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El dilema del 2012: Recortes o crecimiento (¿y por qué no, las dos cosas?) Parte II (página 3)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

Apenas ha comenzado un tímido desapalancamiento
privado y del sector público en las economías
avanzadas, con un todavía tenso balance de los hogares,
bancos e instituciones financieras, y los gobiernos locales y
centrales. Sólo ha mejorado el sector empresarial de alta
calidad. Pero, con tantos y persistentes riesgos de consecuencias
prolongadas y las incertidumbres mundiales que pesan sobre la
demanda final, y con una sobrecapacidad que sigue siendo alta
debido en el pasado a un exceso de inversión en el sector
inmobiliario en muchos países y el aumento de la
inversión manufacturera en China en los últimos
años, el gasto de capital y la contratación de
estas empresas se han mantenido en silencio.

El aumento de la desigualdad -debido en
parte a la reestructuración corporativa que ha eliminado
empleos- está reduciendo más aún la demanda
agregada, porque los hogares, los más pobres y quienes
perciben ingresos laborales tienen una mayor propensión
marginal a gastar que las empresas, los hogares más ricos
y quienes perciben rentas de capital. Por otra parte, a medida
que la desigualdad impulsa protestas en todo el mundo, la
inestabilidad social y política podría representar
un riesgo adicional para el desempeño
económico.

Al mismo tiempo, siguen siendo grandes los
desequilibrios de cuentas corrientes clave: entre EEUU y China (y
otras economías de mercados emergentes) y, dentro de la
eurozona, entre el núcleo y la periferia. Para un ajuste
ordenado se requiere una menor demanda interna en los
países que gastan en exceso con grandes déficits de
cuenta corriente y menores superávits comerciales en los
países que ahorran demasiado, a través de
apreciaciones cambiarias nominales y reales. Para mantener el
crecimiento, los países que gastan en exceso necesitan una
depreciación nominal y real para mejorar sus balanzas
comerciales, mientras que los países con superávit
necesitan impulsar la demanda interna, especialmente el
consumo.

Sin embargo, este ajuste de precios relativos a
través de movimientos de divisas se ha estancado, ya que
los países con superávit se resisten a la
apreciación cambiaria a favor de imponer una
deflación recesiva sobre los países con
déficit. Las batallas de divisas resultantes se
están librando en varios frentes: intervención de
controles de cambio, flexibilización cuantitativa y
controles de capital de los flujos de entrada. Y, con un
crecimiento global más débil en el año 2012,
los combates podrían convertirse en guerras
comerciales.

Finalmente, las autoridades se están quedando sin
opciones. La devaluación de la moneda es un juego de suma
cero, porque no todos los países pueden depreciar y
mejorar las exportaciones netas al mismo tiempo. La
política monetaria se flexibilizará a medida que la
inflación se convierte en tema ausente en las
economías avanzadas (y un problema menor en los mercados
emergentes). Pero la política monetaria es cada vez
más ineficaz en las economías avanzadas, donde los
problemas se derivan de la insolvencia en lugar de la falta de
liquidez.

Mientras tanto, la política
fiscal se ve limitada por el aumento de los déficits y las
deudas, los "vigilantes" de bonos, y las nuevas reglas fiscales
en Europa. Apoyar y rescatar instituciones financieras es
políticamente impopular, y los gobiernos en casi quiebra
no tienen el dinero para hacerlo en todo caso. Y,
políticamente, la promesa del G-20 ha dado paso a la
realidad del G-0: a los gobiernos débiles les resulta cada
vez más difícil poner en práctica la
coordinación de políticas internacionales, a medida
que las visiones del mundo, las metas y los intereses de las
economías avanzadas y los mercados emergentes entran en
conflicto.

Como resultado de todo esto, abordar los
desequilibrios bursátiles -las grandes deudas de los
hogares, las instituciones financieras y los gobiernos- tapando
los problemas de solvencia con financiamiento y liquidez
eventualmente puede dar lugar a reestructuraciones dolorosas y
posiblemente desordenadas. Del mismo modo, hacer frente a la
débil competitividad y los desequilibrios de cuenta
corriente requiere de ajustes cambiarios que eventualmente pueden
llevar a algunos miembros a salir de la eurozona.

Restablecer un crecimiento sólido
es bastante difícil sin el fantasma siempre presente del
desapalancamiento y una grave escasez de munición
política. Pero ese es el desafío al que se enfrenta
una economía mundial frágil y desequilibrada en
2012. Parafraseando a Bette Davis en All About Eve:
"¡Ajústense los cinturones de seguridad, que va a
ser un año lleno de baches!"

(Nouriel Roubini es presidente de Roubini Global
Economics y profesor de la Stern School of Business, Universidad
de Nueva York. Copyright: Project Syndicate, 2011)

Anexo III: La "verdad" de la milanesa (un
artículo "imperdible")

– Por qué duran tanto las crisis: nadie quiere
pagar la cuenta (The Wall Street Journal –
10/11/11)

(Por David Wessel)

Ya han pasado dos años desde que
las llamas aparecieron por primera vez en Grecia, y sin embargo
el fuego aún no ha sido apagado. Ahora se ha propagado a
Italia.

Han pasado cinco años desde que
reventó la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos. El
sector de la vivienda sigue siendo una de las principales razones
por las que la economía del país tiene un
desempeño tan débil.

En ambos continentes, ya no quedan dudas
sobre la severidad de la amenaza o la urgencia con la que se
necesitan mejores políticas. Aun así, los jugadores
parecen completamente incapaces de actuar.

¿Qué les está
llevando tanto tiempo? Decidir quién tendrá que
pagar la cuenta.

"En todas las crisis, se deben
repartir las pérdidas entre deudores, acreedores y
contribuyentes", explica Anna Gelpern, profesora de derecho de la
Universidad Americana y ex funcionaria del Tesoro de EEUU "Es un
concepto sorprendentemente simple, y completamente
irreconciliable".

"Por definición, es un
problema político", agrega. "Incluso si surgiera la idea
de una distribución óptima, si no es vendible
políticamente, no puede concretarse".

Esta vez, la escala es intimidatoria. El Fondo
Monetario Internacional estima que los tenedores de hipotecas en
EEUU y otras deudas perdieron US$ 2,7 billones (millones de
millones) en la fase estadounidense de la crisis global, parte de
cuya suma ya fue trasladada a los contribuyentes. Las viviendas
del país valen casi US$ 7 billones menos que hace cinco
años, una caída de 25%.

Se han hecho toda clase de intentos por reducir los
pagos mensuales de hipotecas para algunos, por refinanciar
créditos con intereses altos, por asegurarse de que los
embargos se llevan a cabo correctamente, por recapitalizar bancos
para que puedan absorber pérdidas, y demás. El
gran paso que no se dio: reducir el principal sobre las
hipotecas. El gran obstáculo: ¿quién paga
los platos rotos? ¿Los bancos? ¿Los inversionistas
hipotecarios? ¿Los contribuyentes?

En Europa, los retrasos para admitir que Grecia
pidió prestado demasiado convirtieron lo que hubiera sido
un problema difícil pero manejable en una calamidad. Un
gran motivo para el retraso: decidir quién pagaría
la cuenta. ¿Los contribuyentes alemanes? ¿Los
accionistas de bancos franceses? ¿Los tenedores de bonos
extranjeros?

Cuando un prestatario -un banco, una empresa, un
país- tiene problemas, la reacción inicial es
decir, bueno, tienen el dinero, sólo que están
cortos de efectivo. A menudo eso es verdad. Así que el
prestamista le da un respiro al prestatario, la empresa
empeña sus cuentas por cobrar, o el "acreedor de
último recurso", el banco central, otorga préstamos
de emergencia porque está seguro de que le
devolverán el dinero. El problema, se dice, es de
"liquidez" (lo que significa que nadie perderá dinero al
final) en lugar de decir "solvencia" (lo que significa que
alguien perderá dinero).

La tentación de extender esa lógica
más allá de la razón es grande. Admitir que,
por ejemplo, algunos gobiernos europeos no pagarán 100
centavos por cada dólar, o que algunos préstamos
hipotecarios no valen lo que dicen los libros contables,
obligaría a los prestamistas a asumir pérdidas. Si
éstas son grandes, la solvencia de los bancos está
en duda. En Francia, los mercados no están tan
escépticos ante la capacidad del gobierno de pagar sus
cuentas y cumplir con las obligaciones de intereses, sino que se
preocupan más por un potencialmente costoso rescate
gubernamental de los bancos que tienen mucha deuda de gobiernos
extranjeros.

Entonces, los bancos y los inversionistas igualmente
prestan, a menudo a tasas de interés que reflejan el
riesgo de que no cobren. Si todo sale bien, ganan mucho dinero.
De lo contrario, y hay mucho dinero en juego, los contribuyentes
pagan las cuentas.

"Las partes que tienen
pérdidas contractuales intentan pasar esas pérdidas
a otros, especialmente a los contribuyentes", afirma Edward Kane,
economista de Boston College. "Estas crisis tienden a prolongarse
mientras haya una posibilidad de trasladar las pérdidas a
los contribuyentes".

Entonces primero está la
negación, luego los retrasos y por último, el
disimulo. Esto tiene costos.
Los préstamos bancarios
son uno. "Los bancos no están ansiosos de otorgar
crédito, porque no saben cuánto capital tienen, y
les resulta difícil levantar dinero, porque los
inversionistas no están seguros de su condición
financiera", sostiene John Makin, del American Enterprise
Institute.

Los contribuyentes van a pagar
algunos platos rotos. ¿Cuántos? Hasta que no se
decida eso, la crisis continuará.

La "clase media" europea recurre a la Cruz Roja (y no
para hacer donaciones)

"Un estudio de la Cruz Roja muestra que un
número cada vez mayor de personas en Europa está
buscando ayuda debido a la crisis económica
global"…
Cohesión social de Europa "en peligro"
(BBCMundo – 9/10/09)

La investigación, llevada a cabo por la
Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y
de la Media Luna Roja (FICR), reveló que muchas personas
de clase media que jamás habían recurrido a este
tipo de asistencia en el pasado se unen a los grupos
tradicionalmente más vulnerables.

En el informe se advierte que "si no se toma ninguna
medida, la cohesión social de toda la región puede
ponerse en peligro, debido a las crecientes tensiones
relacionadas con el incremento de la vulnerabilidad y la
competencia entre los grupos menos privilegiados por puestos de
trabajo y servicios".

Según explica Imogen Foulkes, corresponsal de la
BBC en Ginebra, el reporte, realizado en 40 países de
Europa, el Cáucaso y Asia central, evidenció
algunos resultados inesperados.

Por ejemplo, más del 60% de las sociedades de la
Cruz Roja en Europa han empezado a incluir ayuda alimentaria en
sus programas de asistencia, algo que no habían tenido
necesidad de hacer en muchos años.

En tanto, los trabajadores de esta organización
humanitaria notaron un incremento en los problemas de salud
mental y un mayor abuso de alcohol y otras sustancias. Esto
está vinculado, aseguran, con el estrés provocado
por la crisis financiera mundial.

La Cruz Roja aseguró que la clase media en
Europa, en particular, ha sido golpeada por la
recesión.

Muchos miembros de esta clase se encuentran muy
endeudados y los más jóvenes tienen problemas para
encontrar trabajo.

La organización aseguró que aumentaron los
pedidos de ayuda financiera de familias que solían ser
estables económicamente. En el último trimestre de
2009, entre 40 y 50 millones europeos son considerados por la
FICR como "vulnerables" a raíz del desempleo.

Para la Cruz Roja los gobiernos no han hecho lo
suficiente para hacerle frente al impacto social de la crisis:
"Hasta el momento se han hecho pocas cosas para reforzar la
protección social".

El reporte advierte que a pesar de que la
economía europea pueda estar dando señales de
recuperación, siempre hay un período de tiempo
antes de que esto se traduzca en nuevos puestos de trabajo, y
así, el próximo invierno es probable que sea
especialmente difícil para muchas personas.

Trygve Nordby, subsecretario general de Diplomacia
Humanitaria de la FICR, señaló que el estudio se
basó en lo que el personal de la Cruz Roja los y
voluntarios "ven en las comunidades donde trabajan, lo que a
menudo les permite detectar mucho más rápido los
cambios de vulnerabilidad que las encuestas".

"Generación perdida"

"El director gerente del Fondo Monetario
Internacional (FMI), Dominique Strauss Kahn, ha alertado este
martes que el mundo se enfrenta a "la perspectiva de una
generación perdida de gente joven, destinada a sufrir
durante toda su vida lo peor del desempleo y sus condiciones
sociales""…
El FMI advierte de una 'generación
perdida' de jóvenes que sufrirán toda su vida (El
Economista – 2/2/11)

Durante un discurso celebrado en Singapur, Strauss-Kahn
ha instado a los países industrializados y a los menos
desarrollados a centrarse en la creación de empleo. En su
opinión, "es el trasfondo de la agitación
política en Túnez y de las crecientes tensiones
sociales en otros países".

Al mismo tiempo, ha advertido de que "el patrón
de desequilibrios globales anterior a la crisis está
reemergiendo". Aunque la economía mundial ha empezado a
mejorar, problemas como el alto desempleo y las presiones
inflacionistas podrían avivar el proteccionismo comercial
y la agitación social violenta, a su juicio.

"A medida que las tensiones entre los países se
incrementen, podríamos ver un mayor proteccionismo,
comercial y financiero. Y a medida que las tensiones dentro de
los países se incrementen, podríamos ver una mayor
inestabilidad social y política dentro de las naciones
(…) incluso guerra", ha agregado.

"El crecimiento en economías con grandes
déficits externos, como Estados Unidos, está siendo
impulsado por la demanda doméstica. Y el crecimiento en
economías con grandes superávits externos, como
China y Alemania, aún está siendo impulsado por las
exportaciones", declaró Strauss-Kahn. "Esos desequilibrios
mundiales representan un riesgo para la duración de la
recuperación", ha agregado Strauss-Kahn.

"La recuperación está en marcha, pero no
es la recuperación que queríamos", ha
señalado Strauss-Kahn. "Es una recuperación
asediada por las tensiones y las presiones, que podría,
incluso, sembrar las semillas de la próxima crisis", ha
sentenciado el director general del FMI.

Realidad o ficción

En toda Europa, Asia y América, las corporaciones
nadan en efectivo, mientras su implacable búsqueda de
eficiencia sigue generando enormes ganancias. Sin embargo, la
porción de la torta que les corresponde a los trabajadores
se está reduciendo, gracias al alto desempleo, a las
jornadas reducidas de trabajo y a los salarios
estancados.

Estados Unidos en los años 70, tenían 20
millones de empleos manufactureros, con una población
total de unos 220 millones. A principios del año 2011,
sólo se mantienen 12 millones de empleos en las
fábricas norteamericanas, pero con una población
total de 320 millones de habitantes. En los años 70,
Estados Unidos controlaba el 28% de la fabricación mundial
de bienes y China sólo el 4%. En enero de 2011 Estados
Unidos produce el 20% mundial y China el 19%.

Según el Departamento de Trabajo, la
economía estadounidense creó 36.000 empleos en
enero (2011), mucho menos de lo esperado. Sin embargo, la tasa de
paro cayó con fuerza, del 9,4% al 9%, y alcanzó su
nivel más bajo desde abril de 2009. El paro ha salido
malo, pero todo el mundo culpa a la
meteorología.

Según el Departamento de Trabajo, alrededor de
600.000 personas dejaron de estar desempleadas. En total, en
Estados Unidos hay 13,86 millones de desempleados.

La caída de la tasa de desempleo viene
fundamentalmente por el hecho de que la fuerza laboral
cayó de 153,69 millones a 153,18 millones, es decir, en
más de 500.000 personas, lo que ha hecho que la tasa de
participación en la fuerza laboral (como porcentaje del
total de población civil) cayera hasta el 64,2%, el
mínimo desde marzo de 1984.

En enero (2011), 2,8 millones de personas estaban
"marginalmente ligadas" a la fuerza laboral, frente a los 2,5
millones de enero del año anterior (2010). Dentro de este
grupo se encuentra la gente que ha buscado empleo en los
últimos 12 meses, pero no en el último
mes.

De ellos, casi 1 millón no cree que
encontrará empleo (cifra que baja desde 1,3 millones en
diciembre 2010) y el resto, 1,8 millones, no han buscado trabajo
en las últimas cuatro semanas por razones como estudios o
responsabilidades familiares, explica el Departamento de
Trabajo.

La tasa de paro que incluye a estas personas, así
como a aquellos que se han visto forzados a trabajar a tiempo
parcial , denominada U-6, se redujo al 16,1% desde el 16,7% de
diciembre (2010).

El número de desempleados de larga
duración, aquellos que llevan en el paro al menos 27
semanas, se redujo a 6,2 millones y supuso el 43,8% de los
desempleados.

Paradójicamente, la realidad es que las
mediciones de desigualdad de ingresos y riqueza entre
países están cayendo, gracias a un crecimiento
robusto constante en los mercados emergentes. Pero a la
mayoría de la gente le importa más lo bien que le
va en relación a sus vecinos que a ciudadanos de tierras
lejanas.

A los ricos les está yendo esencialmente bien. A
enero de 2011, los mercados bursátiles globales se
recuperaron. Muchos países son testigos de un crecimiento
vigoroso de los precios de la vivienda, de las propiedades
comerciales o de ambos. Los renacientes precios de las materias
primas están creando enormes ingresos para los
dueños de minas y pozos petroleros, incluso a pesar de que
las subas de precios de los alimentos básicos están
desatando disturbios, si no completas revoluciones, en el mundo
en desarrollo. Internet y el sector financiero siguen desovando
nuevos millonarios y hasta multimillonarios a un ritmo
asombroso.

Las causas de la creciente desigualdad en el interior de
los países son bien entendibles, y ya han sido
señaladas anteriormente. Vivimos en una época en la
que la globalización expande el mercado para los
individuos ultra talentosos, pero hace que la competencia deje
afuera a los empleados comunes. La competencia entre
países por individuos calificados e industrias rentables,
a su vez, limita la capacidad de los gobiernos de mantener
impuestos elevados a los ricos. La movilidad social está
aún más afectada porque los ricos les brindan a sus
hijos una educación privada y ayuda post-escolar, mientras
que los más pobres en muchos países no pueden
permitirse ni siquiera que sus hijos sigan yendo a la
escuela.

En el siglo XIX, Karl Marx observó
inteligentemente las tendencias de desigualdad en sus días
y concluyó que el capitalismo no podía sustentarse
políticamente de manera indefinida. Llegado el caso, los
trabajadores se levantarían y derrocarían el
sistema. Transcurrida la primera década del siglo XXI,
aún se espera que llegue el caso… Mientras, fuera
de Cuba, Corea del Norte y unas pocas universidades de izquierda
en todo el mundo, ya nadie se toma en serio a Marx.

Sin embargo, en un momento en que la desigualdad alcanza
niveles similares a los de hace 100 años, el statu quo
tiene que ser vulnerable. La inestabilidad puede expresarse en
cualquier parte. Fue apenas hace poco más de cuatro
décadas que los disturbios urbanos y las manifestaciones
masivas sacudieron al mundo desarrollado, catalizando en
definitiva reformas sociales y políticas de amplio
alcance.

Sin embargo, sería un grave error suponer que la
enorme desigualdad es estable siempre que surja a través
de la innovación y el crecimiento.

Lo que resulta evidente es que la desigualdad no es
sólo una cuestión de largo plazo. Las
preocupaciones sobre el impacto de la desigualdad de ingresos ya
están constriñendo la política fiscal y
monetaria en países desarrollados y en desarrollo por
igual, a la vez que intentan abandonar las políticas de
híper estimulación adoptadas durante la crisis
financiera.

El siguiente gráfico dice mucho sobre la
gestión del presidente Obama:

Desde que asumió el cargo en enero de 2009 el
número de estadounidenses que necesitan cupones de comidas
se ha disparado desde los 32 millones hasta los 43 millones. La
tasa de desempleo ha pasado desde el 7% hasta el 9%. Esa es la
realidad de la situación. Todos los días el
señor Obama nos dice que se van a reducir los impuestos,
aumentar los gastos, aumentar las exportaciones y reducir la
deuda. Sin embargo este es un plan que sólo sirve para
engañar a los ciudadanos porque no son objetivos
compatibles entre sí. Una cosa es segura, Estados Unidos
seguirá gastando más de lo que se pueden permitir y
eso viene descontándose en el mercado de bonos desde hace
tiempo.

En medio de todo este tortuoso camino de empobrecimiento
generalizado para gran parte de la población, que ha
asemejado el perfil social de los Estados Unidos, con el de un
país del Tercer Mundo, no se debe olvidar la
corresponsabilidad de muchos de los agentes económicos que
permitieron que estas burbujas se crearan, por acción o
por omisión.

Gobiernos incapaces de adoptar políticas
anticíclicas y que prefieren mirar hacia otro lado; bancos
centrales que han olvidado su papel preventivo y se limitan a
reaccionar tarde y mal ante acontecimientos sobrevenidos;
agencias de rating desbordadas por una carga de trabajo que
deteriora su análisis y desvirtúa sus conclusiones;
accionistas ávidos que consienten a las firmas de las que
son propietarios asumir riesgos irracionales; directivos que se
dejan llevar por la presión de unos resultados a corto que
determinan su remuneración variable; inversores
institucionales o particulares que compran los falsos axiomas
clásicos de la inversión inmobiliaria.

La renta de los británicos "regresa" al 2005
(desde hace 80 años no se vivía algo
similar)

"Los banqueros centrales no suelen caracterizarse
por su sinceridad y mensajes claros y contundentes. Más
bien, como altos cargos de la burocracia financiera, sus
discursos suelen estar llenos de ambigüedades, cuando no de
mentiras piadosas para no generar alarma y desconfianza en la
población. Su trabajo consiste en hacer creer a los
agentes económicos que ellos pueden manejar la
situación, que las cosas están bajo
control"…
– Mervyn King alerta: "La renta de los
británicos regresará a niveles de 2005" (Libertad
Digital – 9/2/11)

El gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, se
salió de este previsible guión en un discurso
(enero 2011). Fue contundente en sus advertencias a los
británicos, y dejó claro que el organismo que
dirige no es omnipotente, teniendo unas competencias
limitadas.

La economía del Reino Unido no está para
muchas celebraciones. La conferencia de King tuvo lugar
después de la publicación de las cifras oficiales
del PIB, que muestran una contracción del 0,5% en el
último trimestre del pasado año, la primera
caída desde el tercer trimestre de 2009. Se teme que el
PIB británico continúe contrayéndose,
entrando así de nuevo oficialmente en recesión
(definida como dos trimestres consecutivos con una
contracción del PIB). También se han conocido datos
malos e inesperados en relación a los préstamos
bancarios a individuos.

Esto es lo que los analistas han estado esperando desde
hace meses en las economías desarrolladas: una
recesión en forma de W (double-dip recession), o lo que es
lo mismo, una recuperación en falso, previa a una nueva
contracción.

El banquero central se dirigió a las familias
británicas y no escondió la dura situación a
la que éstas enfrentan, sino todo lo contrario.
Advirtió que en 2011 las familias continuarán
viendo recortada su renta disponible, "un precio inevitable que
hay que pagar" por la crisis financiera. Con la inflación
en tasas preocupantemente altas, el poder adquisitivo de los
británicos acabará en 2011 en niveles de 2005, un
estancamiento tal que hay que irse 80 años atrás en
el país anglosajón para ver algo similar,
añadió.

Así, se pone de manifiesto que el crecimiento
económico de los últimos años (basado en
parte en la burbuja inmobiliaria y financiera) y su consecuencia
inevitable en forma de recesión, no han beneficiado apenas
al poder adquisitivo de los trabajadores.

En Reino Unido, a la restricción salarial y el
aumento en el coste de los alimentos, la gasolina y otros bienes
de primera necesidad, se unen las subidas recientes de impuestos,
en especial, la del Impuesto sobre el Valor Añadido
(IVA).

King no ofreció ninguna esperanza ni
solución sencilla a esta cruda realidad de las familias
británicas. "El Banco (de Inglaterra) no puede ni
debería intentar evitar la caída en los niveles de
vida", afirmó, sosteniendo que esto es una consecuencia
inevitable de la crisis financiera, y algo necesario para
reequilibrar la economía británica.

Preocupado por la inflación, advirtió de
que ésta podría subir hasta el 4% ó 5% en
los siguientes meses, debido principalmente a las subidas en el
precio petróleo y otras materias primas, y del aumento del
IVA.

Además, como buen banquero central,
defendió su política monetaria expansiva, diciendo
que si se hubieran subido los tipos de interés, aunque la
inflación podría haberse moderado, ello hubiera
sido a costa de una mayor ralentización en la
recuperación, un mayor desempleo, y menores salarios, con
lo que la erosión en el nivel de vida hubiera sido mayor.
Desechó así la idea de subir los tipos de
interés próximamente.

De esta manera, respondía a los críticos
con su gestión de la política monetaria y el
quantitative easing llevado a cabo por la autoridad monetaria.
"La idea de que el Banco de Inglaterra podría haber
mantenido el nivel de vida, evitando el aumento en la
inflación sin empujar hacia abajo el crecimiento de los
ingresos es, simplemente, una expresión de
deseos".

King se apoya en la teoría keynesiana, que
establece que la salida de la recesión requiere de una
política monetaria ultra-expansiva que mantenga unos tipos
de interés extremadamente bajos. En este sentido,
habría una relación negativa entre la
inflación y la actividad económica, es decir, las
políticas contra la inflación tendrían
resultados perjudiciales para la actividad
económica.

Seis gráficos para una foto demoledora

Gráfico 1: Tasa de paro de los
jóvenes entre 25 y 34 años, según nivel de
educación (Fuente: Eurostat)

Gráfico 2: Población que
ha alcanzado la educación terciaria (Fuente:
OCDE)

Gráfico 3: Porcentaje de
licenciados con un empleo de nivel inferior al de su
titulación (Fuente: OCDE)

Gráfico 4: Coste laboral de los
universitarios europeos (Fuente: Fedea, con datos de OCDE y
Eurostat)

Gráfico 5: Porcentaje de empleos
temporales por edades (Fuente: Eurostat)

Gráfico 6: Edad media en la que
abandonan el hogar

– El mapa de los salarios mínimos en Europa
(Yahoo.es – 14/2/11)

Los habitantes de Luxemburgo serían los
más afortunados en este sentido, ya que cuentan con el
salario mínimo más alto de Europa (1.758 euros
mensuales); Les siguen de cerca los irlandeses, con 1.462 euros y
los holandeses (1.424 euros/mes).

En España nos encontramos aproximadamente en la
mitad de la tabla. No somos los que menos salario mínimo
tenemos ni los que más, y estamos en prácticamente
el mismo nivel que países como Grecia (863) o Eslovenia
(748), pero muy lejos de Inglaterra (1139), Bélgica
(1.415) o Francia (1365).

Las cifras, correspondientes a enero de 2011, han sido
publicadas por la oficina estadística comunitaria
(Eurostat). Todas las cifras son en bruto, por lo que el montante
final que reciba finalmente el ciudadano tendrá mucho que
ver con los impuestos de cada país.

A pesar de ello, las diferencias son menores cuando se
tiene en cuenta también el poder adquisitivo de cada
país, tal y como podemos ver en la tabla inferior. En este
segundo caso pasamos de una horquilla de 123 EUR -1.758 EUR (sin
tener en cuenta el poder adquisitivo) a otra de 233 a 1.452.
España sigue en el grupo central, aunque los resultados
para nuestro país apenas varían: nuestro salario
mínimo corresponde a 766 euros si tenemos en cuenta el
poder adquisitivo de los españoles frente al del resto de
Europa, apenas 15 euros por encima de los 748 euros
reales.

*Todas las cifras son brutas

"Maquillaje" (el "efecto desánimo"
altera las cifras reales del paro en los EEUU)

"Conocíamos recientemente la noticia de que
la tasa de desempleo en EEUU bajó al 9% en enero, desde el
9,4% en el anterior mes, lo que supone 600.000 personas
desempleadas menos. Además, la Oficina de
Estadísticas Laborales (Bureau of Labor Statistics, BLS)
estadounidense revisó al alza los datos de creación
de empleo de los dos anteriores meses (noviembre y
diciembre)"…
El "efecto desánimo" maquilla el paro
de EEUU (Libertad Digital – 15/2/11)

Una buena noticia que, sin embargo, escondía un
dato menos halagüeño: el número de empleos
creados durante el primer mes de 2011 fue el más bajo en
cuatro meses. Lo que es peor, este número estuvo muy por
debajo de las estimaciones (36.000 frente a alrededor de
145.000).

Los recientes desarrollos en el mercado laboral
estadounidense no proporcionan una imagen nítida e
inequívoca de la situación actual y la que se
espera en los próximos meses. En función de
dónde se ponga el énfasis y los datos que se
proporcionen, uno podrá ver las cosas de una manera o de
otra.

Sí parecen existir avances en la buena
dirección en los últimos meses. Así, por
ejemplo, la intensa destrucción de empleo que se vio en
2009 se revirtió en 2010, y el desempleo comienza a
remitir. Sin embargo, conviene tener en cuenta ciertos factores
preocupantes que oscurecen en parte las buenas noticias en
creación de empleo y bajada de la tasa de paro.

Uno de estos factores es la fuerte reducción en
la tasa de participación en la fuerza laboral que se ha
producido en los últimos años, especialmente tras
2008, como consecuencia de la crisis. Esta tasa se define como la
fuerza laboral como porcentaje de la población mayor de 16
años y que no pertenece a las Fuerzas Armadas ni otras
instituciones como las prisiones. Como puede observarse en el
gráfico, esta tasa sigue cayendo con intensidad en la
actualidad, mientras que el desempleo se está
reduciendo.

En mayor perspectiva histórica, la tasa de
participación en la fuerza laboral se ha situado
recientemente en niveles que no se veían desde mediados de
la década de los 80. Esta bajada tiene una
manifestación en el aumento en el número de
trabajadores "desanimados", aquéllos que dejan de buscar
activamente empleo porque creen que no hay trabajos disponibles
que se ajusten a sus características.

Según el BLS, los desanimados son un subgrupo de
aquéllos que no forman parte de la fuerza laboral, pero
que desean y están disponibles para trabajar, que han
buscado un empleo en el último año, pero que no son
contados como desempleados porque no buscaron activamente trabajo
en las cuatro semanas previas a la encuesta (método por el
cual se llega a los datos finales de empleo).

El anterior gráfico proviene de los datos del BLS
y contabiliza a aquéllos trabajadores desanimados. La
buena noticia es que en los datos de enero (2011) ha habido una
importante caída en este número, pasando de
1.318.000 en diciembre (2010) a 993.000 en enero (2011). No
obstante, cuantitativamente, este grupo no es apenas relevante
para explicar los movimientos del empleo.

A lo largo de la crisis, algunos analistas han preferido
utilizar en lugar de la tasa oficial de paro, una tasa
alternativa más amplia que también proporciona el
Bureau of Labor Statistics (conocida como U-6). Se trata del
indicador que, además de los desempleados, tiene en cuenta
a todas aquellas personas que están disponibles para
trabajar pero no buscan activamente empleo, y a quienes trabajan
a tiempo parcial por razones económicas (como el recorte
de horas por la reducción en la producción debida a
la crisis).

El siguiente gráfico muestra la evolución
de esta tasa en la última década, en la que se
observa el mismo perfil respecto a la tasa oficial.
Alcanzó el máximo en octubre de 2009, llegando al
17,4%, y tras bajar y volver a subir, en enero (2011) se
sitúa en el 16,1%, el nivel más bajo desde abril
2009. En este caso, también ha caído respecto a
diciembre 2010, en el que se situó en el 16,7%.

Otro factor preocupante, es la intensa divergencia que
se ha abierto en el desempeño del empleo en el sector
privado frente al sector público. Esta divergencia se ve
claramente observando el contraste entre los dos siguientes
gráficos. El primero indica el número de empleados
en trabajos no agrícolas por el sector público,
mientras que el segundo contabiliza a los empleados del sector
privado.

Situándonos a principios de 2010 podemos observar
cómo el número de empleados del sector privado
alcanzó un mínimo, mientras que los empleos del
sector público no habían notado en absoluto los
efectos de la crisis. El boom económico que ha
experimentado durante la crisis el área de la capital
administrativa del país, Washington D.C., es una
manifestación de esta situación.

No sólo esto sino que, en términos de
salarios, éstos han crecido en promedio a ritmos mayores
para los empleados del sector público que para los del
sector privado en la última década.

Según el BLS, desde 2001 a 2009 los salarios
anuales medios privados crecieron un 24,9%; los del Estado en
general un 30,1%; y los de los empleados del Gobierno federal
crecieron un 38,4%.

Sin embargo, el problema más serio del mercado
laboral estadounidense es, probablemente, el del elevado aumento
de los parados de larga duración.

Los parados de larga duración en los EEUU (de lo
cíclico a lo estructural)

"El 45% de los parados de EEUU llevan más de
27 semanas buscando trabajo. Ni el gasto público ni la
política monetaria ayudan a solventar este
problema"…
Los parados de larga duración crecen a
un ritmo sin precedentes en EEUU (Libertad Digital –
22/2/11)

Tal y como admiten desde el BLS, ha habido un incremento
sin precedentes en el número de personas en una
situación de desempleo de muy larga duración
durante la recesión actual". Cerca del 11% de todos los
parados habían estado buscando trabajo durante alrededor
de 2 años o más en el cuarto trimestre de 2010,
añaden.

Por ello, la oficina estadística ha decidido
hacer un cambio en su metodología. Mientras que antes
contabilizaban a los parados de larga duración hasta 2
años, a partir de ahora lo amplían hasta 5
años. A medida que el número de parados de muy
larga duración se hace relevante cuantitativamente, se
hace conveniente tenerlos en cuenta en las estadísticas,
de ahí el cambio.

Un gráfico que ilustra esta cruda realidad
reciente del mercado de trabajo norteamericano es el siguiente,
que muestra la duración (en semanas) media de los
desempleados desde 1950.

Algo parece ir muy mal en la economía en general,
y en el mercado laboral en particular. Todavía se
desconoce si esta preocupante realidad remitirá cuando la
economía se recupere, volviendo así a la
normalidad. Pero al menos en estos momentos, la imagen de que en
Estados Unidos las personas que pierden su empleo lo vuelven a
encontrar enseguida, no se ajusta a los datos. No obstante, no
todo es desesperanza. Algunos estadounidenses no se quedan de
brazos cruzados ante la incapacidad de encontrar empleo por
cuenta ajena, y están comenzando a trabajar por su cuenta
y riesgo, como informa Los Angeles Times.

La ingente cantidad de personas que ha perdido su
empleo, especialmente intenso en el sector de la
construcción, no parece capaz de encontrar un nuevo
trabajo. Esto es problemático en sí mismo, pero
también porque aquellas personas que permanecen durante
largo tiempo fuera del mercado laboral se deprecian, pierden
destrezas y habilidades, reduciéndose así
aún más sus posibilidades para encontrar
empleo.

En cuanto a las causas de este fenómeno, se
señalan varias. Por un lado, varios analistas atribuyen
este problema a la necesidad de que estas personas adquieran
distintas destrezas y cualificación que los hagan
atractivos para sectores diferentes a la construcción (u
otros sectores en declive), tesis que no convence en absoluto a
otros, como Paul Krugman.

Por otro, la incertidumbre que todavía persiste
entre los empresarios, en buena parte amplificada por las
políticas de la Administración Obama, no favorece a
la contratación de nuevos trabajadores ni a la puesta en
marcha de nuevos proyectos empresariales que absorban la mano de
obra ociosa.

Como señala Robert Higgs, "el reto más
importante del Gobierno es restaurar la confianza perdida. Hasta
que las perspectivas económicas no sean más claras
y brillantes, el mercado laboral, en el mejor de los casos, solo
continuará la ligera y tímida mejora que vimos en
2010". Además, también se ha señalado a la
prolongación de las prestaciones por desempleo, cosa que
se discute por otros economistas.

En cualquier caso, ante este problema los
estímulos fiscales y monetarios no parecen soluciones
efectivas; ya sea porque el mayor gasto público o la
inyección monetaria no consiguen ajustar las destrezas de
los trabajadores a lo que demandan los empresarios, o porque
estas medidas no generan las bases del crecimiento
económico de largo plazo.

En este sentido, se han expresado distintos responsables
del banco central norteamericano (FED). Ben Bernanke, su
presidente, afirmó en octubre (2010) que la FED no es
capaz de transformar a los trabajadores de la construcción
en trabajadores de la industria, apuntando a esta
cuestión.

Según el vicepresidente de la FED de St. Louis,
quien criticó la segunda ronda de estímulos
monetarios, la política de la FED puede hacer poco para
que se genere empleo debido a que parte del desempleo es
"estructural", es decir, que existe un desajuste entre las
destrezas que los trabajadores tienen y las que demandan los
empresarios. En la misma línea habló Charles
Plosser, presidente de la FED de Philadelphia, en una reciente
entrevista con The Wall Street Journal.

Tampoco tiene por qué solucionar estos problemas
el dedicar grandes cantidades de dinero público a
educación. Por un lado, porque gastar más para
solucionar un problema no asegura de ninguna manera que ese
problema se vaya a resolver, mas cuando son cuestiones complejas
cuyas causas pueden ser variadas, como el caso de la
educación.

Por otro, algunos analistas señalan las
dificultades que están comenzando a tener los
jóvenes estadounidenses con alta cualificación para
encontrar un empleo acorde con su preparación, lo que
genera insatisfacción. De hecho, algunos hablan de
"burbuja en la educación": demasiada gente estudiando
carreras universitarias para lo que puede absorber la
economía productiva (cuando podían tomar caminos
alternativos, como la apertura de negocios propios).

– Atravesando como sonámbulos la crisis de
desempleo de Estados Unidos (Project Syndicate –
1/5/11)

(Por Mohamed A. El-Erian) Lectura recomendada

Newport Beach.- Fue relegada a una sesión de
preguntas y respuestas, en lugar de quedar expuesta de manera
prominente en la declaración de apertura, en la primera
conferencia de prensa de la historia que ofreció Ben
Bernanke, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos,
la semana pasada. Es una cuestión que muchos en Washington
D.C. están deseosos por descartar como "transitoria", a
pesar de la evidencia visible que indica todo lo contrario. Es
extremadamente vulnerable a los elevados precios del
petróleo y los alimentos. Y socava las presunciones
operacionales que apuntalan la caracterización de larga
data de la economía estadounidense como una
economía vibrante y receptiva.

La cuestión es la magnitud y la
composición del desempleo en Estados Unidos -un problema
que todavía no ha sido reconocido como corresponde por su
impacto cada vez más perjudicial en el tejido social del
país, su potencial económico y su posición
fiscal y dinámica de deuda, ya bastante
frágil.

Empecemos por los datos:

· En un 8,8% casi tres años después
del estallido de la crisis financiera global, la tasa de
desempleo de Estados Unidos sigue tenazmente (e inusualmente)
alta;

· En lugar de reflejar una creación de
empleos, gran parte de las mejoras de los últimos meses
(con respecto al 9.8% en noviembre del año pasado) se
deben a los trabajadores que salieron de la fuerza laboral, lo
que llevó la participación de la fuerza laboral a
un mínimo de 64,2%, que no se registraba desde
hacía muchos años;

· Si se incluyen los trabajadores de tiempo
parcial ansiosos por trabajar jornada completa, casi uno de cada
seis trabajadores en Estados Unidos están subempleados o
directamente desempleados;

· Más de seis millones de trabajadores han
estado desempleados durante más de seis meses, y cuatro
millones, por más de un año;

· El desempleo entre los jóvenes de 16 a
19 años está en un asombroso 24%;

· Prácticamente sin ingresos generados y
con ahorros menguantes, los desempleados están en peores
condiciones para poder hacer frente al alza de los precios del
combustible y los alimentos, decididamente no tienen acceso al
crédito y muchos tienen una deuda hipotecaria que excede
el valor de sus viviendas.

Estos y otros muchos factores hablan de una realidad
desagradable e inusual para Estados Unidos. El país ahora
tiene un problema de desempleo que es grande en magnitud y cada
vez más estructural en naturaleza. Las consecuencias son
multifacéticas e implican una angustia personal inmediata,
crecientes tensiones sociales y políticas, pérdidas
económicas y presiones presupuestarias.

Esto es mucho más que un problema
para el aquí y ahora. Un desempleo alto e inextricable
tiene serias consecuencias negativas a largo plazo que amenazan
con volverse exponencialmente peores. Esto es una
crisis.

La investigación internacional sustancial
demuestra que cuanto más tiempo uno está
desempleado, más cuesta conseguir un empleo. Esto erosiona
la base de habilidades de una economía y mina sus
capacidades productivas a largo plazo. Y, si el desempleo es
particularmente profundo entre los jóvenes, como sucede
hoy en día, un alto porcentaje de los desempleados corren
el riesgo de volverse inempleables.

Sin duda, la Gran Recesión desatada por la crisis
financiera global contribuyó a agravar esta
situación preocupante. Desafortunadamente, el problema es
mucho más profundo, ya que se venía gestando desde
hacía mucho tiempo.

En su origen, la crisis de empleos de Estados Unidos es
el resultado de muchos años de desinversión en
recursos humanos y en los sectores sociales. El sistema educativo
estuvo rezagado respecto del progreso registrado en otros
países. Las iniciativas de reentrenamiento laboral han
sido deplorablemente inadecuadas. La movilidad laboral viene
registrando una caída. Y se ha dedicado una
atención insuficiente a mantener una adecuada red de
seguridad social.

Estas realidades se vieron empañadas por la
locura que caracterizó a la "Edad de Oro" del
apalancamiento, el crédito y el derecho de endeudamiento
previa al 2008 en Estados Unidos, que alimentó un auge
gigantesco pero insostenible en la construcción, la
vivienda, el ocio y el comercio minorista. La resultante
creación de empleos, aunque temporaria, adormeció a
los responsables de las políticas hasta caer en la
complacencia sobre lo que realmente estaba sucediendo en el
mercado laboral. Cuando el auge se convirtió en un
descalabro prolongado, las ineficiencias de la situación
laboral a más largo plazo se volvieron visibles a los ojos
de cualquiera que se preocupara por mirar, y son
alarmantes.

Librado a sus propios mecanismos, el problema del
desempleo de Estados Unidos se profundizará. Esto
ampliará la ya importante brecha entre los que tienen y
los que no tienen en el país. Socavará las
capacidades y la productividad del mercado laboral.
Acentuará la carga impuesta a la cantidad cada vez menor
de personas que permanecen en la fuerza laboral y tienen empleos.
Y hará que resulte aún más difícil
encontrar una solución a mediano plazo para la
dinámica de deuda pública y déficit que es
cada vez peor en Estados Unidos.

El gobierno estadunidense tiene poco tiempo que perder
si quiere evitar un problema de desempleo más prolongado y
arraigado. Debe tomar medidas ahora para abordar las causas del
problema a través de programas de muchos años que
van desde la reestructuración educativa y el
reentrenamiento de los trabajadores hasta una mejora de la
productividad y una reforma del sector de la vivienda. Y debe
hacerlo al mismo tiempo que protege mejor a quienes están
desempleados desde hace mucho tiempo, muchos de los cuales tienen
escasa responsabilidad por sus aprietos actuales, alguna vez
impensables y desafortunadamente de larga data.

Ya es hora de que Estados Unidos se
despierte y enfrente de una manera holística su crisis de
desempleo. Como sabe cualquiera que alguna vez haya tenido un
trabajo indigerible, apagar el despertador y taparse la cabeza
con la sábana no es la solución.

(Mohamed A. El-Erian es máximo responsable
ejecutivo (CEO) y máximo responsable de información
(CIO) de PIMCO, y autor del éxito de ventas When Markets
Collide. Copyright: Project Syndicate, 2011)

– A tropezones con el trabajo (Project Syndicate –
19/5/11)

(Por Robert Skidelsky) Lectura recomendada

Londres.- Mientras el mundo se recupera de la Gran
Recesión, se ha vuelto cada vez más difícil
discernir la verdadera tendencia de los acontecimientos. Por un
lado, medimos la recuperación según nuestro
éxito en volver a los niveles de crecimiento,
producción y empleo previos a la recesión. Por otro
lado, existe la inquietante sensación de que la "nueva
normalidad" de hoy puede ser un crecimiento más lento y
mayores niveles de desempleo.

Así que el reto ahora es formular
políticas para dar trabajo a todos quienes lo deseen en
las economías que, tal como están organizadas en la
actualidad, pueden no ser capaces de hacerlo. Este problema es
mucho más agudo en los países desarrollados que en
los países en desarrollo, si bien la interdependencia hace
que, en cierta medida, se trate de un problema
común.

El problema tiene dos aspectos. A medida que los
países se vuelven más prósperos, cabe
esperar que sus tasas de crecimiento sean más lentas. En
épocas anteriores, el crecimiento era impulsado por la
escasez de capital: la inversión de capital atraía
una alta tasa de retorno, y esto creaba un círculo
virtuoso de ahorro e inversión.

Hoy, el capital en el mundo desarrollado es abundante;
la tasa de ahorro disminuye a medida que la gente consume
más, y la producción se centra cada vez más
en los servicios, donde los aumentos de productividad son
limitados. Por lo tanto el crecimiento económico el
aumento de los ingresos reales se desacelera. Esto ya estaba
ocurriendo antes de la Gran Recesión, por lo que la
generación de empleos a tiempo completo que paguen
salarios decentes se estaba volviendo cada vez más
difícil. De ahí el crecimiento de empleos
informales, discontinuos y a tiempo parcial.

El otro aspecto del problema es el aumento a largo plazo
del desempleo impulsado por la tecnología, en gran parte
debido a la automatización. En cierto modo, esto es un
signo de progreso económico: la producción de cada
unidad de trabajo está en constante aumento. Pero
también significa que se necesitan menos unidades de
trabajo para producir la misma cantidad de bienes.

La solución del mercado es
redistribuir la mano de obra desplazada hacia el área de
servicios. Sin embargo, muchas ramas del sector de servicios son
un sumidero de puestos de trabajo sin proyecciones ni
esperanza.

La inmigración exacerba ambos aspectos del
problema. Gran parte de la migración, especialmente en la
Unión Europea, es casual: hoy aquí, mañana
no, con ninguno de los costos asociados con la
contratación a tiempo completo. Esto la vuelve atractiva
para los empleadores, pero se trata de un trabajo de baja
productividad y aumenta la dificultad de encontrar un empleo
estable para la mayoría de los trabajadores de un
país.

Entonces, ¿estamos condenados a
una recuperación sin empleo? ¿Es el futuro uno en
el que los trabajos son tan escasos que muchos trabajadores
tendrán que aceptar una miseria para encontrar un empleo,
y volverse cada vez más dependientes de las transferencias
sociales a medida que los salarios del mercado caen por debajo
del nivel de subsistencia? ¿O deberían las
sociedades occidentales esperar una nueva ronda de magia
tecnológica, como la revolución de Internet, que
produzca una nueva ola de creación de empleo y
prosperidad?

Sería insensato descartar a priori la
última posibilidad. El capitalismo tiene un gran talento
para reinventarse a sí mismo. Ha visto desaparecer a todos
sus rivales y no hay otros nuevos a la vista. Más
aún, nadie puede predecir el descubrimiento de nuevos
conocimientos; si se pudiera, ya habrían sido
descubiertos. Pero también hay una posibilidad más
inquietante: si, por proseguir nuestro actual camino de
despilfarro, acabamos por hacer escasos los recursos naturales,
necesitaremos una nueva ola de la tecnología que, sin
importar el coste, nos rescate de la calamidad.

Pero hagamos a un lado estas
sombrías perspectivas y reflexionemos sobre lo que
sería una solución civilizada al problema del
desempleo generado por la tecnología. La respuesta, sin
duda, es compartir el trabajo. Para el economista
anglo-estadounidense típico, cualquier propuesta de este
tipo equivale a anatema, porque suena a la temida falacia de la
"masa de trabajo": la idea, una vez popular en los
círculos sindicales, que existe sólo una cierta
cantidad de trabajo que debe ser compartida de manera
justa.

Por supuesto, esto es una falacia cuando los recursos
son escasos, pero ni siquiera los economistas han pensado que el
crecimiento prosiga por siempre. Los fundadores de la disciplina
esperaban que, en algún momento en el futuro, la humanidad
podría alcanzar un "estado estacionario" de crecimiento
cero. Entonces sólo requeriríamos una cierta
cantidad de trabajo -mucho menos de lo que se realiza ahora- para
satisfacer todas las necesidades razonables. Las opciones
serían un desempleo ilimitado impulsado por la
tecnología o distribución del trabajo por
hacer.

Sólo un adicto al trabajo
preferiría la primera. Lamentablemente, personas
así parecen estar a cargo de las políticas en los
Estados Unidos y Gran Bretaña. Muchos países
europeos están adoptando la segunda solución. Los
sistemas de trabajo compartido, en muchas formas diferentes, se
están convirtiendo en la norma en Holanda y Dinamarca, y
han hecho avances en Francia y Alemania.

El elemento clave en este enfoque es separar el trabajo
de los ingresos. Una ley promulgada en 1993 en Dinamarca reconoce
el derecho a trabajar de forma discontinua, al tiempo que
reconoce el derecho de las personas a un ingreso continuo.
Permite a los empleados elegir un "año sabático",
que se puede dividir en períodos más cortos, cada
cuatro o siete años.

Las personas desempleadas tomarían el lugar de
quienes están ausentes, que por su parte recibirían
el 70% de la prestación por desempleo que
obtendrían si perdieran sus puestos de trabajo (por lo
general, el 90% de su salario). Los sindicatos daneses han
logrado utilizar estos derechos individuales establecidos por ley
para reducir las horas de trabajo de la plantilla de empresas
enteras, y así aumentar el número de puestos de
trabajo permanentes. La idea de una renta básica universal
que reciben todos los ciudadanos, independientemente de su
posición en el mercado de trabajo, es uno de los pasos que
se derivan lógicamente de esto.

Esto no será del gusto de todos. Y, como ya he
sugerido anteriormente, todos los planes destinados a aliviar la
carga de trabajo y aumentar la cantidad del tiempo de ocio corren
el riesgo de fracasar ante nuestra gran habilidad para conjurar
nuevos desastres. Después de todo, tanto el capitalismo y
la economía necesitan la escasez para justificar su
existencia y no renunciarán a ella
fácilmente.

(Robert Skidelsky, miembro de la Cámara
británica de los Lores, es Profesor Emérito de
Economía Política en la Universidad de Warwick.
Copyright: Project Syndicate, 2011)

La OIT y la OCDE pronostican que en 2012 se
podría generar más desempleo

"La desaceleración económica mundial
podría generar un fuerte incremento del desempleo en el
año 2012 en el conjunto de los países del G20,
según un informe conjunto de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) y la OCDE"…
La OIT
advierte de un fuerte incremento del desempleo en 2012 en el G20
(Expansión – 26/9/11)

El informe, elaborado a petición de la
presidencia del G20, fue difundido en Ginebra con motivo de la
reunión ministerial que los países de este grupo
integrado por países desarrollados y emergentes celebran
el 26 y 27 de septiembre (2011) en París.

El documento reconoce que la tasa de desempleo
disminuyó, aunque de forma moderada, en la gran
mayoría de los países del G20 durante 2010, pero
subraya que el total de desempleados en todo el mundo se
sitúa aún en 200 millones, cerca del punto
máximo registrado durante el momento más
crítico de la actual crisis.

Mirando al futuro, la OIT y la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
sostienen que si las tasas de crecimiento del empleo se mantienen
en el nivel actual del 1 %, no será posible recuperar los
20 millones de empleos que se han perdido en los países
del G20 desde comenzó la crisis en 2008 y la
destrucción de empleo será significativa en
2012.

"Debemos actuar ahora para revertir la
desaceleración en el crecimiento del empleo y
contrarrestar la pérdida de puestos de trabajo. Es
absolutamente indispensable darle prioridad al trabajo decente e
invertir en la economía real", afirmó mediante un
comunicado el director general de la OIT, Juan
Somavía.

"Para ello, es necesario que exista una decida
cooperación a nivel mundial", agregó
Somavía, que abogó por "regresar a los compromisos
alcanzados en (las cumbres del G20 de) Pittsburgh y Seúl",
y por "colocar los empleos de calidad en el corazón de la
recuperación".

El informe conjunto de la OIT y la OCDE indica que el
empleo debería crecer a una tasa anual de al menos el 1,3
% para llegar a 2015 con un nivel similar al que había
antes de la crisis.

Esta tasa permitiría crear unos 21 millones de
empleos adicionales por año, recuperar los puestos de
trabajo perdidos desde 2008 y absorber el incremento de la
población en edad laboral.

Pero el informe recuerda que las previsiones indican que
el empleo crecerá a una tasa de solo el 0,8 % hasta
finales 2012, lo que impedirá regresar a los niveles
previos a 2008.

La reunión de París congregará a
los ministros de Trabajo del G20 para discutir la
promoción del pleno empleo, el trabajo de calidad y el
respeto de los derechos laborales fundamentales.

"Necesitamos inversiones destinadas al crecimiento de
las empresas en la economía real y a la generación
de trabajo decente", argumentó Somavía, para quien
"la creación de empleo debe convertirse en una de las
principales prioridades macroeconómicas".

"Los ministerios del Trabajo tienen un papel fundamental
a desempeñar en este respecto de cara a la Cumbre del G20
que tendrá lugar en Cannes (Francia) dentro de unas
semanas", declaró.

Los ministros también analizarán las
recomendaciones sobre protección social de un informe del
Grupo de Consulta sobre el Suelo de Protección Social,
liderado por la ex presidenta de Chile y secretaria adjunta de la
ONU, Michelle Bachelet.

El informe argumenta que la protección social ha
desempeñado un papel importante durante la crisis al
ofrecer protección a los pobres y otros grupos
vulnerables, y al ayudar a estabilizar la demanda de bienes y
servicios, impulsando la economía.

La OIT y OCDE hablan de "crisis persistente del empleo"
que exacerba los problemas estructurales y se traduce en un alto
desempleo juvenil y más incidencia del paro de larga
duración.

"La crisis financiera mundial ha hecho mucha mella
en el empleo. La factura en puestos de trabajo ha sido alta en
casi todo el mundo. Cicatrizar esta herida costará mucho
tiempo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT)
calcula que harán falta cinco años, hasta 2016.
Según los cálculos de la agencia dependiente de la
ONU, recuperar los niveles de empleo previos al estallido
financiero precisa 80 millones de empleos. Sin embargo, "la
reciente desaceleración económica" hace que esto no
sea posible a corto plazo, por lo que retrasa un año su
pronóstico inicial de recuperación"…
La OIT
vaticina que la crisis de empleo seguirá hasta 2016 (El
País – 1/11/11)

La OIT critica con dureza la política seguida por
la mayoría de países para salir de la crisis en un
informe previo a la cumbre del G-20 que se celebra el
próximo 4/11 (2011) en Cannes (Francia) y que se
publicó el 30/10. "No se ha puesto suficiente
atención al potencial que los empleos podrían tener
para impulsar la recuperación. Los países se han
enfocado principalmente en tranquilizar a los mercados
financieros. (…) El debate se ha enfocado en la austeridad
fiscal y en cómo ayudar a los bancos (…). El empleo ha
quedado relegado como tema de segunda instancia",
analiza.

Las críticas de la OIT van más allá
de las políticas seguidas para salir de la crisis. La
organización -integrada por Gobiernos, sindicatos y
empresarios de todo el mundo- también lanza sus dardos
contra la moderación salarial en los últimos 20
años. "No ha generado una mayor inversión real",
explica. "La moderación salarial ha contribuido a
exacerbar los desequilibrios globales, lo cual, aunado a las
ineficiencias del sistema financiero, dio paso a la crisis y la
sigue perpetuando".

Entre las advertencias que lanza el organismo
internacional está la del aumento del descontento social,
que, según las encuestas que maneja, ha crecido en el 40%
de los países estudiados (119) como consecuencia de que
han empeorado las condiciones de vida. Tomando como base los
estudios sociológicos de la empresa de sondeos
estadounidense Gallup, la OIT apunta a que es en las
economías avanzadas donde más posibilidades hay de
que avance más el descontento social.

El argumento de la OIT encaja con los datos conocidos
ayer de la evolución del paro en la zona euro. Desde que
se puso en marcha la moneda única nunca hubo tantos
desempleados. Según los datos que ayer publicó
Eurostat, en la eurozona hay 16,2 millones, cinco más que
cuando comenzó la crisis. La tasa de paro ha llegado en
septiembre al 10,2. En el conjunto de la Unión Europea, el
paro se ha situado en el 9,7%, con 23,2 millones de
parados.

España es, en buena medida, responsable de esta
evolución. Según Eurostat, que elabora sus
estimaciones partiendo de la EPA y los registros de las oficinas
de empleo, de los 16,2 millones de parados, 5,2 se encuentran en
España, el 32,4%.

A comienzos de 2007, año en que comenzó la
crisis, el paro español apenas representaba el 10% del de
la zona euro. Estos datos muestran, una vez más, que las
crisis económicas en España se ceban en mayor
medida con el empleo que en el resto de los socios
europeos.

"Lágrimas" (demasiadas, de muchos) y
"sonrisas" (bastantes, de muy pocos)

– El sufrimiento no desaparecerá pronto (El
País – 23/1/11) Lectura recomendada

(Por Paul Krugman)

Si hay una verdad económica que
espero que la gente comprenda este año es la siguiente:
aunque es posible que por fin hayamos dejado de cavar, seguimos
estando cerca del fondo de un hoyo que es muy
profundo.

¿Por qué tengo que recalcar esto? Porque
me he dado cuenta de que muchas personas están
reaccionando de forma exagerada ante las buenas noticias
económicas. Concretamente, lo que me inquieta es el riesgo
de caer en el optimismo de la autonegación; es decir, me
preocupa que los responsables políticos se fijen en unos
pocos indicadores económicos favorables, decidan que ya no
tienen que fomentar la recuperación y tomen medidas que
nos devuelvan directamente al fondo del agujero.

Así que, en relación con esas buenas
noticias: diversos indicadores económicos, que van desde
unas ventas navideñas relativamente buenas hasta las
nuevas peticiones de prestaciones por desempleo (que finalmente
han bajado de las 400.000 semanales), indican que la gran
reducción de gastos posterior a la burbuja podría
estar finalmente terminando.

Pero no es como para presumir de que "EEUU va bien". La
construcción no da muestras de estar volviendo a los
niveles de la época de la burbuja, ni tampoco hay indicios
de que las familias abrumadas por las deudas estén
recuperando la vieja costumbre de gastar todo lo que ganan. Pero
todo lo que necesitábamos para que hubiese una
pequeña recuperación económica era que la
construcción dejase de caer y que el ahorro dejase de
aumentar; y parece que eso está sucediendo. Las
previsiones se han estado corrigiendo al alza; este ejercicio
parece posible alcanzar un crecimiento de nada menos que el
4%.

¡Hurra! Pero, una vez más, no es para
tanto. Son los puestos de trabajo, no las cifras del PIB, lo que
importa a las familias estadounidenses. Y cuando uno parte de una
tasa de paro de casi el 10%, la aritmética de la
creación de empleo -la cantidad de crecimiento que se
necesita para volver a un panorama laboral aceptable- es
desalentadora.

Ante todo, tenemos que crecer alrededor de un 2,5% al
año solamente para seguir el ritmo del aumento de la
productividad y de la población, y así evitar que
el paro siga subiendo. Esa es la razón por la que el
último año y medio ha sido técnicamente una
recuperación, pero daba la impresión de ser una
recesión: el PIB estaba creciendo, pero no lo bastante
deprisa como para reducir el desempleo.

Una tasa de crecimiento superior al 2,5% reducirá
el paro a medida que pase el tiempo. Pero las mejoras no son
directamente proporcionales: por diversos motivos,
históricamente han hecho falta unos dos puntos adicionales
de crecimiento en el transcurso de un año para recortar un
punto la citada tasa de paro.

Ahora, hagan las cuentas. Imaginen que
la economía de EEUU creciese un 4% al año a partir
de ahora y siguiese haciéndolo durante los próximos
años. La mayoría de la gente lo consideraría
un comportamiento excelente, incluso una expansión
económica; sin duda, supera casi todos los
pronósticos que he visto.

Pero los números dicen que,
incluso con un crecimiento así, la tasa de paro
rondaría el 9% a finales de este año y
seguiría superando el 8% a finales de 2012. No
alcanzaríamos algo parecido al pleno empleo hasta la
última parte del primer mandato presidencial de Sarah
Palin.

Hablando en serio, lo que tenemos por delante durante
los próximos años, aun con un crecimiento bastante
bueno, son unas tasas de desempleo que hace no mucho se
habrían considerado catastróficas (porque lo
son).

Tras esas frías estadísticas se oculta un
inmenso panorama de sufrimiento y sueños rotos. Y los
números dicen que el sufrimiento va a continuar hasta
donde alcanza la vista.

¿Y qué se puede hacer para acelerar este
proceso de curación excesivamente lento? Un sistema
político racional habría creado hace mucho una
versión para el siglo XXI de la Administración para
la Mejora del Trabajo (pondríamos a los parados a trabajar
haciendo aquello que hay que hacer: reparar y mejorar nuestras
desgastadas infraestructuras).

Sin embargo, en el sistema político que tenemos,
la senadora electa Kelly Ayotte, que pronunció el discurso
republicano semanal el día de Año Nuevo, declaraba
que "la primera tarea consiste en poner fin al derrochador gasto
de Washington".

Siendo realistas, lo mejor que podemos esperar de la
política fiscal es que Washington no socave activamente la
recuperación. Hay que tener un cuidado especial con los
idus de marzo: por esas fechas, el Gobierno federal probablemente
habrá alcanzado su límite de endeudamiento y el
Partido Republicano tratará de obligar al presidente
Barack Obama a realizar unos recortes perjudiciales para la
economía.

También me preocupa la política monetaria.
Hace tres meses, la Reserva Federal anunció un nuevo plan
para fomentar el crecimiento del empleo comprando bonos a largo
plazo; en aquel momento, muchos observadores creían que la
compra inicial de 600.000 millones de dólares era solo el
comienzo de la historia. Pero ahora parece el final, en parte
porque los republicanos están tratando de intimidar a la
Reserva para que se eche atrás, pero también porque
la racha de noticias económicas ligeramente mejores brinda
una excusa para no hacer nada.

Existe incluso una posibilidad considerable de que la
Reserva suba los tipos de interés este año (o, al
menos, eso es lo que el mercado de futuros parece creer). Con el
paro por las nubes y la inflación por los suelos, el
hacerlo sería una locura, pero eso no significa que no
vaya a suceder.

Así que, volviendo a mi argumento inicial:
independientemente de las últimas noticias
económicas, seguimos cerca del fondo de un hoyo muy
profundo. Solamente podemos esperar que haya suficientes
responsables políticos que comprendan este
hecho.

(Paul Krugman es profesor de Economía en
Princeton y premio Nobel de Economía 2008 © 2011 New
York Times)

EEUU bipolar (I): la riqueza de los más ricos se
multiplica

Una economía controlada por los ricos

"En Estados Unidos, la riqueza de los más
ricos se multiplica. La distancia entre sus carteras y las
carteras del resto de segmentos de la población -no
sólo los pobres- es cada vez más amplia. La crisis
y la desregulación financiera tienen mucho que
ver"…
La desregulación financiera hace crecer la
brecha entre ricos y pobres (El Economista –
22/2/11)

Para el 90% de los estadounidenses, los ingresos se han
mantenido prácticamente invariables durante los
últimos diez años. Sin embargo, el 10% restante ha
visto crecer su patrimonio a un ritmo creciente.

De acuerdo con los datos recogidos por CNNMoney.com,
desde la década de los 70 el incremento ha sido constante
y las diferencias, cada vez más evidentes. Si en 1950 el
90% de la población controlaba el 68% de la
economía, en 2009 un exiguo 10% de los estadounidenses
tenían en sus manos casi la mitad de la riqueza del
país.

Hay diversas razones que explican este movimiento,
aunque uno de los factores más determinantes, según
los expertos consultados por el portal financiero, ha sido la
política financiera y fiscal llevada a cabo por
Washington.

"La desregulación del sector financiero parece
haber creado un mayor riesgo para la economía en conjunto
y ha elevado los ingresos de los más ricos", afirma Jacob
Hacker, profesor de ciencias políticas en la Universidad
de Yale y coautor del libro La política del
vencedor.

En su opinión, con las medidas que favorecen a
los ciudadanos adinerados no se ha producido el esperable efecto
trickle-down o filtración, según el cual cuando la
riqueza de los ricos se incrementa, esta mejora se traslada al
resto de estamentos sociales mediante empleo, inversiones… En
su lugar, afirma, se ha provocado la reacción
contraria.

Esta idea de desregulación ha ido ganando adeptos
en las últimas décadas, y tanto demócratas
como republicanos han adoptado políticas en este sentido,
al igual que la Reserva Federal. Como resultado, la industria
financiera se ha ido haciendo cada vez más fuerte, se ha
metido en una espiral en busca de más beneficios que ha
traído una nueva era de innovación financiera y
toma de riesgos extrema.

El resultado de estas políticas es una
economía controlada por los ricos, o plutonomía,
explica el portal financiero. El término
plutonomía, que tres analistas de Citigroup lanzaron al
estrellato al emplearlo en un informe de 2005, está
más vigente que nunca. "El mundo se está dividiendo
en dos bloques: las plutonomías, donde el crecimiento
económico lo potencia y lo consume la minoría rica,
y el resto", señalaban en el célebre
documento.

Y es que a pesar del fuerte impacto inicial, la
recesión que apenas ha variado las reglas del juego. En
EEUU, los resultados de las grandes corporaciones vuelven a
lucir, en su mayor parte, lustrosos, y la bolsa mantiene una
racha de subidas que invita al optimismo.

"A medida que salimos de la recesión, las cuentas
de resultados de los plutonomistas se han recuperado mucho
más vigorosamente que las de cualquier otro", indica a CNN
Ajay Kapur, uno de los autores del informe de Citigroup de 2005 y
que ahora ocupa un cargo directivo en Deutsche Bank.

De la misma opinión es el profesor de Yale Jacob
Hacker, que señala como los ejecutivos son capaces de
incrementar sus ingresos en un entorno de desempleo elevado y de
fuertes recortes de gasto, tanto privado como estatal.

EEUU bipolar (II): una crisis social de imprevisibles
consecuencias

Lejos de superar la crisis, EEUU se mete más a
fondo en ella. Ciertas zonas del país han sucumbido a la
depauperación (dramas cotidianos… al hilo del
vivir)

"La crisis económica en Estados Unidos
está derivando en una crisis social inédita desde
la Gran Depresión y de imprevisibles consecuencias. Aunque
la cifra de desempleo en todo el país permanece por debajo
del 9%, hay zonas donde asciende tranquilamente por encima del
30%, regiones enteras depauperadas tras el estallido de la
burbuja inmobiliaria y la bancarrota de facto de algunos
Estados"….
Los "renglones torcidos" de la América
de Obama (Libertad Digital – 29/4/11)

Estados Unidos siempre tuvo barrios deprimidos,
especialmente en el centro de las grandes ciudades. Una pobreza
muy localizada tanto desde el punto de vista geográfico
como humano. Los suburbios de Nueva York, Filadelfia o Chicago
son célebres y sus habitantes pertenecen, por lo general,
a la minoría de raza negra o a otras de inmigrantes
recién llegados.

El problema es que esos barrios bajos están
empezando a extenderse a otras partes del país y a todas
las clases sociales. En ocasiones, ciudades enteras se han
convertido en un barrio bajo. Este fenómeno es,
además, de ámbito nacional. No existe, como
sucedió en crisis anteriores, un área del
país afectado por la depauperación generalizada. De
este a oeste y de norte a sur los mismos efectos se están
dejando sentir. Altas tasas de desempleo, barrios abandonados,
criminalidad en alza y pérdida constante de
población.

El efecto Detroit

La mayor ciudad del estado de Michigan, antaño un
boyante emporio industrial que contaba con más de dos
millones de habitantes que disfrutaban de un nivel de renta
medio-alto, se ha hundido, literalmente, en la miseria. La
decadencia de Detroit no es cosa de ahora. Empezó en los
años 80, cuando las marcas japonesas de automóviles
invadieron el mercado estadounidense ofreciendo mejores
vehículos a precios más bajos.

La industria automovilística norteamericana, una
de las más sindicalizadas del país, no supo
responder a tiempo o lo hizo exigiendo privilegios y aranceles en
Washington. El resultado para la ciudad ha sido demoledor. Hoy
Detroit apenas llega al millón de habitantes. Hay 33.000
casas abandonadas y 70 escuelas públicas han tenido que
cerrar, aunque más por falta de dinero que de
alumnos.

A lo largo de la última década Detroit ha
perdido un residente cada 22 minutos. La gente se va porque no
hay trabajo y nadie se encarga de crearlo a excepción del
propio ayuntamiento, que es el primer empleador -con diferencia-
de la ciudad. Tanto Michigan como Detroit son dos bastiones
demócratas "de toda la vida". Aunque los sucesivos
alcaldes de la ciudad han hecho más hincapié en
políticas clientelares que en atraer negocios, al final no
hay dinero para mantener las primeras si faltan los
segundos.

Detroit es una ciudad prácticamente insolvente.
Tras los numerosos escándalos de corrupción
protagonizados por su anterior alcalde, el demócrata Kwame
Kilpatrick, el actual Gobierno de la ciudad está tratando
de recortar los gastos a la desesperada. El cierre de escuelas ha
supuesto que las que quedan tengan que meter en cada aula una
media de 60 alumnos. Y no es el peor de los problemas que
arrastra. El alcalde se ha visto obligado a recortar el
presupuesto de policía y recogida de basuras en un 20%, lo
que ha ocasionado que muchos barrios parezcan un vertedero y se
hayan apoderado de ellos bandas de criminales.

Una ciudad en la que nadie quiere vivir, y la
demostración más palpable es que, en ciertos
barrios, se venden casas por sólo un dólar. Pero ni
con esas, de modo que el ayuntamiento está barajando
demoler barrios enteros de casas vacías.

Camden, pobreza, corrupción y Latin
Kings

Detroit es la historia de un fracaso que empieza a
extenderse como una mancha de aceite por otros estados del
país. En Nueva Jersey la ciudad de Camden es quizá
el mejor exponente del empobrecimiento. En la patria chica de las
sopas Campbell"s, también un feudo demócrata, el
desempleo ronda entre el 30 y el 40% y la ciudad está
tomada por bandas de delincuentes como los Latin Kings, con
presencia también en España.

Como en Detroit, la policía ha sufrido recortes
de personal y no puede luchar contra la plaga de delincuencia,
cuya marea alta ha llegado a afectar al propio ayuntamiento. En
los últimos 20 años tres alcaldes, todos
demócratas, han sido juzgados por corrupción y uno
de ellos por vínculos probados con el crimen
organizado.

La alcaldesa de Camden, la también
demócrata Dana Redd, poco puede hacer. La ciudad pierde
población y contribuyentes a toda velocidad y la
situación del estado, Nueva Jersey, tampoco es mejor. El
gobernador de Nueva Jersey ha anunciado un recorte de 10.000
millones de dólares para este año y enfrenta un
problema mayúsculo con las pensiones públicas
-46.000 millones- y servicios médicos -65.000 millones-
que no sabe cómo financiarlos.

Luisiana, bajo el signo del Katrina

Nueva Orleans es otro de las grandes ciudades que
está padeciendo la crisis con más severidad. Ha
perdido el 29% de su población desde que el huracán
Katrina arrasase la ciudad en 2005. Más del 20% de las
viviendas en la ciudad, están vacías y, para colmo
de males, el vertido de petróleo en la plataforma de BP
"Deepwater Horizon", ha machacado la industria pesquera de la
costa.

La ciudad, de nuevo un feudo demócrata, ha
entrado en la espiral maldita. Pierde contribuyentes y gana
"clientes", gente empobrecida que tiene que recurrir a los
servicios sociales para sobrevivir.

As goes California, so goes the nation

El estado de California, el más poblado y rico de
Estados Unidos, está en quiebra técnica. Desde hace
dos años los recortes de gasto público son ubicuos,
las ciudades han ido declarando la bancarrota una tras otra, al
tiempo que el desempleo avanzaba y los ingresos fiscales se
desplomaban. La ciudad de Vallejo (123.000 habitantes), en la
bahía de San Francisco, es quizá el mejor ejemplo
de esta América derrumbada. Quebró oficialmente el
6 de mayo de 2008. Llegó un momento en que el 75% del
presupuesto se iba en los salarios de los policías y los
bomberos locales, ambos colectivos
hipersindicalizados.

Acogiéndose al Capítulo 9 del
Código de Bancarrotas, el ayuntamiento, gobernado siempre
por los demócratas, ha podido llevar a cabo un fuerte
ajuste de gasto público. Los tres parques de bomberos han
tenido que cerrar por falta de fondos, y, de 153 agentes de
policía que la ciudad tenía en nómina en
2008, ahora sólo quedan, 92.

El desempleo es el coco que está devastando el
estado. En Sacramento, su capital, el cierre de comercios ha
afectado a uno de cada seis. En el condado de Merced, en la
California central, el precio de la tierra ha caído un 63%
en los últimos cuatro años. No es casualidad que
las ejecuciones hipotecarias en California batan todas las
marcas. Sólo en 2010 se ejecutaron 546.000 hipotecas o, lo
que es lo mismo, casi el 5% de parque inmobiliario del
estado.

A pesar de Hollywood y de la todopoderosa industria de
la informática con sede en el estado, un 20% de los
residentes del condado de Los Ángeles reciben ayudas
públicas y el 60% de los estudiantes en las escuelas
públicas del estado han solicitado bonos a precio reducido
en los comedores escolares.

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