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El autoconcepto en adolescentes de octavo grado de la Secundaria Básica “Eduardo Anoceto”




Enviado por Naida Noriega Fundora



  1. Introducción
  2. El
    autoconcepto
  3. Desarrollo
  4. Resultados
  5. Conclusiones
  6. Bibliografía

Introducción:

La adolescencia está caracterizada por
múltiples cambios a niveles biológico y social, los
cuales suponen transformaciones en el orden psicológico.
El autoconcepto como formación psicológica compleja
encuentra sus premisas para el desarrollo en las estimulaciones
provenientes de estos cambios y presenta sus vías de
expresión por medio de la conducta social. Para llevar a
cabo el estudio de las particularidades del autoconcepto en la
adolescencia se segmentó el análisis hacia el
octavo grado debido a que este es el año intermedio en el
tránsito por la segunda enseñanza y para ello fue
imprescindible el estudio de los agentes socializadores
principales.

El autoconcepto es una de las variables más
relevantes dentro del ámbito de la personalidad, tanto
desde una perspectiva afectiva como motivacional. Las
múltiples investigaciones que le abordan coinciden en
destacar su papel en la regulación de las estrategias
cognitivo-motivacionales implicadas en el aprendizaje y
rendimiento académico. El autoconcepto tiene especial
importancia desde el punto de vista educativo, pues los sujetos
con baja autoestima tienden a desmerecer su talento, son
influenciables, eluden situaciones que le provocan ansiedad y se
frustran con mayor facilidad.

En el contexto escolar esta es un variable de suma
importancia en múltiples direcciones, entiéndase
por ello que el autoconcepto de un estudiante determina la
relación existente entre la enseñanza y el
aprendizaje, pero además influye en toda su
configuración personológica, pues no se reduce
exclusivamente a la realidad académica, sino que
trasciende este aspecto hacia otros vitales como las relaciones
sociales y familiares, debido a la gran connotación que
recibe el estudio como actividad fundamental del adolescente en
relación con la importancia otorgada a las valoraciones de
los otros en un continuo proceso de construcción de su
identidad personal.

Este trabajo adquiere su relevancia por el hecho de que
en Cuba se han realizado pocas investigaciones sobre el tema del
autoconcepto desde una perspectiva multidimesnional,
además de que los resultados obtenidos, pueden contribuir
al perfeccionamiento de las prácticas educativas en pos de
potencializar la formación de la personalidad desde una
perspectiva de desarrollo integral.

En función de lo anterior este trabajo se propone
como objetivo caracterizar el autoconcepto en los adolescentes de
8vo grado de la Secundaria Básica "Eduardo Anoceto Rega"
del municipio Santa Clara.

El
Autoconcepto.

  • Concepciones teóricas sobre el
    autoconcepto.

Este constructo psicológico ha recibido
diferentes denominaciones de acuerdo a los planteamientos de cada
autor en particular: self, noción de yo, concepto de
sí mismo, autoconcepto, autoimagen, autoevaluación,
autoestima, etc.; siendo la investigación sobre
tópicos centrales de una teoría del autoconcepto
así como de sus conclusiones metodológicas, un tema
de continua revisión (Shavelson y Bolus, 1982).

A medida que la persona se desarrolla física y
psicológicamente, el concepto de sí misma se
transforma en un elaborado sistema, que incluye tanto su imagen
corporal (las sensaciones y las percepciones que se tienen del
propio cuerpo, su naturaleza y sus límites) como todos los
pensamientos, sentimientos, actitudes, valores y aspiraciones que
le conciernen. Desde estos momentos ya se ofrece una
visión de la importancia que adquieren las influencias
externas en la formación del autoconcepto, y el
carácter transformador del mismo.

En cuanto a las concepciones acerca del autoconcepto
diversos autores consideran el término "yo" como la
percepciòn que tiene una persona de su identidad. Ese
concepto del "yo", es la imagen que se tiene de sí mismo y
al que se le ha considerado como un factor importante del logro
escolar, la conducta social y casi todas las facetas de nuestra
vida, según se ha mencionado. De acuerdo con Jourard y
Landsman (1987) ese concepto con frecuencia incluye una
estimación o evaluación del "yo" como algo "bueno"
o "malo", producto del juicio que hacemos acerca de nuestra
inteligencia, atractivo y capacidades.

Otras definiciones se limitan a los simples
conocimientos y representaciones propias del sujeto y lo definen
como el conjunto de percepciones o referencias que el sujeto
tiene de si mismo, el conjunto de características,
atributos, cualidades y deficiencias, capacidades y limitaciones,
valores y relaciones que el sujeto conoce como descriptivos de
sí y que percibe como datos de su intimidad. (Hamachek,
1981 citado en Peralta, 2007).

Por otra parte, también Papalia y Wendkos (1995)
manifiestan que el autoconcepto es el sentido de sí mismo.
La base del autoconcepto es nuestro conocimiento de lo que hemos
sido y hecho; su función es guiarnos a decidir lo que
seremos y haremos en el futuro. El autoconcepto, entonces, nos
ayuda a entendernos a nosotros mismos y, también, a
controlar o regular nuestra conducta. A nuestro juicio este
constituye un aspecto de interés en el análisis del
autoconcepto, pues no lo limitan como los autores analizados
anteriormente al conocimiento de nosotros mismos.

Estas autoras incluyen dentro del autoconcepto, otros
componentes que permiten una mayor comprensión de este
fenómeno.

Autoconciencia: se refiere a la
comprensión que se inicia en la infancia acerca de nuestra
independencia de otras personas, lo que nos permite reflexionar
sobre nuestras propias actitudes, en relación con los
estándares sociales.

Autorreconocimiento: es la habilidad para
reconocer nuestra propia imagen.

Autodefinición: son las
características físicas y psicológicas que
la persona considera importantes para definirse a sí
misma.

Yo Real: es el concepto de la persona sobre
cómo es.

Yo Ideal: es el concepto de la persona sobre lo
que desea ser.

Rogers, citado por González (1989), considera que
la mayor motivación del comportamiento es el concepto
propio, pues lo que la persona piensa de sí misma influye
en todo lo que hace. Actúa como se cree ser y, por lo
tanto, el tener una concepción defectuosa del yo conlleva
a anormalidades. La persona con una concepción falsa del
yo, tiende a limitar las experiencias vitales, tanto internas
como externas. Para la persona que se desarrolla, lo esencial es
descubrir y expresar su yo real dentro de los papeles que le
corresponde desempeñar.

De manera general las diferentes posturas
teóricas poseen un valor común en tanto al
conocimiento propio del sujeto se refiere, pudiéndose
interpretar como una auto percepción en torno a los
principales conceptos del sujeto, la cual posee un referente
externo y su expresión se da en la conducta. De forma
más compleja e integradora, González (1989) propone
el estudio del autoconcepto bajo la denominación de
autovaloración, la cual es definida como la
dimensión valorativa de la autoconciencia, donde los
móviles del comportamiento poseen un nivel superior de
complejidad al estar mediatizados por la actividad cognitiva de
manera determinante en su conformación, a través de
procesos complejos como el pensamiento.

Por su parte Gallardo y Trianes (2004) plantean que
existen tres definiciones diferentes de autoconcepto en las que
se encuentran la concepción psicosocial, la cognitiva del
procesamiento de la información y la multidimensional
jerárquica. La primera de las tres estuvo construida por
los sociólogos del interaccionismo simbólico,
representados por De Cooley y Mead desde la perspectiva del
fenómeno social, resaltando la importancia de las
relaciones del sujeto en el medio ambiente, las cuales determinan
el desarrollo personológico por lo que no es
difícil comprender el por qué plantean el
autoconcepto como la representación que el sujeto posee de
sí mismo a modo de reflejo de la percepción que las
personas esencialmente significativas presentan sobre sí,
estrechando cada vez más el vínculo entre lo que es
realmente el sujeto y la imagen percibida por parte de los otros
de forma arbitraria, pues la persona no se proyectaría
cómo es si no cómo es vista desde su propia
perspectiva por los demás.

El punto débil de esta concepción, radica
en que existe un margen considerable de diferencia entre lo que
cada quien piensa sobre la representación que los
demás poseen sobre sí mismo y la que realmente
estos presentan esto supone la mediatización de
determinados mecanismos de defensas que no permitan un
daño en el ego personal.

La segunda de las concepciones plantea el autoconcepto
como autoconocimiento, debido a que representa una compleja
teoría sobre lo que el sujeto cree de si mismo y que
representa el núcleo central de la personalidad,
expresándose a través del bienestar personal y en
la regulación del comportamiento, además reconoce
su génesis en la relaciones sociales así como en la
interacciones entre el yo real y el ideal. La vinculación
del autoconcepto con la conducta se da a través de
procesos cognitivos como los de percepción y memoria,
así como en el procesamiento de esas informaciones
personales con la finalidad de estructurarlas y organizarlas,
además reconoce la mediatización de los procesos
afectivos y motivacionales durante todo el desarrollo del
autoconcepto y su relación con este.

Por último aparece la concepción
multidimencional jerárquica que plantea el estudio del
autoconcepto por medio del análisis de las dimensiones que
lo integran concibiéndolo como una estructura
psicológica organizada jerárquicamente que goza de
una estabilidad aunque es dinámico, el cual presenta tanto
elementos descriptivos como valorativos.

Según algunos autores, el autoconcepto
está compuesto por tres categorías, las cuales se
encuentran organizadas bajo la forma de actitudes que el sujeto
posee sobre sí mismo. (Burns, 1990, citado en Gallardo y
Trianes, M. 2004). Estas categorías son el cognitivo el
cual hace alusión a la autoimagen, o sea: la
percepción que el sujeto tiene de si mismo, por lo tanto
tiene un valor descriptivo, el afectivo se refiere a la
autoestima, la cual presenta una función valorativa de ese
conocimiento que el sujeto posee sobre su persona
evidenciándose en los niveles de rechazo o
aceptación que una persona presenta sobre si mismo,
así como en los sentimientos de eficacia y
adecuación ante los diferentes contextos de
relación, el componente conductual se vincula a la
regulación comportamental del sujeto mediatizado por el
conocimiento y las valoraciones que realiza de su persona en pos
de plantearse metas, tomar decisiones y por tanto la
motivación adquiere una gran connotación debido a
su influencia.

El autoconcepto es asumido en la presente
investigación como la imagen que uno tiene de sí
mismo y se encuentra determinada por la acumulación
integradora de la información tanto interna como externa,
juzgada y valorada mediante la interacción de los sistemas
de estilos (o forma específica que tiene el individuo de
razonar sobre la información) y valores (o la
selección de los aspectos significativos de dicha
información con grandes dosis de afectividad).

Borden y Stone (1982) señalan que éste
concepto tiene dos aspectos que requieren consideración
especial; en primer lugar, la concepción de que el
autoconcepto es un proceso social y, en segundo, que este proceso
se prolonga a lo largo de toda la vida.

En efecto, el desarrollo del concepto de sí mismo
resulta, en gran medida, de las interacciones sociales entre las
personas y la mayor influencia deriva de las relaciones con las
otras personas significativas; es decir, con aquellas personas
por quienes sentimos una gran estima.

Este aprendizaje del autoconcepto no es intencional
puesto que generalmente es moldeado desde contextos informales
educativos, aunque aveces es el fruto de una acción
intencionalmente proyectada a su consecución.

De esta manera es entendido el papel de las relaciones
interpersonales, fundamentalmente con aquellas personas
significativas del entorno para el sujeto en el proceso de
conformación del autoconcepto, planteándolo como la
percepción que cada uno tiene de sí mismo, que se
forma a partir de las experiencias y las relaciones con el
entorno, en las que las personas significativas desempeñan
un papel importante, concordando con lo plantado por Shavelson,
Hubner y Stanton en 1976 (citado en Peralta, 2007).

Diversas investigaciones y proyectos (Alcántara,
1993 y Contreras, 2000) dan cuenta que, por el hecho de que el
autoconcepto resulta de la interacción con el medio
natural y social, es susceptible de ser desarrollada, es decir,
se puede intervenir para hacer variar desde un menos a un
más, siendo la adolescencia una etapa importante en la
estructuración y consolidación del mismo teniendo
en cuenta los cambios y transformaciones que se producen en la
personalidad.

  • El autoconcepto y la adolescencia.

Respecto a los hallazgos empíricos sobre el
desarrollo del autoconcepto en la adolescencia, se encuentra el
modelo desarrollado por Damon y Hart (1982) en base a las
teorías de William James, sobre el self. Según
éste, la forma en que se produce el desarrollo y la
interacción de los distintos aspectos del self
varía en cada individuo según su historia
particular, sexo, contextos sociales, etc., pero
básicamente, es similar.

Hill 1981 (citado en Dusek y Flaherty, 1981), afirma que
los estudios y evidencias empíricas en apoyo de concebir
la adolescencia como un período de cambios menos
dramáticos, es decir un período de cambios, pero
continuos y más estables, no desmienten el hecho de que el
período es cualitativametne diferente del anterior. En
este punto, coincide con Damon y Hart (1982) quienes
también apuntan con sus investigaciones y modelo de
desarrollo del autoconcepto, al señalar una ruptura entre
la niñez y la adolescencia.

Como se evidencia existe un acuerdo en que la
adolescencia conlleva una reestructuración del
autoconcepto y una nueva teoría sobre el propio self. Hay
cambios adaptativos en el autoconcepto, y simultáneamente
en el concepto del self de los otros en relación a
él, sin que ello origine necesariamente un
cataclismo.

Ciertamente hay coincidencia en la literatura
(Bozhovich, L. Coll, C. Contreras G) en que el niño
comienza a considerarse como un adulto en talla y otras
características físicas, comienza su interés
sexual solo o con otros, debe integrarse a estructuras sociales
más complejas y burocráticas representadas por el
cambio de ciclo en la escuela, comienza a manejar nuevas y
más ricas y sofisticadas maneras de procesar
cognitivamente la información, hay cambios de rol, nuevas
exigencias sociales, y expectativas de los adultos y pares,
etc.

Todo lo anterior trae aparejado un cambio cualitativo
del autoconcepto respecto a la imagen que el niño
mantenía durante la infancia.

En esta misma línea de estudios, Lerner (1980)
afirma que la adolescencia es un período que involucra
cambios importantes y significativos en la autoevaluación
en relación a los períodos anteriores del
desarrollo.

Finalmente, y como una última instancia de
diferenciación de la niñez y de la adolescencia en
cuanto a autoconcepto, se puede inferir un autoconcepto
inicialmente muy segregado y no integrado en todos sus aspectos.
En el paso a la adolescencia, las declaraciones sobre sí
mismos, comienzan a mostrar una integración superficial al
principio, para finalmente mostrar una organización dentro
de un todo que integra todos los aspectos del sí mismo
(Damon y Hart, 1982) como culminación del período,
y como principal tarea del desarrollo en esa etapa.

Justamente en este orden de ideas surge el tema de la
autovaloración, que por las razones antes mencionadas
adquiere mayor complejidad en la etapa de la adolescencia.
Durante esta edad influyen diferentes condiciones como son las
transformaciones puberales y su repercusión
psicológica, especialmente la imagen de sí
(autoconcepto), y en particular, la imagen corporal; las nuevas
exigencias propias de los sistemas de actividad y
comunicación, típicos de estos períodos y el
desarrollo intelectual, asociado a las necesidades de
independencia, autoafirmación y comunicación,
aún cuando a veces el adolescente tiende a la soledad y al
aislamiento para reflexionar sobre sí mismo.

En la adolescencia la imagen corporal y las cualidades
vinculadas a las relaciones interpersonales tienen un marcado
peso en la autovaloración y en el sentido de autoestima.
En este período se integran las funciones
subjetivo-valorativa y reguladora de la
autovaloración.

Entre los psicólogos de orientación
marxista, existe consenso en considerar que en la adolescencia se
alcanza un nivel cualitativamente superior de desarrollo de la
autoconciencia, la cual adquiere un carácter generalizado
y sirve de sostén al desarrollo de la
autovaloración, término este último empleado
por la mayoría estos autores para designar el concepto de
sí valorado. La autovaloración en esta etapa, a
pesar del avance antes descrito, es aún inestable e
inexacta, pues depende en determinada medida de las valoraciones
externas (Domínguez, 2003)

En sus relaciones interpersonales el adolescente tiende
a veces a sobrevalorarse o a considerar que los demás no
tienen una valoración adecuada de su persona, ya sea por
desconocimiento o porque subvaloran sus cualidades,
cuestión que a veces es cierta en el caso de los
maestros.

Los adolescentes tienden a una valoración
estereotipada, tanto de los otros como de su propia persona. Un
éxito o fracaso en determinado contexto lo lleva de forma
bastante inmediata a elevar su autoestima exageradamente o a la
inseguridad, la timidez, etc. También, y en consonancia
con esta característica de la edad, acostumbran a
clasificar o etiquetar a una persona a partir de un acto o
cualidad aislada, lo que explica en ocasiones la crueldad que
manifiestan, sobre todo, en las relaciones con sus
iguales.

El autoconcepto en esta etapa está sujeto a
cambios considerables, pues la percepción propia del
adolescente adquiere un carácter lábil, pero aun
así este proceso transcurre de forma relativamente
estable. El desarrollo cognitivo alcanzado en esta etapa por el
sujeto le permite elaborar una mayor estructuración del
conocimiento de su persona realizando valoraciones de forma
más coherente y ordenadas, además de esto su
desarrollo afectivo propicia una nivel de empatía que lo
capacita para verse a si mismo desde la perspectiva de los
demás, por lo tanto existe una mayor congruencia entre lo
que piensa de si y lo que los demás pueden opinar al
respecto.

Desarrollo:

La presente investigación se basó en el
paradigma de investigación cuantitativo debido a la
extensión de la población y los intereses de lograr
generalizar los resultados dentro del propio contexto de
análisis. Para ello se aplicaron técnicas con
métodos estadísticos de calificación que
posibilitaron el análisis positivista de las informaciones
buscando objetividad y valides en los resultados, con la
finalidad de servir de referente a futuras investigaciones con
intenciones similares pero con mayores niveles de análisis
que trasciendan lo descriptivo, a lo cual en estos momentos nos
limitamos.

La población de la investigación
está compuesta por los 221 estudiantes del 8vo grado de la
Escuela Secundaria Básica "Eduardo Anoceto Rega" del
municipio Santa Clara. La selección de la muestra se
realizó de forma probabilística estratificada
ofreciendo la posibilidad a cada uno de los sujetos que forman la
población de integrar la muestra, buscando
representatividad a partir del registro del profesor, pero
estratificando la misma atendiendo a la categoría de
género, siendo esto determinante para el
estudio.

Se trabajó además con los padres y
profesores de los sujetos seleccionados, quedando finalmente
conformada la muestra por un total de 108 estudiantes, lo que
representa un 48.86% de la población, 108 padres y los 6
profesores de los grupos a los cuales pertenecen los
sujetos.

Los instrumentos utilizados fueron los siguientes:
Revisión de documentos, Test de Autoconcepto (CAG Manual
Versión 1.0), Sociograma, Cuestionario a padres y
profesores sobre el autoconcepto de los adolescentes elaborado
para esta investigación, modificación de la
escala Dembo – Rubinstein.

El autoconcepto tal y como se asume en esta
investigación se presenta estructurado por tres
componentes fundamentales los cuales son el afectivo, el
cognitivo y el conativo, entendiéndose además como
una formación psicológica compleja que extiende su
periodo sensitivo hacia la adolescencia debido a los
múltiples cambios producidos tanto a nivel
biológico como social, siendo consistente además
con la neoformacion central de la etapa que está marcada
por la búsqueda y construcción de la identidad
personal.

El autoconcepto es una formación
psicológica mulfactorial, multideterminada y
multidimencional y es por ello que los análisis realizados
en esta investigación están orientados hacia estas
características, con el ánimo de obtener los
resultados más fidedignos en cuanto a la formación
y desarrollo del autoconcepto desde nuestro modelo
educativo.

Las dimensiones del autoconcepto estudiadas fueron: la
aparaiencia física, la social, la familiar, la
intelectual, la personal y la sensación de control,
partiendo de una perspectiva de género.

Resultados:

Para el análisis integrador de los resultados de
la investigación se han considerado los resultados del
procesamiento estadístico que comparó por cada
dimensión la autoevaluación que los adolescentes
hacen sobre su autoconcepto (Test de Autoconcepto y
Dembo-Rubinstein), con la percepción que tienen los padres
y profesores del mismo (Cuestionarios a padres y a profesores),
con el fin de contrastar las tres visiones sobre la variable
estudiada, es decir, la de los adolescentes, los padres y los
profesores.

De manera general se obtuvo en todas las dimensiones que
no existen diferencias significativas entre cómo los
adolescentes se ven a sí mismos, cómo los ven sus
padres y cómo los ven los profesores, ello significa que
coincide la valoración de sí mismo con la
valoración social, y posibilita afirmar que existe una
tendencia al nivel medio en la mayoría de las dimensiones
evaluadas.

En el caso de las dimensiones Relaciones Familiares y
Relaciones con los Iguales se evidencian niveles altos. Esto se
puede asociar con la alta significación de ambos contextos
(familiar y grupo de iguales) para el adolescente los cuales
actúan como agentes de socialización primordiales
en la formación de la identidad personal.

Se constató que en relación con la
Inteligencia y el Autocontrol no existe diferencia alguna entre
la opinión de los padres, profesores y adolescentes.
Respecto a la Inteligencia, se compara estadísticamente
este resultado con los de esta dimensión en el Test de
Autoconcepto, el Dembo-Rubinstein y también se contrasta
con lo obtenido de la revisión del expediente acumulativo,
con lo que se constata que la misma se encuentra en un nivel
medio.

En la dimensión del Cumplimiento de Metas existen
diferencias no significativas estadísticamente entre lo
que piensan los profesores y los adolescentes.

Con respecto a las dimensiones Apariencia Física,
Relaciones con Iguales y Felicidad existen diferencias no
significativas estadísticamente entre lo que piensan los
padres con lo que piensan los profesores y adolescentes, es decir
que hay consenso entre adolescentes y profesores (quienes
comparten mayor cantidad de tiempo con los estudiantes que sus
padres) que difiere de manera no significativa de la
percepción de los padres.

Con respecto a la dimensión Relaciones Familiares
existen diferencias entre lo que piensan de sí mismos los
adolescentes y lo que piensan sus padres y profesores (la
percepción de padres y maestros ubica a los adolescentes
en nivel inferior al que ellos se perciben). Al contrastar este
dato con el Test de Autoconcepto, donde se obtuvo que existen
dificultades en esta dimensión (evaluada entre medio y
bajo) y la valoración cualitativa del Dembo-Rubinstein se
obtiene que es muy importante para ellos la comunicación
con sus familiares, y como ya se explicó anteriormente, se
da una contradicción entre la calificación
cuantitativa y la explicación de la misma en esta
dimensión, por lo que concluimos que la real tendencia es
entre medio y bajo, lo que confirma lo obtenido en el Test de
Autoconcepto. Se puede afirmar que la dimensión de
Relaciones Familiares afecta el autoconcepto de los
adolescentes.

Al comparar el autoconcepto en función del
género se aprecia que en general la tendencia en el
comportamiento de las dimensiones del autoconcepto es ligeramente
más favorable en los varones, aunque las diferencias no se
consideran significativas, solo se encuentran alrededor del 10%
en Inteligencia, Relaciones Familiares, Apariencia Física
y Relaciones con Iguales. Además de esto, en
términos generales, es notable la congruencia entres las
representaciones de los profesores, los padres y el propio
adolescente en la gran mayoría de las dimensiones
estudiadas por lo que se puede afirmar claramente que existe una
adecuación en la estructuración del autoconcepto de
los adolescentes.

Con respecto a la dimensión familiar, la cual
evidencia diferencias entre lo que piensan de sí mismos
los adolescentes y lo que piensan sus padres y profesores, se
justifica desde la teoría como el clásico conflicto
con los adultos, ubicando una vez más al contexto familiar
como principal agente de socialización debido a su gran
significación, el cual no está exento de conflictos
en esta etapa, sino que más bien presenta múltiples
oportunidades de surgimiento. El adolescente en esta
dimensión suele proyectar más sus necesidades en
este contexto que su verdadera imagen mientras que para los
adultos representa un notable cambio evidenciado muchas veces
como crisis familiares por los múltiples síntomas
de la adolescencia y el inadecuado manejo pedagógico de
los adultos.

Conclusiones:

  • Las dimensiones del autoconcepto de los adolescentes
    estudiados: Apariencia Física, Inteligencia,
    Relaciones con los Iguales, Cumplimiento de las metas,
    Autocontrol y Felicidad, se manifiestan en un nivel
    medio.

  • Se reafirma el contexto familiar como un
    importantísimo agente de socialización para el
    adolescente que determina sobre el desarrollo y
    formación de su autoconcepto.

  • No existen diferencias significativas en las
    dimensiones estudiadas entre la percepción que tienen
    padres, profesores e iguales sobre el autoconcepto de los
    adolescentes estudiados, coincidiendo la valoración de
    sí mismo con la valoración social.

  • No existen diferencias significativas entre ambos
    géneros de los adolescentes estudiados con respecto a
    las dimensiones del autoconcepto.

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Autor:

MsC. Naida Leonor Noriega Fundora

Lic. Dailyn Armas Fuego

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