Imagining Keynes – Parte I – El día que Keynes “lloró” (Economía de malversación) (página 5)
En la segunda parte de este Paper se citarán
prestigiosos (y mediáticos) autores que apelan o censuran
al keynesianismo (tal vez oblicuamente) para acreditar o repudiar
las recientes acciones de los bancos centrales y gobiernos para
abordar la crisis financiera.
Antes de "pasar a mayores", les ruego que lean el
siguiente artículo (el que avisa no es traidor). A partir
de ello -ustedes mismos-, el que quiera creer que crea. No
comment.
Académicos
tras la especulación (El País –
31/5/11)
Lectura recomendada
Los turbios lazos entre profesores
universitarios y Wall Street avivan el debate de hasta qué
punto el sector financiero ha corrompido el estudio de la
economía
(Por David Fernández)
"Tiene solo tres minutos más. Prepare su mejor
golpe". Glenn Hubbard es decano de uno de los centros docentes
más prestigiosos del mundo, Columbia Business School. A su
pesar es también uno de los protagonistas de Inside Job.
Este documental, ganador de un Oscar, analiza las causas que
originaron la crisis financiera en EEUU. Los realizadores de la
película denuncian el papel que tuvieron en este
desaguisado los sueldos de los banqueros, las agencias de
calificación o los políticos. Y también
señalan a los profesores de universidades y escuelas de
negocios. En su opinión, el sector financiero
corrompió el estudio de la economía y muchos
docentes apoyaron la desregulación de los mercados, una
colaboración recompensada con muchos ceros por trabajos de
consultoría.
Hubbard responde a los cineastas altivo,
desafiante y visiblemente nervioso cuando estos le preguntan por
sus potenciales conflictos de interés. El decano de
Columbia fue jefe del consejo económico durante la
Administración de George W. Bush, recibió 100.000
dólares (70.000 euros) por testificar a favor de los
gestores de los fondos de Bearn Stearn, acusados de fraude,
realizó un informe para Goldman Sachs en 2004 en el que
alababa los productos derivados y la cadena de
titulización hipotecarias argumentando que mejoran la
estabilidad financiera, es directivo de MetLife, asesora a
Nomura, KKR… Su respuesta a si estos trabajos pueden
condicionar su actividad docente es un lacónico
"no".
Los vínculos entre la industria
financiera y el mundo académico no se limitan a Hubbard.
Martin Feldstein, profesor de Economía en Harvard y asesor
de Ronald Reagan, fue un importante arquitecto de la
desregulación financiera y estuvo sentado en el consejo de
AIG; Laura Tyson, profesora de la Universidad de California
(Berkeley) pasó a formar parte de la directiva de Morgan
Stanley tras dejar la presidencia del Consejo Económico
Nacional durante el Gobierno de Bill Clinton; Ruth Simmons,
presidenta de la Universidad de Brown, es directiva de Goldman
Sachs; Larry Summers, que impulsó la desregulación
en el mercado de derivados durante su época en la
Administración, es presidente de Harvard, un puesto que no
le ha impedido ganar millones de dólares asesorando a
varios hedge funds (fondos muy especulativos); Frederic Mishkin,
que volvió a dar clases en Columbia tras trabajar en la
Reserva Federal de EEUU, escribió un informe en 2006
financiado por la Cámara de Comercio Islandesa
(recibió 124.000 dólares) alabando la fortaleza de
la economía de este país…
¿Hasta qué punto la industria financiera
se ha servido de su convincente chequera para ganarse un aval
académico que proporcione soporte intelectual a sus
políticas ultraliberales? Los centros docentes entonan el
mea culpa y descalifican cualquier actitud poco ética. Sin
embargo, resaltan que se trata de casos individuales más
que una tendencia generalizada, recuerdan que defender la misma
teoría que apoya el sector financiero no implica ni mucho
menos estar comprado por este y destacan que la
colaboración entre el mundo académico y el
empresarial es positiva siempre que haya transparencia y no se
rebasen ciertos límites.
Ángel Cabrera es el único español
que dirige una escuela de negocios en EEUU, la prestigiosa
Thunderbird (Arizona). En su opinión, el papel del mundo
académico en la gestación de la crisis no tiene
tanto que ver con los conflictos de interés puntuales,
sino con el hecho de que durante décadas los centros han
estado transmitiendo una serie de valores acerca del
funcionamiento de los mercados, la gestión del riesgo o
los recursos humanos que se han demostrado erróneas y
perjudiciales. "Toda la teoría de la eficiencia de los
mercados, por ejemplo, pasó a ser religión, se
llegó a la conclusión universal de que cualquier
intervención era mala. Asimismo, en las políticas
de retribución, si tratas a la gente como oportunista y
egoísta por naturaleza, creando unos incentivos enormes a
corto plazo, abres la puerta para que se comporten
así".
Cabrera señala que los centros han estado dando
forma al sistema de valores de Wall Street, creando una
"plataforma de legitimidad" para determinadas conductas. Antes
del estallido de la crisis Thunderbird empezó a promover
el juramento hipocrático entre sus alumnos a través
del cual estos se comprometen a usar sus conocimientos para crear
valor y no para destruir. "Hace unos años nos miraban como
bichos raros, ahora ya no tanto. Hay indicios de que las cosas
están cambiando, pero a un ritmo muy lento. Mucha gente ha
salido del armario y en los ámbitos académicos se
empieza a hablar de ética, de responsabilidad corporativa,
de otra forma de ver la empresa".
Cabrera explica que los centros académicos tienen
códigos de conducta y si algún profesor es cazado
infringiéndolos corre el riesgo de perder su trabajo. El
presidente de Thunderbird, sin embargo, reconoce que la
estructura de compensación de los docentes abre la puerta
a potenciales conflictos de interés. En EEUU el sueldo
medio de un profesor en una escuela de negocios está en
torno a los 200.000 dólares (140.000 euros), pero en
muchos casos los ingresos totales pueden llegar hasta el
millón de dólares gracias a los servicios de
consultoría, presencia en consejos de
administración, conferencias… "Hay una cultura de libre
mercado en la que está bien visto que ganes todo el dinero
que puedas. Se considera que es positivo para las escuelas porque
el profesor puede aportar más a sus alumnos al dejar de
ser un simple teórico al estar en contacto con las
empresas. La cuestión es cuánto de tu sueldo
debería estar vinculado a estas actividades externas,
qué tipo de trabajos son compatibles con tu cargo de
docente y dónde pueden plantearse los conflictos de
interés", argumenta.
Otro de los docentes españoles con más
peso en el mundo académico anglosajón es Mauro
Guillén, profesor en la escuela de negocios Wharton School
de la Universidad de Pensilvania. En torno al debate de la
contribución de economistas y profesores en la
gestación de la crisis cree que hay que establecer una
separación entre lo que son actitudes deshonestas y
errores de apreciación. "Los conflictos de interés
no tienen justificación. Cuando un profesor escribe un
trabajo que ha sido financiado por una entidad debe mencionarlo
siempre", señala. "Otra cosa es si un académico ha
propuesto métodos o modelos que han contribuido a crear la
crisis. En este sentido, creo que hay que proteger la libertad de
expresión. Un docente puede proponer las teorías
que quiera. El fallo en todo caso fue de los reguladores, que no
supieron anticiparse al peligro que suponían ciertas
operaciones en los mercados financieros",
añade.
En relación con la vinculación de los
centros en la formación de líderes empresariales
cuyas decisiones han puesto en jaque el sistema, Guillén
cree que las escuelas no se pueden hacer responsables de todos
los actos que hagan sus ex alumnos a lo largo de su vida
profesional. "Nuestra labor se limita a tratar de desarrollar un
espíritu crítico en nuestros alumnos, explicarles
los beneficios que tiene la ética en los negocios y
dejarles claro que las decisiones que tomen pueden tener
repercusiones para toda la sociedad", dice…
Inside Job ha levantado un intenso debate en algunos
centros académicos. En Columbia, por ejemplo, aprobaron
hace solo dos semanas nuevas normas de transparencia para evitar
conflictos de interés. En concreto, los profesores
deberán publicar todas las entidades a las que han
prestado servicios, remunerados o no, en los últimos cinco
años y detallar la naturaleza de esos trabajos. Parece que
Hubbard ya ha recibido el golpe que arrogantemente demandaba a
los autores del documental.
Docentes en el punto de mira
– Martin Feldstein. Profesor de la Universidad de
Harvard. Entre 1982 y 1984 presidió el consejo de asesores
económicos del presidente estadounidense Ronald Reagan,
una Administración marcada por la desregulación
financiera. En 1988 fue fichado por AIG. Como miembro del consejo
de la aseguradora, era uno de los encargados de supervisar los
productos que la llevaron al borde de la quiebra.
– Larry Summers. En el ámbito académico
fue presidente de Harvard entre 2001 y 2006. Además, ha
sido asesor económico tanto en la Administración de
Reagan como con Barack Obama. Ha recibido numerosas
críticas, ya que su puesto académico no le ha
impedido facturar millones de dólares asesorando a los
fondos especulativos (hedge funds) y dando conferencias
patrocinadas por los bancos de inversión.
– Frederic Mishkin. Ha desarrollado toda su vida
profesional como profesor de Economía en la Universidad de
Columbia. Entre 2006 y 2008 fue miembro del consejo de
gobernadores de la Reserva Federal de EEUU. También ha
realizado labores de consultoría para el Banco Mundial y
el FMI. En 2006 publicó un trabajo financiado por la
Cámara de Comercio de Islandia alabando la economía
del país nórdico. No hizo públicos sus
honorarios y cuando la crisis se cebó con Islandia
cambió el título del informe.
– Glenn Hubbard. Decano de la escuela de negocios de
Columbia. Entre 1991 y 1993 fue asistente del Departamento del
Tesoro de EEUU. Además, entre 2001 y 2003 fue presidente
del Consejo de Asesores Económicos de George W. Bush.
Trabaja para numerosas empresas privadas como MetLife, Nomura,
KKR… En 2004 publicó para Goldman Sachs un
polémico trabajo defendiendo el uso de
derivados.
(To be continued)
Enviado por:
Ricardo Lomoro
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