El pensamiento y la institución educativa en la sociedad dominicana, a lo largo de nuestra historia (página 2)
Respecto a los maestros dice que "El maestro es el
principal mueble de la escuela", para propagar la
instrucción pública debemos crear escuelas
normales. Sigue diciendo que hay que educar a las mujeres, pues
bien educada la mujer, la familia andaría mejor, y bien
gobernadas las familias, la administración del Estado
sería la cosa más sencilla del mundo.
En lo que respecta a la política dice que "Un
pueblo no se educa políticamente en un día, ni en
un año, sino a los grupos que trabajan en pos de ella de
una manera sorda y misteriosa".-
Peña y
Reynoso y la Educación para el trabajo
Manuel de Jesús Peña y Reynoso
(1834-1915), relacionado en los ideales cívicos con
Espaillat, es uno de los hombres más activos del siglo
XIX, periodista, literato, político, pero sobre todo, un
gran maestro que se destacó como difundidor de cultura. En
tiempo del racionalismo docente, no siguió la doctrina
hostosiana de la enseñanza, sus principales ideas
pedagógicas las expone como fundador, director y redactor
del periódico "El Dominicana".
En la concepción de este maestro,
educación responde a una acción para la paz y el
trabajo, y esta acción debe estar encaminada al hombre
adulto par servicio de la juventud, a la cual se le debe dar
ejemplo de trabajo y de paz. Define el acto de educar como un
"llevar hacia arriba", un elevar para el desarrollo, de manera
que se dedique la exaltación a lo infinito en alas de la
ciencia. Si educar no fuera esto, no seríamos educables
los adultos.
Para la educación de adultos Peña y
Reynoso propone la creación de bibliotecas
públicas, círculos literarios, y como
proyección de ambas, las escuelas dominicales.
Abordó también el tema de los partidos
políticos y el de las igualdades sociales, diciendo
respecto a los partidos políticos que estos son
necesarios, su existencia es positiva, necesaria y conveniente.
"Todas las oposiciones son idénticas" y si los hombres
difieren, ocurre tanto en lo intelectual como en lo
físico; asevera que ningún partido político
puede subsistir sin principios de salud pública, para
mejorar las condiciones del pueblo. El partido opuesto es un
excelente fiscal, ya que delata ante el pueblo lo más
recóndito de su contrario. El partido que abraza falsas
doctrinas desaparece, los que proclaman principios justos e
ideales de progreso viven legalmente y sirven a los intereses de
la patria. Nunca está una sociedad en peor estado que
cuando no tiene más que un partido político, ya que
el poder no tiene freno. Los pueblos son infelices cuando los
funcionarios son jefes de partidos. En lo político, la
crítica es efectiva, ella no sólo se ciñe a
publicar defectos sino también bellezas; publicando
defectos se desarma el descontento del pueblo; publicando
bellezas administrativas, se da fuerza moral y fecundidad al
gobierno.
Sobre la igualdad social señala que ésta
hace de la República el gobierno más conforme a la
naturaleza humana.
Meriño y
el dogma cristiano de la enseñanza
Fernando Arturo de Meriño Ramírez
(1833-1906), fue uno de los hombres más relevantes en el
activismo nacional del siglo XIX, político, religioso y
hombre de enseñanza. Fue un expositor dotado de
condiciones extraordinarias para la función
didáctica. Las ideas básicas del ilustre sacerdote
que fue Meriño, llenas de un criterio exclusivista y
dogmático se encuentran recogidas en las "Cartas
Pastorales" y en algunos de sus discursos. La Pastorales son
elementos de pedagogía por las citas científicas y
por el contenido de erudición que aportan a la cultura
dominicana.
Señala Meriño que la sociedad es el estado
natural del hombre, porque Dios no le destinó a vivir
solitario, aislado, sin expansión, sin dar ni recibir. La
sociedad comienza en la familia y fecundada por el amor se
desarrolla y propaga. Por una ley de su naturaleza, el hombre
prefiere las convenciones que le ofrecen las relaciones cercanas
a su centro de movilidad y establece comunicación con los
individuos que respiran su mismo aire y su mismo sol, esto da
origen a la comunidad, o sea, a la sociedad. Si suprimimos el
orden a la sociedad, tendremos la anarquía; si le quitamos
la libertad la sociedad subsiste, pero se hace inmóvil,
libertad y orden se afianzan en el principio de autoridad. La
autoridad es base del bien público, en donde ella falta se
entroniza la anarquía.
Refiriéndose al hombre y reflexionando sobre sus
acciones humanas señala: En el individuo racional no puede
darse acciones indiferentes.
Cuando habla de la moral dice que es ciencia de los
deberes, los deberes son para con Dios, para con los
demás, y para consigo mismo. Cuando a moral no puede dar
dignidad personal, ni nobleza, ni respeto en la familia ni en la
sociedad, no se puede hacer valer la autoridad. La moral es la
base inalterable del bien público y sin ella la
prosperidad de la nación es una quimera.
En cuanto a la educación y enseñanza dice
"Está basada en el pensamiento cristiano dirigido al
apostolado sacerdotal. En ese concepto la religión es un
elemento esencial para toda tarea de instrucción; cuando
las sociedades no se elevan por la educación y moral
religiosa, no hay modo de levantar y ennoblecer la personalidad
humana.
Considera Meriño que la instrucción
pública facilita los elementos reglamentadores y
organizadores de las naciones, instrucción es entonces
aquella que tiene como base el conocimiento de los principios o
axiomas legítimos de la ciencia genuina. Con este concepto
se opone a toda instrucción enciclopédica,
superficial y vana, pero no se opone a la enseñanza que
emplee el método racional.
Al referirse a la enseñanza de la
religión, recomienda que la misma debe ser asumida con
amor paternal para con la infancia, a la cual se le debe inculcar
los saludables principios de la moral cristiana. Recomienda a la
docencia sacerdotal el método más sencillo y claro
para que los niños comprendan sin mayor dificultad. La
educación debe ser el objetivo de la enseñanza
religiosa que cultiva, desenvuelve y fortifica las facultades
humanas para hacer que el hombre conozca sus deberes y
conociéndolos los ame.
La actividad
filantrópica de Billini
Más que pensador pedagógico, Francisco
Xavier Billini fue un maestro de práctica, de
acción y de iniciativas. Para serlo le sirvió su
formación sacerdotal y el concepto de servidor cristiano
que se asoció a sus tareas de caridad pública.
Considerado Billini en esta doble dimensión, es el
sacerdote nativo que más ha trascendido en su sociedad,
donde fundó numerosas instituciones, siendo la primera el
Colegio San Luís Gonzaga; en 1869 fundó una casa de
beneficencia para acoger a desvalidos y menesterosos,
estableció un manicomio y un orfanato, también la
Sociedad Amigo de los Pobres, así como varios
periódicos.
Su filantropísmo son solo abrazó al
afligido o enfermo, sino que también acogió al
perseguido político. Como maestro fue un iniciador
notable, pero su tarea educativa es sobrepasada pr su
humanitarismo. Fue un precursor de la asistencia social en la
República Dominicana, fue también un
dogmático como sacerdote que era.
Billini fue de opinión que los hostosianos no
tenían la libertad de profesar públicamente el
ateísmo que apreció descubrir en la nueva corriente
de pensamiento, pero sus críticas cambiaron, puesto que
posteriormente retiró sus acusaciones e introdujo en su
colegio un programa con puntos de la nueva
enseñanza.
Hostos y la
apertura de la Educación Dominicana
Eugenio María de Hostos (1839-1903), llega
a la República Dominicana en el año 1875. En Puerto
Plata estableció relaciones con el General Gregorio
Luperón; en 1876 emprende la tarea educativa y funda la
sociedad-escuela "La Educadora" que representó la
oposición al antiliberalismo. La Educadora fue a primera
escuela dominicana de carácter esencialmente
doctrinario.
Hostos, Luperón, Fernández de Arcila,
Garcia Copley fueron los profesores, y es a partir de esta
institución que Hostos desarrolló su amplia labor
dominicana de maestro y pensador revolucionario. Su pensamiento
se acogía a la corriente racionalista del positivismo, que
más que una doctrina filosófica, era un
método que estimaba la experiencia como único
criterio de la verdad, cualquiera que fuera el objeto de la
búsqueda.
Es Hostos un apóstol del ideal intelectual, su
originalidad reside en la aplicación de la conciencia
positivista a la educación.
El alcance social de la obra educadora de Hostos se
inspiró en el alto sentimiento que fue el eje de su vida,
la aspiración patriótica, extendida desde la patria
obtenida a la pensada, desde los hermanos en la patria a los
hermanos en la humanidad.
Hostos funda su pensamiento pedagógico
en un sistema de enseñanza racional que tiene por objeto
la adquisición de conocimientos científicos. Sus
principios parten del hecho de que a cada cambio en la
sociedad corresponde un cambio en la
educación.
El ideal de la enseñanza hostosiana es el ideal
de la pura racionalidad llevado a cabo mediante métodos
rigurosamente científicos, demostrable en lo
específico de los hechos como en el amplio campo de
experimentación de la naturaleza. Hostos antepone la
ciencia al arte pedagógico. Para enseñar apunta,
hay que preestablecer los conocimientos que han de comunicarse.
Para él, un sistema de educción no es otra cosa que
la organización de los conocimientos que cada sociedad
juzga necesarios para lograr la finalidad de su existencia; de
aquí su creencia para una educación
dominicana.
La educación para Hostos no debe estar limitada a
un solo de los sexos. Es partidario que a la mujer se le
dé también una amplia cultura, para que no sea
mirada con indiferencia por la sociedad, señalando que la
razón no es masculina ni femenina.
El pensamiento y la actividad educativa de este gran
maestro conlleva un método, con el mismo persigue
sustituir la rutina de la memorización por un sistema de
enseñanza científica. Puso en práctica el
método intuitivo-inductivo-deductivo, que había
reemplazado el método deductivo predominante.
El método hostosiano o natural consiste en pasar
de lo que se ha percibido a la formación de idea que ha
correspondido a lo percibido.
Este pensador puntualiza la función de la escuela
y la del maestro, pariendo del criterio de que la
educación y la instrucción del pueblo son base de
la sociedad, garantía de las instituciones, asociaciones e
individuos. Considera el magisterio como la primera
profesión de importancia trascendental, porque el maestro,
como cosecha de su consagración siente y contempla el
benéfico placer de despertar la inteligencia, que es el
verdadero propósito de su misión. Para él,
la formación del maestro debe afincarse en la
enseñanza de la moral y el civismo por su finalidad
regeneradora de la sociedad.
Al hablar del individuo dentro del organismo social lo
define como el elemento natural de la organización; es
como la célula social, de cuya vida personal depende la
vida del todo social.
Hostos descubrió que la sociedad dominicana
ignoraba sus problemas y que hundida en ciega anarquía,
nunca los afrontó resueltamente, porque nunca los
sintió profundamente.
La moral social es una ciencia, este criterio lo
fundamenta diciendo que "Moral es orden fundada en leyes
invariables, que aunque integrantes del orden universal de la
naturaleza, afecta de una manera directa a nuestra actividad
psíquica, y como las ciencias sociales estudian el orden
natural de las sociedades, el objeto de la moral social es
aplicar al bien de las sociedades todas aquellas leyes naturales
que han producido el orden moral". Sostiene además Hostos,
que el deber de educación se da en la familia y por la
familia; que el niño es objeto moral de la escuela, por
tanto debe preparar su conciencia para que sea cimiento de verdad
y columna de toda sociedad.
Cree que el conocimiento del bien lleva a la
práctica del bien, y que el conocimiento del mar es error.
Está dentro de la tradición de Sócrates,
fuera de la corriente de Kant, pero éste influye en su
rigurosa devoción al deber.
La educación hostosiana constituyó desde
su aparición, una revolución ideológica y
social de la enseñanza, cada uno de sus postulados se
contrapuso a los modos y manera que imperaban en los salones
escolares. Frente a la orientación religiosa que se
seguía, la nueva educación proclamaba el laicismo
como una liberación del individuo de las viejas ataduras
mentales, y contraponía al dogmatismo espiritual, el
método científico, de manera que el aprendizaje
memorístico fuera sustituido por el ejercicio de la
razón. La función asistemática de la
enseñanza fue sustituida por todo un sistema programado.
Es en este contexto que Hostos pronuncia su célebre frase
"Civilización o muerte".
La educación hostosiana no solamente buscó
el cambio del hombre, sino el de toda la sociedad, no marginando
a la mujer. Por primera vez se planteaba una educación
dominicana.
El nuevo sistema educativo o el Normalismo se
planteó como proyecto de ley para el año
1879.
A la escuela normal se le llamó escuela sin
Dios, siendo combatida por la ideología que era
opuesta al materialismo que el normalismo llevaba
implícito el positivismo como el liberalismo.
El sistema hostosiano que por otra parte aprovecho, el
talento, la vocación y el patriotismo de muchos
jóvenes que se incorporaron al magisterio par el
establecimiento de escuelas en todo el territorio nacional. Con
Hostos no sólo se planteó un cambio cualitativo de
la sociedad, sino también cuantitativo. Esto último
se explica a partir de la fundación del Instituto de
señoritas por Salomé Ureña, y explica
también con la incorporación como educadores de un
sin número de ciudadanos que influyeron de manera directa
en la vida social, cultural y política de la vida
republicana.-
Autor:
Luis Alberto Díaz de la Cruz.
Anahí Batista Dotel.
María A. Féliz Medrano.
Pedro R. Méndez Sena.
Noé Sterling Terrero de la C.
Manuel González Féliz.
Paulina Féliz
Féliz.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |