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El dilema del 2012: Recortes o crecimiento (¿y por qué no, las dos cosas?) Parte II (página 8)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

Un gran déficit de la demanda interna obstaculiza
el crecimiento y el empleo en el sector no transable, que es el
sector donde la demanda es lo único que es relevante. Por
el contrario, la parte del sector transable que responde a la
demanda externa puede crecer junto con el crecimiento de las
economías emergentes. Eso es útil, pero el sector
transable, de la forma en la que actualmente está
configurado, no es un motor para el empleo.

De hecho, la evolución estructural de la
economía de EEUU durante las últimas dos
décadas ha hecho que la demanda externa sea más
inaccesible sino se amplía el alcance del sector
transable. El exceso de demanda interna que sustentó esta
evolución ya desapareció, de manera permanente.
Cuando se complete el desapalancamiento en el sector hogares, el
gasto interno puede recuperarse, pero la tasa de ahorro no
volverá y no debería volver a cero.

El estímulo fiscal, en forma de
esfuerzos de reducción de déficits mediante
diferimientos, podría ayudar a ordenar la economía
mientras que se lleven a cabo los ajustes estructurales y la
expansión de la competitividad en el sector transable.
Pero, por sí solo, el estímulo fiscal no es la
respuesta. Caso contrario, el déficit de la demanda
doméstica se reafirmaría cuando el estímulo
termine. El argumento a favor de un programa medido de
reducción de déficit tiene el objetivo de ganar
tiempo para llevar a cabo los cambios estructurales que
expandirán la demanda externa accesible y llenarán
el vacío en la demanda agregada.

¿Qué ajustes estructurales
son necesarios y cómo se producirán? El ritmo y la
eficacia de la adaptación estructural serán
determinados no sólo por los incentivos para el sector
privado y las fuerzas del mercado, sino también por la
reforma del gobierno y la inversión.

Con altas tasas de desempleo en muchas partes del
mercado de trabajo, la presión a la baja sobre los
salarios agravará aún más la ya desigual
distribución del ingreso. Los mercados de trabajo con el
transcurso del tiempo se despejarán, pero esto
sucederá de forma lenta y dolorosa, debido al vacío
en capacidades y otros desajustes de corto plazo.

El gobierno no puede resolver el problema por sí
solo, ni mucho menos hacer que el problema desaparezca de la
noche a la mañana. Pero el gobierno puede tomar medidas
que mejoren la productividad, los rendimientos de las
inversiones, y las condiciones para la innovación, a
través de lo cual se incremente el ritmo y se mejoren los
resultados a largo plazo del ajuste estructural.

Para ser viables, las medidas de
política deben incluir una reforma tributaria integral, un
programa de reducción de déficit equilibrado;
inversión en educación, mejora de capacidades,
infraestructura, y tecnología; y una política
energética plenamente desarrollada que prevea el aumento
relativo de los precios de energía a medida que el
crecimiento de los mercados emergentes haga crecer la
economía global a tres veces su tamaño actual
durante el próximo cuarto de siglo.

Para lograr el máximo impacto, la
selección de algunas de estas inversiones deberá
llevarse a cabo en colaboración con el sector privado
(empresas y trabajadores). Al fin de cuentas, en ellos es donde
más a menudo se encuentra conocimientos relevantes sobre
las mejores oportunidades.

Por último, para intentar este nuevo equilibrio
en la actual situación fiscal sin aumentar los impuestos
(tal vez con medidas temporales diseñadas para superar el
déficit de inversión acumulado) sería muy
imprudente. Hacer esto causaría tanto que se impida el
ritmo de la recuperación como que se disminuya la calidad
del resultado final.

(Copyright: Project Syndicate, 2011)

– La cura para la economía (Project Syndicate –
3/10/11)

(Por Joseph E. Stiglitz) (Copyright: Project Syndicate,
2011)

Nueva York.- La crisis económica comenzada en
2007 continúa; mientras tanto, una pregunta obvia ronda
las cabezas de todos: ¿por qué? Si no logramos una
mejor comprensión de las causas de la crisis, no podremos
implementar una estrategia eficaz de recuperación. Y por
el momento, no tenemos ni lo uno ni lo otro.

Se nos dijo que fue una crisis
financiera y que por eso los gobiernos de ambos lados del
Atlántico se concentraron en los bancos. Se nos
aseguró además que los programas de estímulo
eran un paliativo temporal necesario para pasar el mal momento,
hasta que el sector financiero se recuperara y resurgiera el
crédito privado. Pero mientras el sector bancario tiene
otra vez su rentabilidad y sus bonificaciones, el crédito
no se ha recuperado, a pesar de que los tipos de interés a
corto y largo plazo están en mínimos
históricos.

Los bancos aseguran que lo que restringe el
crédito es la falta de prestatarios confiables, producto
del mal estado de la economía. Y algunos datos clave
indican que tienen razón, al menos en parte.
Después de todo, las empresas grandes atesoran unos
cuantos billones de dólares en reservas de efectivo, o sea
que no es la falta de dinero lo que les impide invertir y tomar
trabajadores. Pero para algunas empresas pequeñas,
quizá para muchas, la situación es muy diferente:
están tan necesitadas de fondos que no pueden crecer, y
muchas se ven obligadas a achicarse.

Como sea, la inversión empresarial en
términos generales (sin contar la construcción)
está otra vez en un 10% del PIB (antes de la crisis era
del 10,6%). Con la capacidad excedente que hay en el sector
inmobiliario, no es de esperar que la confianza vuelva pronto a
los niveles de antes de la crisis (independientemente de las
medidas que se tomen en relación con el sector
bancario).

El factor evidente que precipitó
la crisis fue la imprudencia imperdonable del sector financiero,
sumada a la insensatez de una desregulación que le dio
rienda suelta. La herencia que nos dejó (capacidad
excedente en el sector inmobiliario y hogares demasiado
endeudados) dificulta todavía más la
recuperación.

Pero la economía se encontraba
muy mal ya antes de la crisis, y la burbuja inmobiliaria no hizo
más que ocultar sus debilidades. Si no hubiera estado la
burbuja para estimular el consumo, se habría producido una
enorme escasez de demanda agregada. Lo que ocurrió en
cambio fue que la tasa de ahorro personal se redujo a apenas el
1%, mientras el 80% de los estadounidenses menos pudientes
gastaban cada año aproximadamente el 110% de sus ingresos.
Incluso si el sector financiero se recuperara completamente y
estos estadounidenses pródigos no hubieran aprendido nada
sobre la importancia del ahorro, su consumo no superaría
el 100% de sus ingresos. Así que todos los que hablan de
un "regreso" del consumo (incluso después del
desendeudamiento) viven en un mundo de
fantasía.

Es cierto que para una recuperación
económica era necesario poner en orden el sector
financiero, pero esto no alcanza. Para comprender las medidas que
hay que tomar, debemos entender los problemas que afectaban a la
economía antes de la crisis.

En primer lugar, los Estados Unidos y el
mundo fueron víctimas de su propio éxito. El
acelerado aumento de la productividad en el sector industrial
superó el crecimiento de la demanda, lo que supuso una
reducción del nivel de empleo en ese sector. Esto
implicaba un desplazamiento de mano de obra al sector de
servicios.

El problema es similar al que se presentó a
principios del siglo XX, cuando un rápido crecimiento de
la productividad en el sector agrícola obligó a la
mano de obra a mudarse de las áreas rurales a los centros
fabriles urbanos. Con una caída de los ingresos
agrícolas superior al 50% entre 1929 y 1932, era de
esperar que se produjera una migración a gran escala. Pero
los trabajadores quedaron "atrapados" en el sector rural, porque
no tenían recursos para trasladarse; y la caída de
sus ingresos debilitó de tal modo la demanda agregada que
el desempleo industrial y urbano se disparó.

La necesidad que tienen los Estados
Unidos y Europa de retirar mano de obra del sector industrial se
agrava por el cambio de las ventajas comparativas: además
de que hay un límite global para la cantidad de empleos
fabriles, una proporción mayor de esos puestos de trabajo
se irá a otros países.

Mientras tanto, la
globalización fue uno de los factores (aunque no el
único) que contribuyeron a que surgiera el segundo
problema clave: el aumento de la desigualdad. Como una parte de
los ingresos se trasladó de personas que los gastan a
personas que no los gastan, la demanda agregada se redujo.
Asimismo, el enorme encarecimiento de la energía
derivó poder adquisitivo de los Estados Unidos y Europa a
los países productores de petróleo, que al darse
cuenta de la volatilidad de sus precios, eligieron acertadamente
ahorrar gran parte de esta renta.

El tercer y último problema que
contribuye a la debilidad de la demanda agregada global es la
masiva acumulación de reservas en divisa extranjera por
parte de los mercados emergentes (que en parte es una
reacción a los errores cometidos por el Fondo Monetario
Internacional y el Tesoro de los Estados Unidos en el manejo de
la crisis asiática de 1997 y 1998). Al darse cuenta de que
la falta de reservas los ponía en riesgo de perder la
soberanía económica, muchos países se
dijeron: "Nunca más". Pero si bien la acumulación
de reservas los protegió (acumulación que en las
economías emergentes y en vías de desarrollo
actualmente anda por los 7,6 billones de dólares), el
dinero que se destina a reservas es dinero que no se
gasta.

En cuanto a la solución de estos problemas
subyacentes ¿dónde nos encontramos? En
relación con el primero, como los países que
acumularon grandes reservas pudieron capear mejor la crisis
económica, el incentivo a seguir acumulando aumenta
todavía más.

Paralelamente, los banqueros tienen otra vez sus
bonificaciones, pero los trabajadores ven cómo sus
salarios pierden valor y sus horas de trabajo se reducen, lo que
amplía todavía más la brecha de ingresos.
Encima, los Estados Unidos no se han librado de su dependencia
del petróleo. Este verano [del hemisferio norte] el precio
del petróleo volvió a subir por encima de los 100
dólares por barril (y todavía se mantiene alto), lo
que significa una nueva transferencia de divisas a los
países exportadores de petróleo. Mientras tanto, la
transformación estructural de las economías
avanzadas, necesaria para poder retirar mano de obra de los
sectores industriales tradicionales, avanza muy
lentamente.

El Estado es un actor protagónico en la
financiación de los servicios que necesita la gente, por
ejemplo la educación y la atención de la salud. Y
para restaurar la competitividad en Europa y los Estados Unidos,
los programas de educación y formación con fondos
estatales serán fundamentales. Pero a ambos lados del
Atlántico se optó por la austeridad fiscal, con lo
que prácticamente está garantizado que la
transición de esas economías será
lenta.

La receta para el mal que aqueja a la
economía global se deduce inmediatamente a partir del
diagnóstico: hacen falta sólidos programas de gasto
público que apunten a facilitar la
reestructuración, promover el ahorro energético y
reducir la desigualdad; y junto con esto, una reforma del sistema
financiero internacional que cree alternativas a la
acumulación de reservas.

Tarde o temprano, los líderes mundiales (y los
votantes que los eligen) se darán cuenta de que es
así, ya que conforme las perspectivas de crecimiento sigan
empeorando, no les quedará otra alternativa. ¿Pero
cuánto sufrimiento deberemos soportar hasta que eso
ocurra?

– Sección V –

Carta a los dalits, paganos o
"paganinis" de la crisis (desde la Europa de los
náufragos): la deuda y la vida

V- No te duermas, sobre todo no te
duermas

(Enero 2011) La economía es enteramente un asunto
de demanda y oferta. Las dos están equilibradas y, si no,
unas fuerzas potentes las impulsan para que lo estén,
pero, en vista de los altos y persistentes niveles de desempleo
ahora existentes en los Estados Unidos, es necesario preguntarse
por la naturaleza real del problema: ¿es demasiado baja la
demanda agregada o hay problemas con la oferta? (sic).

(Febrero 2011) Para que la evolución de los
salarios sea compatible con la competitividad de la
economía ha de guardarse la vinculación con la
productividad laboral, como bien propugna el plan Merkel. En
economías con un paro laboral elevado, como la
española, la productividad aparente es superior a la real,
lo que reduce el margen disponible para subidas salariales
económicamente sostenibles. La estructura de los salarios
debe reflejar adecuadamente las diferencias de la productividad
entre las regiones y los sectores y entre las cualificaciones
profesionales, como las hay en todas las economías. Un
convenio colectivo a nivel nacional es todo menos favorable a
efectos de competitividad. En ningún caso es recomendable
que se mantenga una indexación automática de los
salarios respecto a la inflación, ya sea directamente,
como en Bélgica o Luxemburgo, ya sea indirectamente como
en España mediante las cláusulas de salvaguarda,
incluidas en la gran mayoría de los convenios colectivos.
A juzgar por la evidencia empírica disponible, la
indexación salarial debilita la posición
competitiva de las empresas, en vez de reforzarla
(sic).

(Febrero 2011) Con la excepción de lo que parece
ser un esfuerzo encubierto para forzar a los países de la
UE a aumentar los impuestos sobre sociedades, el Pacto de
Competitividad no tiene nada ostensiblemente irrazonable.
Aumentar la edad de la jubilación a los 67 años,
abolir la indexación de los sueldos y obligar a los
países a consagrar en sus constituciones nacionales un
mecanismo de freno de la deuda son medidas razonables para
mejorar la competitividad y restablecer la confianza en el euro
(sic).

(Marzo 2011) La competitividad se ha convertido en una
de las palabras económicas de moda en nuestros tiempos.
Barack Obama la pregonó a los cuatro vientos durante su
discurso sobre el Estado de la Unión en enero, y los
líderes europeos desde el conservador David Cameron en
Gran Bretaña hasta el socialista José Luis Zapatero
en España y el nuevo ministro de Economía de
Japón Kaoru Yosano la abrazaron como una prioridad. Ahora
bien, ¿qué tipo de competitividad tienen en
mente?… Ahora sabemos que la desregulación del mercado
laboral no asegura una resiliencia económica y una
rápida creación de empleos. Por el contrario, la
mejor solución probablemente sea una diversidad de
contratos laborales. Una cierta dosis de rigidez del mercado
laboral puede tener sentido económico para aquellos
empleos que requieren capacidades y capacitación
específicas vinculadas a la empresa, junto con una mayor
flexibilidad para los empleos que requieren menos capacidades
(sic).

(Marzo 2011) Para que un sistema global abierto
sobreviva en un mundo en el que los Estados nación son los
principales encargados de la toma de decisiones, será
necesario administrarlo y guiarlo no sólo para que logre
la eficiencia y la estabilidad (por importantes que sean estos
objetivos), sino también para que garantice que sus
beneficios se distribuyan de manera equitativa entre los
países y dentro de ellos. Si el empleo en los
países avanzados, como los Estados Unidos, logra una
recuperación firme junto con el crecimiento, será
más fácil obtener apoyo político para una
economía global abierta. Pero, en vista de las tendencias
adversas en el sector comercializable y del agotamiento del
sector no comercializable como fuente de creación de
empleos, el escenario más probable es que el desempleo
siga siendo pertinazmente elevado a pesar de un regreso al
crecimiento normal. En ese caso, las posturas políticas se
dividirán y se polarizarán y aumentará la
inclinación por las "soluciones" proteccionistas, lo que
pondrá en peligro la apertura económica global. No
es buena idea suponer que los mercados solucionarán por
sí solos estos problemas de distribución; la
evolución de la estructura y de la distribución del
ingreso es en gran medida el resultado de los incentivos del
mercado. Todos los países, los avanzados y los emergentes,
deben abordar cuestiones de inclusión, distribución
y equidad como parte central de sus estrategias de crecimiento y
desarrollo (sic).

(Abril 2011) El denominado "consenso de Washington", que
orientó la política económica de
países en vías de desarrollo durante décadas
"ya es historia". Los efectos de la crisis han sido tan
devastadores que todo lo que ha defendido el Fondo Monetario
Internacional durante los últimos 20 años ha dado
un vuelco, según ha denunciado hoy el director gerente del
FMI, Dominique Strauss-Kahn.

(Abril 2011) "Quién te ha visto y quién te
ve" pensarán algunos del cambio que estamos viendo en el
FMI. No sabemos si es fruto de la insostenibilidad de las viejas
recetas o de la conciencia, esa que dice que algo malo pasa
cuando los incentivos no se ponen al servicio de crear algo mejor
en este mundo. Y es que no vamos a negar que para muchas
personas, e independientemente de su ideología
económica y política, este organismo internacional
no ha conseguido solucionar todo lo bien que debería su
cometido. De hecho la crisis que atravesamos es la más
grave desde su creación allá por los años
cuarenta en el período final de la destructiva Segunda
Guerra Mundial y está directamente relacionada con algunos
de sus ámbitos de actuación, por lo que
podríamos dar rienda suelta a la crítica. No
obstante han sido tantos los errores, tantas las conductas
"grises" de muchos, que el FMI no deja de ser un velero en medio
de un tsunami"… Un ejemplo claro son las directrices que el
organismo ha lanzado el 5/4 para controlar los flujos de capital
por parte de los gobiernos, algo otrora impensable y en donde se
ha posicionado en contra durante casi setenta años. Lo
comenta el FT:

The guidelines -which are not yet official Fund policy-,
say that countries can control capital inflows when their
currency is not undervalued, when they already have enough
foreign exchange reserves, and when they are unable to use
monetary or fiscal policy instead.

Los flujos internacionales pueden ser muy beneficiosos y
en muchos casos lo son, llevan fondos de donde hay excedentes a
donde son necesarios, si se invierten bien crearán
prosperidad y todo el mundo saldrá ganando. En caso
contrario, si el país receptor no consigue la rentabilidad
necesaria para pagar lo que debe, empezarán los problemas
¿Pero han tenido la oportunidad y de eso se trata, no? Esa
idea era la mayoritaria y por tanto existía una voz
oficialista que defendía la libertad de flujos como
positiva y justa, voz que defendían entre otros organismos
como el FMI (sic).

(Abril 2011) La aplicación de recetas
mágicas para controlar los ciclos, defendida por los
expertos hasta 2007, se ha revelado inútil en la actual
crisis.

(Junio 2011) Una idea errónea de lo que impulsa
el crecimiento económico se ha convertido en la amenaza
más grave para la recuperación en Europa. Los
políticos europeos están obsesionados con la
"competitividad" nacional y parecen pensar realmente que la
prosperidad es sinónimo de superávits comerciales.
Esto explica en gran medida por qué se cita habitualmente
a Alemania como ejemplo de una economía sólida y
"competitiva"… En pocas palabras, reducir la
proporción del ingreso nacional correspondiente a los
salarios, aceptar un aumento importante de la desigualdad y
estimular el aumento de la proporción del ingreso nacional
correspondiente a las ganancias corporativas no es manera de
lograr un crecimiento económico sostenible. Pero eso es
precisamente lo que sucede cuando los gobiernos creen que la
salvación económica radica en ganar una
participación creciente de los mercados de
exportación (sic).

(Julio 2011) ¿Qué hacemos pues? No hay
tiempo para fatalismos ni para programas políticos
tradicionales. La ironía capital de la crisis
económica es que aunque provocada por un exceso de
confianza, un endeudamiento y un préstamo relajados, y un
gasto importante, sólo se resolverá mediante
mejoras paulatinas de la confianza, el endeudamiento y el
préstamo, y el gasto (sic).

(Julio 2011) El crecimiento económico engrasa las
interacciones políticas. Sin crecimiento económico,
estamos en un mundo de suma cero, en el que lo que yo gano es lo
que tú pierdes. El compromiso en tal mundo es muy
difícil, y los conflictos son recurrentes y cada vez
más violentos. Esta falta de crecimiento está
detrás, en mi opinión, de los crecientes problemas
de reparto en la EEUU, en la UE, y de los de nuestro estado de
las autonomías (sic).

(Julio 2011) Tan sólo unos años
atrás, una poderosa ideología -la creencia en los
mercados libres y sin restricciones- llevó al mundo al
borde de la ruina. Incluso en sus días de apogeo, desde
principios de los años ochenta hasta el año 2007,
el capitalismo desregulado al estilo estadounidense trajo mayor
bienestar material sólo para los más ricos en el
país más rico del mundo. De hecho, a lo largo de
los 30 años de ascenso de esta ideología, la
mayoría de los estadounidenses vieron que sus ingresos
declinaban o se estancaban año tras año. Es
más, el crecimiento de la producción en los Estados
Unidos no fue económicamente sostenible. Con tanto del
ingreso nacional de los EEUU yendo destinado para tan pocos, el
crecimiento sólo podía continuar a través
del consumo financiado por una creciente acumulación de la
deuda… Lamentablemente, los mercados financieros y los
economistas de derecha han entendido el problema exactamente al
revés: ellos creen que la austeridad produce confianza, y
que la confianza produce crecimiento. Pero la austeridad socava
el crecimiento, empeorando la situación fiscal del
gobierno, o al menos produciendo menos mejoras que las prometidas
por los promotores de la austeridad. En ambos casos, se socava la
confianza y una espiral descendente se pone en marcha
(sic).

(Agosto 2011) El equilibrio adecuado hoy en día
exige la creación de puestos de trabajo de manera parcial
a través de estímulos fiscales adicionales
dirigidos a las inversiones en infraestructura productiva.
También requiere de impuestos más progresivos;
más cantidad de estímulos fiscales a corto plazo
junto con disciplina fiscal de mediano y largo plazo; de apoyo de
préstamos de última instancia por parte de las
autoridades monetarias a fin de prevenir corridas bancarias
destructivas; de reducción de la carga crediticia de los
hogares insolventes y de otros agentes económicos que
atraviesan dificultades económicas; de supervisión
y regulación más estricta de un sistema financiero
que está fuera de control; y de fraccionamiento de los
bancos que son demasiado grandes para quebrar y de los fondos de
inversión oligopolísticos (sic).

(Septiembre 2011) Muchos estadounidenses creen que las
importaciones chinas de bajo precio aniquilan empleos fabriles en
Estados Unidos. La mayoría de los economistas dicen que
los beneficios del comercio superan por mucho sus
costos.

(Septiembre 2011) A medida que la economía
estadounidense continúa chisporroteando tres años
después de que erupcionó la crisis financiera
global, algo va quedando en claro: los Estados Unidos no puede
generar mayores tasas de crecimiento del PIB y del empleo sin que
exista un cambio en la mezcla de los componentes de la
economía domésticos y aquellos orientados a la
exportación. Por encima de todo, esto requerirá de
un cambio estructural y de mayor competitividad en un sector
transable ampliado (sic).

(Septiembre 2011) Los líderes mundiales parecen
estar prisioneros de los intereses financieros y de sus socios,
medios de prensa, ideólogos y magnates con suficiente
influencia política para asegurarse más rentas con
menos pago de impuestos: difícilmente pueda haber un
círculo más vicioso. De hecho, el peor peligro que
se nos presenta ahora no es ni la deuda pública ni la
inflación, sino que se produzca una espiral
económica descendente cada vez más difícil
de revertir (sic).

(Septiembre 2011) No se ha lidiado con los riesgos que
amenazaban con congelar a la economía mundial hace apenas
tres años. Lo único que se ha hecho es obligar a
los Estados a asumirlos… No importa qué digan los
políticos sobre la necesidad de frenar el déficit,
deudas de la magnitud de las que se han incurrido no pueden ser
pagadas. Es casi seguro que lo que harán es manejarlas
recurriendo a la inflación, un proceso que está
abocado a ser muy doloroso y empobrecedor para muchos.

(Septiembre 2011) El economista Jeffrey Sachs ataca en
un artículo en el Financial Times a la clase
política europea y estadounidense, y les acusa de tener
una fallida estrategia económica y una ausencia de
liderazgo que han provocado el colapso de la confianza del
mercado en sus economías. El problema es que no han sabido
diagnosticar el verdadero problema al que se enfrentan: la
globalización.

(Octubre 2011) La iniciativa de la UE pretende promover
inversiones por valor de 700.000 millones en transporte y
energía y 330.000 en tecnología, en plena
sequía del crédito a las empresas.

(Octubre 2011) A pesar de todos los aplausos al
último acuerdo de Europa sobre la crisis de deuda,
aumentan las preocupaciones de que no tenga éxito sin un
mayor crecimiento económico.

(Noviembre 2011) Cuando les pedimos a los
políticos que expliquen estos lamentables resultados,
responden al unísono: "Esto no ocurre por culpa nuestra".
La recuperación, canta el estribillo, se ha "descarrilado"
por la crisis de la eurozona. Pero esto se dice para marear a la
perdiz. La crisis de la eurozona no descarriló la
recuperación; esta crisis es el resultado de una falta de
recuperación. Es el resultado natural y predecible, y (por
muchos) pronosticado de la política deliberada de los
principales países europeos para reprimir la demanda
agregada (sic).

(Diciembre 2011) Los gobiernos de varios países
desarrollados deberían considerar crear impuestos que
graven el patrimonio y los bienes inmuebles, o incrementar los ya
existentes, en el marco del conjunto de medidas pensadas para
detener y revertir la creciente desigualdad de rentas, dijo el
5/12 la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico.

¿Volver a creer? (el arte de las
nebulosas)

Cuando uno lee que para encontrar "alegrías" en
la bolsa hay que olvidar las plazas de renombre: Venezuela,
Mongolia y Panamá son los países con mejor
evolución (Cinco Días – 1/1/12), no sabe si
reír o llorar.

El índice principal de la Bolsa de Caracas (el
único que hay) sube casi un 80% en lo que va de
año, lo que convierte a este parqué en el
más rentable del mundo, según el listado de plazas
mundiales seguidas por Bloomberg.

La segunda de la lista está en un continente muy
lejano, es Mongolia la que se lleva este honor. Con una
inflación hasta cierto punto contenida (al menos
según la estimación oficial y muy lejos de las
subidas de mitad de década) y una tasa de crecimiento
más que saludable, el índice MSE Top 20 ha vivido
en 2011 en la cresta de la ola y ha experimentado una
revalorización cercana al 47%.

Por último llega Panamá para cerrar el
podio. Muy lejos de Venezuela, pero con una tasa que sería
la envidia de cualquier país europeo, el mercado
panameño ha seguido disfrutando de la estabilidad del
país, del impacto del turismo y de la inversión
exterior. ¿Resultado? Los inversores del índice
general de la Bolsa de Panamá ganan un 30% en el
año.

Entre las alegrías, muy poco más. La Bolsa
de Islandia también cierra el año con ganancias,
pero son mínimas, nada que ver con las revalorizaciones de
Venezuela o Mongolia. Jamaica y Tanzania se llevan una subida
anual superior al 10%, lo que no es poco dado el panorama, y
algún índice sectorial de países
también rompe la tendencia.

Creo que la "manada" debería seguir
(también) a la bolsa de Zimbabue… puede dar la
sorpresa (muchas alegrías)… les faltó
decir.

¿Ustedes creen que es normal? ¿Ustedes
creen que es serio? ¿Ustedes, finalmente, están
dispuestos a "volver a creer" a estos "truhanes?

Pues estos "trileros" siguen orientando las inversiones,
repartiendo el pan y la sal, dando cátedra, revelando la
verdad absoluta, en definitiva… "arreando la
manada".

Y lo peor es que son los mismos asesores, analistas,
consejeros, gurús y escribas (mercenarios) que
promovieron, facilitaron, gestaron, potenciaron, distribuyeron y
centrifugaron la crisis financiera que aún (4 años
después) padecemos.

Los mismos que vendieron esos lindos paquetitos de
mierda (titulizaciones), "made in USA", a unos desprevenidos
ahorristas europeos y asiáticos, que un día
descubrieron que eran poseedores de una parte proporcional de
créditos hipotecarios subprime (eufemismo que utilizaron
para decir "incobrables") y habían perdido todos sus
ahorros.

Los mismos que vendieron los "productos financieros" de
Madoff, los mismos que distribuyeron los "valores negociables" de
Lehman, los mismos que intoxicaron a los incautos inversores con
su sopa de letras (hedge funds, ETF, CDS, OTC, derivados,
warrants, rehipotecas, participaciones preferentes, obligaciones
convertibles, productos estructurados, contratos financieros
atípicos…) inentendible, indigerible y
letal.

Los mismos que apalancaron sus apuestas, en el casino de
la bolsa, con el dinero ajeno y transformaron (por arte de magia
especulativa y complicidad de los organismos de control) sus
ganancias en privadas (bonus) y sus pérdidas en
públicas (rescates).

Demasiados "modelos matemáticos"
(simulación) y pocos modelos éticos y morales
(testimonios). Un viaje a ninguna parte emprendido por una
economía basada en burbujas (tecnológica,
inmobiliaria, financiera…), humo, nubes, y apuestas de
casino. Altísimos grados de manipulación
especulativa en beneficio de selectas minorías
inversionistas.

La única y verdadera "percepción" de los
contribuyentes, que no de los mercados, es de una total falta de
"solvencia" del sector financiero (la de "liquidez" se da por
descartada), de los bancos centrales (controladores) y del sector
gubernamental (legisladores).

¿Qué aumenta más la "prima de
riesgo": los bancos quebrados, los gobiernos manirrotos (y
corruptos), o la "inflexibilidad" del mercado de trabajo, la
deuda proyectada de las pensiones, el gasto sanitario o
educativo? Por favor, no jodamos, no sean cínicos e
hipócritas (que va de suyo), sino además, crueles,
siniestros, inhumanos, despiadados, insensibles, indiferentes y
necios (hasta extremos criminales).

¿Por qué no compensar un poco (aunque sea
un poco) los esfuerzos "históricos" que se piden a la
población?

Tal vez sólo se trate de que los que van al
casino "jueguen" con el dinero propio y no necesiten del dinero
público (del estado de bienestar) para recuperarse
(rescatarse) de las "malas manos" (¿is it clear
enough?).

Wanted: banqueros y políticos (la ira de Dios).
¿Ha pedido perdón alguno de los miembros del
"crimen (político-financiero) organizado"? ¿ha
demostrado propósito de enmienda? ¿ha devuelto el
dinero mal habido?… ¿Cuántos han sido
imputados? ¿cuántos han sido juzgados?
¿cuántos han sido condenados por la
justicia?

Si permanecen al "mando" las mismas "serpientes
encantadoras de hombres"… deberemos dar por buena la
socialización de la miseria… la involución
permanente…

Algo en lo que creer (buscando otro destino
posible)

Como decía Keynes: "cuando se supera lo previsto,
ocurre lo imprevisto". Plagiando a Keynes: "en el largo plazo
todos muertos"… sin crecimiento estamos todos
muertos.

Austeridad… crecimiento… ¿y la
eficiencia?… ¿a quién interesa? tanto del sector
privado (bancos, empresas…), como el sector público
(gobiernos, autonomías, ayuntamientos, empresas
públicas…)… al final, siempre se "jode" el
contribuyente.

Poner límites al gasto no significa dar por
buenos todos los remedios del curandero (sospechoso de
parcialidad, connivencia y complicidad).

El ajuste infinito nos lleva a una recesión de
profundidad incalculable. Esta política como única
opción viene impuesta desde los mismos centros de
decisión en los que se gestó la crisis. La
única manera de reducir la deuda de un país (que no
sea mediante una moratoria) es conseguir que su economía
crezca.

La "austeridad expansionista" es una falacia, como lo es
la "economía de la filtración", como lo fue el
"conservadurismo compasivo".

Se cree que tal reducción del déficit
permitirá que el gobierno pida prestado dinero con costos
menores de los que pudiera de otra forma conseguir, esto,
consecuentemente, reduce las tasas de interés para los
prestatarios privados, lo que a su vez debe impulsar la actividad
económica. De esta forma se llega a la conclusión
que la consolidación fiscal es el gran y soberbio camino a
la recuperación económica.

Esta doctrina, que es la doctrina oficial de los
países más desarrollados en la actualidad, contiene
al menos cinco falacias importantes (en opinión de Robert
Skidelsky, miembro de la Cámara de los Lores
británica, profesor emérito de Economía
Política en la Universidad Warwick), que pasan
desapercibidas debido a que la narrativa es muy
plausible

En primer lugar, los gobiernos, a diferencia de los
particulares, no tienen que "pagar" sus deudas.

En segundo lugar, reducir deliberadamente el
déficit no es el mejor camino para que un gobierno
equilibre sus libros de contabilidad.

En tercer lugar, la deuda nacional no es una carga neta
de las generaciones futuras.

En cuarto lugar, no hay ninguna conexión entre el
tamaño de la deuda nacional y el precio que el gobierno
debe pagar para financiarla.

Por último, los bajos costos de los
préstamos para los gobiernos no reducen
automáticamente el costo del capital para el sector
privado.

No es un tema de flexibilización del mercado de
trabajo lo que ayuda a la contratación, sino que las
empresas contratarían más trabajadores si no
hubiera tanta "incertidumbre". La liberalización del
mercado de trabajo es a veces aprovechada para recortar sueldos,
y esta política sólo agrava el problema en un
contexto de crisis, ya que las personas no consumen.

Respecto a la flexibilidad laboral, Joseph Stiglitz
(18/1/12) pone como ejemplo a EEUU, que con un mercado de trabajo
desregulado "no resolvió el problema de esta crisis" y, de
hecho, funcionó "peor durante la recesión que
Alemania y otros países con más protección
social".

El reputado economista, Premio Nobel de Economía
en 2001, considera recomendable que Europa mejore la flexibilidad
laboral, pero alerta de sus efectos perniciosos si se utiliza
para bajar salarios.

Temas para la reflexión (y el cambio)

El colapso económico mundial de 2007-2008
desacreditó la economía de las "expectativas
racionales" (a pesar de que sus "sumos sacerdotes" aún no
lo reconocen) y trajo a Keynes y Hayek nuevamente a una contienda
póstuma. Los problemas no han cambiado mucho desde que
iniciaran su discusión en la Gran Depresión de la
década de 1930. ¿Qué causa el colapso de las
economías de mercado? ¿Cuál es la respuesta
correcta a un colapso? ¿Cuál es la mejor manera de
evitar colapsos futuros?

1. La idea de que los mercados se autorregulan
recibió un golpe mortal en la reciente crisis financiera y
se la debería enterrar de una vez por todas. Los mercados
requieren que otras instituciones sociales los
respalden.

2. Para el futuro previsible, la gobernancia
democrática quizá se organice básicamente
dentro de comunidades políticas nacionales. El estado
nacional vive, si no del todo bien, y sigue siendo esencialmente
la mejor alternativa. La búsqueda de gobernancia global es
algo absurdo.

3. Prosperidad pluralista. Reconocer que la
infraestructura institucional medular de la economía
global debe construirse a nivel nacional libera a los
países para desarrollar las instituciones que más
les convienen.

4. Los países tienen derecho a proteger sus
propias regulaciones e instituciones. Los principios previos
pueden parecer inocuos. Pero conllevan fuertes implicancias que
chocan con la opinión general de los defensores de la
globalización.

5. Los países no tienen derecho a imponerles sus
instituciones a los demás. Utilizar restricciones al
comercio o a las finanzas transfronterizos para defender valores
y regulaciones en casa es muy diferente de usarlas para imponer
esos valores y regulaciones a otros países. Las reglas de
la globalización no deberían obligar a
norteamericanos o europeos a consumir bienes que son producidos
con métodos que la mayoría de los ciudadanos en
esos países consideran inaceptables.

6. Los acuerdos económicos internacionales deben
establecer reglas para administrar la interacción entre
instituciones nacionales. Basarse en los estados nacionales para
que proporcionen las funciones de gobernancia esenciales de la
economía mundial no implica que debamos abandonar las
reglas internacionales.

7. Los países no democráticos no pueden
contar con los mismos derechos y privilegios en el orden
económico internacional que las democracias.

Dice Dani Rodrik (profesor de Economía
Política en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la
Universidad de Harvard y autor de One Economics, Many Recipes:
Globalization, Institutions, and Economic Growth), que estos son
los principios que los arquitectos del próximo orden
económico global deberían aceptar. Más
importante aún, deberían comprender la
máxima paradoja que cada uno de estos principios resalta:
la globalización funciona mejor cuando no se la empuja
demasiado lejos…

Por lo tanto, deberíamos aceptar que los
países puedan propugnar reglas nacionales
-políticas fiscales, regulaciones financieras, normas
laborales o leyes de salud y seguridad de los consumidores- y que
puedan hacerlo levantando barreras en la frontera si fuera
necesario, cuando el comercio ostensiblemente amenaza las
prácticas domésticas que cuentan con un amplio
respaldo popular. Si los impulsores de la globalización
tienen razón, el clamor por protección no
cundirá por falta de evidencia o apoyo. Si están
equivocados, habrá una válvula de seguridad
destinada a asegurar que los valores en pugna -los beneficios de
economías abiertas frente a los réditos derivados
de implementar regulaciones domésticas- sean escuchados de
manera apropiada en los debates públicos.

Nunca se debe pensar que un aumento de las desigualdades
sociales es el precio inevitable del crecimiento acelerado, y no
se debe considerar que las condiciones más igualitarias en
materia de educación, salud y género, sean reformas
de "segunda etapa". Una estrategia de desarrollo que promueva
primero el crecimiento y después se ocupe de la miseria no
es sostenible. Las políticas orientadas a lograr una
redistribución más eficiente no tienen por
qué obstaculizar el crecimiento en sí.

La teoría de la ventaja comparativa, planteada
dos siglos atrás por el economista británico David
Ricardo, postula que los países prosperan
concentrándose en lo que hacen mejor y comerciando con
otros países que tienen fortalezas diferentes. Pero en
medio del aumento pronunciado en las importaciones baratas en la
última década, algunos economistas prominentes han
puesto en entredicho ese punto de vista.

En un artículo de 2004, Paul Samuelson, difunto
ganador del premio Nobel, argumentó que aunque el comercio
puede beneficiar a algunos estadounidenses, lo hace "diezmando"
los salarios de obreros fabriles. Alan Blinder, economista de la
Universidad de Princeton y ex vicepresidente de la junta de la
Reserva Federal -otrora adalid del libre comercio– ha argumentado
en años recientes que la creciente tercerización
por parte de firmas de EEUU a países de bajos salarios
pone en riesgo millones de empleos estadounidenses.

Michael Spence, economista de la Universidad de Nueva
York galardonado con el Nobel, dijo que el reciente
descubrimiento refleja cómo las teorías prevalentes
sobre el comercio son insuficientes para comprender el ritmo
desenfrenado de China y otras economías en vía de
desarrollo. Y como el mundo nunca ha experimentado el crecimiento
tan rápido de países tan grandes, la historia no
sirve mucho de guía. "No es que podamos mirar al pasado y
preguntarnos qué ocurrió la última vez que
pasó esto, porque no hubo una última vez",
agregó.

Muchos estadounidenses creen que las importaciones
chinas de bajo precio aniquilan empleos fabriles en Estados
Unidos. La mayoría de los economistas dicen que los
beneficios del comercio superan por mucho sus costos (The Wall
Street Journal – 27/9/11).

Pero nuevas investigaciones sugieren que el daño
a EEUU ha sido más profundo de lo que estos economistas
han supuesto. El estudio, llevado a cabo por un equipo de tres
economistas, no pone en entredicho el punto de vista tradicional
de que el comercio en última instancia es bueno para la
economía. Los trabajadores que pierden empleos terminan
por encontrar una nueva ocupación o se jubilan, mientras
se mantienen los beneficios del comercio, como los menores
precios. El problema es la velocidad a la que China se ha erigido
como exportador, la cual ha abrumando el proceso normal de
adaptación.

El estudio dio una calificación a cada condado de
EEUU de acuerdo con la exposición de sus productores
fabriles a la competencia de China, y reveló que las
regiones más expuestas a China no sólo
tendían a perder más empleos manufactureros, sino
que también experimentaban una caída general del
empleo. Las áreas con mayor exposición
también tuvieron mayores aumentos en la cantidad de
trabajadores que recibían seguro de desempleo, cupones
para comida y pagos por discapacidad.

Los autores calculan que el costo para la
economía derivado de los mayores pagos gubernamentales
representa de un tercio a dos tercios de las ganancias del
comercio con China. En otras palabras, una gran proporción
de las formas en que el comercio con China ha ayudado a EEUU
-como el suministro de bienes económicos chinos a los
consumidores- se han eliminado.

Y ese cálculo no incluye las pérdidas
económicas experimentadas por personas que perdieron sus
empleos.

"Hay enormes costos de ajuste para las comunidades
locales que fueron mucho peores de lo que la gente creía",
dijo David Autor del Instituto Tecnológico de
Massachusetts, quien llevo a cabo el estudio con Gordon Hanson de
la Universidad de California en San Diego, y David Dorn, del
Centro de Estudios Monetarios y Financieros, de Madrid. Si bien
Autor, quien se especializa en mercados laborales, recibe
financiamiento de la Fundación Nacional de la Ciencia, la
investigación se llevó a cabo independientemente de
cualquier grupo de interés.

Debido a que el aumento pronunciado en bienes de China
ha inundado el crecimiento de importaciones provenientes de otros
países de bajos salarios, los investigadores se
concentraron en las importaciones chinas. Estudiaron 722
conjuntos de condados interrelacionados que cubren todo EEUU.
Algunas comunidades estaban más expuestas a China, porque
producían pequeños electrodomésticos de los
cuales se incrementado marcadamente las importaciones chinas.
Otras regiones estaban concentradas en industrias como maquinaria
pesada, donde la competencia china ha crecido más
lentamente.

Según un patrón discernible, a las zonas
donde las fábricas estaban más expuestas a las
importaciones chinas les iba peor que a las menos expuestas.
Entre 2000 y 2007, una comunidad en el percentil 75 -una con una
mayor exposición al crecimiento de importaciones chinas
que el 75% de todas las comunidades- experimentó un
descenso del empleo 1,1 puntos porcentuales superior al de las
comunidades en el percentil 25.

La pérdida de empleos fabriles era apenas el
comienzo. Las zonas con alta exposición tendían a
experimentar un empeoramiento de los empleos no manufactureros
con respecto a las zonas de baja exposición. Con menos
trabajos fabriles de alta remuneración que apuntalen la
economía local, y un creciente grupo de ex obreros
industriales que se incorporan al mercado laboral, los salarios
no fabriles en las zonas de alta exposición eran mucho
más bajos.

Los economistas también descubrieron que la mayor
exposición a las importaciones chinas llevó a
mayores incrementos en el seguro de desempleo, cupones de comida,
pagos por discapacidad y otros beneficios gubernamentales. Todo
ello suma grandes pérdidas, dijeron, porque los mayores
impuestos que el gobierno debe recaudar para pagar por
beneficios, y la manera en que los beneficios reducen el
incentivo de trabajar de la gente, hacen que la economía
sea menos eficiente.

Douglas Irwin, economista de Dartmouth College, dijo que
la nueva investigación pinta un cuadro demasiado oscuro.
Hay importantes beneficios del comercio que no han sido
incorporados, dice, porque nadie aún ha concebido la
manera de medirlos. Por ejemplo, los países productores de
materias primas a los cuales exporta EEUU han sido impulsados por
el crecimiento de China, creando una mayor demanda en aquellos
países por los bienes de EEUU. "Pero si tuvimos más
exportaciones de equipos pesados (de Caterpillar) a Australia,
eso no se está midiendo" como un beneficio del comercio
con China, dice.

Los propios economistas se vieron sorprendidos por los
resultados. La investigación que Hanson realizó en
la década de 1990, basada en datos anteriores a que China
se convirtiera en un actor mundial, sugerían que el efecto
del comercio en el mercado laboral de EEUU era pequeño.
"Con el estudio de China, no preveía que una docena de
años podía causar una diferencia tan grande en
materia de mayor impacto cuantitativo del comercio", dijo
Hanson.

Marx tenía razón cuando sostuvo que cuando
la globalización y la intermediación financiera se
desbocan, y la redistribución de los ingresos y la riqueza
del trabajo al capital se limitan, pueden provocar la
autodestrucción del capitalismo. Pero sólo la
tenía en parte porque su opinión de que el
socialismo era un sistema económico mejor que el
capitalismo resultó ser totalmente
errónea.

Examinando un futuro en el que el mercado permea todas
las esquinas de la vida, Marx escribió en el Manifiesto
Comunista: "todo lo que es sólido se desvanece en el
aire". Para alguien que vivió en la Inglaterra victoriana
temprana -el Manifiesto fue publicado en 1848- era una
observación asombrosamente visionaria. En esa
época, nada parecía más sólido que la
sociedad en cuyos márgenes vivía Marx.

Un siglo y medio más tarde, vivimos en el mundo
que él anticipó, en el cual la vida de todos es
experimental y provisional, y la ruina súbita puede llegar
en cualquier momento. Un pequeño puñado de gente ha
acumulado vastas riquezas pero incluso eso tiene una cualidad de
evanescente, casi fantasmal.

Post data para europeos: Europa:
¿museo vacío? (un errático comportamiento
condicionado por la tensión entre lo que puede hacer y se
le permite hacer)

Llevo 33 años viajando por Europa… los 15
primeros como "turista", y los 23 últimos como "vecino".
Cada viaje me entusiasma más. Cada viaje me incita al
siguiente.

Llevo 20 años estudiando sobre asuntos
económicos europeos. En el año 1998 publiqué
mi primer Ensayo: "Globalización económica (el
imperio de la mediocridad)", con especial mención sobre su
impacto y consecuencias en la Unión Europea, y desde
allí, diversos Ensayos y Papers han continuado la
saga.

La Unión Europea me parece el proyecto
"comunitario" más importante del mundo desde el punto de
vista económico, social, cultural y político.
Admirable y envidiable.

Aunque tengo la ciudadanía europea desde hace 19
años, aún me considero un "invitado" extranjero,
por lo que todos mis juicios de valor son realizados con el
máximo respeto, la mayor discreción y el más
profundo agradecimiento.

Creo que para opinar sobre un país, hay que
residir (o haber permanecido varios años) en él. He
leído infinidad de artículos periodísticos
(incluso de brillantes analistas, prestigiosos académicos
o laureados escritores), con enormes errores de
apreciación, desconocimiento, simplificaciones y
tópicos. Me resulta curioso observar los fallos que
comenten los "corresponsales extranjeros" cuando se refieren a mi
país de origen (Argentina). Lo mismo ocurre cuando leo
notas sobre España en algún periódico de
Buenos Aires. La realidad hay que "vivirla" para contarla. Lo
demás, son "novelas".

Con estas explicaciones y disculpas, pasemos a la "Post
data para europeos":

¿Desea Europa que su único futuro sea el
de un "museo vacío"? ¿Una "Eurolandia"? ¿Una
Unión de casinos y casas de apuestas? ¿Un
"jardín animado" para "relajo" de déspotas
árabes, mafiosos rusos, dictadores africanos o
latinoamericanos? ¿Un paraíso fiscal para refugio
de narco fortunas, petro fortunas, oligarco
fortunas…?

Si no pareciera deseable (y admisible) ese "zafio"
destino, e interesara recuperar importancia económica,
prestigio social y respeto político, lo podría
hacer asemejándose a China. ¿Podrían los
europeos (en aras de la competitividad) hacerse chinos?
¿Trabajar como chinos, cobrar como chinos, vivir como
chinos?

Si Europa no quiere (o puede) ser China, ¿por
qué le regala su mercado interior y la deja competir "en
pie de igualdad" (debería decir, "desigualdad") con las
empresas nacionales? ¿Por qué "aplana la tierra"
europea, en beneficio de terceros países?

La Unión Europea nunca (repito, nunca)
podrá ser como China. Su población no se lo
permitiría (y me congratulo). No se puede hacer regresar a
un pueblo a las cavernas "voluntariamente". Ni siquiera con la
profunda crisis (la mayor desde el fin de la guerra mundial) que
estamos padeciendo. Ni siquiera con un paro del 10% en la
eurozona, ni siquiera con un paro juvenil del 50%. Difícil
resulta parar el reloj de la historia, pero hacerlo retroceder es
imposible.

En el caso hipotético (lamentable) que la
"manada" europea se dejara llevar al matadero laboral,
cuál sería el límite (el fondo del abismo).
¿China? ¿Pakistán? ¿Vietnam?
¿Camboya? La "carrera de los pobres" nunca se acaba. El
fondo abisal, tampoco.

Si la meta de los europeos fuera: "elevarse a la
dignidad de hombres libres, no ser ya los mismos que antes
encorvados bajo un yugo mucho más duro mientras más
distantes estaban del centro de poder, mirados con indiferencia,
vejados por la codicia y destruidos por la ignorancia"…
¿podrían contar con la ayuda de otros países
para ello?

A finales de la década de los 80, las
economías desarrolladas ayudaron a evitar la quiebra de
varios países latinoamericanos y otros emergentes mediante
la compra de los llamados "bonos Brady" (llamados así por
John Brady, secretario del Tesoro norteamericano por entonces).
Eran títulos de deuda que permitieron a economías
como Brasil salir del abismo fiscal en su momento. Ahora la
historia se repite. Pero a la inversa: serían los
emergentes los que acudirían en ayuda de los desarrollados
para evitar su "default". Brasil, Rusia, India, China y la
recién incorporada al club, Sudáfrica,
serían los que se deberían ofrecer para salvar a
una Europa al borde del desagüe mediante la compra de deuda
del Fondo de Europeo de Estabilidad Financiera o de mayores
aportaciones al Fondo Monetario Internacional.
¿Saldrían los nuevos ricos al rescate de los
viejos?

Por ahora muchas palabras (porzac) y pocos hechos
(money). Todo en condicional y condicionado: "los BRICS ya se han
ofrecido a acudir en ayuda de Europa para evitar su quiebra a
cambio de aumentar su poder económico y
político"… (ABC.es – 24/10/11)

Satisfacción por el mal ajeno. "El viejo
paradigma en el que los tipos inteligentes de Europa y EEUU nos
daban el sermón, levantaban un dedo y nos decían:
"Esto es lo que has hecho mal", se terminó", opina Rajiv
Kumar, economista formado en la Universidad de Oxford y que es
secretario general de la Federación de Cámaras
Indias de Comercio e Industria.

"El secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner,
dijo que no está en los planes de la Reserva Federal
estadounidense (la Fed, su banco central) aportar dinero para
ayudarle a superar su crisis de deuda. A pesar de que Estados
Unidos teme un contagio, el Gobierno no está dispuesto a
aportar recursos a un fondo que reforzara, a su vez, la capacidad
del Fondo Monetario Internacional (FMI) para mitigar la crisis de
financiación de los países periféricos del
euro, incluida España. "Las informaciones en la prensa
sobre lo que puede hacer la Fed no son acertadas", afirmó
Geithner en una rueda de prensa"… (Agencias –
Berlín – 6/12/11)

Mientras… (la grandeur, ¡ay la
grandeur!):

La UE es el primer donante a escala mundial, más
de 53.000 millones de euros al año.

La UE (países miembros) es el primer
contribuyente de las Naciones Unidas.

La UE (países miembros) es el primer
contribuyente del FMI.

Si EEUU dice que no pone un "puto duro" más en el
FMI (¡yo no fui!), si los BRICS (a brac), los
latinoamericanos (nuevos) ricos (commodities dependientes de
China), los déspotas petroleros árabes, los
mafiosos rusos y los socialistas de mercado chinos se niegan a
contribuir en el salvataje (¡el problema es
vuestro!)… a qué seguir sosteniendo el
librecambio… a qué seguir fingiendo con las ayudas
al desarrollo… por qué no empezar por nosotros
mismos… por qué no vivir con lo nuestro.

Ante tanta "insolidaridad internacional" (en
economía nadie tiene amigos, tiene intereses), tal vez
haya llegado la hora de replantearse esas ayudas y contribuciones
(hay que empezar por casa). Tampoco la "solidaridad" entre los
países miembros de la eurozona es para emocionar al
prójimo (todo sea dicho). Por lo cual, cada uno, tanto a
nivel europeo, como a nivel comunitario deberá salir de la
crisis por sus propios medios. "Que cada palo aguante su vela",
vamos.

Y si de empezar por casa (europea) se trata,
habrá que hacer de la necesidad virtud. Habrá que
generar fondos para el desarrollo. ¿De dónde, si no
hay "un puto duro" (sic)?

¿Cómo conseguir recursos para el
crecimiento de la economía, en medio de una crisis brutal,
de un sistema de "ahorro fiscal compulsivo", con los "vigilantes
de los bonos" acechando y exigiendo, y Alemania dirigiendo la
clínica de desintoxicación?…

Del giro del negocio… me explico:

Como les dije antes, no hay que opinar sobre aquellos
países en donde no se vive (o se ha vivido), por lo que
utilizaré algunos ejemplos de cabotaje (España) que
es el lugar donde me toca ser y padecer (que con eso, tengo
bastante). El lector deberá buscar las semejanzas con su
propio país y experiencia, si procede. Agreguen lo que
quieran, descarten lo que les parezca… y a debatir las
ideas, que es de lo que se trata.

Algunas medidas (casi sin costo fiscal) que pueden
dinamizar rápidamente la economía:

– Normativa laboral/sanitaria:

· crear el contrato laboral (único) de
empleo estable con remuneración flexible.

 

 

Autor:

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
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