Hubo grandes oportunidades de ganancias para los
intermediarios financieros que pudieron encontrar capacidad de
asumir riesgos, hacer traspasos de valores para aprovecharse de
la transacción y así obtener comisiones por
proporcionar riesgos a inversores que pudieran acabar por
cosechar ganancias por asumirlos. Pero la llegada de los
derivados concentró el riesgo en lugar de dispersarlo,
porque se podía entonces hacer todavía más
dinero con la venta de riesgo a personas que no sabían
cómo valorarlo o, de hecho, qué riesgos estaban
asumiendo.
Y el hecho de que los bancos centrales no tuvieran en
mente que su trabajo principal era la estabilización de
los ingresos nominales -su fracaso no sólo en ser buenos
keynesianos, sino siquiera buenos monetaristas- plantea el
interrogante de si los bancos centrales necesitan una reforma
drástica. Ya en 1825, el gobernador del Banco de
Inglaterra, Cornelius Buller, comprendió que cuando el
sector privado experimentaba una repentina alza (impulsada por el
pánico) de la demanda de activos financieros seguros y
líquidos, era responsabilidad del Banco satisfacer esa
demanda y así evitar la bancarrota y mantener a raya las
tendencias hacia una depresión. ¿Cómo es
posible que sus sucesores sepan menos que él?
Hasta puede darse el caso de que debamos volver al
sistema financiero mucho más estrictamente regulado de la
primera generación post-Segunda Guerra Mundial.
Sirvió bien al núcleo industrial, al menos
según podemos decir en función de los agregados
macroeconómicos. Sabemos con certeza que nuestro actual
sistema no lo ha hecho.
(J. Bradford DeLong, ex Asistente del Tesoro de EEUU, es
profesor de economía en la Universidad de California en
Berkeley e investigador de la Oficina Nacional de Estudios
Económicos. Copyright: Project Syndicate, 2010)
– Una recuperación global fallida (Project
Syndicate – 1/7/11)
(Por Stephen S. Roach)
New Haven.- La economía global se encuentra en
medio de su segundo "pánico" del crecimiento en menos de
dos años. Tendremos que acostumbrarnos a ellos. En un
mundo post-crisis, son claras señales de una
recuperación fallida.
La razón es sencilla. El ciclo económico
típico tiene un mecanismo de amortiguación natural
que protege de golpes inesperados. Cuanto más profunda es
la recesión, la reacción es más potente y
mayores son las fuerzas acumuladas de recuperación
autosostenible. Los rebotes vigorosos en forma de V poseen una
resistencia interna que les permite hacer frente a los golpes con
relativa facilidad.
Sin embargo, una recuperación
post-crisis es un animal muy diferente. Como Carmen Reinhart y
Kenneth Rogoff han demostrado en su libro Esta vez es diferente,
en el largo recorrido de la historia las recuperaciones
post-crisis en la producción y el empleo tienden a ser
decididamente mediocres.
Por definición, estas
recuperaciones débiles carecen de la amortiguación
de los rebotes en forma de V. En consecuencia, los golpes
externos exponen rápidamente su vulnerabilidad. Si las
crisis son lo suficientemente agudas -y si afectan a una
economía mundial debilitada que se aproxima a su
"velocidad estancada" de crecimiento en torno al 3% anual- la
reincidencia podría convertirse en la temida
recesión de doble caída.
Ese es el riesgo en la actualidad. No
puede haber dudas sobre el carácter decididamente mediocre
de la recuperación mundial actual. A primera vista, las
cifras parecen contundentes: el PIB mundial se recuperó un
5,1% en 2010 y se espera que aumente otro 4,3% en 2011, de
acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Pero, debido a que
estas alzas siguen a la contracción masiva que se produjo
durante la Gran Recesión de 2008-2009, están muy
lejos de la trayectoria de una recuperación clásica
en forma de V.
De hecho, si la última
previsión del FMI resulta ser correcta, el PBI global a
finales de 2012 se mantendrá en torno al 2,2% por debajo
del nivel que habría alcanzado el mundo si hubiera
proseguido su camino de crecimiento de más largo plazo del
3,7% anual. Incluso si la economía mundial se mantiene a
una velocidad de crucero del 4,3% -lo cual, en mi opinión,
resulta extremadamente hipotético-, se mantendrá
por debajo de su potencial por más de ocho años
consecutivos, hasta 2015.
Esta prolongada "brecha de la
producción global" pone de relieve la ausencia de un
amortiguador en la economía mundial actual, así
como su mayor sensibilidad a los golpes. Y ciertamente ha habido
numerosos golpes en los últimos meses, desde la crisis de
la deuda soberana en Europa y los desastres naturales en
Japón al fuerte aumento de los precios del petróleo
y otro revés en la recuperación del mercado de la
vivienda en los Estados Unidos.
Si bien ninguno de estos golpes parece haber sido lo
suficientemente grave como para haber descarrilado la
recuperación económica mundial actual, el efecto
combinado es preocupante, sobre todo en un mundo todavía
debilitado tras la crisis.
La mayoría de los expertos descartan la
posibilidad de una recesión de doble caída.
Califican la actual desaceleración como un "bache suave"
temporal y basan su optimismo en el rebote inevitable que sigue a
todo golpe. Por ejemplo, se espera un impulso a la
reconstrucción de Japón y la reanudación de
su cadena de suministro. Otra ayuda puede provenir de la reciente
decisión de Estados Unidos de aprovechar sus reservas
estratégicas de petróleo en un esfuerzo por bajar
los precios del petróleo.
Sin embargo, tras la peor crisis y
recesión de los tiempos modernos -cuando los shocks pueden
empujar a una economía global ya debilitada hacia su punto
de inflexión de manera mucho más rápida que
en un escenario de mayor crecimiento- es mucho más
difícil de alcanzar la velocidad de escape hacia una
recuperación autosostenible. El bache suave puede
convertirse más bien en un pantano.
Esta conclusión no se debe perder de vista en las
economías de alto vuelo de los mercados emergentes,
especialmente en Asia, que es en la actualidad la región
mundial de mayor crecimiento y que impulsa lo que muchos llaman
un mundo "de dos velocidades". Sin embargo, con exportaciones que
representan todavía un récord de cerca del 45% del
PIB pan-regional, Asia no puede permitirse el lujo de tomar a la
ligera los golpes externos, en especial si han afectado una
trayectoria base de crecimiento ya debilitado en el mundo
desarrollado post-crisis. La reciente desaceleración de la
actividad industrial de China pone de relieve este
riesgo.
Los políticos no están bien preparados
para hacer frente a una serie continua de "pánicos del
crecimiento". Siguen favoreciendo estrategias que se adaptan
mejor a la lucha contra la crisis que a la promoción de la
necesaria curación subsiguiente.
Eso es especialmente cierto en los Estados Unidos. Si
bien la primera ronda de flexibilización cuantitativa de
la Junta de la Reserva Federal de EEUU fue eficaz para poner fin
a una dolorosa crisis, la segunda ronda ha tenido muy pocos
efectos de recuperación significativa en el mercado
laboral y la economía real. Los consumidores "zombi" de
Estados Unidos tienen que reparar sus dañados estados de
cuenta y los trabajadores estadounidenses deben alinear nuevas
habilidades con nuevos puestos de trabajo. Las inyecciones de
liquidez sin plazo de término no logran ninguno de estos
objetivos.
Las autoridades europeas están
atrapadas en una mentalidad similar. Al confundir un problema de
solvencia con un déficit de liquidez, Europa se ha
convertido en adicta a la alimentación por goteo de los
rescates financieros. Sin embargo, esto sólo funciona si
países como Grecia logran crecer para salir de una trampa
de la deuda o anular contratos sociales profundamente arraigados.
Hay muy pocas probabilidades de que así ocurra.
La probabilidad de que en los
próximos años sigan ocurriendo "pánicos del
crecimiento" recurrentes implica pocas esperanzas de enfoques
nuevos y creativos de políticas monetarias y fiscales para
después de la crisis. Con la mirada puesta en horizontes
electorales de corto plazo, las autoridades parecen buscar una y
otras vez soluciones rápidas: otro rescate o una
inyección de más liquidez. Sin embargo, tras una
recesión del balance de los EEUU, y en medio de una trampa
de la deuda en Europa, tal enfoque está condenado al
fracaso.
Las inyecciones de liquidez y los rescates financieros
sólo sirven para un fin: ganar tiempo. Sin embargo, el
tiempo no es la respuesta para economías que necesitan
desesperadamente reparaciones estructurales de
consolidación fiscal, desapalancamiento del sector
privado, reformas del mercado laboral o mejorar la
competitividad. Tampoco sirve el tiempo como amortiguador de las
anémicas recuperaciones post-crisis ante la próxima
e inevitable conmoción.
Es difícil saber cuándo
ocurrirá el golpe siguiente, o la forma que
adoptará… de lo contrario, no sería un golpe.
Pero es inevitable, tal como la noche sigue al día. Puesto
que los responsables políticos se resisten a enfocarse en
los necesarios imperativos estructurales, el resultado
será otro episodio de "pánico del crecimiento", o
algo peor. La recuperación fallida pone de relieve los
riesgos de un final cada vez más peligroso en el actual
mundo post-crisis.
(Stephen S. Roach, miembro de la facultad de la
Universidad de Yale, es Presidente no ejecutivo de Morgan Stanley
Asia y autor de The Next Asia (La próxima Asia).
Copyright: Project Syndicate, 2011)
– La crisis ideológica del capitalismo occidental
(Project Syndicate – 6/7/11)
(Por Joseph E. Stiglitz)
New York.- Tan sólo unos años
atrás, una poderosa ideología -la creencia en los
mercados libres y sin restricciones- llevó al mundo al
borde de la ruina. Incluso en sus días de apogeo, desde
principios de los años ochenta hasta el año 2007,
el capitalismo desregulado al estilo estadounidense trajo mayor
bienestar material sólo para los más ricos en el
país más rico del mundo. De hecho, a lo largo de
los 30 años de ascenso de esta ideología, la
mayoría de los estadounidenses vieron que sus ingresos
declinaban o se estancaban año tras año.
Es más, el crecimiento de la producción en
los Estados Unidos no fue económicamente sostenible. Con
tanto del ingreso nacional de los EEUU yendo destinado para tan
pocos, el crecimiento sólo podía continuar a
través del consumo financiado por una creciente
acumulación de la deuda.
Yo estaba entre aquellos que esperaban que, de alguna
manera, la crisis financiera pudiera enseñar a los
estadounidenses (y a otros) una lección acerca de la
necesidad de mayor igualdad, una regulación más
fuerte y mejor equilibrio entre el mercado y el gobierno.
Desgraciadamente, ese no ha sido el caso. Al contrario, un
resurgimiento de la economía de la derecha, impulsado,
como siempre, por ideología e intereses especiales, una
vez más amenaza a la economía mundial – o al menos
a las economías de Europa y América, donde estas
ideas continúan floreciendo.
En los EEUU, este resurgimiento de la
derecha, cuyos partidarios, evidentemente, pretenden derogar las
leyes básicas de las matemáticas y la
economía, amenaza con obligar a una moratoria de la deuda
nacional. Si el Congreso ordena gastos que superan a los
ingresos, habrá un déficit, y ese déficit
debe ser financiado. En vez de equilibrar cuidadosamente los
beneficios de cada programa de gasto público con los
costos de aumentar los impuestos para financiar dichos
beneficios, la derecha busca utilizar un pesado martillo – no
permitir que la deuda nacional se incremente, lo que fuerza a los
gastos a limitarse a los impuestos.
Esto deja abierta la interrogante sobre qué
gastos obtienen prioridad – y si los gastos para pagar intereses
sobre la deuda nacional no la obtienen, una moratoria es
inevitable. Además, recortar los gastos ahora, en medio de
una crisis en curso provocada por la ideología de libre
mercado, simple e inevitablemente sólo prolongaría
la recesión.
Hace una década, en medio de un auge
económico, los EEUU enfrentaba un superávit tan
grande que amenazó con eliminar la deuda nacional.
Incosteables reducciones de impuestos y guerras, una
recesión importante y crecientes costos de atención
de salud – impulsados en parte por el compromiso de la
administración de George W. Bush de otorgar a las
compañías farmacéuticas rienda suelta en la
fijación de precios, incluso con dinero del gobierno en
juego – rápidamente transformaron un enorme
superávit en déficits récord en tiempos de
paz.
Los remedios para el déficit de
EEUU surgen inmediatamente de este diagnóstico: se debe
poner a los Estados Unidos a trabajar mediante el estímulo
de la economía; se debe poner fin a las guerras sin
sentido; controlar los costos militares y de drogas; y aumentar
impuestos, al menos a los más ricos. Pero, la derecha no
quiere saber nada de esto, y en su lugar de ello, está
presionando para obtener aún más reducciones de
impuestos para las corporaciones y los ricos, junto con los
recortes de gastos en inversiones y protección social que
ponen el futuro de la economía de los EEUU en peligro y
que destruyen lo que queda del contrato social. Mientras tanto,
el sector financiero de EEUU ha estado presionando fuertemente
para liberarse de las regulaciones, de modo que pueda volver a
sus anteriores formas desastrosas y despreocupadas de
proceder.
Pero las cosas están un poco mejor en Europa.
Mientras Grecia y otros países enfrentan crisis, la
medicina en boga consiste simplemente en paquetes de austeridad y
privatización desgastados por el tiempo, los cuales
meramente dejarán a los países que los adoptan
más pobres y vulnerables. Esta medicina fracasó en
el Este de Asia, América Latina, y en otros lugares, y
fracasará también en Europa en esta ronda. De
hecho, ya ha fracasado en Irlanda, Letonia y Grecia.
Hay una alternativa: una estrategia de crecimiento
económico apoyada por la Unión Europea y el Fondo
Monetario Internacional. El crecimiento restauraría la
confianza de que Grecia podría reembolsar sus deudas,
haciendo que las tasas de interés bajen y dejando
más espacio fiscal para más inversiones que
propicien el crecimiento. El crecimiento por sí mismo
aumenta los ingresos por impuestos y reduce la necesidad de
gastos sociales, como ser las prestaciones de desempleo.
Además, la confianza que esto engendra conduce aún
a más crecimiento.
Lamentablemente, los mercados
financieros y los economistas de derecha han entendido el
problema exactamente al revés: ellos creen que la
austeridad produce confianza, y que la confianza produce
crecimiento. Pero la austeridad socava el crecimiento, empeorando
la situación fiscal del gobierno, o al menos produciendo
menos mejoras que las prometidas por los promotores de la
austeridad. En ambos casos, se socava la confianza y una espiral
descendente se pone en marcha.
¿Realmente necesitamos otro experimento costoso
con ideas que han fracasado repetidamente? No deberíamos,
y sin embargo, parece cada vez más que vamos a tener que
soportar otro. Un fracaso en Europa o en Estados Unidos para
volver al crecimiento sólido sería malo para la
economía mundial. Un fracaso en ambos lugares sería
desastroso – incluso si los principales países emergentes
hubieran logrado un crecimiento auto-sostenible. Lamentablemente,
a menos que prevalezcan las mentes sabias, este es el camino al
cual el mundo se dirige.
(Joseph E. Stiglitz es profesor de la Universidad de
Columbia, Premio Nobel de Economía y autor de Freefall:
Free Markets and the Sinking of the Global Economy. Copyright:
Project Syndicate, 2011)
– ¿Está el capitalismo condenado al
fracaso? (Project Syndicate – 15/8/11)
(Por Nouriel Roubini) Lectura recomendada
New York.- La masiva volatilidad y la aguda
corrección de los precios de las acciones que en la
actualidad golpean a los mercados financieros globales son
indicadores de que las economías más avanzadas se
encuentran al borde de una recesión de doble caída.
Una crisis financiera y económica causada por el exceso de
deuda y apalancamiento del sector privado condujeron a un masivo
re-apalancamiento del sector público con el fin de evitar
la Gran Depresión 2.0. Sin embargo, la recuperación
posterior ha sido anémica y mediocre en la mayoría
de las economías avanzadas dado el desapalancamiento
doloroso.
Hoy en día una combinación de los precios
altos del petróleo y productos básicos, los
disturbios en el Oriente Medio, el terremoto y tsunami del
Japón, la crisis de deuda de la eurozona y los problemas
fiscales de Estados Unidos (y ahora la rebaja de su
calificación crediticia) han llevado a un aumento masivo
en la aversión al riesgo. Económicamente los
Estados Unidos, la eurozona, el Reino Unido y el Japón
funcionan al ralentí. Incluso los mercados emergentes en
crecimiento (China, Asia emergente y América Latina), y
las economías orientadas a la exportación que se
basan en estos mercados (Alemania y Australia, un país
rico en recursos naturales), están experimentando
desaceleraciones agudas.
Hasta el año pasado, los políticos siempre
pudieron sacar un as de bajo la manga para reactivar los precios
de los activos y detonar la recuperación económica.
Estímulo fiscal, tasas de interés de casi cero, dos
rondas de "flexibilización cuantitativa",
separación estricta de las deudas incobrables y billones
de dólares en rescates y provisión de liquidez para
los bancos y entidades financieras: las autoridades ejecutivas
intentaron todo esto. Ahora se han quedado sin ases.
La política fiscal hoy en día es un lastre
para el crecimiento económico tanto en la eurozona como en
el Reino Unido. Incluso en los EEUU, los gobiernos estatales y
locales, y ahora el gobierno federal, recortan el gasto y reducen
los pagos de transferencias. Muy pronto, ellos subirán los
impuestos.
Otra ronda de rescates para los bancos es
políticamente inaceptable y económicamente
inviable: la mayoría de los gobiernos, especialmente en
Europa, están tan estresados que los rescates no son
asequibles; de hecho, el riesgo soberano está, en
realidad, alimentando por la preocupación por la salud de
los bancos europeos, que tienen en sus carteras la mayor parte de
los cada vez más inestables valores
gubernamentales.
Tampoco la política monetaria puede ser de mucha
ayuda. La flexibilización cuantitativa en la eurozona y el
Reino Unido se ve limitada por una inflación por encima
del nivel objetivo. La Reserva Federal de EEUU probablemente
inicie una tercera ronda de flexibilización cuantitativa
(QE3), pero esta ofrecerá muy poco y llegará
demasiado tarde. El año pasado la flexibilización
cualitativa (QE2) de $ 600 millardos y de $ 1 billón de
dólares en recortes de impuestos y transferencias
logró un crecimiento de apenas el 3% durante un trimestre.
Posteriormente, el crecimiento cayó bruscamente a menos
del 1% en el primer semestre del año 2011. QE3 será
de mucho menor tamaño, y logrará mucho menos en
cuanto a reactivar los precios de los activos y restaurar el
crecimiento.
La depreciación de la moneda no
es una opción viable para todas las economías
avanzadas: todas ellas necesitan una moneda más
débil y una mejor balanza comercial para recuperar el
crecimiento, pero no todas ellas pueden estar en esta
situación al mismo tiempo. Así que depender de los
tipos de cambio para influir en la balanza comercial es un juego
de suma cero. Por esta razón se vislumbran en el horizonte
guerras cambiaras; Japón y Suiza son los participantes de
las primeras batallas por debilitar sus tipos de cambio. Otros
pronto seguirán el ejemplo.
Mientras tanto, en la eurozona, Italia y
España están ahora en riesgo de perder acceso al
mercado, y en la actualidad las presiones financieras sobre
Francia también van en aumento. Sin embargo, Italia y
España son países demasiado grandes para quebrar y
demasiado grandes para ser rescatados. Por el momento, el Banco
Central Europeo comprará algunos de sus bonos como un
puente con el nuevo Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera
(EFSF, por el nombre en inglés) de la eurozona. Sin
embargo, si Italia y/o España pierden su acceso al
mercado, los € 440 mil millones ($ 627 mil millones) del
arca de guerra del EFSF podrían agotarse hasta finales de
este año o principios del año 2012.
En ese momento, a menos que se
tripliquen los fondos del EFSF -una medida a la que se
opondría Alemania- la única opción que
quedaría sería una reestructuración ordenada
pero coercitiva de la deuda italiana y española, tal como
ha ocurrido en Grecia. La reestructuración coercitiva de
la deuda no garantizada de los bancos insolventes sería el
siguiente paso. Por esta razón, aunque apenas ha empezado
el proceso de desapalancamiento, se harán necesarias las
reducciones de deuda si los países no pueden crecer o
ahorrar o agrandarse por cuenta propia para salir de sus
problemas de deuda.
Parece que Karl Max estuvo parcialmente
en lo correcto al argumentar que la globalización, la
intermediación financiera fuera de control, y la
redistribución del ingreso y la riqueza de los
trabajadores en beneficio del capital podría llevar al
capitalismo a su autodestrucción (sin embargo se
demostró que su idea de que el socialismo da mejores
resultados fue errónea). Las empresas están
recortando puestos de trabajo porque no hay suficiente demanda
final. Sin embargo, al recortar puestos de trabajo se reduce el
ingreso de los trabajadores, se aumenta la desigualdad y se
reduce la demanda final.
Las protestas populares recientes, que se extienden
desde el Medio Oriente hasta Israel y el Reino Unido, y la
creciente ira popular en China -y que más temprano que
tarde llegarán a otras economías avanzadas y
mercados emergentes- son todas impulsadas ??por los mismos
problemas y tensiones: creciente desigualdad, pobreza, desempleo,
y desesperanza. Incluso las clases medias del mundo están
sintiendo la presión de la caída de ingresos y
oportunidades.
Para permitir que las economías orientadas al
mercado operen como deberían y como pueden, tenemos que
retornar al equilibrio adecuado entre los mercados y la
provisión de bienes públicos. Esto significa
alejarse tanto del modelo anglosajón de laissez-faire y
economía vudú como del modelo europeo continental
de los estados de bienestar impulsados por el déficit.
Ambos modelos están resquebrajados.
El equilibrio adecuado hoy en día
exige la creación de puestos de trabajo de manera parcial
a través de estímulos fiscales adicionales
dirigidos a las inversiones en infraestructura productiva.
También requiere de impuestos más progresivos;
más cantidad de estímulos fiscales a corto plazo
junto con disciplina fiscal de mediano y largo plazo; de apoyo de
préstamos de última instancia por parte de las
autoridades monetarias a fin de prevenir corridas bancarias
destructivas; de reducción de la carga crediticia de los
hogares insolventes y de otros agentes económicos que
atraviesan dificultades económicas; de supervisión
y regulación más estricta de un sistema financiero
que está fuera de control; y de fraccionamiento de los
bancos que son demasiado grandes para quebrar y de los fondos de
inversión oligopolísticos.
Con el tiempo, las economías avanzadas
tendrán que invertir en capital humano,
capacitación y redes de seguridad social para aumentar la
productividad y permitir que los trabajadores compitan, sean
flexibles y prosperen en una economía globalizada. La
alternativa es -igual que en la década de 1930-
interminable estancamiento, depresión, guerras cambiarias
y de balanza comercial, controles de capital, crisis financiera,
insolvencias soberanas, y masiva inestabilidad política y
social.
(Nouriel Roubini es presidente de Roubini Global
Economics, profesor en la Escuela Stern de Administración
de Empresas de la Universidad de Nueva York y coautor del libro
Crisis Economics (Cómo salimos de ésta, Ediciones
Destino, Barcelona, 2010; traducción de Eva Robledillo y
Betty Trabal). Copyright: Project Syndicate, 2011)
– "El mito del crecimiento económico infinito es
un fracaso" (BBCMundo – 29/9/11)
(Por Tim Jackson – Universidad de Surrey) Lectura
recomendada
Toda sociedad se aferra a un mito y vive
por él. El nuestro es el del crecimiento económico.
Las últimas cinco décadas la persecución del
crecimiento ha sido el más importante de los objetivos
políticos en el mundo. La economía global tiene
cinco veces el tamaño de hace medio siglo. Si
continúa creciendo al mismo ritmo, será 80 veces en
el año 2100.
Este extraordinario salto de la
actividad económica global no tiene precedentes en la
historia. Y es algo que no puede estar más en desacuerdo
con la base de recursos finitos y frágil equilibrio
ecológico del que depende para su supervivencia. Y ya ha
venido acompañado de una degradación estimada de un
60% de los ecosistemas del mundo.
La mayor parte del tiempo, evitamos la realidad de estos
números. El crecimiento debe continuar, insistimos.
"¡Acumulad!, ¡acumulad!, es lo que dicen
Moisés y todos los profetas", como dijo Karl
Marx.
Y no sólo por el bien de los países
más pobres, donde (lo sabe el cielo) es desesperadamente
urgente una calidad de vida mejor, sino en el opulento Occidente,
donde el consumismo rampante amenaza el tejido de nuestra
sociedad.
Las razones por esta ceguera colectiva son
fáciles de encontrar. El capitalismo occidental se basa de
forma estructural en el crecimiento para su estabilidad. Cuando
la expansión se tambalea, como ha pasado recientemente,
los políticos entran en pánico.
Los negocios batallan por sobrevivir. La gente pierde
sus trabajos y en ocasiones sus viviendas. La espiral de la
recesión es una amenaza. Cuestionar el crecimiento se toma
como un acto de lunáticos, idealistas y
revolucionarios.
Ahora, cuestionarlo es un deber. El mito
del crecimiento infinito ha fracasado, ha fracasado para 2.000
millones de personas que viven con menos de US$ 2 al día.
Ha fracasado para el frágil sistema ecológico de
cuya supervivencia depende. Ha fracasado, espectacularmente, en
sus propios términos, para proveer estabilidad
económica y asegurar la vida de las personas. La
prosperidad para unos pocos, basada en la destrucción
medioambiental y la persistente injusticia social, no es
fundamento para una sociedad civilizada.
Pero la crisis económica se nos presenta como una
oportunidad única para invertir en el cambio, barrer las
creencias en el beneficio a corto plazo que fueron una plaga
durante décadas. Y para el compromiso, por ejemplo, en una
reforma radical de las disfuncionales instituciones de los
mercados de capitales.
La especulación sin trabas en
materias primas y derivados financieros llevaron al mundo
financiero al filo del colapso hace tres años. Es
necesario que sea remplazado por un más duradero y lento
sentido de las finanzas: inversión sólida en
activos productivos, en tecnologías limpias de bajas
emisiones de carbono, en salud y educación, en viviendas
de calidad y en sistema de transporte eficientes, en espacios
públicos abiertos. Es decir, inversión en el futuro
de las comunidades.
El empresariado también debe ser revisado.
Obtener beneficios a expensas de los contribuyentes es inmoral.
La mano invisible del mercado debe ser domesticada y puesta al
servicio del pueblo. Los ejecutivos más previsores de las
empresas más visionarias ya entienden estas demandas. La
empresa social está comenzando a prosperar en la
economía post-crisis.
Arreglar la economía es
sólo parte de la batalla. También tenemos que
confrontar la lógica del consumismo. Los días de
gastar dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos para
impresionar a personas que no nos importan deben terminar. Vivir
bien es buena nutrición, un hogar decente, buenos
servicios públicos, comunidad estable y un empleo
satisfactorio.
La prosperidad, en todos los sentidos de
la palabra, trasciende las preocupaciones materiales, reside en
el amor de nuestras familias, el apoyo de nuestros amigos y la
fuerza de nuestras comunidades, en nuestra capacidad para
participar en la vida en sociedad, en tener un propósito
para darle sentido a la vida. El desafío para nuestra
sociedad es crear las condiciones para que hacer esto
posible.
Coda: puede pasar lo peor o lo mejor
(viejas y queridas causas perdidas)
The Quiz Show: la foto que sigue corresponde a una
"acción policial" en: ¿la Plaza de Tiananmen?
¿la Plaza Roja de Moscú? ¿la zona fronteriza
de Kosovo? ¿alguna calle de Dagestán? ¿la
Plaza Tahrir? ¿alguna calle de Damasco?… (la lista de
"sospechosos habituales" es amplia, diversa y, seguramente,
repugnante).
Pues no Señores… Lamentablemente, la
fotografía corresponde al desalojo
(¿pacífico?) por las fuerzas policiales de los
manifestantes durante la protesta "Ocupa Wall Street", en Nueva
York (noviembre 2011). Mira tú por
dónde…
La bota
policial
La bota de un policía pisa el gorro de un
manifestante, recién reducido por las fuerzas policiales
durante la protesta de 'Ocupa Wall Street' en Nueva York. Brendan
McDermid (REUTERS)
Aparentemente los políticos estadounidenses
están hartos de la democracia. Por todo el país, la
policía, bajo las órdenes de las autoridades
locales, están desalojando los campamentos de protesta
establecidos por los miembros del movimiento "Ocupemos Wall
Street" – algunas con una escandalosa violencia brutal y
arbitraria.
En el incidente más grave hasta la fecha
(31/10/11), cientos de policías con equipo antimotines
rodearon el campamento del movimiento "Ocupemos Oakland" y
dispararon balas de hule (que pueden ser mortales), granadas de
aturdimiento y gas lacrimógeno, e incluso algunos
oficiales apuntaron directamente a los manifestantes. Los tweets
de Ocupemos Oakland parecían provenir de la Plaza Tahrir
de El Cairo: "Nos están rodeando"; "Cientos de
policías"; "Hay vehículos blindados y hummers".
Hubo 170 detenidos.
Relata Naomi Wolf (El pueblo contra la policía
(Project Syndicate – 31/10/11): "Recientemente mi propio
arresto, que sucedió a pesar de que yo estaba observando
pacíficamente los términos de una
autorización en una calle del centro de Manhattan, hizo
que la realidad de estas duras medidas fuera palpable para
mí. Los Estados Unidos despertaron y descubrieron lo que
se había hecho mientras dormían: las empresas
privadas han contratado a sus policías (JPMorgan Chase
donó 4.6 millones de dólares al fondo de la
policía de Nueva York); el departamento federal de
Seguridad Nacional ha dotado a pequeños cuerpos de
policía municipal de armas militares; poco a poco se ha
ido privando a los ciudadanos de los derechos de libertad de
expresión y de reunión mediante la exigencia de
permisos poco claros.
Súbitamente, los Estados Unidos se parecen al
resto de un mundo enojado que protesta y que no es completamente
libre. En efecto, la mayoría de los analistas no se han
dado cuenta del todo de que se está desarrollando una
guerra mundial. Una guerra mundial que es distinta a todas las
anteriores: por primera vez en la historia los pueblos del mundo
no se están identificando y organizando por nacionalidad y
religión, sino más bien en términos de una
conciencia global y de reclamos de una vida pacífica, un
futuro sostenible, justicia económica y una democracia
elemental. Su enemigo son las corporaciones globales que
controlan y compran gobiernos y legislaturas, que han creado sus
propios brazos armados que cometen fraudes económicos
sistémicos, y que saquean las riquezas y
ecosistemas…
Después de todo, las demandas de estos
movimientos de protesta no son lo más profundo, sino la
incipiente infraestructura de una humanidad común. Durante
décadas, se ha ordenado a los ciudadanos que se sometan
-en un mundo fantástico de consumo o en la pobreza y el
trabajo pesado- y que dejen la dirección a las
élites. Las protestas son transformadoras precisamente
porque la gente sale se encuentra frente a frente y al reaprender
los hábitos de la libertad construyen nuevas
instituciones, relaciones y organizaciones.
Nada de eso puede suceder en un ambiente de violencia
política y policiaca contra manifestantes
democráticos pacíficos. Como alguna vez
preguntó Bertolt Brecht, después de la salvaje
represión por parte del régimen comunista de
Alemania oriental contra una protesta obrera en junio de 1953,
"¿No sería más fácil….que el
gobierno disolviera al pueblo y eligiera a otro?" En los Estados
Unidos y en muchos otros países, líderes que
supuestamente son democráticos parecen estar tomando muy
en serio la pregunta irónica de Brecht".
(Naomi Wolf es una activista política y
crítica social cuyo libro más reciente es: Give Me
Liberty: A Handbook for American Revolutionaries)
Dice Joseph E. Stiglitz (La globalización de la
protesta (Project Syndicate – 4/11/11): "El movimiento de
protesta que nació en enero en Túnez, para luego
extenderse a Egipto y de allí a España, ya es
global: la marea de protestas llegó a Wall Street y a
diversas ciudades de Estados Unidos. La globalización y la
tecnología moderna ahora permiten a los movimientos
sociales trascender las fronteras tan velozmente como las ideas.
Y la protesta social halló en todas partes terreno
fértil: hay una sensación de que el "sistema"
fracasó, sumada a la convicción de que, incluso en
una democracia, el proceso electoral no resuelve las cosas, o por
lo menos, no las resuelve si no hay de por medio una fuerte
presión en las calles…
Hay una misma idea que se repite en todos los casos, y
que el movimiento OWS expresa en una frase muy sencilla: "Somos
el 99%".
Este eslogan remite al título de un
artículo que publiqué hace poco. El artículo
se titula "Del 1%, por el 1% y para el 1%", y en él
describo el enorme aumento de la desigualdad en los Estados
Unidos: el 1% de la población controla más del 40%
de la riqueza y recibe más del 20% de los ingresos. Y los
miembros de este selecto estrato no siempre reciben estas
generosas gratificaciones porque hayan contribuido más a
la sociedad (esta justificación de la desigualdad
quedó totalmente vaciada de sentido a la vista de las
bonificaciones y de los rescates); sino que a menudo las reciben
porque, hablando mal y pronto, son exitosos (y en ocasiones
corruptos) buscadores de rentas.
No voy a negar que dentro de ese 1%, hay algunas
personas que dieron mucho de sí. De hecho, los beneficios
sociales de muchas innovaciones reales (por contraposición
a los novedosos "productos" financieros que terminaron provocando
un desastre en la economía mundial) suelen superar con
creces lo que reciben por ellas sus creadores.
Pero, en todo el mundo, la influencia política y
las prácticas anticompetitivas (que a menudo se sostienen
gracias a la política) fueron un factor central del
aumento de la desigualdad económica. Una tendencia
reforzada por sistemas tributarios en los que un multimillonario
como Warren Buffett paga menos impuestos que su secretaria (como
porcentaje de sus respectivos ingresos) o donde los especuladores
que contribuyeron a colapsar la economía global tributan a
tasas menores que quienes ganan sus ingresos
trabajando…
El aumento de la desigualdad es producto de una espiral
viciosa: los ricos rentistas usan su riqueza para impulsar leyes
que protegen y aumentan su riqueza (y su influencia). En la
famosa sentencia del caso Citizens United, la Corte Suprema de
los Estados Unidos dio a las corporaciones rienda suelta para
influir con su dinero en el rumbo de la política. Pero
mientras los ricos pueden usar sus fortunas para hacer oír
sus opiniones, en la protesta callejera la policía no me
dejó usar un megáfono para dirigirme a los
manifestantes del OWS.
A nadie se le escapó este contraste: por un lado,
una democracia hiperregulada, por el otro, la banca desregulada.
Pero los manifestantes son ingeniosos: para que todos pudieran
oírme, la multitud repetía lo que yo decía;
y para no interrumpir con aplausos este "diálogo",
expresaban su acuerdo haciendo gestos elocuentes con las
manos.
Tienen razón los manifestantes cuando dicen que
algo está mal en nuestro "sistema". En todas partes del
mundo tenemos recursos subutilizados (personas que desean
trabajar, máquinas ociosas, edificios vacíos) y
enormes necesidades insatisfechas: combatir la pobreza, fomentar
el desarrollo, readaptar la economía para enfrentar el
calentamiento global (y esta lista es incompleta). En los Estados
Unidos, en los últimos años se ejecutaron
más de siete millones de hipotecas, y ahora tenemos
hogares vacíos y personas sin hogar"…
(Joseph E. Stiglitz es profesor de la Universidad de
Columbia, premio Nobel de Economía y autor del libro
Caída libre: Estados Unidos, el libre mercado y el
hundimiento de la economía mundial)
Estos "relatos" (de cabotaje), representan una manera
"solidaria" de iniciar las "Conclusiones" sobre las
"Economías Fallidas". Se trata de resaltar el poder del
dinero frente a la fuerza de la verdad. Denunciar que reinan los
principales por encima de los principios. Afirmar que la
economía (y la justicia) queda(n) huérfana(s) de
esperanza.
Las mías son "advertencias", no "predicciones".
Puedo estar equivocado (probablemente), pero no soy "interesado"
(cómplice), ni "pluma mercenaria" (lacayo), con absoluta
seguridad. A partir de esta confesión, ustedes
mismos.
Una crisis camaleónica
Entre los factores que impulsaron esta crisis figuran
una política monetaria expansiva que propició un
aumento del endeudamiento, ya que los costes de las obligaciones
financieras eran muy reducidos y la abundante liquidez hizo que
los tipos de interés fueran inferiores a la
inflación, con lo que los incentivos para ahorrar en vez
de consumir eran menores. Una errónea evaluación
del riesgo por parte de las agencias de rating y de una falta de
regulación externa por parte de la Fed, y sobre todo por
un exceso de avaricia por parte de los responsables de las
entidades financieras.
El detonante fue la elevada morosidad de las hipotecas
subprime desarrolladas a raíz del boom inmobiliario en
EEUU y que se concedieron sin ningún control a clientes
apodados como ninjas, personas sin renta, sin trabajo y sin
activos (no income, no job, no assets). La pregunta es:
¿por qué los bancos concedieron créditos a
gente que seguramente no podría pagar? Para seguir
alimentando la máquina del dinero. El fin no era la
concesión de créditos de vivienda en sí
mismos, sino el deseo de otorgarlos para posteriormente emitir
títulos respaldados por esos préstamos
hipotecarios. Cuantas más hipotecas daban, más
títulos podían emitir y mayor altura tomaban los
precios de la vivienda, con el consiguiente efecto riqueza sobre
la economía real. Sin embargo esto sólo se
podía sostener si el boom inmobiliario duraba
indefinidamente, pero ninguna burbuja es eterna. Y ésta se
desinfló el primer trimestre de 2007, cuando por la
saturación del mercado cayeron los precios de la vivienda.
Ante esta situación, algunos propietarios con bajo nivel
de renta, al ver que el valor de la vivienda quedaba por debajo
del valor hipotecado empezaron a no pagar los préstamos y
a devolverles las llaves de las casas al banco. De este modo
nacieron los activos tóxicos, en el sentido de que el
valor subyacente de las titulizaciones de las hipotecas era mucho
menor al de los bonos emitidos.
Pero, el principal problema vino a la hora de asumir e
identificar el riesgo de los activos. Ya que, estas hipotecas una
vez concedidas en títulos transferibles, se vendieron por
todo el mundo. Quienes las contrataban en EEUU eran agentes a
comisión, que cobraban en función del número
de hipotecas colocadas. Los ejecutivos de estas empresas no se
veían afectados por el creciente riesgo que el sistema
financiero asumía. Su trabajo consistía en vender
hipotecas y sólo de ello dependía su sueldo. Por
otra parte, los bancos a través de la titulización
-convertir activos, generalmente préstamos en valores
negociables en el mercado- tampoco fueron conscientes del riesgo
ya que diseñaron unos instrumentos financieros llamados
CDO (Collaterised Debt Obligations) con los que las entidades
sacaban de sus balances activos provenientes de su negocio
hipotecario, sustituyéndolos por dinero nuevo. En una
operación opaca que hacía difícil saber
quién era el tenedor final de ese título.
Así, cuando estalló la crisis los mercados de
capitales se secaron. Los bancos no sabían quiénes
estaban contaminados con estas emisiones, ni en qué
cuantía por lo que no prestaban dinero a nadie.
Como consecuencia de esta restricción del
crédito muchos proyectos de inversión se cancelaron
provocando pérdidas empresariales, caída del
crecimiento económico y destrucción del empleo.
Tenemos así cómo, en un tiempo récord una
crisis en el sector hipotecario estadounidense se transforma en
una crisis financiera y posteriormente en una crisis
económica global.
Ahora la deuda es el problema
Ante esta tesitura, los Estados intervinieron a
través de estímulos fiscales y dando soporte de
liquidez y apoyo a los bancos. Tanto en EEUU como en Europa el
riesgo de quiebra del sistema financiero propició una
rápida y desorganizada ayuda a los bancos, mientras que
las respuestas en política fiscal y monetaria fueron
más coordinadas. En Asia la respuesta fue más
tradicional y, prioritariamente, se centró en expandir el
crédito y dar estímulos en ciertos
sectores.
Este esfuerzo que tuvieron que realizar algunas
economías para evitar el colapso de su sistema financiero
-nacionalizando incluso entidades bancarias-, y desatascar la
congestión de su sector productivo hizo que los niveles de
endeudamiento de estos países se incrementaran
notablemente y en un breve periodo de tiempo. Todo ello, unido a
un crecimiento prácticamente nulo de su PIB, hizo que en
los mercados financieros, comenzara a cuajar la idea de que
algunos países podrían no ser capaces de hacer
frente a su endeudamiento.
Un temor que cobró forma cuando, en octubre de
2009, el nuevo gobierno griego indicó que se había
disimulado el verdadero tamaño de su deuda desde
hacía casi una década, los problemas se dispararon
en los meses posteriores, hasta que en abril de 2010 Atenas
pidió el rescate y el 8 de mayo, se concedió una
línea de crédito de 110.000 millones de euros para
rescatar a Grecia (80.000 por parte de la UE y 30.000 del FMI),
quien ahora (noviembre 2011) está pendiente de un segundo
rescate. No fue la única, el 22 de noviembre de 2010 le
siguió Irlanda, que percibió una ayuda de 67.500
millones de euros; y el 6 de abril del año 2011 Portugal
claudicó y se le destinó un fondo de ayuda por
valor de 78.000 millones. Ahora España e Italia
están en el punto de mira al ubicar su prima de riesgo por
encima de los 400 puntos básicos. Un nivel a partir del
cual la intervención se realizó en los anteriores
países.
También al otro lado del Atlántico, han
tenido su particular vía crucis con la deuda.
Demócratas y republicanos tras una ardua
negociación alcanzaron un acuerdo para elevar el techo de
endeudamiento de la economía estadounidense -que se
establecía como límite en los 14,29 billones de
dólares- , un acuerdo que se alcanzó in extremis el
2 de agosto de 2011 para evitar que la primera potencia
económica entrara en quiebra.
Bajo los términos de lo pactado, la
autorización de endeudamiento subió de inmediato en
900.000 millones de dólares, y se añadirán
otros 1.5 billones para el año 2012. A cambio se
aplicarán de inmediato recortes de casi un billón
de dólares, mientras un comité bipartidista tiene
de plazo hasta fin del año 2011 para buscar una
reducción del déficit federal en otros… 2
billones de dólares (hasta el 22/11/11, no lo han
logrado).
Pero los "fallos" de la economía venían de
antes
El factor evidente que precipitó la crisis fue la
imprudencia imperdonable del sector financiero, sumada a la
insensatez de una desregulación que le dio rienda suelta.
La herencia que nos dejó (capacidad excedente en el sector
inmobiliario y hogares demasiado endeudados) dificulta
todavía más la recuperación.
Pero la economía se encontraba muy mal ya antes
de la crisis, y la burbuja inmobiliaria no hizo más que
ocultar sus debilidades. Si no hubiera estado la burbuja para
estimular el consumo, se habría producido una enorme
escasez de demanda agregada. Lo que ocurrió en cambio fue
que la tasa de ahorro personal se redujo a apenas el 1%, mientras
el 80% de los estadounidenses menos pudientes gastaban cada
año aproximadamente el 110% de sus ingresos. Incluso si el
sector financiero se recuperara completamente y estos
estadounidenses pródigos no hubieran aprendido nada sobre
la importancia del ahorro, su consumo no superaría el 100%
de sus ingresos.
En alguna medida Estados Unidos y el mundo fueron
víctimas de su propio éxito. El acelerado aumento
de la productividad en el sector industrial superó el
crecimiento de la demanda, lo que supuso una reducción del
nivel de empleo en ese sector. Esto implicaba un desplazamiento
de mano de obra al sector de servicios.
La necesidad que tienen los Estados Unidos y Europa de
retirar mano de obra del sector industrial se agrava por el
cambio de las ventajas comparativas: además de que hay un
límite global para la cantidad de empleos fabriles, una
proporción mayor de esos puestos de trabajo se irá
a otros países.
Mientras tanto, la globalización fue uno de los
factores (aunque no el único) que contribuyeron a que
surgiera el siguiente problema clave: el aumento de la
desigualdad. Como una parte de los ingresos se trasladó de
personas que los gastan a personas que no los gastan, la demanda
agregada se redujo. Asimismo, el enorme encarecimiento de la
energía derivó poder adquisitivo de los Estados
Unidos y Europa a los países productores de
petróleo, que al darse cuenta de la volatilidad de sus
precios, eligieron acertadamente ahorrar gran parte de esta
renta.
Las protestas durante el año 2011 por todo el
mundo han expresado la preocupación de la clase media y
trabajadora ante su futuro económico, el aumento de la
desigualdad de los salarios y la riqueza, y la
concentración de poder por la élite.
El argumento de que el 99% de la población se
hunde, mientras que el 1% prospera, tal vez simplifique una
realidad compleja, pero suena certero; el capitalismo no regulado
y la globalización no han beneficiado a todos, y entre sus
consecuencias adversas se incluyen las pérdidas masivas de
empleo, un crecimiento salarial mediocre y un aumento de las
desigualdades.
La desigualdad alimenta la inestabilidad
sociopolítica y reduce el crecimiento económico.
También conlleva la ausencia de demanda agregada que
debilita el crecimiento porque redistribuye las rentas de los
actores con mayor propensión marginal a gastar a los
actores con mayor propensión a ahorrar.
Los levantamientos y las revueltas árabes, los
últimos disturbios en Inglaterra y las protestas
anteriores en ese mismo país contra los recortes de
pensiones y la subida de las tasas académicas, las
protestas de la clase media israelí contra el alto precio
de la vivienda y la presión de una inflación alta,
la preocupación de los estudiantes chilenos sobre la
educación y el empleo, el vandalismo de coches caros de
los peces gordos alemanes, las manifestaciones griegas contra la
austeridad fiscal. Aunque no todas compartan un mismo lema,
expresan (de formas diferentes) la preocupación de la
clase media y trabajadora sobre su futuro económico, los
problemas de acceso a las oportunidades económicas y la
concentración de poder por las élites
económicas, financieras y políticas.
Diversos efectos de la globalización
económica y financiera, así como una
fiscalización menos progresiva. La incorporación de
2.500 millones de chinos e hindúes a la mano de obra
internacional, reduce los puestos de trabajo y los salarios de
los obreros y oficinas externalizables de las economías
avanzadas. El cambio tecnológico, hace que los puestos de
trabajo estén orientados a unas habilidades y a una
formación, específicas. El aumento de la
desigualdad en economías anteriormente de rentas bajas
pero en rápido crecimiento. El crecimiento de los
oligopolios menos competitivos y que aumentan los
márgenes.
En EEUU, en 2010 la desigualdad salarial recuperó
valores de 1928 (ver gráfico). El año pasado, la
proporción de los ingresos del 1% superior (es decir, de
la parte de la población más rica) fue del 23% tras
un aumento del 10% en dos décadas. El 5% superior controla
el 75% de la riqueza. El coeficiente de Gini (que mide la
desigualdad) indica un aumento brusco de la misma. La media de
ingresos de los hogares estadounidenses ha vuelto a niveles de
1999. Las clases trabajadoras se encuentran muy oprimidas en
términos de salarios y riqueza.
El aumento de las desigualdades y el consiguiente
débil crecimiento de los salarios de las clases medias y
trabajadoras obedecen a muchas y complejas causas. También
es problemático por muchos motivos, incluso sin tener en
cuenta la cuestión de la justicia de la
desigualdad.
En primer lugar, el aumento del apalancamiento
público y privado, y las correspondientes burbujas de
crédito y activos, son en parte consecuencia de la
desigualdad. El mediocre crecimiento de los sueldos de las
últimas décadas ha creado un vacío entre los
salarios y las aspiraciones de gastos. En los países
anglosajones (no sólo Estados Unidos y el Reino Unido,
sino también en otros que han seguido ese modelo en los
últimos años, como Islandia, Irlanda, España
o Australia), la respuesta ha sido una democratización del
crédito (mediante la liberalización financiera) que
ha permitido a los hogares en apuros pedir prestado para
compensar la diferencia entre gastos e ingresos, y ha conducido a
un aumento de la deuda privada.
En las economías del Estado del bienestar social
de la Europa continental, ese vacío se ha ido llenando
mediante el suministro de servicios públicos
(educación gratuita, sanidad, etcétera), aunque no
se cubren íntegramente con los impuestos y, por lo tanto,
provocan un aumento del déficit público y de la
deuda.
En ambos casos, la creciente deuda pública y
privada se acabó volviendo insostenible y condujo a una
crisis financiera. Cuando la burbuja de la deuda privada
estalló con el hundimiento del precio de los activos, los
déficits públicos y las deudas subieron incluso en
las economías anglosajonas porque se socializaron las
pérdidas privadas, irrumpieron los estabilizadores
automáticos y se implantaron políticas fiscales
contra-cíclicas para evitar que la Gran Recesión de
2007/ 2009 se convirtiera en la Gran Depresión
2.0.
En segundo lugar, las empresas de las economías
avanzadas están recortando las plantillas porque aseguran
que existe incertidumbre, exceso de capacidades e insuficiente
demanda final. Pero suprimir puestos de trabajo reduce las rentas
del trabajo, incrementa las desigualdades y limita la demanda
final. Es decir, que lo que es racional individualmente (las
empresas necesitan sobrevivir y prosperar) es destructivo en el
agregado macro porque los costes laborales de una empresa son las
rentas individuales del trabajo y la demanda.
Algunas propuestas de los "grandes bonetes" (les enfants
terribles de la economía)
Joseph E. Stiglitz: "La receta para el mal que aqueja a
la economía global se deduce inmediatamente a partir del
diagnóstico: hacen falta sólidos programas de gasto
público que apunten a facilitar la
reestructuración, promover el ahorro energético y
reducir la desigualdad; y junto con esto, una reforma del sistema
financiero internacional que cree alternativas a la
acumulación de reservas.
Tarde o temprano, los líderes mundiales (y los
votantes que los eligen) se darán cuenta de que es
así, ya que conforme las perspectivas de crecimiento sigan
empeorando, no les quedará otra alternativa. ¿Pero
cuánto sufrimiento deberemos soportar hasta que eso
ocurra?". La cura para la economía (Project Syndicate –
3/10/11)
Nouriel Roubini: "Para que las economías de
mercado puedan operar de una forma más estable y
equilibrada debemos recuperar el equilibrio correcto entre los
mercados y el suministro de servicios públicos. Y eso
implica alejarse tanto del modelo anglosajón del
capitalismo desregulado del laissez-faire y la economía
vudú, como del modelo continental europeo del estado de
bienestar deficitario.
Ni siquiera el modelo alternativo del crecimiento
asiático (si es que existe) ha evitado el aumento de las
desigualdades en China, la India y muchos otros lugares del
continente. Las economías emergentes (desde Asia a
Latinoamérica) necesitan desarrollar más algunas de
las instituciones fundamentales del estado moderno del bienestar
social para evitar la inestabilidad sociopolítica y
promover el crecimiento de una economía de
consumo.
Cualquier modelo económico que no aborde
debidamente las desigualdades suministrando servicios
públicos y oportunidades económicas a todos
está abocado a enfrentarse a una crisis de legitimidad.
Muchos estudios de investigación académica,
incluido uno reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI),
demuestran que el ensanchamiento de la desigualdad conduce a un
menor crecimiento económico.
Incluso dejando de lado la cuestión de la
justicia, la desigualdad también es negativa siguiendo el
criterio tradicional económico de la "eficiencia". Y la
frecuencia, gravedad y consecuencias recientes de las crisis
económicas y financieras, en parte provocadas por el
aumento de la desigualdad y la inseguridad salarial, son
perjudiciales y podrían provocar una reacción
contra la globalización y las reformas de mercado. Por
ello, es necesario encontrar una tercera vía que equilibre
el papel de los mercados y los estados en la
economía.
De lo contrario, las protestas de 2011 adquirirán
más importancia y provocarán una inestabilidad
social y política trastornadora, que acabará
minando el crecimiento económico a largo plazo y el
bienestar, y desencadenará una reacción contra la
globalización y las economías de mercado tanto en
las economías avanzadas como en las emergentes". Los
peligrosos efectos de la desigualdad (El Economista –
17/10/11)
(Nouriel Roubini, director de Roubini Global Economics,
es profesor de Economía de la Stern School of Business de
la Universidad de Nueva York y coautor de Crisis
Economics)
El escenario del fracaso: preparando las próximas
burbujas (el futuro ya está aquí)
De la hemeroteca reciente extraigo las "últimas
noticias" que (lamentablemente) no permiten confiar en el
espíritu de enmienda de los "sospechosos habituales". No
han aprendido nada o, peor aún, ni siquiera les interesa.
Repiten las mismas jugadas (con nuestro dinero), en el mismo
casino (abierto "over the counter"). "Mad Money".
"La búsqueda por la apuesta perfecta ha
desviado a algunos inversionistas muy lejos del
rebaño"… Los "refugios" de alto riesgo de los
inversionistas (The Wall Street Journal –
28/11/11)
"Estos inversionistas están revisando hasta los
rincones más recónditos del mundo de las
inversiones para apostar por los bonos israelitas, la suerte de
la banca islandesa y la probabilidad de recibir pagos de la
bancarrota de Lehman Brothers Holdings.
El objetivo es hallar inversiones cuyo valor no
esté sujeto a los grandes movimientos de los mercados
dictados por la crisis europea y las batallas políticas en
Estados Unidos.
Tradicionalmente, los inversionistas han recurrido a
materias primas como el petróleo y a coberturas para
protegerse de los vaivenes de los mercados. Últimamente,
no obstante, estos activos han tendido a subir y bajar en
sincronía, un fenómeno conocido como
correlación.
"Los inversionistas se dan cuenta de que, en
épocas de crisis, cae todo su portafolio", apunta Robert
Koenigsberger, director de inversión de Gramercy, una
administradora de fondos especializada en mercados emergentes con
unos US$ 2.700 millones bajo gestión. "Se ha producido un
gran movimiento para reforzar los portafolios con inversiones que
no están correlacionadas", afirma.
Alfredo Viegas, estratega de mercados emergentes de la
firma de valores Knight Capital Group, recomienda a sus clientes
apostar contra los bonos de Israel. Su teoría es que, al
estar tan concentrado en Europa, el mercado no ha evaluado
acertadamente los riesgos de Medio Oriente, como un deterioro en
las relaciones entre Israel e Irán o un recrudecimiento de
los conflictos en Egipto y Siria. Una vez que los inversionistas
incorporen tales riesgos, los bonos israelitas se
desplomarán, razona Viegas. Mientras tanto, la deuda de
Israel no se verá tan afectada por la crisis europea,
agrega…
Algunos inversionistas han estado comprando la deuda de
Nortel Networks y Lehman Brothers, empresas que se declararon en
bancarrota, con la esperanza de ganar dinero cuando se
distribuyan los fondos recaudados en el proceso de quiebra. Los
bonos de estas empresas ocuparon el sexto y octavo lugar entre la
deuda chatarra más transada del tercer trimestre,
según la firma especializada MarketAxess"…
"Poco después de su introducción en
2001, por parte de Goldman Sachs, el término BRIC
-abreviatura de Brasil, Rusia, India y China- ya estaba en boca
de los inversionistas de todo el mundo. Desde entonces, los
bancos de inversión y gestores de fondos están en
busca del siguiente acrónimo candente de
inversión"… Una dieta de inversión alta en
carbohidratos (The Wall Street Journal –
28/11/11)
"El candidato más reciente es CARBS, que en
inglés también es una abreviatura de
"carbohidratos". En un reciente informe llamado "CARBS te hacen
fuerte", Citigroup sostiene que Canadá, Australia, Rusia,
Brasil y Sudáfrica deberían ser agrupados juntos
porque sus mercados y monedas son particularmente sensibles a los
cambios en los precios de las materias primas..
De esta manera, CARBS se suma a MINTS (Malasia,
Indonesia, Nueva Zelanda, Tailandia y Singapur), CIVETS
(Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y
Sudáfrica) y MIST (México, Indonesia, Corea del Sur
-por su nombre en inglés- y Turquía), entre los
grupos de países ingeniosamente bautizados. El concepto se
ha extendido incluso a los mercados desarrollados. El martes,
Russ Koesterich, estratega jefe de inversiones de iShares,
acuño CASSH, por Canadá, Australia, Singapur, Suiza
y Hong Kong.
La investigación académica ha demostrado
que los apodos pegadizos ayudan a vender inversiones. Un estudio
de 2006 halló que las acciones con símbolos de
cotización que evocan palabras comunes superaron al resto
por alrededor de 8,5 puntos porcentuales en su primer día
de operaciones desde 1990 hasta 2004. La razón es que
cuando se trata de temas complicados, como la inversión,
la gente parece preferir atajos directos que simplifiquen las
cosas.
"Eso crea una etiqueta mental que la gente recuerda y
actúa en función de ello", sostiene Richard
Peterson, psiquiatra y director de la firma de
investigación MarketPsych Data.
Muchos de las nuevas siglas tienen raíces en
intentos por simplificar la inversión en mercados
emergentes, siguiendo el ejemplo de BRIC. Sin embargo, BRIC
sólo reunió a los cuatro mayores países en
desarrollo; en tanto que los nuevos acrónimos usan de
todo, desde la demografía y el tamaño de la
población a los niveles de deuda para determinar la
inclusión.
Todavía no hay un producto que pueda ayudar a un
inversionista a invertir en CARBS. Sin embargo, las empresas han
creado otros vehículos de inversión ligados a
acrónimos y temas. Los inversionistas, por ejemplo, pueden
comprar inversiones relacionadas a los BRIC como los fondos
negociados en bolsa vinculados de iShares, de Guggenheim o de
Standard & Poor's. A su vez, Goldman Sachs Asset Management
lanzó en febrero su fondo N-11 (que incluye a Bangladesh,
Egipto e Indonesia, entre otros), mientras que HSBC
anunció la introducción de un fondo europeo CIVETS
en mayo.
Los acrónimos pueden ser pegadizos, dice Richard
Bernstein, jefe ejecutivo de Richard Bernstein Advisors, "pero
cada vez que se escucha uno hay que preguntarse qué parte
de la historia no está siendo contada".
"La banca mundial recibió ayudas por valor de
más de la mitad del PIB de EEUU sin el conocimiento del
Congreso de EEUU, obteniendo con ellas un beneficio de 13.000
millones de dólares. Este rescate encubierto se
organizó mediante préstamos secretos a intereses
prácticamente inexistentes. Y mientras, las entidades
mintieron públicamente sobre su salud financiera, se
dedicaron a crecer y a seguir pagando a sus empleados salarios
astronómicos"… La Fed orquestó el rescate
secreto de los bancos inyectando 7,7 billones de dólares
(El Economista – 27/11/11)
"La banca mundial recibió ayudas por valor de
más de la mitad del PIB de EEUU sin el conocimiento del
Congreso de EEUU, obteniendo con ellas un beneficio de 13.000
millones de dólares. Este rescate encubierto se
organizó mediante préstamos secretos a intereses
prácticamente inexistentes. Y mientras, las entidades
mintieron públicamente sobre su salud financiera, se
dedicaron a crecer y a seguir pagando a sus empleados salarios
astronómicos.
Según recoge la revista Bloomberg Markets, la Fed
llegó comprometer 7,77 billones de dólares entre
2007 y 2009, incluyendo garantías además de
préstamos, para salvar al sistema financiero mundial.
Entre los bancos que recibieron las ayudas se encuentran los
españoles Santander y BBVA, que obtuvieron unos beneficios
de 96,2 y 84,1 millones de dólares, respectivamente,
gracias a ello.
A parte de esto estaba el rescate oficial del TARP
(Trouble Asset Relief Program), que ascendió a 700.000
millones de dólares.
El día más terrible fue el 5 de diciembre
de 2008, cuando la banca necesitó 1,2 billones de
dólares. Aquel día, Wall Street cerró con
subidas de más del 3% con una fuerte remontada a
última hora liderada por el sector financiero,
después de caer durante la mayor parte de la
sesión. También en esa jornada se nombró a
Ken Lewis, consejero delegado de Bank of America, banquero del
año: unos días antes, el 26 de noviembre, su banco
debía 86.000 millones encubiertos a la Fed y había
necesitado préstamos de emergencia para completar la
adquisición de Merrill Lynch.
Desde la Fed se asegura que prácticamente todos
los préstamos han sido devueltos y no ha habido
pérdidas para el contribuyente. Sin embargo, su
actuación siembra dudas porque permitió mantener
con vida a instituciones quebradas que además aprovecharon
ese dinero para crecer más y seguir repartiendo salarios y
bonus desorbitados entre sus empleados.
Estas nuevas revelaciones llegan gracias a que Bloomberg
LP ganó un juicio contra la Fed y un grupo de grandes
bancos estadounidenses, lo que forzó a que se hicieran
públicos los detalles de las operaciones entre el banco
central y el sector financiero.
La Fed argumentaba que publicar estos datos en su
momento crearía un estigma que cerraría el
crédito a las entidades que utilizaran al banco como
prestamista de último recurso.
Préstamos sin intereses
La Fed ha realizado préstamos de emergencia a
través de la llamada ventanilla de descuentos desde su
fundación en 1913, pero a partir de agosto de 2007
creó numerosas herramientas para ayudar al sector
financiero, y a finales de 2008 ya había creado 11
facilidades de crédito distintas.
Normalmente, estos préstamos de emergencia son
más caros para que los bancos no abusen de este
privilegio. Sin embargo, durante la crisis, estos
préstamos de la Fed fueron los más baratos del
mercado, llegando a un mínimo del 0,01% en diciembre de
2008, como ya se publicó en primavera de este
año.
Estos programas de emergencia iban "mano a mano" con el
TARP, explica Sherrill Shaffer, profesor de la Universidad de
Wyoming y ex economista jefe de la Fed de Nueva York. El TARP
ayudó al banco central a aislarse de las pérdidas,
mientras que la decisión de la Fed de dar
financiación ilimitada a la banca permitió que
ésta no se colapsara, protegiendo a su vez el dinero que
el Tesoro puso para el TARP.
"Aunque el Tesoro estuviera en los titulares, era la Fed
quien realmente estaba orquestándolo", añade
Shaffer.
Por ejemplo, Bank of America y Citigroup recibieron
oficialmente 45.000 millones de dólares del TARP. Sin
embargo, al mismo tiempo estaban recibiendo préstamos
regalados de manera secreta por la Fed, llegando tocar picos de
cerca de 100.000 millones de dólares a comienzos de 2009
en ambos casos.
Secretismo absoluto
El problema es que los congresistas no sabían
nada de que se estuviera organizando un rescate que
permitió que Morgan Stanley recibiera 107.000 millones de
dólares en septiembre de 2008, poco después de la
caída de Lehman Brothers. Incluso los miembros del
gobierno de George W. Bush que gestionaban el TARP
desconocían estas actividades.
Judd Greg, ex senador republicano de New Hampshire y que
encabezó las negociaciones sobre el TARP, asegura que "no
sabíamos los detalles". Gregg es ahora asesor de Goldman
Sachs.
"Teníamos conciencia de que se estaban llevando a
cabo esfuerzos de emergencia, pero no sabíamos los
detalles", añade Barney Frank, congresista
demócrata que presidía el Comité de
Servicios Financieros de la Cámara.
Frank fue también uno de los impulsores de la
reforma de Wall Street con la que se pretendía acabar con
los excesos de la industria financiera. El Congreso
debatió esa reforma en 2010 sin el conocimiento completo
del nivel de dependencia de la Fed que tenían las
entidades financieras, denuncia Bloomberg.
Bancos demasiado grandes para caer
Mientras, las grandes entidades estadounidenses
siguieron creciendo y siguieron pagando a sus empleados tanto
como en los momentos más álgidos de la burbuja
inmobiliaria.
En concreto, los activos de los seis mayores bancos
crecieron un 39% entre septiembre de 2006 y septiembre de 2011,
hasta alcanzar los 9,5 billones de dólares. Los empleados
de estas entidades vieron crecer sus compensaciones un 20% en
esos cinco años, siendo el salario media el mismo en 2010
que en 2007, antes de la crisis y los rescates.
Estas ayudas encubiertas de la Fed permitieron, por
ejemplo, que Wells Fargo comprara Wachovia, que estaba recibiendo
préstamos secretos por valor de 50.000 millones para
evitar su colapso. Algo similar se hizo con Bear Stearns, que
recibió 30.000 millones para mantenerse a flote y que JP
Morgan pudiera finalizar su adquisición.
"Cuando ves los dólares que obtuvieron los bancos
es difícil decir que eran instituciones exitosas", asegura
Sherrod Brown, senador de Ohio que intentó introducir una
ley en 2010 para limitar el tamaño de las entidades. "Esto
es un tema que puede unir al Tea Party con Occupy Wall Street.
Hay congresistas en ambos partidos que cambiarían sus
votos ahora".
Esta propuesta de Ley habría obligado a las seis
mayores entidades a reducir su tamaño, pero la banca
consiguió salirse con la suya argumentando que
sería "castigar el éxito", recuerda Brown. Pero
ahora que se sabe la cantidad de dinero que necesitó el
sector puede que los senadores y representantes pensaran
distinto.
Kauffman concluye: "No estamos en absoluto, preparados
para otra crisis financiera".
El "espectáculo" debe continuar: a la espera de
la próxima ronda de la Fed
"Societe Generale ha presentado su informe
"Paciencia, las malas noticias se convertirán en buenas
noticias", donde el banco francés se ha mostrado de lo
más alcista con el oro ya que aventura una nueva ronda de
estímulos por parte de la Reserva Federal. Según
aseguran los expertos de la entidad es difícil que la
economía mundial se enfrente a una crisis de liquidez ya
que "estamos en vísperas de nuevos estímulos por
parte del Banco Central de Inglaterra en Reino Unido, la Fed en
Estados Unidos y más tarde en la Eurozona""… La Fed
lanzará un QE3 en primavera que disparará al oro
entre los 1.900 y 8.500 dólares por onza (El Economista –
28/11/11)
"En EEUU, según explican los especialistas del
banco galo, la combinación de la debilidad
económica que se experimentará durante el primer
trimestre de 2012 junto con la inflación acabarán
por presionar a la Fed, que dará vía libre a una
nueva ronda de expansión monetaria. Esta operación
se llevará a cabo en dos fases. La primera tendrá
lugar en enero de 2012, cuando la Reserva Federal anuncie que
mantendrá las tasas en el cero por ciento hasta que el
desempleo se sitúe por debajo del 7,5%.
La segunda fase tendrá lugar en marzo del
año que viene, cuando se haga oficial el anuncio de una
nueva ronda de Quantitative Easing (QE). "Esperamos que la
próxima ronda de QE se concentre en la compras de Mortgage
Backed Securities (activos respaldados por hipotecas) por un
valor aproximado de 600.000 millones de dólares durante un
periodo comprendido entre seis y ocho meses", explica el informe.
Esto aumentaría la cartera de de activos de la Fed desde
2,65 billones de dólares actuales hasta los 3,25 billones
de dólares previsto para finales de 2012.
En este sentido, Societe Generale se muestra
especialmente alcista con el oro, sobre todo a largo plazo. "Si
el oro llegase a alcanzar el incremento registrado en la base
monetaria desde 1920, como ya hizo a comienzo de los 80, su
precio podría alcanzar los 8.500 dólares por onza",
aseguran los analistas del banco. Aún así, aunque
esto no ocurra, para "cerrar la brecha con el incremento en la
base monetaria desde julio de 2007, el precio de la onza
debería subir hasta los 1.900 dólares por onza",
añaden.
Como referencia, el banco francés apunta que
durante la primera ronda de estímulos orquestada por
Bernanke y sus chicos entre finales de 2008 y mediados de 2010,
el precio de la onza de oro sufrió un incremento del 36
por ciento, seguido de un aumento del 21 por ciento durante la
duración del QE2, que finalizó el pasado 30 de
junio. Con estas referencias sobre la mesa, Societe Generale
estima que un próximo QE3 será "muy positivo para
el precio del oro" .Es por eso que recomiendan a sus clientes
comprar oro antes de una posible nueva ronda de estímulos
en 2012"…
Los unos por los otros y la cuenta sin pagar (nadie
quiere hacerse cargo del muerto)
Hay deudores y deudores, y acreedores y acreedores. No
todos somos iguales a los ojos de la Fed o el BCE. Tampoco somos
iguales ante la Ley. Estos "artistas" se han "cargado" primero a
Rousseau (El Contrato Social), y luego a Montesquieu (El
Espíritu de las Leyes).
Antes los puse al tanto (y cuánto) de las
"actuaciones" de la Fed (de ahí, lo de "artistas"); ahora
pueden tomar nota de las "simulaciones" del BCE (los
"comediantes" europeos superan en cinismo a sus pares americanos,
aunque pareciera imposible). De las "medias verdades" de la Fed,
a las "completas falsedades" del BCE. Pecados capitales. Una
víbora de dos cabezas.
"Hasta ahora la Sra. Merkel se ha opuesto
tajantemente a la compra masiva de Deuda Pública de los
países periféricos por parte del BCE. No obstante,
el BCE ya es un hedge fund hiperapalancado en deuda de estos
países. Prácticamente es el único
financiador de una gran parte de los bancos europeos que ven
cerradas todas las restantes vías de financiación.
A su vez, los bancos son los principales tenedores de deuda
pública"… El BCE es un hedge fund hiperapalancado
en deuda soberana (El Confidencial – 29/11/11)
La evolución de la crisis financiera ha llevado a
la creación de un círculo vicioso entre el riesgo
bancario y el riesgo de deuda soberana. Tras la quiebra de Lehman
Brothers, la desconfianza sobre las entidades financieras
provocó que los bancos fueran incapaces de financiarse por
sí mismos.
Los Estados apoyaron a los bancos mediante la
concesión de avales sobre sus emisiones de bonos y la
ampliación de las garantías de los Fondos de
Garantía de Depósitos de forma ilimitada en algunos
países (en en caso de España se pasó de
20.000 € a 100.000 € de garantía por titular y
entidad). El BCE ejerció de "prestamista de última
instancia" de los bancos y abrió líneas de
préstamos a las entidades financieras al 1% a distintos
plazos.
Los bancos, que ya eran los principales tenedores de
deuda pública, tenían y tienen un aliciente
adicional para utilizar parte de la financiación otorgada
por el BCE al 1% en deuda pública con un interés
sensiblemente superior. No sólo se ayudaba a la banca sino
también a la colocación de la deuda emitida por los
Estados. A partir de 2010 se percibe que la cantidad de avales y
pasivos contingentes asumidos por los Estados pueden poner en
riesgo la solvencia de los propios bonos soberanos. Como
consecuencia, las dudas sobre los Estados penalizan a los bancos,
cayendo sus cotizaciones y dificultando enormemente la
emisión de bonos bancarios en los mercados
mayoristas.
El riesgo bancario acaba afectando al riesgo soberano
por los avales concedidos y por la garantía otorgada a los
depósitos, y a su vez, el riesgo soberano afecta al riesgo
bancario al ser las entidades financieras las principales
tenedoras de deuda pública. En definitiva, no vale de nada
solucionar el problema de financiación de los bancos si no
se soluciona el problema de los Estados y viceversa.
En el próximo ejercicio la banca europea afronta
vencimientos por un importe superior a 700.000 millones de euros,
siendo el alemán Commerzbank la entidad con mayor volumen
de vencimientos. A finales de noviembre (2011), los mercados de
emisión mayorista permanecen inaccesibles para la gran
mayoría de entidades. Sólo un reducido
número de bancos han podido emitir en los últimos
meses.
El BCE, consciente de la situación, ha vuelto a
actuar como "prestamista de última instancia" de los
bancos. El restablecimiento de las subastas a largo plazo con
adjudicación total de lo solicitado (full allotment) a
trece meses y la renovación de las subastas semanales a
uno y tres meses hasta junio del año 2012 da un respiro a
los problemas de financiación de los bancos europeos.
Incluso no se descarta que se introduzcan subastas a dos o tres
años, lo que facilitaría aún más la
financiación de las entidades y la compra de más
deuda pública por parte de los bancos. Como
garantía de estos préstamos las entidades
financieras depositan activos mantenidos en su balance, entre
otros deuda pública de los países
periféricos, incluida la deuda griega.
Mientras Alemania se opone tajantemente a que el BCE sea
el prestamista de última instancia de los Estados, de
forma indirecta ya lo está siendo, a través de su
financiación "casi ilimitada" a la banca europea. Cuantas
más dudas haya sobre la solvencia de los Estados,
traducido en una mayor prima de riesgo de los bonos soberanos,
mayor será la penalización de las cotizaciones de
las acciones de banca y de los activos depositados por las
entidades como garantía en el BCE, empeorando la calidad
de las garantías prestadas al BCE.
La crisis actual ha logrado que se tomen decisiones
impensables hace escaso tiempo, aunque manipulando el lenguaje
para no reconocer lo evidente. Por ejemplo, un país del
euro, Grecia, hará default o no pagará el 100% de
su deuda soberana aunque políticamente se le denomine
"quita voluntaria". De igual forma, más pronto que tarde,
el BCE ejercerá de prestamista de última instancia
de los Estados aunque políticamente se denomine de otra
forma asumible por Alemania. La instrumentación vía
préstamos del BCE al FMI, que a su vez preste a los
Estados con problema de financiación es una de las
opciones.
Dada la difícil separación entre riesgo
bancario y riesgo soberano, el propio BCE será uno de los
principales interesados en facilitar una solución
políticamente aceptable al actual problema de
financiación de los estados periféricos. Cada
día que pasa sin alcanzar una solución el propio
balance del BCE se deteriora de forma silenciosa.
Las zozobras del Titanic (la pantomima
europea)
"El debate sobre el papel del Banco Central Europeo
(BCE) en la crisis del euro entra en una nueva dimensión.
Los ministros del "núcleo duro" del euro (Alemania,
Francia y sus países satélite) están
empujando en el Eurogrupo para arrastrar a España e Italia
hacia la órbita del Fondo Monetario Internacional (FMI). O
lo que es lo mismo, se trataría de que fuera el FMI quien
saliera al rescate de los países en dificultades y no
directamente el BCE o el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera
(FEEF), cuya potencia de fuego es insuficiente para cubrir las
necesidades de financiación de las naciones del sur de
Europa"… Alemania y el "núcleo duro" del euro
empujan a España e Italia hacia el FMI (El Confidencial –
30/11/11)
"Tendremos que mirar al FMI, que también puede
poner a disposición fondos adicionales para el fondo de
emergencia. Creo que los países de dentro y fuera de
Europa deberían estar preparados para dar más
dinero al Fondo", aseguró Jan Kees de Jaeger, ministro
holandés de Finanzas. Su colega de Luxemburgo, Luc
Frieden, va en la misma dirección. "Creo que el FEEF por
sí solo no será capaz de resolver todos los
problemas, tenemos que hacerlo juntos con el FMI y el BCE, dentro
del marco de su independencia", aseguró antes de la
reunión del Eurogrupo (29/11/11).
El hecho de que el FMI tome una posición
más determinante en solucionar la crisis del euro interesa
sobre todo a Alemania. La canciller Merkel quiere rebajar como
sea la presión sobre el BCE para que compre deuda
pública de forma masiva. Y esa sería la
solución elegida. El FMI prestaría a cambio de una
dura política de ajuste fiscal supervisada por sus
inspectores, lo que restaría capacidad de maniobra al
nuevo Gobierno.
Otra opción para aumentar la capacidad financiera
del FMI sin aumentar las cuotas pasa porque sea el BCE quien le
preste dinero, con lo cual se salvarían varias reticencias
alemanas. Por un lado, no se rompería el sacrosanto
principio de prohibir que el banco central adquiera deuda de
países, y, al mismo tiempo, se evitarían los
problemas jurídicos que surgirían por una
decisión de ese calibre. El Tratado de la UE lo
prohíbe de forma taxativa, y el Tribunal Constitucional
alemán ha dictaminado que cada ampliación de la
aportación germana al FEEF debe ser aprobada por el
parlamento.
Última ración: basta para mí (creo
que con esto, ya es suficiente)
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