de empleo
previos al estallido financiero precisa 80 millones de empleos.
Sin embargo, "la reciente desaceleración económica"
hace que esto no sea posible a corto plazo, por lo que retrasa un
año su pronóstico inicial de
recuperación.

(Diciembre 2011) Uno de los legados de la última
gran bonanza económica vivida entre las grandes potencias
y los países emergentes es una brecha mayor entre ricos y
pobres. La desigualdad ha aumentado al nivel más alto de
los últimos 30 años en los países de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE), debido sobre todo a la creciente
diferencia entre los salarios, que suponen el 75% de los ingresos
de un hogar. Lo ha hecho precisamente en esos años de
crecimiento, según el informe hecho público ayer
por la OCDE con datos de 2008, previos a la Gran
Recesión.

(Diciembre 2011) El último informe de la Oficina
Presupuestaria del Congreso sobre la desigualdad no analizaba
detalladamente el 1% más alto, pero un informe anterior,
que sólo llegaba hasta 2005, sí lo hacía. De
acuerdo con ese informe, entre 1979 y 2005 los ingresos
después de impuestos y ajustados a la inflación de
los estadounidenses con una posición media en la
distribución de la renta aumentaron un 21%. El
número equivalente para el 0,1% más rico
aumentó un 400%.

(Diciembre 2011) La crisis está dejando
descolgados a muchísimos jóvenes. En España,
800.000 ciudadanos entre 18 y 24 años ni estudian, ni
trabajan. Representan uno de cada cinco, una de las cuotas
más elevadas de la Unión Europea. En los tres
últimos años han empeorado las cifras de la llamada
generación ni-ni. En 2008 suponían el 13,9% de los
europeos de 18 a 24 años y en 2010 eran ya el 16,5%,
según alerta un reciente estudio del Centro Europeo para
el Desarrollo de la Formación Profesional (Cedefop). Y
todo indica que los datos de 2011 van a ser todavía
peores.

Asalto a la ilusión

Cuando era pequeño, mi padre, hijo de inmigrantes
(que sabía muy bien lo que era la pobreza), me
decía: si tú estudias y terminas la escuela
primaria, nunca tendrás que ser peón de
campo… si terminas el colegio secundario, nunca
tendrás que ser peón de albañil… y si
terminas la universidad… tendrás la vida
asegurada.

Ese "paradigma" fue cierto hasta en la remota, falaz y
fugaz Argentina. Ese país donde alguna vez sus pobladores
se creyeron que eran ingleses que hablaban en francés, y
un día descubrieron que eran italianos que hablaban en
español. Ese país que se creyó elegido por
Dios, para que en sus campos creciera de noche lo que no se
podían comer durante el día. Ese país que
estaba predestinado al éxito y terminó siendo el
mayor ejemplo mundial de fracaso económico.

Así y todo, al menos hasta los años 80,
ese proyecto de vida fue cierto. El ascensor social funcionaba.
Los hijos (en la mayoría de los casos) superaban a sus
padres en "calidad" de trabajo, "nivel" de remuneración y
"progreso" social. En definitiva mi padre tuvo razón y sus
dos hijos universitarios… tuvieron la vida
asegurada.

Después paso lo que pasó en Argentina, y
eso ya es otra historia

Luego de casi 25 años de exilio voluntario en la
"avanzada" Europa, ¿podría hacer a mis hijas (o
nietos) el planteo que mi padre me hizo en la lejana Argentina,
allí por 1950?

¿Pueden hoy los jóvenes, mejor preparados
que sus padres (en un gran porcentaje), esperar un nivel de vida
más alto que el de sus padres? No digamos un mejor nivel
de vida… ¿al menos un trabajo mejor que el de sus
padres? No digamos un trabajo mejor… ¿al menos un
trabajo?

Todas las respuestas son NO. Con un 50% de paro juvenil,
no hay casi ninguna (podría decir, ninguna, sin pecar de
pesimismo) probabilidad de que puedan tener un mejor trabajo que
sus padres. "Década perdida" o ¿generaciones
perdidas?…

Y no estoy hablando de los ni nis (que va de suyo), sino
de graduados universitarios (a veces, con masters e idiomas). Un
50% de paro juvenil universitario, varios años de espera
antes de tener un primer empleo. Becarios eternos, estudiantes
aparcados en guarderías universitarias (el master del
master, el idioma del idioma…). "Talludos" que se ven
obligados a continuar viviendo "con" sus padres o (peor
aún) "de" sus padres.

Han destruido el mercado de trabajo, han roto el
ascensor social, han limitado las posibilidades de constituir
nuevas familias, han cercenado la natalidad…

Han transformado el Primer Mundo en el Tercer Mundo. Lo
que se dice, todo un éxito. Bravo por la
financierización de la economía, por la
globalización, por el librecambio, por la
desregulación, por la privatización, por la
deslocalización, por la competitividad, por la
economía de casino, por la turboeconomía, por la
economía de "manos libres". Bienvenidos al
subdesarrollo.

¿Qué guerra o catástrofe natural
asoló Europa para que su clase media tenga que recurrir a
la Cruz Roja en busca de ayuda?

¿Qué razón hay para admitir la
perspectiva de una generación perdida de gente joven,
destinada a sufrir durante toda su vida lo peor del desempleo y
sus condiciones sociales?

¿Qué siniestro ha ocurrido en los EEUU
donde desde enero de 2009 el número de estadounidenses que
necesitan cupones de comidas se ha disparado desde los 32
millones hasta los 43 millones?

¿Qué acontecimiento trágico ha
ocurrido en el Reino Unido para que el poder adquisitivo de los
británicos acabara en 2011 en niveles de 2005, un
estancamiento tal que hay que irse 80 años atrás en
el país anglosajón para ver algo
similar?

No se puede justificar lo injustificable

No es cierto que los pobres sean los culpables de la
crisis (créditos subprime).

No es cierto que las reformas estructurales se deben
limitar al sector trabajo.

No es cierto que para mejorar la competitividad los
trabajadores deban aceptar contratos basura y despido
libre.

No es cierto que para resolver el problema del
déficit público haya que limitar el gasto en
sanidad, educación, pensiones y otros gastos
sociales.

No es cierto que el problema de la deuda en la eurozona
sea más grave que en los Estados Unidos o en el Reino
Unido.

No es cierto que no se puedan restablecer el crecimiento
en el corto plazo y, al mismo tiempo, abordar los problemas de la
deuda en el mediano y largo plazo, como respuesta válida a
la crisis.

No es cierto que los países que manejan su
política monetaria necesiten del mercado para financiar su
deuda.

No es cierto que el poder lo tenga el "mercado". En los
países soberanos el poder lo tiene el Estado a
través de su banco central y Ministerio de Hacienda. Nunca
el "mercado".

No es cierto que (únicamente) con "rigor fiscal"
se sale de la crisis. Es mucho lo que está en juego. Sin
una acción audaz, Europa (me animaría a decir que
EEUU también) podría verse arrastrada a una espiral
bajista de deterioro de la confianza, de estancamiento del
crecimiento y de menor empleo. Y ninguna región
quedaría inmune ante semejante
catástrofe.

Es aritméticamente imposible que todos los
países en la eurozona se escapen simultáneamente de
la crisis de la deuda a base de deflación. ¿Vamos a
morir juntos?

¿Volver a crecer o morir al borde del
futuro?

Salarios, inflación y competitividad (un TAC de
la eurozona a marzo del 2011)

Monografias.com

Desmontando el gran mito de la productividad (Eurostat –
Marzo 2011)

Monografias.com

Monografias.com

Monografias.com

Monografias.com

Monografias.com

Con la información disponible podemos observar
que la evolución discrepante de los salarios
nominales y los reales en la última década en
algunos países es de las más preocupantes de
Europa.

Argumentos hay muchos, unos hablan de la convergencia y
sus efectos, otros simplemente señalan excesiva rigidez, e
incluso hacen mención a una alta dependencia
energética que golpea las cuentas cuando el precio de los
insumos se dispara. Según algunos analistas, y esta es una
idea importante, el diferencial vendría dado por pagar
salarios superiores a la productividad
(¿indexación?), lo que paradójicamente nos
llevaría, de ser así, a perder competitividad y a
la vez poder adquisitivo, es decir, un desastre. Dicho argumento
seguramente sería el más destacable. Aún
así podría resultar interesante buscar respuesta a
la siguiente pregunta: ¿hasta qué punto que el BCE
esté siempre centrado de la macroeconomía alemana y
central pueda estar afectando al resto de países de la
eurozona?

Podríamos pensar que si un Banco Central
está a disposición de un país, y hace las
cosas bien, la inflación estará siempre en un rango
mucho más saludable que si se "sufre" una política
monetaria no ajustada a las necesidades, provocando muy
probablemente diferenciales de precios.

Para diferenciar entre "percepción" y realidad
les presento un trabajo muy interesante al respecto. "Monetary
Policy and Housing Bubbles: A Multinational Perspective" de Bill
Seyfried y Rollins College (2009). 

Monografias.com

En el análisis se realiza una aproximación
a esta cuestión mediante la conocida Regla de Taylor, que
serviría como referente para conocer qué tipos de
interés debería establecer un Banco Central en la
economía según su macroeconomía. De hecho
hay indicios de que esta regla se siguió en los 90 por los
diversos países que iban a integrarse en la moneda
única (Stefan Gerlach and Gert Schnabel 1999).
El problema fue que, después de acostumbrarse a una
política monetaria ortodoxa pero adaptada, tuvieron que
lidiar con que el BCE realizase una política "para todos"
principalmente centrada en Alemania y Francia, las grandes
economías de la zona, y por tanto dejando de centrarse en
ellos. 

Monografias.com

 Vemos que, mientras para unos el tipo
de cambio es aceptablemente satisfactorio, para otros fue muy
contraproducente. Podríamos pensar no obstante que o bien
los cálculos de la regla de Taylor no son todo lo exactos
que debiesen o que como en la Eurozona las economías
más influyentes son Francia y Alemania es lógico
que en la política monetaria tengan algo más de
peso y por tanto en la compensación de "fuerzas" hayan
tenido más influencia. Eso podría ser cierto, pero
hay evidencias de que, aún a nivel agregado, las medidas
fueron demasiado laxas no existiendo ni la más
mínima compensación. Así se expresa el
propio Taylor en este informe, en el que relaciona a Reserva
Federal y Banco Central Europeo en una política
inapropiada que creó
desequilibrios. 

Monografias.com

 Solo hay que ver que las diferencias
acumuladas respecto a los tipos marcados por el BCE y la regla de
Taylor para los distintos países. Mientras Alemania,
Austria Finlandia o Bélgica reciben una política
adecuada, para todos los demás fue excesivamente laxa,
especialmente para algunos, dando un agregado poco satisfactorio.
El asunto que queda por aclarar es si este hecho, además
de hacer más intensa la burbuja padecida, no habrá
tenido también un efecto determinante en los diferenciales
de inflación y por tanto en una pérdida de
competitividad. ¿Resultaría perjudicial la
política del BCE?

No comment (III): lecturas recomendadas (el que quiera
entender que entienda)

– ¿Demanda u oferta? (Project Syndicate –
7/1/11)

(Por Raghuram Rajan)

Chicago.- La economía es enteramente un asunto de
demanda y oferta. Las dos están equilibradas y, si no,
unas fuerzas potentes las impulsan para que lo estén,
pero, en vista de los altos y persistentes niveles de
desempleo ahora existentes en los Estados Unidos, es necesario
preguntarse por la naturaleza real del problema: ¿es
demasiado baja la demanda agregada o hay problemas con la
oferta?

El gobierno del Presidente Barack Obama parece creer que
se trata de un problema de demanda y ha aprobado una medida de
estímulo tras otra, reduciendo los impuestos y aumentando
las transferencias y el gasto gubernamental para impulsar el
consumo y la inversión. La Reserva Federal tiene una idea
similar, no sólo al mantener unos tipos de interés
mínimos a corto plazo, sino también al lanzarse a
una política arriesgada en relación con los tipos a
largo plazo. Algunos economistas progresistas quieren algo
más incluso.

¿Por qué no han dado resultado hasta ahora
esas políticas para reducir el empleo, pese a que ya
está en marcha la recuperación del crecimiento? El
economista progresista dice que el estímulo ha dado
resultado, al evitar una recesión mucho más
profunda -si no peor-, pero que han sido medidas demasiado
tímidas para producir una recuperación
sólida.

El economista conservador responde que,
precisamente porque el Gobierno se ha tomado tanta libertad con
el dinero de los contribuyentes, las familias, temerosas de los
impuestos futuros, están esforzándose por aumentar
sus ahorros. Además, el Gobierno, cada vez más
activista, ha dejado preocupadas a las empresas por las futuras
medidas tributarias y reglamentadoras, por lo que se muestran
reacias a invertir.

Probablemente la verdad se encuentre a
medio camino de las dos posiciones. El gasto gubernamental -en
particular, en prestaciones por desempleo, ayuda a los estados y
algunos proyectos de obras públicas- probablemente
contribuyera a evitar una contracción mayor, pero los
continuos números rojos preocupan a las familias, que
también están intentando rehacer sus ahorros y
reducir la deuda después de una orgía de gasto. La
incertidumbre en materia de reglamentación infundida a
sectores como, por ejemplo, el de la salud dificulta no
sólo la adopción de decisiones de inversión
a largo plazo, sino también las contrataciones a largo
plazo por parte de las empresas.

No obstante, antes de apresurarnos a juzgar la
política actual, debemos reconocer la tendencia a un
aumento lento de los puestos de trabajo en las más
recientes recuperaciones de los EEUU. Desde 1960 hasta 1991, las
recuperaciones de las recesiones en este país solieron ser
rápidas. Desde el momento más profundo de la
recesión, la economía tardó ocho meses, por
término medio, en recuperar los puestos de trabajo
perdidos. Las recuperaciones de las recesiones de 1991 y 2001
fueron muy diferentes. Por ejemplo, en 2001 la producción
sólo tardó un trimestre en recuperarse, pero la de
los puestos de trabajo tardó 38 meses.

Abundan las explicaciones. Algunos economistas sostienen
que, a diferencia de las recesiones pasadas, en las que los
trabajadores eran despedidos temporalmente por un sector
industrial y volvían a ser contratados cuando se
consolidaba la recuperación, en 1991 las pérdidas
de puestos de trabajo fueron más permanentes. El
aplazamiento por parte de las empresas de decisiones
difíciles relativas al cierre de instalaciones inviables y
despidos de trabajadores hasta la llegada de una recesión
exacerbó la situación. A consecuencia de ello, los
trabajadores desempleados tuvieron que buscar puestos de trabajo
en otros sectores industriales, lo que requirió más
tiempo y formación.

Otros indican que, gracias a la red Internet, a las
empresas les resulta ahora más fácil contratar
rápidamente. Así, pues, en lugar de apresurarse,
como hacían en el pasado, ante la primera señal de
recuperación por miedo a no poder hacerlo más
adelante y perder ventas, hoy día las empresas prefieren
asegurarse de que la recuperación está bien
consolidada antes de contratar. Eso explica también el
actual aumento de las contrataciones temporales.

Sea cual fuere la explicación correcta y como
indica la historia de las recesiones recientes, no debe
extrañarnos que la recuperación del empleo
esté retrasándose. Sin embargo, hay un aspecto del
problema que esta vez es diferente: los despidos en la
construcción, que constituye otra causa más de del
flojo aumento del empleo, además de una enseñanza
positiva para la formulación de
políticas.

En el último auge, los empleos en
el sector de la construcción aumentaron en gran medida,
con un crecimiento del 50 por ciento de la inversión
inmobiliaria, como porcentaje del PIB, de 1997 a 2006. Como han
mostrado mi colega Erik Hurst y sus coautores, los estados que
tuvieron el mayor aumento de la construcción, como
porcentaje del PIB, en el período 2000-2006 solieron ser
los que en el período 2006-2009 tuvieron la mayor
contracción en ese sector. Esos mismos estados solieron
tener también el mayor aumento de la tasas de desempleo
entre 2006 y 2009.

Los desempleados no son sólo
trabajadores de la construcción, sino también de
sectores subsidiarios, como, por ejemplo, agentes inmobiliarios y
bancarios, además de los que trabajan en viviendas, como,
por ejemplo, fontaneros y electricistas. Así, pues, las
pérdidas de puestos de trabajo se extienden mucho
más allá del sector de la
construcción.

Resulta difícil de creer que un
aumento de la demanda agregada vaya a impulsar suficientemente el
mercado inmobiliario -cuyo auge se debió, conviene
recordarlo, a la creencia en una constante apreciación de
los precios que probablemente no abrigarán muchos ahora-
para volver a brindar empleo a esos trabajadores. Hurst calcula
que ese desempleo "estructural" puede representar hasta tres
puntos porcentuales del empleo total. Dicho de otro modo, de no
ser por la construcción, la tasa de desempleo en los
EE.UU. ascendería al 6,5 por ciento, situación
mucho más boyante que la actual.

Las autoridades deben recordar que el auge de la
vivienda fue fomentado por una política monetaria relajada
y encaminada a intensificar el aumento de los puestos de trabajo
cuando los EEUU se recuperaron de la última
recesión. De hecho, en la época en que se
abandonaban los estudios para ocupar puestos de trabajo no
especializado, muy abundantes en el sector de la
construcción, las tasas de graduados de la
enseñanza secundaria en Las Vegas se redujeron en gran
medida. Ahora esos desempleados sin estudios padecen una tasa de
desempleo tres veces mayor que los titulados universitarios, por
lo que les va a resultar muy difícil volver a formar parte
de la fuerza laboral.

La enseñanza que se desprende
para las autoridades está clara: en lugar de intentar
constantemente impulsar el gasto y crear posibles problemas para
el futuro, una forma más sostenible de mejorar el aumento
de los puestos de trabajo es la de facilitar el
"readiestramiento" de los desempleados, en particular los que
habían tenido empleos relacionados con la
construcción. Al final, la oferta de una fuerza laboral
mejor creará una demanda más sólida y
sostenible.

(Raghuram Rajan es profesor de Finanzas en la Escuela
Booth de Administración de Empresas de la Universidad de
Chicago y autor de Fault Lines: How Hidden Fractures Still
Threaten the World Economy ("Líneas de fallas. Las
fracturas ocultas que aún amenazan a la economía
del mundo"). Copyright: Project Syndicate, 2011)

– El autoengaño de la competitividad en Europa
(Project Syndicate – 15/2/11)

(Por Ann Mettler)

Bruselas.- Para los observadores veteranos de la
economía europea, la cumbre más reciente de la
Unión dejó una rara sensación de
déjà vu. Hace poco más de una década,
los líderes europeos anunciaron con grandes fanfarrias la
"Agenda de Lisboa", un plan de políticas para hacer de
Europa "la economía basada en el conocimiento más
competitiva del mundo". El nuevo "Pacto de Competitividad"
propuesto en la cumbre de la UE por Francia y Alemania no
anunció las mismas pretensiones de grandeza global, sino
que se presentó como un paso necesario para asegurar la
supervivencia del euro.

Con la excepción de lo que parece
ser un esfuerzo encubierto para forzar a los países de la
UE a aumentar los impuestos sobre sociedades, el Pacto de
Competitividad no tiene nada ostensiblemente irrazonable.
Aumentar la edad de la jubilación a los 67 años,
abolir la indexación de los sueldos y obligar a los
países a consagrar en sus constituciones nacionales un
mecanismo de freno de la deuda son medidas razonables para
mejorar la competitividad y restablecer la confianza en el
euro.

Lamentablemente, sin embargo, los líderes de los
gobiernos aparentemente no aprendieron ninguna de las lecciones
del fracaso de la Agenda de Lisboa. En efecto, los planes
actuales parecen estar condenados a frustrarse por dos
razones.

En primer lugar, una agenda de política
creíble requiere objetivos específicos con plazos
claros. Pero, a pesar de su actitud de liderazgo en
relación con el Pacto de Competitividad, los franceses ya
se han distanciado del compromiso de elevar la edad de la
jubilación a los 67 años. Según Bloomberg,
un funcionario francés dijo a los periodistas en la cumbre
que eso no sucedería después de que la edad de la
jubilación había pasado de los 60 a los 62
años el año pasado. Dadas las enormes protestas que
generó esa medida, la declaración del funcionario
parece muy creíble.

El resultado probable -al típico estilo europeo,
basado en el consenso- será renunciar a los plazos y los
objetivos específicos a favor de una promesa ambigua y
abierta de realizar más reformas de las pensiones.
Posiblemente se harán excepciones similares en el caso de
otros países que no puedan conciliar algún aspecto
del nuevo pacto con sus circunstancias nacionales.
Bélgica, por ejemplo, insiste en su sistema de
indexación automática de los sueldos.
Después de que cada país haya obtenido su
"cláusula de excepción" y de que las metas del
Pacto de Competitividad se hayan diluido lo suficiente para
garantizar su aprobación, con seguridad no quedará
mucha sustancia.

En segundo lugar, los objetivos no sólo deben ser
específicos sino también vinculantes. Las sanciones
por el incumplimiento deben aplicarse -sin interferencia
política. Una de las lecciones más importantes de
la Agenda de Lisboa es que el llamado Método abierto de
coordinación -un enfoque inofensivo de examen por
homólogos sin repercusiones para quienes no cumplen- es
claramente el enfoque equivocado para poner en marcha reformas a
nivel nacional.

Sin embargo, aun cuando la Comisión Europea
tenía los medios legislativos y el mandato político
para imponer sanciones -por ejemplo, para castigar el no
cumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento- los Estados
miembros lograron evitar el castigo al hacer una "reforma" de los
requisitos. En efecto, Alemania y Francia encabezaron los
esfuerzos para hacer el Pacto más "flexible" cuando ya no
pudieron cumplir el tope del 3% del PIB para el déficit
fiscal.

Este episodio es lo que hace que las actuales maniobras
para marginar a la Comisión Europea de la
aplicación del Pacto de Competitividad resulten
sospechosas. El Pacto, organizado meramente como un programa de
políticas intergubernamentales, no puede funcionar porque
no se puede confiar en que los Estados miembros de la UE
supervisarán su propio desempeño e impondrán
sanciones a sus socios –o a sí mismos.

Un sistema como ese sería el equivalente
político de dejar que los prisioneros vigilen la
cárcel. De hecho, el que en el Pacto de Competitividad no
se mencione siquiera la estrategia Europa 2020, que los
dirigentes de la UE aprobaron hace menos de un año como el
prototipo para el desarrollo económico, refuerza la
impresión de que la toma de decisiones es descoordinada,
ad hoc y totalmente errática, que es más vistosa
que efectiva en la aplicación.

La falta de consenso sobre las características
elementales de un marco económico -ya sea una edad de
jubilación en consonancia con las perspectivas
demográficas de Europa o un compromiso legislativo con la
disciplina presupuestal- hacen que uno se cuestione cómo
pudieron siquiera los países de la eurozona emprender una
unión monetaria. Esa pregunta pertenece al pasado, por
supuesto, pero demostrar públicamente la falta de
convergencia en la eurozona debilitará más la
confianza en la moneda común -y en el momento más
inoportuno.

Justo cuando los mercados financieros
parecen haberse tranquilizado, los dirigentes europeos aumentaron
otra vez las expectativas de un cambio de política
importante -solo para presenciar otra cumbre que degenera en
pleitos. Es difícil imaginar que se puedan superar las
diferencias de política de Europa para marzo, la fecha
límite autoimpuesta por los dirigentes europeos, cuando se
celebre la siguiente cumbre.

Una cosa es cierta: se necesitará mucho
más que una Agenda de Lisboa recalentada, con objetivos
laxos y sanciones ineficaces, para restablecer la confianza en el
euro y salvaguardar la unión monetaria.

(Ann Mettler es Directora Ejecutiva del Consejo de
Lisboa, un grupo de expertos con sede en Bruselas. Copyright:
Project Syndicate, 2011)

– La falsa panacea de la flexibilidad del mercado
laboral (Project Sindícate – 22/3/11)

(Por Heleen Mees)

Ámsterdam.- La competitividad se ha convertido en
una de las palabras económicas de moda en nuestros
tiempos. Barack Obama la pregonó a los cuatro vientos
durante su discurso sobre el Estado de la Unión en enero,
y los líderes europeos desde el conservador David Cameron
en Gran Bretaña hasta el socialista José Luis
Zapatero en España y el nuevo ministro de Economía
de Japón Kaoru Yosano la abrazaron como una prioridad.
Ahora bien, ¿qué tipo de competitividad tienen en
mente?

Cuando se le preguntó durante una entrevista en
septiembre de 2007 si los gobiernos europeos deberían
liberalizar los códigos laborales de sus países,
Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal de Estados
Unidos, respondió que las leyes de protección del
empleo de Europa inhibían significativamente el
desempeño económico y resultaban en un desempleo
crónicamente alto en todo el continente. En Estados
Unidos, a la gente se la puede despedir más
fácilmente que en cualquier otro país, y la tasa de
desempleo en aquel momento estaba entre las más bajas del
mundo.

Pero ya no estamos en septiembre de 2007 y el desempleo
estadounidense es del 9,4%, no del 4,5%. Y, según el
sucesor de Greenspan, Ben Bernanke, no hay motivos para suponer
que la tasa de desempleo alcance el 5% -normalmente considerada
la tasa de desempleo natural- en el futuro cercano.

En los años 2000, Estados Unidos
perdió dos millones de empleos en el sector privado en
general -el total cayó de 110 millones en diciembre de
1999 a 108 millones en diciembre de 2009, a pesar del gasto
masivo del consumidor-. Esa caída del 1,4% se produjo en
una década en la que la población de Estados Unidos
creció aproximadamente el 9,8%.

Para entender lo que está
sucediendo, consideremos el caso de Evergreen Solar, el tercer
fabricante más grande de paneles solares en Estados
Unidos, que anunció en enero que cerraría su
principal fábrica estadounidense, despediría a sus
800 empleados en el lapso de dos meses y trasladaría la
producción a China. La gerencia de Evergreen
mencionó el mayor respaldo gubernamental que existe en
China como su razón para el traslado.

Evergreen es sólo uno de muchos casos que
sugieren que Estados Unidos podría encontrarse en medio de
lo que el economista de Princeton Alan Blinder en 2005
definió como la Tercera Revolución Industrial.
Según Blinder, entre 42 y 56 millones de empleos
estadounidenses –aproximadamente un tercio de todos los
empleos en los sectores privado y público en el
país- son vulnerables de terminar en el exterior. Blinder
también predijo que el mercado laboral flexible y fluido
de Estados Unidos se adaptaría mejor y más
rápido a la globalización que los mercados
laborales europeos.

En todo caso, recién estamos en
las primeras etapas de esa revolución, y el resultado
sigue siendo incierto. Pero una comparación preliminar
entre Alemania, la mayor economía de Europa, y Estados
Unidos sugiere que la primera está mejor equipada para
arreglárselas en la era de la
globalización.

Multinacionales alemanas como Siemens y Daimler
están aumentando la inversión para satisfacer la
demanda tanto de los mercados emergentes como del mercado
interno. Las compañías planean incorporar cientos
de miles de empleos en todo el mundo sólo este año.
Mientras que muchos de estos empleos estarán en Asia,
ambas compañías dicen que también
sumarán empleos altamente calificados en
Alemania.

¿Hay que agradecerle por esto a
la rigidez del mercado laboral de Alemania? En realidad,
podría ser parte de la explicación. Un estudio
reciente de la Oficina de Planificación Central en Holanda
muestra que los trabajadores con un contrato permanente reciben
más capacitación financiada por el empleador que
los trabajadores con un contrato temporario.

A los empleadores estadounidenses les resulta mucho
más fácil eliminar trabajadores de su plantilla -o,
como dice Robert Gordon de la Northwestern University, desechar
todas las sillas de playa- que a los empleadores alemanes. El
código laboral de Alemania prohíbe este tipo de
despidos, pero los empleadores alemanes, a su vez, supuestamente
son menos proclives que los empleadores estadounidenses a
despedir empleados, porque han invertido más en el capital
humano de sus compañías. Con menos capacidades
específicas vinculadas a la empresa que sus pares
alemanes, los trabajadores norteamericanos son más
susceptibles a los despidos.

De hecho, Siemens, aparentemente
consciente de los beneficios de la rigidez del mercado laboral,
adoptó la medida inusual de prometerles a sus empleados un
trabajo de por vida. El año pasado, la
compañía selló un acuerdo con el sindicato
IG Metall que incluye una promesa de no despido para su fuerza
laboral alemana compuesta por 128.000 trabajadores.

Una explicación más importante para el
actual éxito económico de Alemania tal vez sea el
sustancial apoyo del gobierno que las industrias alemanas reciben
sobre una base estructural, especialmente la industria
automotriz. La economía estadounidense, por otra parte,
está empantanada en el persistente énfasis que
ponen sus responsables de políticas en el consumo y los
recortes impositivos (muy notablemente para los súper
ricos) por sobre la inversión.

Estados Unidos necesita cambiar el curso
de su política económica. Una década de
tasas de interés históricamente bajas derivó
en desequilibrios económicos a favor de sectores que
están altamente apalancados: el sector financiero, el
mercado inmobiliario y el capital riesgo. Esto se produjo a
expensas de sectores que son más dependientes de la
financiación mediante la emisión de acciones. Ahora
que la burbuja inmobiliaria estalló, Estados Unidos se
encuentra falto de capacitación, falto de educación
y falto de maniobra en la competencia global por
empleo.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
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