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De Jesús. Al filo de la navaja. Adrenlinomania Parte I (página 6)




Enviado por Norberto Villegas



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

Con renovados bríos y dispuesto a
"Digerir" cuando menos un centenar de veces a "Los Tigres del
Norte". pasaron por las afueras de Ciudad Valles y enfilaron
hacía Matehuala.

Unos kilómetros antes de "El
Mezquite" se detuvieron en una ampliación de la carretera,
era una ampliación que duplicaba el ancho de la cinta
asfáltica en cuando menos unos dos
kilómetros.

  • Mira, eso es una mojonera que marca el
    Trópico de Cáncer y quiero comentarte que me
    detengo sólo porque vengo contigo ya que sí
    viniera solo ni con paga doble lo haría, es más
    hace tiempo se me poncho una llanta aquí, yo creo que
    me pusieron clavos y para nada que me detuve, preferí
    rodar hasta que se deshizo la llanta y después con el
    Rin pelón hasta llegar al "El Mezquite". Ahí
    hay un paradero y normalmente muchos compañeros y
    hasta una "Desponchadora" y ahí me enderezaron el Rin
    y me pasaron un"Relingo". Pero detenerme, nunca.

  • ¿Tienes miedo o es
    peligroso"

  • Las dos cosas. Aquí han
    desaparecido muchos vehículos, desde motos hasta
    traileres dobles. Unos dicen que son extraterrestres.
    Sí hubieras puesto atención te habrías
    dado cuenta que desde hace unos minutos no escuchas nada, ni
    siquiera a"Los Tigres del Norte", no entran las ondas del
    radio.

  • Es cierto, la radio esta encendida y la
    cinta está avanzando.

  • Eso no es nada, fíjate me voy a
    atravesar la carretera y te voy a gritar con todas mis
    fuerzas.

Cautelosamente y aunque la cinta
asfáltica en ese tramo tiene una visibilidad recta en
ambos sentidos de cuando menos un kilómetro, miró
hacía ambos lados y quedó estático, un tanto
cuanto indeciso y de súbito empezó a correr a lo
que sus piernas lo permitían.. Ya en el lado opuesto,
distante unos quince metros, con sus manos formó una
especie de bocina y aparentemente gesticulaba como sí
estuviera emitiendo gritos. De Jesús no escuchaba nada,
también empezó a gritar y entonces notó que
sus gritos no hacían eco. Entonces se le ocurrió
amarrar su cinturón a la palanca que accionaba el claxon.
Cuando lo estaba haciendo, desde luego empezó a escuchar
al molesto ruido propio del mismo claxon. Se alejó poco a
poco caminando de espaldas sin dejar de ver la camioneta y
sucedió que a escasos cinco metros dejó de escuchar
cualquier ruido. De pronto todo quedó en silencio.
Volteó buscando al chofer y no vio nada ni a nadie, no
había huisaches, ni cactus, ni zahuaros, nada. Giró
lentamente una vuelta completa y después
rápidamente, no vio nada. De pronto la camioneta
empezó a avanzar lentamente hacía él, la
portezuela derecha se abrió y escuchó;

  • ¡Súbete!
    Vámonos

Fue una experiencia diferente que lo
mantuvo sin hablar por varios kilómetros, hasta que
reinició la canción que de "Los Tigres del Norte"
se estaba escuchando cuando llegaron a esa región.
Parecía no haber avanzado, parecía como sí
no hubiera pasado el tiempo.

  • ¡Órale!

  • Te lo dije. Y eso no es
    nada.

  • ¿Hay más?

  • Bueno otras versiones más
    terrenas.

  • ¿Terrenas?

  • Si, hay quien le achaca las
    desapariciones a los judiciales.

  • ¿Judiciales?¿La
    policía?

  • Los mismos, ya ves que son unos
    desgraciado.

  • Eso que ni qué. Que ni me lo
    digas.

  • Pus con el pretexto de buscar
    drogas, detienen a quien tiene la mala suerte de pasar por
    aquí y, los desaparecen en el desierto y ni
    pa cuando. El desierto es muy grandote. Así
    que cuídate cuando pases por aquí porque
    marcianitos o judas lo mismo te desaparecen.

De ahí en adelante el viaje
transcurrió sin mayores sobresaltos llegando a Nuevo
Laredo en donde y por las señales de peligro radioactivo
pasaron como Moisés por el Mar Rojo y sin contratiempos y
después de una sucinta revisión se encontraron en
Laredo.

  • Bueno jovencito, hasta aquí
    llego. Pa delante es tu bronca y sólo tu
    bronca. Suerte.

  • Gracias, espero encontrarte de
    nuevo.

  • Quién quite, este mundo es muy
    chiquito.

Sus pensamientos y recuerdos se vieron
interrumpidos por el ulular de una sirena. Era una ambulancia
militar la que con su desgarrador grito trataba de abrirse paso
en un inexistente tráfico ya que De Jesús se dio
cuenta que ese momento solamente Él transitaba por la
cinta asfáltica, una recta de varios kilómetros y
que además de un ancho del doble de lo que había
estado acostumbrado en tramos anteriores.

Soltó el pedal del acelerador, la
velocidad disminuyó al tiempo que maniobraba dirigiendo el
Mustang al lado del carril derecho. Miró por el retrovisor
y al tiempo que la ambulancia lo rebasaba por su izquierda se
percató que tras la misma le seguían un convoy de
otros cuando menos tres vehículos color verde olivo
característico de los transportes militares. En un abrir y
cerrar de ojos quedó materialmente encajonado con la
ambulancia que en rápida maniobra se colocó
exactamente delante del Mustang, un segundo vehículo se
emparejó a la izquierda y otro más con
sincrónica precisión al mismo tiempo que la
ambulancia mediante matemáticos y hábiles
movimientos completó la maniobra que dejó realmente
encajonado a De Jesús con el Mustang.

La rapidez de la maniobra lo dejó
atónito y hubo de reaccionar con la premura de las
circunstancias. Aplicó el pedal del freno calculando y
maniobrando de tal manera que no golpeara a ninguno de los
vehículos. El conjunto se detuvo al cabo de unos instantes
mismos que por la velocidad los llevó a recorrer algo
más de cien metros.

De Jesús permaneció quieto
por varios segundos aferrado al volante, sin mover más que
las orbitas de los ojos, atisbando a uno y a otro
lado.

No estaba cierto sí en realidad eran
militares, aunque tanto la ambulancia como los Hummer así
lo denotaban, primero por su color y enseguida por el
número en caracteres blancos y una enorme cifra igual a la
que sustituye las placas, asimismo el robótico movimiento
con el que fue rodeado cuando menos por una treintena de
militares vestidos con atuendos propios de
campaña.

Con ayuda de los espejos retrovisores y el
central se percató que lo mantenían
encañonado con lo que identificó como M1 y SRX-05
arma desarrollada totalmente en el país y que
competían a la par que las USI-AK-45.

Su asombro era mayúsculo al igual
que su sorpresa y qué decir del grado de
incomprensión. Simple y sencillamente, no entendía
nada.

Uno de los militares se acercó
cautelosa pero rápidamente al lado izquierdo al tiempo que
otro ejecutaba lo propio por el lado derecho. No estaban
embozados. El cañón de la metralleta lo
tenía a escasos quince centímetros, lo vio del
tamaño de un mortero y cruzó por su mente la
visión de un vómito ígneo seguido por
proyectiles que a esa distancia le negaban cualquier oportunidad
de errar su objetivo. Dejó el volante e instintivamente
levantó las manos al tiempo que de certero culatazo el
vidrio derecho estalló en miles de diminutos
vítreos granizos. Una mano enguantada liberó el
botón del seguro y la portezuela se abrió.
Sintió una autentica garra que cogiéndolo por la
nuca lo hizo que involuntariamente dejara el asiento de
conducir.

Con la habilidad de un movimiento de Karate
fue obligado a quedar tendido boca abajo al momento que
sentía una bota que en la cintura, innecesariamente
aseguraba su inmovilización.

El sudor producto del clima que no de
miedo, fluía empapando literalmente toda su epidermis al
tiempo que la adrenalina fluía a torrentes incontenibles
sin que la Cortisona fuera capaz de equilibra. Aunque, continuaba
sin entender lo que sucedía.

Sintió el frío
metálico de lo que supuso el cañón de alguna
arma en su nuca. No se atrevía ni siquiera a
pestañear, casi no respiraba.

En esa forzada posición fue cateado.
No tenía arma alguna, ni tan solo su practica navajita
suiza de cachas rojas recuerdo de una visita a su hermano mayor a
una obra en "El Caracol" en el Estado de Guerrero, una
Hidroeléctrica sobre el Balsas. Fue alzado con una fuerza
descomunal tomado del cinturón y obligado a recargar ambas
manos sobre el ardiente toldo del Mustang. Sintió y
soportó el dolor que le produjo quemaduras en ambas
palmas. Sin mediar orden de por medio pero con pendular
movimiento y con sendos empellones fue obligado a abrir el
compás y así permaneció por cuando menos
diez eternos minutos.

Levantó un poco la vista y la
fijó en una construcción de concreto, una especie
de obelisco enano, era una mojonera y recordó que estaba
en la imaginaria del Trópico de Cáncer. En sus
adentros resonó . . . "cuídate cuando pases
por aquí, porque marcianitos o judas lo mismo te
desaparecen"
. . .

Pensó para si; Marcianitos o judas .
. . ¡o militares!

Sin embargo, el asombro, la incertidumbre
de lo que venía, el desconocimiento del por qué,
del que no generaban en su ego miedo alguno, por el contrario de
nuevo su vicio, su maldito y gran vicio era alimentado con una
nueva emoción.

Su comportamiento de adrenalinomano
tenía respuesta tenia respuesta en un increíble
gozo interno. Nuevamente estaba corriendo y a qué
velocidad, en el filo de la navaja. Una navaja que aparentemente
no tenía fin.

Fue subido a uno de los vehículos
militares, en particular a la ambulancia que al fin
resultó ser un transporte de alta seguridad, blindado y
sin ventanillas. Antes de subir alcanzó a ver como el
Mustang era sometido a un bien estudiado y rápido
desmantelamiento. Sacaron asientos, desgarraron forros laterales
así como el toldo. El cofre y la cajuela estaban abiertos.
De los espacios entre el forro y los guardafangos traseros
sacaron varios bultos que aún a lo lejos fuero plenamente
identificados. Bultos casi del tamaño de una caja de
zapatos para niño o de niña que para el caso es lo
mismo, y la ya clásica envoltura de la conocida "Cinta
Canela" y barnizados con café bien cargado.

  • ¿Macedo me hizo esto?. No puede
    ser, no lo creo, siempre me trató como a un hijo. No
    puede ser.

Veintiún kilogramos con ochocientos
gramos de cocaína al noventa y ocho por ciento de pureza
la que después de siete u ocho "Cortes" generaría
ganancias por varios millones de dólares.

De Jesús soportó lo que ya
sabía iba a venir, interrogatorio, torturas físicas
y sicológicas hasta el bolígrafo que fue
hábilmente evadido.

Este último fue literalmente
manejado al antojo del detenido ya que aplicó todos los
trucos que había aprendido algunos y descubierto otros en
su paso por "Inteligencia".

En esa época estando al otro lado de
ese momento, empezó a engendrar en su mente la posibilidad
de evadir la prueba del bolígrafo. Leyó cuanto
libro, artículo o apunte encontró al respecto
cuidando que ninguno de sus compañeros se percatara de su
particular investigación. Ideó un sistema de
auto-interrogatorio para probar sus teorías. Pregunta a
pregunta conformó un amplio interrogatorio de cien
inquisiciones y empezó a leer pausadamente una a una
grabando todo el interrogatorio en una grabadora portátil
dando tiempo suficiente para dar tiempo a contestar.

Cuando hubo de haber terminado se
levantó y dirigiéndose al baño, lavó
dos, tres veces las manos, se refrescó la cara haciendo
cueco con ambas palmas se despabiló lanzándose en
varias ocasiones agua fría a la cara. Tomó varios
tramos de papel y se secó ayudándose de la secadora
eléctrica. Alisó sus cortos cabellos y
regresó al escritorio donde había preparado el
bolígrafo, efectuó una última
verificación. Las plumas cumplieron la parte final del
protocolo de prueba. Finalmente se escuchó un
monótono zumbido y cinco plumas dejaron su raya
interminable sin variación alguna. Pulsó el
botón naranja y el aparato entró en una
condición de "Espera". Tomó un algodón
humedecido en alcohol y limpió ambos dedos índice y
tres áreas bien definidas en su pectoral, los primeros
habrían de recibir la mordida casi imperceptible de dos
"Caimanes" conexiones que se abrían como dos
mandíbulas que recordaban ni más ni menos al saurio
del que provenía su nombre, los segundos y posterior a la
aplicación de frío gel recibirían diminutas
ventosas de plástico transparente que se adherirían
mediante la simple reacción de la creación de un
relativo vacío.

Oprimió el botón que
permitía dar inicio a la grabación previa de cien
interrogantes.

Entre pregunta y pregunta había
tenido cuidado de dejar espacio de tiempo de diez segundos,
tiempo en el que aplicó su teoría de escuchar la
pregunta, plantearse una operación matemática
sencilla y a su antojo pensar en dos posibilidades; una falsa y
otra verdadera, es decir, a la primera pregunta acerca de su
nombre, pensó; "Dos más dos, cinco" y
contestó; "No", la siguiente pregunta; "¿Has estado
en arrancones?", Pensó; "dos más dos, cuatro" y
contestó; "No". Al cabo de casi veinticinco minutos
empezó a verificar aún sin haber desconectado las
cinco terminales que su efectividad había sido
perfecta.

¡El bolígrafo se podía
engañar!.

Nadie supo de su experimento, ni de su
teoría. A nadie se lo comentó
jamás.

¡El bolígrafo no era
infalible!

Ahora salía airoso, a su manera, de
largos interrogatorios después de los que varias
policías no lograron arrancarle dato alguno por el cual
supieran el origen de los veintiún kilogramos con
ochocientos gramos de cocaína cuidadosamente
empacados.

Recordó, un comentario de Macedo;
"En la política no tienes amigos ni enemigos, solo
aliados":

¿Qué era
Él?¿Amigo?¿Enemigo?¿Aliado?. No lo
entendía.

Recluido en una celda sin luz de día
perdió la noción del tiempo y nunca supo
cuántos días transcurrieron. Era "Alimentado" una
vez al día, aunque cambiando la hora. Se mantuvo
lúcido gracias a que puso en práctica sus
conocimientos en disciplinas orientales, en particular el
Aikido. Aceptó el pocillo, todo despostillado, a
medio llenar de lo que se supone era atole sin sabor, sin
azúcar y media pieza de bolillo que en casi todas las
ocasiones iba cubierto cuando no de una lama gris, de lamparones
verdes. En su imaginación convertía esa
raquítica ración en suculentos manjares.

Entre raciones, meditaba y recordaba
cómo es que Carlos lo había invitado primero y
posteriormente convencido a que practicara aquella milenaria
disciplina. Tal fue su entusiasmo que antes de la tercera
sesión al salir de la oficina donde coincidentemente
laboraban, salió corriendo a adquirir su
"Karateji" en un "Dojo" allá por la
calle de Amores en la Colonia Narvarte que el mismo Carlos le
recomendó;

  • Te recomiendo que vayas a ese
    "Dojo", pero ni se te ocurra preguntar por el
    "Sensei" ya que Pablo, que así se llama, ni
    te va a pelar en ese momento ni de ahí hasta el fin de
    los tiempos.

  • ¿Entonces cómo debo
    decirle?

  • "Sensee", sin la
    "i"

  • Bueno

Fue a la calle donde dejaba estacionado su
"Vocho" al cuidado de Bertín, jovencito que se encargaba
de cuidar y además por módica cuota hasta de lavar
por fuera y por dentro los autos que le encomendaban. Acaparaba
una cuadra completa a espaldas de la oficina donde laboraban De
Jesús y Carlos. Por cierto hay quien comentaba que en
realidad ese espacio era una concesión que los patrulleros
le concedían a Bertín a condición de ser
coparticipes de las propinas que le dejaban los propietarios de
los automóviles.

Hubieron de pasar muchos años para
que en el mismo predio de las oficinas que además era
ocupado por el Cine Chapultepec, se construyera el edificio que
por muchos años fue el más alto de
Latinoamérica y por ende del país, la denominada
"Torre Mayor".

  • Buenas tardes.

  • Buenas tardes. ¿En qué
    puedo servirte?

  • Verás, me recomendaron este
    "Dojo" para conseguir mí
    "Karateji".

  • Mmmm, pues estimo que tu talla es
    cinco.

  • ¿Cinco? Mmmm pensé que
    mí tala es 44, extra grande.

  • No, para esta vestimenta, sólo
    hay cinco tallas.

  • ¿Entonces la mía es la
    más grande?

  • No, hay más grandes pero son
    cinco y una letra. Tu eres solamente cinco.

  • Bien. ¿Y cuál es su
    precio?

  • Acaban de enviarme unos genuinos
    japoneses a precio muy cómodo, sólo que los
    tengo en casa.

  • ¿Y cuando los tendrás
    aquí?

  • Sí te esperas, en una media hora
    me lo traen.

  • Está bien, pero
    ¿Cuál es su precio?

  • Mmmm, por ser recomendado de Carlos te
    lo voy a poner en quinientos pesos.

  • Está bien, lo espero

  • Sí gustas puedes tomar asiento.
    Aquí hay algunas revistas.

  • Gracias.

De Jesús empezó a hojear
alguna de las revistas, todas sobre disciplinas orientales, desde
luego el Aikido, Judo, Ju-Jitsu, Karate, Kung-Fu y hasta
Acupuntura y otra más de Medicina Oriental.

  • ¿Cómo te
    llamas?

  • De Jesús

  • ¿Qué
    más?

  • Sólo De Jesús.

  • Bien De Jesús, ¿Para
    qué quieres practicar Aikido? Tu no lo
    necesitas. Cuando se te presente un problema, lo primero que
    harás será darte la vuelta y no porque seas
    cobarde, por el contrario siempre tratas y tratarás de
    arreglar los problemas platicando y sí te siguen,
    correrás y sí te alcanzan y te lanzan un golpe
    este nunca llegará ya que tu asentarás
    primero.

  • No, no, no, de ninguna manera. Lo que
    pretendo es hacer algo de ejercicio, estar en forma,
    sólo para eso.

  • Que bien por ti, y por el que se te
    atraviese. Mira ya llegó tu "Karateji",
    ¡Suerte! Y aquí estoy a tus ordenes.

Empuñó la mano derecha, la
cubrió con la palma izquierda, las llevó a la
altura de sus ojos, hizo una reverencia y se despidió de
De Jesús con una pequeña frase que no
alcanzó a entender y que seguramente pronunció en
idioma japonés.

Acudió puntualmente tres veces por
semana a la bodega, que no "Dojo", donde una veintena de
personas entre jóvenes, y no tan jóvenes y dos
damas iban absorbiendo poco a poco los secretos de la
disciplina.

De Jesús mostró desde el
inicio una habilidad un poco, bastante mayor y mejor que los
demás elementos del heterogéneo y asimiló
rápidamente los principios tanto físicos como
espirituales llegando a combinar fuerza y mente en un autocontrol
que rayaba en la catalepsia o suspensión vital a voluntad
regulando su Frecuencia Cardiaca al mínimo y que decir de
su respiración, acciones que controlaba a su
disposición dando como resultado una técnica de
supervivencia con el mínimo de alimentación y de
agua.

Todas las enseñanzas ahora le
permitían sobrevivir en la mazmorra a la que había
sido sometido posterior a los días de interrogatorios a
los que se vio avasallado.

Tras un largo peregrinar con cambios en su
mayoría nocturnos y con los ojos vendados, esposado de
píes y manos finalmente fue asignado al Penal de San Luis
Potosí donde diversas autoridades y órganos
policiales suponían llegaría como un
auténtico desconocido. Y efectivamente su ingreso
aparentemente pasó inadvertido aunque esto sólo
para los custodios y demás personal administrativo pero la
misma noche de su ingreso fue visitado por corta comisión
que conformaban los internos con más antigüedad
así como los que regenteaban cada una de las diez
estancias incluyendo a la de "Los Peligrosos", así como
también la "Jota" que en su letra lleva el nombre y el por
qué.

  • Sabemos quien eres y aquí no
    tendrás problema alguno con naiden de
    nosotros ansina mesmo los custodios no se
    atreverán a tocarte.

  • ¿? Bueno, pues
    gracias,

Cada uno lo saludó apenas
tocándose ambas palmas derechas, cerrando el puño y
dándose mutuamente un suave golpe y juntando sus hombros,
sólo del lado derecho similar a la embestida que estilan
los jugadores de fútbol americano.

Fueron interminables sesiones nocturnas
durante las cuales y a manera de Terapia de Grupo de Ayuda,
escuchó y se desfogó transmitiendo sus vivencias y
no tan sólo los momentos en que había rebasado la
línea de la legalidad o que la habían pasado y
alguien lo había notado ya que son más los
delincuentes fuera que dentro de los penales y eso contando a los
llamados "Delincuentes de Cuello Blanco" y qué decir de
los Políticos, empresarios y hasta sacerdotes, pastores o
ministros y jueces, aunque para someterlos a todos es posible que
varias ciudades se convirtieran en auténticos
penales.

Durante esas sesiones sucedía el
único momento que cada uno aceptaba su culpabilidad lo que
fuera de ese circulo no admitirían ante nadie, así
fuera su propia progenitora. Todos eran inocentes y así lo
predicaban cada vez que tenían oportunidad ante cualquier
externo que se cruzara en su camino.

  • Buenas noches. Me llamo De Jesús
    y soy un delincuente.

Iniciaban su intervención recibiendo
una respuesta a coro;

  • Bienvenido De Jesús, Buenas
    Noches.

Su proceso fue relativamente rápido
y al cabo de "Tan Solo" trece meses fue dictada
sentencia;

Por delitos contra la salud, transporte
interestatal de droga en su modalidad de cocaína, intento
de fuga (¿?), oposición al arresto (¿?),
golpear a diez agentes federales (¿?), conducir a exceso
de velocidad (¿?), conducir vehículo con reporte de
robo en Costa Rica (¿?), conducción peligrosa en
carretera federal (¿?), encubrimiento y una decena de
delitos en los que sólo faltó; robo de quesos,
empolvar una patrulla de caminos, quitarle sus Ray-Van a dos
policías de Caminos y burlarse hasta la saciedad de los
mismos, fue sentenciado a ¡Veinte Años! de
reclusión en el Penal Federal de San Luis Potosí.
De Jesús mantuvo la vista fija durante las casi dos horas
que duró la Audiencia de Sentencia. Los recuerdos se
embotaban en su memoria y sólo al escuchar; ¡Veinte
Años!, Sintió como, de nuevo, la adrenalina se
abría paso dentro de su organismo como alud sin
control.

A indicación del juez fue tomado de
ambos brazos por malencarados custodios que sí por su
apariencia fuera cumplirían y con creces la imagen de
quien provoca miedo, temor, odio, resabio, menoscabo, ignominia,
vergüenza, aunque nunca respeto.

Caminó de vuelta a la celda que
compartía con otros tres internos. Las manos en los
bolsillos traseros de su pantalón, cabizbajo, pensativo.
Sabía a lo que se enfrentaría y o tenía
temor ni el menor asomo de miedo, más bien iba planeando
su vida par los próximos veinte años o catorce
sí es que observaba buena conducta, algo como "Un
Dieciséis" debajo de lo imposible, es decir, "Una
Piscacha", "Un Pelo de Rana", como decía el Tío
Carlos hermano de su mamá.

Por cierto que para afirmar la
teoría, "Radio Pasillo" funcionó a la
perfección y antes de llegar a su celda ya todos sin
excepción, estaban enterados de su sentencia. Es
más sin hacer uso del Internet, Socorro, su última
compañera o al menos la última que había
conocido, se encargó casi al tiempo de emitir sentencia,
de "Amablemente" comunicárselo a la mamá de De
Jesús.

El golpe emocional fue cruel y
durísimo y aunque era noticia esperada desde . . . de toda
la vida, su desgastado organismo resintió la
situación de su hijo, carne de su carne, sangre de su
sangre del cual podría no estar muy orgullosa que digamos,
pero del cual nunca se avergonzaría.

En cierta ocasión le dijo al hermano
mayor de De Jesús;

  • "¡Hay hijo, como duelen los
    hijos! Por eso se les quiere tanto".

Así como perdió hijos a punto
de nacer o recién nacidos o ya casi adultos, como
recibió nietos en sus manos y en sus manos expiraron,
así lo soportó todo hasta la actitud pasiva de
sentarse a ver morir poco a poco a dos de sus hijos, bueno, la
hermana de De Jesús que cayó en las garras del
alcohol y al propio que en su afán de vivir al filo de la
navaja la mantuvo en una permanente plegaria a su Ser Superior a
fin de que ambos lograran zafarse de ese destino, destino que al
fin fue su decisión propia, aunque el saberse no culpable,
nunca dejó de preocuparse.

Su ya de por si diezmado corazón
sufrió las consecuencias del destino de sus hijos. Su
salud fue en detrimento a pasos acelerados la que se vio
complicada con variaciones en más o en menos de su nivel
de glucosa.

Peor fue la reacción que
sufrió cuando a mucha insistencia otro de sus hijos
accedió a llevarla a San Luis Potosí a fin de
visitar a De Jesús.

Desdichadamente el día en que
convenció a su otro hijo llegaron al penal escasos minutos
antes que terminara la vista misma que se repetiría hasta
dos días después. ¿Cómo invertir el
tiempo que deberían permanecer en espera? Se le
ocurrió que San Juan de los Lagos, donde se venera a la
Virgen del mismo nombre, estaba cerca, bueno;

  • Cuando menos, más cerca que
    cuando estamos en casa. ¿No es cierto?.

  • Bueno en eso si que tienes
    razón, pero . . .

  • Ya ves, lo que pasa es que no me
    quieres llevar. Mira ya que vamos a esperar día y
    medio, bien podemos aprovechar y visitar a San Juanita de los
    Lagos. ¿No crees?

  • Esta bien, vamos, sirve que llegamos a
    dormir.

  • Gracias hijo.

La visita para cumplir con su fe
transcurrió sin mayores sobresaltos que lo que puede
considerarse como normal de modo que el día de vista
llegaron con una antelación de más de dos horas lo
que permitió formar parte de los primeros cien visitantes,
lo que representaba también dos horas más de
reunión.

Tuvieron que soportar los penosos
trámites de paso por "Aduana" y hasta tres revisiones
siendo la más benévola donde simplemente les
vendieron unos dizque "Boletos para la Rifa", un simple pedazo de
papel arrugado, mal cortado y sin más leyenda que; "RIFA
DE UN PAQUETE".

  • ¿Paquete?¿De
    qué?¿Cuándo?¿Dónde?¿Costo
    del Boleto?¿Quién organizaba?.

Ninguna de estas preguntas tenía
respuesta pero veladamente les exigieron "Veinte pesitos" como
les dijo el custodio que les tocó en suerte los
revisara.

En una de esas revisiones intermedias les
dijeron que los zapatos que llevaban no eran permitidos a vistas
por lo que tendrían que salir y comprarse unas sandalias
pero que lo más seguro es que ya no pudieran entrar de
nuevo ya que había muchas visitas, pero . . . el mismo
guardia, les ofreció "Alquilarles" unas sandalias que
casualmente tenía por ahí por sólo "Veinte
pesitos", sin más alternativa aceptaron, pero no
podían pasar sus zapatos por lo que el mismo guardia se
ofreció a cuidárselos, pero . . . desde luego que
tenían que cooperar con otros "Veinte pesitos", aunque
cuidaría los dos pares.

En la tercera revisión solamente les
"Desaparecieron" la mitad de las vituallas que pretendían
ingresar.

Por fin atravesaron una puerta doble y les
fue solicitada, no con muy buenos modales, una
identificación oficial que no fuera Licencia de Conducir,
ni Credenciales de alguna escuela, ni Credenciales de
algún Partido Político, ni Credenciales de
algún deportivo, ni Gafetes de Trabajo, ni Credencial del
INAPAM, menos del INSEN lo cual sólo dejaba permitido el
Pasaporte, aunque quién iba a ir a un Penal con Pasaporte,
o Credencial de Elector o del IFE.

Afortunadamente la llevaban, pero como no
podían ingresar otra identificación tenían
que dejar en resguardo todo lo demás acompañado de
"Veinte pesitos" por los que, desde luego, no recibirían
recibo o contraseña alguna.

  • ¿Y cómo las
    recogemos?

  • Pasen, pasen o los regreso.

  • Pero ¿Cómo las
    recogemos?

  • Con su nombre. Aquí no se las
    van a robar, aquí están seguras, aquí no
    hay rateros

  • ¿?

No tuvieron más que avanzar ya que
la fila empezaba a inquietarse.

  • Avancen, avancen.

Por fin traspusieron lo que creían
era la última puerta pero una vez que lo hicieron fueron
copados por cuando menos media docena de internos que
ofrecían su servicio de estafeta a fin de avisarle a su
interno que tenía visita. De esa media docena a cual
más ofrecía un terrible aspecto capaz de asustar al
mismo miedo.

Obvio que nuevamente tuvieron que
desprenderse de "Veinte pesitos" aunque en esta ocasión
sólo fue una cuota.

La eficiencia de comunicación
interna resulta excelente ya que con simples señas y tres
cortos chiflidos fue suficiente para que en escasos par de
minutos, De Jesús se presentara en la puerta que marca el
límite de tránsito permitido a los internos con la
excepción del comité de recepción, nombre
que identifica a los encargados de mandar llamar a los
visitados.

La primera reacción fue representada
por un tierno y a la vez fuerte y prolongado abrazo que hizo que
ambos derramaran silencioso llanto. Después de casi tres
minutos, De Jesús saludó igual, aunque con menor
intensidad, a su hermano.

  • Gracias mano, muchas gracias.
    Nunca hubiera querido que me vieran así, pero ya
    ves.

  • No te preocupes.

Pasó el brazo por encima de los
hombros de su mamá Y en silencio se encaminaron a una sal
enorme donde ocuparon una mesa acondicionada con cuatro sillas de
madera, asientos tapizados, un limpio mantel te tela decorada a
vistosos cuadros verde y blanco y sin que lo notaran, cuatro
internos se apostaron a discreta distancia con actitud de
vigilantes por no decir guardaespaldas o "Guaruras".

Sin solicitarlo un quinto interno les
ofreció refrescos de lata, sin destapar.

  • Así no hay pierde, nunca acepten
    que les sirvan abiertos porque te pueden haber echado algo.
    Mejor así.

Les comentó De
Jesús.

La misma persona también dejó
un servilletero y sin más se retiro. Esta operación
la repitió en reiteradas ocasiones. Cuando no dejando
bolsa, siempre sin abrir, de papas fritas, chicharrones,
cacahuates japoneses y hasta un frasco con dulces de los que se
promueven como "Para Diabéticos".

Efectivamente la mamá de De
Jesús padecía Diabetes desde cuando menos una
década.

En vano decir que las mesas que circundaban
a la que ocupaban, nunca fueron ocupadas, lo que les
permitió platicar por largo rato.

De Jesús se refirió a muchos
tópicos eludiendo hacer referencia a su estancia forzada,
sus motivos y sus causas.

Alguien se encargó de recalentar las
viandas que su madre llevó y nuevamente fueron atendidos.
Comieron los tres sin que nadie los molestara y con un servicio
espléndido ya que aparte de los manteles individuales de
tela deshilados al estilo de Oaxaca, les proporcionaron cubiertos
metálicos incluyendo cuchillo y vasos de vidrio
relucientes al extremo. Era un día especial para De
Jesús y así fue tratado por sus compañeros
sabedor de que algún día también a Él
le tocaría el rol de atender de igual manera a la
progenitora de alguno de sus compañeros. No es que tuviera
una distinción especial. Así se las gastaban esos
hombres, escoria de la sociedad, parias del destino.

Una vez que terminaron, coincidió
con el termino de la visita por lo que De Jesús
empezó a despedirse de su madre así como con un
simple gesto de su hermano.

Salieron del salón y atravesaron un
amplio patio donde grupos los internos se dedicaban a varias
actividades. En una esquina bajo estropeada lona que en un tiempo
fue de color azul, un grupo entonaba cantos cristianos dirigidos
por un también interno con aspecto de pastor que ya
peinaba abundantes canas. Se notaba que era uno de los de mayor
edad.

Haciendo una especie de pasillo por donde
forzosamente habrían de pasar, unos diez internos
exponían para su venta algunas de las artesanías
por ellos elaboradas, Cuadros en "Tercera Dimensión",
Búhos tejidos con hilo Crochet, Cajas y Porta-retratos
elaborados curiosamente con palitos de paleta, Flores de Papel
Crepé, etc.

Más allá y a la vista de
internos y custodios un interno con no muy buen talante
ofrecía abierta y descaradamente carrujos de
marihuana;

  • ¡A quince, quince, quince, quince
    "Varos"!. De la buena, garantizada.

Pregonaba a viva voz ante la indeferencia
de propios y extraños, el narco-menudista.

En el transcurso de la caminata se les
acercaron varias veces los internos, unos pidiendo descaradamente
para seguir en su "Viaje", en su vicio, vicio que no se
requería indagar ya que era manifiesto el olor a "Petate"
o a alcohol.

Tras una cerca de malla ciclónica un
grupo practicaba con sencillos aparatos, el
físico-culturismo y más allá dos
"Quintillas" practicaban una especia de combinación de
básquetbol y defensa personal.

En otro patio y haciendo rueda una docena
de internos pulsaban sus bien cuidadas guitarras y entonaban
canciones que iban desde boleros hasta rancheras.

Unos más sólo paseaban con
las manos en los bolsillos y cabizbajos.

Llegaron a una raya marcada a manera de
entre-calle de tabiques extruídos en color amarillo en el
pasillo de concreto.

  • Bueno, hasta aquí llega mi
    mundo, no puedo ni debo pisar siquiera esa línea,
    aquí me despido. Caminen derecho y por favor no
    volteen para atrás, vayan directo a la puerta y no se
    les olvide recoger su identificación.

  • Dios te bendiga.

Le dijo su madre, dándole su
bendición.

  • Nos vemos.

Fue la despedida de su hermano a lo que
contestó lo mismo.

  • Nos vemos.

Dejaban viva la imagen de la derrota y la
decepción con un futuro incierto.

  • No te creas hijo, mientras esté
    aquí adentro, cuando menos tengo la certeza de
    dónde está.

Fue el comentario que hizo su madre a su
hermano ya de salida.

Salieron como se los había indicado
y volvieron a pasar todos los trámites ahora a la inversa
solamente que ahora no hubo "Veinte pesitos" para nada
sólo la mala cara y mal modo de los guardias.

Mostraron varias veces el dorso de su
muñeca al paso por una lámpara de luz ultravioleta,
era una de las seguridades a fin de evitar la evasión de
algún interno.

  • ¿Se han escapado?

  • Hasta con uniforme de custodio o de
    traje y corbata o hasta vestidos de mujer, hubo uno que
    salió vestido con sotana repartiendo bendiciones como
    sí fueran indulgencias.

  • ¿?

Fue hasta que estuvieron afuera que su
madre soltó toda la tensión y aunque no era la
primera vez que lo visitaba en esa circunstancias no dejaba de
ser sumamente doloroso y lo peor, lo que sentía, su
corazón iba absorbiendo esas emociones acercándose
minuto a minuto a la muerte silenciosa, ¡El
Infarto!.

Fueron escasas las oportunidades que se
presentaron para recibir nuevamente la vista de su madre. En una
de esas ocasiones, a decir verdad la última vez, le
comentó que había solicitado su traslado al Penal
de las Islas Marías.

  • Ahí cuando menos no hay
    rejas.

  • Creo que allá si que me va a
    resultar más difícil visitarte.

Le dijo en son de broma su
madre.

  • No te preocupes. Con buena conducta
    salgo antes. Ya estoy tramitando dar clases de primaria y
    secundaria abierta y tal vez hasta en la escuela oficial
    donde asisten los hijos de los "Colonos".

  • Espero en Dios y la Santísima
    Virgen de Guadalupe, Nuestra Señora de San Juan de los
    Lagos y la milagrosa Virgen del Carmen que te acepten y que
    sea para tu bien.

  • No te preocupes, verás que si se
    me hace.

Fue la última vez que platicaron
aunque en un par de ocasiones se comunicó
telefónicamente, una en su cumpleaños y otra el
veintiocho de septiembre para decirle que lo había
aceptado a pesar de su edad y que salía en una hora en la
"Cuerda" a las Islas.

  • Ya se me hizo jefecita, me voy a las
    Islas Marías.

  • Llevas mi bendición, el Manto
    Sagrado de la Virgen te cubra y te lleve por buen
    camino.

El crédito de la tarjeta
telefónica se agotaba y se dejo escuchar la alarma de
cinco segundos restantes, sólo alcanzó a
decirle;

  • Te quiero hijo,
    cuídate.

En el mundo penitenciario, salir de
cualquier prisión para terminar de purgar una condena en
las Islas Marías, es casi como salir del infierno, para
entrar al cielo.

Al llegar a bordo de un tetramotor de la
Fuerza Aérea Mexicana junto con otros cuarenta y cuatro
"Afortunados" fue formado en grupos de quince y a
continuación esto fue lo que escuchó de voz del
director de la colonia Penal Islas Marías, Saúl
Beltrán Mantera;

  • Señores, sean ustedes
    bienvenidos, están ustedes ingresando el día de
    hoy a la colonia Penal Federal Islas
    Marías.

Cómo ustedes quieran que los
tratemos los vamos a tratar, de ustedes depende, aquí se
puede vivir y se puede vivir bien. Señores hay que
respetar el reglamento, las normas y a cambio de eso se puede
vivir bien.

Después recordaría en un
cuaderno que le sirvió de diario aunque las anotaciones
fueron muy esporádicas;

  • Haz de cuenta que llegue a la gloria,
    porque me siento libre, no tengo la misma presión que
    tenía allá en los reclusorios

Cuando bajaba del avión uno de los
internos decía:

  • ¿Me deja echarme a correr?", Y
    no era por escaparse de nada sino que simplemente
    decía: la sensación de libertad que siento es
    otra ¿No?

Cuando a otro interno le llegó su
turno de comentar, dijo:

  • Mi nombre es Rubén, tengo la
    edad de 30 años y vengo por delitos contra la salud.
    Realmente ya no queremos ser delincuentes, hemos aprendido
    que llevar una vida recta es lo mejor y ahora con la estancia
    en prisión que hemos tenido pues hemos rectificado
    nuestro camino"

Silvano, colaborador en el restaurante del
Capitán Macedo, comentó;

  • Tengo 44 años, ahí en la
    cárcel tenía demasiada presión, yo hasta
    llegue al punto de pensar que ahí me iba a morir, que
    nunca saldría y que perdería a mi familia, a
    mis hijos, eso pensaba cada día, no tenía idea
    de cuándo iba a terminar todo esto, pues no lo
    sabía, pero que me han dado esta oportunidad no la voy
    a desperdiciar.

"El Chavo Palancas" como se le
conocía a David Espinal comentaba;

  • En la vida del criminal, uno no lo
    piensa, lo hace, ya cuando lo sentencian a muchos
    años, uno se arrepiente.

Se dio cuenta que la libertad reglamentada
que se vive en este penal bajo la convivencia familiar es
importante para que el individuo encuentre su integración
a la sociedad. Y ya estando ahí se dio cuenta, en lo
personal que es un ambiente de libertad total, no-total pero si
existe mucha libertad.

Después se enteraría que las
Islas Marías funcionan como Colonia Penal desde principios
del siglo pasado cuando el entonces presidente Porfirio
Díaz así o dispuso, aunque en los sesentas se
ganó una justificada fama como el peor de los castigos,
una cárcel dura, la más dura de entonces, en donde
todo era oscuro, los castigos rallaban en el tormento, no los
dejaban ir a ningún lado, los golpeaban, los
maltrataban.

Actualmente la situación ha
cambiado.

  • Oye te estoy hablando de las Islas
    Marías. Me trasladaron para acá, nada
    más me tardé para avisarles porque no les
    había avisado del traslado, para que sepan que estoy
    bien.

Fue la llamada que rápida le
comentó a su hermano.

  • ¿Y por qué?

  • Porque yo me apunté, es
    voluntario, nada más que no les había avisado
    porque como ya me había apuntado en años
    anteriores y no se había hecho el traslado
    pensé que este tampoco lo iban a hacer, pero este si
    lo hicieron, no yo estoy bien gracias a Dios, mucho mejor de
    donde estaba.

  • Sí, pues que bueno, si crees que
    vas a estar mejor ahí pues que así
    sea.

  • Así es, porque ya estoy bien
    aquí, aquí se acabaron las rejas, se acabaron
    los candados, ya no estoy encerrado nada más que estoy
    en una isla, pero no, no importa estoy mucho
    mejor".

Hace más de cuarenta años,
estos fueron los muros de agua, con el paso del tiempo las Islas
Marías se ha convertido en un modelo del sistema
penitenciario. Hasta hace muy poco esta colonia penal, estuvo a
punto de desaparecer, hoy el Gobierno Federal pretende
rehabilitar la única cárcel en México, sin
rejas, hacer realidad el concepto de
"Rehabilitación".

  • Este es un lugar lejos de la gente
    ordinaria, estamos en una isla, en medio del mar y pienso que
    aquí, si uno pone de su parte, se readapta como debe
    de ser, porque aquí no hay tantas rejas, aquí
    hay puertas abiertas y pues esta el mar, y allá pues
    todo era órdenes y castigos y todo eso, entonces nos
    tenían como esclavos.

  • El director en las Islas Marías
    reitera que es "un convencido de que la readaptación
    existe y por eso estoy aquí y quiero manifestarle que
    el artículo 18 constitucional menciona que la base de
    la readaptación debe de ser el estudio, el trabajo y
    la capacitación para el mismo, aquí se estudia,
    se trabaja como obligación que es la "Melga" y tenemos
    la capacitación, dándose esto que lo que me
    exige a mi el 18 constitucional se cumple y por eso estoy
    convencido que la readaptación social se cumple en la
    isla. La vida en la isla es tan apacible, que parece todo
    menos una cárcel, le llaman "El Pueblo" y hasta cuenta
    con un restaurante en forma no como el del Capitán
    Macedo. Aquí hay trece campamentos de los cuales
    sólo funcionan cinco, cuando llegue había una
    población penitenciaria de sólo quinientos
    noventa y cinco de los cuales diecinueve son
    mujeres.

Ahí conoció a Doña
Ana, vive con su pequeño hijo, Luis, él no sabe que
esta en una cárcel, piensa que su madre es la costurera
del pueblo. Le comentó;

  • "Me ha dolido mucho la
    separación de mis hijos, porque tres tengo afuera y
    uno tengo aquí, entonces en una sentencia de veinte
    años, llevó doce y pues si es triste para uno.
    Yo vengo trasladada del otro lado y mi marido es el que
    hacía las cosas, yo si sabía, pero usted sabe,
    De Jesús que uno está entre la espada y la
    pared, es tu marido y como vas a poner a tu marido. Ahora me
    dieron la oportunidad de rehacer mí vida, ahora tengo
    una nueva pareja y la ilusión de salir algún
    día al continente. A mí pareja lo conocí
    aquí, en Islas Marías, que hace dos años
    salió libre y él viene a visitarme, es el
    papá de mi hijo que tengo horita y él
    nació aquí en el hospital de Islas
    Marías". Tengo la ilusión y meta de salir sana
    y salva de este lugar y yo sé que mis hijos me
    están esperando afuera".

Los jueves, en el muelle del campamento de
Balleto llega el barco de la Armada, que traslada a los
familiares de los internos.

Sólo en las Islas Marías, de
acuerdo a su buen comportamiento, los internos tienen el
beneficio de vivir con su familia. Aunque De Jesús no
piensa siquiera en una remota idea el trasladar a su familia, es
más ya deben de haberle entablado Demanda de Divorcio y
bien que se lo ganó.

El "Charchufas" le dijo;

  • No seas güey De Jesús,
    aquí hay una área para la convivencia familiar
    y esta es una opción que se nos da para cuando traje a
    mí esposa y a mis hijos y hasta me asignaron una casa,
    son unas casas que ya estaban construidas aquí, la
    rehabilitaron son casas muy bien hechas, dignas y pues yo si
    que me animé a traer a mí "Vieja" y mis
    "Chilpayates", esto si que es una mejor opción de
    vida.

Ahí De Jesús encontró
casi todo el Código Penal, desde homicidas, hasta
traficantes de droga, los únicos que no son admitidos en
esta colonia penal son aquellos internos procesados por crimen
organizado y delitos sexuales. En una carta que le envió a
su hermano le comentaba;

  • Aquí, la mayoría son
    "burreros", transportistas, sin más ambición
    que la necesidad o como yo que por el puro placer, tu sabes,
    la emoción. Hay algunos que andan trabajando por
    ahí y les ofrecen un dinero o les dan dinero, como
    quien dice, adelantado, pues ya lo tienen a uno para que lo
    haga y uno no se puede rajar porque muchas de las veces le
    dicen los compañeros; "No pues si ya
    recibistes el dinero tienes que hacerlo". Algunos
    vendieron su alma al diablo por tan sólo dos mil
    pesos, pero también hay quienes se arriesgaron por
    más de medio millón de pesos.

En la Islas la totalidad, como De
Jesús son víctimas de sus propios errores, la
mayoría de su ignorancia y en algunos casos de su
pobreza.

  • Pues hay más presos por ser
    pobres que por ser culpables, porque si hay muchos inocentes
    aquí en la cárcel yo veo mucha pobreza entre
    los internos quizá a algunos no los vistan ya ninguno
    de sus parientes, otros pues la mujer ya los dejó
    también. Es lo que más duele, porque cuando
    existe un amor, un cariño, acostumbrarse a una mujer,
    tener un hogar, una familia, si duele. Cae la noche en las
    Islas Marías, estamos en el campamento Morelos, los
    nuevos internos pasan lista, es una de las reglas tres veces
    al día. En la mañana, los nuevos internos ven
    algo que hace mucho no habían visto. En la isla, la
    melga o trabajo obligatorio comienza muy temprano. Hasta se
    levanta uno con ganas de trabajar, seguir adelante, y sin
    embargo, allá en el "Reclu" se levantaba uno todo
    amargado, con ganas de pelear y todo eso y aquí no,
    estoy viendo que todas las cosas son diferentes, hasta se
    levanta uno a gusto, contento, porque, porque me siento
    libre. Estamos ante un sistema penitenciario especial y que
    bueno porque es una nueva opción de vida para la
    readaptación social.

Ahora De Jesús sabía y
comprendía que la libertad no esta afuera, sino en uno
mismo.

  • Depende de las etapas que hayan
    transcurrido durante su estancia en el penal. Estamos
    personas que hemos pasado unas etapas criticas, duras y que
    llega el momento en que hacemos una reflexión de lo
    que ha sido nuestra vida y nos rehabilitamos y existen tal
    vez personas que no pasan las mismas etapas y que tal vez
    pueden no llegar a rehabilitarse, pero depende de cada
    persona, no depende del lugar donde uno se encuentre porque
    si me pongo a ver eso la gente que anda libre en las calles,
    esa anda libre, entonces ¿Por qué ellos caen en
    la delincuencia… si están libres?.

  • Así podría estar
    yo.

Retumbó en sus adentros aquella
última vez que escuchó la voz de su
madre:

  • Te quiero hijo.
    Cuídate

Ahora tenía muchas preguntas, pero
no todas tenían repuesta.

En esos momentos y a muchos
kilómetros de distancia su madre trataba de conciliar el
sueño después de que mentalmente y con toda la fe
de una madre, había lanzado a los cuatros lados las
bendiciones que a diario acostumbraba invocar al tiempo que en
sus adentros resonaba:

"Nadie nos da tantas alegrías
como los hijos, nadie nos da tantos dolores como los hijos. Por
eso se quieren tanto. Dios mío, quiero a mis hijos y nada
en el mundo va a cambiar eso"

 

Enviado por:

Norberto Villegas

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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