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El dilema del 2012: Recortes o crecimiento (¿y por qué no, las dos cosas?) Parte II (página 6)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

¿Hay que agradecerle por esto a
la rigidez del mercado laboral de Alemania? En realidad,
podría ser parte de la explicación. Un estudio
reciente de la Oficina de Planificación Central en Holanda
muestra que los trabajadores con un contrato permanente reciben
más capacitación financiada por el empleador que
los trabajadores con un contrato temporario.

A los empleadores estadounidenses les resulta mucho
más fácil eliminar trabajadores de su plantilla -o,
como dice Robert Gordon de la Northwestern University, desechar
todas las sillas de playa- que a los empleadores alemanes. El
código laboral de Alemania prohíbe este tipo de
despidos, pero los empleadores alemanes, a su vez, supuestamente
son menos proclives que los empleadores estadounidenses a
despedir empleados, porque han invertido más en el capital
humano de sus compañías. Con menos capacidades
específicas vinculadas a la empresa que sus pares
alemanes, los trabajadores norteamericanos son más
susceptibles a los despidos.

De hecho, Siemens, aparentemente
consciente de los beneficios de la rigidez del mercado laboral,
adoptó la medida inusual de prometerles a sus empleados un
trabajo de por vida. El año pasado, la
compañía selló un acuerdo con el sindicato
IG Metall que incluye una promesa de no despido para su fuerza
laboral alemana compuesta por 128.000 trabajadores.

Una explicación más importante para el
actual éxito económico de Alemania tal vez sea el
sustancial apoyo del gobierno que las industrias alemanas reciben
sobre una base estructural, especialmente la industria
automotriz. La economía estadounidense, por otra parte,
está empantanada en el persistente énfasis que
ponen sus responsables de políticas en el consumo y los
recortes impositivos (muy notablemente para los súper
ricos) por sobre la inversión.

Estados Unidos necesita cambiar el curso
de su política económica. Una década de
tasas de interés históricamente bajas derivó
en desequilibrios económicos a favor de sectores que
están altamente apalancados: el sector financiero, el
mercado inmobiliario y el capital riesgo. Esto se produjo a
expensas de sectores que son más dependientes de la
financiación mediante la emisión de acciones. Ahora
que la burbuja inmobiliaria estalló, Estados Unidos se
encuentra falto de capacitación, falto de educación
y falto de maniobra en la competencia global por
empleo.

Ahora sabemos que la
desregulación del mercado laboral no asegura una
resiliencia económica y una rápida creación
de empleos. Por el contrario, la mejor solución
probablemente sea una diversidad de contratos laborales. Una
cierta dosis de rigidez del mercado laboral puede tener sentido
económico para aquellos empleos que requieren capacidades
y capacitación específicas vinculadas a la empresa,
junto con una mayor flexibilidad para los empleos que requieren
menos capacidades.

(Heleen Mees es una economista y abogada holandesa. Su
libro más reciente, Weg met het deeltijdfeminisme!,
examina el feminismo de tercera generación. También
es autora de un libro sobre derecho de la Unión Europea y
fundadora del comité de acción de mujeres Women on
Top. Copyright: Project Syndicate, 2011)

– La trampa de la competitividad de Europa (Project
Syndicate – 16/6/11)

(Por Simon Tilford)

Londres.- Una idea errónea de lo que impulsa el
crecimiento económico se ha convertido en la amenaza
más grave para la recuperación en Europa. Los
políticos europeos están obsesionados con la
"competitividad" nacional y parecen pensar realmente que la
prosperidad es sinónimo de superávits comerciales.
Esto explica en gran medida por qué se cita habitualmente
a Alemania como ejemplo de una economía sólida y
"competitiva".

Sin embargo, el crecimiento económico, incluso en
las economías tradicionalmente orientadas a la
exportación, se ve impulsado por el aumento de la
productividad, no por la capacidad de capturar una parte
creciente de los mercados mundiales. Si bien es evidente que las
importaciones deben ser financiadas por las exportaciones, el
énfasis en la competitividad del comercio está
desviando la atención del problema subyacente de Europa:
el muy débil crecimiento de la productividad. Y esto es un
problema tan serio en las economías con superávits
comerciales como en las deficitarias.

La idea de que el crecimiento económico
está determinado por una batalla por la cuota de mercado
mundial de productos manufacturados es fácil de entender
para los políticos y de comunicar a sus electores. Las
economías con superávits externos son vistas como
"competitivas", independientemente de su productividad o su
crecimiento. La balanza comercial se ve como el "resultado final"
de un país, como si los países fueran empresas. De
hecho, tienen poco en común (la balanza comercial es
simplemente la diferencia entre el ahorro interno y la
inversión o, en términos más generales,
entre el gasto agregado y la producción), pero hablar de
Deutschland AG o UK plc es conceptualmente atractivo y seduce con
facilidad.

Los gobiernos obsesionados con la
competitividad nacional tienen mayores probabilidades de impulsar
políticas económicas perjudiciales. Si el
crecimiento económico se considera dependiente de la
competitividad en términos de costes de las exportaciones,
los gobiernos se centrarán en temas que puede que tengan
sentido para los exportadores, pero no para sus economías
en su conjunto, como las políticas del mercado de trabajo
destinadas a mantener artificialmente bajo el crecimiento de los
salarios, que redistribuyen los ingresos del trabajo al capital y
agravan la desigualdad.

De hecho, la disminución a largo
plazo de la proporción del ingreso nacional
correspondiente a sueldos y salarios en los últimos 10
años en casi todas las economías de la UE es un
gran obstáculo para una recuperación del consumo
privado. Y la otra cara de la disminución de los salarios
y sueldos -un fuerte aumento en la proporción del ingreso
nacional correspondiente a las ganancias de las empresas- no ha
dado lugar a un auge de la inversión.

Esto no debería ser una sorpresa. Una empresa
individual puede recortar los salarios sin poner en peligro la
demanda de cualquier bien o servicio que produzca. Pero si todas
las empresas reducen los salarios al mismo tiempo, la debilidad
resultante de la demanda global socavará los incentivos de
las empresas para invertir, lo que su vez deprime el crecimiento
de la productividad.

En pocas palabras, reducir la
proporción del ingreso nacional correspondiente a los
salarios, aceptar un aumento importante de la desigualdad y
estimular el aumento de la proporción del ingreso nacional
correspondiente a las ganancias corporativas no es manera de
lograr un crecimiento económico sostenible. Pero eso es
precisamente lo que sucede cuando los gobiernos creen que la
salvación económica radica en ganar una
participación creciente de los mercados de
exportación.

No es así. Existe una correlación muy
fuerte entre elevar la productividad del trabajo y el crecimiento
económico, que vale para los países con
superávits comerciales, así como para aquellos con
déficit. Por ello, lo que determinará en gran
medida las perspectivas económicas de la Unión
Europea será el crecimiento de la productividad, no el
tamaño de su superávit comercial.

Desafortunadamente, el crecimiento de la productividad
está disminuyendo en toda Europa, desde alrededor de 3,5%
anual en la década de 1970 a apenas el 1% en la
década de 2000. Y ha sido casi tan débil en el
núcleo de la eurozona como en su atribulada
periferia.

Los gobiernos en toda la UE
deberían centrarse en incrementar la productividad no
sólo en los sectores más expuestos a nivel
internacional, como la manufactura, sino también en
sectores menos transables, como los servicios, que ahora
representan alrededor de dos tercios de la actividad
económica. Sin mayores aumentos de la productividad
allí, el crecimiento económico resultará
difícil de alcanzar.

Sin embargo, el logro de mejoras supone el
diagnóstico de por qué el rendimiento de la
productividad de Europa, con unas pocas excepciones notables, ha
sido tan malo. Existen dos problemas centrales. El primero son
los niveles insuficientes de cualificación, agravados por
la complacencia. Algunos países -Escandinavia y los
Países Bajos, por ejemplo-muestran buenos resultados en
este ámbito. Pero el panorama en otros lugares es
fragmentario. Alemania tiene una buena formación
vocacional, Gran Bretaña posee una buena cantidad de las
mejores universidades, y Francia una buena educación
técnica. Otros países, especialmente en el sur,
muestran un mal desempeño en la mayoría de las
áreas.

El segundo problema es una competencia inadecuada. En
muchos sectores, los actuales titulares de un empleo están
protegidos. Esto se justifica en términos de mantener la
"justicia social" o defender a "campeones de la nación",
pero no hace más que impulsar la búsqueda de
rentas: la capacidad de determinados grupos de la sociedad de
extraer beneficios desproporcionados por su trabajo. En los
países en que esta tendencia es más fuerte, los
niveles de productividad son más
débiles.

Si bien las perspectivas económicas de
crecimiento de Europa pueden ser malas, esto tiene poco que ver
con lo que está sucediendo en otros lugares. Los
líderes europeos se encontrarán con que mejorar la
educación y la formación -y abrir mercados hasta
ahora protegidos- es una tarea larga y ardua. Pero, a diferencia
de la obsesión por la "competitividad", este tipo de
reformas llevarían a Europa a la senda del crecimiento
sostenible.

(Simon Tilford es economista en jefe del Centro para la
Reforma Europea. Copyright: Project Syndicate, 2011)

Cuando la "oferta" elimina al empleo y luego a la
"demanda" (a pesar del crédito fácil)

"Muchos estadounidenses creen que las importaciones
chinas de bajo precio aniquilan empleos fabriles en Estados
Unidos. La mayoría de los economistas dicen que los
beneficios del comercio superan por mucho sus costos"…
Las
importaciones chinas afectan más de lo que se cree al
mercado laboral de EE.UU. (The Wall Street Journal –
27/9/11)

Pero nuevas investigaciones sugieren que el daño
a EEUU ha sido más profundo de lo que estos economistas
han supuesto. El estudio, llevado a cabo por un equipo de tres
economistas, no pone en entredicho el punto de vista tradicional
de que el comercio en última instancia es bueno para la
economía. Los trabajadores que pierden empleos terminan
por encontrar una nueva ocupación o se jubilan, mientras
se mantienen los beneficios del comercio, como los menores
precios. El problema es la velocidad a la que China se ha erigido
como exportador, la cual ha abrumando el proceso normal de
adaptación.

El estudio dio una calificación a cada condado de
EEUU de acuerdo con la exposición de sus productores
fabriles a la competencia de China, y reveló que las
regiones más expuestas a China no sólo
tendían a perder más empleos manufactureros, sino
que también experimentaban una caída general del
empleo. Las áreas con mayor exposición
también tuvieron mayores aumentos en la cantidad de
trabajadores que recibían seguro de desempleo, cupones
para comida y pagos por discapacidad.

Los autores calculan que el costo para la
economía derivado de los mayores pagos gubernamentales
representa de un tercio a dos tercios de las ganancias del
comercio con China. En otras palabras, una gran proporción
de las formas en que el comercio con China ha ayudado a EEUU
-como el suministro de bienes económicos chinos a los
consumidores- se han eliminado.

Y ese cálculo no incluye las pérdidas
económicas experimentadas por personas que perdieron sus
empleos.

"Hay enormes costos de ajuste para las comunidades
locales que fueron mucho peores de lo que la gente creía",
dijo David Autor del Instituto Tecnológico de
Massachusetts, quien llevo a cabo el estudio con Gordon Hanson de
la Universidad de California en San Diego, y David Dorn, del
Centro de Estudios Monetarios y Financieros, de Madrid. Si bien
Autor, quien se especializa en mercados laborales, recibe
financiamiento de la Fundación Nacional de la Ciencia, la
investigación se llevó a cabo independientemente de
cualquier grupo de interés.

La teoría de la ventaja comparativa, planteada
dos siglos atrás por el economista británico David
Ricardo, postula que los países prosperan
concentrándose en lo que hacen mejor y comerciando con
otros países que tienen fortalezas diferentes. Pero en
medio del aumento pronunciado en las importaciones baratas en la
última década, algunos economistas prominentes han
puesto en entredicho ese punto de vista.

En un artículo de 2004, Paul Samuelson, difunto
ganador del premio Nobel, argumentó que aunque el comercio
puede beneficiar a algunos estadounidenses, lo hace "diezmando"
los salarios de obreros fabriles. Alan Blinder, economista de la
Universidad de Princeton y ex vicepresidente de la junta de la
Reserva Federal -otrora adalid del libre comercio– ha argumentado
en años recientes que la creciente tercerización
por parte de firmas de EEUU a países de bajos salarios
pone en riesgo millones de empleos estadounidenses.

Michael Spence, economista de la Universidad de Nueva
York galardonado con el Nobel, dijo que el reciente
descubrimiento refleja cómo las teorías prevalentes
sobre el comercio son insuficientes para comprender el ritmo
desenfrenado de China y otras economías en vía de
desarrollo. Y como el mundo nunca ha experimentado el crecimiento
tan rápido de países tan grandes, la historia no
sirve mucho de guía. "No es que podamos mirar al pasado y
preguntarnos qué ocurrió la última vez que
pasó esto, porque no hubo una última vez",
dijo.

Debido a que el aumento pronunciado en bienes de China
ha inundado el crecimiento de importaciones provenientes de otros
países de bajos salarios, los investigadores se
concentraron en las importaciones chinas. Estudiaron 722
conjuntos de condados interrelacionados que cubren todo EEUU.
Algunas comunidades estaban más expuestas a China, porque
producían pequeños electrodomésticos de los
cuales se incrementado marcadamente las importaciones chinas.
Otras regiones estaban concentradas en industrias como maquinaria
pesada, donde la competencia china ha crecido más
lentamente.

Según un patrón discernible, a las zonas
donde las fábricas estaban más expuestas a las
importaciones chinas les iba peor que a las menos expuestas.
Entre 2000 y 2007, una comunidad en el percentil 75 -una con una
mayor exposición al crecimiento de importaciones chinas
que el 75% de todas las comunidades- experimentó un
descenso del empleo 1,1 puntos porcentuales superior al de las
comunidades en el percentil 25.

La pérdida de empleos fabriles era apenas el
comienzo. Las zonas con alta exposición tendían a
experimentar un empeoramiento de los empleos no manufactureros
con respecto a las zonas de baja exposición. Con menos
trabajos fabriles de alta remuneración que apuntalen la
economía local, y un creciente grupo de ex obreros
industriales que se incorporan al mercado laboral, los salarios
no fabriles en las zonas de alta exposición eran mucho
más bajos.

Los economistas también descubrieron que la mayor
exposición a las importaciones chinas llevó a
mayores incrementos en el seguro de desempleo, cupones de comida,
pagos por discapacidad y otros beneficios gubernamentales. Todo
ello suma grandes pérdidas, dijeron, porque los mayores
impuestos que el gobierno debe recaudar para pagar por
beneficios, y la manera en que los beneficios reducen el
incentivo de trabajar de la gente, hacen que la economía
sea menos eficiente.

Douglas Irwin, economista de Dartmouth College, dijo que
la nueva investigación pinta un cuadro demasiado oscuro.
Hay importantes beneficios del comercio que no han sido
incorporados, dice, porque nadie aún ha concebido la
manera de medirlos. Por ejemplo, los países productores de
materias primas a los cuales exporta EEUU han sido impulsados por
el crecimiento de China, creando una mayor demanda en aquellos
países por las bienes de EEUU. "Pero si tuvimos más
exportaciones de equipos pesados (de Caterpillar) a Australia,
eso no se está midiendo" como un beneficio del comercio
con China, dice.

Los propios economistas se vieron sorprendidos por los
resultados. La investigación que Hanson realizó en
la década de 1990, basada en datos anteriores a que China
se convirtiera en un actor mundial, sugerían que el efecto
del comercio en el mercado laboral de EEUU era pequeño.
"Con el estudio de China, no preveía que una docena de
años podía causar una diferencia tan grande en
materia de mayor impacto cuantitativo del comercio", dijo
Hanson.

La investigación aún tiene que ser
revisada por dos de los autores, pero los economistas han estado
presentándola en conferencias. En versiones anteriores,
calculaban que los beneficios del comercio con China eran
completamente eliminados por las pérdidas debidas al mayor
uso de beneficios gubernamentales. Algunos participantes en la
conferencia objetaron que los economistas no ponderaron
apropiadamente cuánto del aumento en las importaciones de
China se debía a la creciente demanda estadounidense en
vez de que los bienes chinos de bajo costo prevalecieran sobre
los estadounidenses de mayor precio. Los tres economistas
adoptaron un enfoque más conservador.

(Agosto 2011) Los líderes políticos
insisten en que el crecimiento económico aliviará
el dolor causado por el ajuste fiscal y por las medidas de
austeridad que conlleva. Pero esta afirmación se basa
más en la esperanza que en la confianza, ya que el
crecimiento económico prácticamente ha desaparecido
en todo el mundo desarrollado. El segundo trimestre del
año (2011) ha sido horrible para los países
(anteriormente) ricos.

Las tasas de crecimiento anualizado del PIB -1,3% en
EEUU, 0,8% en la eurozona y el Reino Unido, 0,5% en Alemania, 0%
en Francia y -1,2% en Japón– son muy inferiores al
crecimiento del 1,5%-3% considerado como una tasa sostenible a
largo plazo.

Este estancamiento todavía es peor si se tiene en
cuenta el contexto histórico. Después de una
recesión profunda debería tener lugar una
recuperación fuerte, al utilizar la mano de obra y el
capital que no se emplearon durante los años de vacas
flacas. Pero esto no está sucediendo.

Un periodo de cuatro años sin crecimiento
económico se considera una Depresión Menor. Para
los gobiernos con una deuda excesiva esta situación crea
una paradoja dolorosa. Las reducciones del gasto y las subidas de
impuestos reducen los déficits, pero también
reducen el crecimiento, lo que hace que los déficits
aumenten. Este último efecto ha predominado sobre el
primero en Japón.

Los grandes déficits fiscales que tuvo el
país en los años posteriores a su crisis financiera
dieron lugar a mayores déficits a medio y largo plazo.
Ahora, más de 20 años después, la deuda
japonesa sigue aumentando y el crecimiento continúa siendo
bajo.

La paradoja es especialmente peligrosa para la eurozona,
en la que el bajo crecimiento económico se añade a
la dificultad de resolver la crisis de la deuda soberana. Debido
a la falta de crecimiento, es probable que Alemania y otros
países acreedores sean aún más reacios a
continuar rescatando a Grecia y a otros países con
problemas de deuda.

El bajo crecimiento complica la crisis fiscal de la zona
euro (una paradoja dolorosa)

Pero todos los países ricos se enfrentan
más o menos al mismo dilema. La adición de
más deuda gubernamental debido a los estímulos a
corto plazo podría prolongar sus Depresiones
Menores.

Si el crecimiento no repunta de manera fuerte bastante
pronto, podría ser necesario empezar a pensar en adoptar
medidas de reajuste financiero más radicales, como una
mayor inflación o una mayor cancelación de la
deuda. Estas políticas son desagradables y arriesgadas,
pero las alternativas podrían ser todavía
peores.

¿Cuáles son las medidas necesarias para
recuperar el crecimiento económico?

(Enero 2011) En el comienzo de un ejercicio que se
prevé complicado, Saxo Bank ha lanzado sus previsiones
para 2011. La firma de análisis cree que lo más
probable es que continúe la recuperación
relativamente débil durante este año en las
principales economías y se muestra preocupada por la
posibilidad de que esta recuperación siga
cimentándose sobre unas bases poco saludables como son una
deuda pública inmensa y un sustento artificial
suministrado por las imprentas de los bancos centrales y las
argucias contables.

Por este motivo, Saxo Bank ha presentado un
decálogo con los diez pasos necesarios para que las
principales economías desarrolladas recuperen una senda
saludable. La casa de análisis considera que un movimiento
en esta dirección al comenzar el año sería
una gran victoria para la economía. Las diez medidas
son:

1. Todos los activos bancarios deben valorarse a precios
de mercado.

2. Los bancos que al valorarse a precios de mercado
resultaran ser insolventes deberían liquidarse a
través de un proceso concursal clásico. En el caso
de que fueran demasiado grandes para caer, deberían ser
nacionalizados para posteriormente amortizar todas las
participaciones de los accionistas, dejar que los titulares de
bonos se anoten pérdidas, convertir los bonos en acciones
y después reflotar el banco con nuevas
acciones.

3. Deberían eliminarse todas las garantías
gubernamentales a favor del sector financiero.

4. El consejo de administración de los bancos
debería responder personalmente si el banco que gestiona
resulta ser insolvente.

5. Todos los presupuestos estatales deberían
equilibrarse inmediatamente como mínimo a base de recortes
en el gasto.

6. Los gobiernos deberían realizar recortes
fiscales drásticos a dos años vista.

7. Los bancos centrales deberían endurecer las
políticas monetarias para estimular el ahorro y desalentar
la financiación mediante deuda.

8. Los gastos por intereses no deberían ser
deducibles fiscalmente, para no fomentar el exceso de
financiación a través del
crédito.

9. Cualquier deflación resultante debería
ser una buena noticia, al constituir una forma de obtener
productos más baratos y restaurar la competitividad de las
exportaciones.

10. También se debería permitir la bajada
de salarios, porque los costes laborales unitarios son demasiado
elevados en el mundo occidental.

(Febrero de 2011) Gordon Brown, que fue Primer Ministro
(2007-2010) y ministro de Hacienda (1997-2007) del Reino Unido.
Autor de Beyond the Crash: Overcoming the First Crisis of
Globalisation ("Más allá del desplome. La
superación de la primera crisis de la
mundialización"), decía en un artículo
publicado por Project Syndicate, el 3/2/11:

"Con el plan de inversiones de Obama se pondría
la primera piedra para un acuerdo mundial oficial que brinde
altos niveles de crecimiento a todos los confines del mundo y
cree millones de nuevos puestos de trabajo. Conforme a dicho
acuerdo, Europa se uniría a los EEUU para aumentar los
niveles de inversión, complementando la iniciativa del
"lanzamiento de un cohete lunar" por parte de los Estados Unidos
con un programa de reforma estructural encaminado a crear una
economía digital, verde, energéticamente eficiente
y competitiva, mientras que China desempeñaría su
papel aumentando su consumo. Creo que semejante acuerdo
podría incrementar la economía mundial en un 3 por
ciento, aproximadamente, de aquí a 2014… y sacar a cien
millones de personas de la pobreza

Occidente debe proponer que, si el consumo de China
aumenta en entre dos y cuatro puntos porcentuales de su PIB
durante los tres próximos años (cosa enteramente
posible, al ampliar su red de seguridad social, reducir los
impuestos y poner al alcance de sus ciudadanos de a pie la
propiedad de una vivienda), los Estados Unidos y Europa
incrementarán su inversión pública en
cantidades similares. Si otros países asiáticos
hacen lo propio y acuerdan crear un campo de juego igual para
todos los exportadores, podríamos crear unos 50 millones
de puestos de trabajo suplementarios…

Mí extrapolación del modelo del FMI
muestra que los países occidentales pueden incrementar en
gran medida su crecimiento del PIB a largo plazo aumentando sus
niveles de inversiones de capital a lo largo de un período
de tres años. Un estímulo anual equivalente a tan
sólo el 0,3 por ciento del PIB rendiría un
beneficio en los EE.UU. de 0,8 por ciento en crecimiento
económico en su punto máximo en 2013 y de 0,4 en
Europa"…

(Julio 2011) Lawrence Summers, que fue Secretario del
Tesoro de la Administración Clinton, asesor
económico del presidente Obama de 2009 a 2010,
catedrático de económicas en Harvard, decía
en un artículo publicado por Project Syndicate, el
6/7/11):

"¿Qué hacemos pues? No hay tiempo para
fatalismos ni para programas políticos tradicionales. La
ironía capital de la crisis económica es que aunque
provocada por un exceso de confianza, un endeudamiento y un
préstamo relajados, y un gasto importante, sólo se
resolverá mediante mejoras paulatinas de la confianza, el
endeudamiento y el préstamo, y el gasto.

Constituye mala política económica aplazar
el mantenimiento de las infraestructuras cuando los tipos a 10
años están por debajo del 3% y el paro en la
construcción roza el 20%.

La legislación en otros terrenos debería
tener en cuenta la falta de demanda que es el rasgo definitorio
de nuestra economía. La administración Obama
está llevando a cabo una labor importante modernizando el
control de las exportaciones, promoviendo en el extranjero los
productos estadounidenses y dialogando y constituyendo acuerdos
comerciales.

Mucho más se podría lograr a través
de cambios en la política de inmigración, por
ejemplo, para promover el turismo en la misma medida que la
educación y los servicios sanitarios. Los recientes
decretos presidenciales con respecto a la relajación de
marcos de regulación inútiles deberían ser
implantados rigurosamente para respaldar la confianza.

La mayor amenaza a la valoración crediticia del
país es un periodo prolongado de crecimiento lento que, al
igual que en el sur de Europa, hace que se disparen los cocientes
de deuda en relación al PIB. El debate en torno a las
medidas a medio plazo encaminadas a contener el gasto y elevar la
recaudación ha de acompañarse del hincapié
en el crecimiento a corto plazo"…

(Julio 2011) Luis Garicano, catedrático de
Economía y Estrategia, en el Departamento de Empresas y
Economía, en la London School of Economics y Director de
la Cátedra FEDEA McKinsey, decía en un
artículo publicado por Fedea el 28/7/11:

"El crecimiento económico engrasa las
interacciones políticas. Sin crecimiento económico,
estamos en un mundo de suma cero, en el que lo que yo gano es lo
que tú pierdes. El compromiso en tal mundo es muy
difícil, y los conflictos son recurrentes y cada vez
más violentos. Esta falta de crecimiento está
detrás, en mi opinión, de los crecientes problemas
de reparto en la EEUU, en la UE, y de los de nuestro estado de
las autonomías…

El mundo occidental, o al menos buena parte de él
(EEUU, RU, Zona Euro) están experimentando las
consecuencias de un período de estancamiento que empieza a
ser prolongado. Y el resultado es que la política puede
parecerse demasiado a la de la edad media, si lo que unos ganan
es lo que les quitan a los otros, entonces mejor juntarme con los
míos y defender lo mío a muerte.

En el caso de EEUU, el conflicto distribucional es entre
los que pagan impuestos y los que reciben gasto social. Reducir
la deuda es tratar de distribuir el peso entre unos y otros, y de
momento ambos se niegan en redondo a ser los paganos.

En la Unión Europea, se trata igualmente de ver
quién va a pagar la factura elevada de un endeudamiento
excesivo, pero el reparto es geográfico, no social: el
reparto debe incluir a los ciudadanos de la periferia (de
momento, Grecia, Portugal e Irlanda), los bancos de la EZ, y los
ciudadanos del Norte.

Si no conseguimos poner de nuevo relativamente deprisa a
occidente en una senda de crecimiento, nos podemos sorprender de
la velocidad con la que el barniz de civilización y de
diálogo que damos por hecho desaparece en nuestros
países y es reemplazado por tribalismo, nacionalismo, y
populismo".

(Septiembre 2011) Michael Spence, premio Nobel de
Economía, profesor de Economía en la Escuela de
Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, miembro visitante
distinguido del Consejo de Relaciones Exteriores, e investigador
superior en el Instituto Hoover de la Universidad de Stanford. Su
último libro es The Next Convergence – The Future of
Economic Growth in a Multispeed World (La próxima
convergencia: el futuro del crecimiento económico en un
mundo de diferentes velocidades), decía en un
artículo publicado por Project Syndicate el
21/9/11:

"A medida que la economía estadounidense
continúa chisporroteando tres años después
de que erupcionó la crisis financiera global, algo va
quedando en claro: los Estados Unidos no puede generar mayores
tasas de crecimiento del PIB y del empleo sin que exista un
cambio en la mezcla de los componentes de la economía
domésticos y aquellos orientados a la exportación.
Por encima de todo, esto requerirá de un cambio
estructural y de mayor competitividad en un sector transable
ampliado…

De hecho, la evolución estructural de la
economía de EE.UU. durante las últimas dos
décadas ha hecho que la demanda externa sea más
inaccesible sino se amplía el alcance del sector
transable. El exceso de demanda interna que sustentó esta
evolución ya desapareció, de manera permanente.
Cuando se complete el desapalancamiento en el sector hogares, el
gasto interno puede recuperarse, pero la tasa de ahorro no
volverá y no debería volver a
cero…

¿Qué ajustes estructurales son necesarios
y cómo se producirán? El ritmo y la eficacia de la
adaptación estructural serán determinados no
sólo por los incentivos para el sector privado y las
fuerzas del mercado, sino también por la reforma del
gobierno y la inversión.

Con altas tasas de desempleo en muchas partes del
mercado de trabajo, la presión a la baja sobre los
salarios agravará aún más la ya desigual
distribución del ingreso. Los mercados de trabajo con el
transcurso del tiempo se despejarán, pero esto
sucederá de forma lenta y dolorosa, debido al vacío
en capacidades y otros desajustes de corto plazo.

El gobierno no puede resolver el problema por sí
solo, ni mucho menos hacer que el problema desaparezca de la
noche a la mañana. Pero el gobierno puede tomar medidas
que mejoren la productividad, los rendimientos de las
inversiones, y las condiciones para la innovación, a
través de lo cual se incremente el ritmo y se mejoren los
resultados a largo plazo del ajuste estructural.

Para ser viables, las medidas de política deben
incluir una reforma tributaria integral, un programa de
reducción de déficit equilibrado; inversión
en educación, mejora de capacidades, infraestructura, y
tecnología; y una política energética
plenamente desarrollada que prevea el aumento relativo de los
precios de energía a medida que el crecimiento de los
mercados emergentes haga crecer la economía global a tres
veces su tamaño actual durante el próximo cuarto de
siglo.

Para lograr el máximo impacto, la
selección de algunas de estas inversiones deberá
llevarse a cabo en colaboración con el sector privado
(empresas y trabajadores). Al fin de cuentas, en ellos es donde
más a menudo se encuentra conocimientos relevantes sobre
las mejores oportunidades"…

(Septiembre de 2011) Tim Jackson de la Universidad de
Surrey, decía en un artículo publicado por
BBCMundo, el 29/9/11:

"La crisis económica se nos presenta como una
oportunidad única para invertir en el cambio, barrer las
creencias en el beneficio a corto plazo que fueron una plaga
durante décadas. Y para el compromiso, por ejemplo, en una
reforma radical de las disfuncionales instituciones de los
mercados de capitales.

La especulación sin trabas en materias primas y
derivados financieros, llevaron al mundo financiero al filo del
colapso hace tres años. Es necesario que sea remplazado
por un más duradero y lento sentido de las finanzas:
inversión sólida en activos productivos, en
tecnologías limpias de bajas emisiones de carbono, en
salud y educación, en viviendas de calidad y en sistema de
transporte eficientes, en espacios públicos abiertos. Es
decir, inversión en el futuro de las
comunidades.

El empresariado también debe ser revisado.
Obtener beneficios a expensas de los contribuyentes es inmoral.
La mano invisible del mercado debe ser domesticada y puesta al
servicio del pueblo. Los ejecutivos más previsores de las
empresas más visionarias ya entienden estas demandas. La
empresa social está comenzando a prosperar en la
economía post-crisis.

Arreglar la economía es sólo parte de la
batalla. También tenemos que confrontar la lógica
del consumismo. Los días de gastar dinero que no tenemos
en cosas que no necesitamos para impresionar a personas que no
nos importan deben terminar. Vivir bien es buena
nutrición, un hogar decente, buenos servicios
públicos, comunidad estable y un empleo
satisfactorio.

La prosperidad, en todos los sentidos de la palabra,
trasciende las preocupaciones materiales, reside en el amor de
nuestras familias, el apoyo de nuestros amigos y la fuerza de
nuestras comunidades, en nuestra capacidad para participar en la
vida en sociedad, en tener un propósito para darle sentido
a la vida. El desafío para nuestra sociedad es crear las
condiciones para que hacer esto posible".

(Octubre 2011) Jomo Kwame Sundaram, subsecretario
general para el desarrollo económico en las Naciones
Unidas, galardonado en 2007 con el premio Wassily Leontief por
sus trabajos en pro de la ampliación de las fronteras del
pensamiento económico, decía en un artículo
publicado por Project Syndicate, el 20/10/11:

"Hasta ahora, la comunidad internacional no ha
conseguido encontrar arreglos eficaces y equitativos para la
reestructuración de las deudas soberanas, a pesar de las
consecuencias claramente problemáticas e inhabilitantes de
las crisis de deuda pública del pasado. Esto impide
aplicar medidas de alivio oportunas para los problemas de
endeudamiento y pone trabas a la recuperación.

Los altos niveles de deuda pública también
se emplean en muchos países desarrollados como argumento
para justificar una mayor austeridad fiscal. Pero en vez de
ayudar, este ímpetu en recortar presupuestos está
revirtiendo los esfuerzos de recuperación anteriores. En
un momento en que la demanda del sector privado todavía es
débil, la austeridad no sirve para acelerar la
recuperación, sino que la frena, y de hecho ya produjo una
reducción del crecimiento y del empleo. Y aunque los
mercados financieros insistan en reducir el déficit, la
reciente desvalorización de acciones y bonos (que es
reflejo de una falta de confianza) sugiere que los mercados
también son conscientes de lo perjudicial que es llevar a
cabo una consolidación fiscal en épocas de
insuficiencia de la demanda privada.

Quienes se oponen a las políticas de
estímulo fiscal aducen, cínicamente, que cualquier
iniciativa similar está destinada al fracaso, y para
demostrarlo presentan como prueba… ¡los recortes
impositivos aplicados por el ex presidente de los Estados Unidos,
George W. Bush! Otros señalan que los intentos de la
Reserva Federal de los Estados Unidos de lograr un "alivio
cuantitativo" no han tenido demasiado resultado. Se dice ahora
que los "estabilizadores automáticos" de Europa (que sin
duda mitigan el impacto de la crisis) alcanzarán para
garantizar la recuperación, a pesar de que existen pruebas
concluyentes en sentido contrario.

Un crecimiento más lento implica caída de
los ingresos y una aceleración de la espiral descendente.
El déficit actual de la mayoría de los
países desarrollados refleja la reciente merma de la
recaudación impositiva que siguió a la
disminución del crecimiento, así como el alto costo
de los paquetes de rescate destinados al sector
financiero"…

Por desgracia, las políticas actuales se
justifican diciendo que son alternativas "promercado", aunque en
realidad terminan siendo procíclicas. Pero lo que se
necesita con urgencia son medidas, instituciones e instrumentos
anticíclicos.

Los líderes mundiales parecen estar prisioneros
de los intereses financieros y de sus socios, medios de prensa,
ideólogos y magnates con suficiente influencia
política para asegurarse más rentas con menos pago
de impuestos: difícilmente pueda haber un círculo
más vicioso. De hecho, el peor peligro que se nos presenta
ahora no es ni la deuda pública ni la inflación,
sino que se produzca una espiral económica descendente
cada vez más difícil de revertir".

Los "mejores" eurobonos (buscando hacer de la necesidad
virtud)

"La iniciativa de la UE pretende promover
inversiones por valor de 700.000 millones en transporte y
energía y 330.000 en tecnología, en plena
sequía del crédito a las empresas"…
Bruselas
lanzará eurobonos para financiar grandes infraestructuras
(Expansión – 14/10/11)

La Comisión Europea aprobará -en
principio, el 19/10/11- un proyecto piloto de creación de
"eurobonos" para la financiación de infraestructuras de
telecomunicaciones, transportes y energía. La iniciativa
"proyecto eurobonos Europa 2020", servirá para facilitar
la financiación de las redes transeuropeas, a la vez que
dará un nuevo impulso a la economía europea en
plena crisis, por la sequía del crédito a las
empresas, y la precariedad financiera de los países, que
impide destinar grandes recursos a nuevas inversiones.

Por ahora se trata de un proyecto piloto a desarrollar
en dos años, 2012 y 2013, de manera que si sus resultados
son convincentes se podría implementar el modelo
definitivo dentro del marco presupuestario 2014-2020.

Bruselas asegura que la UE se enfrenta a unas
necesidades importantes de inversiones en infraestructuras, tanto
para las redes de transporte y energía como de las
tecnologías de la comunicación, dentro del plan de
desarrollo Europa 2020. Según sus estimaciones más
recientes, el desarrollo de la agenda digital de banda ancha y
ultrarrápida requiere unas inversiones estimadas entre
180.000 y 273.000 millones de euros, y las inversiones en
infraestructuras de transporte y energía se estiman en
unos 700.000 millones de euros.

Bruselas subraya que mientras los Estados gastan de
media el 1% del PIB en inversiones en infraestructuras, la
incorporación del sector privado en esas operaciones puede
facilitar su desarrollo dentro de un marco de operaciones de
"colaboración público-privada". Se trata siempre
del desarrollo de proyectos con una perspectiva de rentabilidad a
largo plazo.

La Comisión Europea asegura que este proyecto "no
es ni de la UE, ni de los Estados miembros", es una
operación de endeudamiento privado de una empresa, que
será un mecanismo entre la Comisión Europea y el
Banco Europeo de Inversiones (BEI), Connecting Europe Facility,
para la emisión de bonos, Europe 2020 Project Bond.
Además se prevé que otras instituciones financieras
puedan participar asumiendo parte del riesgo.

Este instrumento servirá para que las entidades
privadas puedan promover el desarrollo de esas infraestructuras.
La operación estará avalada por el presupuesto
comunitario, con un techo en su participación.

Entre otras ventajas, esta iniciativa mejorará la
calificación de la deuda de las empresas que participan en
esos proyectos y facilitará la participación de los
inversores institucionales.

El Banco Europeo de Inversiones será un socio
privilegiado en este proyecto, pues sus servicios se
ocuparán del análisis de los proyectos,
según sus propios estándares y procedimientos,
incluida la política de riesgo crediticio. Y será
quien decida la incorporación de proyectos. Además,
apoyará la definición de la estructura financiera
de los proyectos. Y establecerá los precios base, la
metodología de riesgo, el plan de financiación y la
calidad de los sponsors.

Europa busca otros caminos

Después de haber animado a los tres únicos
países que no están sometidos al procedimiento de
infracción por haber superado el máximo de
déficit publico autorizado, Suecia, Finlandia y
Luxemburgo, a que pusiesen en marcha políticas
expansionistas, aprovechando ese margen que tienen, y a los que
se podría añadir Alemania por su especial
situación en la economía europea, la
Comisión Europea pone ahora sobre la mesa, un nuevo
recurso. Se trata de los eurobonos para relanzar las inversiones
en las redes de transeuropeas de telecomunicaciones,
energía y transporte. Es una salida de urgencia para
tratar de reanimar a la maltrecha economía europea y que
por otro lado no agravaría el endeudamiento masivo
europeo. Además, tiene una vertiente de apertura, ya que
sería una manera de seguir los consejos de la
administración americana y del Banco Mundial, que temen
que el remedio a la enfermedad, la consolidación
presupuestaria, acabe matando al enfermo, la economía
europea. También sería una ocasión de seguir
las demandas del grupo socialista del Parlamento Europeo, que
piden políticas keynesianas.

En busca del crecimiento perdido

"A pesar de todos los aplausos al último
acuerdo de Europa sobre la crisis de deuda, aumentan las
preocupaciones de que no tenga éxito sin un mayor
crecimiento económico"…
El crecimiento
económico será crucial para el éxito del
acuerdo europeo (The Wall Street Journal –
30/10/11)

Al ritmo de expansión del año 2011, el
desempleo se mantendrá alto y los ingresos se
estancarán. Los gobiernos que carguen con grandes deudas
atravesarán tiempos todavía más duros en la
generación de ingresos para pagar sus cuentas. Eso
podría dar lugar a más temores de cesación
de pagos o mayores tasas de interés en Grecia, Italia y
otros países bajo presión.

Las proyecciones de crecimiento mundial se han reducido.
El pronóstico de la firma IHS Global Insight ahora
señala que la economía global se expandirá
apenas 3% este año y el próximo, frente a 4,2% en
2010. Además prevé que Estados Unidos
crecerá sólo 1,4% el año 2012, un ritmo que
podría llevar la tasa de desempleo más allá
del 9,1% actual. Las 17 naciones de la zona euro, entretanto,
coquetearán con la recesión en 2012, con un
crecimiento proyectado apenas por encima de cero.

Incluso en Asia, un motor fundamental de la
recuperación, las perspectivas son sombrías. Muchos
países asiáticos -China, Corea del Sur, Singapur y
otros- ya crecen de manera más lenta este año, en
comparación con el ritmo que alcanzaron durante el auge de
2002 a 2007, según Edwin Truman, de Peterson Institute for
International Economics.

Sin embargo, los países siguen divididos sobre
qué hacer al respecto: ¿promulgar nuevas medidas
para impulsar el crecimiento o centrarse en reducir los
déficits?

De un lado del debate está EEUU, apoyado en parte
por el Fondo Monetario Internacional, presionando a los otros
miembros del Grupo de los 20 países industrializados y
economías en desarrollo para que mantengan su foco en
alentar el crecimiento en el corto plazo y a la vez busquen
reducir la deuda pública en el largo plazo. En este campo
aparecen algunas economías avanzadas y emergentes, como
Canadá y Brasil, que se mantienen en crecimiento pero que
están cada vez más preocupadas por la
desaceleración.

El presidente de EEUU, Barack Obama, planea llevar ese
mensaje en la última semana de octubre (2011) a la cumbre
del G-20 en Cannes, Francia, y a otras reuniones de
líderes mundiales programadas en noviembre. Obama
buscará poner de relieve sus propias propuestas,
actualmente estancadas en el Congreso, que consisten en el
recorte de impuestos en el corto plazo y medidas de gasto para
expandir el crecimiento, en combinación con otras
iniciativas para reducir el déficit presupuestario de la
nación durante la próxima década.

"La recuperación mundial sigue siendo
frágil", declaró Obama en un artículo de
opinión editorial del periódico Financial Times el
28/10, a la vez que pidió por un crecimiento "que impulse
la demanda global y cree empleos y oportunidades para nuestra
gente".

Del otro lado del debate se hallan países como
Francia y el Reino Unido, que dicen que ahora hay que centrarse
en el recorte del déficit, incluso si eso significa un
crecimiento más lento en el corto plazo. Les preocupa el
hecho de que sin mayores ajustes -mediante el recorte del gasto o
el aumento de impuestos- puedan perder su calificación de
crédito triple A, lo que podría hacer elevar el
costo de los intereses y complicar todavía más el
pago de la deuda. En el peor de los casos, como en Grecia, esas
inquietudes podrían alimentar temores de incumplimiento de
pagos del gobierno, golpeando a los mercados
financieros.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien en
el año 2011 preside el G-20, planea dar a conocer otro
paquete de medidas de austeridad para Francia luego de que el
gobierno redujera su pronóstico de crecimiento para 2012,
de 1,75% a 1%. El mandatario insta a otros países a tomar
medidas para respaldar el crecimiento global.

Entretanto, países más débiles,
como Grecia e Italia, se hallan bajo intensa presión del
mercado para adoptar profundas medidas de austeridad y no hacen
los suficientes cambios en sus economías para impulsar sus
perspectivas de crecimiento de más largo plazo. "En cierto
sentido, es el peor de los mundos posibles", opina Eswar Prasad,
economista de la Universidad de Cornell y académico de la
Brookings Institution. "Se asfixia el crecimiento en el corto
plazo con sus políticas", añade.

Los últimos esfuerzos de EEUU y algunos aliados
indican un reconocimiento de que los acuerdos del año 2010
del G-20 en Toronto y Seúl, donde los líderes se
comprometieron a hacer del recorte del déficit su
principal objetivo, no están poniendo al mundo en la senda
del aumento del empleo y la producción.

No comment (XIV): lecturas recomendadas (el que quiera
entender que entienda)

– Necesidad contra codicia (Project Syndicate –
28/2/11)

(Por Jeffrey D. Sachs)

Nueva York.- El gran líder moral de la India
Mohandas Gandhi dijo la famosa frase de que hay suficiente en la
Tierra para las necesidades de todos, pero no suficiente para
satisfacer la avaricia de todos. Hoy la visión de Gandhi
se está poniendo a prueba como nunca antes.

El mundo está alcanzando límites globales
en su uso de los recursos. Estamos sintiendo los golpes cada
día en forma de inundaciones, sequías y tormentas
catastróficas y en el consiguiente aumento de los precios
en el mercado. Nuestro destino depende ahora de si cooperamos o
somos víctimas de una codicia autodestructiva.

Los límites a la economía mundial son
nuevos y se derivan del tamaño sin precedentes de la
población mundial y la expansión nunca antes vista
del crecimiento económico en casi todo el planeta. Hoy
siete mil millones de personas habitan la Tierra, en
comparación con sólo tres mil millones hace medio
siglo. Hoy en día, el promedio de ingreso per
cápita es 10.000 dólares; en mundo desarrollado es
de alrededor de 40.000 y 4.000 en los países en desarrollo
Eso significa que la economía mundial está
produciendo alrededor de 70 billones de dólares por
año, en comparación con alrededor de 10 billones en
1960.

La economía de China está creciendo en
torno al 10% anual. La India está creciendo casi a la
misma velocidad. África, por largo tiempo la región
de crecimiento más lento del mundo, muestra ahora un
promedio de crecimiento de aproximadamente el 5% del PIB anual.
En general, los países en desarrollo están
creciendo en torno al 7% anual y las economías
desarrolladas en torno al 2%, lo que da un promedio mundial de
alrededor del 4,5%.

Esta es una muy buena noticia en muchos aspectos. El
rápido crecimiento económico en los países
en desarrollo está ayudando a aliviar la pobreza. En
China, por ejemplo, la pobreza extrema se ha reducido de
más de la mitad de la población hace 30 años
a alrededor del 10% o menos en la actualidad.

Sin embargo, hay otra cara de la historia de crecimiento
global que debemos entender con claridad. La economía
mundial crece a un 4,5% por año y, a ese ritmo, se
encamina a duplicar su tamaño en menos de 20 años.
La economía mundial de 70 billones de dólares de
hoy llegará a los 140 billones de dólares antes de
2030 y a 280 billones antes de 2050 si extrapolamos a partir de
la tasa de crecimiento actual.

Nuestro planeta no podrá
sustentar físicamente este crecimiento económico
exponencial si dejamos que la codicia tome la delantera. Incluso
hoy, el peso de la economía mundial ya está
aplastando la naturaleza, agotando rápidamente los
suministros de recursos energéticos de combustibles
fósiles creados hace millones de años, mientras que
el cambio climático resultante ha conducido a una gran
inestabilidad en términos de precipitaciones, temperatura
y tormentas extremas.

Vemos estas presiones todos los días en el
mercado. Los precios del petróleo han subido a más
de $100 por barril, a medida que China, India y otros
países importadores de petróleo se unen a los
Estados Unidos en una lucha masiva por comprar suministros,
especialmente de Oriente Próximo. También los
precios de los alimentos se encuentran en máximos
históricos, lo que contribuye a la pobreza y la
inestabilidad política.

Por un lado, hay más bocas que alimentar, y con
mayor poder adquisitivo en promedio. Por otro lado, las olas de
calor, sequías, inundaciones y otros desastres provocados
por el cambio climático están destruyendo cultivos
y reduciendo la oferta de cereales en los mercados mundiales. En
los últimos meses, las regiones productoras de cereales de
Rusia y Ucrania se han visto afectadas por graves sequías
y enormes inundaciones han afectado Brasil y Australia. Otra
sequía amenaza la zona productora de cereales en el norte
de China.

Hay algo más, muy peligroso y que no se advierte
con facilidad. En muchas áreas populosas del mundo,
incluidas las regiones productoras de cereales del norte de la
India, el norte de China y el Medio Oeste estadounidense, los
agricultores están recurriendo a aguas subterráneas
para el riego de sus cultivos. Los grandes acuíferos que
abastecen de agua para el riego se están agotando. En
algunos lugares de la India, el nivel freático ha
descendido varios metros al año en los últimos
años. Algunos pozos profundos se están acercando al
punto de agotamiento y se prevé un aumento de la salinidad
a medida que el agua del océano se infiltre en el
acuífero.

El desastre es inevitable, a menos que cambiemos. Y
aquí es donde Gandhi entra en juego. Si nuestras
sociedades se rigen por el principio de la avaricia, con los
ricos haciendo todo lo posible para enriquecerse aún
más, la creciente crisis de recursos producirá una
brecha cada vez mayor entre ricos y pobres, y muy posiblemente a
una lucha, cada vez más violenta por la
supervivencia.

Los ricos intentarán utilizar su poder para
obtener más tierras, agua y energía para sí
mismos, y muchos de ellos apoyarán medios violentos para
hacerlo, si es necesario. EEUU ya ha seguido una estrategia de
militarización en Oriente Próximo con la ingenua
esperanza de que este enfoque pueda garantizar un abastecimiento
seguro de energía. Ahora se intensifica la competencia por
los suministros, a medida que China, India y otros compiten por
los mismos recursos que, además, se están
agotando.

Una toma de poder similar se intentó en
África. El aumento de los precios de los alimentos
está llevando a la apropiación de tierras, a medida
que políticos poderosos venden a inversionistas
extranjeros grandes extensiones de tierras de cultivo, dejando de
lado los derechos tradicionales de tierras de los pequeños
agricultores pobres. Los inversionistas extranjeros esperan
utilizar grandes explotaciones mecanizadas para generar productos
destinados a la exportación, dejando poco o nada para las
poblaciones locales.

En los países de mayor peso -EEUU, Reino Unido,
China, India y otros- los ricos han disfrutado de cada vez
más altos ingresos y un creciente poder político.
La economía de EEUU es rehén de los
multimillonarios, la industria petrolera y otros sectores clave.
Las mismas tendencias amenazan a las economías emergentes,
donde la riqueza y la corrupción van en
aumento.

Si la codicia prevalece, el motor del
crecimiento económico agotará nuestros recursos,
marginará a los pobres y nos llevará a una profunda
crisis social, política y económica. La alternativa
es un camino de cooperación política y social, a
nivel nacional e internacional. Habrá recursos suficientes
y prosperidad para todos si convertimos nuestras economías
para que hagan uso de fuentes de energía renovables,
prácticas agrícolas sostenibles y un régimen
tributario razonable para los ricos. Este es el camino a la
prosperidad para todos a través de tecnologías
mejoradas, justicia política y conciencia
ética.

(Jeffrey D. Sachs es profesor de Economía y
Director del Earth Institute de la Universidad de Columbia.
También es Asesor Especial del Secretario General de las
Naciones Unidas sobre las Metas de Desarrollo del Milenio.
Copyright: Project Syndicate, 2011)

– ¿Está el capitalismo condenado al
fracaso? (Project Syndicate – 15/8/11)

(Por Nouriel Roubini)

New York.- La masiva volatilidad y la aguda
corrección de los precios de las acciones que en la
actualidad golpean a los mercados financieros globales son
indicadores de que las economías más avanzadas se
encuentran al borde de una recesión de doble caída.
Una crisis financiera y económica causada por el exceso de
deuda y apalancamiento del sector privado condujeron a un masivo
re-apalancamiento del sector público con el fin de evitar
la Gran Depresión 2.0. Sin embargo, la recuperación
posterior ha sido anémica y mediocre en la mayoría
de las economías avanzadas dado el desapalancamiento
doloroso.

Hoy en día una combinación de los precios
altos del petróleo y productos básicos, los
disturbios en el Oriente Medio, el terremoto y tsunami del
Japón, la crisis de deuda de la eurozona y los problemas
fiscales de Estados Unidos (y ahora la rebaja de su
calificación crediticia) han llevado a un aumento masivo
en la aversión al riesgo. Económicamente los
Estados Unidos, la eurozona, el Reino Unido y el Japón
funcionan al ralentí. Incluso los mercados emergentes en
crecimiento (China, Asia emergente y América Latina), y
las economías orientadas a la exportación que se
basan en estos mercados (Alemania y Australia, un país
rico en recursos naturales), están experimentando
desaceleraciones agudas.

Hasta el año pasado, los políticos siempre
pudieron sacar un as de bajo la manga para reactivar los precios
de los activos y detonar la recuperación económica.
Estímulo fiscal, tasas de interés de casi cero, dos
rondas de "flexibilización cuantitativa",
separación estricta de las deudas incobrables y billones
de dólares en rescates y provisión de liquidez para
los bancos y entidades financieras: las autoridades ejecutivas
intentaron todo esto. Ahora se han quedado sin ases.

La política fiscal hoy en día es un lastre
para el crecimiento económico tanto en la eurozona como en
el Reino Unido. Incluso en los EEUU, los gobiernos estatales y
locales, y ahora el gobierno federal, recortan el gasto y reducen
los pagos de transferencias. Muy pronto, ellos subirán los
impuestos.

Otra ronda de rescates para los bancos es
políticamente inaceptable y económicamente
inviable: la mayoría de los gobiernos, especialmente en
Europa, están tan estresados que los rescates no son
asequibles; de hecho, el riesgo soberano está, en
realidad, alimentando por la preocupación por la salud de
los bancos europeos, que tienen en sus carteras la mayor parte de
los cada vez más inestables valores
gubernamentales.

Tampoco la política monetaria puede ser de mucha
ayuda. La flexibilización cuantitativa en la eurozona y el
Reino Unido se ve limitada por una inflación por encima
del nivel objetivo. La Reserva Federal de EEUU probablemente
inicie una tercera ronda de flexibilización cuantitativa
(QE3), pero esta ofrecerá muy poco y llegará
demasiado tarde. El año pasado la flexibilización
cualitativa (QE2) de $600 millardos y de $1 billón de
dólares en recortes de impuestos y transferencias
logró un crecimiento de apenas el 3% durante un trimestre.
Posteriormente, el crecimiento cayó bruscamente a menos
del 1% en el primer semestre del año 2011. QE3 será
de mucho menor tamaño, y logrará mucho menos en
cuanto a reactivar los precios de los activos y restaurar el
crecimiento.

La depreciación de la moneda no
es una opción viable para todas las economías
avanzadas: todas ellas necesitan una moneda más
débil y una mejor balanza comercial para recuperar el
crecimiento, pero no todas ellas pueden estar en esta
situación al mismo tiempo. Así que depender de los
tipos de cambio para influir en la balanza comercial es un juego
de suma cero. Por esta razón se vislumbran en el horizonte
guerras cambiaras; Japón y Suiza son los participantes de
las primeras batallas por debilitar sus tipos de cambio. Otros
pronto seguirán el ejemplo.

Mientras tanto, en la eurozona, Italia y
España están ahora en riesgo de perder acceso al
mercado, y en la actualidad las presiones financieras sobre
Francia también van en aumento. Sin embargo, Italia y
España son países demasiado grandes para quebrar y
demasiado grandes para ser rescatados. Por el momento, el Banco
Central Europeo comprará algunos de sus bonos como un
puente con el nuevo Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera
(EFSF, por el nombre en inglés) de la eurozona. Sin
embargo, si Italia y/o España pierden su acceso al
mercado, los € 440 mil millones ($ 627 mil millones) del
arca de guerra del EFSF podrían agotarse hasta finales de
este año o principios del año 2012.

En ese momento, a menos que se
tripliquen los fondos del EFSF -una medida a la que se
opondría Alemania- la única opción que
quedaría sería una reestructuración ordenada
pero coercitiva de la deuda italiana y española, tal como
ha ocurrido en Grecia. La reestructuración coercitiva de
la deuda no garantizada de los bancos insolventes sería el
siguiente paso. Por esta razón, aunque apenas ha empezado
el proceso de desapalancamiento, se harán necesarias
las reducciones de deuda si los países no pueden crecer o
ahorrar o agrandarse por cuenta propia para salir de sus
problemas de deuda.

Parece que Karl Max estuvo
parcialmente en lo correcto al argumentar que la
globalización, la intermediación financiera fuera
de control, y la redistribución del ingreso y la riqueza
de los trabajadores en beneficio del capital podría llevar
al capitalismo a su autodestrucción (sin embargo se
demostró que su idea de que el socialismo da mejores
resultados fue errónea).
Las empresas están
recortando puestos de trabajo porque no hay suficiente demanda
final. Sin embargo, al recortar puestos de trabajo se reduce el
ingreso de los trabajadores, se aumenta la desigualdad y se
reduce la demanda final.

Las protestas populares recientes, que se extienden
desde el Medio Oriente hasta Israel y el Reino Unido, y la
creciente ira popular en China -y que más temprano que
tarde llegarán a otras economías avanzadas y
mercados emergentes- son todas impulsadas ??por los mismos
problemas y tensiones: creciente desigualdad, pobreza, desempleo,
y desesperanza. Incluso las clases medias del mundo están
sintiendo la presión de la caída de ingresos y
oportunidades.

Para permitir que las economías orientadas al
mercado operen como deberían y como pueden, tenemos que
retornar al equilibrio adecuado entre los mercados y la
provisión de bienes públicos. Esto significa
alejarse tanto del modelo anglosajón de laissez-faire y
economía vudú como del modelo europeo continental
de los estados de bienestar impulsados por el déficit.
Ambos modelos están resquebrajados.

El equilibrio adecuado hoy en
día exige la creación de puestos de trabajo de
manera parcial a través de estímulos fiscales
adicionales dirigidos a las inversiones en infraestructura
productiva. También requiere de impuestos más
progresivos; más cantidad de estímulos fiscales a
corto plazo junto con disciplina fiscal de mediano y largo plazo;
de apoyo de préstamos de última instancia por parte
de las autoridades monetarias a fin de prevenir corridas
bancarias destructivas; de reducción de la carga
crediticia de los hogares insolventes y de otros agentes
económicos que atraviesan dificultades económicas;
de supervisión y regulación más estricta de
un sistema financiero que está fuera de control; y de
fraccionamiento de los bancos que son demasiado grandes para
quebrar y de los fondos de inversión
oligopolísticos.

Con el tiempo, las economías avanzadas
tendrán que invertir en capital humano,
capacitación y redes de seguridad social para aumentar la
productividad y permitir que los trabajadores compitan, sean
flexibles y prosperen en una economía globalizada. La
alternativa es -igual que en la década de 1930-
interminable estancamiento, depresión, guerras cambiarias
y de balanza comercial, controles de capital, crisis financiera,
insolvencias soberanas, y masiva inestabilidad política y
social.

(Nouriel Roubini es presidente de Roubini Global
Economics, profesor en la Escuela Stern de Administración
de Empresas de la Universidad de Nueva York y coautor del libro
Crisis Economics (Cómo salimos de ésta, Ediciones
Destino, Barcelona, 2010). Copyright: Project Syndicate,
2011)

Karl Marx tenía razón (BBCMundo –
11/9/11)

Karl Marx pudo haberse equivocado con el comunismo pero,
en lo que se refiere al capitalismo, mucho de lo que dijo
resultó ser correcto, como señala el
filósofo John Gray, quien escribió este
artículo para la BBC.

Como efecto secundario de la crisis
financiera, más y más gente está
dándose cuenta de que Karl Marx estaba en lo
cierto.

El gran filósofo alemán
del siglo XIX, economista y revolucionario, pensaba que el
capitalismo era radicalmente inestable.

Tenía incorporada la tendencia de
producir auges y colapsos cada vez más grandes y profundos
y, a largo plazo, estaba destinado a destruirse a sí
mismo.

A Marx le complacía esa característica:
estaba seguro de que habría una revolución popular,
la cual engendraría un sistema comunista que sería
más productivo y mucho más humano.

Marx erró en lo que se refiere al comunismo. Pero
su percepción de la revolución del capitalismo fue
proféticamente acertada.

No fue sólo sobre el hecho de que
en ese sistema la inestabilidad era endémica, aunque en
ese respecto fue más perspicaz que la mayoría de
los economistas de su época y de la actualidad.

A un nivel más profundo, Marx
entendió cómo el capitalismo destruye su propia
base social: la forma de vida de la clase media.

La terminología marxista de burgueses y
proletariado suena arcaica.

Pero cuando argumentó que el capitalismo
hundiría a la clase media en algo parecido a la existencia
precaria de los angustiados trabajadores de su época, Marx
anticipó un cambio en la manera en la que vivimos que
apenas ahora estamos teniendo que afrontar.

Destrucción creativa

Para Marx, el capitalismo era la teoría
económica más revolucionaria de la historia, y no
hay duda que difiere radicalmente de los sistemas
previos.

Las culturas de los cazadores-recolectores persistieron
con su forma de vida por miles de años, las esclavistas
por casi el mismo tiempo y las feudales por muchos siglos. En
contraste, el capitalismo transforma todo lo que toca.

No son sólo las marcas las que cambian
constantemente. Compañías e industrias se crean y
se destruyen en una corriente incesante de innovación,
mientras que las relaciones humanas se disuelven y reinventan en
formas novedosas.

El capitalismo ha sido descrito como un
proceso de destrucción creativa, y nadie puede negar que
haya sido prodigiosamente productivo.

Prácticamente todos los que viven
en países como el Reino Unido hoy en día reciben
ingresos reales más altos de los que habrían
recibido si el capitalismo no hubiera existido nunca.

El problema es que entre las cosas que
se han destruido en el proceso está la forma de vida de la
que, en el pasado, había dependido el
capitalismo.

La promesa…

Los defensores del capitalismo
argumentan que le ofrece a todos los beneficios que en la
época de Marx sólo tenían los burgueses, la
clase media asentada que poseía capital y tenía un
nivel razonable de seguridad y libertad durante su
vida.

En el capitalismo del siglo XIX, la
mayoría de la gente no tenía nada. Vivían de
vender su labor y cuando los mercados se debilitaban, enfrentaban
dificultades.

Pero a medida que el capitalismo
evolucionó -dicen sus defensores-, un número mayor
de personas se beneficiaron.

Carreras satisfactorias dejaron de ser
la prerrogativa de unos pocos. La gente dejó de tener
dificultades todos los meses por vivir de un salario inseguro.
Las personas estaban protegidas por sus ahorros, la casa que
poseían y una pensión decente, así que
podían planear sus vidas sin temor.

Con la expansión de la democracia
y la riqueza, nadie se iba a quedar sin una vida burguesa. Todos
podían ser clase media.

La realidad

De hecho, en el Reino Unido, Estados
Unidos y muchos otros países desarrollados, durante los
últimos 20 a 30 años ha ocurrido lo
opuesto.

No existe la seguridad laboral, muchas
de las profesiones y oficios del pasado desaparecieron y carreras
que duran toda la vida no son mucho más que un
recuerdo.

Si la gente posee alguna riqueza,
está en sus casas, pero los precios de la propiedad
raíz no siempre aumentan. Cuando el crédito es
restringido, como ahora, pueden quedarse estancados por
años. Una menguante minoría puede seguir contando
con una pensión con la cual vivir cómodamente y
pocos cuentan con ahorros significativos.

Más y más gente vive al
día, con muy poca idea sobre qué traerá el
futuro.

La clase media solía pensar que
sus vidas se desenvolverían en una progresión
ordenada, pero ya no es posible considerar a la vida como una
sucesión de niveles en los que cada escalón
está más arriba que el anterior.

En el proceso de creación
destructiva, la escalera desapareció y para cada vez
más personas, ser de clase media ya no es siquiera una
aspiración.

Ganancia negativa

A medida que el capitalismo ha ido
avanzado, ha llevado a la mayoría de la gente a una nueva
versión de la precaria existencia del proletariado del que
hablaba Marx.

Los salarios son más altos y, en
algunos lugares, en cierto grado hay un colchón contra los
sacudones gracias a lo que queda del Estado de
bienestar.

Pero tenemos poco control efectivo sobre
el curso de nuestras vidas y las medidas tomadas para lidiar con
la crisis financiera han profundizado la incertidumbre en la que
tenemos que vivir.

Tasas de interés del 0%
conjugadas con el alza de precios implica que uno recibe
beneficios negativos por su dinero y produce la erosión
del capital.

La situación para muchos
jóvenes es aún peor. Para poder adquirir las
habilidades indispensables para conseguir empleo, hay que
endeudarse. Y como en cierto momento hay que volverse a entrenar,
hay que ahorrar, pero si uno empieza endeudado, eso es lo
último que podrá hacer.

Cualquiera que sea la edad, la
perspectiva de la mayoría de la gente hoy en día es
una vida entera de inseguridad.

Quienes se arriesgan

Al mismo tiempo que ha despojado a la
gente de la seguridad de la vida burguesa, el capitalismo
volvió obsoleto al tipo de persona que disfrutaba de la
vida burguesa.

En los '80s se habló mucho de los
valores victorianos, y los promotores del mercado libre
solían asegurar que éste reviviría las
virtudes del pasado.

Pero el hecho es que el mercado libre
socava las virtudes que mantienen el estilo de vida
burgués.

Cuando los ahorros se están
desvaneciendo, ser cauteloso puede llevar a la ruina. Es la
persona que pide grandes préstamos y que no le tiene miedo
a declararse en bancarrota la que sobrevive y
prospera.

Cuando el mercado laboral es
volátil, no son aquellos que cumplen cabalmente con las
obligaciones de su trabajo quienes tienen éxito, sino los
que siempre están listos a intentar algo nuevo que
aparenta ser más prometedor.

En una sociedad que está siendo
transformada continuamente por las fuerzas del mercado, los
valores tradicionales son disfuncionales y quien quiera vivir de
acuerdo a ellos está en riesgo de terminar en la caneca de
la basura.

Se desvaneció en el aire

Examinando un futuro en el que el mercado permea todas
las esquinas de la vida, Marx escribió en el Manifiesto
Comunista: "todo lo que es sólido se desvanece en el
aire". Para alguien que vivió en la Inglaterra victoriana
temprana -el Manifiesto fue publicado en 1848- era una
observación asombrosamente visionaria.

En esa época, nada parecía más
sólido que la sociedad en cuyos márgenes
vivía Marx.

Un siglo y medio más tarde,
vivimos en el mundo que él anticipó, en el cual la
vida de todos es experimental y provisional, y la ruina
súbita puede llegar en cualquier momento.

Un pequeño puñado de gente
ha acumulado vastas riquezas pero incluso eso tiene una cualidad
de evanescente, casi fantasmal.

En los tiempos victorianos, los verdaderamente ricos
podían darse el lujo de relajarse, si eran conservadores a
la hora de invertir su dinero. Cuando los héroes de las
novelas de Dickens finalmente reciben su herencia, no vuelven a
hacer nada jamás.

Hoy en día, no existe un remanso
de seguridad. Los giros del mercado son tales que nadie puede
saber qué mantendrá su valor, ni siquiera dentro de
unos pocos años.

No fue el mayordomo

Este estado de alteración perpetua es la
revolución permanente del capitalismo y yo pienso que nos
acompañará en cualquier futuro imaginable
realísticamente.

Estamos apenas a mitad de camino de una crisis
financiera que pondrá muchas cosas de cabeza.

Monedas y gobiernos probablemente caerán, junto
con partes del sistema financiero que creíamos
seguro.

No se ha lidiado con los riesgos que amenazaban con
congelar a la economía mundial hace apenas tres
años. Lo único que se ha hecho es obligar a los
Estados a asumirlos.

No importa qué digan los
políticos sobre la necesidad de frenar el déficit,
deudas de la magnitud de las que se han incurrido no pueden ser
pagadas. Es casi seguro que lo que harán es manejarlas
recurriendo a la inflación, un proceso que está
abocado a ser muy doloroso y empobrecedor para
muchos.

El resultado sólo puede ser más
agitación política, a una escala aún
mayor.

Pero no será el final del mundo, ni siquiera del
capitalismo. Pase lo que pase, vamos a seguir teniendo que
aprender a vivir con la energía errática que el
mercado emanó.

El capitalismo llevó a una
revolución pero no la que Marx esperaba. El exaltado
pensador alemán odiaba la vida burguesa y pensó en
el comunismo para destruirla.

Tal como predijo, el mundo
burgués ha sido destruido.

Pero no fue el comunismo el que
cometió el acto.

Fue el capitalismo el que mató a
la burguesía.

"Hay numerosos cisnes negros nadando en el lago de la
economía global" ("Fin de la Historia": el Fondo Monetario
Internacional "desciende" de la "nube")

"El denominado "consenso de Washington", que
orientó la política económica de
países en vías de desarrollo durante décadas
"ya es historia". Los efectos de la crisis han sido tan
devastadores que todo lo que ha defendido el Fondo Monetario
Internacional durante los últimos 20 años ha dado
un vuelco, según ha denunciado hoy el director gerente del
FMI, Dominique Strauss-Kahn"…
La teoría del FMI da
un vuelco: "El consenso de Washington ya es historia" (El
Economista – 4/4/11)

Bajo el Consenso de Washington se promueven
políticas económicas basadas en la austeridad, la
liberalización y las privatizaciones, con el objetivo de
eliminar la inflación, preservar el tipo de cambio,
incrementar la tasa de crecimiento de la productividad y crear
puestos de trabajo estables. "Todo esto se ha derrumbado con la
crisis", ha asegurado Strauss-Kahn durante un discurso
pronunciado en la universidad George Washington de la capital
estadounidense (abril 2011).

Tras la crisis financiera de 2008, el
FMI ve necesario ahora que el Estado ejerza un mayor papel y
controle los excesos del mercado. "Al designar un nuevo marco
macroeconómico para un nuevo mundo, el péndulo
oscilará -al menos un poco- del mercado al Estado, y de lo
relativamente simple a lo relativamente más complejo",
explica Strauss-Kahn.

Ante la imposición de países emergentes
como nuevos motores del crecimiento mundial, ese consenso debe
ser superado, mediante una nueva política
económica, con acento en la cohesión social y el
multilateralismo, ha explicado.

"Claramente, la política
monetaria debe ir más allá de la estabilidad de
precios, y velar por la estabilidad financiera", propone
Strauss-Kahn. En su opinión, eso no debe hacerse mediante
el uso de los tipos de interés, sino con otros
instrumentos como liquidez.

"No me malinterpreten: la
mundialización dio muy buenos resultados, y sacó a
centenares de millones de la pobreza", ha indicado, "pero la
crisis y sus consecuencias han alterado fundamentalmente nuestra
percepción", ha advertido.

"Necesitamos una nueva forma de
mundialización, una mundialización con un rostro
más humano", ha exigido. Los países ricos y
emergentes deben proseguir con su cooperación en el seno
del G20 para asegurar que se superan los intereses nacionales, ha
pedido Strauss-Kahn.

A su juicio, es necesaria una
globalización "más justa" en la que no haya "unos
pocos privilegiados" que acaparan los beneficios.

Por otro lado, el director gerente del Fondo Monetario
Internacional, Dominique Strauss-Kahn, ha subrayado que el
progreso de recuperación de la crisis en Europa ha sido
"parcial y poco sistemático" hasta el primer trimestre de
2011, lo que supone "un riesgo clave" tanto para los
países en crisis como para la recuperación general
de Europa.

Respecto a la economía global,
afirma que continúa con su recuperación, aunque
sigue siendo "desequilibrada entre países y dentro de los
países", y advierte de que aún persiste la
incertidumbre y "hay numerosos cisnes negros nadando en el lago
de la economía global". "En general, la situación
económica es todavía frágil y desigual,
acosada por una gran incertidumbre", ha sentenciado.

Sigue el "cambio de piel" en el FMI (ahora con los
"controles de capital")

""Quién te ha visto y quién te ve"
pensarán algunos del cambio que estamos viendo en el FMI.
No sabemos si es fruto de la insostenibilidad de las viejas
recetas o de la conciencia, esa que dice que algo malo pasa
cuando los incentivos no se ponen al servicio de crear algo mejor
en este mundo. Y es que no vamos a negar que para muchas
personas, e independientemente de su ideología
económica y política, este organismo internacional
no ha conseguido solucionar todo lo bien que debería su
cometido. De hecho la crisis que atravesamos es la más
grave desde su creación allá por los años
cuarenta en el período final de la destructiva Segunda
Guerra Mundial y está directamente relacionada con algunos
de sus ámbitos de actuación, por lo que
podríamos dar rienda suelta a la crítica. No
obstante han sido tantos los errores, tantas las conductas
"grises" de muchos, que el FMI no deja de ser un velero en medio
de un tsunami"…
El FMI "se cae del guindo"; los controles
de capital son aceptables (El Confidencial –
7/4/11)

Su pasado es como mínimo controvertido, acusados
de estar al servicio de Estados Unidos o de aplicar medidas,
especialmente en países pobres, que difícilmente
pueden calificarse de beneficiosas para el porvenir del enfermo.
¿Confianza ciega en el dogma o simples intermediarios de
intereses más elevados?

Podrían darse buenos argumentos en ambos
sentidos, pero aún resultando muy interesante dicho debate
(tratado extensamente en anteriores oportunidades), lo destacable
en la actualidad (abril 2011) es que se perciben ciertos
cambios.

Un ejemplo claro son las directrices que el organismo ha
lanzado el 5/4 para controlar los flujos de capital por parte de
los gobiernos, algo otrora impensable y en donde se ha
posicionado en contra durante casi setenta años. Lo
comenta el FT:

The guidelines -which are not yet official Fund policy-
say that countries can control capital inflows when their
currency is not undervalued, when they already have enough
foreign exchange reserves, and when they are unable to use
monetary or fiscal policy instead.

Los flujos internacionales pueden ser muy beneficiosos y
en muchos casos lo son, llevan fondos de donde hay excedentes a
donde son necesarios, si se invierten bien crearán
prosperidad y todo el mundo saldrá ganando. En caso
contrario, si el país receptor no consigue la rentabilidad
necesaria para pagar lo que debe, empezarán los problemas
¿Pero han tenido la oportunidad y de eso se trata, no? Esa
idea era la mayoritaria y por tanto existía una voz
oficialista que defendía la libertad de flujos como
positiva y justa, voz que defendían entre otros organismos
como el FMI.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
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