- El
solio inglés y las fantasías
reinantes - Isabel
II - Dos
decisiones diagnósticas del espíritu utilitario
de Isabel - Le
droit du seigneur - La
Casa de Hanover, generadora de cromosomas
inferiores - El
futuro de la monarquía, si es que ésta
sobrevive - Los
jubileos de los monarcas ingleses - La
secuela - Memorias
- En
resumen - Bibliografía
"El reinado de Isabel ha sido uno de
los más difíciles de la historia inglesa. La vida
de la soberana ha estado complicada por mucha controversia, a
veces consecuencia de los desatinos de sus familiares más
cercanos, como fueran los de su única hermana y los de sus
cuatro hijos y sus descendientes. (Su difunta hermana, la
Princesa Margarita, tuvo dos hijos, varios amantes y vivió
una vida dilapidada)." FEFL en El Jubileo de Diamante:
La Princesa "Di" vs. Isabel II.
"La vida del hombre es solitaria,
pobre, malévola, bruta y corta". Tomás Hobbes
(1588-1679) en Leviatán.
En otras lecciones nos hemos ocupado con el
estudio de la presidencia como institución viciada desde
el punto de vista adaptativo-darvinista.
Nos preguntamos, ¿por qué
razón la Naturaleza no la ha eliminado? Una
explicación consiste, en que, por no deber su presencia a
las labores de la evolución y no siendo necesaria para la
persistencia de la especie misma — como la obesidad tampoco lo
es — no nos parece que será posible que sea susceptible
a ser descartada por medio de la selección
natural.
Selección natural
Aunque es concebible, que si se sigue lo
que nos enseña nuestro artículo, "la regla del
DNA", que la oportunidad de su mutación en algo
más útil para la raza humana puede que algún
día tenga lugar, como puede que sea el caso con todas las
monarquías y dictatorías.
¿Un mundo sin presidentes, monarcas
o dictadores? — Sería una situación sin
precedentes.
¿Qué nos diría, al
respecto, Tomás Hobbes?
¿Quién puede imaginar lo que
esto sería? ¡No otra variedad de monarquías!
Esperemos.
Nuestro objetivo en esta
ponencia
En esta lección continuaremos el
estudio de otro personaje de las soberanías anglas como ya
hemos hecho en previas lecciones.
Hoy nos ocupa de nuevo, Isabel II, cabeza
de la Casa Real de Windsor (de antes conocida como la Casa de
Hanover), hoy cambiada de nombre por razones de conveniencias
políticas.
Debemos, desde un principio, establecer
que, igualmente, que si nos proponemos levantar el manto velado
que cubre los monarcas ingleses, que soberanos (pasados y
presentes) de otros países, solamente podrían
resplandecer en el tablado de la historia por sus enormes fallos
personales.
Nuestro intento al hacer una crítica
en especial, de la vigente reina inglesa, es, porque su reinado,
tan exaltado y celebrado por todo el mundo, es un
panegírico al proxenetismo propagandista — en un
país donde existe tanta miseria — que excede el juicio y
la razón.
Juan Carlos (Presidente en su país
del Fondo Mundial para la Naturaleza) con elefante muerto por
"fun"…
No seleccionamos los ingleses, por ser
ingleses, ya que Juan Carlos de Borbón — cazador de
faldas y elefantes — no es muy diferente que las demás
testas coronadas del mundo europeo.
Los seleccionamos por su astucia en lograr
embaucar a todo un orbe con las pretensas de sus
"méritos", a pesar de todos sus desperfectos, tanto
físicos como morales.
Prosigamos
Un monarca hereditario, observó el
patriota de la Revolución Americana, Thomas Paine, es una
proposición tan absurda como lo sería un
médico o un físico hereditario, añadimos
nosotros.
Sin embargo, como toda monarquía
depende de la replicación de los soberanos para asegurar
que el trono siempre estará ocupado, es de interés
científico, si no curiosidad meramente humana, saber en
qué constituye el meollo intelectual y moral de la persona
cuyos glúteos ocupan el trono.
El solio
inglés y las fantasías reinantes
En Inglaterra los matrimonios de la
presente monarquía se equiparan con los cuentos de hadas,
para así dar a todos la ilusión de que los miembros
de la nobleza fueron descendidos de un mundo mítico y
prodigioso de proporciones divinas.
En este respecto, la realeza imperial
japonesa adopta mitos similares como si sus miembros provinieran
de un Olimpo divino, y, aunque siendo un tipo de soberanía
distinta, la dictadura norcoreana, asimismo pretende que sus
herederos diminutos y desquiciados son resultado de un
fíat celestial.
No hay que creer en un dios para usarlo
como testigo de las banalidades del ser humano.
Prosiguiendo
La idea de que las nupcias de la realeza
son eventos místicos pierde su significado especial cuando
consideramos todas las bodas pasadas, y recientes que los
miembros de la realeza británica han celebrado bajo el
cetro de Isabel II, sin olvidar los desvaríos
históricos de Enrique VIII.
Andrés y Sarah
Sarah Ferguson ("Fergie') y Diana Spencer
("La Princesa Di"), con sus comportamientos, demolieron esta
absurda idea.
A quienes le rindieran pleitesía en
su jubileo, y aunque Isabel II, en público, y por
conveniencia, se presenta con frescura y garbo, la verdad es que,
en privado esta mujer sin estilo, ha sido una tirana y una
dictadora absoluta y despiadada dentro de su familia.
Todo para preservar la vida de la
realeza.
El glamor y la pompa no son lo único
para la soberanía, pero son mucho, ya que sin ellos la
institución, estaría irremisiblemente perdida y,
resultaría abolida…
Isabel
II
Isabel se las ha manejado para proyectarse
como persona concienzuda y como gobernante consagrado al
bienestar de su nación.
Esto último se acepta como axioma,
aunque nadie en lo absoluto, puede determinar los beneficios que
a su gente su presencia en el trono ha proporcionado.
Lo que mucho no importa, ya que el esfuerzo
de establecer los hechos verdaderos, a nadie le atraiga, y, mucho
menos a los parásitos nepotistas que de la
monarquía se nutren con esplendidez. (Para leer
más:
http://www.monografias.com/trabajos49/nepotismo-del-gobernante/nepotismo-del-gobernante).
Para los súbditos leales de Isabel,
ella es inmune a toda crítica, no importa cuán
válida ésta sea.
Para los que no los son, porque son
republicanos, la presencia de la reina y la de su familia,
constituyen una ofensa al espíritu y a la solidez moral de
toda una nación.
La boda de Ana
Dos decisiones
diagnósticas del espíritu utilitario de
Isabel
En el comienzo de su mando la joven
soberana tomó dos mayores decisiones, ninguna de las
cuales fueron, ni necesarias, ni requeridas de ella.
Primero, rehusó autorizar el
matrimonio de su única, y menor hermana, Margarita, con el
hombre que ésta seleccionó y amaba, y segundo,
permitió que su, socialmente inepto esposo (posiblemente,
víctima del trastorno de Asperger), asumiera control de la
escolaridad del primogénito.
La primera decisión fue tomada para
apaciguar los líderes más conservativos de la
Iglesia Anglicana (iglesia la cual ella, absurdamente, encabeza),
la que no aprobaría el enlace matrimonial de Margarita con
un hombre divorciado. Mientras que las razones para la segunda
permanecen oscuras.
Los resultados fueron desastrosos en ambos
casos.
La desafortunada Princesa, más
adelante contrajo nupcias con — y se divorció de — un
hombre a quien ella no amaba, disipando el resto de sus
días en medio de la molicie, fumando, bebiendo ginebra,
rodeada de cortesanos aduladores y chismosos, y siendo tan
infeliz, como quien haya dilapidado toda una vida pueda
sentirse.
Por su parte, Margarita
añadió descendientes adicionales al establo real,
para quienes hubo que encontrarles quehaceres para simular la
apariencia de ser de alguna utilidad simbólica.
El Príncipe Carlos, heredero del
trono — sometido por su papá a un régimen de
amonestas autoritarias, y asistiendo a escuelas de internado que
practicaban rígida disciplina — se retrajo dentro de
sí mismo, eventualmente siendo presionado a un matrimonio
con alguien quien él, ni amara ni respetara.
Hoy, el Príncipe, por todos
vilipendiado, está encalveciendo, y se comporta como
cascarrabias consumado y meterete empedernido que casi todos
prefieren evitar.
Durante su carrera amorosa, Carlos
encontró consuelo (como hicieran tantos de sus antepasados
monárquicos), seduciendo la esposa de uno de sus camaradas
en armas. Mujer a quien desposara, luego de divorciar a la
Princesa Di, cuya sola misión fue la de dar dos herederos
al trono (love is a many-splendored thing).
Así se comporta un oficial y
caballero… Por lo menos en la Corte de Saint
James.
La boda de la Princesa "Dl" y
Carlos
Le droit du
seigneur
Pero el precedente histórico ya
existía en el comportamiento de otros esposos cornutos y
padres venales ingleses, que cedieron sus esposas e hijas al
monarca reinante con pleno conocimiento y sin resquemores o
escrúpulos.
El ejemplo paradigmático siendo
Carlos II, don Juan empecinado y gobernante sin consecuencia
significativa, o herederos legítimos.
Continuando
Sin ayuda externa, y al unísono,
Margarita, la hermana, y Carlos el hijo, marcharon a la cabeza de
los familiares de Isabel II que se distinguieron solamente por
producir una cascada de descendientes anodinos, llenos de
irresponsabilidades, e infidelidades conyugales, que mantuvieran
felizmente ocupada la prensa de los tabloides
londinenses.
Puede decirse que en algo
descollaron…
Problema logístico: Existen tantos
críos dentro de la extendida y disfuncional familia de
esta reina, que resultaría difícil encontrar a
todos algo con qué ocuparlos para poder justificar sus
existencias.
Para el Príncipe Guillermo, hijo de
Carlos y la desafortunada Princesa DI, fue diferente, ya, que en
el día en que nació se decidió su
cometido:
La boda de Carlos y Camilla
Encontrar una esposa presentable, padrear
un heredero varón (y preferiblemente otro varón de
repuesto), para asegurar la supervivencia de la monarquía,
aunque, probablemente — con los cambios proyectados — una
primogénita podrá ser heredera de la
corona.
Para supervivencia de la familia real, es
muy importante que Guillermo complete su simple misión de
padrote con precisión quirúrgica, porque él
(supuestamente) debe ser salvador del Reino Unido,
librándolo de la coronación de su padre, como el
Rey Carlos III, a quien la mayoría de los
británicos, desdeñan profundamente.
Pero, hay que tener en cuenta el hecho de
que la monarquía es una enfermedad hereditaria, y que
sólo un milagro puede salvar a Inglaterra del reinado de
este hombre, que, como sucede al fruto del níspero, se
pudrió antes de madurar.
Para los republicanos del país, loar
un príncipe que habla a las plantas y que, como monarca,
desea ser coronado como "cabeza de todas las religiones", este
rey sería equivalente a un "real" insulto
(literalmente).
Pero, por ahora, Carlos vive una vida
rancia, sin ocupación y sin ningún cometido que no
sea mantenerse en vigila esperando las nuevas de la muerte de su
"Mami".
La Casa de
Hanover, generadora de cromosomas inferiores
Andrés, el hermano "cachondo" de
Carlos, en tiempos recientes logró recuperarse de otro
pequeño aluvión de malas noticias que expusieron
sus relaciones cálidas con el clan de Gadafi, cuando su ex
esposa sonsacó un préstamo de un adinerado amigo
norteamericano cuyos antecedentes estaban mancillados por una
convicción, resultado de haber tenido relaciones sexuales
con una mujer menor de edad.
El préstamo sirvió el
propósito de sufragar en parte el derroche interminable de
dinero que se requiere para mantener a flote a Sarah Ferguson,
cuyo comportamiento no difiere mucho del de otros descendientes
de la reina.
El futuro de la
monarquía, si es que ésta
sobrevive
Kate Middleton, futura reina de Inglaterra,
no viene de un linaje que se ajusta a los requerimientos de la
familia real tradicional.
Desde el principio, Kate hizo claro que
(sin haber leído nuestros artículos al respecto) la
virginidad en su caso era irrelevante. Lo que poco deja a la
imaginación.
Su familia, esencialmente, carece de
educación formal — como es el caso con toda la familia
real. La madre fue una azafata, la hermana una mujer en
búsqueda interminable de paparazzi para confirmar su, poca
extraordinaria, "belleza", su hermano sufre de problemas de
aprendizaje y todos se dedican a hacer dinero con la
organización de fiestas privadas y la venta de mementos,
como son los suvenires de jubileos.
Los jubileos de
los monarcas ingleses
Debido al número de años
necesarios para que tenga lugar, un jubileo de diamante es una
singularidad.
Kate el día de su matrimonio con
Guillermo
El primero que se registra en la historia
fue el de la Reina Victoria en el 1897, considerado una obra
maestra de relaciones públicas, aún, en su
época.
El de Isabel II sobrepasó el de
Victoria, cuando más de un millón de leales
súbditos, se agruparon para ver la soberana, en su Barcaza
Real, navegando el río Támesis, acompañada
de mil embarcaciones, para celebrar su hito de permanencia en el
trono.
Para la ocasión, por todas partes en
el dominio, muchos millones más se unieron por cuatro
días — en ferias, fiestas callejeras, danzas comunales y
picnics — para celebrar el aniversario adamantino de la
coronación de la reina.
La
secuela
En el momento, y ya que las festividades
han concluido, podemos pausar a sopesar el gran
interrogatorio:
¿Cómo es posible que en esta
edad de la democracia moderna que el 80% de los ciudadanos
británicos todavía soporten la institución
de la monarquía, representada por una cabeza de estado
hereditaria?
La historia en la página principal
del periódico New Stateman, intenta dar una
respuesta a esta pregunta, expresando que la Reina ha presidido
en la resurrección más exitosa en la reseña
de las relaciones públicas.
Veamos
Nell Gwyn una de las muchas amantes de
Carlos II en el recuadro
Todo comenzó a ir mal en el 1992, el
famoso annus horribilis que Isabel pronunciara, cuando
Carlos y Diana se separaron, la Princesa Ana se divorció,
y Fergie (Sarah Ferguson) fue sorprendida con un americano con
quien, se presume, le fuera infiel a su esposo Andrés,
segundo, al momento, en la línea de sucesión al
trono.
Pero, desde entonces, la Familia Real ha
experimentado una transformación total, como resultado de
una campaña efectiva de relaciones
públicas.
La Reina accedió a pagar impuestos,
miembros ínfimos del clan han sido eliminados de la lista
del subsidio asignado proveniente del fisco, y la imagen
pública de todos los miembros de la realeza es manejada
muy cuidadosamente por un ejército de profesionales en el
campo de las comunicaciones.
El resultado de esta campaña ha sido
que el soporte favorable de la monarquía se ha
plasmado.
Pero, sería un error pensar que la
seguridad que hoy los miembros de la realeza sienten, como
resultado de una maquinaria de RP bien lubricada, es una
invención moderna.
En efecto, la primera revolución de
RP tuvo lugar en el siglo XIX cuando la monarquía
cayó bajo un ataque público más severo que
el que hoy pudiera imaginarse.
Todavía esta memoria
persiste
Pero primero comencemos por analizar
cómo piensa acerca de la reina el ciudadano
británico de la clase laboral.
Eduardo VII, hijo libertino de
Victoria
Un taxista en Londres nos informa que la
monarquía es una tradición arraigada como
símbolo de unidad nacional.
Nuestra hija, ciudadana australiana, con
una maestría en RP, por su parte, considera la
monarquía y la afiliación de Australia al
Commonwealth una situación ridícula.
Pero, como la gran mayoría de los
ingleses piensan como piensa el taxista, cuando hay matrimonios
reales, cientos de miles de los súbditos se congregan para
ver la carroza de la reina deslizarse majestuosamente frente a
ellos, para admirar las capas de armiño y sombreros con
penachos de plumas, para escuchar las salvas ensordecedoras de
los cañones y gozar del espectáculo de las tropas
en parada.
Los comentadores de los medios de
comunicación fortalecen la idea de que esos ritos son
tradiciones vetustas que se remontan al comienzo de los tiempos
con expresiones como: "toda la pompa y esplendor de una
tradición de miles de años", y cosas absurdas
por el estilo.
La realidad es que todas estas ceremonias
reales, incluyendo las del último Jubileo, son creaciones
de fines del siglo XIX y principios del XX.
Éstas son lo que historiadores
modernos llaman "tradiciones inventadas", dirigidas, por quienes
gobiernan, para dar la impresión convincente de que esas
formalidades ilusorias mantienen una continuidad con un pasado
ilustre.
Pero, ¿por qué razón
tuvo la monarquía británica que inventar estas
fábulas?, y ¿cómo lo
logró?
Memorias
Muy pocos realizan que por los primeros
tres cuartos del siglo diecinueve, la monarquía
británica era objeto del escarnio público y se la
consideraba como si fuera una mofa nacional.
Jorge IV fue objeto de burla por sus
extravagancias y por ser un mujeriego, mientras que su matrimonio
con la Reina Carolina fue un escándalo público sin
precedentes.
Cuando murió en el 1830 el
periódico The Times le dedicó el editorial
que sigue: "Nunca hubo un individuo menos lamentado por sus
semejantes que este rey recién fallecido.
¿Qué ojos han llorado por él?
¿Qué corazón ha emitido un latido de duelo
sincero?"
¿Puede alguien imaginarse tal
veredicto pronunciado en un miembro de la realeza actual (aun en
el caso del trivial Príncipe Carlos)?
El Jubileo de Victoria
Además, y, a pesar de lo que muchos
puedan pensar, el reinado de Victoria — por tantos considerado
lleno de esplendor y admiración popular — carecía
totalmente de toda grandiosidad y soporte
público.
Su coronación en el 1838 fue un
fiasco absoluto: Los clérigos perdieron sus lugares en el
orden del servicio, el anillo de la coronación no le
sirvió y nadie se molestó en entonar el himno
nacional.
Desde el mismo principio de su largo
reinado, Victoria fue criticada en la prensa por su
entremetimiento en asuntos políticos y constantemente fue
satirizada por los caricaturistas.
Cuando esta reina se retiró
efectivamente de la vida pública en el 1860, las presiones
en la monarquía empezaron a aumentar.
Con la organización de uniones
laborales la conciencia republicana de la clase media
comenzó a rivalizar con la lealtad a la corona.
Entre 1871 y 1874, ochenta y cuatro clubes
republicanos se fundaron y el Primer Ministro Gladstone se
preocupaba por la estabilidad del trono.
Fue durante esta atmósfera de crisis
que un esfuerzo concertado se hizo para apuntalar el edificio de
la monarquía y la noción que ésta
representaba.
¿La solución? Resucitar el
credo en la realeza por medio de la invención de
tradiciones.
De esta manera el renacimiento del
ritualismo monárquico se vio como un contrapeso necesario
a los peligros de una democracia popular.
El Jubileo de Isabel
Una nueva era de pompa y protocolo
surgió en el 1877 cuando Victoria fue coronada Emperadora
de la India, un título inventado por el Primer Ministro
Disraeli, asociándola con las "glorias" — ya menguantes
— del Imperio Británico.
Para el Jubileo de Oro de Victoria, en el
1887, por la vez primera, los Primer Ministros Coloniales fueron
invitados, y sus tropas marcharon en parada en un ejercicio
magistral de coreografía ceremonial, mientras que el
Clero, ataviado con vestimentas nuevas y lujosas se exhibieron a
sí mismos, para no ser menos.
El evento fue tan exitoso, que se
repitió diez años después con mayor
esplendor para el Jubileo de Diamante.
En el 1901, Eduardo VII, hijo disoluto de
esta reina, quiso asegurar que su coronación sería
recordada por la presencia de una nueva, ostentosa, y ornada
carroza, que lo transportaría en su retorno, de la
Abadía al palacio real.
Él asimismo transformó la
apertura del Parlamento en una ceremonia formal, con paradas por
las calles de Londres, y con el pronunciamiento de su discurso
leyéndolo desde el trono.
Eduardo era un innovador aun después
de su muerte, creando la tradición de que cuando los
monarcas británicos mueren, yacen públicamente en
estado.
Un cuarto de millón de personas
desfiló a contemplar sus restos en el 1910.
Otros cambios adicionales ocurrieron, por
ejemplo, en el 1917 la familia real procuró ocultar su
linaje teutónico cambiando el nombre de la Casa de
Sajonia-Coburgo y Gotha por el de la Casa de Windsor, y
celebrando las bodas reales en público, en lugar de a
puertas cerradas.
El circo de los reyes británicos
estaba, entonces, en su auge.
Fue por medio de esas tradiciones
artificiosas que la Corona se restableció como un
símbolo de patriotismo, asegurándose de la lealtad
de las clases laborales.
Los resultados de esta campaña de PR
han sido espectaculares, por esta razón es que vemos a
tantos ciudadanos del reino unido rindiendo tributo a una
institución virtual sin razón alguna para
existir.
Tomás Hobbes, autor de
Leviatán
En
resumen
El ser humano vive una existencia precaria
durante la cual el comportamiento de otros seres vivos puede
servirle de inspiración — aunque no siempre — y como
modelo a adoptar.
Mientras que en otras
especies…
En las colonias de hormigas, y en las
colonias de abejas, la presencia discreta de la reina suministra
un elemento de estabilidad adaptativa, lo que no es similar en
nuestro género.
Nosotros no necesitamos reyes, como atestan
las historias de tantas civilizaciones que no los
tuvieran.
Pero, sin embargo, los reyes, para existir,
nos necesitan a nosotros.
La pregunta final, si es que los tenemos:
¿Los necesitamos, y para qué…?
Fin de la lección.
Bibliografía
Larocca, FEF: El Jubileo de
Diamante: La Princesa "Di" vs. Isabel II en
monografías.comLarocca, FEF: La Presidencia, Como
Entidad: Cargo Superfluo en
monografías.comLarocca, FEF: De Cómo la
Regla del DNA Gobierna un Mundo de Incertidumbres
Ciertas en monografías.comLarocca, FEF: El Nepotismo del
Gobernante en monografías.comLarocca, FEF: La Virginidad como
Tabú en monografías.comLarocca, FEF: El Trastorno de
Asperger en monografías.comLarocca, FEF: Abecedario "K" es por
Autismo y Kanner en monografías.comLarocca, FEF: El Príncipe
Alberto en la Era de Victoria: La Guadaña de la Muerte
y el Diagnóstico Equivocado en
monografías.comLarocca, FEF: La Distopía de
Enrique VIII en monografías.comKrznaric, R: (2012) The Wonderbox:
Curious Histories of How to Live Profile
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La vida de los sueños por
Salvador Dalí
Autor:
Dr. Félix E. F.
Larocca