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De Jesús. Al filo de la navaja. Adrenlinomania Parte I




Enviado por Norberto Villegas



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    De Jesús. Al filo de la navaja. Adrenlinomania
    Parte I – Monografias.com

    De Jesús. Al filo de la navaja.
    Adrenlinomania Parte I

    De Jesús

    No recordaba cuándo se dio el
    principio. Se perdía en la memoria el inicio. De
    Jesús ahora tenía tiempo para cavilar sino para
    meditar, qué es lo que había pasado. Ahora su
    universo se reducía a un simple espacio que a lo ancho
    escasamente libraba el extender sus brazos en cruz, el techo,
    sí se estiraba un poco y levantaba un poco los talones
    apoyándose en la punta de las palmas de sus pies alcanzaba
    a tocarlo, bueno en principio su estatura y la flexibilidad
    propia de su ya ida juventud le permitían tocar lo que en
    su inicio fue una superficie alba y lisa, sin embargo, el humo de
    los cigarrillos consumidos la había tornado a un disparejo
    pavonado impregnado del característico olor a tabaco y,
    por qué no decirlo, otra hierbas. Que ahí la
    identificaban como; "El Perejil del Diablo". La pared del fondo
    tenía una ventana, bueno sí a esa abertura se le
    podía designar pomposamente con ese nombre. La entrada,
    bastante amplia y ventilada con una puerta de dos hojas de las
    cuales sólo una de ellas se deslizaba lateralmente y al
    cerrarla se dejaba escuchar un ruido seco, el ruido que produce
    el choque de acero con acero, el ruido que marcaba el
    último que escucharía posterior al largo toque de
    la sirena que marcaba el total silencio, el supuesto retiro al
    descanso, al reposo, a la meditación, a la
    cavilación, al examen de conciencia, . . . a pensar en
    nada, . . . a ver la oscuridad, . . . a ver lo que no se ve, . .
    . a oír lo que no se oye.

    Una noche al mes y más exactamente
    cada cuatro semanas la opaca luz lunar se colaba por la
    "ventana", que después de orientarse dedujo que daba al
    oriente.

    La puerta se abría,
    automática e invariablemente se deslizaba lentamente por
    espacio de quince segundos y aunque no contaba con despertador,
    nunca le hizo falta, siempre se despertaba antes que el hiriente
    chirrido que produce el deslizamiento de acero sobre acero. Al
    segundo quince debería estar fuera de su celda. Esa rutina
    había siso aplicada por primera vez en el Reclusorio
    Oriente y fue el inicio de un largo peregrinar de permanencias y
    más o menos largas estadías por un buen
    número de reclusorios a lo largo y ancho de todo el
    país.

    No recordaba cuándo se dio el
    principio. ¿Fue al tomar el lápiz de un
    compañero de banca en el primer año de
    instrucción primaria?¿O aquel día que
    acompañó a su mamá al supermercado y sin que
    alguien lo notara se embolsó unos dulces que
    engulliría a solas, escondido bajo uno de tantos autos del
    taller automotriz que a la postre se ubicaba al fondo de la casa
    que habitaba su familia allá por el rumbo de los
    panteones, cerca del obsoleto Toreo, vetusto coso taurino que fue
    construido en los linderos de la frontera del Distrito Federal
    con el Estado de México?¿O tal vez cuándo
    tomó el fajo de billetes cuando acompañó a
    su mamá a compra huevos para el consumo semanal que para
    la cuantiosa familia se contaban cuando menos en tres docenas?
    Por cierto, que si eran caros, él se encargó de
    balancear la compraventa y con mucho, claro que a su favor y
    además sin comentarle nada a nadie.

    Donde realmente no hubo balance fue en la
    atención paterna en cuanto al ingreso a la
    instrucción secundaria ya que era costumbre de su padre el
    dejarlos solos en el trámite que representa la
    preinscripción, a presentación al examen de
    admisión y en su caso el correspondiente trámite de
    inscripción.

    Realmente tenía razón aunque
    él mismo se encargaba de endurecer el concepto con aquello
    de que los dejaba solos para que se fueran curtiendo. Y De
    Jesús se curtió demasiado o ya estaba demasiado
    curtido.

    No recordaba cuando se dio el principio,
    cuándo se dio cuenta que no había necesidad en de
    lo que tomaba o de lo que hacía pero la emoción que
    sentía no se comparaba con nada, ni siquiera con la
    ilusión que año con año se presentaba la
    Noche de Reyes año con año cada día cinco de
    enero.

    La emoción de tener entre sus manos
    algo prohibido, como la escuadra calibre 38 que le proporcionaron
    los esbirros de un tal licenciado Lugo Cervantes Del Mar, en esa
    época secretario de gobernación y que
    competía encarnizadamente contra al menos media docena d4e
    aspirantes a ser nominado candidato presidencial del partido
    oficial lo que representaba automáticamente que el
    próximo día primero de diciembre fuera investido
    mediante la autentica pantomima de colocar una banda que cruzaba
    el pecho del hasta ese momento llamado "Presidente Electo". La
    lucha era de acuerdo alas reglas no establecidas por la
    podredumbre que siempre a caracterizado a los políticos,
    es decir, en pocas palabras, no había reglas, no se
    trataba de rodearse o de confiar en los amigos y de cuidarse de
    los enemigos. No, no había amigos ni enemigos, sólo
    aliados que cual sanguijuelas se dedicaban, y se dedican, a
    chupar sangre hasta que llega el turno de seguir chupando a
    instancias del siguiente candidato, virtual presidente y real
    semi-dios para el periodo que precedería al
    actual.

    Las secuelas que marcaron su infancia,
    marcaron también el inicio de su interior y callada
    rebeldía hacía todo lo que le rodeaba incluyendo su
    propia familia. Aún no razonaba del todo cuando se vio
    obligado a utilizar lentes oscuros pero de verás oscuros y
    para colmo con laterales y eso en una época en la que los
    de ya de por si y en una manera muy natural los niños de
    la edad eran crueles a no decir más, algo también
    por demás natural. Desde su ingreso a la primaria fue
    motivo de burlas y blanco de un sin número de comentarios
    y apodos. La herida que este episodio causó en su interior
    se ve acrecentada con el accidente que le ocurre al encender una
    fogata sobre la que él junto con sus vecinos empieza a
    saltar. Después de tres ruedas de brincos entre gritos,
    risas y algarabía, toca su turno con tan mala suerte que
    al apoyar su pie derecho lo hace al filo de una charola en la que
    habían depositado gasolina, saltándole y
    empapándole el pantalón el que se incendió
    tan rápido que no dio tiempo para tratar de apagarlo o de
    quitárselo. Ambas acciones nunca cruzaron por las
    incipientes mentes de sus compañeros de juego los que
    literalmente huyeron con excepción de su hermano menor que
    corrió a gritarles a sus papas que se encontraban
    recibiendo visitas.

    El reflejo de la mayoría fue normal
    para esos casos en los que, precisamente, la mayoría sabe
    qué hacer, cómo reaccionar pero que al presentarse
    un evento, no hacen nada ni actúan de forma alguna a no
    ser el empezar a lamentarse.

    Sin embargo y como siempre sucede, la
    reacción positiva emanó de su hermano que
    aún siendo menor de edad tomó un frasco de tinta
    para pluma de las llamadas "Fuente" y vertió todo el
    contenido sobre la quemadura que abarcaba desde la rodilla hasta
    casi el pie propiamente.

    Su padre ordenó a uno de sus
    hermanos mayores que corriera a la farmacia a comprar

    los linimentos adecuados para el caso de
    quemaduras. Después de dos viajes a la farmacia más
    cercana pero que distaba un poco más de un
    kilómetro y que efectuó mediante el servicio de
    autos de alquiler o taxis como se les identificaba que
    sustituyeron a los "Libres" y que en ese año y por su
    apariencia y color se les denominaban "Cocodrilos". Por fin y con
    auxilio de una vecina que ejercía enfermera le fueron
    aplicados algunos paliativos que al tiempo resultaron adecuados,
    tan adecuados como la reacción de su hermano de verter la
    tinta. Al paso del tiempo no quedó cicatriz alguna, si
    acaso en esa pierna se retrasó el crecimiento del
    vello.

    Sus genes rebeldes ya estaban alborotados y
    sus inquietudes empezaron a aflorar lo mismo que sus
    dudas.

    Habiendo nacido y crecido en el seno de una
    familia católica prácticamente aceptó
    propiamente por dar gusto a sus padres, hacer la Primera
    Comunión, rito que cumplió cabalmente sin que
    aflorara sospecha alguna del más incipiente asomo de
    alguna irregularidad, inclusive aceptó aparentemente y con
    bastante gusto el asistir cada cuarto sábado de mes a un
    rito conocido como "Adoración Nocturna" que es una especia
    de Retiro Espiritual que transcurre desde las nueve de la noche
    del sábado hasta las siete de la mañana siguiente
    entre rezos, momentos de meditación y horas de
    descanso.

    En realidad llevaba una doble personalidad,
    decía; "La iglesia quiere que estés en tu lugar,
    chocó con las ordenes; arrodíllate, párate,
    siéntate, arrodíllate y así hasta la
    monotonía". Y continuaba; "Cuando te decides a ser algo,
    puedes serlo, eso es lo que no te dicen en ningún lado, ya
    sea la iglesia, la escuela o hasta en la misma familia. Puedes
    estar en alguno de los dos bandos, puedes ser policía o
    delincuente. Cuándo esta frente a una arma cargada,
    ¿Cuál es la diferencia?

    Frente a su familia era el hijo que siempre
    estaba dispuesto a cooperar en cualquier tarea que se presentara
    pero en la escuela empezó a liderar algunos grupos de
    condiscípulos que definieron zonas prohibidas y hasta
    ciertas cuotas de protección a los vendedores ambulantes
    que se apostaban en las afueras de la escuela pública a la
    que asistía. Era ni más ni menos, una paradoja. Y
    continuaba con su filosofía; "El hombre hace su destino,
    nadie se lo regala, tienes que tomarlo".

    Su comportamiento familiar no cambió
    ni mostró modificación en su relación tanto
    con sus padres como para con sus hermanos, inclusive
    empezó a destacar por su actividad deportiva y en
    particular acrecentó su gusto por el fútbol,
    deporte en el que fue apoyado por uno de sus hermanos mayores.
    Fue una grata experiencia para ambos y eso a pesar que su primer
    temporada no tan sólo el triunfo brilló por su
    ausencia sino porque ni siquiera su equipo tuvo la fortuna de
    realizar por una vez, tan siquiera por una sola vez, un gol. Eso
    no decrementó en lo mínimo su entusiasmo por ese
    deporte aunque fue casi al final de su segundo torneo cuando por
    primera vez le tocó la suerte, la fortuna de anotar el
    primer gol de su equipo.

    Todos sus compañeros así como
    su hermano gritaron y brincaron por varios minutos y eso sin que
    influyera en el marcador en su contra por siete tantos contra
    uno, uno, uno solo pero con sabor a gloria. Esa tarde su hermano
    tal y como lo había prometido los levó al cine, a
    todos, pero cómo cumplir su promesa ya que eran
    dieciséis chamacos y el costo de las entradas al cine
    representaban unos buenos billetes de aquellos tiempos los cuales
    por cierto no abundaban en los bolsillos de su hermano ya que los
    clientes en el taller automotriz de su padre escaseaban y los
    cobros por las reparaciones de los automóviles o camiones
    ingresaban íntegros básicamente para la
    alimentación familiar. Aún así la
    situación no era tan precaria como para evitar que metiera
    a los dieciséis chamacos en su Chevrolet modelo cuarenta y
    uno, convertible aunque sin la capota, sin pintura y sin llanta
    de refacción y con tan sólo medio tanque de
    combustible o al menos aso indicaba el marcador del
    tablero.

    Subió el equipo al Chevrolito y
    realizó una rápida escala en el Mercado de Tacuba
    donde con envidiable estrategia adquirió ¡Veinte
    pesos! De fruta con lo que llenó dos bolsas de mandado de
    esa de malla plástica que tomó prestadas de su casa
    y se dirigió rumbo a Ciudad Satélite. Pasaron a un
    lado del Toreo, en ese tiempo descubierto, después la
    Unidad Cuauhtemoc, el Palacio Municipal de Naucalpan, las Torres
    de Satélite, la naciente Plaza Satélite y a la
    derecha entraron al . . . Auto cinema. ¡Fabulosos!, Todos
    se divirtieron y su hermano cumplió su promesa pero,
    sucedió algo inesperado al llegar a la fila de
    automóviles que esperaban cumplir con el trámite de
    cubrir la cuota que daba derecho a ocupara un lugar que sin
    importar cual fuere te garantizaba que tendrías una
    excelente visión de la película
    proyectándose en una enorme pantalla y que decir del
    sonido, simple y se sucede e sin que alguien pudiera evitarlo, De
    Jesús saltó del curioso y simpático, aunque
    feo, convertible y animó a una buena parte de sus
    compañeros de equipo a seguirlo y a burlar la vigilancia
    que a decir verdad no era de esperar una eficiencia por arriba
    del promedio ya que en descargo era una relativa vigilancia a un
    lugar abierto donde era inesperado que alguien se atreviera a
    entrar a pie. ¡Era un Auto-cinema!.

    Ahí empezó a entender el real
    sentido y la sensación del acelerar de la
    generación y correr de la adrenalina aunque aún no
    lo sabía. Atrás habían quedado los
    pequeños hurtos en los supermercados o en las tienditas de
    la esquina o el rápido asalto al camión repartidor,
    primero de refrescos y posteriormente de cervezas.

    En si la película ni fue algo digno
    de ocupar un lugar en la memoria ya que el argumento era
    intrascendente, la música de fondo nada fuera de lo
    común y en algunos temas de moda y para colmo hablada en
    un idioma distinto al propio y ¡Con subtítulos en
    español!. Así que a media proyección cuando
    acostumbraban intercalar una interrupción denominada
    "Intermedio" que era un corte en que el "Proyectista" o "Cacaro"
    como coloquialmente se refería el público en
    general, cambiara y colocara aquellos enormes y pesados rollos de
    celuloide en el proyector que por medio de una potente
    bujía de carbón emitía un cegador rayo
    luminoso y que al atravesar aquella serie de diapositivas,
    lanzaba la imagen que materialmente capturaba la enorme pantalla.
    Pero eso no era el único fin de esa interrupción
    sino que esencialmente era una pausa que forzaba a los asistentes
    a abastecerse de golosinas, refrescos, palomitas o hasta de "Hot
    Dogs", claro que algunas personas aprovechaban para efectuar una
    pausa técnica y satisfacer una de las de las más
    esenciales necesidades humanas.

    Nuevamente y sin que nadie lo notara,
    volvió a salir y a entrar desafiando a los
    vigilantes.

    En realidad en ese evento descubrió
    sus dotes como líder, cualidad que desafortunadamente
    explotó hacía lo estaba fuera de las normas y
    costumbres que regían el comportamiento de la sociedad en
    todas y cada una de sus escalas
    socio-económicas.

    Apenas hubo de haber cumplido los quince
    años, obtuvo el permiso paterno para utilizar el auto
    familiar aunque en recorridos sumamente breves.

    Un domingo que se había convertido
    en familiar ya que sin proponérselo, pues sus tres
    hermanos mayores llegaron a la comida dominical, sucedió
    que en un momento dado se percataron de la falta del primordial
    elemento que representaban las tortillas, imprescindibles para
    degustar adecuadamente en los mexicanísimos tacos la
    barbacoa que alguno de sus hermanos había comprado en el
    puesto del compadre Vega en el cercano Mercado de Tacuba.
    Él se ofreció a ir por las tortillas para lo que
    pidió permiso para utilizar el automóvil con la
    justificación de que así podría comprarlas
    en un establecimiento o tortillería que se ubicaba a unos
    cuantos metros adelante del edificio que ocupaba la Novena
    Delegación de Policía.

    La emoción de la trasmisión
    del partido de fútbol que la selección nacional
    disputaba en esa ocasión evitó que alguien se
    percatara del tiempo que había transcurrido y por
    consabido de la ausencia del encomendado para proveer las
    tortillas.

    El partido indicaba un marcador empatado a
    dos tantos, el primer tiempo había estado cambiando de
    emociones y el segundo tiempo amenazaba con subir de tono.
    Escasamente había dado inicio la parte complementaria
    cuando escasamente se dejó escuchar el repiqueteo del
    timbre de llamada del teléfono.

    El que contestó no articuló
    palabra alguna por casi un par de minutos al cabo de los que se
    limitó a decir; ¡Vamos para allá!". Sin decir
    nada más y comunicándose sólo con la mirada
    los tres hermanos mayores, salieron sin hacer mayor comentario.
    El que cont4estó la llamada telefónica encabezaba
    al reducido pero decidido grupo. En camino a la delegación
    puso al tanto a los otros dos, de manera que cuando arribaron a
    su forzado destino iban preparados y dispuestos a afrontar todas
    las infracciones a las que pudo haberse hecho acreedor De
    Jesús, sin embargo, se sintieron sorprendidos ya que se lo
    imaginaban, sino detrás de las rejas si cuando menos
    detrás del mostrador o al menos vigilado muy de cerca por
    cuando menos un par de preventivos o de judiciales, perversos
    judiciales o al menos por un par de "Madrinas" esperando
    cualquier movimiento para descargar toda su impotencia, su
    frustración y sus complejos contra la humanidad del
    detenido con tanta saña como habilidad para no dejar
    marcas o huellas visibles pero con una increíble y
    destructora saña, heridas internas que ahí quedaban
    por siempre y más que en la carne en la mente.

    A la llegada de sus hermanos los
    recibió con una amplia sonrisa desde la misma barandilla
    de audiencias. Se le notaba tranquilo y hasta podía
    haberse considerado que estaba gozando ese momento, esa
    situación. Y en realidad que lo gozaba al igual que gozaba
    el desarrollo de la partida de "Damas" que en encarnizada
    estrategia enfrentaba en contra de un Agente del Ministerio
    Público a quien cortésmente se dirigió y le
    solicitó una tregua a fin de poner al tanto de lo sucedido
    a sus hermanos. Por supuesto que el Agente del Ministerio Publico
    no tuvo el menor asomo de negación, sobretodo considerando
    que estaba recibiendo una autentica tunda ya que no había
    saboreado la satisfacción en uno sólo de la docena
    de partidas que habían tenido a lugar desde la llegada de
    las personas involucradas en un incidente de tránsito que
    había tenido lugar a escasas cuatro cuadras de las
    instalaciones de la Novena Delegación.

    Había pasado un semáforo en
    el momento en que la luz ámbar se encendía, en el
    sentido trasversal otro conductor accionó a fondo el pedal
    del acelerador antes del encendido de la luz verde, con lo que
    automáticamente violó la restricción de alto
    total. En si el golpe no fue ni con mucho en proporción al
    tremendo ruido que produjeron los neumáticos al
    materialmente amarrarse dejando sus permanentes huellas en el
    negro característico sobre la cinta
    asfáltica.

    El otro conductor involucrado era un adulto
    que frisaba entre los treinta y pocos años y se
    hacía acompañar por una dama de muy buen ver que
    cambió su gesto de satisfacción por el de
    preocupación. Parecían el clásico dueto
    Ejecutivo-Secretaria que habían tenido un escape y que
    seguramente salían de satisfacer el también
    clásico intercambio Favor-Sueldo o
    Satisfacción-reubicación, sexo que no-amor,
    conveniencia pura, en fin eso era su asunto, su
    satisfacción y ahora su preocupación.

    Al percatarse de la apariencia del
    conductor del vehículo al que en realidad Él
    había embestido, maquiló mentalmente la manera de
    tomar ventaja de la juventud de su contraparte.

    En principio se mostró altanero y
    prepotente y cometió su segundo, ¿O sería su
    tercer error?. Se instauró en autoridad y le pidió
    sus documentos oficiales, o sea lo básico, la Licencia
    para Conducir y la Tarjeta de Circulación de lo que
    recibió sólo lo segundo. En ese momento hizo acto
    de presencia una patrulla que arribó con la tortea
    encendida, la sirena a todo volumen y a exagerada velocidad
    motivo por el que casi provoca otra colisión contra los
    dos vehículos involucrados en el incidente.

    Con la actitud distintiva que les permite
    un vehículo oficial, el uniforme y sobretodo el arma al
    cinto, casi les gritó;

    • ¡A ver, sus
      documentos!

    • Es que Él me quitó la
      Tarjeta de Circulación

    Trató de aclarar mientras el otro
    conductor aprovechaba y dejaba caer en el interior de la patrulla
    el documento que le había arrebatado, acción que no
    escapó al otro patrullero.

    Inmediatamente fue sometido y
    obligándosele a colocar ambas manos sobra el cofre de la
    patrulla lo que por el calor emitido por el funcionamiento del
    motor y aunado al calor propio de la temporada veraniega, debe de
    haber estado muy caliente.

    • ¿Qué te pasa?¿ Nos
      quieres embarrar? No sabes en la que te has metido por tomar
      documentos oficiales sin ser representante de la autoridad.
      Ya te fregaste, ¿O me vas a salir con que eres de la
      "Secreta"?

    En ese instante su mundo se le vino debajo
    de un solo golpe, en ese momento reaccionó y se
    percató que su situación era por demás
    problemática. En primera salía de una
    relación nada conveniente tanto para su ámbito
    profesional como para el familiar.

    La dama en cuestión trató
    sigilosamente de hacer discreto mutis de la escena pero fue
    detenida inmediatamente y no con muy buenas palabras.

    La falta pasó de ser
    Civil-Administrativa a Penal ya que la usurpación de
    funciones era Seguida de Oficio.

    • Ni modo mi chavo, vas a tener que
      acompañarnos a la Delegación.

    • Esta bien. Yo me llevo mi
      auto.

    • ¿Tu auto?

    • Bueno es de mi papá.

    • Ah bueno. Pero no puedes manejar. Este
      nos dijo que no tienes Licencia para Manejar.

    • Pues no tengo Licencia pero si
      Permiso

    • ¿De tu papá?

    • Aparte. Mire mi Permiso.

    • Ni modo mi chavo, ahora si que te
      amolaste a este güey, ya veras que le sacamos hasta
      pintura general para "Tu" auto.

    • Bueno yo creo que no es para tanto,
      mejor ahí muere.

    • Como quieras pero de todos modos nos
      acompañas para que rindas tu
      declaración.

    Lo que pudo haber sido un incidente con
    repercusiones en su contra se convirtió en una
    situación del todo favorable para Él. Aunque a la
    larga la relación que nació ese día con el
    Agente del Ministerio Público le valió salvar
    problemas reales, totalmente en su contra y que fueron subsanados
    con una simple sesión de "Damas".

    Para esto recordemos su salida de la
    Escuela Primaria que fue como un despertar, fue el dejar de ser
    niño y transformarse en joven, sin pasar por adolescente,
    fue el cambio violento que se acrecentó con las primeras
    frustraciones al ser rechazado una y otra vez en su intento a
    ingresar sobretodo a la escuela que ya representaba una especie
    de tradición no establecida en la familia ya que sus tres
    hermanos mayores habían cursado su instrucción
    media, sin que llegaran a destacar precisamente como siquiera
    buenos alumnos pero eso si, sin caer en la mediocridad, es decir,
    fuero alumnos promedio que aún subsanando dos o tres
    exámenes extraordinarios y aún más de las
    que se les denomina como "Exámenes a Título de
    Suficiencia" o "de Insuficiencia" como coloquialmente se
    refería el profesor de matemáticas, el recordado
    Profesor Naranjo, y también los mismos alumnos.

    Tras el tercer intento con su consabido
    fracaso o rechazo fue que solicitó el auxilio y la ayuda
    de su padre lo que desde luego no le fue negado y así
    comenzó un peregrinar de escuela en escuela hasta casi
    agotar más las fuerzas que la intención.
    Intentó mover sus escasas relaciones, invirtió
    varios días desde que aún no asomaba la luz matinal
    y hasta que el sol se había ocupado por completo en el
    horizonte, es decir, que cuando se menciona "Días
    completos" hay que hacer referencia a las actividades que
    iniciaban entre las dos o tres de la madrugada, hora en que se
    trasladaban a la escuela en turnos fin de tratar de ser de los
    primeros en la fila, en la larga fila de padres que al igual de
    desesperados se formaban con la idea de lograr una audiencia que
    en muchas ocasiones llegaban a tener una duración de
    cuando mucho un par de minutos y que la mayoría y que en
    la mayoría de las ocasiones tenían como resultado
    una irrevocable negativa que se reflejaba en el gesto con el que
    salían desalentados tanto el padre o la madre como el
    hijo.

    El orgullo paterno se doblegó y por
    una rara ocasión solicitó la ayuda a fin de que
    intercediera con uno de sus compadres que casualmente
    fungía como director de una Escuela Prevocacional. El
    único inconveniente era que estaba ubicada en un de los
    peores barrios de la Ciudad.

    Al fin y al cabo, por fin lograron su
    objetivo y en dos días inició sus estudios de
    instrucción secundaria.

    A pesar de su escondida personalidad se
    desarrollaba como un estudiante modelo y tal vez sí se
    hubiera decidido por una sola de sus personalidades hubiera
    destacado y eso en el ámbito mundial ya que habría
    resultado un magnifico profesional o igual un magnifico
    delincuente ya que para el primer aspecto se hizo costumbre que
    siempre destacara ubicándose en el primer lugar del Cuadro
    de Honor y eso sin tener que recurrir a trampas o algún
    otro tipo de fraude de los que acostumbran los estudiantes con el
    fin de desatacar y de esa manera colocarse en alguna universidad
    e prestigio sin tener que llegar al sacrificio real que
    representan las Becas Deportivas. Para lo segundo siempre
    mostró dotes de liderazgo nato de manera que siempre
    dirigía sin llegar a ensuciarse las manos con alguno de
    los trabajos que le eran encomendados. Así regenteó
    un nutrido grupo de golpeadores que se encargó de
    boicotear a base de extrema rudeza cualquier movimiento que
    resultara en contra de las ambiciones del Secretario de
    Gobernación en su afana desmedido por cambiar su despacho
    en Bucareli, por cierto montado y decorado a todo lujo con muy
    buen gusto, cómodo y elegante por el despacho en Palacio
    Nacional y precisamente el correspondiente al Primer Mandatario
    que se ubica en el segundo piso ala poniente con vista directa a
    la plancha del Zócalo, a los portales de enfrente, al
    edificio del Departamento del Distrito Federal, a la Ciudad misma
    y al asta monumental en el centro de la misma Plaza. Y todo esto
    simple y sencillamente a cualquier precio.

    Se veía recibiendo a los acarreados
    trabajador4es que siguiendo las ordenes de sus lideres, los que
    recibían a la vez, mandos como títeres desde la
    cúpula de la CTM. Ahí estarían cual gusanos
    los trabajadores de PEMEX, de CFE, los de gobierno, los de todas
    las dependencias de gobierno. Todo con el fin de seguir
    conservando su tajada del presupuesto.

    Se veía halando el cordón que
    acciona la Campana de Dolores cada 15 de septiembre en la
    Ceremonia del Grito por los siguientes seis
    años.

    Se veía acompañado por su
    familia en el Palco Central en ocasión del Desfile del
    siguiente día o el Día del Trabajo o el del
    aniversario de la Revolución.

    Y de toda esta ambición resultaban
    extremos que como terminales recibían mandatos para
    responder como autómatas y cumplir la estrategia que
    dictaban las estrategias de la campaña a favor del
    Licenciado Lugo Cervantes Del Mar.

    Su error o uno de sus errores fue iniciar
    actividades paralelas tanto escolares como las de golpeador. Para
    esas fechas ya había pasado algún tiempo en los que
    sentía el correr de la emoción, esa
    sobreproducción de saliva, ese apretar los dientes, ese
    movimiento un tanto cuanto involuntario similar a un tamborileo
    de los dedos, ese aguzamiento tanto de oído como de la
    visual y aún más hasta del olfato.

    No había apuntes, no
    fotografías. Todo estaba en su mente, todo calculado con
    malévola y medida precisión. No podía
    fallar.

    Una semana antes se había reunido
    con tres de sus conocidos a los que les tenía mucha
    confianza; "El Fangio" designado como chofer y que
    conduciría el auto en el cual huirían y que a
    escasas ocho cuadras se encargaría de abandonar el primer
    vehículo y lo cambiaría por un segundo auto que
    estacionaría en la calle de Hamburgo. Por supuesto que
    ambos vehículos serían robados horas antes, se les
    cambiarían las placas y recibirían un rápido
    cambio en el color de la pintura de la carrocería. "El
    Steve", por aquella serie televisiva de "El Hombre
    Biónico" y que tenía una agudeza visual y auditiva
    muy por encima del promedio y que sería el encargado de
    vigilar y detectar cualquier anomalía. "El Smith" porque
    siempre andaba armado con una "Smith and Weson" la que operaba
    con increíble precisión. Él se
    encargaría de intimidar a la cajera una empleada que
    aparentemente era la de mayor antigüedad en esa oficina y
    que era conocida y apreciada por todo mundo y también al
    guardia que en realidad, ambos parecían personajes sacados
    de una escenografía de esas películas en blanco y
    negro que ahora solo se pueden ver en la
    televisión.

    Toda esa cuidadosa planeación
    tenía una pequeña gran falla y esta
    consistía en que no estaba del lado correcto.

    "El Fangio" tuvo la osadía o tal vez
    ocurrencia de hacerse de una chamarra como las que usan los
    encargados de estacionar los autos en los restaurantes elegantes
    o no tan elegantes pero que con esa presencia pretende darle una
    cierta categoría a la vez que se evitan aglomeraciones de
    autos frente a la entrada del establecimiento. Esperó
    pacientemente la llegada de un cliente al que había
    observado por espacio de una semana y que estaba seguro que
    tardaría cuando menos cuatro horas mismas que
    invertiría en una comida-junta con su posible cliente y
    otra junta para degustar un postre acompañado con una taza
    de humeante café y que serviría para afinar la
    presentación final de su próxima y final
    propuesta.

    Hábilmente se intercaló en la
    fila de acomodadores y extremó sus atenciones al recibir
    el BMW blanco en el que llegó su victima y hasta se
    ofreció para encerarlo para lo cual tuvo el atrevimiento
    de preguntar; Cuánto tiempo estimaba tardarse a lo que
    recibió como respuesta que tardaría cuando menos de
    cuatro a cinco horas ya que pensaba y esperaba cerrar un contrato
    a lo que como respuesta le regresó la misma frase en el
    sentido que no se preocupara que lo iba a dejar listo y
    deslumbrante para que aguatara la estación de lluvias que
    ya se avecinaba. Su plan era hacer uso del auto en la primera
    etapa de la huida posterior al asalto y regresarlo sin que su
    propietario notara nada extraño hasta que fuera detenido
    por al menos una media docena de patrullas por conducir un
    vehículo que estaba involucrado en un asalto y mientras
    corrían las aclaraciones y entre que son peras o son
    manzanas pasaría un muy mal rato. Claro que finalmente
    saldría bien librado una vez que hubiera aclarado su
    permanencia en el restaurante donde era ampliamente conocido como
    cliente frecuente, aunque tendría que alargar su mal rato
    pasando cuando menos toda la noche en los Separos de la
    delegación más cercana o adonde se les antojara a
    los patrulleros remitirlo para someterlo a largos e interminables
    interrogatorios mientras que "El Fangio" se desternillaría
    una y otra vez recordando su travesura al tiempo que empinar el
    codo con su caballito de tequila, tras otro y tras otro
    así hasta agarrar una borrachera de pupila
    fija.

    "El Steve" mantuvo un exhaustivo
    entrenamiento y pasaba horas enteras escuchando con sus
    audífonos música clásica interpretada por
    orquestas sinfónicas y se daba a la tarea de separar
    sonidos e identificar todos y cada uno de los instrumentos que
    intervenían en la ejecución. También aguzaba
    la vista leyendo el periódico a una distancia de cinco
    metros retirándolo paulatinamente de medio metro cada vez
    hasta llegar a tener a una distancia de ocho metros y medio. Su
    agudo sentido del olfato consideró que no lo
    requeriría por lo que no le prestó mucha
    atención.

    "El Smith" hizo gala de sus contactos en el
    Pentágono de Tiro del Estado Mayor Presidencial y
    consiguió asistir a cuando menos una sesión diaria
    de práctica. Era ampliamente reconocido y admirado por su
    habilidad en obtener las más altas puntuaciones tanto en
    blancos fijos como en móviles inclusive en repetidas
    ocasiones fue invitado a formar parte del Cuerpo Adjunto como
    responsable directo de la seguridad personal del mismo Presidente
    de la República, pero "El Smith" pertenecía a otro
    mundo, al mundo de los adrenalinomanos.

    Los cuatro estaban en la cima de la
    emoción, se reunieron la noche anterior en e "Penthouse"
    que ocupaban muy discretamente en un edificio de cuatro pisos
    ubicado al lado del vetusto puente de la Avenida Insurgentes, la
    Avenida más larga del Distrito Federal y tal vez de toda
    la América Latina. En realidad era un cuartito de azotea
    que por una módica cuota mensual le servía a De
    Jesús, aparentemente como estudio ya que ahí
    atestaba los libros que adquiría de acuerdo a la lista que
    invariablemente le eran recomendados como libros de texto al
    inicio de cada ciclo escolar.

    Realmente era su refugio personal que
    además aprovechaba para sus esporádicas y bien
    espaciadas reuniones normalmente la noche anterior,
    víspera de alguna acción delictiva.

    Esa noche no se hablaba de las actividades
    que les esperaban, aunque su plan era repasado por cada uno de
    los convocados y mentalmente sincronizaban con precisión
    cronométrica todas y cada una de las responsabilidades que
    de acuerdo a sus muy personales habilidades les daba oportunidad
    de tener acción en el ilícito que se había
    maquinado en la mente del que actuaba y reconocían como
    líder.

    Su costumbre, como resultado de las
    indicaciones establecidas por el que comandaba al grupo, era no
    beber otro líquido que fuera diferente al café o
    té ya que el alcohol estaba estrictamente prohibido al
    igual que cualquier tipo de droga a no ser cigarrillos de venta
    libre, es decir, de esas marcas que se pueden adquirir a la vista
    de cualquier persona y que cuando mucho repercutirán en su
    organismo como el terrible cáncer pero que de ninguna
    manera los harán sentir como héroes; -Nada de
    "Heroína"-. Anticipaba De Jesús y todos lo acataban
    como orden militar aunque fumaban como por contrato y solo las
    máquinas de vapor lanzaban más humo en cada Chuku,
    chuku. Esos "taquitos de Cáncer" eran consumidos al igual
    por todos y cada uno de los ahí reunidos. Tampoco se hacia
    referencia al próximo evento y solo se entretenían
    platicando y comentando algún evento deportivo ya que
    también los temas religiosos al igual que los
    políticos quedaban relegados de sus tertulias.

    De Jesús decía que cada cual
    sus rollos y lo mejor era no "Meterse en Camisa de Once Varas"
    tratando de entender todas esa cosa que los católicos
    aceptaban por dogma. ¿Dogma?, ¡La manga! Y ni que
    decir de la política sí es que la vivían muy
    de cerca y sabían de sobra las cochinadas que en nombre de
    ella se hacían igual de cochinas que lo que se
    hacía tomando como pretexto la religión y eso,
    pensaba y sostenía, no tan solo con el catolicismo sino
    con cualquier religión. Cada cual tenía su concepto
    muy personal de su Ser Superior y así lo aceptaban
    calladamente. Aceptaba la existencia de un Ser Superior pero no
    la de alguien que se creía superior y por ese simple hecho
    quisiera mangonear a su antojo o al antojo de un sistema,
    político o religioso a sus congeneres.

    En ocasiones hizo gala de su destreza para
    pulsar una guitarra, regalo de una de sus sobrinas y que siempre
    lo acompañaba en alguna larga noche en las que la
    melancolía lo invadía y pasaba largas y solitarias
    noches bohemias arrancando nostálgicas notas al sonoro
    instrumento. Se instalaba justo en el quicio de la puerta, la
    única, que estaba orientada hacía el oriente de
    manera que en ocasiones alcanzaba a distinguir perfectamente la
    silueta de los imponentes volcanes justo a la aparición de
    la Luna y después de algunas horas con la salida del astro
    rey. También apreciaba el contorno de los edificios de la
    Unidad Habitacional Nonoalco-Tlatelolco, el edificio de
    Relaciones Exteriores, las torres del templo de Santiago sito a
    un lado de la Plaza de las Tres Culturas, donde varios
    años adelante tendrían lugar los tan tristes y
    violentos eventos del dos de octubre del sesenta y
    ocho.

    Y aunque su pericia para pulsar
    adecuadamente las cuerdas de su guitarra no se comparaba con su
    escasa o casi nula gracia en cuanto a su voz lo que le
    permitía acompañar las melodías arrancando a
    tan sólo seis cuerdas, únicamente en su mente y
    como Él mismo comentaba aún pensando la letra de
    tal o cual canción, la llegaba a desafinar.

    En ese año ya se había
    graduado en la Escuela Superior de Comercio y
    Administración como Licenciado en Comercio Exterior y lo
    había logrado obteniendo el primer lugar de su
    generación que la componían ochenta y seis
    condiscípulos.

    Bien y sin mucho esfuerzo habría
    logrado ubicarse en un muy buen puesto ejecutivo ya fuera en el
    Sector Privado tanto como en el Sector Público. No bien
    hubo de haber terminado la ceremonia de graduación ya
    había sido abordado por dos "Caza Talentos" de empresas
    privadas, de esas que formaban a su vez parte de poderosos
    consorcios

    trasnacionales, inclusive se le
    acercó el mismo Sub-Secretario de Comercio, por cierto que
    era quien había fungido como Padrino de esa
    generación de pasantes.

    Fue objeto de un especial saludo y de la
    entrega personal de su tarjeta de presentación
    acompañada de un simple comentario;

    • Felicidades, lo espero en mi oficina
      para tomarnos una buena taza de café de Coatepec, del
      que le gusta.

    De Jesús solo sonrió, se
    guardó la tarjeta sin siquiera mirarla a pesar de la
    distinción que representaba el haberla recibido
    directamente del Sub-Secretario.

    A su lado esperaban turno sus padres para
    felicitarlo y cumplir con el protocolo no establecido para esos
    casos. A su derecha y estrechando su antebrazo con una muestra de
    auténtico orgullo y algo más que amistad, su
    compañera por cuando menos los cuatro años durante
    los que había cursado sus estudios de
    licenciatura.

    Había entre los asistentes una
    persona que le era totalmente desconocida tanto al cuadro docente
    como a los miembros de la generación.

    En un momento dado aprovechó que se
    acercó a la mesa que a un lado del salón
    habían instalado por cortesía de una firma
    refresquera, una empresa vitivinícola y un afamado
    restaurante, donde por cierto, por la noche tendría
    verificativo el consabido y tradicional Baile de
    Graduación. Era un buscador de afamada y reconocida
    universidad de Estados Unidos que en un par de días y a la
    mesa del Restaurante del Lago, le ofrecería una jugosa
    beca para cursar estudios de Maestría en Comercio
    Internacional, nada menos que se trataba de la afamada y
    mundialmente solicitada Universidad de Taft de donde
    habían egresado los negociadores más afamados en la
    historia moderna.

    Los ofrecimientos fueron escuchados y las
    felicitaciones archivadas en el expediente del olvido. A la
    única persona que le prestó algo más que
    atención fue a la que sería su pareja por varios
    años e inclusive con la que llegaría a procrear un
    varón y su pareja, una agraciada nena cuya gracia era su
    dulce mirada y su angelical sonrisa.

    Por fin todo había terminado, bueno
    en esa etapa. ¡No más libros, no más
    lápices, no mas trabajos por entregar!

    Años atrás conoció a
    quien solo identificaría como "El Smith" sobrenombre que
    adquirió cuando reemplazó su Veretta por la Smith
    and Weson que lo acompañó hasta agotar los
    proyectiles y el parque de su propia existencia.

    "El Smith" era hijo de familia, la que
    poseía entre otras, una mansión en el mismo
    Pedregal de San Ángel, una zona muy exclusiva al sur de la
    Ciudad.

    Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

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