Los profesores, para los que se preveía un sueldo
suficiente para su subsistencia, gastos de aclimatación y
experimentación y envío de semillas y plantas, se
verían obligados por la real orden a mantener
correspondencia con el Jardín Botánico de la corte
y con los otros países si lo creían oportuno. De
este modo llega la orden con la primera estancia del profesor de
la Sagra en La Habana y para dar un claro giro a los estudios de
la botánica cubana hacia las investigaciones
agrícolas. Como ha indicado López Sánchez,
el nombramiento de Ramón de la Sagra como
catedrático de Historia Natural en La Habana no fue fruto
de la casualidad o el azar. Sino por el apoyo de ilustres
personajes de la corte, de la Sagra pudo quedarse en La Habana no
sin antes pasar algunos trabajos y vicisitudes, ya que
todavía para 1824 a este no se le había aprobado el
salario ni la disposición de la Cátedra pero este
exponía que estaba dispuesto para comenzar las
clases.
La institución tendría Biblioteca,
Gabinete de instrumentos y Sala de Modelos y Dibujos de los
principales útiles de cultivo. En sus enseñanzas se
tendrían también en cuenta las nociones de lectura
y escritura, religión, aritmética, contabilidad,
geometría practica, dibujo linear y topográfico,
levantamiento de planos, horticultura, botánica
descriptiva, ciencias naturales aplicadas, física y
química es decir todo aquello que contribuyera a formar al
labrador modelo en la hacienda, pequeño microcosmos
experimental de lo que podría lograrse en la
Isla.
Fundación
del Jardín Botánico de La Habana
El interés en tener un jardín
botánico es común a casi todos los países
del mundo, pero el primero de estos que fue fundado en Cuba,
allá por el siglo XIX, llevaba la intención de
estar dedicado especialmente al estudio de las plantas del
trópico, región geográfica en la que se
halla situado el archipiélago cubano.
Para el establecimiento del Jardín
se destinó un terreno limitado por el Real Arsenal, el
barrio de Jesús María y el Camino de la Puerta de
Tierra; o sea, el área que hoy comprende el Parque o Plaza
de la Fraternidad y el ala sur del Capitolio Nacional. Su
inauguración tuvo lugar el día 30 de mayo de 1817,
en una ceremonia a la que asistieron la mayor parte de las
autoridades gubernamentales de La Habana. Para dirigir esa
Institución fue designado el botánico José
Antonio de la Ossa, quien estuvo a cargo este por un
período de siete años, mientras realizaba una
contribución sustancial al crecimiento y desarrollo del
fondo florístico del jardín con plantas colectadas
en los alrededores de La Habana. Para ello contaba además
con el auxilio de un jardinero, de origen
francés.
Las obras iniciales de acondicionamiento
del terreno del jardín botánico y el levantamiento
de su plano fueron ejecutados por el brigadier Francisco Lemaur
muy conocido por su participación en la expedición
del conde de Mopox, las primeras noticias detalladas sobre la
estructura del Jardín Botánico de La Habana las
encontraremos en documentos de la Real Sociedad en 1818 que
resumen los trabajos hechos por de la Ossa. El fruto de sus
estudios encontró destino final en las páginas de
la obra titulada Flora Habanensis. Sobre la labor de
este hombre, el brillante intelectual cubano José Antonio
Saco expresó que era "…constante en sus trabajos,
prolijo en sus investigaciones y dedicado por largos años
al estudio de la botánica…". En el jardín
habanero se plantaron, entre otras especies de árboles y
arbustos, naranjos, nogales, robles, ocujes, rosales y
casuarinas. Se hallaba también el conocido "Árbol
del Pan" y el de la "Goma Elástica", según
aparece en las crónicas de la época.
En el caso de La Habana, la creación de un
jardín botánico aparece como resultado de una
iniciativa gestada bajo los auspicios de la Real Sociedad
Patriótica, antecesora de la Sociedad Económica de
Amigos del País, pues estas instituciones estaban
interesadas en la realización de estudios
científicos acerca de la utilización de las plantas
en la industria. Por aquella etapa, las fuentes económicas
principales en Cuba eran la caña de azúcar, el
café, el cacao y, por supuesto, el tabaco.
El recinto del Jardín estaba limitado por una
cerca de madera y una línea interior trazada con
limoneros, siguiendo aproximadamente el mismo perímetro
del parque. El terreno estaba dividido a lo largo por una calzada
de seis varas de ancho y tres atravesadas de cuatro cuadros
principales a cada lado, cortados en diversas direcciones con
otras calzaditas de vara y media, unas cruzadas y otras en forma
de estrella. Contaba con una casa principal y otras dos
edificaciones menores que servían de albergue a una
pequeña dotación formada por diez
esclavos.
Mediante Real Orden de la Corona española,
emitida el 26 de febrero de 1821, se había ordenado
establecer una Cátedra de Botánica con el objeto de
multiplicar la agricultura de Ultramar y ofrecer sus productos al
comercio y otros usos. La respuesta a esta orden fue el informe
redactado por José Antonio de la Ossa, en que indicaba la
confusión de los jardines de aclimatación o vivero
de Mariano Espinosa y el nuevo jardín botánico
establecido por la sociedad económica. Aunque
detrás de esta aparente confusión parece existir
una pugna entre los intereses metropolitanos, solo interesados en
mantener un jardín de aclimatación con plantas con
destino al Real Jardín Botánico de Madrid con los
intereses cubanos. En tanto el nuevo jardín tenía
como objetivo declarados por el propio intendente Ramírez
eran la ilustración y el ornato de la ciudad y una
orientación en sus plantaciones dirigidas al propio adorno
y al cultivo de plantas medicinales o de posible uso
agrícola o comercial. Al año siguiente fue
designado para dirigir nuestro jardín botánico el
naturalista español Ramón de la Sagra y
Perís (1798-1871), quien vino a realzar la importancia
científica del centro y a convertirse además en
catedrático de Ciencias Naturales de La Habana.
En el plan general de distribución del
jardín, de la Sagra resaltaba la escuela y el
conservatorio como las partes fundamentales. En la primera
debían colocarse las plantas en el orden científico
adoptado en la cátedra que sería en la parte
descriptiva el sistema sexual de Linneo y en la de aplicaciones,
el método de familias naturales, en tanto que en el
segundo debían situarse los viveros, el semillero general
y el plantel, del que se extraerían anualmente plantas y
semillas para la escuela y la correspondencia con otros centros
científicos. De la Sagra influenciado por las ideas de
Francisco Antonio Zea que desarrolló entre 1805 y 1806 la
concepción del botánico- ecónomo aquel que
debía poner en marcha la unidad botánica
–agricultura- comercio, desdeñando la
botánica conservadora. Aquella que solo había
buscado el estudio taxonómico de las plantas sin tener en
cuenta su aplicación y el comercio, una idea que sin duda
parece haber influido de forma decisiva en la ideología
científica de Ramón de la Sagra por la clara
orientación aplicada que dio a la botánica
cubana.
En julio de 1824 la comisión de la sociedad
económica encargada de redactar un reglamento provisional
para el jardín botánico de La Habana, formada por
Juan Montalvo y Francisco Javier Troncoso, se dirigiría al
presidente y a los demás miembros de dicha
institución, asumiendo las criticas de la Sagra sobre el
estado del jardín. La comisión censuraba la
irregularidad y estrechez de las casas para la enseñanza y
los empleados, lo mal dispuesto y preparado del terreno, la
escasez, de plantas, la falta de brazos, y la de medios
económicos para poder llevar adelante el plan de la propia
sociedad económica.
Al igual que se practicaba en Madrid, el reglamento
señalaba que se expediría el titulo de
botánicos a todos aquellos individuos que presentaran
certificados de haber sido examinados y aprobados en
botánica, lo que serviría de mérito para los
empleados oficiales especialmente para aquellos procedentes de
los tres ramos de la Medicina. Muy influido por las corrientes
ilustradas y por las ideas de inspiración
prerrománticas que aparecen en la obra de Humboldt, el
mito de la naturaleza americana como fuente de todas las dichas y
riquezas aparece en el discurso del naturalista, cuyas primeras
palabras son:
……La naturaleza parece que ha
destinado a la isla de Cuba para ser con el tiempo un emporio de
riqueza y civilización. Su clima sus producciones y su
posición geográfica la han conseguido ya un lugar
preeminente en la categoría de los pueblos cultos y
opulentos del mundo….[10]
La Sagra afirmaba también que la base del
engrandecimiento de la Isla era la agricultura, favorecida por la
fertilidad de la naturaleza de las tierras cubanas, a pesar de
que en su opinión la verdadera agricultura racional y
científica aún se encontraba en su infancia,
quizá con la excepción de los cultivos de
café, caña y tabaco, base del opulento comercio de
Cuba. Este apuntaba la continuación de los trabajos de la
escuela de botánica, que ya contenía unas 800
especies de plantas, gracias al capitán general Vives que
había aumentado la dotación de negros en diez, lo
que había permitido mejorar los cuadros de la escuela para
la utilización docente, lo que demuestra el especial
interés de la Sagra por dar un carácter practico al
nuevo jardín botánico sobre todo en lo referente a
las aplicaciones agrícolas y medicinales de las plantas,
separándose especialmente de los antiguos jardines de puro
adorno o de los que habían desarrollado especialmente los
estudios básicos sin prestar demasiada atención a
los aspectos aplicados.
La aprobación de la Sagra como nuevo director del
jardín botánico de La Habana no es hasta la
aprobación del nuevo reglamento en 1827 donde encontramos
las primeras modificaciones prácticas al trazado del
antiguo jardín, realizadas por esta para darle un
carácter mas agrícola y aplicado a las necesidades
de los hacendados cubanos. Las llamadas escuelas de cultivo
destinadas al café, el algodón, la vainilla y otros
productos se habían removido y en ellas se habían
plantado los árboles necesarios para dar sombra a los
futuros cultivos agrícolas. Entre los cultivos que este
proponía para esta nueva diversificación
agrícola, encontramos el clavo, la canela, el alcanfor, la
nuez moscada, la vainilla, el café leroi y el de Bolivia
además de muchas ya introducidas en otros jardines con
mucha aceptación, todos lo que a juicio de la Sagra
harían realidad la afirmación del abate Raynal de
que….. La isla de Cuba podía valer un reino de
la España…. Esta institución
cumplía en cierta medida los sueños utópicos
de la Sagra en torno a la agricultura cubana, ya que en ella
establecería una hacienda modelo en la que podía
poner en practica sus ideales de diversificación
agrícola, apoyada en un pequeño campesinado con
cierta formación como labradores, situación ajena a
la practica casi exclusiva de los cultivos extensivos con
esclavos, dirigidos por ignorantes mayorales.
Es evidente que al comparar su trabajo con el de la Ossa
este pretendía que las autoridades se quedasen
boquiabiertas por el desarrollo alcanzado por el jardín
desde que este estaba a su cargo y aunque es cierto que
había progresado notablemente, también lo era que
el pobre de la Ossa lo había entregado en un estado de
cultivo bastante mas avanzado del que aparecía en el plano
de 1827 donde la mayoría de los cuadros se encontraban sin
cultivar y que el jardinero Chapy había continuado la
tarea que después la Sagra no reconocía.
Quizá el paso más importante dado en el
año 1829 para la consecuencia de las ideas de la Sagra
sobre la agricultura cubana fue la aprobación de una
institución agrónoma en La Habana, que según
el naturalista cumpliría dos funciones precisas, de un
lado serviría para experimentar cultivos, ensayar
instrumentos, procederes y practicas agrarias sancionadas en
otros países y de otro, cumpliría el objetivo tan
deseado por loa hacendados de educar a jóvenes en los
fundamentos y practicas de cultivo, en el régimen
económico de las fincas y en todos los ramos que supone la
profesión de labrador en la isla.
Además de su trabajo en la institución y
en los últimos arreglos del Jardín Botánico
que desde 1833 pasó a depender exclusivamente de la
Intendencia de Hacienda; de la Sagra colaboro en la
preparación de una colección de maderas cubanas
destinadas al rey y otra de aves exóticas para la reina de
acuerdo a las instrucciones recibidas del intendente conde de
Villanueva. En cuanto a sus planes hay que decir que quedaron
interrumpidos por su partida hacia España en 1835, por lo
que la institucionalización de los estudios
agrícolas en Cuba tuvo que esperar hasta 1881 en el que se
creo la escuela de Agricultura del círculo de hacendados
de La Habana.
La primera etapa de esplendor en la historia del
Jardín Botánico habanero corresponde a sus primeros
veinte años de existencia, durante los cuales, primero
Antonio de la Ossa, y más tarde Ramón de la Sagra,
desempeñaron su labor primordial y fecunda. Entre las
principales contribuciones del Jardín Botánico para
con la población habanera estuvo la Medicina, pues varios
de sus canteros, semilleros y viveros estaban dedicados al
fomento de plantas medicinales, cuyas hojas, raíces y
frutos eran solicitados y consumidos por muchas de las boticas o
farmacias de la capital cubana. Esta costumbre devino verdadera
tradición.
Ya para el año 1835 se produciría el
traspaso de poderes entre la Sagra y Auber así como todo
lo relacionado con el Jardín Botánico. Para tener
una idea de su distribución pudiéramos decir que
tenia cuadros de estudios de multiplicación y ornato,
divididos por anchas alamedas que eran utilizadas para el paseo
público con dos cuadros para el estudio botánico,
uno conserva plantas y árboles medicinales y el otro con
diferente distribución se clasificaba de acuerdo al
sistema de familias naturales de Candolle y otro cuadro que
distribuía las plantas medicinales de acuerdo a la
Flora Medica de las Antillas.
Al parecer con la marcha de la Sagra se estimuló
el deseo de varias personas y instituciones en el reclamo de los
terrenos del jardín. Para 1836 recibía una misiva
de reclamación por parte de la Sociedad Económica
para la obtención de su edificio mayor para aumentar sus
aulas y así fue objeto de varias de estas reclamaciones
hasta empezar a perder parte de su extensión. Con motivo
de esto el jardín y sus locales fueron adquiridos por
varias instituciones y también particulares que poco a
poco fueron destruyéndolo o tomándolo para otros
usos.
Aunque la dirección oficial del jardín
Botánico siguió en manos de la Sagra, la
dirección real recayó sobre Pedro Alejandro Auber.
Si uno había dado un giro a la botánica cubana
hacia los estudios aplicados a la agricultura, el otro
encaminó sus enseñanzas hacia una botánica
aplicada a la Medicina y la Farmacia.
La idea básica de Auber era crear una materia
médica y una farmacopea cubana basándose en el
conocimiento de la botánica, en la experiencia de los
efectos de los vegetales y en el principio de que las
enfermedades se correspondían a la existencia casi
universal de remedios vegetales junto a ellas. Pero la vida de
este jardín comenzó a tener un futuro incierto,
para 1838 por el desenlace de la disputa entre Tacón y el
conde Villanueva, donde este ultimo enfrentaba abiertamente los
planes de Tacón y proponía la construcción
de una estación central de ferrocarril en los terrenos del
jardín botánico y chocaba frontalmente con el
diseño de la ciudad de Tacón. Lo más curioso
es que Manuel Arrieta fue el encargado del informe, un abierto
defensor de los terrenos del jardín por considerarlos de
utilidad publica, luego de la disputa informaba que eran todo lo
contrario. Por lo que recomendaba su traslado y la venta de sus
solares, lo que posteriormente recibió la conformidad de
las autoridades de la Real Hacienda.
Tras la marcha de Tacón se logró el
desalojo del jardín, una vez conocido que el Jardín
Botánico seria trasladado de su emplazamiento original, la
Sociedad Económica se dirigió a la Intendencia de
Hacienda para solicitar parte de los terrenos y el traslado de
este a unos terrenos en las faldas del Castillo del
Príncipe. Así con el cursos de pocos años lo
que había sido tan difícil construir fue destruido
y todo lo demás paralizado ya que el incipiente
jardín en los molinos de rey no estaba preparado para
asumir las tareas que en el anterior se ocupaba. A pesar de que
Auber había redirigido la botánica cubana hacia la
botánica médica, tras el periodo claramente
agronómico de la Sagra, el no olvido que las necesidades
de ensanchar la agricultura cubana con nuevos cultivos
exigían mantener algunas de las orientaciones de su
predecesor en el nuevo jardín.
A manera de conclusión pudiéramos decir
que los mismos señores del azúcar, aquellos que
tanto habían apostado por la introducción de los
nuevos saberes científicos en Cuba desde finales del siglo
XVII, esperando que la ciencia les aportara conocimientos
útiles al desarrollo azucarero y al crecimiento
económico de la Isla, acabaron con la vida del primer
Jardín Botánico habanero. No había una
contradicción manifiesta, ya que la propia
ideología científica de esta había
evolucionado con el paso del tiempo hacía diferentes
objetivos científicos- tecnológicos emergentes,
siendo el principal sin duda la revolución del
vapor.
Bibliografía
Abad, Diana, De la Guerra Grande al Partido
Revolucionario Cubano, Ed. Ciencias Sociales, 1995. La
Habana.
Almodóvar, Carmen, Antología
crítica de la historiografía cubana, Época
colonial, Ed. Pueblo y Educación, 1986. La
Habana.
Álvarez Conde, José, Historia de la
Botánica en Cuba, Junta Nacional de
arqueología y Etnología, 1958. La Habana
La Real Sociedad Económica de Amigos del
País de la Habana y Ramón de la Sagra,
(1823-1832).
Arango y Parreño, Francisco, Discurso sobre
la Agricultura de la Habana y medios de Fomentarla (1792) en
obras de Don Francisco Arango y Parreño, La Habana,
1952.
Arango y Parreño, Francisco, Obras de Don
Francisco Arango y Parreño, Publicaciones de la
Dirección de Cultura del Ministerio de Educación,
1952.
Arias, Juan Carlos, Las expediciones Científicas
españolas durante el siglo XVIII, 1968.
Armas, Ramón de, Eduardo Torres-Cuevas y Ana
Cairo Ballester, Historia de la Universidad de la
Habana, 1728-1929, Ed. Ciencias Sociales, 1984. La
Habana.
Anales de Agricultura e industria Rural, La Habana,
1831.
Bachiller y Morales Antonio, Elogio del señor Don
Pedro Alejandro Auber, Catedrático de Física de la
Universidad de la Habana, 1861, en Galería de Hombres
útiles, INC.
Barras de Aragón, Francisco, Documento de Don
Antonio Parra, 1949.
Bosques y Reyes, Alfredo Ángel, Sobre un libro de
Botánica, La Constantina. 1893. La Habana
Botánica y Química, Memorias de la Real
Sociedad Económica de la Habana, 1817.
Caballero, José Agustín, Elogio del
señor Nicolás Calvo y O´farril en escritos
varios, Ed. Universidad de la Habana, 1956.
Calvo de la Puerta, Nicolás, Discurso promoviendo
el establecimiento de una Escuela de Chimica y Botánica.
Memorias de la sociedad Patriótica de la Habana.
1793.
Diccionario enciclopédico
Hispano-americano, XXIII Tomos, Barcelona, Montaner y
Simón.
Diccionario de Literatura Cubana, Opus cit.
1984.
Eduardo Torres Cuevas, Obispo Espada,
ilustración, reforma y antiesclavismo, Ed Ciencias
Sociales, 1990. La Habana
Friedlander, Heinrich; Historia Económica de
Cuba, Ed. Ciencias Sociales. 1978. La Habana
García Álvarez, Alejandro, El Canal de
Occidente, Universidad de La Habana.1792. La Habana
Memorias de la Real Sociedad de la Habana, La
Habana, 1817.
Mercedes Valero González, La
Institución Agrónoma de la Habana en Alejandro
R. Diez, Tomas Mallo y Daniel Pacheco, Opus cit., 1995
Miguel Ángel Puig- Samper y Mercedes Valero,
Historia del jardín Botánico de la Habana,
2000, Madrid. España.
Luís Felipe Le Roy y Gálvez, Historia
de la primera cátedra de química en Cuba,
Revista Bimestre Cubana, La Habana, 1950.
José López Sánchez, Dos etapas
en la vida de Ramón de la Sagra, Revista de la
Biblioteca Nacional José Marti, mayo- agosto
1971.
Ramón de la Sagra, Principios Fundamentales
para servir de introducción a la Escuela Botánica-
agrícola del jardín botánico de la
Habana, La Habana, 1824.
Ramón de la Sagra, Conclusiones
públicas dispuestas para la cátedra de
botánica-agrícola del jardín de la
Habana, 1825.
Ramón de la Sagra, Historia
económica-político y estadística de la isla
de Cuba o sea de sus progresos en la población, la
agricultura, el comercio y las rentas, La Habana,
1831.
Ramón de la Sagra, Memoria de la
institución Agrónoma de la Habana,
1834.
Autor:
LIc. Lester Díaz Toledo.
Instituto de Historia de Cuba
[1] Según San Agustín se
encuentran en conciliar razón y amor, esto es, en
integrar con la razón la sana emoción que se
vuelca en Dios como condición de la visión
racional de la verdad.
[2] Francisco Arango y Parreño, Opus.
cit. La Habana. 1952.
[3] Ídem.
[4] El término novo hispano se emplea
para referirse a todo aquello propio o relativo a la Nueva
España (actual México), dado que así se
dio en llamar a la República de México durante la
época colonial, inmediatamente posterior al
descubrimiento de América.
[5] Véase Miguel Ángel Puig-
Samper y Mercedes Valero, Historia del jardín
Botánico de la Habana, , Madrid, 2000, mercedes
[6] Ídem.
[7] Véase Miguel Ángel Puig-
Samper y Mercedes Valero, Historia del jardín
Botánico de la Habana, Madrid, 2000, Pág. 54.
[8] Memorias de la Sociedad Patriótica
de la Habana, Habana, Imp. De la Capitanía General,
Pág. 26- 30.
[9] Memorias de D. Pedro Juan de erice y D.
Nicolás Calvo, proponiendo el orden que debe seguir la
junta de gobierno del Consulado, presentado e 8 de julio de
195, Bibli. Nac. T 79 num31
[10] Discurso leído en la apertura de
la Cátedra de Botánica- agrícola, Memoria
de la Sociedad Económica de la Sociedad Habana,
1824.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |